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La razón por la que rompen más parejas después de las fiestas

No es casualidad que el día más triste del año coincida con una de las épocas en las que más relaciones de pareja ponen fin a su historia de amor.

Sí, pasado el ajetreo de las fiestas navideñas, hay quienes empiezan el año reestrenando soltería.

pareja ruptura

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Que poco antes de que dé comienzo el verano, las rupturas florezcan como los festivales, no nos sorprende.

Es la época del año de hacer un sinfín de planes, de apuntarse a viajes, de conocer a gente nueva

En definitiva, de disfrutar sin querer que nada o nadie te empañe esos meses que parecemos querer exprimir hasta el último minuto.

Pero, ¿qué explica que se dé una crisis relacional a estas alturas, en plena temporada de quedarse en casa acurrucándose bajo una manta?

Con el final de año, plantearse si realmente se es feliz con la persona que se tiene al lado, es una reflexión que se nos pasa por la cabeza, de la misma manera que nos cuestionamos el trabajo o si hemos ido, o no, lo suficientemente al gimnasio.

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En plena fiebre de propósitos, caer en que se puede estar mejor en soltería (que no en soledad) no es tan raro.

La explicación de que suceda justo cuando las fiestas han terminado responde, sobre todo en España, a que es un periodo en el que lo frecuente es reunirse con toda la familia cada pocos días.

Y, cualquier familia media española, aprovecha estas ocasiones para sacar la batería de preguntas del tipo «¿Os vais a casar?» o «¿Para cuándo los hijos?».

De ahí que se pueda preferir esperar a que la temporada de celebraciones llegue a su fin bien para evitar tener que dar explicaciones o indagar en los motivos de la ruptura, empañando la alegría de esos días.

Pero también porque, si es una relación larga, puede que entre esos compromisos familiares esté pasar tiempo con los parientes de la otra persona y no se quiera fallar a la palabra.

Aunque lo ideal no es poner tu vida en pausa por algo ajeno a ti, como las navidades, en este caso; creo que también es señal de asertividad esperar a una ocasión más propicia para poner el tema sobre la mesa cuando se tiene claro.

Esperar a que tu pareja termine los exámenes, haya acabado con ese proyecto del trabajo o incluso su familiar haya sido de alta por un ingreso inesperado significa que te preocupas porque esté en un estado emocional más tranquilo.

Lo que hay que evitar es ir con argumentos poco concisos («Es que no sé si alguna vez me he enamorado de ti») y comunicar tus sentimientos una vez estén confirmados, y hayas tomado la decisión de que lo que realmente quieres es ponerle fin.

No marear ni confundir es también responsabilidad afectiva.

Mara Mariño

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Rosalía, Ariana Grande, Sofía Vergara… ¿Por qué nos entra miedo cuando rompen las famosas?

Ni el tema de los extraterrestres ha conseguido competir contra las rupturas sentimentales del mes de julio.

«Ya no sé si creer en el amor», «No lo acepto» o «Engañaron a Rosalía, qué nos espera a las simples mortales» son algunos de los tuits que se pueden leer sobre la cantante, pero también de los divorcios de Ariana Grande y Sofía Vergara.

mujer triste

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No las conocemos personalmente, pero el fin de sus historias de amor nos afectan como si nos hubieran pasado a nosotras. Pero, ¿por qué?

Hace unos años, esta cercanía con las estrellas a las que admiramos, era impensable.

Ahora, gracias a las redes sociales, conocemos toda su vida: a dónde van de vacaciones, qué se compran, su comida favorita…

Las vemos enamorarse, dedicarse mensajes de amor a través de comentarios o fotos e incluso prometerse y casarse.

Cuando se rompen sus relaciones, pasan dos cosas que nos revolucionan a nivel emocional: por un lado la sensación de peligro de que nuestra pareja puede ser la siguiente en terminar.

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No hay nada más humano que sufrir por amor, así que cuando ves que tu ídola está pasando por una ruptura, el famoso refrán de «cuando a tu vecino veas las barbas cortar, pon las tuyas a remojar» resuena en el fondo de tu mente.

