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¿Tu pareja se siente mal si no llegas al orgasmo?

Que una de las consultas que más recibo como sexóloga sea sobre la dificultad a la hora de llegar al orgasmo, me da mucho en qué pensar.

Es un momento genial, te lo compro, una descarga de tensiones que sacude todo el cuerpo seguida de una cascada de hormonas que te dejan sintiéndote mejor que después de un baño en la piscina un día de mucho calor.

Pero en la mayoría de los casos, si cuesta no es por una cuestión física, por «estar mal hecha», como he llegado a escuchar, suele ser por la cabeza o lo que nos pasa por ella.

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Las causas psicológicas son las responsables -en la mayoría de las ocasiones-, cuando las fases de la respuesta sexual sufren una interrupción, quedándose estancadas en la meseta.

Pero el motivo de que cuando sucede esto, genere tanto agobio es porque hay quienes viven el sexo en pareja como una esfera donde tienen que cumplir ciertas expectativas y sienten que fallan en caso de no conseguir hacer alcanzar ese punto de excitación a la otra persona.

Como experta puedo decir que es muy bonito y sano que exista esa responsabilidad de dar placer con quien compartimos intimidad, habla de que nos preocupa el disfrute más allá del nuestro.

Pero hay una línea entre que se mantenga la reciprocidad y que, sí o sí, nos obsesionemos con conseguir el orgasmo ajeno.

Incluso personas que pueden tener problemas en alcanzar el clímax -aunque no me gusta decir problemas porque normalmente suele ser que necesitan sus tiempos y estimulaciones- y lo han hablado largo y tendido con su pareja, se agobian si ven que esta se preocupa por sentir que es su culpa.

Porque la primera idea que se tiene al respecto es una cuestión de falta de atracción o que no lo están haciendo bien (aunque no sea cierto).

Es decir, que en vez de ver una vivencia sexual por disfrutar de un momento de placer, se añaden todas estas presiones que, aunque no se mencionen en alto, pasan factura y, a su vez, alejan más y más el orgasmo. La pescadilla que se muerde la cola.

¿Cómo hacérselo entender a la otra persona?

Según un estudio realizado en el año 2018 por psicólogos de la Universidad de Indiana, entre el 10 y el 40% de las mujeres entrevistadas dijeron tener dificultad o incapacidad para llegar al orgasmo.

Y, en 2023, uno de los mismos investigadores, quiso comprobar lo mismo en el caso de los hombres y el porcentaje oscilaba entre el 5 y el 10%.

Dentro de que son variadas las razones por las que puede deberse, la conclusión es la misma: hay personas cuyos juegos sexuales no van a incluir un orgasmo y eso está bien así.

El orgasmo no es una meta, ni una casilla que debemos marcar con una cruz, tampoco mide la satisfacción de la relación sexual ni de nuestra relación en general.

Estando en una sociedad tan sexualizada, donde la mayoría estamos en relación monógama y tenemos vínculo afectivo y sexual con una sola persona, sé que cuesta no caer en la falsa idea que fallas a tu pareja o eres mal amante, pero no es así.

Es más, si se vive el terreno íntimo para lograr la sensación de validación de la otra persona, y después de un encuentro llegan reproches y discusiones, se puede empeorar aún más la situación hasta el punto de que puede derivar en no querer más encuentros sexuales.

Incluso quienes, con la mejor de las intenciones, se toman ese orgasmo escurridizo como un desafío que deben superar a toda costa, también pueden aumentar esa presión de forma indirecta.

Así que, mi consejo, es sentarse y tener una conversación donde se pueda hablar largo y tendido de las cosas que atraen de la pareja, lo que más gusta de compartir esos ratos de disfrute y de qué manera se puede hacer de la experiencia algo menos exigente y más sensorial.

Con este refuerzo positivo os recordaréis que el placer en el sexo tiene valor como experiencia y no como meta.

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¿Cómo va a ser nuestra vida íntima de mayores? ¿Se sigue teniendo sexo?

«Según me hago mayor, me preocupa no volver a gustarle jamás a nadie que me guste mucho», me escribió hace poco un seguidor cuando les pregunté a través de mi perfil de Instagram cuáles eran sus preocupaciones sexuales.

Y la suya no es una reflexión atípica. Todo lo contrario, lo que le sucede a la vida sexual durante la tercera edad, es todo un misterio.

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Aunque claro, ¿cómo no vamos a estar desinformados si la educación sexual, en general, es un tema que tratamos poco y mal? Si se trata de la sexualidad en esa etapa de la vida, aún más.

