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El fenómeno de los ‘dormitorios muertos’ o cómo se relacionan deseo y vida laboral

La rutina es esa especie de chivo expiatorio al que siempre podemos recurrir cuando, al hacer memoria, recordamos lejana la última vez que tuvimos sexo con nuestra pareja.

Es casi liberador pensar que no es nuestra culpa, sino el ritmo frenético del día a día del siglo XXI que nos hace ir a toda prisa, sin casi darnos la opción de dejarnos un minuto libre para el disfrute del tipo que sea.

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Lo llamamos «rutina» porque resulta menos acusador que llamarlo de la otra manera que se aproximaría más a lo que es: jornada laboral.

En el momento en el que terminamos de trabajar, el poco tiempo disponible es para algunas cosas básicas, como son poner una lavadora, llenar la nevera o esa cita médica con el especialista que llevas meses esperando, y otras igual de necesarias como es ponerte al día con tu amiga.

Pero vamos, que después de pegarte el madrugón y estar 8 horas con la concentración al máximo, dedicarle atención a tu deseo se encuentra en los últimos puestos de la lista de prioridades.

Y, sin embargo, es la pescadilla que se muerde la cola, esa insatisfacción de no llegar, de no tener tiempo para la intimidad, se traslada también a la oficina, haciendo que aparezca (o aumente) el estrés.

Esto es algo que explica Kate Moyle, una de las expertas de LELO, la marca de bienestar sexual: «al abordar el sexo desde un enfoque mente-cuerpo, sabemos que nuestra vida sexual puede verse influida por lo que nos ocurre como individuos en nuestros contextos vitales y relaciones, ya que puede intervenir en cómo nos vemos y nos sentimos con respecto a nosotros mismos».

«Todos estos factores afectan a nuestras experiencias, perspectivas, preocupaciones y creencias, por lo que la mejora del bienestar sexual influye directamente en cómo pensamos, sentimos y nos comportamos en otros contextos» explica.

En otras palabras, una manera de dejar de sentir que nos arrolla la semana es precisamente priorizar la calidad de la vida íntima.

Según un estudio de la empresa, el 91% de los españoles encuestados se siente relajado y menos estresado tras tener un orgasmo y un 20% de estos sigue disfrutando de los beneficios del orgasmo hasta 24 horas después.

Un 4% de afortunados lo disfruta incluso hasta dos días más tarde.

Y esto es algo que no mira de compañía, es decir, que sea o no en pareja es lo menos relevante. Otros datos de la investigación afirman que más de la mitad de los españoles se siente más relajado tras un orgasmo con su pareja, uno de cada ocho se siente más relajado cuando lo hace a solas y casi una tercera parte de ambas formas.

El estrés, el mayor enemigo

Cuando se habla de los «dormitorios muertos», lo que se conoce como la inexistencia de una vida íntima en pareja, se señala al estrés como principal culpable.

Y es que las consecuencias de esta respuesta pasan más factura a la sexualidad de lo que podemos imaginar.

Cuando sentimos estrés, el cuerpo libera cortisol, una sustancia que rompe el equilibrio de otras hormonas del cuerpo, lo que puede llevar a que los niveles de testosterona disminuyan, que es crucial en el papel del deseo sexual en hombres y mujeres.

Si además nos fijamos en los datos de la investigación realizada por ADP Research Institute en 2022, averiguaron que el 66% de los trabajadores españoles experimenta estrés en algún momento de la semana.

Combatir el estrés no es tan sencillo como esa persona que te dice «Ay, pues no te estreses tanto». No es algo voluntario que podamos controlar.

De hecho, algunas técnicas que pueden ser de ayuda son encontrar estrategias para manejarlo como pueden ser el ejercicio, la comunicación en pareja, la alimentación, el descanso o pasar tiempo al aire libre por poner unos ejemplos.

Lo que merece la pena recordar es que si estamos en la época de reconocer la importancia de la salud mental, la satisfacción sexual es parte de ese bienestar humano.

Mara Mariño

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5 tendencias de TikTok para reinventarte en la cama

Sí, era tan solo cuestión de tiempo que TikTok se convirtiera en una fuente de inspiración para el sexo.

