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¿Necesitas realmente un bálsamo para tu vulva, la nueva tendencia cosmética?

Desde que a alguien se le ocurrió por primera vez la idea de sacar un gel íntimo para limpiar la vulva, se abrió una oportunidad de negocio que hasta ese momento no había sido contemplada.

Sí, los genitales daban dinero.

O al menos las vulvas, ya que los análogos de este tipo de jabones, que sería una gama de productos para la higiene del pene brillan por su ausencia.

fruta vulva

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En su momento (y a día de hoy) muchas miramos con desconfianza este tipo de geles.

Sobre todo porque la idea de empezar una nueva rutina de higiene con productos químicos en una zona del cuerpo que tiene su propio sistema de ‘autolavado’, parece innecesario.

Pero también porque uno de los atractivos de los geles íntimos es su perfume a menta o a flores, así que el mensaje que va implícito es, a la vez, inequívoco: la vulva huele y mal.

Ahí estaba la red flag que nos alertaba, el riesgo de que se convirtieran en una fuente de inseguridades perpetuando una idea que no solo es falsa, sino perjudicial para nuestra vida íntima. Como así ha sucedido en varios casos, por cierto.

Sin embargo, gracias a ginecólogas y expertas que llevan su tarea de divulgación a redes sociales, podría parecer que terminaríamos rebelándonos -o dejando de consumir, otra forma de revolución dentro del capitalismo- este tipo de productos.

Ellas han sido quienes más hincapié han hecho en que solo se necesita agua para limpiar los labios exteriores e interiores.

Entonces, ¿cuál ha sido la nueva ocurrencia del mercado, la alternativa a los jabones? Primero fueron las mascarillas, pero debieron de tener poco éxito porque lo que verdaderamente está arrasando son los bálsamos para vulva.

De las mascarillas de labios a los bálsamos íntimos

Esta nueva tendencia ha relevado a los geles, prometiendo hidratar y perfumar la piel de la zona. Diferente packaging, pero mismo problema, si me preguntas.

Y es que es imposible no preguntarse hasta qué punto necesitamos algo así para mantener nuestra salud íntima.

Es más, al tener una flora bacteriana vaginal, lo que puede suceder en todo caso es que los cosméticos puedan alterarla (y terminar sufriendo las molestias de la candidiasis, como bien sabemos algunas).

Este boum de bálsamos para vulva solo encuentra explicación en aprovecharse de la obsesión por la perfección estética, y ha encontrado su mercado ideal en mujeres que se sienten presionadas por llevar el estándar de belleza y juventud hasta a sus genitales.

«Úsala a diario para disfrutar de una vulva tan suave como la seda», dice una de las descripciones de estos bálsamos. «Hidrata y rejuvenece tu zona íntima», dice otra.

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Así que los cosméticos se presentarían como la solución para todas esas preocupaciones al prometer una piel suave sin ‘imperfecciones’, cuando la mayoría de ingredientes que utilizan son los mismos de las cremas hidratantes convencionales, pero con un precio de venta mucho mayor.

La clave para lograr su consumo está en saber venderlo, de ahí que los fabricantes hayan optado por presentarlo como una necesidad de nuestras vulvas en vez de un lujo innecesario, lo que son realmente.

Un ejemplo más de que el poder del marketing y del machismo pasa por ir de la mano con la premisa de que nuestras vulvas necesitan ser mejoradas o embellecidas, ya sea con productos o cirugías.

A las empresas no les sale a cuenta que nos opongamos al irreal modelo de belleza con la aceptación personal, los intereses comerciales de crearnos nuevas inseguridades son los que llevan al consumismo de productos de este estilo y que sigan apareciendo bajo nuevos nombres y estilos.

Y quiero puntualizar que no hay nada negativo en querer cuidar nuestro cuerpo -zona genital incluida-, pero hay que hacerlo de forma informada y consciente, con una perspectiva crítica que permita abrazar nuestra singularidad en cuanto a nuestra apariencia, olor, etc.

Así que en lugar de comprarte productos caros e innecesarios, opta por las prácticas de cuidado, basadas en la evidencia científica, que ya seguía tu abuela: ropa interior de algodón, una buena higiene con agua y nada de productos con perfume.

Mara Mariño

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Tener mejor sexo también depende de tus niveles de amor propio

Cuando tu vida sexual está de capa caída, puedes pensar que has tenido mala suerte, que con quienes te topas, la conexión no funciona últimamente o que igual no se han dado las condiciones para que fuera un encuentro que recordar de mejor manera, pero ¿qué hay de mirar hacia ti?

En otras palabras, ¿estás teniendo una racha sexual más floja o es que tu (baja) autoestima te está afectando a nivel íntimo?

chica autoestima

SAVAGE X FENTY

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La consideración que tengamos sobre nuestra persona es un factor para tener buen sexo que nunca contemplamos.