Nos resistimos a las etiquetas que acaban en «ista» para definir a la sociedad: machista, racista, capacitista y, por supuesto, edadista.

El edadismo es discriminar por la edad no solo a nivel institucional, sino cuando a nivel particular, nos encontramos pensando en que nuestros abuelos o padres -según la edad que tengamos- no pueden tener vida íntima.

Sí, tenemos cierta tendencia a desexualizar a la gente mayor cuando el sexo es algo que nos acompaña toda nuestra vida. Y, en parte, son responsables de esto las historias que vemos en series o películas donde es un tema que no se menciona o retrata, haciendo que solo los intérpretes jóvenes sean quienes protagonizan desnudos o escenas eróticas.

Como sexóloga, soy consciente de los cambios que experimenta cuando el estado físico, propio al envejecimiento, se mete de por medio.

Los desafíos en la cama son diferentes, sí, pero no quitan que se pueda seguir disfrutando y manteniendo una sexualidad en esa etapa vital.

Es más, una de las cosas que se estudian en este tipo de especialidades es de qué manera sentir el placer de la nueva vida sexual.

Sin embargo, las ideas que están extendidas no son de cómo readaptar la intimidad, o esos son los resultados del estudio que ha realizado la Universidad de Illinois en el mes de abril.

Uno de cada cuatro participantes (utilizaron una muestra de 18 a 35 años) respondió que el sexo a partir de cierta edad podía aumentar el riesgo de infarto o uno de cada cinco respondieron que hombres y mujeres mayores no pueden ser parejas, sino que necesitan una pareja joven para sentir conexión sexual.

Los beneficios del sexo

Estos son solo algunos de los estereotipos que podemos encontrar sobre la sexualidad en la tercera edad, a lo que hay que añadir, que tampoco es un tema que nos sintamos cómodos de sacar con los miembros de nuestra familia que puedan darnos una visión realista.

Por eso me parece fantástico el hilo de Reddit de «¿La gente mayor tiene sexo?». En el foro el usuario iniciaba la conversación con una reflexión con la que es difícil no identificarse.

«Por alguna razón he crecido pensando que a partir de los 60 o 70 no se tiene sexo», comentaba.

«Tenemos 73 años y aunque la penetración ha ido bajando a una vez cada 6 semanas desde que cumplidos 70, seguimos acariciándonos, masturbándonos, dándonos mimos y haciendo sexo oral hasta que, hace poco, mi pareja se ha ido a un centro 24 horas porque está en una fase avanzada de Alzheimer. Ahora nos cogemos de la mano cuando la visito», respondía un usuario.

En el hilo, otras personas compartían su caso o el de sus padres: «Me han llegado a decir de su residencia que tienen una vida sexual muy activa».

«Tengo 59, mi novio 52 y nunca había sido sexualmente tan activa», «Tenemos 62 y 55 y lo hacemos entre dos y tres veces a la semana, el nido vacío significa menos demandas y distracciones»…

El estar en un momento de la vida en que se quiere (y puede disfrutar), se añade que muchos tabúes o inseguridades desaparecen, de la misma manera que ya no hay riesgo de embarazo.

Además, hay números estudios que respaldan que mantener una vida íntima es beneficioso para la salud.

Esto incluye mejora de la función cardiovascular, relajación, disminución de la sensación de dolos y de los síntomas depresivos, así que no tenemos que preocuparnos porque vayamos a perder esa fuente de disfrute.

Pero sí que tendremos que seguir preocupándonos de practicarlo de manera segura porque si hay quienes no son edadistas, son las infecciones de transmisión sexual.

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Cuando uno quiere y la otra persona no (tanto)

Al principio de toda relación, las ganas nunca faltan. Da igual el momento, sitio o lugar, la sensación de necesidad de querer tener sexo una y otra vez, nos acompaña.

Por lo menos en la primera fase, ya que esa frecuencia va disminuyendo según avanza la relación.

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Cuando se da ese cambio hay quien enseguida lo nota (es que al principio lo hacíamos más), quien no sabe qué ha podido cambiar (¿ya no te gusto?) y, por supuesto, quien quiere que las cosas vuelvan a ser como eran al comienzo.

Sin embargo, esa bajada de libido es normal. Las hormonas son responsables, en gran parte, de esa euforia del inicio de la nueva relación.

Que el deseo sexual baje es lo que permite que el vínculo se desarrolle en otros aspectos.

Sin embargo a día de hoy puede resultar incómodo o hasta tabú poner sobre la mesa el cambio del deseo en las relaciones de pareja.

