Archivo de abril, 2020

Toda una vida sin punto G

Cada poco tiempo salen nuevas noticias del punto G: «Qué es y dónde encontrarlo», «Las cosas que no sabías de él» o «¿Cómo afecta el tamaño a la hora de estimularlo?».

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Esa obsesión silenciosa por dar con botón del placer lleva dando vueltas desde los 80, cuando se afirmó que existía esa zona erógena. El problema es la expectación que se ha desarrollado a su alrededor.

Mi parte favorita del debate es que ahora los expertos se plantean si eso del orgasmo vaginal no será más bien un mito, ya que no se ha podido demostrar hasta el momento.

Más allá de las investigaciones, casi parece que, siendo mujer, si todavía no te lo has encontrado, has fracasado en la relación con tu vagina.

Lo mismo que si nunca has tenido un orgasmo acompañado de squirt o eyaculación femenina.

Sinceramente, dar con mi punto G no es algo que me haya producido curiosidad. Supongo que será porque, vía externa, tengo orgasmos tan buenos como para no echar nada en falta.

Quizás le estamos demasiada importancia cuando lo cierto es que no necesitamos emprender la odisea de dar con puntos secretos inalcanzables.

¿No es mejor entender qué es lo que sí nos funciona más que en pasarnos toda la vida agobiadas por encontrar algo que ni siquiera tenemos la certeza de que exista?

Que para tener mejor sexo igual nos saldría a cuenta olvidarnos del punto G y centrarnos en lo que sabemos que desencadena el clímax, como el clítoris, por ejemplo.

Duquesa Doslabios.

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¿Y si la cuarentena es la oportunidad de tener sexo durante el teletrabajo?

Algo tiene el lugar de trabajo para que se haya convertido en uno de los sitios más frecuentes en la clasificación de fantasías sexuales.

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La mezcla entre que es un espacio ‘prohibido’ (a nadie le apetece jugarse el sueldo por un momento de pasión) y la cantidad de horas que pasamos en él, en las que es inevitable pasar algún momento de mayor excitación, le da ese punto de morbo.

Y aunque es difícil cumplir esa fantasía en la mayoría de profesiones (aunque todos conocemos de primera mano alguna excepción), lo cierto es que el teletrabajo se ha convertido en la mejor oportunidad para quienes la tenían pendiente.

Ya no hace falta imaginar qué haríamos si estuviéramos a solas con esa persona cerca de la impresora o en los baños de la oficina.

Desde que hacemos las tareas en nuestra propia casa, es más que posible encontrar el momento para tachar la fantasía de la lista.

Puede que el morbo de hacerlo en la oficina no sea igual, pero al final consiste en incluir el sexo en la jornada laboral. Lo que no quiere decir que dejemos el trabajo en un segundo plano.

En todo caso, quienes se animen a probarlo tendrán que planificarlo de manera que no afecte de forma negativa.

Aquellos con trabajo autónomo lo tendrán mucho más fácil a la hora de organizarse. Para los demás, recomiendo buscar alguna hora en la que la cantidad de trabajo sea menor para que, en ningún caso, el sexo disminuya el rendimiento, todo lo contrario.

También puede sustituir a las pausas del café como moneda de cambio. Ese momento de desfogue va a ser mucho más estimulante. Además, volverás a tu puesto con mejor humor y las energías al máximo.

Por último, recordar que es mejor dejarlo para otro día si tienes una reunión programada. Ya son demasiadas videollamadas de trabajo que han terminado convirtiéndose en virales porque a alguien se le olvidó la ropa o apagar la cámara cuando iba al baño.

Duquesa Doslabios.

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El futuro de las relaciones: sexo, citas y amor después del coronavirus

La sed y el hambre son dos de las cosas más difíciles de soportar. Y, estando aislados en casa, hemos llegado a la conclusión de que el contacto humano podría ir detrás de ellas.

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Se habla de la vuelta a la ‘normalidad’, de cómo será salir a la calle, movernos en transporte público, viajar…

Pero, ¿qué va a pasar con la desescalada a nivel emocional?

Esta experiencia nos dejará marcados y no sabemos hasta cuando. Por lo pronto, habrá que despedirse del roce en una cita.

Y eso que, como comunidad, tocarnos es casi fundamental para relacionarnos. Nos hace sentir confiados, conectados como parte de algo y nos ayuda a despedirnos del estrés.