Es curioso, porque los contenidos eróticos son muy perseguidos en esta red social para evitar la promoción de servicios sexuales.

Eso nos lleva, a quienes hacemos divulgación de sexualidad, a tener que escribir los términos en un lenguaje casi encriptado («s3x0», «nepe», «cl1t0ris»…).

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Una vez conoces el código, TikTok es perfecto para encontrar anécdotas, trucos o consejos sobre la vida íntima, que además siempre se comparten con un tono muy inclusivo y sex positive.

Además, con el poder de difusión que tiene esta aplicación, es mucho más probable que se viralicen en comparación con Instagram o Facebook, que es precisamente lo que les ha sucedido a algunas de las tendencias picantes que han salido de la red social.

Es el caso de That knee thing o, como podríamos traducirlo, «lo de la rodilla», un movimiento que consiste en estimular el clítoris de la otra persona con esa zona del cuerpo.

Aunque una nueva actualización de esta tendencia es hacer lo mismo con la cadera, para lo que la otra persona tiene que estar abierta de piernas y preferiblemente de pie o tumbada (dependiendo de gustos y alturas).

Sí, el clítoris es uno de los grandes protagonistas en lo que a vídeos virales se refiere. Otro que también resulta de utilidad es el método de la yema de huevo, que trata de enseñar cómo acariciar la zona de la vulva usando una yema como ejemplo.

Lo que se ve en este tipo de vídeos es que se comienza con movimientos circulares y luego se añade un poco de presión hasta que la yema se rompe poco a poco.

Esto nos sirve de recordatorio de que es una zona delicada y que, aunque se puede aumentar la fuerza, tiene que ser muy controlado y suave.

Y aunque se ha vuelto muy popular en TikTok, lo cierto es que la técnica de la almohada no era desconocida para muchos de los usuarios que se han encontrado con este tipo de vídeos en su feed.

Con el objetivo de alzar unos centímetros la pelvis, se coloca un cojín o almohada debajo del culo (o debajo de la tripa si es en una postura bocabajo).

Al cambiar el ángulo de las caderas, la penetración -del tipo que sea- se siente distinta y es una nueva experiencia.

También va de sensaciones diferentes el Stomach trick o «truco del estómago». Y es que hay usuarias que han compartido su experiencia acerca de cómo presionar la parte baja del abdomen durante la penetración puede ser una manera más de estimular el cuerpo interno del clítoris y tener un orgasmo más intenso.

Virales sí, pero no infalibles

Por supuesto, que estos consejos hayan alcanzado miles de ‘me gusta’ no garantizan su eficacia.

Cada cuerpo es un mundo y es algo que demuestra la tendencia de Ankles as earrings o «tobillos de pendientes».

Una recomendación que aparece en diversos vídeos de la app que habla de las maravillas de alzar las piernas de la persona que está siendo penetrada, hasta que le alcancen las orejas, para tener aún más placer.

Como digo, que cualquiera de estas tendencias no nos resulte tan placentera como cuentan en los vídeos, no es nada raro.

Hay quien disfruta más de sensaciones fuertes, mientras que habrá quien prefiera un roce más suaves, quien goza de movimientos sutiles y superficiales o quien lo hace de más profundos, cada cuerpo es un mundo.

Ante la duda, se puede ir comprobando qué opina nuestro acompañante preguntándole directamente (¿Te gusta esto? ¿Prefieres más rápido?…)

Para lo que sí creo que son de gran utilidad es o bien para probar cosas nuevas que quizás no habíamos puesto en práctica, o para darle un toque diferente al repertorio íntimo.

De cualquier manera, que la red social se haya convertido en toda una cantera de ideas es la prueba de que la sexualidad es cada vez algo menos tabú que podemos compartir, sin miedo a recibir juicios.

Mara Mariño

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Conoces los ‘love language’ pero ¿y tu ‘sex language’?

Si los lenguajes del amor son las manifestaciones de nuestros sentimientos hacia la otra persona, tenía todo el sentido del mundo que existieran también los lenguajes del sexo.