Es algo que me han preguntado tanto por redes sociales como en charlas: «¿Qué hago para recuperarlo?», «Yo siempre quiero y ella nunca está dispuesta…»

Además podemos tender a pensar que es ‘culpa’ de la otra persona, o al menos su responsabilidad adaptar sus niveles de deseo a los nuestros, en vez de llegar a puntos intermedios o averiguar qué está sucediendo.

Una de las cosas que más me ha llamado la atención estudiando terapia sexológica es que no es tanto el sexo lo que debe trabajarse cuando hay problemas de este, sino otros factores como serían, en este caso, la tolerancia y la comunicación.

Tolerancia porque puede que tendamos a pensar que, si hay alguna disminución del tipo que sea (frecuencia, duración…), es señal de algo negativo, en vez de entender que la vida sexual también pasa por fases.

Soy la primera que lo entiende, la idea que tenemos de relaciones de pareja es que son siempre fuegos artificiales en el sofá, en la cama, el viernes noche, el domingo por la mañana…

Y puede que sí, pero también hay momentos de no tocarte ni con un palo porque tienes un estrés brutal en el trabajo, un herpes labial que no te hace sentir muy sexy (sino todo lo contrario) o que la astenia primaveral te tiene con cansancio acumulado.

Es decir, que entender que vamos a pasar por etapas más tranquilas es un primer paso. Y, sobre todo, aceptar y acompañar en esas ocasiones cuando al iniciar un acercamiento, la respuesta sea la del rechazo.

Puede pasar por «vale, si no te apetece no pasa nada, a mí me gustaría terminar el masaje si quieres» o proponer otra actividad que os guste hacer juntos.

Eso le da a la otra persona la tranquilidad de que no está recibiendo presión para seguir y no sentirse culpable por no querer participar en una interacción sexual.

Comunicarse para desearse

Por otro lado, si destaco que la comunicación es fundamental, es porque hablar de ello es clave.

Esto pasa por exponer los deseos propios y dar también pie a que la pareja pueda tener un lugar en el que expresar con confianza qué le sucede.

Es el primer punto de partida para combatir las posibles películas mentales que nos hayamos montado (y confirmar que claro que le seguimos gustando), pero también para llegar a un punto de encuentro.

El terreno común puede ir desde dar el espacio que la otra persona necesita, a acordar nuevos términos para el sexo.

Y es que muchas veces -y aquí hablo en primera persona- no es que no tengas deseo sexual, es que no te apetece hacer lo que soléis hacer con mucha frecuencia.

Es decir, si tu vida sexual se resume a la penetración, que es la práctica que a las mujeres no nos facilita llegar al clímax precisamente, es normal que haya menos motivación por hacerlo que si es otro tipo de dinámica.

Te puede interesar leer: ¿De dónde viene la brecha orgásmica? Así podemos reducirla entre todos

Así que hay veces que no es que no se tenga deseo, sino que deseo hay, pero por algo nuevo que permita recuperar el interés y la curiosidad.

Esa conversación también puede ser una buena oportunidad para revisar cómo es tu vida íntima y rediseñarla de nuevo.

Pero sobre todo recordarte que no hay una cantidad mínima requerida ni una cuota mensual que cumplir, puedes tener una vida sexual sana haciéndolo una vez a la semana, una vez al mes o una vez al año.

Porque solo depende de que sea algo con lo que estéis de acuerdo, lo disfrutéis así y vuestros niveles de intimidad y disfrute sexual estén más que satisfechos.

Mara Mariño

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El fenómeno de los ‘dormitorios muertos’ o cómo se relacionan deseo y vida laboral

La rutina es esa especie de chivo expiatorio al que siempre podemos recurrir cuando, al hacer memoria, recordamos lejana la última vez que tuvimos sexo con nuestra pareja.

Es casi liberador pensar que no es nuestra culpa, sino el ritmo frenético del día a día del siglo XXI que nos hace ir a toda prisa, sin casi darnos la opción de dejarnos un minuto libre para el disfrute del tipo que sea.

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Lo llamamos «rutina» porque resulta menos acusador que llamarlo de la otra manera que se aproximaría más a lo que es: jornada laboral.

En el momento en el que terminamos de trabajar, el poco tiempo disponible es para algunas cosas básicas, como son poner una lavadora, llenar la nevera o esa cita médica con el especialista que llevas meses esperando, y otras igual de necesarias como es ponerte al día con tu amiga.

Pero vamos, que después de pegarte el madrugón y estar 8 horas con la concentración al máximo, dedicarle atención a tu deseo se encuentra en los últimos puestos de la lista de prioridades.