Estar cómodos en la intimidad podría cambiar. Por mucho que en un futuro haya una vacuna, después de las imágenes que hemos visto, los síntomas que conocemos de primera mano y familiares que hemos perdido en estas circunstancias, ¿quién no se lo pensará dos veces antes de cogerse de las manos? ¿Quién no dudaría antes de acercarse a dar un primer beso?

El amor no desaparecerá, pero nos lo pensaremos dos veces.

Aguantando semana tras semana en casa, el sexo ha quedado fuera de carta. En su lugar, hay barra libre de aplicaciones para ligar.

Incluso en estas circunstancias, se ha encontrado una vía de seguir avanzando: hablar. Las videollamadas, chats interminables o citas virtuales lanzan un alentador mensaje: el punto fuerte es tener una buena conversación.

Y si antes no había pie a una segunda oportunidad -teníamos tantas opciones que, ¿quién querría esforzarse en conocer más a fondo si había la mínima duda?-, ahora no nos atrevemos a descartar con tanta facilidad.

O incluso a la hora de volver a retomar contacto con esa antigua pareja a la que, obra de la cuarentena, hay quien se arrepiente de haber dejado escapar.

Duquesa Doslabios.

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Hablando de penes, ¿te suena el concepto ‘boyfriend dick’?

Me he enganchado a un programa de Netflix, es el típico reality en el que sus concursantes parecen recién salidos del gimnasio y del cirujano plástico a la vez.

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¿El objetivo? Que siendo solteros y expertos en el arte del ligoteo, resistan sus impulsos y creen relaciones profundas más allá del físico.

Los diálogos, como era de esperar, son para acuñar. Uno de los que más me llamó la atención fue cuando uno de los participantes hablaba que su secreto para conquistar era su pene.

Parece ser que no tenía un aparato corriente. El suyo era un pene de novio o boyfriend dick. «No es ni muy grande ni muy pequeña. Es perfecta y bonita», explicó el concursante alegando que por esa razón se enamoraban de él.

Y aunque su definición se ha vuelto muy popular (ha llegado incluso a sacar una línea de ropa con el término), hace unos años lo recogió también el Urban Dictionary como «el tipo de pene que puedes montar cada noche porque encaja perfectamente».

Pero, ¿es así como vemos nosotras la pareja? Que yo sepa, no es habitual hacer un test previo preguntando por el tamaño de los genitales no vaya a ser que sean demasiado o demasiado poco.

Es más, solemos estar más preocupadas de que encajemos con la persona que de hacerlo con su pene cuando nos planteamos una relación.

Claro que el sexo es importante, pero a la hora de la verdad, es más crucial cómo se desenvuelve, la química que hay (que puede vencer cualquier problema de tamaño) y las ganas hacia la otra persona.

Tenemos una variedad tan grande de juguetes y tantas posibilidades a la hora de tener sexo que reducir todo el amor y las relaciones de pareja a una cuestión de centímetros, se queda cojo.

Al final, no nos enamoramos de un pene, aunque igual sería más fácil.

Esa prolongación de los órganos sexuales, que es la persona que le acompaña, suele ser la verdadera razón por la que nos animamos a tener pareja.

Duquesa Doslabios.

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No solo de ‘fuegos artificiales’ está hecho el amor

Soy una crecidita niña Disney. Al haber nacido en los 90, Aladdín, Pocahontas, Hércules o La Bella y la Bestia fueron algunas de las películas que marcaron mi infancia, haciéndome soñar con lo de convertirme en princesa.

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Si a eso le sumamos la cultura popular de mi adolescencia -en la que los libros de Crepúsculo idealizaron el romanticismo hasta tal punto de que me pareciera idílica la relación entre un vampiro de cientos de años y una humana-, ¿cómo no iba a salir con la cabeza hecha un lío?

Soy fruto de todos las historias de amor que han pasado delante de mis ojos y de mis coetáneos. Eso ha conseguido que tuviera una relación tóxica y me resultara imposible verla, por todo lo que había aprendido de lo que se suponía que tenía que ser una pareja.

Desaprenderlo me costó tiempo, dinero y energía, pero meses después de acudir a una psicóloga estaba lista. El amor no era lo que me habían vendido de ‘chico conoce a chica’, el amor más sagrado e importante era el que me profesara hacia mí misma, incluso teniendo pareja.

En este proceso de aprendizaje desde cero, le tocó el turno también a los fuegos artificiales. Ya se empeñan en decírtelo las películas, series, canciones y hasta memes en redes sociales: o es una locura o no cuenta como amor.