O, quizás más que cómo expresar el sexo en sí, podríamos definirlos como las diferentes formas en las que expresamos el deseo.

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Y serían algo que deberíamos conocer en cuanto nos planteamos tener intimidad física, pero como tampoco suelen estar en las conversaciones, terminan por ser un misterio.

Al igual que hay personas que se sienten queridas a través del afecto físico u otras mediante compartir tiempo de calidad, comunicar nuestras ganas también puede adoptar diferentes formas.

Por eso, cuando hay un problema a la hora de entenderse a nivel íntimo, bien merece la pena analizar si lo que pasa es que estamos hablando lenguajes del deseo diferentes.

Puede que, por mucho que te esfuerces, la demostración de tus encantos no surta ningún efecto aparente.

Quizás mueves la cabeza como Chanel en SloMo o desfilas en una colección de lencería digna de un desfile de Rihanna.

Esas acciones, o las que se te vengan a la cabeza, las llevas a cabo porque te hacen sentir en contacto con tu lado más erótico y con la confianza a tope.

En definitiva, son las que la otra persona interpreta como una señal luminosa de que tu cuerpo pide fiesta.

Pero cuando no tienen la respuesta que esperas, esa de que se abalance como león en la sabana, puedes llegar a plantearte -más que achacarlo a vuestra diferencia entre estímulos eróticos-, si eres tú que no le gustas.

Por llevarle la contraria a esa inseguridad intrusiva, déjame tranquilizarte: lo más probable es que tu pareja no sienta ni un poco de excitación por esas tácticas si no son las que tiene erotizadas.

Cómo despertar los respectivos deseos: el punto medio

Así que ante la duda, nada como preguntar, tomar nota y llevarlo a cabo en el futuro.

Porque, a diferencia de lo que se cree, la compatibilidad no nace, es algo que se trabaja en equipo.

Quizás lo que le gusta a tu acompañante es un acercamiento más directo, sin parafernalia, o uno que tenga relación con alguna preferencia sexual, como los juegos de rol o el voyeurismo, por poner unos ejemplos.

Las opciones son tan variadas como los gustos de cada persona.

Pero, una vez roto el hielo del sex language, es el momento de hablar del tema para identificar qué funciona como gatillo erótico del otro.

Se puede empezar la conversación con un refuerzo positivo, el del gran beneficio que reporta mantener la charla sobre cómo hacer la aproximación y preguntar a la otra persona si estaría abierta a ello.

No es otra cosa más que mostrar interés en sus gustos (y compartir los propios).

¿Significa eso que, una vez conociendo qué despierta el deseo, toca decirle adiós a la forma en la que lo manifestabas hasta ese momento?

No, seguramente habrá habido ocasiones donde sí has podido despertar interés erótico, pero debes tener en consideración sus códigos. Ante la duda, también puedes hablar de cómo incorporarlos.

Además, recuerda que lo que te estimula ahora puede cambiar con el tiempo: la sexualidad es plástica, así que lo importante es ir hablándolo y mantener la intimidad al día.

Es como elegir una película: tu género favorito puede ser el suspense y el de tu pareja el drama. Habrá momentos en los que quieras ver una película de suspense en concreto porque es buena, te apetece y te gustaría que la viera contigo.

Una ocasión en la que tu pareja se sentará en el sofá, la verá contigo y, aunque no sea su estilo, puede que incluso le guste también.

En realidad, lo que muchas veces quiere es ver una película en tu compañía, y le dará igual el título que hayas escogido. Con el sexo pasa un poco lo mismo.

Mara Mariño

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¿Conocías este ‘efecto secundario’ de usar juguetes sexuales?

Seguro que a estas alturas, los beneficios de usar juguetes sexuales (por tu cuenta o en compañía) te resultan más que familiares.

Son un estímulo distinto, te ayudan a lograr una gran sensación de placer, son perfectos para conocerte sexualmente…

Pero además, según una investigación reciente, serían clave para despertar tu interés sexual por otras prácticas.