Y, sin embargo, es la pescadilla que se muerde la cola, esa insatisfacción de no llegar, de no tener tiempo para la intimidad, se traslada también a la oficina, haciendo que aparezca (o aumente) el estrés.

Esto es algo que explica Kate Moyle, una de las expertas de LELO, la marca de bienestar sexual: «al abordar el sexo desde un enfoque mente-cuerpo, sabemos que nuestra vida sexual puede verse influida por lo que nos ocurre como individuos en nuestros contextos vitales y relaciones, ya que puede intervenir en cómo nos vemos y nos sentimos con respecto a nosotros mismos».

«Todos estos factores afectan a nuestras experiencias, perspectivas, preocupaciones y creencias, por lo que la mejora del bienestar sexual influye directamente en cómo pensamos, sentimos y nos comportamos en otros contextos» explica.

En otras palabras, una manera de dejar de sentir que nos arrolla la semana es precisamente priorizar la calidad de la vida íntima.

Según un estudio de la empresa, el 91% de los españoles encuestados se siente relajado y menos estresado tras tener un orgasmo y un 20% de estos sigue disfrutando de los beneficios del orgasmo hasta 24 horas después.

Un 4% de afortunados lo disfruta incluso hasta dos días más tarde.

Y esto es algo que no mira de compañía, es decir, que sea o no en pareja es lo menos relevante. Otros datos de la investigación afirman que más de la mitad de los españoles se siente más relajado tras un orgasmo con su pareja, uno de cada ocho se siente más relajado cuando lo hace a solas y casi una tercera parte de ambas formas.

El estrés, el mayor enemigo

Cuando se habla de los «dormitorios muertos», lo que se conoce como la inexistencia de una vida íntima en pareja, se señala al estrés como principal culpable.

Y es que las consecuencias de esta respuesta pasan más factura a la sexualidad de lo que podemos imaginar.

Cuando sentimos estrés, el cuerpo libera cortisol, una sustancia que rompe el equilibrio de otras hormonas del cuerpo, lo que puede llevar a que los niveles de testosterona disminuyan, que es crucial en el papel del deseo sexual en hombres y mujeres.

Si además nos fijamos en los datos de la investigación realizada por ADP Research Institute en 2022, averiguaron que el 66% de los trabajadores españoles experimenta estrés en algún momento de la semana.

Combatir el estrés no es tan sencillo como esa persona que te dice «Ay, pues no te estreses tanto». No es algo voluntario que podamos controlar.

De hecho, algunas técnicas que pueden ser de ayuda son encontrar estrategias para manejarlo como pueden ser el ejercicio, la comunicación en pareja, la alimentación, el descanso o pasar tiempo al aire libre por poner unos ejemplos.

Lo que merece la pena recordar es que si estamos en la época de reconocer la importancia de la salud mental, la satisfacción sexual es parte de ese bienestar humano.

Mara Mariño

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5 tendencias de TikTok para reinventarte en la cama

Sí, era tan solo cuestión de tiempo que TikTok se convirtiera en una fuente de inspiración para el sexo.

Es curioso, porque los contenidos eróticos son muy perseguidos en esta red social para evitar la promoción de servicios sexuales.

Eso nos lleva, a quienes hacemos divulgación de sexualidad, a tener que escribir los términos en un lenguaje casi encriptado («s3x0», «nepe», «cl1t0ris»…).

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Una vez conoces el código, TikTok es perfecto para encontrar anécdotas, trucos o consejos sobre la vida íntima, que además siempre se comparten con un tono muy inclusivo y sex positive.

Además, con el poder de difusión que tiene esta aplicación, es mucho más probable que se viralicen en comparación con Instagram o Facebook, que es precisamente lo que les ha sucedido a algunas de las tendencias picantes que han salido de la red social.

Es el caso de That knee thing o, como podríamos traducirlo, «lo de la rodilla», un movimiento que consiste en estimular el clítoris de la otra persona con esa zona del cuerpo.

Aunque una nueva actualización de esta tendencia es hacer lo mismo con la cadera, para lo que la otra persona tiene que estar abierta de piernas y preferiblemente de pie o tumbada (dependiendo de gustos y alturas).

Sí, el clítoris es uno de los grandes protagonistas en lo que a vídeos virales se refiere. Otro que también resulta de utilidad es el método de la yema de huevo, que trata de enseñar cómo acariciar la zona de la vulva usando una yema como ejemplo.

Lo que se ve en este tipo de vídeos es que se comienza con movimientos circulares y luego se añade un poco de presión hasta que la yema se rompe poco a poco.

Esto nos sirve de recordatorio de que es una zona delicada y que, aunque se puede aumentar la fuerza, tiene que ser muy controlado y suave.

