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Los orgasmos son distintos, crean adicción… Los mitos sobre los ‘succionadores’ desmentidos por una sexóloga

Desde que el Satisfyer llegó a nuestras vidas, ha pasado de legión de fans a hordas de detractoras, que si podías volverte adicta, que si te quitaba sensibilidad, que podía afectar negativamente a cuando estuvieras en pareja…

Sin embargo no he oído a nadie criticar la paja-turbo (esa que son capaces de hacer en tan solo unos minutos de manera mecánica) ni advertir sobre sus posibles efectos negativos.

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SATISFYER

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Que la sexualidad femenina sigue siendo analizada desde el punto de vista del estigma es más que evidente con este ejemplo.

Pero es el momento de desmentir los bulos que circulan al respecto.

Para ello, nadie mejor que Megwyn White, sexóloga clínica certificada y Directora de Educación de Satisfyer, que es más que consciente de lo mucho que todavía nos queda por recorrer a las mujeres en materia de autodisfrute.

¿Por qué crees que hay tantas personas en contra de usar juguetes que nos permiten llegar en unos minutos?
El sexo sigue siendo un tema que puede hacer que las personas se sientan incómodas o avergonzadas, y aún persiste el mito de que la única forma de tener una experiencia sexual sana y satisfactoria es con una pareja. Pero lo cierto es que todo el mundo merece experimentar placer y satisfacción, independientemente de su situación sentimental. Es posible que algunas personas se sientan reacias a utilizar juguetes sexuales para alcanzar el orgasmo rápidamente, por diversas razones. Por ejemplo, creencias culturales o religiosas que desalientan o estigmatizan la exploración sexual, falta de información precisa sobre los juguetes sexuales y sus ventajas, o preferencias personales que favorecen formas más tradicionales de expresión sexual.

Pero, a pesar de estas preocupaciones, es importante reconocer que los juguetes sexuales pueden ofrecer una amplia gama de beneficios. Al amplificar el flujo sanguíneo y proporcionar una estimulación precisa a las zonas erógenas, los juguetes sexuales pueden ayudar a mejorar las experiencias sexuales y acelerar la velocidad del orgasmo. Los juguetes sexuales pueden ser una forma estupenda de mantener el juego y la excitación en las relaciones duraderas. Probando nuevos juguetes y experimentando con diferentes formas de placer, las parejas pueden mantener su conexión sexual fresca y excitante, profundizando su vínculo y fortaleciendo su intimidad.

¿Los orgasmos que se consiguen gracias a un juguete sexual son distintos de alguna forma a los que podemos lograr sin juguetes?
El orgasmo es un proceso fisiológico y psicológico complejo que puede alcanzarse por diversos medios, incluido el uso de juguetes eróticos. Aunque la experiencia de alcanzar el orgasmo a través de un juguete sexual puede resultar diferente a la de los métodos manuales, esto no significa que sea menos placentera. De hecho, muchas personas descubren que el uso de juguetes sexuales mejora sus experiencias sexuales y les permite explorar diferentes sensaciones y zonas erógenas. Los juguetes sexuales también pueden proporcionar un nivel de estimulación que puede ser difícil de conseguir solo con la estimulación manual, y pueden ser especialmente útiles para las personas que tienen dificultades para alcanzar el orgasmo con otros métodos. Las experiencias de cada persona con el sexo y el orgasmo son únicas y que no hay una forma correcta o incorrecta de alcanzar el placer sexual.

¿Cuáles son los beneficios de utilizar un juguete para alcanzar el orgasmo -solas o acompañadas-?
Utilizar juguetes eróticos para explorar juntos nuevas experiencias y sensaciones sexuales puede ser como embarcarse en un viaje de exploración sexual en pareja. Al igual que un viajero puede utilizar un mapa para descubrir nuevos destinos y planificar su ruta, las parejas pueden utilizar los juguetes eróticos como guía para navegar por nuevas zonas erógenas y experimentar con distintas formas de placer.

Los juguetes también pueden ayudar a aumentar la conciencia de las vías del placer dentro del cuerpo, lo que lleva a una comprensión y apreciación más profundas de los propios deseos y preferencias sexuales. Además, favorecen la circulación sanguínea y activan el sistema nervioso, lo que puede tener efectos positivos en la salud y el bienestar generales. De hecho, acceder al placer es crucial para mantener el equilibrio físico y emocional. Los estudios han demostrado que el orgasmo regular y la actividad sexual pueden ayudar a reducir el estrés, mejorar el estado de ánimo e incluso reforzar el sistema inmunitario.