Es como si solo las chispas dieran validez a una relación emocional. En realidad, he podido comprobar como el amor va mucho más allá.

Como le explicaba a una amiga, para mí es el concepto ‘chocolate caliente’ versus ‘fuego artificial’.

Los fuegos son sentimientos explosivos, muy vistosos y desmesurados. Te hacen sentir que harías cualquier cosa por esa persona y que el nivel de experiencias conjuntas casi roza la locura. Y, como los propios espectáculos de luces en el cielo, son muy espectaculares, pero breves.

En cambio, para beberse un chocolate caliente, hace falta tiempo. Para calentar la mezcla lo suficiente y después para que se enfríe y poder beberlo sin quemarse. Una vez das el primer sorbo, la sensación dulce te hace sentir abrigo por dentro, casi como si el líquido de la taza te diera un abrazo.

Y aunque no quiere decir que en estas relaciones no haya espacio para la química, para que salten chispas, no lleva el ritmo desmesurado, fogoso y rápido de un fuego artificial. Lo que no significa que no sean igual de válidas a la hora de darles una oportunidad.

En mi experiencia, las relaciones que podrían haber brillado en cualquier cielo, han sido bonitas y muy divertidas, pero poco más.

Por otro lado, mi relación más larga, en la que más feliz he sido, es como tomarse cada día esa taza de chocolate caliente. Simplemente, verle dormir a mi lado me hace sentir en paz con el mundo, ridículamente afortunada por haberme encontrado con una persona tan fantástica. Con la certeza de que estoy en el lugar y junto a la persona con quien quiero estar.

Ha sido ahí donde he encontrado algo real, profundo y fuerte que me impulsa a ser la mejor versión de mí misma cada día.

Y si esa felicidad plena no es amor, dudo bastante que la consiga un espectáculo pirotécnico.

Duquesa Doslabios.

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Mensajes de tu ex, el efecto secundario de la cuarentena

Al principio empezó como algo aislado, casi anecdótico. Un mensaje de una amiga que te dice “Mira quién me ha escrito” y, acto seguido, te manda el pantallazo de la entrega de Star Wars que nunca escribió George Lucas: Episodio VI, El retorno del exnovio.

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Luego fueron los memes y los tuits, dándome a entender que igual lo de mi amiga no era tan raro como podía parecer en un principio.

Y, finalmente, me llegó el turno a mí. Un regreso del pasado tan inesperado que incluso me hizo dudar si el fin del mundo se encontraba más cerca de lo que imaginaba. No, no se me ocurría otra razón posible para que me escribiera de nuevo más allá del apocalipsis.

Es curioso que, hace unas semanas, os aconsejaba extremar la precaución de contacto con las exparejas. La crisis mundial parecía la excusa perfecta para mandar el deseo de «Cuídate mucho» o un «¿Qué tal ese confinamiento?» para tantear el terreno.

Pero, ¿qué pasa si soy quien ha sabido guardar las distancias y he recibido el mensaje?

Lo primero es mantener la calma. Porque, sinceramente, una de las últimas cosas que esperas es que, después de años, los fantasmas del pasado vuelvan a hacer acto de presencia.

Pero es uno de los síntomas, más que del virus, del estado de alarma. La cantidad de horas que pasamos desocupados al día nos llevan a poner en perspectiva toda nuestra vida, incluso la parte que parecía archivada en los capítulos cerrados.

Como me decía otra amiga, la culpabilidad y la cuarentena no son buenas amigas. Y puede parecer que este es el mejor momento para pensar largo y tendido en lo que hemos vivido y, ¿por qué no?, mirar con perspectiva los errores cometidos y tratar de disculparse por ellos.

En una nueva rutina en la que solo recibimos impactos negativos, es normal refugiarse en el amor que sentimos hacia nuestros familiares y amigos, lo que puede llegar a despertar incluso partes del corazón en las que se encontraban archivados los sentimientos más antiguos.

Esto no significa que quienes vuelvan tengan la misma motivación de querer redimirse por lo que pasó o de intentar echar un poco de arena al fuego -por si se da el caso de que algún día os crucéis por la calle, ninguno tenga que cambiarse de acera-.

Una rápida encuesta vía Instagram me confirma que el aburrimiento hace mella, así como las ganas de tener sexo (esas que no perdemos ni en cuarentena) o la necesidad de rodearnos de personas, aunque sea virtualmente, que vuelven a hacernos sentir a salvo.