Y aunque se ha vuelto muy popular en TikTok, lo cierto es que la técnica de la almohada no era desconocida para muchos de los usuarios que se han encontrado con este tipo de vídeos en su feed.

Con el objetivo de alzar unos centímetros la pelvis, se coloca un cojín o almohada debajo del culo (o debajo de la tripa si es en una postura bocabajo).

Al cambiar el ángulo de las caderas, la penetración -del tipo que sea- se siente distinta y es una nueva experiencia.

También va de sensaciones diferentes el Stomach trick o «truco del estómago». Y es que hay usuarias que han compartido su experiencia acerca de cómo presionar la parte baja del abdomen durante la penetración puede ser una manera más de estimular el cuerpo interno del clítoris y tener un orgasmo más intenso.

Virales sí, pero no infalibles

Por supuesto, que estos consejos hayan alcanzado miles de ‘me gusta’ no garantizan su eficacia.

Cada cuerpo es un mundo y es algo que demuestra la tendencia de Ankles as earrings o «tobillos de pendientes».

Una recomendación que aparece en diversos vídeos de la app que habla de las maravillas de alzar las piernas de la persona que está siendo penetrada, hasta que le alcancen las orejas, para tener aún más placer.

Como digo, que cualquiera de estas tendencias no nos resulte tan placentera como cuentan en los vídeos, no es nada raro.

Hay quien disfruta más de sensaciones fuertes, mientras que habrá quien prefiera un roce más suaves, quien goza de movimientos sutiles y superficiales o quien lo hace de más profundos, cada cuerpo es un mundo.

Ante la duda, se puede ir comprobando qué opina nuestro acompañante preguntándole directamente (¿Te gusta esto? ¿Prefieres más rápido?…)

Para lo que sí creo que son de gran utilidad es o bien para probar cosas nuevas que quizás no habíamos puesto en práctica, o para darle un toque diferente al repertorio íntimo.

De cualquier manera, que la red social se haya convertido en toda una cantera de ideas es la prueba de que la sexualidad es cada vez algo menos tabú que podemos compartir, sin miedo a recibir juicios.

Mara Mariño

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Conoces los ‘love language’ pero ¿y tu ‘sex language’?

Si los lenguajes del amor son las manifestaciones de nuestros sentimientos hacia la otra persona, tenía todo el sentido del mundo que existieran también los lenguajes del sexo.

O, quizás más que cómo expresar el sexo en sí, podríamos definirlos como las diferentes formas en las que expresamos el deseo.

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Y serían algo que deberíamos conocer en cuanto nos planteamos tener intimidad física, pero como tampoco suelen estar en las conversaciones, terminan por ser un misterio.

Al igual que hay personas que se sienten queridas a través del afecto físico u otras mediante compartir tiempo de calidad, comunicar nuestras ganas también puede adoptar diferentes formas.

Por eso, cuando hay un problema a la hora de entenderse a nivel íntimo, bien merece la pena analizar si lo que pasa es que estamos hablando lenguajes del deseo diferentes.

Puede que, por mucho que te esfuerces, la demostración de tus encantos no surta ningún efecto aparente.

Quizás mueves la cabeza como Chanel en SloMo o desfilas en una colección de lencería digna de un desfile de Rihanna.

Esas acciones, o las que se te vengan a la cabeza, las llevas a cabo porque te hacen sentir en contacto con tu lado más erótico y con la confianza a tope.

En definitiva, son las que la otra persona interpreta como una señal luminosa de que tu cuerpo pide fiesta.

Pero cuando no tienen la respuesta que esperas, esa de que se abalance como león en la sabana, puedes llegar a plantearte -más que achacarlo a vuestra diferencia entre estímulos eróticos-, si eres tú que no le gustas.

Por llevarle la contraria a esa inseguridad intrusiva, déjame tranquilizarte: lo más probable es que tu pareja no sienta ni un poco de excitación por esas tácticas si no son las que tiene erotizadas.

Cómo despertar los respectivos deseos: el punto medio

Así que ante la duda, nada como preguntar, tomar nota y llevarlo a cabo en el futuro.

Porque, a diferencia de lo que se cree, la compatibilidad no nace, es algo que se trabaja en equipo.

Quizás lo que le gusta a tu acompañante es un acercamiento más directo, sin parafernalia, o uno que tenga relación con alguna preferencia sexual, como los juegos de rol o el voyeurismo, por poner unos ejemplos.

Las opciones son tan variadas como los gustos de cada persona.

Pero, una vez roto el hielo del sex language, es el momento de hablar del tema para identificar qué funciona como gatillo erótico del otro.