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¿Por qué la masturbación masculina -también rápida y mecánica en ocasiones- no recibe ningún tipo de crítica, pero cuando se trata de un juguete que logra que las mujeres consigan alcanzar el clímax en unos minutos, enseguida salen quienes recomiendan no usar estos artículos?
Esta es una excelente pregunta que pone de manifiesto el desafortunado doble rasero que existe cuando se trata de la sexualidad masculina y femenina. La verdad es que durante siglos se ha permitido a los hombres expresar su sexualidad abiertamente y sin estigmas, mientras que a las mujeres se las ha avergonzado y estigmatizado por hacer lo mismo. La masturbación se ha considerado una parte natural y saludable de la sexualidad masculina, mientras que la masturbación femenina ha sido objeto de vergüenza y juicio.

En lo que respecta a los juguetes sexuales, existe un claro sesgo de género. A los hombres se les anima a usar juguetes para mejorar sus experiencias sexuales y su rendimiento, mientras que a las mujeres se les suele disuadir de hacerlo. Esto se debe a la creencia profundamente arraigada en la sociedad de que la sexualidad femenina es algo que debe controlarse y contenerse, en lugar de celebrarse y explorarse. Es importante prestar atención a la obsesión por el orgasmo masculino y la brecha de género que
existe en el caso de las mujeres heterosexuales. Por ejemplo, los estudios han demostrado que las mujeres homosexuales declaran tasas más altas de orgasmo durante la actividad sexual que las mujeres heterosexuales. Esto no se debe a ninguna diferencia inherente en el deseo o la capacidad sexual, sino más bien al hecho de que el sexo homosexual a menudo implica un enfoque más igualitario y atento en el placer de ambos miembros de la pareja.

El Satisfyer (el modelo Pro 2 Generation 2, más en concreto) fue un punto de inflexión en el mercado y en la vida íntima de las mujeres, ¿cómo va a revolucionarnos el Satisfyer Pro 2 Generation 3?
Nuestra última innovación en Satisfyer, el Satisfyer Pro 2 Generation 3, cuenta con una revolucionaria tecnología ‘liquid air’ que imita las sensaciones de un chorro de agua, especialmente cuando se combina con tu lubricante favorito. Esto es posible gracias a la fina membrana de silicona adicional incluida. La fina membrana adapta su forma a las ondas de presión del aire, proporcionando un contacto sensual directo con el clítoris y otras zonas erógenas. Uno de los aspectos únicos de esta nueva tecnología es que te permite explorar los tejidos sensibles del clítoris tanto directa como indirectamente. Por ejemplo, puedes experimentar explorando a lo largo del eje del clítoris con caricias descendentes y en la abertura de la vagina, o el introito, puedes activar la plataforma orgásmica y estimular el clítoris interno para vivir una experiencia realmente alucinante.

Para llevar el placer todavía más lejos, puedes utilizar la suave membrana de silicona para estimular los pezones. La suave sensación (similar a un beso) puede intensificarse con la función de pulsación y vibración, añadiendo una nueva dimensión de placer a tu juego. Este producto ahora también estará disponible con la incorporación de la aplicación Satisfyer Connect, que ayudará a mejorar las funciones con una serie de opciones personalizadas, como el juego remoto a distancia y los ajustes personalizados del programa.

¿De dónde salió la idea de unir cuentos eróticos con vibraciones simultáneas a través de la app?
Con los últimos avances en productos de bienestar sexual y el aumento del uso de juguetes sexuales por parte de las mujeres, había una mayor demanda de innovaciones que no solo estimularan física, sino también mental y emocionalmente. Por ello, Satisfyer se asoció con Berlinable, líder en el desarrollo de contenidos eróticos. Queríamos hacer algo diferente e implicar a nuestros usuarios, así que les invitamos a colaborar con nosotros en las historias y les pedimos que escribieran contenido erótico inspirado en nuestros productos. Remotyca ha sido una labor de amor que va más allá de lo físico y se adentra en los recovecos más profundos de la mente y el alma. Con este proyecto, Satisfyer lleva la innovación erótica al siguiente nivel, ofreciendo una experiencia verdaderamente holística que les diferencia de la competencia. El resultado es un viaje sensorial sin igual que, no solo excita, sino que también inspira la imaginación, un viaje que solo puede describirse como puro éxtasis.