Y aunque no es igual recibir un mensaje de aquella persona con la que hubo una historia de amor, que una relación tóxica, decidir si lo que se quiere hacer es responder o dejar en leído, es tan personal como lo ha sido para tu ex poner el mensaje.

La cuarentena es demasiado larga y la vida demasiado corta como para escoger aferrarnos al rencor de los corazones rotos cuando tenemos el poder de repararlos. Aunque eso implique escribir a alguien del pasado para conseguir estar en paz.

Duquesa Doslabios.

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Hay vida más allá del ‘striptease’: sexo alternativo para hacer por videollamada

Tenemos ganas de sexo. Y no lo digo solo yo.

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Que el trafico de porno haya pegado un repunte o la subida de ventas de juguetes sexuales -antes y durante la cuarentena-, son la prueba de que hemos dado con una forma de aprovechar el aislamiento y hacerlo más ameno.

Al final, no todos hemos tenido la suerte de encerrarnos en casa con nuestra pareja, pero tampoco es un problema. Tener dispositivos conectados a internet con cámara parecen pedir a gritos que los usemos más allá de la reunión del trabajo, para intimar.

Claro que siendo una ventana ‘virtual’ acompañada con un micrófono es como si los móviles y los teléfonos parecieran hechos para ejecutar stripteases.

Cuando parte de la excitación viene por el ojo, parece una opción más práctica. Además, ¿quién no ha ensayado alguna vez sus movimientos desvistiéndose con You can leave your hat on?

Aunque mi duda iba más allá. Siendo aficionados expertos en el striptease, ¿hay vida más allá de desnudarse delante de la videocámara?

Hablando con un amigo sobre sus relaciones en cuarentena me quedó claro que tirábamos demasiado de esta práctica, cuando nos ofrece muchas más posibilidades que no estamos teniendo en cuenta.

Mi primera sugerencia fue que hiciera un juego de rol play en el que aprovecharan para conocerse más relatándose mutuamente cosas que les gustaran sexualmente.

Eso sí, una vez las iban contando, empezaría la parte entretenida, ya que había que ponerlas en práctica para el otro.

Si se quiere llevar un paso más allá, también podemos tirar por el ‘efecto espejo’, imitando lo que vemos que hace la otra persona en la pantalla. Incluso dar rienda suelta a la imaginación jugando a usar las manos propias como si fueran los dedos o lengua del interlocutor, quien va dirigiendo la acción.

Al final, mi amigo, que es todo un artista en este ámbito, lo llevó al terreno del BDSM y ataviado con un pañuelo y unos guantes -es decir, irreconocible- iba mostrando unos carteles escritos a mano que daban órdenes.

Para mí, no solo se ha pasado el ‘videojuego’ de la cuarentena con su ocurrencia. Ha demostrado que la pantalla es compatible con cualquier parafilia.

Duquesa Doslabios.

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Entre videojuego y masturbador, el ‘entrenador’ que te ayuda a vencer la eyaculación precoz

No es fácil hablar de eyaculación precoz. Lo primero porque cuando lo experimentas en persona y le pasa al otro, no sabes muy bien cómo reaccionar.

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Aunque tampoco es de extrañar. Es un tema que no se habla lo suficiente ni entre ellos ni entre nosotras. Así que, ¿cómo saber cuál es la forma de comportarse cuando uno ya ha terminado el partido, al poco de empezarlo, mientras que la otra persona sigue calentando?

Para empezar, está el caso de quien se piensa que durar unos segundos es normal porque lleva así toda su vida. También está el que se niega a hablar de ello a toda costa o incluso el que lo pasa mal, agobiándose al respecto.

Por suerte, cada vez hay más productos que quieren reconciliarnos con el sexo de una manera natural mediante la autoexploración (¿qué es el succionador más que una vía rápida de aprender a estimularse el clítoris?).

Quizás su equivalente masculino podría considerarse Myhixel, un método que cuenta tanto con una aplicación y un dispositivo, ideados por Patricia López, cuyo objetivo no es otro que enseñar a controlar la eyaculación.

Y de una manera divertida, de paso. Porque, ya que hablamos de entrenamiento mediante la masturbación, ¿cómo no iba a ser placentero?

Para la CEO, ya tocaba que el mercado se pusiera las pilas en el terreno masculino: «Que este mercado sea predominantemente femenino evidencia que las mujeres estamos liderando un proceso de liberación y de concienciación sobre la importancia del sexo en nuestras vidas. Nosotros buscamos llevar ese movimiento social de atención al sexo también a los hombres. Queremos repartir el peso de la responsabilidad del cuidado en las relaciones entre ambos géneros», afirma Patricia, la entrevistada de hoy en el blog.