Se puede empezar la conversación con un refuerzo positivo, el del gran beneficio que reporta mantener la charla sobre cómo hacer la aproximación y preguntar a la otra persona si estaría abierta a ello.

No es otra cosa más que mostrar interés en sus gustos (y compartir los propios).

¿Significa eso que, una vez conociendo qué despierta el deseo, toca decirle adiós a la forma en la que lo manifestabas hasta ese momento?

No, seguramente habrá habido ocasiones donde sí has podido despertar interés erótico, pero debes tener en consideración sus códigos. Ante la duda, también puedes hablar de cómo incorporarlos.

Además, recuerda que lo que te estimula ahora puede cambiar con el tiempo: la sexualidad es plástica, así que lo importante es ir hablándolo y mantener la intimidad al día.

Es como elegir una película: tu género favorito puede ser el suspense y el de tu pareja el drama. Habrá momentos en los que quieras ver una película de suspense en concreto porque es buena, te apetece y te gustaría que la viera contigo.

Una ocasión en la que tu pareja se sentará en el sofá, la verá contigo y, aunque no sea su estilo, puede que incluso le guste también.

En realidad, lo que muchas veces quiere es ver una película en tu compañía, y le dará igual el título que hayas escogido. Con el sexo pasa un poco lo mismo.

Mara Mariño

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¿Conocías este ‘efecto secundario’ de usar juguetes sexuales?

Seguro que a estas alturas, los beneficios de usar juguetes sexuales (por tu cuenta o en compañía) te resultan más que familiares.

Son un estímulo distinto, te ayudan a lograr una gran sensación de placer, son perfectos para conocerte sexualmente…

Pero además, según una investigación reciente, serían clave para despertar tu interés sexual por otras prácticas.

mujer juguetes sexuales

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Si estás en un momento de estancamiento íntimo, probar juguetes sería la manera no solo de salir del ‘bache’, sino de estimular tu curiosidad más allá.

¿Te acuerdas del famoso eslogan de «Cuando haces pop ya no hay stop»? Con estos artículos pasa algo parecido.

En el momento en el que los pruebas es más que probable que te estimule a conocer qué otras cosas hay, algo que ha revelado el estudio que ha sacado la marca Diversual este mes de julio.

El 91,5% de las personas participantes -una muestra de más de 5.000 con una edad entre 18 y más de 60 años-, afirmaron que, tras haberlos usado, había aumentado el interés por prácticas sexuales nuevas.

Esta curiosidad se traduce en la motivación por innovar en la vida sexual, lo que debería ser una razón de peso de cara a vencer los miedos o reticencias que alguien pueda tener respecto a utilizarlos.

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Teniendo en cuenta que usar juguetes suele ir de la mano con el aumento del placer, la satisfacción al usarlos sería otra de las razones.

El 83,5% de los participantes en el estudio afirman sentirse más satisfechos en sus relaciones gracias al uso de juguetes sexuales y la lista de motivos que dieron lo explica a la perfección.

Motivaciones como descubrir nuevas sensaciones, tener orgasmos más intensos, alcanzar el orgasmo con más facilidad o romper con la rutina fueron algunas de las respuestas más votadas.

Lo que queda claro es que son un regalo estupendo. Casi el 91% de los encuestados han regalado o regalarían juguetes (ya tienes una idea para tu próximo cumpleaños).

Además, la gran mayoría coincidieron en que es un detalle que le gustaría recibir por parte de su pareja.

La investigación ha reafirmado la conclusión de que los juguetes son la mejor de las influencias para nuestra vida sexual.

Y, con toda la variedad de modelos que existen para estimular cualquier zona, ¿cómo no animarse a probarlos si tienen tan buenos ‘efectos secundarios’?

Mara Mariño

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Sí, el autoplacer puede ser parte de tu rutina (y así te beneficia)

Hay momentos del año que van ligados a proponerte adquirir nuevas rutinas. Por ejemplo, en cuanto empieza el año te propones comer más sano y siempre después de la limpieza bucal te autoconvences de que esta vez sí cumplirás lo de pasarte el hilo dental.

Comer más sano, dejar de fumar, andar más pasos al día, leer al menos un libro al mes… Pero ninguno de esos hábitos está relacionado con el placer.

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WOMANIZER

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Es más, casi que nos dan escalofríos si oímos las palabras ‘sexo’ y ‘rutina’ en la misma frase. Y, sin embargo, mantener cierta frecuencia a la hora de disfrutarse por cuenta propia tiene un montón de ventajas.