Mara Mariño

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La erección femenina, un misterio del que apenas se habla

Siempre que hablamos de erección, el pene se nos viene automáticamente a la cabeza. Son dos términos tan relacionados que es como decir «churros» y no pensar en chocolate.

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Y es que, para que se dé la penetración, la erección es fundamental, motivo por el cual es una conexión de términos tan normalizada. Pero ¿y si te digo que nosotras también tenemos de eso?

Aunque los genitales no pueden parecer más distintos, comparten el tejido que forma el pene y el clítoris.

Algo que explica la sexóloga Melanie Quintana Molero: «el clítoris es la reproducción del pene. Cuando nos desarrollamos en el útero materno se forma hacia fuera o hacia dentro».

Compuestos del mismo tejido esponjoso, cuando los vasos sanguíneos se llenan de sangre, el clítoris aumenta de tamaño por la excitación, lo que es clave a la hora de sentir placer.

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En nuestro caso, ese crecimiento es algo más discreto, ya que sucede a nivel interno.

Pero sí que se puede apreciar en la zona del glande del clítoris, que no solo aumenta de tamaño -puede ganar hasta 2 cms-, sino que también se ‘levanta’.

Los cuerpos cavernosos y bulbos vestibulares, que son las ramificaciones internas del órgano del placer que rodean la vagina, también se llenan de sangre.

 

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Esto produce que, por un lado, el tamaño de los labios exteriores se vean más grandes (y resulten más duros al tacto) pero también que aumente sensación de placer, ya que oprimen la vagina por su mayor tamaño.

Otra curiosidad de las erecciones clitorianas, es que, como las del pene, pueden ser nocturnas y darse mientras dormimos, ya que el flujo sanguíneo aumenta en la fase REM del sueño.

Por tanto es habitual que por la mañana tengamos una erección de clítoris, que, a la vez, es el momento perfecto para empezar el día activándolo ya sea sola o acompañada.

Una vez relajadas, vuelve a su tamaño normal -tanto la parte que queda a la vista como la que no-, ya que, como la sexóloga recuerda, en caso de excitación no solo aumentan algunas partes, sino que «se hincha todo el clítoris».

Mara Mariño

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De los cinco sentidos, este es el que más nos excita a las mujeres

Dicen que la unión de los cinco sentidos en el ámbito sexual hace la fuerza. O, más que la fuerza, tratándose de la intimidad, el placer.

Sí, vivir(nos) con todas las percepciones que nos llegan desde los órganos que nos permiten conocer el entorno -permitidme que me ponga técnica- potencia la experiencia, aunque muchas veces no pensemos en involucrarlos de manera activa.

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Hay quienes prefieren el poder se una mirada y quienes se decantan, en cambio, por degustar ese buffet libre de sabores y texturas que es el cuerpo del otro.

En teoría, se dice que mujeres y hombres preferimos uno u otro sobre los otros cuatro. Y, una encuesta en mi Instagram entre mis seguidoras confirma el que dicen que es el sentido que más nos excita a nosotras.

El oído es el que sirve de calentamiento, sí, pero también gatillo para disparar un orgasmo. Y es el sentido que más veces se repite en las respuestas de diferentes maneras.

Aquí van algunas ideas:

«Susurros al oido», «que hable sexy», «dirty talk», «que me diga lo que les gustaría hacerme al oído», «escucharlo a él gemir», «que me llame por mi nombre»…

Se llevan la segunda posición las miradas, representantes de la vista, como punto de encuentro entre los participantes, pero también para darle suelta al voyeurismo que llevamos dentro viendo de primera mano el placer que siente la otra persona.

«Miradas intensas», «que haya contacto visual», «que me mire fijamente a los ojos», «mirar a los ojos y ver cómo está disfrutando locamente»…

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En tercer lugar son los mordiscos, una mezcla entre gusto y tacto, que representan esa línea entre placer y dolor que muchas recorremos con gusto e incluso pedimos con más fuerza (y para prueba las respuestas).

«Mordiscos», «que me muerdan y morder», «que me muerdan en el cuello en plan heavy», «morder partes erógenas»…

Fuera del top 3 de la clasificación quedan las caricias, ligadas con el sentido del tacto puro y duro, pero más sutil, para llevarnos a un estado de mindfulness siendo capaces de conectar hasta con el roce más delicado en la piel.