Hacen las separaciones tan cercanas, convirtiéndose en el tema de esos días en redes o en los círculos de amigas, que sientes que puede pasarle incluso a quienes veías más enamorados. Incluso a ti.

Por otro lado, aunque nuestra vida y la vida de la celebridad nuevamente soltera estén a años luz, mantenemos la manía de comparar.

«Si a ella, que es guapa, exitosa, le pasa esto, ¿cómo no va a pasarme a mí?»

En el caso de Shakira lo vimos muy claro, la cantidad de comentarios y tuits diciendo que si esto le ocurría a la colombiana, ninguna mujer estaba a salvo, promovía un ambiente de competitividad muy insano.

Sobre todo si tenemos en cuenta que mirar a esas mujeres a las que adoramos por su trabajo solo nos va a devolver el sentimiento de inferioridad, ya que no tenemos su estatus, trayectoria laboral, dinero o aspecto físico.

Y es algo de lo que deberíamos desprendernos, porque cada una es única y segundo, ninguna de esas cosas son la clave para que una relación funcione muchos años, de eso se encargan el amor, el respeto y las ganas de seguir trabajando en equipo.

Soltera no equivale a desgraciada

Los mitos del amor romántico nos empujan a creer que solo formando parte de una relación de pareja alcanzaremos la felicidad plena.

Y nos empeñamos a buscar esa infelicidad en la mirada de ellas ya estén de viaje, con familia o arrancando nuevos proyectos. «Se la veía más feliz con él», «Tiene los ojos tristes»

Estar en pareja o soltera puede ser igual de satisfactorio y es algo que tenemos que empezar a ver también en ellas.

Que no funcione una relación no significa que la vida de esa persona termine («Se acaba Edmundo, pero no se acaba el mundo», que dijo María Teresa Campos en un alarde de sabiduría).

Quizás el problema está en que desplegamos tanta empatía que sentimos que dejar de creer en el amor.

Una parte de nosotras se desencanta porque idealizamos lo que vemos en las redes de las celebridades, el derroche constante de sus demostraciones de amor, una intensidad de romanticismo sin fin.

Pero nos toca recordar que el amor no es solo que te suba a un escenario a cantarte una canción, está en pequeñas cosas como un café y un beso por la mañana, en que te prepare la comida porque vas hasta arriba o en que te mande un vídeo de gatitos porque os ve reflejados.

Y sobre todo recordar que si el amor entre dos personas se acaba, el que tienes por ti nunca va a terminar.

Mara Mariño

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¿Hablar mal de tu ex te ayuda a pasar página?

Me he ido de compras, he jugado a videojuegos, he estado en la cama con la persiana bajada llorando mientras escuchaba en bucle Lana del Rey y me he ido a echar un billar con un chico que me gustaba.

Cuatro situaciones que tienen en común el mismo motivo: estaba en pleno proceso sentimental de pasar página.

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Si cada relación es un mundo, con cada ruptura (o manera de superarla) pasa lo mismo. Sí, hasta cuando no ha llevado la etiqueta de ‘noviazgo’.

Porque todo se resume en qué hacer con esos sentimientos que tenía hacia alguien que ya no está en mi vida.

Ahora que hemos normalizado ir a terapia o buscar soluciones asertivas por nuestra cuenta, sabemos la teoría de sobra.

Estar con amigas, arroparse en la familia, pasear, moverse, mantener actividad, distraerse…

Pero, ¿y si un hábito cuestionable nos fuera de maravilla para cerrar el capítulo emocional?

Hablo de echar pestes, poner verde, de hablar mal.

Quiero reivindicar que puedas estar con alguien que te escucha, con quien puedes decir en alto todo lo que no te gustaba.

Las dificultades de la relación, los momentos complicados, lo que te hizo sentir mal, lo mucho que te dolió todo…

Los beneficios de ‘rajar’ de tu ex

Lo considero algo sano que muchas veces nos negamos por considerarlo incorrecto. «¿Qué clase de persona soy hablando mal de otra?», pensamos.

Pues una normal a la que le viene de maravilla ese ejercicio para procesar sus emociones actuales. No necesitas ser un modelo de comportamiento si el cuerpo te pide soltarlo todo en alto.