Fíjate si es importante dedicarle su tiempo que mayo es conocido como el mes de la masturbación femenina (y es algo de lo que hablo mucho en mi nuevo podcast, sí, ¡ahora tengo un podcast!).

Primero porque si lo integras en tu día a día tienes la excusa para dedicarte ese tiempo a explorarte -algo que quizás antes no te sentías tan cómoda de hacer porque quizá antes vivías tu sexualidad como un tabú-.

También porque es una manera de mantener tu deseo sexual activo, lo que te hace tener una actitud sana y positiva hacia ti misma.

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Según la marca Womanizer es hasta una muestra de amor propio porque prioriza las necesidades individuales que nos empodera y permite expresarnos sexualmente, lo que nos da confianza en cualquier experiencia y mejora nuestro bienestar emocional y mental.

Y, al igual que cualquier otro hábito, dedicarse a trabajarlo es tan sencillo como buscar ese rato para una misma.

Cómo construir el hábito

Aunque la marca ha desarrollado una guía llena de sugerencias para dar comienzo a esa nueva rutina y convertirla en parte de la jornada.

En su lista de sugerencias se encuentra desde programar el momento a crear el espacio, pero también el uso de lubricante, exploración de distintas zonas erógenas, juguetes sexuales, escribir las fantasías para saber qué nos gusta, leer literatura erótica

No faltan tampoco sugerencias más ligadas a la concepción de la sexualidad que a la masturbación per se:afirmaciones positivas que fomenten el auto-amor y la confianza, practicar la atención plena o la meditación para conectar con el cuerpo y la respiración, centrarse en el placer sin la expectativa del orgasmo, perdonarse ante cualquier sentimiento o pensamiento negativo
que pueda surgir o celebrar y honrar el cuerpo y el placer, sin vergüenza ni culpa.

Así que, ahora que tienes todas las claves para hacer de esto una costumbre, ¿a qué esperas?

Mara Mariño

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Orgasmos fingidos, ¿es mejor contarlo o no decir nada a la otra persona?

No seré yo quien juzgue a ninguna amiga que me cuente que ha hecho pensar a su pareja que ha llegado al orgasmo, porque yo he estado ahí. De hecho, es algo que he puesto en práctica durante años, hasta que me di cuenta de que fingir no me llevaba a ningún sitio.

Y más importante, no me reportaba ningún placer.

Así que empezaré el artículo abriendo un melón: todas o casi todas hemos fingido orgasmos alguna vez.

pareja orgasmo sexo

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En mi caso, si se trataba de algo esporádico, y sin la posibilidad de volver a ver a la otra persona en mi vida, no me planteaba decir nada. Era un secreto que me llevaría conmigo.

(Aunque no tendría por qué ser así, también deberíamos poder sacar este tema si queremos, aunque sea una cosa puntual).

La cosa cambiaba un poco si en mis planes estaba repetir con esa persona y quería disfrutar. Disfrutar de verdad, no como creían que había disfrutado.

Además, me quedaba el malestar de no haber sido del todo sincera y que, con quien me comparta, se merece esa honestidad por mi parte.

Si me desnudo, que sea en todos los aspectos, ¿no?

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Desde mi punto de vista, si esto te resulta familiar, tienes varias opciones, empezando porque puedes pasar del tema y dejarlo correr y centrarte en los encuentros venideros.

Más que nada porque va a ser una experiencia de muchas y si tampoco ves que aporte nada decirlo, se puede quedar como algo anecdótico para ti y punto.

Sobre todo porque hay ocasiones en las que esa incapacidad de alcanzar el clímax puede deberse a que no tienes el día, estás posreglosa, el trabajo ha sido estresante, tu salud está regular…

No es ya solo que cada cuerpo es distinto, cada momento nos afecta de manera diferente, ¡si incluso puedes tener un orgasmo y no sentir placer!

Pero si se trata de un orgasmo fingido para no pararte a explicar tus gustos, porque vuestro intercambio puede ser mejor y punto, dedicar tu energía a comunicarte en la próxima ocasión, ilustrarle o dirigirle para que aprenda cómo te gusta, son buenas opciones.

Aunque es muy válido que quieras ser sincera y además reivindiques que la otra persona esté ahí para escucharte porque necesitas compartir tu experiencia íntima.

Sinceridad con asertividad

Lo único que te puedo aconsejar es que la manera de ponerlo sobre la mesa sea lo más asertiva posible, que de la sinceridad al sincericidio hay una gran diferencia.

Concretamente la que va del «quiero disfrutarlo más» al «no has hecho que me corriera contigo».

Una manifiesta un deseo y voluntad de mejora, la otra puede recibirse como un ataque y desencadenar una respuesta defensiva (así como tocarle la autoestima).