Supongo que porque resulta más fácil ir a una tienda erótica, y encontrar una novedad con la que distraerse, que trabajar el amor propio, algo tan abstracto que no sabemos ni por dónde abordar.

Así que empezaré por el principio: tu autoestima sexual es la creencia de si eres una persona sexualmente atractiva o sexualmente capaz. Es decir, cómo te ves en diferentes momentos, tanto desde fuera como dentro, del intercambio sexual.

Y es que la percepción que tengas de tu cuerpo va a ser determinante. Si en alguna etapa de tu vida has recibido comentarios negativos, o crees que no encajas en los estereotipos de belleza, es probable que no te sientas del todo a gusto en un momento en el que, además, la sensación de vulnerabilidad aumenta conforme el porcentaje de ropa disminuye.

Esto te puede llevar a estar con la concentración puesta en tu cuerpo, en ‘esconder’ las zonas que sientes más expuestas a recibir comentarios o en ir moviéndote de manera que no las descubra tu acompañante.

Un comportamiento que no solo te distrae del placer -el disfrute está ligado con la relajación y la falta de preocupaciones, estar dándole vueltas a temas externos nos aleja del orgasmo-, sino que además la otra persona puede interpretar como falta de interés por tu parte.

Baja autoestima, alto riesgo para tu salud sexual

A principios de esta semana se celebraba el Día Mundial de la Salud Sexual, que es el estado de bienestar físico y mental de nuestra esfera íntima. Un bienestar que se ve truncado cuando los pensamientos que tenemos sobre nuestro erotismo son negativos.

Además, existe una relación entre tener baja la autoestima y probar prácticas de alto riesgo.

Es decir, con una buena autoestima, el sexo es solo una prolongación de las decisiones basadas en lo que quieres, en el respeto de los límites que has marcado, así como en todo aquello que consideras bueno para ti (personas incluidas).

Si la autoestima está por los suelos, puedes llegar a pensar que lo único que puedes ofrecer es tu sexualidad e incluso tener sexo con gente con la que, quizás, no quieres tenerlo realmente.

Así como que te resulte más complicado escuchar tus propios deseos o decir que no a ciertas prácticas en el momento en que las estás viviendo.

Y a esto se le suma la sensación posterior de culpa o frustración por no haber sabido frenarlo, lo que te lleva a sentir aún peor.

Otra derivación de la baja autoestima es el extremo contrario: manifestaciones arrogantes acerca de las capacidades amatorias o afirmaciones exageradas sobre el cuerpo.

Seguro que se te viene a la mente alguna pareja que has podido tener que se jactaba de alguna técnica o parte de su anatomía.

Si alguno de los ejemplos que he relatado te han sonado familiares, es probable que sea el momento de hacerte un chequeo de autoestima y preguntarte a qué se debe esa insatisfacción.

Puedes empezar por olvidarte de los estándares de belleza o tratar de encontrar el origen de esa poca consideración hacia ti. Y, en el proceso de averiguarlo (por tu cuenta o con ayuda), compartirlo con alguien de tu entorno cercano, o tu pareja, para que tengas una fuente de apoyo.

Mara Mariño

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¿Por qué nos cuesta tanto estar pendientes de nuestra salud sexual?

Hoy se celebra el Día Mundial de la Salud Sexual, algo que, si no tenemos controlado (o no vamos revisando de manera periódica) debería entrar en nuestros planes, aunque sea aprovechando este artículo como recordatorio.

Y es que según el XI Barómetro los Españoles y el Sexo de Control más de la mitad de los hombres (52,4%) nunca ha acudido al especialista y un 20% de las mujeres tampoco. Pero, ¿por qué ocurre esto?

salud sexual

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Estar pendientes de nuestra salud sexual nos cuesta por varios motivos.

El primero de todo es la falta de educación sexual. Solo el 5% de los colegios en Madrid reciben este tipo de formación, por poner un ejemplo.

Además, las charlas que recibimos (apenas dos o tres horas en toda nuestra etapa escolar) no son suficientes. Tampoco hay campañas de concienciación que, de adultos, nos sensibilicen de la importancia que tiene mantener un seguimiento de nuestra salud íntima.

Juega en contra de la salud sexual el estigma que, a día de hoy, todavía rodea este ámbito de nuestra vida. En el propio tráfico de este blog puedo comprobar cómo los artículos relativos a la salud interesan mucho menos que los que escribo de cualquier otro tema.

Y sin embargo, poner esto sobre la mesa, es decir, normalizar las conversaciones en las que podamos hablar -en caso de que nos hayamos contagiado-, sin miedo de recibir juicios o comentarios de nuestro entorno, es muy necesario.

Aunque una de las razones por las que no le prestamos suficiente atención a nuestra salud íntima es porque tendemos a confiar en que la otra persona está ‘limpia’ (cuando según el barómetro, 4 de cada 10 no conoce el estado de salud de la persona con la que se acuesta).