Ya llegará el momento de ser una expareja ejemplar.

Pero también te ayuda a ser consciente de las cosas viendo lo que, quizás en plena melancolía de haber terminado el vínculo con esa persona, no eras capaz de identificar.

Y, por supuesto, de relajar la tensión de la carga emocional negativa que llevabas a tus espaldas.

¿Hay alguna sensación comparable a lo bien que te sientes después de desahogarte de todo lo que te molestaba? Ni ir a un spa, no tengo pruebas pero tampoco dudas.

Antes de que te plantees si es sano hacer algo de este estilo, déjame decirte que la forma sana es la forma que te sirva para seguir adelante dejando eso archivado.

Y no se me ocurre un mejor ejemplo de quien últimamente ha hecho esto que Shakira, cuando decir las cosas en alto te ayudan a dejarlas atrás, es una razón más que convincente para probarlo, ¿no?

Aunque hay una fina línea entre hacerlo como parte de un momento de transición en el que estás digiriendo las cosas y quedarte en esa fase de manera indefinida.

Puedes identificar que se ha convertido en un problema si no hablas de otra cosa más que de la ruptura o lo mal que te hizo sentir o es lo único en que piensas.

Una buena razón para salir de ese bucle, creas o no en manifestar o en leyes de atracción, lo que tienes por seguro es que tu energía está puesta en alguien que no eres tú.

Y deberías dedicártela a ti.

Mara Mariño

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Así cambia la relación con tu autoestima después de una ruptura

Aquí donde me ves, diría que de autoestima voy muy bien.

Me lo dicen mis amigas, me lo dijeron hace poco las cartas del tarot (chica, hay que darle a todo) y me lo digo yo a mí misma.

He aprendido a ver lo positivo que hay en mí y a valorarme por ello.

mujer autoestima

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Pero la relación que tengo con mi autoestima no ha sido siempre la misma.

Ha llegado a verse afectada en dos ocasiones de mi vida que tenían el mismo denominador común: rupturas de relaciones.

Acabar una historia de amor no solo se había llevado por delante mi expectativa de futuro, también la confianza que tenía en mí.

Si estás en este punto, es lo más normal del mundo. Sobre todo si eres mujer.

Tendemos a echarnos la culpa si algo no ha funcionado y mirar en nosotras qué es lo que ha podido fallar. Enseguida nos entra el ‘síndrome de la impostora emocional’.

Quizás es que no soy suficiente como para que me quisieran, no soy tan buena novia como creía, y, en última instancia el “no merezco la pena”.

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Y yo, que soy muy de ponerme peso en los hombros, me di cuenta de que estaba saboteándome con esos pensamientos.

Que incluso me los estaba creyendo y me sentía poquita cosa. Cogí y le di la vuelta a todo.

Empecé a hacer cosas nuevas, descubrí en qué era buena o qué me hacía sentir feliz.

La persona que conocía después de la ruptura, yo, cada vez me gustaba más y me sentía más a gusto en su piel.

Empecé por el principio, la tarea de enumerar mis virtudes, me apliqué a fondo en el tiempo de calidad con la gente que me hace sentir bien y me cuidé por dentro y por fuera.

Así que llega un día que, vuelves a conocer a alguien y te dice “Uy, qué subidito te lo tienes, ¿no?”

Y esa es la señal de que has llegado arriba. Que no has vuelto a ser tú, porque ahora eres mejor, una versión de ti misma más sabia, experta y resiliente.

Aunque con él (o ella) seguramente no vaya a ser, contigo sí.

Mara Mariño

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¿Es el momento de terminar la relación? Aprende a identificar las señales de tu cuerpo

Cuando pensaba que 2020 iba a ser el año de más rupturas de parejas, llega 2022 y se carga todas las estadísticas.

Tengo sensaciones encontradas, en mi círculo de amigos las bodas van unas detrás de otras, pero entre los famosos y conocidos, no pinta bien la cosa.

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Sin llegar a meterme en los motivos particulares de cada caso, creo que es muy normal, estando en una relación, que alguna vez pase por tu cabeza el «¿Es esta persona para mí?«.