¿Qué factores afectan a este tipo de disfunción sexual?
De acuerdo con nuestros expertos médicos, las causas son complejas y muy diversas. Van desde factores fisiológicos, hasta causas psicológicas. Además que hay varios tipos de eyaculación precoz, desde la primaria o crónica (cuando es algo que le sucede siempre y desde el inicio de sus relaciones), pasando por la circunstancial o adquirida (solo en ocasiones o etapas vitales), hasta llegar a los casos inespecíficos. En cada uno de estos grupos, predominan unas causas frente a otras. Nuestro método ha probado su eficacia independientemente del tipo de problema eyaculatorio y de la causa que haya detrás.

¿Cuáles son los motivos por los que la mayoría de hombres con eyaculación precoz prefieren no hablar del tema ni ponerle solución?
Seguimos siendo muy reacios a pedir ayuda en materia de sexualidad. Algo que en el caso de la eyaculación precoz se agrava por las asociaciones falsas -e incluso ridículas- entre virilidad y duración de las relaciones. Nos encontramos a muchos hombres y sus parejas que ni siquiera son conscientes de que sufren este problema, ya que lo consideran normal, al ser algo habitual para ellos. A todo esto se une, que muchos desconocen que existen soluciones naturales y sin efectos secundarios.

¿Cuál es el proceso?
Los métodos combinan la app anonimizada MYHIXEL Play que contiene nuestro programa científico, pionero y gamificado con el avanzado dispositivo de ayuda MYHIXEL I, diseñado específicamente para alcanzar el control del clímax. Tras cinco años de investigación médica, liderada por un equipo de sexólogos y urólogos de origen español referentes a nivel internacional, ofrece la única solución del mercado que permite al hombre controlar su eyaculación de forma natural.

¿De dónde vino la idea de plantear los ejercicios como si se trataran de un videojuego? ¿Cuáles son las ventajas?
Cuando quisimos llevar esta metodología a todo el mundo, surgió la necesidad de crear una aplicación que resultase comprensible para cualquier hombre. La idea de aplicar la gamificación nos permitía dar un enfoque lúdico al programa, y lo que es más importante, ha demostrado que aumenta el seguimiento del método -disminuyendo al mínimo la tasa de abandono-.

Además de mejorar el rendimiento en la cama, ¿qué otros beneficios a nivel emocional puede aportar tener el control de la eyaculación?
Por un lado, se abre un mundo posibilidades por descubrir en la sexualidad de los hombres y sus parejas. Cuando, en muchos casos, crees que has probado y disfrutado de todo, te permitimos adquirir una nueva habilidad que te permite aumentar el nivel de tus relaciones sexuales. No solo mejoran aspectos emocionales como la autoestima y la seguridad de los hombres, sino que supone un revulsivo para su vida sexual.

¿Es imprescindible tener una disfunción sexual para probar el dispositivo o también es recomendable para hombres cuya tiempo de eyaculación es ‘normal’ y buscan experiencias distintas?
Para nada es necesario sufrir ninguna disfunción. Cuenta con dos soluciones diferenciadas: para hombres que deseen adquirir unas habilidades motoras específicas, que mejoren la calidad de sus experiencias sexuales y consigan un nuevo nivel de placer, y para hombres que tienen problemas de control eyaculatorio.

El aspecto lúdico está presente. Los hombres que sigan nuestras metodologías van a disfrutar mucho a la vez que mejoran el control eyaculatorio, ya que las actividades del programa son, en esencia, estimulaciones con un dispositivo diseñado también para el placer. Al haber programas que se pueden hacer en pareja, parece una forma excelente de hacer partícipe a la otra persona.

¿Es una forma de derribar el tabú de la eyaculación precoz?
Totalmente, los problemas en el control eyaculatorio son algo que puede afectar a ambos miembros de una pareja y que en muchísimas ocasiones no se afrontan por vergüenza o por no herir a la otra persona. Introduciendo propuestas como la de ‘juego de pareja’, ayudaremos muchísimo a derribar dichas barreras.

Duquesa Doslabios.

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No, yo tampoco paro de discutir con mi pareja y sí, es algo normal

Ya lo comentaba hace unos días, para muchos esto es «o se acaba la cuarentena, o se acaba mi relación de pareja».