Esto nos lleva a relajarnos y realizar prácticas de riesgo, como el caso de utilizar el preservativo para la penetración -sigue siendo el método de barrera por excelencia-, pero no para hacer sexo oral, por ejemplo, cuando es otra vía de contagio.

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También creo que el hecho de que revisar la salud sexual dependa de cada persona, y no sea una cita periódica que te ‘salta’ como cuando en tu infancia te avisan de la renovación de las vacunas, es otra traba.

Hace que te distancies, que lo dejes en el último puesto de prioridades y termines por no buscarle un hueco en tu ajetreada rutina.

En mi experiencia, si además intentas estar más encima de tu salud íntima, no siempre te toman en serio. Si no tienes síntomas, no te suelen mandar pruebas ni mucho menos una cita con especialista.

Tienes que decir que has tenido una práctica de riesgo para que te tomen en serio. No te hacen un chequeo así porque sí y las citologías, la prueba que detecta el cáncer de cuello de útero, cada vez se distancian más años.

Pero que la Sanidad esté bajo mínimos es algo que nos está costando la salud y no debería ser así.

Además, aunque no se vea ningún cambio externo en los genitales, no significa que todo esté bien. Hay enfermedades que tardan años en dar la cara, por eso hay que ir teniendo esta cita como algo recurrente.

Diría que también nos invade una falsa sensación de seguridad en lo que a ITS se refiere. Que haya fármacos que permiten hacer vida normal incluso cuando hay una enfermedad de transmisión sexual, y no peligre la vida, hace que nos las tomemos menos en serio.

Sin embargo, aun con todas estas razones, si ya somos mayores para tener sexo, para planear un encuentro con alguien, hay que serlo para pedir cita al centro de salud e ir revisándose «los bajos», como diría mi madre.

Mara Mariño

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‘Un cuento perfecto’, lo nuevo de Netflix que rompe con las típicas escenas de sexo

Mis expectativas sobre la miniserie Un cuento perfecto no eran altas, eran las de cualquier otra romcom: algo que me entretuviera, pero sin mucho trasfondo que me dejara reflexionando al respecto.

Por eso ha sido tan refrescante que la apuesta de Netflix, basada en la novela de Elísabet Benavent, me sorprendiera en la representación de las escenas de sexo.

un cuento perfecto Margot y David

NETFLIX

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Sin hacer spoiler –porque ya te adelanto que te la recomiendo-, en varias ocasiones donde la pasión se dispara, se mencionan o enseñan los preservativos.

Puede que pienses que no tiene nada de especial, que son habituales en tu vida y no sales de casa sin mirar que lleves uno en la cartera, pero, si lo piensas, es un elemento que suele brillar por su ausencia en la mayoría de ficciones.

Recuerdo a un escritor novel de novela erótica diciendo que no era su responsabilidad dar educación sexual a sus lectores incluyendo métodos de barrera en sus tramas.

Pero la serie es el ejemplo perfecto de que no necesitas salirte de la historia para visibilizar algo que es clave en lo que a cuidar la salud sexual se refiere.

Otro de los momentos que no esperaba es una escena en la que a protagonista le baja la regla en pleno momento de acción, cuando ciclo menstrual y sexo salvaje no son dos cosas que en las series y películas suelan coexistir.

Por un lado es como si las mujeres en la ficción nunca tuvieran la regla y solo se hablara de ella en caso de que falte, lo que sabemos que significa que está embarazada.

Y por otro, el sexo menstrual ni está ni se le espera. Vale que en la miniserie tampoco, otra pequeña barrera a superar (aunque sus motivos hay detrás), pero la respuesta del acompañante es oro.

«A mí no me importa», reitera él dejando claro que quiere seguir. Ni caras de susto ni rechazo, es la tranquilidad que necesitamos independientemente de que según nos encontremos nos apetezca más o menos.

Personalmente, ese fue el momento en el que me ganó la serie.

Porque si bien que te baje la regla antes o en pleno momento de acción es algo con lo que todas nos podemos sentir identificadas, quizás si vemos que en uno de los hits de Netflix el actor dice que le da igual, nos creamos por fin que nuestra pareja también lo dice de verdad.

A eso le sumo que Un cuento perfecto se aleja del coitocentrismo y hay escenas de otras prácticas, en concreto de sexo oral.

En las que además ella quien lo recibe, por lo que la labor de darle protagonismo al placer femenino está conseguida.

Contar con una protagonista que vive su sexualidad de manera plena, pudiendo expresar libremente un «Estoy mojada» como un «Me gusta hablar en la cama» es otra característica muy rompedora de la historia.