De la misma manera que te planteas si hiciste bien en optar por tu carrera universitaria o si no deberías haber cambiado de trabajo cuando apareció aquel mail con una oferta de entrevista.

Por experiencia, la respuesta a esa pregunta no es algo de ese momento (a no ser que lo tengas muy claro).

Pero, ante la duda, y poniéndome un poco mística, hay que escuchar al cuerpo.

Cuando ni yo misma sabía que esa persona me estaba afectando negativamente, mi organismo me estaba lanzando señales de alarma de lo que estaba sucediendo.

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En mi caso llevaba unos días rara, acostándome con el pulso acelerado, agobiada. No sabía la razón, pero me costaba dormir y me despertaba sobresaltada. Como si me persiguiera un tren.

La idea de vernos ya no era emocionante, me daba pereza saber que seguramente volvería a haber una discusión o que tendría que disculparme por enésima vez.

Pensar en quedar con él me hacía sentir estresada, mal.

El revoloteo constante en la boca de mi estómago no era amor ni mariposas, a eso se le llama ansiedad.

Y si se le suma que lloraba frecuentemente, no todo el rato, pero bastante más a menudo de lo normal.

En resumen, ya no estaba tan contenta como antes. Los síntomas parecían claros.

El virus era mi relación con una persona que me estaba infectando de malestar.

La prueba definitiva de que aquello no iba bien fue cuando puse fin a la historia. La tristeza estaba ahí, pero ante todo me sentía tranquila por primera vez en mucho tiempo, aliviada.

Era como si me hubieran quitado un peso enorme que me atenazaba el pecho y podía volver a respirar.

Mi consejo, si es tu caso, es que además de seguir el consejo de tu amiga, la que siempre te da los mejores consejos, también le prestes atención a tus sensaciones.

Piensa que expresan todo de lo que no eres consciente. Ellas nunca se equivocan.

Mara Mariño

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Todas somos Shakira (y todas somos Clara Chía)

Y si no lo has sido todavía, ya te llegará, amiga.

Pero hasta que no te des cuenta de que has estado en ambos lados, seguirás convencida de que una es la buena y otra la rompehogares.

No te culpo, la sociedad lo ha hecho genial en ese aspecto. Las redes sociales, las películas, las canciones de Olivia Rodrigo

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Se nos ha enseñado que, si hay una infidelidad o, si después se empieza otra relación, la comparación está servida.

En primer lugar física, por supuesto. Porque es lo que asegura que sigas preocupada de la última crema antiarrugas del mercado, de estar delgada, de matarte en el gimnasio.

De seguir gastando, ya de paso, para competir en ese certamen de belleza que parece que es lo único que nos valida ante la mirada masculina.

Pero también de comparar los logros o de echarnos la culpa a nosotras.

En llamar a una ‘la mala’ y a otra ‘la buena’, que son roles que se pueden intercambiar en función de cómo cada quien analice la relación.

Si ella ha sido lo que consideramos una ‘mala compañera’, normalizamos que él vaya en busca de la felicidad.

Si ella era lo bastante buena, no nos sorprende que él vaya buscando algo nuevo porque se cansó.

La cosa es que nunca centramos los reproches en él, que es quien toma la decisión de terminar la relación anterior y empezar algo nuevo.

Porque, peleadas entre nosotras, somos menos fuertes. Hacemos bandos, nos dividimos según nuestras opiniones y es más fácil para el siguiente que lo haga, recibir el mismo trato.

En cambio poniendo el foco en que él no ha obrado de la mejor manera, pierden la libertad de hacerlo sin recibir ninguna crítica al respecto.

Incluso de ser perdonado en el futuro (las idas y venidas de Khloé Kardashian con Tristan Thompson son la mejor prueba, mientras que Jordyn Woods sigue repudiada por el klan).

Posicionarnos como feministas en algo de este tipo pasa por empatizar con ambas mujeres, en no juzgarlas, señalarlas, ni culparlas. En dejar de compararlas como si fueran cromos intercambiables. En elegir la sororidad.

Y feminismo es también ser críticas con la exposición mediática que tiene un tufo casposo, ella siempre tildada de destrozada, él con ánimo positivo.