«Soft touches», «recorrer con los sentidos toda la superficie de la piel», «que me acaricie»…

Pero también resulta muy votado la estimulación de los pezones con la boca de la manera que sea: «Que me coman los pezones», «que me lama los pezones»…

Mis seguidoras resaltaron también la conexión, del sexo oral, los besos en el cuello (y otras partes erógenas), la masturbación y la comunicación como factores que les pierden en la cama.

Así que ahora que lo sabes… ¿A qué esperas para calentar la voz?

Mara Mariño

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Sí, las mujeres aún arrastramos la culpa de tener una vida sexual activa

Hace poco reflexionaba sobre el término «ninfómana», que se suele usar para definir a una mujer con un alto deseo sexual.

En cambio, la palabra «ninfómano» apenas se utiliza.

Quizás porque se da por supuesto que, el estado natural de cualquier hombre es ese, con la libido por las nubes todo el día.

culpabilidad mujer

SAVAGE X FENTY

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Pero, ¿qué es esto sino la manera de seguir promoviendo una serie de estereotipos que poco o nada se corresponden con la realidad, a través de las palabras que utilizamos?

Por un lado, que no haya un «ninfómano», alimenta la falsa idea de que ellos siempre están dispuestos.

Con las ganas a punto y la erección preparada al roce de una caricia o un beso en los labios.

Y muestra al que no responde de manera inmediata a los estímulos, o simplemente quiere tomarse sus tiempos, como alguien raro.

Incluso aparece la duda de si es que no le gusto lo suficiente o si será asexual.

En cambio, cuando se trata de la «ninfómana» es habitual referirse a quien vive su deseo a secas, la que tiene la osadía de disfrutar del sexo.

La que es dueña de su placer y lo persigue.

Pero también la que habla de él sin tapujos, una razón por la que sexólogas, periodistas o escritoras de novelas eróticas recibimos el sustantivo (y el acoso).

No es quien tiene, según la definición exacta, un «deseo excesivo» (que habría que ver qué es excesivo y que no), sino quien lo tiene.

Nos han hecho creer que una ninfómana es una mujer cuya libido existe.

Y, además, que está mal visto que la tenga.

Cuando el peso de ser pura, casta y buena todavía nos pesa a las espaldas cuando ciertos coaches del amor proclaman que nuestro bodycount no debe ser mayor que los dedos de una mano.

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Lo que significa que también es un privilegio masculino tener y darle rienda suelta a ese deseo sin que les suponga algo negativo, un prejuicio.

A nosotras, en cambio, a falta de privilegio, nos queda la culpabilidad.

Sentirnos culpables de tener deseo, culpables de querer satisfacerlo, culpables por tener sexo sin esperar una relación o emociones al terminar.

Culpables por disfrutarnos cuando la culpa es todo lo contrario al placer.

Porque es pensar en vez de sentir, es agobiarse en vez de relajarse y es cortarse las alas, quitarse la libertad de vivir, aun sabiendo que no es por decisión una misma, sino por lo que puedan pensar los demás.

Así que la próxima vez que sintamos culpa, debemos quitárnosla de encima recordando que no va a llevarnos al orgasmo. Y que debemos perder el miedo de hacer lo que nos sienta tan bien.

Mara Mariño

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El ‘squirt’ por encima de todo: la sobrevaloración del orgasmo con fluidos

«¿Haces squirt, me preguntaba una vez por mensaje de Instagram un chico.

Le dije que eso era algo personal (que además de serlo, no sé cómo se sintió con la confianza de lanzar esa pregunta de la nada) y me contesto: «Vale, entonces es que no».

Fin de la conversación.

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Me encantaría decir que fue la única vez que tuve un diálogo del estilo, pero no, la influencia del squirt llegó mucho más lejos y me vi en situaciones parecidas.

Mi sensación era que «¿Haces squirt?» era el nuevo «¿Vas al gimnasio?». Como que se había popularizado como forma de romper el hielo.

Pero también que se usaba como vara de medida. Casi haciendo sentir que, si no lo experimentas, formas parte de una categoría de amantes menos interesante.

O que eres rara.

Primero fue la desconfianza hacia el clítoris. Si no tenías un orgasmo solo con la penetración, algo pasaba contigo. Y no era precisamente bueno.

Ahora es si no eyaculas. Si no eres capaz de disparar chorros de agua como las fuentes de La Granja de Segovia, ¿cómo va a saber la otra persona si lo has disfrutado realmente?

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Conseguir el squirt no es sacarse un examen de conducir, no significa que seas un compañero sexual increíble.

Habrá mujeres que lo tengan y quienes no lo lleguen a experimentar en la vida.