Viéndonos reflejadas en heroínas de ficción, que no tienen pudor ni son inexpertas como Babi de Tres metros sobre el cielo o, más recientemente, Noah de Culpa mía, conseguimos alejarnos del estigma que rodea la sexualidad femenina y se refuerza de manera positiva que eso nos parezca normal.

 

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Las series y películas son un factor que alimenta el imaginario colectivo, así que la importancia de mostrar mujeres que conocen su cuerpo, su disfrute y lo expresan en las escenas es la manera de apoyar el cambio social que libera y empodera sexualmente.

Cambio en los roles de género

No voy a pararme mucho en la historia de amor, que puede ser más o menos parecida a otras que hemos visto antes.

Pero sí me parece interesante destacar otras peculiaridades que me han parecido un avance en la pequeña pantalla.

Como por ejemplo que los roles de género estén intercambiados y veamos a un chico dedicándose a una profesión que siempre relacionamos con las mujeres: el cuidado de niños.

Mientras que su sueño es tener una floristería, el de ella es modernizar la imagen de la compañía multinacional de su familia. La clásica historia donde el exitoso hombre de negocios impresionaba a base de su éxito laboral y su fortuna -y esa desigualdad de poder era utilizada-, ha terminado.

Nosotras queremos ser la CEO.

Y, sobre todo, que no vemos a una chica conquistada por un chico malo, más mayor y experimentado, que le da un trato paternalista, controlador y hasta despectivo en ocasiones.

Vemos a una chica conquistada por un tío divertido, algo más joven que ella, que le hace reír, que no es el ejemplo de tener la vida resuelta, pero da igual porque es con quien mejor se lo pasa.

La protagonista no necesita un hombre que le resuelva la vida, se la resuelve sola y, por el camino, tiene a su lado a una persona que le hace disfrutarla todavía más.

Y es que necesitamos que nos recuerden que no necesitamos ser salvadas, que la pretensión del amor debería ser solo encontrar con quien ser feliz y punto.

Mara Mariño

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El motivo por el que siempre deberías usar lubricante (además del más obvio)

Seguro que puedes enumerar los beneficios de los lubricantes: son una excusa perfecta para dedicar tiempo a la exploración del cuerpo, hidratan cualquier zona, hacen que todo resulte más cómodo y placentero

¡Si hasta los hay que tienen ingredientes que se sienten como un cambio de temperatura en la piel, generando nuevas sensaciones!

pareja hombres ducha

PEXELS

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Por lo que comenta Felipe Astarloa, responsable de Durex Iberia, en el evento organizado este martes por la marca, el lubricante es el juguete «más inclusivo y diverso».

Toda experiencia sexual mejora con lubricante, lo que se aleja un poco del mito de que solo es necesario para esas parejas heterosexuales que quieren hacer penetración y lo ‘necesitan’ para suplir una posible sequedad vaginal.

El lubricante vale para todo.

Pero hay otra razón por la que debería ser un imprescindible de cualquier encuentro sexual. Y es por su capacidad de proteger la salud sexual.

Como Marian Martínez, brand manager de Durex, explica «la nueva fórmula del lubricante es muy similar al propio pH de la piel», un factor determinante en cuanto a prevención de ITS se refiere.

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Esa cualidad hace que el riesgo de transmisión de infecciones sea menor.

Pero, ¿por qué no se habla de los lubricantes cuando se tratan los métodos de barrera? Por la sencilla razón de que no son tan efectivos como estos.

Que el pH del producto no reseque la piel significa que hay menos propensión a que se produzcan pequeñas heridas, algo que sí sucede en mayor medida cuando no se utilizan los lubricantes.

Tanto Felipe y Marian como Erea Devesa, sexóloga colaboradora de Durex, coinciden que los lubricantes deberían ser un complemento imprescindible para cuidar la salud íntima.

La experta comenta que es recomendable utilizarlos siempre con métodos como los preservativos para vagina y/o pene, por ejemplo, una combinación que garantiza la máxima protección ante la transmisión de ITS.

Con este dato conseguiremos cambiar una de las cifras más sorprendentes que revelaron los expertos en un estudio que realizó la marca de anticonceptivos: que solo el 50% de los españoles ha usado -al menos una vez- lubricante en este último año.

¿Qué lubricante elegir?

La pregunta del millón. Quizás porque compartimos la (mala) experiencia de habernos encontrado con algún bote que, más que lubricante, parecía superglue.

O bien por alguna reacción alérgica que no nos hace tener precisamente un buen recuerdo.

Si cuidar tu salud no es bastante aliciente, quiero hacer hincapié en que las fórmulas actuales cada vez se inspiran más en las características del cuerpo humano.

Esto se traduce en que su textura es casi como la del propio flujo vaginal y, por tanto, perfecta para sexo oral, vaginal, anal

Aunque, para que tengas una información básica, a modo de punto de partida, lo primero que debes mirar es que sean compatibles con los preservativos en caso de que los vayas a combinar.