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Si estás en un momento de estancamiento íntimo, probar juguetes sería la manera no solo de salir del ‘bache’, sino de estimular tu curiosidad más allá.

¿Te acuerdas del famoso eslogan de «Cuando haces pop ya no hay stop»? Con estos artículos pasa algo parecido.

En el momento en el que los pruebas es más que probable que te estimule a conocer qué otras cosas hay, algo que ha revelado el estudio que ha sacado la marca Diversual este mes de julio.

El 91,5% de las personas participantes -una muestra de más de 5.000 con una edad entre 18 y más de 60 años-, afirmaron que, tras haberlos usado, había aumentado el interés por prácticas sexuales nuevas.

Esta curiosidad se traduce en la motivación por innovar en la vida sexual, lo que debería ser una razón de peso de cara a vencer los miedos o reticencias que alguien pueda tener respecto a utilizarlos.

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Teniendo en cuenta que usar juguetes suele ir de la mano con el aumento del placer, la satisfacción al usarlos sería otra de las razones.

El 83,5% de los participantes en el estudio afirman sentirse más satisfechos en sus relaciones gracias al uso de juguetes sexuales y la lista de motivos que dieron lo explica a la perfección.

Motivaciones como descubrir nuevas sensaciones, tener orgasmos más intensos, alcanzar el orgasmo con más facilidad o romper con la rutina fueron algunas de las respuestas más votadas.

Lo que queda claro es que son un regalo estupendo. Casi el 91% de los encuestados han regalado o regalarían juguetes (ya tienes una idea para tu próximo cumpleaños).

Además, la gran mayoría coincidieron en que es un detalle que le gustaría recibir por parte de su pareja.

La investigación ha reafirmado la conclusión de que los juguetes son la mejor de las influencias para nuestra vida sexual.

Y, con toda la variedad de modelos que existen para estimular cualquier zona, ¿cómo no animarse a probarlos si tienen tan buenos ‘efectos secundarios’?

Mara Mariño

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Sí, el autoplacer puede ser parte de tu rutina (y así te beneficia)

Hay momentos del año que van ligados a proponerte adquirir nuevas rutinas. Por ejemplo, en cuanto empieza el año te propones comer más sano y siempre después de la limpieza bucal te autoconvences de que esta vez sí cumplirás lo de pasarte el hilo dental.

Comer más sano, dejar de fumar, andar más pasos al día, leer al menos un libro al mes… Pero ninguno de esos hábitos está relacionado con el placer.

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WOMANIZER

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Es más, casi que nos dan escalofríos si oímos las palabras ‘sexo’ y ‘rutina’ en la misma frase. Y, sin embargo, mantener cierta frecuencia a la hora de disfrutarse por cuenta propia tiene un montón de ventajas.

Fíjate si es importante dedicarle su tiempo que mayo es conocido como el mes de la masturbación femenina (y es algo de lo que hablo mucho en mi nuevo podcast, sí, ¡ahora tengo un podcast!).

Primero porque si lo integras en tu día a día tienes la excusa para dedicarte ese tiempo a explorarte -algo que quizás antes no te sentías tan cómoda de hacer porque quizá antes vivías tu sexualidad como un tabú-.

También porque es una manera de mantener tu deseo sexual activo, lo que te hace tener una actitud sana y positiva hacia ti misma.

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Según la marca Womanizer es hasta una muestra de amor propio porque prioriza las necesidades individuales que nos empodera y permite expresarnos sexualmente, lo que nos da confianza en cualquier experiencia y mejora nuestro bienestar emocional y mental.

Y, al igual que cualquier otro hábito, dedicarse a trabajarlo es tan sencillo como buscar ese rato para una misma.

Cómo construir el hábito

Aunque la marca ha desarrollado una guía llena de sugerencias para dar comienzo a esa nueva rutina y convertirla en parte de la jornada.