Quienes eyaculen desde la adolescencia y quienes suelten su primer chorrito casi en la cuarentena. Es algo que puede depender de un sinfín de factores y no solo de quién nos está tocando.

Pero considerarlo algo universal y verificación inequívoca del disfrute, es solo la enésima prueba de que las fantasías de las películas eróticas no se han quedado en la pantalla del móvil y han empapado el imaginario erótico masculino.

Así que aprovecho para recordar que es una cuestión íntima (¿voy yo preguntándote qué tamaño de juguete te metes por detrás?) pero sobre todo que -por muy frecuente que resulte en la ficción de la pornografía-, es algo que le sucede entre al 15 y 55% de las mujeres, es decir, no es una mayoría absoluta.

Ah, y que si no lo experimentas, no quita que no tengas unos orgasmos increíbles, pero que mejor no tener presión encima con el hecho de que se espere de nosotras ser un aspersor entre las sábanas.

Así que más que especializarse en técnicas de squirt, propongo que se piense en disfrutar y punto.

Porque lo que todas tenemos en común, ya que está especializado en ello, es el clítoris.

Mara Mariño

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Los juguetes sexuales han cambiado de color por estos motivos (y ya no se lleva el rosa)

Aunque puede parecer que el boom de los juguetes sexuales ha venido con el succionador de clítoris, fue en los años 90 la primera vez que reventaron el mercado (y vaya si lo reventaron).

En concreto gracias a Sexo en Nueva York -¿quién no ha visto la serie a estas alturas?-, cuando Samantha les descubrió a sus amigas su vibrador conejito.

juguetes sexuales

WOMANIZER

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Aquel producto en color rosa semitranslúcido abrió la puerta a un sinfín de vibradores que vendrían detrás y se convirtió en el juguete más buscado.

El placer femenino salía a la luz por la puerta grande con un artilugio que penetraba la vagina y estimulaba el clítoris al mismo tiempo.

Y todas las variantes compartían que, además de buscar dar placer -en la intimidad o acompañadas, eso ya era decisión de cada una- venían en fucsia, rosa chicle, rosa pastel o rosa Barbie.

Si hubieran protagonizado una película habría sido 50 sombras de rosa.

Casi parecía que los empresarios se habían reunido alrededor de una mesa y habían dicho: «Bueno, es un juguete para mujeres, estamos todos pensando en el mismo color, ¿no?».

En los 90 y 2000 daba igual el tipo de producto, su función o por dónde querías introducirlo, solo parecían existir dos categorías, la rosa, la femenina y la negra, la masculina.

Los succionadores, encabezados por el Satisfyer, se hicieron aún más populares que sus predecesores precisamente por poner sobre la mesa lo que nosotras ya sabíamos: que la penetración no es imprescindible para llegar al orgasmo si hay estimulación del clítoris.

Y no solo eso, sino que además se alejaron -por fin- del rosa. Ya no es el color que parece exclusivo de lo femenino.

Los hay de diferentes colores (morados, verdes, lilas, azules, rojos, burdeos…) y con todo tipo de formas, desde los más aerodinámicos, que parecen una escultura moderna, al que tiene forma de rosa o de patito de goma.

Esta nueva generación de juguetes cada vez se parecen menos a las copias plásticas de pene por las que empezaron las empresas de juguetes y se adaptan más a la anatomía (y gustos) de las clientas a las que van destinados.

Entre tanto avance, el morado ha ido escalando posiciones hasta convertirse en el nuevo rosa.

Por un lado porque, al estar ligado con el feminismo, es sinónimo de empoderamiento femenino. También porque además representa riqueza, realeza, magia y espiritualidad.

Otra de las razones que ha hecho que las empresas de juguetes lo utilicen más frecuentemente se debe a que es el tono que resulta de la combinación entre rosa -más asociado a mujeres- y azul -asociado a hombres, por lo que sería un color de género neutro.

Sí, que todas, todos y todes nos sintamos representadas con lo que vemos en las estanterías, es una buena razón para teñir de nuevos colores lo que usamos en la intimidad.

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Aunque no me olvido de los patrones de consumo que hay detrás. Según un artículo de Gizmodo donde hablaban con compañías de juguetes en Norteamérica, verde y naranja tenían poco éxito.

Y el amarillo despertaba antipatía en cualquier producto -no solo juguetes-.