También comentar, así como resumen, que si buscas un lubricante menos espeso que se absorba antes, el de base acuosa es para ti.

En cambio, si prefieres uno que no requiera que lo repongas, porque necesitas que dé mucho de sí, apuesta por uno de base de silicona.

Ya el tema de los olores, sabores o sensaciones queda a tu gusto.

Mara Mariño

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Esta es la postura sexual que más lesiones produce

Que la cama sea uno de los pocos lugares donde nos permitimos sacar el lado salvaje tiene un pequeño precio a pagar: es el escenario perfecto para sufrir lesiones.

Y si no que se lo digan a ese tirón en la pierna que te ha dado en el peor de los momentos o a cuando has terminado con heridas o rozaduras porque con la emoción del momento no te enteras de que te estás dejando la piel de las rodillas.

pareja ducha

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Sí, el sexo es fantástico y, en ocasiones, arriesgado.

Aunque saber a qué nos exponemos más frecuentemente (y cómo evitarlo) era el objetivo de la marca de placer masculino Arcwave con su último estudio acerca de las lesiones que pueden ocurrir.

Golpes, moratones, infecciones del tracto urinario (amigas, no os olvidéis de hacer pis nada más terminar) o quemaduras con la alfombra, son las que coronan los primeros puestos del resultado del estudio.

Pero tampoco faltan tirones, desgarros musculares, lesiones de espalda y reacciones alérgicas (si eres de experimentar con geles de dudosa procedencia, sabrás de lo que te hablo seguro).

A veces, el simple hecho de cambiar una superficie por otra ya multiplica la peligrosidad de cualquier práctica.

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Aprovecho para a recordar que ahora que se acerca el verano, hay que doblar el cuidado con las prácticas en la ducha, responsables del 23% de las lesiones.

Además de los percances más repetidos, también averiguaron la práctica con mayor riesgo: la ganadora por excelencia del número de lesiones fue la postura del ‘perrito’.

Una posición que precisamente por el rango de recorrido que permite, es perfecta para facturas o desgarros si se hace con demasiada intensidad o fallando en el ángulo.

Detrás del 42% de lesiones sexuales registradas por el sexo ‘a cuatro patas’, el misionero también entraba en el ranking.

Aunque no solo de penetración va la cosa, porque en las prácticas orales también es fácil lesionarse, especialmente para hombres según lo que averiguó el estudio, ya que el 48% revelaron haber sufrido lesiones haciendo un cunnilingus.

Mi conclusión de todo esto, y viendo que casi nada está exento de riesgo, no es que limites tu vida íntima relegando ciertas prácticas de tu repertorio o evitando cambiar de lugar.

La clave es el ‘sentidiño’, que diría mi madre. Es decir aplicar el sentido común para que nuestra práctica sexual sea también sinónimo de bienestar sexual.

Es inevitable eliminar todos los factores que pueden producir algún tipo de herida, pero sí podemos identificar los que pueden ser un peligro.

Mara Mariño

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¿Por qué me agobio cuando me van a hacer sexo oral en vez de disfrutarlo?

Cuando una de mis mejores amigas me confesó que no le gustaba que su pareja le hiciera sexo oral, mi primera pregunta fue: «¿Qué es lo que no te gusta exactamente?».

Podían ser muchas cosas, desde que no le gustara la sensación, que tuviera alguna molestia… Pero lo que realmente le desagradaba era el agobio que sentía ante de idea de que su novio tuviera la cabeza cerca de sus bragas.

pareja

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«Es que mi flujo huele muy fuerte, así que prefiero que hagamos otras cosas sin que él baje», me llegó a decir.

Y, teniendo en cuenta que forma parte de mis amigas que solo ha estado con hombres, nunca había podido comparar olores con los de otras mujeres.

Entonces, ¿por qué tanta preocupación por su vulva?

Lo que le pasa a mi amiga es un sofoco silencioso que muchas arrastramos cuando se trata de quitarnos la ropa interior.

Puede que jamás hayamos visto, probado u olido ningunos genitales femeninos, y a lo mejor, justo por eso, nos parecen tan raros los nuestros propios hasta el punto de considerarlos «demasiado».

Demasiado olorosos, demasiado grandes, demasiado oscuros…

Más que nada porque la única comparación que tenemos viene impuesta por la autocrítica que nos hacemos en función de los estándares de belleza.

Para empezar, está el momento en que vamos al supermercado y todo producto para la higiene femenina lleva perfume para que te sientas «fresca» o cuando las compresas te aseguran eliminar todos los olores.

Si a eso le sumamos que las vulvas que muchas han visto son las del porno -que son seleccionadas para crear un contenido dirigido una audiencia mainstream masculina-, normalizamos un pubis rasurado, unos labios diminutos o esta idea, desde que se han puesto de moda las labioplastias, de que deben ser simétricos.