En su lista de sugerencias se encuentra desde programar el momento a crear el espacio, pero también el uso de lubricante, exploración de distintas zonas erógenas, juguetes sexuales, escribir las fantasías para saber qué nos gusta, leer literatura erótica

No faltan tampoco sugerencias más ligadas a la concepción de la sexualidad que a la masturbación per se:afirmaciones positivas que fomenten el auto-amor y la confianza, practicar la atención plena o la meditación para conectar con el cuerpo y la respiración, centrarse en el placer sin la expectativa del orgasmo, perdonarse ante cualquier sentimiento o pensamiento negativo
que pueda surgir o celebrar y honrar el cuerpo y el placer, sin vergüenza ni culpa.

Así que, ahora que tienes todas las claves para hacer de esto una costumbre, ¿a qué esperas?

Mara Mariño

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Orgasmos fingidos, ¿es mejor contarlo o no decir nada a la otra persona?

No seré yo quien juzgue a ninguna amiga que me cuente que ha hecho pensar a su pareja que ha llegado al orgasmo, porque yo he estado ahí. De hecho, es algo que he puesto en práctica durante años, hasta que me di cuenta de que fingir no me llevaba a ningún sitio.

Y más importante, no me reportaba ningún placer.

Así que empezaré el artículo abriendo un melón: todas o casi todas hemos fingido orgasmos alguna vez.

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En mi caso, si se trataba de algo esporádico, y sin la posibilidad de volver a ver a la otra persona en mi vida, no me planteaba decir nada. Era un secreto que me llevaría conmigo.

(Aunque no tendría por qué ser así, también deberíamos poder sacar este tema si queremos, aunque sea una cosa puntual).

La cosa cambiaba un poco si en mis planes estaba repetir con esa persona y quería disfrutar. Disfrutar de verdad, no como creían que había disfrutado.

Además, me quedaba el malestar de no haber sido del todo sincera y que, con quien me comparta, se merece esa honestidad por mi parte.

Si me desnudo, que sea en todos los aspectos, ¿no?

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Desde mi punto de vista, si esto te resulta familiar, tienes varias opciones, empezando porque puedes pasar del tema y dejarlo correr y centrarte en los encuentros venideros.

Más que nada porque va a ser una experiencia de muchas y si tampoco ves que aporte nada decirlo, se puede quedar como algo anecdótico para ti y punto.

Sobre todo porque hay ocasiones en las que esa incapacidad de alcanzar el clímax puede deberse a que no tienes el día, estás posreglosa, el trabajo ha sido estresante, tu salud está regular…

No es ya solo que cada cuerpo es distinto, cada momento nos afecta de manera diferente, ¡si incluso puedes tener un orgasmo y no sentir placer!

Pero si se trata de un orgasmo fingido para no pararte a explicar tus gustos, porque vuestro intercambio puede ser mejor y punto, dedicar tu energía a comunicarte en la próxima ocasión, ilustrarle o dirigirle para que aprenda cómo te gusta, son buenas opciones.

Aunque es muy válido que quieras ser sincera y además reivindiques que la otra persona esté ahí para escucharte porque necesitas compartir tu experiencia íntima.

Sinceridad con asertividad

Lo único que te puedo aconsejar es que la manera de ponerlo sobre la mesa sea lo más asertiva posible, que de la sinceridad al sincericidio hay una gran diferencia.

Concretamente la que va del «quiero disfrutarlo más» al «no has hecho que me corriera contigo».

Una manifiesta un deseo y voluntad de mejora, la otra puede recibirse como un ataque y desencadenar una respuesta defensiva (así como tocarle la autoestima).

Hablar claro de esto es recordar que nadie nace sabiendo, que estáis familiarizándoos con los respectivos cuerpos y que en ese momento saliste por interpretar un orgasmo porque no te sentías cómoda interrumpiendo, con la suficiente confianza todavía o porque querías mantener esta conversación en otro contexto.

Del otro lado deben entender que los orgasmos dependen de muchos factores y sobre todo aceptar que no está relacionado con su propia performance.

Si no lo comunicas y sigues sin decir nada, pero mantienes tus interpretaciones orgásmicas, tu insatisfacción terminará por cruzarse en el camino y ser el elefante de la habitación.

Además de que, a la larga, terminarás perdiendo interés por esos momentos de intimidad y en caso de que cambies de idea, luego será más duro de encajar por la otra persona.