Los colores que escogemos vienen con distintas emociones que asociamos con ellos. Por eso, cuando se trata de diseñar un juguete sexual se buscan tonos relacionados con la diversión y un poco de excitación.

Si para animarte las estilistas recomiendan ponerte colores brillantes, lo mismo pasaría cuando se trata de ‘ponerte’ un juguete.

Mara Mariño

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No, no existen diferentes tipos de orgasmos, existen infinitas formas de llegar a él

«Solo hay un tipo de orgasmo», dice la sexóloga y escritora Valérie Tasso. «Es como el dolor. Lo que hay son infinitas maneras de sentir un orgasmo».

De esta manera, en el último evento de Lelo en Madrid, la experta desmiente lo que, a día de hoy, muchas creíamos sobre el clímax (y sí, me incluyo).

Me refiero al mito de que somos binarias a la hora de corrernos: o team clítoris o team vagina.

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LELO

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Esta división entre nosotras recuerda un poco, como la sexóloga explica, a la manera que tenía Freud de ver la sexualidad femenina.

Si eras ‘inmadura’, el placer te llegaría a través del clítoris. Pero solo las mujeres ‘maduras’ lograrían un orgasmo sin necesidad de estimularlo.

Bastaría con introducirles algo en la vagina (y con «algo» me refiero a un pene, por supuesto). Una excusa genial para justificar que el coito fuera imprescindible, ¿no crees?

Todo esto viene por el nuevo lanzamiento de la marca sueca, que viene a ser como el Apple de los juguetes sexuales.

Sus productos no son solo herramientas de placer, sino un indicador de hacia dónde identifican que, socialmente, nuestra sexualidad va virando.

Y, el caso de su última creación, Lelo Dot, es una especie de varita que termina en una punta fina que vibra en elipsis. Un explorador de puntos erógenos más allá de los que solemos visitar con mayor frecuencia.

El mensaje detrás está claro, acercarnos más que nunca ya seamos un ella, un él o un elle.

Los nuevos juguetes se centran en lo que nos une, no en lo que nos diferencia, que son los genitales -pese a que estén hechos del mismo tejido eréctil, como también recuerda Valérie-.

Y si algo compartimos son los puntos erógenos. Esos que nos espabilan, nos erizan la piel sin que sepamos por qué y se reparten de manera aleatoria por cada cuerpo, salpicándonos de inesperadas vetas de placer.

Que también «lo que para uno es erógeno, para otro puede ser erróneo», afirma la sexóloga.

Como ejemplo, la parte interior de los codos o las rodillas son sitios tan inesperados como disfrutables, pero pierden protagonismo cuando todo lo que vemos en las estanterías de cualquier sex shop, está pensado para los genitales.

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El resultado es que no nos esforzamos en descubrirlos. Nos quedamos en los que están más ‘a mano’, literalmente hablando.

Somos un poco como el hámster que sabe que, pulsando la palanca, siempre va a recibir un premio. Si el clítoris o el pene son sinónimos de orgasmo, ¿para qué buscar otros?

Hasta hace poco, los juguetes se dividían en dos categorías: para meter o para meterla.

Sin embargo, parece que por fin nos alejamos de la penetración cuando se nos anima a jugar, a descubrir, a conocernos como quizás nunca habíamos tenido oportunidad de hacerlo.

Los nuevos juguetes dicen que tu sexualidad es única y es tan importante descubrirla como convertirla en protagonista absoluta (y no considerarla un calentamiento o mal llamado «preliminar»).

Hay un solo tipo de orgasmo, pero casi dos metros cuadrados de piel, llena de terminaciones nerviosas, repartidos por la piel del cuerpo.

Y si la mueva generación de juguetes sexuales nos invita a dar con ellas quizás es el momento de hacerles caso.

Mara Mariño

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Conocer a tu vulva como a tu mejor amiga, el objetivo de esta plataforma ‘online’

Soy de las primeras que, cuando una amiga le viene con alguna de sexo, aboga por el «tienes que explorarte, ¡experimenta contigo misma!».

Como si eso fuera fácil o algo…

vulva masturbación placer femenino

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Nuestros comienzos en el mundo del placer son bastante inocentes y torpes. Que si un peluche por aquí, el cabezal de la ducha por allá…

Terminas encontrando formas en las que disfrutarte, pero parece que nunca llegas a descubrirte del todo.

Por ser un tema del que no se habla en las charlas de quienes sí hemos recibido educación sexual en el colegio (no daba tiempo más que para lo fundamental de cómo poner un condón o el ciclo menstrual), llegamos a la edad adulta sin tener ni la más remota idea de cómo funciona nuestro cuerpo en el sexo.