Preocupaciones que, como buenos pensamientos intrusivos, afectan a la capacidad de relajarse y, como a mi amiga, te impiden disfrutar de la experiencia.

Otros factores que ‘cortan el rollo’

Aunque muchas sentimos que por fin hemos alcanzado la ansiada libertad sexual, no todas viven su intimidad de una manera libre y plena.

En nuestra sociedad, se han establecido ciertos estereotipos de género en relación con la sexualidad, como la idea de que el placer sexual de las mujeres se subordina al de los hombres o es secundario.

Esto puede generar inseguridades y expectativas poco realistas, por lo que es importante recordar que todas las formas de placer son igualmente válidas (y que tú también te mereces gozar de que bajen al pilón).

Y relacionado con esto, aparece la falta de conocimiento sobre el propio cuerpo y las preferencias sexuales, otro factor que puede contribuir a ese agobio.

Si no estás segura de lo que te gusta o cómo comunicarlo a la pareja, todo lo que implique que se acerquen a la zona supone una angustia.

Cómo disfrutar(te)

Para mí, el primer punto es el de la aceptación corporal.

Es la hora de normalizar que, a no ser que tengas un problema de salud, tus genitales huelen a lo que tienen que oler y tienen el aspecto que tienen que tener.

Verte, familiarizarte contigo misma, con una parte de tu cuerpo que está ahí no solo para que le metas tampones o copas, sino para darte un montón de placer, es también clave.

¿Has probado a mirarte alguna vez ahí abajo con un espejo? Es para flipar: tienes vello suave, capas varias, texturas que parecen un coral…

¡Si es precioso! Deberías venerarlo más que a tu pelo y no te sientes ni la mitad de orgullosa de tu vulva que de tu melena.

Una vez te reencuentres contigo, permítete disfrutar tanto sola como en compañía.

Dedícate tiempo a saber qué es lo que te va y, cuando estés con alguien, no tengas miedo a decir lo que te gusta ni a pedir cómo quieres que se haga.

Empoderamiento hasta el coño, amiga.

Mara Mariño

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Ni se contagia en el baño ni provoca siempre cáncer de útero: mitos y verdades del VPH

Me acuerdo de que mi madre me enseñó a hacer pis en cuclillas cada vez que quisiera usar un baño público para evitar contagiarme de enfermedades. ¿Qué cuales?

En ese momento ni lo sabía, pero yo por si acaso repetía la incómoda sentadilla.

mujer haciendo pis

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Y aunque sí las hay que se transmiten de esa forma (como por ejemplo el E. coli), la mayoría de ellas no. Y mucho menos el temido virus del papiloma humano o VPH.

Tal y como la doctora Leticia Maya explica, lo que produce este virus «es una infección. La importancia de su existencia es que se relaciona como factor causal del cáncer de cuello de útero o cérvix».

«Siendo el cáncer de cérvix el 4º más frecuente en la mujer a nivel mundial, podemos decir que si prevenimos la infección por el virus del papiloma humano estamos previniendo el cáncer», explica.

Además del mito de la taza del wáter y el riesgo de contagiarse, hay mucho que no sabemos de este virus, empezando por la manera de contraerlo, las variedades que hay o si existe cura.

La ginecóloga nos lo cuenta y nos da los tips para cuidar de nuestra salud sexual.

«Hay unos 150 variedades diferentes, de los cuales, aproximadamente 40 se transmiten por contacto sexual afectando a piel y mucosas anogenital pero también de cavidad oral y tracto respiratorio superior de mujeres y hombres. Se diferencian en función de su capacidad de generar un cáncer en bajo y alto riesgo, siendo los tipos 16 y 18 los responsables del 70% de los cánceres de cérvix a nivel mundial» explica.

Los tres tipos de vacunas: «Bivalente (protege frente a dos tipos), tetravalente (frente a 4) y nonavalente frente a 9» nos protegerían del 16-18%.

«La tetravalente y nonavalente añaden además el HPV 6 y 11 responsable de la mayoría de verrugas genitales o condilomas. La nonavalente incluye otros tipos de HPV de alto riesgo, protegiéndote del 90%», de ahí que sea fundamental vacunarse.

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Pero, ¿debemos hacerlo hombres y mujeres o solo nosotras? Y, ¿cuándo hacerlo?

«Lo ideal sería vacunarnos antes de exponernos al virus, es decir, antes de mantener relaciones sexuales, pues es un tratamiento preventivo. En España, la vacuna está incluida en el calendario vacunal para todos los adolescentes a los 12 años. De hecho, la vacunación a varones se deberá incorporar en todas las comunidades autónomas antes del 2024.»

Aunque también las mujeres mayores de 25 años «pueden beneficiarse de la vacunación frente a VPH, independientemente de si presentan infección por algún tipo de VPH», así que como la doctora recomienda, lo mejor es vacunarnos aunque hayamos mantenido relaciones sexuales.