Es el momento de cuestionarnos por qué hay ese sesgo a la hora de tratar las rupturas en los medios.

Porque ellas, independientemente de lo que hagan, son tildadas de demacradas, tristes y abatidas, mientras que ellos viven su vida ‘con ilusión’ y recuperan ‘la fe en el amor’.

Tampoco nadie se plantea -ni ocupa ninguna columna de opinión- qué hace Piqué con alguien 12 años más joven. El Enrique Ponce de 2022.

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No me vendáis la moto de que nosotras nos desarrollamos antes. A mis 30 siguen sin parecerme ‘muy maduros para su edad’ los chavales de 18.

No falta tampoco la pullita de los suegros para añadirle más leña al fuego. La enésima muestra de machismo en esta historia.

Ya que se considera como algo positivo la buena relación de la nueva pareja de Piqué, como si fuera un determinante.

La buena nuera no falta en la metáfora del cuento. Mientras Shakira, que no terminaba de congeniar con ellos, se ve como menos valiosa.

Toda la presión recae en que, además de ser buena novia, buena mujer o buena nuera, también debemos ser buena amante.

¿Y él? Él es quien tiene el privilegio de que puede ser o hacer lo que quiera.

Mara Mariño

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¿Un clavo saca a otro clavo?

Me han roto el corazón. En trocitos pequeños, de los que se clavan como agujas en el pecho.

Y, llegado el momento, me planteaba si esa sensación podía desaparecer con la llegada de alguien más. Si un clavo sacaría a otro clavo.

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Me he dicho «Vamos a probar» y he salido al ruedo.

Me he quitado la ropa aún pensando en otra persona y he sido capaz de perderme en unos brazos que no eran los mismos que echaba de menos.

Y lo he disfrutado.

Ha sido un cambio de aires, una novedad, un placer esperado, pero luego, pasado el buen rato, ahí estaba de nuevo el recuerdo de mi clavo.

No se había ido a ningún sitio, solo estaba distraída y no pensaba en que lo llevaba conmigo.

El clavo te acompaña por mucho que pruebes otros sabores, a otras personas, aunque cambies de etapa y empieces de cero en un sitio.

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Un clavo es compatible con otro clavo, pero no existe ninguna ley matemática según la cual se sustituyan.

Lo que sí he podido comprobar es que llega un día que el clavo no está.

Se ha caído por el camino.

Ha sido fruto de seguir con tu vida. De llenarte de experiencias, recuerdos nuevos, risas que saben a primeras veces.

Y ahí, justo ahí, ves el hueco del clavo. Tampoco recuerdas en qué momento exactamente lo has perdido.

Lo único que queda de su paso es algún que otro recuerdo y, quizás con un poco de mala suerte, el daño de haberlo arrastrado tanto tiempo.

Pero lo bueno de las heridas es que sanan sin que tengas que hacer nada. Porque el cuerpo es muy sabio y el corazón igual. Se reconstruye solo.

Y de repente el pulso no engaña y se acelera. Alerta, puede que estés ante un potencial clavo.

O quizás no. Puede que este no venga para clavarse y hacer daño, sino para compartir tu felicidad.

Mara Mariño

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Por estas razones deberías llamar a tu ex por su nombre

¿Sabes esa amiga que siempre habla de las historias de su pasado al estilo de «Mi ex hizo esto» o «cuando estaba con mi ex»…? Esa amiga soy yo.

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Mientras que, estando en pareja no me gusta decir «mi novio» o «mi pareja» sino hablar de la persona por su nombre, cuando se termina la historia, él desaparece.

Dejo de tener el detalle de mencionar su nombre y le adjunto el monosílabo. Pasa a formar parte de ese batiburrillo en el que se engloban todos los que pasaron por mi vida.

Y es algo sobre lo que me hizo reflexionar una amiga hace poco, cuando le estaba contando la enésima batallita y me contestó con un «Tu ex, ¿quién?».

Sí, el nombre de él había estado siempre fuera de las historias y ella reivindicaba que no les ocultáramos, que les llamáramos con normalidad absoluta.