Así que descubrir Climax.how ha sido toda una sorpresa.

Para que nos entendamos, es como hacerte un máster online intensivo en tu vulva (pero también en tu erotismo personal).

Aunque, explicado de forma más técnica, la plataforma centrada en el placer femenino cuenta con una serie de vídeos que están basados en estudios científicos.

Puedes encontrar desde ‘clases’ de cómo tocarte, con métodos que nunca habías probado, hasta descubrir quiénes son tus aliados (quién iba a imaginar que tu respiración, una silla o la propia costura de tus vaqueros iban a echarte una mano).

Es más, aun llevando cinco años escribiendo este blog (y alguno más de vida sexual), algunos de los vídeos me han hecho aprender cosas que no sabía, como que mediante respiraciones o movimientos se puede aumentar el flujo sanguíneo para ayudar a la excitación.

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O cómo podemos ejercitar los músculos internos para que el orgasmo o dure más o venga seguido de varios.

Otra de las cosas que me gustaría destacar es que las técnicas que aparecen en los vídeos -además de forma muy explícita, por lo que no vas a tener ni una duda ni media- se pueden poner en práctica por nuestra cuenta.

Y, para la alegría de tu pareja, también explican la forma de integrarlas en la actividad sexual estando acompañada.

Por último, y aunque no tiene nada que ver con lo que se aprende en los vídeos, las modelos que aparecen en ellos son la mejor prueba de que las vulvas son todas diferentes -de color, forma, textura y hasta pelo- y perfectas. 

Así que no solo vas a terminar la serie sabiendo mucho más sobre tu cuerpo y con muchas ideas para poner en práctica con tu pareja, sino que si tenías algún tipo de complejo, se te va a pasar descubriendo la variedad que hay de genitales gracias a unas intérpretes con las que vas a sentirte muy identificada.

Mara Mariño

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‘Clitorectomías’, la ‘marca del diablo’… De cuando el clítoris era el enemigo

Sabía que el descubrimiento del clítoris era algo reciente. No reciente de cuando surgió el satisfyer, pero sí algo que solo se lleva sabiendo los dos últimos siglos.

Lo que desconocía por completo era la cantidad de barbaridades que se le hacían a las mujeres por desconocimiento de qué era ese bulto en el cuerpo.

clitoris

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¿Que por qué me pongo tan tremendista? Le voy a echar la culpa a un libro, que no puede protestar ni venir a escribirme un comentario de lo mal que escribo.

Y es que he aprovechado las infinitas horas de luz natural para terminarme Una curiosa historia del sexo de Kate Lister.

Lo que ahora sabemos que es el órgano del placer era analizado y examinado entre con miedo e ignorancia hasta el punto de que, como cuenta la autora, en muchos casos se cortaba directamente y se cosía la herida para evitar que las mujeres tuvieran demasiado apetito sexual.

Esto es algo que empezó a pasar en la Antigua Grecia y hasta casi el siglo XX.

Aunque en el caso del siglo XVI también servía como excusa de ejecutar a una mujer por bruja alegando que el clítoris era una marca del diablo.

La cosa era cargarse a las tías que no encajaran en el estereotipo que se esperaba de mujer dócil y recatada. La excusa, como veis, lo de menos.

De hecho, en el siglo XIX era habitual practicar ‘clitorectomías’ para remediar que una mujer no quisiera tener relaciones con su marido.

No solo tenías que aguantar que el señor que te sacaba 30 años (y con el que te habían casado a la fuerza seguramente), te violara, sino que encima te sometían al trauma de una operación dolorosa que se trataba con compresas de pelusa.

Por supuesto no falta tampoco el recordatorio de que Freud fue uno de los responsables de instalar en la mentalidad colectiva que, sin un pene, el orgasmo era imposible.

Éramos inmaduras sexualmente o unas frígidas.

¡Nadie dejaba que disfrutáramos de nuestros clítoris en paz!

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Y si esto del clítoris te parece bestia, la lista de atrocidades a las que nos hemos visto sometidas las mujeres a lo largo de la historia, es lo que me ha dejado más tocada después de leer el libro.

Desde quedar repudiadas a cabañas para pasar la menstruación a llevar dolorosos aparatos que la ocultaran.

También las inventadas pruebas -con ningún tipo de rigor- para comprobar la virginidad como hacerte llevar un pastel a una serpiente o ser rociada con carbón.