¿Cómo se da el contagio?

Como la doctora Leticia Maya aclara, el miedo a que el virus esté agazapado en la taza de un urinario, es infundado.

«Se contagia por contacto sexual. Por tanto, haciendo únicamente pis en un baño no se contagia. Si en el baño hemos hecho más cosas que pis, quizás si», especifica.

Y, aún en el caso de contraer el virus, no significa que el cáncer de útero vaya a desarrollarse.

«La infección por el VPH es la infección de transmisión sexual más frecuente a nivel mundial afectando al 75% de mujeres y 80% de los hombres sexualmente activos. Aproximadamente el 90% son infecciones transitorias que se resuelven en el transcurso de unos 2 años, es decir, eliminamos el virus sin necesidad de tratamiento gracias a nuestra inmunidad», declara.

«Sin embargo, un 10% tendrán una infección que persista más de estos dos años y sean los que tienen mayor riesgo de cáncer de cérvix, por tanto, los que tendremos que vigilar de cerca».

Y, para ello, estar pendiente de los síntomas es algo fundamental. Un detalle más complicado cuando se puede ser portador asintomático.

«Tanto la mujer como el hombre pueden ser portadores asintomáticos y transmisores de la infección por contacto sexual», explica.

Aunque «verrugas genitales (aunque sea infección por VPH de bajo riesgo, suele estar asociado a los de alto riesgo, y por tanto se recomienda investigar), otras infecciones de transmisión sexual o si hace años que no nos hacemos una citología y presentamos sangrado con las relaciones sexuales» son buenas razones para que nos vean, ya que pueden ser, entre otros, algunos síntomas.

Mara Mariño

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¿Por qué ahora las llamamos ‘ITS’ y no ‘ETS’?

Quienes tuvimos educación sexual, aprendimos rápido las tres letras que más nos iban a marcar la vida íntima desde aquel momento: una «E», una «T» y una «S», las siglas de Enfermedades de Transmisión Sexual.

preservativo protección sexual

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Daba igual qué quisiéramos poner en práctica en la cama.

Casi todas, parecían focos de contagio de enfermedades que, no sabíamos muy bien qué eran, pero sonaban terribles: gonorrea, clamidia, virus del papiloma humano, herpes…

Años más tarde, tanto en la comunidad médica como entre expertas en sexología, empezaron a usar cambiar «enfermedades» por «infecciones».

Es decir, en vez de ETS, ahora tenemos que hablar de infecciones de transmisión sexual. Pero, ¿a qué viene este cambio?

Por un lado, el objetivo de este cambio era alejarse del estigma que arrastra haberse contagiado.

Gracias a los tratamientos médicos, se puede vivir con las enfermedades y llevar una vida sexual normal.

También hablamos de ITS porque también se contempla a las personas que quedan infectadas, pero no muestran síntomas, que serían las que tienen la infección pero no la enfermedad, como Ellie en The Last of Us.

Al no tener síntomas, una infección es más difícil de diagnosticar, lo que hace que esa persona sea un foco de contagio y a su vez pueda hacer que otras personas se infecten (e incluso algunas terminen desarrollando la enfermedad).

Un ejemplo de esto es el herpes genital que, en cuanto desaparece el brote, no hay manera visible de saber si esa persona se ha contagiado.

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Ahora que ya está clara la diferenciación entre infecciones y enfermedades, la conclusión es que el objetivo es cuidar siempre nuestra salud sexual, sin dejarla en manos de que alguien nos diga que «es muy limpio» o que confiemos en su palabra, que no tiene nada.

Sin unas pruebas médicas recientes, no vamos a tener la garantía del estado de la otra persona (y hay que recordar que esto tampoco es 100% fiable porque hay enfermedades que tardan meses en ‘dar la cara’).

Por esa razón, solo usar métodos de protección en el sexo puede garantizarnos la seguridad de cuidar nuestra salud.

Y sí, eso incluye todo lo que implique no solo contacto entre fluidos como el semen o el flujo vaginal, sino también la saliva.

Por lo que el preservativo y las barreras orales de látex serían los dos sistemas que garantizarían que, independientemente de lo que hagamos (penetración vaginal, sexo anal, cunnilingus…), no haya riesgo de contagio.

Mara Mariño

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Así son las láminas para hacer sexo oral (igual de placentero) sin el riesgo de contagiarte nada

Diría que no nos falta concienciación sobre el sexo seguro (gracias, Chenoa) cada vez que vamos la penetración entra en escena.

Pero creo que, en todas las demás prácticas, nos tomamos las cosas con calma o nos preocupa menos pillar algo.

Y eso explicaría también el repunte de enfermedades de transmisión sexual.

pareja beso lengua oral

PEXELS

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A modo de breve repaso de educación sexual, sí, por desgracia todo lo que implique contacto entre mucosas -todas las del cuerpo-, es también un foco de contagio.