Normaliza que habrá ocasiones en las que no llegues al orgasmo sin que sea ‘responsabilidad’ de nadie, crea un espacio donde puedas decir «hoy no llego» y, de manera natural, podáis cambiar de actividad.

Mara Mariño

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Así afecta a tu satisfacción sexual hacerlo por ‘obligación’ o por deseo

Para mí, la principal diferencia entre no ponerle nombre a algo y empezar a llamarlo ‘relación de pareja’, radica en el compromiso.

El compromiso de trabajar en los diferentes pilares de la relación como son la comunicación, la confianza, la afinidad, el cuidado y respeto y la afectividad, muy relacionada con la vida sexual.

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Mostrar la libido y compartir el placer también nutren la relación. Nos hacen sentir que la otra persona nos desea y nos atiende.

Pero siendo una de las esferas de toda pareja hay quien puede vivirla como un deber, especialmente cuando se trata de relaciones largas en las que puede haberse instaurado la monotonía o, directamente la motivación por tener sexo ha caído en picado.

Dentro de que son muchas las causas que entran en juego si se dan estas circunstancias (que antes había mayor tiempo para experimentar e introducir novedades, pero ahora la rutina impide mantener el mismo espacio, por poner un ejemplo), nadie debería hacer nada porque lo siente su deber.

Primero porque el sexo es algo que debería vivirse desde el deseo y segundo porque tiene unas consecuencias desastrosas.

Que es algo que ha revelado un nuevo estudio de la publicación Journal of Sex Research.

Los resultados mostraron que aquellas personas que tenían cualquier tipo de sentimiento de obligación hacia las relaciones sexuales, experimentaban menor satisfacción que aquellas que lo veían como hacer algo bonito por la pareja.

Este grupo tenía la misma satisfacción sexual que las parejas que afirmaron tener sexo por deseo.

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La conclusión a la que llegaron fue que la satisfacción es un factor que está ligado a la percepción que tengas de ese encuentro.

Una deducción que va en la misma línea de otros estudios previos que descubrieron que quienes tenían sexo por la motivación del placer físico, tenían emociones positivas, mayor deseo sexual y satisfacción en la relación.

Mientras que quienes lo hacían por evitar conflictos (tener que dar explicaciones del rechazo, por ejemplo), experimentaban emociones negativas, terminaban teniendo conflictos igualmente y un menor deseo sexual.

A toda esta información es interesante añadir el dato del género de los votantes, ya que la mayoría de las personas que en el estudio eligieron la opción de sentirse obligadas fueron las mujeres, un dato que se ha repetido en una encuesta rápida que he replicado en mi Instagram.

La visión coitocentrista

Y es algo que encaja si tenemos en cuenta dos factores: el primero que cuando hablamos de ‘tener sexo’ pensamos automáticamente en el coito, porque es la práctica que nos han dicho que es perfecta para parejas.

Pero lo cierto es que las mujeres que llegan al orgasmo a través de este método no alcanzan ni el 30%, por lo que si seguimos pensando en la penetración como práctica por excelencia, es normal que la motivación por el placer físico sea menor.

En segundo lugar que somos nosotras quienes a día de hoy seguimos recibiendo mensajes de que si no le ‘damos’ a nuestra pareja lo que quiere, corremos el riesgo de que corra a buscarlo en otro lado.

Si dejamos de pensar en el sexo como una sucesión de polvos en distintas posiciones y más como un universo de exploración, donde todas las prácticas tienen cabida, quizá nosotras también tendríamos el mismo interés.

Y también recordar que si la única motivación que tiene una persona para seguir en una relación es metérnosla, es el momento de buscar nosotras a alguien mejor.

Porque satisfacción sexual es también construir una intimidad al lado de quien te hace sentir valorada al completo.

Mara Mariño

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¿De dónde viene la brecha orgásmica? Así podemos reducirla entre todos

Creo que todas, o casi todas, hemos fingido un orgasmo alguna vez en nuestra vida.

Y el motivo es común: teniendo sexo, solo con penetración, a la mayoría nos resulta complicado alcanzar ese placer prometido por tantos libros y películas.