 

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Pero sin irnos tan lejos, también está la tortura de las duchas vaginales con productos limpiasuelos para ‘tener los genitales como nuevos’.

Que es algo que te suena como muy lejano pero pasaba en los años 60.

Es más, puede que a tu abuela se le hayan removido cosas al ver que Lysol que tanto se anunciaba para limpiar superficies durante la pandemia, eliminando el Covid-19, fuera lo mismo que se ponía de recién casada o incluso embarazada de tu madre.

La lista es larga, las mujeres que o fallecían o sufrían durante toda su vida siendo castigadas o mutiladas, también.

Es un repaso tan crudo que más que Una curiosa historia del sexo podría haber sido llamado La serie de sádicos atropellos que sufrieron las mujeres desde hace más de mil años hasta hoy.

Quedaba más largo, supongo.

De cualquier manera, bien es recomendable echarle un vistazo para saber, no solo lo mucho que hemos avanzado, sino lo que todavía nos queda por recorrer hasta conseguir la igualdad que aún tenemos pendiente.

Y de paso reivindicar a diario que somos dueñas de nuestro placer.

Que dejen de condenarnos por vivirlo y disfrutarlo de la nueva manera en que se han actualizado las sentencias de antaño, mediante slut shaming, revenge porn y todas esas maneras que solo buscan seguir teniéndonos controladas a la disposición de ellos.

Mara Mariño

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Lo frustrante no es tener que tocarnos nosotras para llegar al orgasmo, sino…

Tuve un momento en el que decidí que no iba a perderme un solo orgasmo más teniendo sexo.

Pero no me di cuenta de que decidí también, de manera indirecta, ser yo quien se encargara de conseguirlos en pareja tocándome el clítoris.

O al menos la mayoría de ellos.

tocarse clítoris

PEXELS

La logística suele ser la misma, él concentrado en que esa acción que sucede en el piso de abajo, mantenga un ritmo constante y yo con la mano lista para poner el ‘modo turbulencias’ mientras tanto.

Es raro –y bastante complicado, dicho sea de paso- dar con alguien experto en el apaño de tocar a la vez.

Entre que las posiciones no son las más prácticas y el movimiento desvía la mano del clítoris, es muy difícil que eso llegue a buen puerto.

Por eso, la mayoría de las veces, preferimos ser nosotras mismas las que vamos al grano y nos llevamos la mano directamente a la entrepierna o pedimos cambio de postura con un «ponte así, que quiero tocarme».

Y la pregunta: ¿nos frustra de alguna manera que eso sea así casi siempre? Es decir, ¿tener que ser nosotras las que conseguimos nuestro orgasmo?

@meetingmara ¿Nos molesta a las mujeres ser siempre las encargadas de hacernos llegar al clímax? Toma nota de estos tips para sacarle el tema a tu pareja y que se involucre (de una vez) en tu placer 🔥 #placer #placerfemenino #pareja #relación #relaciondepareja #pasion #consejos #consejosdepareja #consejosdeamor ♬ She Share Story (for Vlog) – 山口夕依

En mi opinión, solo resulta frustrante si no veo en la otra parte la misma implicación. Lo desesperante es ver que comunicas cómo te gusta y no se involucran en tu placer.

Porque, como dice una amiga, si gestiona el multitasking de manejar un teclado para jugar a un videojuego, también puede ponerse a hacerme varias cosas a la vez.

Si el problema es la postura, es fácil modificarla. Y no solo eso, la variedad de prácticas nos permite recibir orgasmos en los que desconectamos por completo, como es el caso de la masturbación a cargo de otra persona o el sexo oral.

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El problema es cuando tu clítoris le da absolutamente igual.

Si las posturas son las adecuadas, pero la técnica no es la mejor, él puede participar igualmente proponiendo un juguete como alternativa (aunque la primera vez no sea la mejor).

Están diseñados para una sola cosa y la cumplen a la perfección. Si es tan sencillo, ¿por qué no aprovecharlo?

Quiero terminar diciendo que la responsabilidad de los orgasmos es compartida. Contar cómo nos gusta es lo primero, pasar a la acción lo segundo y buscar alternativas lo tercero.

Cada uno participa a su manera y claro que lo importante es disfrutar. Pero cuando hablo de participar, me refiero a hacerlo de verdad.

No a quedarse mirando cómo la otra persona lo hace todo (o casi) para llegar al orgasmo.

Mara Mariño

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