Hablar claro de esto es recordar que nadie nace sabiendo, que estáis familiarizándoos con los respectivos cuerpos y que en ese momento saliste por interpretar un orgasmo porque no te sentías cómoda interrumpiendo, con la suficiente confianza todavía o porque querías mantener esta conversación en otro contexto.

Del otro lado deben entender que los orgasmos dependen de muchos factores y sobre todo aceptar que no está relacionado con su propia performance.

Si no lo comunicas y sigues sin decir nada, pero mantienes tus interpretaciones orgásmicas, tu insatisfacción terminará por cruzarse en el camino y ser el elefante de la habitación.

Además de que, a la larga, terminarás perdiendo interés por esos momentos de intimidad y en caso de que cambies de idea, luego será más duro de encajar por la otra persona.

Normaliza que habrá ocasiones en las que no llegues al orgasmo sin que sea ‘responsabilidad’ de nadie, crea un espacio donde puedas decir «hoy no llego» y, de manera natural, podáis cambiar de actividad.

Mara Mariño

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Así afecta a tu satisfacción sexual hacerlo por ‘obligación’ o por deseo

Para mí, la principal diferencia entre no ponerle nombre a algo y empezar a llamarlo ‘relación de pareja’, radica en el compromiso.

El compromiso de trabajar en los diferentes pilares de la relación como son la comunicación, la confianza, la afinidad, el cuidado y respeto y la afectividad, muy relacionada con la vida sexual.

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Mostrar la libido y compartir el placer también nutren la relación. Nos hacen sentir que la otra persona nos desea y nos atiende.

Pero siendo una de las esferas de toda pareja hay quien puede vivirla como un deber, especialmente cuando se trata de relaciones largas en las que puede haberse instaurado la monotonía o, directamente la motivación por tener sexo ha caído en picado.

Dentro de que son muchas las causas que entran en juego si se dan estas circunstancias (que antes había mayor tiempo para experimentar e introducir novedades, pero ahora la rutina impide mantener el mismo espacio, por poner un ejemplo), nadie debería hacer nada porque lo siente su deber.

Primero porque el sexo es algo que debería vivirse desde el deseo y segundo porque tiene unas consecuencias desastrosas.

Que es algo que ha revelado un nuevo estudio de la publicación Journal of Sex Research.

Los resultados mostraron que aquellas personas que tenían cualquier tipo de sentimiento de obligación hacia las relaciones sexuales, experimentaban menor satisfacción que aquellas que lo veían como hacer algo bonito por la pareja.

Este grupo tenía la misma satisfacción sexual que las parejas que afirmaron tener sexo por deseo.

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La conclusión a la que llegaron fue que la satisfacción es un factor que está ligado a la percepción que tengas de ese encuentro.

Una deducción que va en la misma línea de otros estudios previos que descubrieron que quienes tenían sexo por la motivación del placer físico, tenían emociones positivas, mayor deseo sexual y satisfacción en la relación.

Mientras que quienes lo hacían por evitar conflictos (tener que dar explicaciones del rechazo, por ejemplo), experimentaban emociones negativas, terminaban teniendo conflictos igualmente y un menor deseo sexual.

A toda esta información es interesante añadir el dato del género de los votantes, ya que la mayoría de las personas que en el estudio eligieron la opción de sentirse obligadas fueron las mujeres, un dato que se ha repetido en una encuesta rápida que he replicado en mi Instagram.

La visión coitocentrista

Y es algo que encaja si tenemos en cuenta dos factores: el primero que cuando hablamos de ‘tener sexo’ pensamos automáticamente en el coito, porque es la práctica que nos han dicho que es perfecta para parejas.

Pero lo cierto es que las mujeres que llegan al orgasmo a través de este método no alcanzan ni el 30%, por lo que si seguimos pensando en la penetración como práctica por excelencia, es normal que la motivación por el placer físico sea menor.

En segundo lugar que somos nosotras quienes a día de hoy seguimos recibiendo mensajes de que si no le ‘damos’ a nuestra pareja lo que quiere, corremos el riesgo de que corra a buscarlo en otro lado.

Si dejamos de pensar en el sexo como una sucesión de polvos en distintas posiciones y más como un universo de exploración, donde todas las prácticas tienen cabida, quizá nosotras también tendríamos el mismo interés.

Y también recordar que si la única motivación que tiene una persona para seguir en una relación es metérnosla, es el momento de buscar nosotras a alguien mejor.

Porque satisfacción sexual es también construir una intimidad al lado de quien te hace sentir valorada al completo.

Mara Mariño

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