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Admito que recurro a la falsa facilidad de distanciarme emocionalmente (y digo falsa porque, aunque no le nombre, su imagen sí que se dibuja en mi cabeza).

Para mí decir «ex» es borrarle de alguna manera, pasar por alto los momentos, la persona. Es ponerle una etiqueta y reducirlo a eso, a una etapa de mi vida que quedó en el pasado pero que bien podría ser cualquiera.

Porque a veces, después de tantos años ligando su nombre a aspectos positivos de la vida -porque si hemos estado juntos, es porque ha habido felicidad de por medio-, tener que mencionarle en estas circunstancias, puede despertar de nuevo emociones de tristeza o enfado que no quiero sentir en ese momento.

Mi amiga me hizo cambiar de idea. Podemos (debemos) decir el nombre.

Porque marcaron cuando llegaron y también durante el tiempo que estuvieron. Porque gracias a esa experiencia nos hemos construido también como personas, aprendiendo qué queremos, o qué no, en nuestra vida.

Es el momento de perderle el miedo a los sentimientos, intentando taparlos con apelativos que nos ayudan a jugar al despiste.

Si nos duele, que duela. Poco a poco irá pasando, forma parte del proceso.

Además, llamándole no le vas a invocar, no es Voldemort, no va a personificarse en medio de la cafetería donde estás con tus amigas.

Las ex parejas no deberían ser escondidas, prefiero ir viviendo cada vez en la que salga en la conversación hasta que decir su nombre no me suponga nada más que referirme a él.

Sin más razón que contar una anécdota relativa a cuando formábamos aquel ‘nosotros’. Sin dolor.

Mara Mariño

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Si la relación se termina, ¿cómo repartimos los juguetes?

Hace un año tuve una ruptura importante nivel: repartir todas las cosas que había por la casa. Como la mayoría eran pares, la división era fácil: un cojín, un mantel, un táper o un juego de sábanas para cada uno.

Los juguetes sexuales ya eran otra historia.

 

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Ahí era más difícil hacer un reparto justo y equitativo. Así que mi estrategia fue llevarme los que eran míos de antes o había comprado yo (que eran la mayoría).

Era lo que me parecía más sensato, al final, no son artículos que se puedan reemplazar así como así. Mi cajón de juguetes es una inversión en mi placer que no estaba dispuesta a perder.

Como digo, mi caso era sencillo si tengo en cuenta que la mayoría eran míos.

La dificultad viene en aquellos que se han comprado para la pareja. Pero Sara Martínez, experta en comunicación en EroticFeel, ayuda a quienes se encuentren en este dilema.

Si el juguete está diseñado específicamente para los genitales de uno de los miembros de la pareja, no tiene ninguna duda: «En una pareja heterosexual, lo más lógico es que él se quede con el estimulador de próstata a control remoto y ella con el estimulador de clítoris para braguitas».

«¿Tienes que tirar a la basura tu succionador de clítoris aunque lo hayas utilizado con otra persona? Hombre, diría que no, que si un orgasmo nunca viene mal, en plena ruptura puede devolverte a la vida», afirma. 

«Pero en cambio, ¿qué hacer con el Double Joy que te regaló para utilizar no solo juntos, también al mismo tiempo? Los más prácticos lo desinfectarán y lo guardarán en un cajón y otros pensarán que utilizarlo con otra persona sea una traición al nivel de hacerlo con su lista preferida de Spotify de fondo», dice la experta.

Por otro lado, en palabras de Sara: «Si ha sido un regalo de uno de los miembros de la pareja al otro, nada más que añadir, los regalos son intransferibles«. 

Es aquí donde entra en juego el código de cada persona. ¿Deberíamos usarlo con alguien más?

«Lo que para unos es absolutamente normal para otros puede ser morboso o impensable. Son preguntas más relacionadas con la ética y la moralidad individual«, afirma Sara.

Decidamos lo que decidamos, es imprescindible desinfectarlos correctamente para que -a diferencia de la expareja- sigan en nuestra vida.

«Siempre se deben higienizar los juguetes correctamente, tanto si los usamos a solas como si los compartimos con diferentes parejas. Con agua tibia, jabón neutro y un desinfectante específico para juguetes sexuales eliminaremos cualquier riesgo de contagio de ETS», recuerda la experta.