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Y es que, de cierta manera, es como si hubiéramos llegado al extremo. Si la convivencia ya es el perfecto caldo de cultivo para los roces diarios, sumándole la situación, es imposible salir del paso sin pasar por varias broncas.

Pero, ¿qué pasa? ¿Por qué si generalmente me llevo bien con mi pareja, ahora parece que no podemos pasar un día sin tener una discusión?

Por pasar, pasan muchas cosas. En primer lugar, está el agobio.

Podremos decirlo más o menos a lo largo de estos días, pero es imposible escapar del miedo ante la incertidumbre de lo que pasará en unas semanas (si volveremos a recaer, si se ampliará todavía más el estado de alarma, cómo nos afectarán las consecuencias de una crisis económica…).

La sensación de ansiedad implica que mi cabeza es, desde que esto empezó, una olla a presión y que basta cualquier mínima cosa para que estalle.

A la nueva angustia hay que sumarle que ya no se puede hacer vida fuera de casa. Ese rato de quedar con tu familia o desahogarte con tu amiga ha pasado a mejor vida.

Claro que puedes contar tus penas vía videollamada, pero a no ser que tengas una casa como la de Kim Kardashian con decenas de habitaciones, es difícil tener total intimidad.

A eso añado el teletrabajo. En el mejor de los casos, ambas personas pueden hacerlo, una situación que suele derivar en problemas de la gestión del hogar.

En el peor, los dos se encuentran sin ingresos y con el estrés añadido que eso supone. Así que sí, ¿cómo no íbamos a estar discutiendo?

Mi consejo es tratar de mantener la cabeza fría y, sobre todo, diferenciar. ¿Es una discusión ‘auténtica’ o es fruto de estos factores? Lo más probable es que la respuesta sea la segunda.

Ante eso, es mejor capear las peleas según van viniendo y de la mejor manera. Es decir, poniéndonos en la situación del otro de que estamos sometidos a mucha tensión.

Recuerda que la cuarentena es algo temporal. Pasará, tarde o temprano, y con ella la mayoría de enfados.

Duquesa Doslabios.

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‘Sexjercicio’: cómo deberías hacerlo para quemar calorías en la cama

Confieso que soy un poco adicta al contador de pasos del teléfono. Sobre todo porque me permitía competir contra mi rival favorita, yo misma, cada día. Además, mi marca de 30.000 pasos en Roma hace un par de años es algo de lo que me siento bastante orgullosa.

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El juego de averiguar si he llegado al trabajo por una vía algo más rápida, se me ha acabado. Al máximo que llego es a 500 y eso si tengo la suerte de ser a quien le toca hacer la compra.

Al nivel de mi padre, que dedica una hora concreta de la jornada a atender llamadas dando vueltas por la casa, no he llegado (todavía).

Y como la OMS estaría bastante avergonzada de mi cuentakilómetros estos días, he pensado que podría compensarlo de otra manera.

El ejercicio está descartado, pensad que estos pasos de los que hablo forman parte del neat, un concepto que se refiere al gasto energético diario que se emplea en cualquier actividad que no sea la práctica de deporte.

En otras palabras, lo que gasto en energía de bajar las escaleras, hacer la compra, volver cargada y subirlas. Aunque hay algo más que puede subirnos el neat en nuestro día a día: ¡el sexo!

Depende de cómo se haga, puede convertirse en la mejor manera de quemar esos caprichos de tanta serie en el sofá (¿el último en mi caso? Una tarta de queso).

A los fans del perrito, les sugiero que le den un descanso si su idea es subir el neat. La clave es buscar posturas en las que moverse, esas de sudar que terminas jadeando como si acabaras de participar en una carrera.

¿Mi sugerencia? Las que imitan la sentadilla, o, más en general, todas aquellas que necesitan la fuerza de las piernas para hacer el movimiento ascendente y descendente.

En el caso de ellos, una buena opción sería la de hacerlo de pie sujetando a la otra persona alrededor de la cintura, es decir, trabajando brazos y piernas.

También podría valer el misionero, aunque al final son posturas que implican que, quien no trabaja, no hace prácticamente gasto calórico.

La clave es ir turnándose. Que primero se canse uno y luego otro para hacer una especie de juego de relevos sexual en el que solo se cambia de pose cuando se empieza a agotar el aliento.

Vale, no es la visión más romántica del acto. Pero después de tantos días encerrados juntos, ¿qué tiene de malo probar algo un poco distinto y que solo sea físico? Las endorfinas lo agradecerán.

Duquesa Doslabios.

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