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Porque en esas escenas en el cine o series, también según las canciones o los capítulos subidos de tono de cualquier novela, bastaba con meterla.

Así que, ante la duda de no saber qué estaba pasando exactamente con nuestro placer, tirábamos de dotes interpretativas.

Soltábamos algún quejido digno de Oscar para que pareciera que sí, que nos lo habíamos pasado igual de bien que él.

Y así es como la brecha orgásmica llegó a nuestras vidas. Una separación en el contador de clímax que dio lugar a toda esa serie de mitos que circulan alrededor de nosotras.

Como que nos cuesta más llegar o que, desde un punto de vista biológico, somos más complejas que los hombres cuando se trata de disfrutar.

Ni nos cuesta más ni nuestro sistema es más difícil, es que, durante todo este tiempo, la vara de medida siempre ha sido el coito.

Y claro, cuando el 100% de los hombres llegan al orgasmo con él, pero nosotras no, se considera que es la práctica que se puede usar como herramienta de cálculo infalible del placer.

Pero, ¿y si se hubiera usado el sexo oral como práctica para comparar la facilidad de llegar entre ambos?

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Lo más seguro es que esa distancia no existiría.

El problema es que, al partir del coito como unidad de medida, si las mujeres no llegan, enseguida se piensa que su sexualidad no está bien, algo raro pasa con ellas.

En ningún caso se cuestiona la práctica. Y lo peor es que hasta nosotras mismas nos lo creemos porque desde pequeñas tomamos de referencia la penetración.

Así que, ¿qué es lo que podemos hacer para contrarrestarlo?

Salvando las distancias

Lo primero es volverte dueña de tus sensaciones, lo que puedes conseguir si descubres de qué manera lo pasas bien, cómo acelerarte y la manera de ‘disparate’.

En segundo lugar, la penetración está muy bien -no me leerás decir lo contrario-, porque es placentera, sí, y también permite conectar a otros niveles, pero no la conviertas en el centro de tu vida sexual (coitocentrismo).

Que sea una parada más en el camino del disfrute, pero no de alcanzar el clímax si notas que te falta estimulación en otras zonas.

Por último, comunícate siempre con tu pareja.

No podemos hacer responsables al resto de nuestra falta de orgasmos si ni siquiera nos tomamos la molestia de decir lo que nos está pasando.

Si ves que no llegas, pide por esa boquita. Explícale cómo lo puedes hacer y, si no lo hace como te gustaría, enséñale.

La brecha orgásmica no se va a reparar sola como la capa de ozono. Tienes que reducirla tú a base de correrte (o hacer que se corran).

Mara Mariño

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Juguetes sexuales de oro: ¿excentricidad o un nuevo nivel de placer?

Fue en 2018 cuando Gwyneth Paltrow puso a la venta sus cristales de cuarzo ‘sexuales’.

Unos huevos que, según ella, tenían increíbles propiedades si te los metías por la vagina (cosa que muchas expertas dijeron que era una bomba de relojería).

juguetes oro

LELO

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Además, costaban casi 61,50 euros, lo que hizo que muchas nos planteáramos un par de cositas.

La primera la de materiales curiosos éramos capaces de introducirnos por el cuerpo solo porque una celebridad lo sugiriera, sin preocuparnos por recomendaciones médicas.

Y lo segundo: ¿hacía falta esa extravagancia cuando se trataba de algo para la intimidad?

Especialmente cuando existen productos que cumplen la misma función, de ejercitar el suelo pélvico, mucho más asequibles.

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En el caso del huevo de Gwyneth quedó claro que no, sobre todo con la demanda que tuvo que pagar por publicidad engañosa sobre las propiedades mágicas de sus piedras vaginales.

Es una pregunta que yo también me hice cuando leí que hace unos días, se habían robado juguetes sexuales hechos de oro.

Una colección que estaría valorada en miles de euros. ¿Estamos locos?

Pues sí y no, porque por lo visto el oro sería mucho más higiénico que el cuarzo (si tan solo la actriz lo hubiera sabido…).