¿Y si la solución fuera evitarnos esta división comprando los juguetes por separado en vez de en pareja? Sara lo tiene claro: «Un juguete erótico no es la hipoteca de un piso, así que no hay que tomárselo tan en serio. Tener juguetes propios, solo para ti, es fantástico, pero la vida sexual en pareja también se vuelve más original y excitante cuando incorporamos nuevos elementos».

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Aunque también es verdad, que no todos los juguetes se pueden limpiar por igual.

«La silicona médica es el material más seguro e higiénico y se desinfecta muy fácilmente. Sin embargo, los juguetes elaborados en elastómero termoplástico, material común en la mayoría de los masturbadores masculinos, no se pueden higienizar completamente debido a su alta porosidad, por lo que es recomendable tirarlos a la basura si cambias de pareja«, recuerda Sara.

«Algo parecido pasa con el látex, la gelatina, o el vinilo. Resumiendo, si los juguetes son de silicona, metal o vidrio se podrán desinfectar completamente y no hará falta tirarlos por razones de higiene. En el caso de los materiales porosos, mejor al contenedor», termina la experta.

Mara Mariño

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Sigue estos consejos para pasar página de tu historia de amor veraniega

Puede que tu última historia de amor haya caído en los meses de verano. Puede que sintieras aquellos momentos como si formaras parte de una película protagonizada por Blanca Suárez y Javier Rey.

Puede que pensaras que podría ser el comienzo de algo nuevo o que, en el fondo, sospecharas que llegaría a su fin, pero ahora es el momento de afrontarlo.

Tu romance veraniego es ya cosa del pasado.

UNSPLASH

Y aunque haya sido algo de unos días, unas semanas o incluso varios meses, lo más seguro es que lo estés pasando mal igualmente.

Si hace unos días, los expertos de TherapyChat, plataforma líder en psicología online, aconsejaban cómo afrontar el ghosting, hoy analizo qué consejos dan para que puedas pasar página.

  1. Tu rutina, tu foco de atención: o como diría Comando Tiburón: «Pasado pisado». No te quedes mirando con melancolía aquellos encuentros en la terracita, los paseos por la playa o las excursiones que terminaban con vosotros escondidos en cualquier rincón lejos de miradas indiscretas. Septiembre está aquí y viene cargadito, así que mejor centrarse en los proyectos del nuevo curso y volcarse en ellas, sintiéndote agradecida por lo que viviste pero con la vista al frente.
  2. Acepta que es el final y cómo te hace sentir. Si para ti ha sido un palo que esa relación no siquiera adelante, permítete pasarlo mal. Tus emociones no se equivocan, vívelas. No te machaques y mira el lado positivo, ahora puedes centrarte en ti.
  3. Habla con tu amiga, la de siempre, la que se escucha tus audios de WhatsApp sin subir la velocidad a 1.5x. No solo te ayuda el hecho de desahogarte sino que no hay mejor consejera que ella. Además de ordenarte emocionalmente, podrá darte su punto de vista (y seguramente proponerte algún plan interesante para que no te quedes en casa comiéndote las paredes).
  4. Ni siempre ni todo el mundo: no caigas en la generalización de meter a la gente en el mismo saco. Ha podido ser una experiencia puntual y tú no tienes el control de decidir cómo se sienten los demás. No pierdas la ilusión.
  5. Cuídate mucho y no solo a nivel físico con esa limpieza facial que tus poros parecían pedir a gritos. Retoma tus aficiones, haz planes con amigos, esos que te alegran el día y la vida, lee, abraza a tus seres queridos… Todo aquello que te haga sentir bien es más que bienvenido.
  6. Curso nuevo, vida nueva: ¿siempre habías querido jugar al voley playa, acudir a un intercambio de idiomas o aprender a bailar salsa? Pues ahora es el momento de experimentar y rodearte de gente nueva.

Y si por lo que sea, no consigues salir del bache por tu propia cuenta, recuerda que hay profesionales que te ayudarán si lo necesitas.

Duquesa Doslabios.

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