Estoy hablando de la vulva, el ano, la boca, y por supuesto, el pene.

Tratándose del último de la lista, el condón nos hace el apaño ya se trate de meter o de chupar , pero ¿y para todo lo demás?

Pues bien, yo había oido hablar -en su momento-, de las láminas de látex, que supuestamente sirven para el resto de zonas del cuerpo.

Pero no me había dado por probarlas hasta que empecé a escribir este espacio.

Así empezó mi aventura de buscar ‘métodos de barrera para poder tener sexo oral en vulva y ano’ o, como iba diciendo por las farmacias «¿Tenéis láminas de látex para comer culos y vulvas?».

En realidad no lo hice así, pero habría sido mucho más divertido.

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En algunos sitios me miraron raro, en otros nunca habían oído hablar del tema y ni sabían que eso existía.

Mientras tanto, las cajas de profilácticos se encontraban bien a la vista y a mano en los estantes.

Pero nada, las láminas que os comento no se venden en farmacia. O al menos en las tres que pregunté.

Está claro que, la protección más allá del pene, en el sexo oral, es algo secundario hasta en las redes de distribución oficiales.

Finalmente las encontré en una tienda erótica, bien resguardadas en una vitrina junto a juguetes sexuales, dados y lubricantes.

No, no fue fácil encontrarlas, primer inconveniente a la hora de querer usarlas. Pero una vez en mi poder, confiaba en que todo se volvería más sencillo.

Cómo funciona el sistema

Las láminas son lo que se anuncian en el reverso de la caja, no hay trampa ni cartón: ‘hojas’ finas rectangulares de látex sin ningún tipo de lubricante o adhesivo, que se colocan donde quieras y se usan para lamer la zona por encima de la lámina.

100% protectoras a la hora de evitar contagiarte donde quiera que metas la lengua y 0% de publicidad engañosa, lo que lees (en la caja) es lo que hay.

Porque tampoco hay ninguna imagen que acompañe. Una vez las abres sí que encuentras dentro un papelito donde te explican cómo se colocan y qué no deberías usar junto a ellas (lubricante de base oleosa).

Aquí quiero destacar el hecho de que, una vez desplegadas, no olieran a globo, algo que sí pasa con los condones.

Fue un alivio, es un olor que me produce náuseas. Las que compré tenían un perfume como a chocolate blanco.

Pero el problema es que siendo tan anchas, una vez estás en faena con la boca ocupada, te cubren la nariz cuando respiras por ella, taponándote los agujeros de lo ligero que es el látex de la lámina.

Otro obstáculo a tener en cuenta. Pero después de haberlo probado, no son todo desventajas.

Puedo confirmar que es mucho más cómoda cuando se trata de quien la disfruta, que para quien la está utilizando para ejecutar el cunnilingus o el annilingus.

La lengua se queda un poco tirante al terminar (algo que igual usando un lubricante a base de agua no sucede, pero yo lo probé tal cual venía en la cajita).

Puede ser porque hay que aplicar algo más fuerza para que la otra persona tenga la misma sensación que si la lámina no estuviera de por medio, que sí hace un poco de resistencia que si no hubiera nada.

Es parecido a cuando te la quemas por haber comido algo muy caliente, pero se termina pasando.

¿Mismo placer?

Respecto a las sensaciones de que te coman con eso puesto, diría que es como cuando te estimulan por encima de la ropa interior.

Sí, se nota ligeramente que hay algo entre tu piel y la lengua, pero la impresión es igual de placentera y se puede llegar de la misma manera al orgasmo.

Mi conclusión es que es una buena idea para practicar sexo oral de manera segura, pero no termina de salir a cuenta (al menos en el aspecto económico).

Para que el uso del producto se volviera más frecuente, deberíamos empezar a acostumbrarnos a tirar de lámina cuando practicamos sexo oral con una persona nueva (que sería lo suyo).

Quiero pensar que, en ese futuro hipotético, la alta demanda haría que las láminas se popularizaran, lo que lograría que llegaran a más puntos de venta cercanos -farmacias incluidas- y, finalmente que su precio bajara.

Porque tenemos que hablar de que, por la friolera de 7 eurazos, te venían solo 2 unidades. Te sale el cunnilingus o annilingus a 3,50 €.

Hay que tener en cuenta que, con las marcas más famosas de condones, la unidad de preservativo cuesta menos de 50 céntimos.

Esto significa que es mucho más rentable comprar una caja de estos, cortar la punta con unas tijeras, hacer otra incisión vertical para que tenga la misma forma rectangular, y hacer el apaño.

Pero eso ya es una decisión personal. Lo que no deberíamos plantearnos es si usar o no un método de barrera cuando bajamos al pilón, que hay mucha infección suelta (y a veces quien la porta ni lo sabe).

Mara Mariño

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