Mientras que el primero es una piedra porosa que puede llevar bacterias en los poros, lo de ir andando con ese peso puede provocar más problemas que ventajas según ginecólogas que en su día opinaron sobre el invento de la fundadora de Goop.

El tema de la higiene no sería un problema para el oro, ya que –como la silicona médica-, «es totalmente seguro», confirman desde LELO.

Portavoces de la firma de juguetes sueca también destacan que, además tiene propiedades antiinflamatorias (razón por la que fue usado por romanos, egipcios o japoneses).

Pero no son los únicos atractivos, sus propiedades en la cama lo convierten en un elemento muy interesante.

Y es que al transmitir sensación de calor o de frío -no olvidemos que el oro es un excelente conductor– permite llevar el juego a otro nivel de exploración.

Aunque, personalmente, esto de las cosas bañadas en metales preciosos (con precios entre 3.000, 4.000 o hasta 15.000 euros) me recuerda al chuletón cubierto de oro de Sergio Ramos y Pilar Rubio o al champán con pepitas dentro.

Lo que tengo claro es que, independientemente de la excentricidad que se compren las personas más ricas del planeta, hay una verdad universal.

Da igual que esos juguetes no sean para todos, el placer sí lo es.

Y a la vista está que nuestro primer juguete sexual se encuentra en la mano, por lo que no necesitamos que lleve oro para pasarlo bien.

Mara Mariño

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De los cinco sentidos, este es el que más nos excita a las mujeres

Dicen que la unión de los cinco sentidos en el ámbito sexual hace la fuerza. O, más que la fuerza, tratándose de la intimidad, el placer.

Sí, vivir(nos) con todas las percepciones que nos llegan desde los órganos que nos permiten conocer el entorno -permitidme que me ponga técnica- potencia la experiencia, aunque muchas veces no pensemos en involucrarlos de manera activa.

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Hay quienes prefieren el poder se una mirada y quienes se decantan, en cambio, por degustar ese buffet libre de sabores y texturas que es el cuerpo del otro.

En teoría, se dice que mujeres y hombres preferimos uno u otro sobre los otros cuatro. Y, una encuesta en mi Instagram entre mis seguidoras confirma el que dicen que es el sentido que más nos excita a nosotras.

El oído es el que sirve de calentamiento, sí, pero también gatillo para disparar un orgasmo. Y es el sentido que más veces se repite en las respuestas de diferentes maneras.

Aquí van algunas ideas:

«Susurros al oido», «que hable sexy», «dirty talk», «que me diga lo que les gustaría hacerme al oído», «escucharlo a él gemir», «que me llame por mi nombre»…

Se llevan la segunda posición las miradas, representantes de la vista, como punto de encuentro entre los participantes, pero también para darle suelta al voyeurismo que llevamos dentro viendo de primera mano el placer que siente la otra persona.

«Miradas intensas», «que haya contacto visual», «que me mire fijamente a los ojos», «mirar a los ojos y ver cómo está disfrutando locamente»…

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En tercer lugar son los mordiscos, una mezcla entre gusto y tacto, que representan esa línea entre placer y dolor que muchas recorremos con gusto e incluso pedimos con más fuerza (y para prueba las respuestas).

«Mordiscos», «que me muerdan y morder», «que me muerdan en el cuello en plan heavy», «morder partes erógenas»…

Fuera del top 3 de la clasificación quedan las caricias, ligadas con el sentido del tacto puro y duro, pero más sutil, para llevarnos a un estado de mindfulness siendo capaces de conectar hasta con el roce más delicado en la piel.

«Soft touches», «recorrer con los sentidos toda la superficie de la piel», «que me acaricie»…

Pero también resulta muy votado la estimulación de los pezones con la boca de la manera que sea: «Que me coman los pezones», «que me lama los pezones»…

Mis seguidoras resaltaron también la conexión, del sexo oral, los besos en el cuello (y otras partes erógenas), la masturbación y la comunicación como factores que les pierden en la cama.

Así que ahora que lo sabes… ¿A qué esperas para calentar la voz?

Mara Mariño

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