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¿Te someterías a una cirugía para ‘embellecer’ tu zona genital?

Fue durante el verano de 2021, con la popularización de los minibikinis, cuando se volvió muy solicitada la liposucción del monte de Venus.

Casi un año después, he descubierto otro concepto que me ha hecho reflexionar: la cirugía estética genital.

PEXELS

(Inciso: ¿no me sigues en Instagram? ¡Pues corre!)

Con el objetivo de ‘armonizar’ los genitales, una corriente de juezas de la entrepierna dicen alto y claro lo contrario a lo que se volvió viral en Sex Education.

«No, no todas las vulvas son bonitas. Hay vulvas feas al igual que hay personas feas».

Este comentario, de la boca de cualquier persona, es como una bofetada a mano abierta. Sobre todo si viene de alguien profesional del sector que ve vulvas a diario.

Si encima es mujer, del pinchazo a la sororidad ni hablamos.

Porque, por lo pronto, la belleza es algo tan subjetivo como el gusto musical. Ni a todo el mundo le va a gustar Beethoven ni Rosalía, puede que te gusten ambos estilos, puede que ninguno.

Tildar a uno de malo y al otro de bueno es en base de tu gusto personal, único. Pero tu prisma no convierte a lo que miras en una cosa u otra, solo es cómo tú lo percibes.

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Cada una puede hacer lo que quiera con su cuerpo (de nuestra voluntad depende elegir lo que hacemos con él, por supuesto), pero ¿hay libertad cuando recibes un discurso tan rotundo que te anima a mirarte la vulva para que le encuentres los defectos?

El manual de instrucciones de las anomalías que tienes que cambiar están en la lista de intervenciones de cualquier centro ginecoestético.

Labioplastia de labios menores (te ‘recortan’ los labios internos), vaginoplastia para reducir el diámetro de la vagina que se ha podido dilatar tras los partos, blanqueamiento por si del roce con la ropa se te ha oscurecido por la pigmentación o rellenar los labios externos con ácido hialurónico para que tengan más volumen.

Animándote a que cojas un espejo y te examines, ¿no vas a plantearte si tus labios son demasiado grandes o pequeños, si tu vaina es demasiado ancha o si tu vulva, en general, es demasiado oscura?

Y además, ¿cuáles son los cánones estéticos que dictan que debes tener una simetría digna del Neoclasicismo?

Porque, a diferencia de los prototipos de belleza física, tan presentes en redes sociales o publicidad, las vulvas no se ven a primera vista por la calle.

Que puedas llegar a la conclusión de que ese labio -ligeramente más grande u oscuro que el otro-, necesite un cambio puede deberse a has encontrado vulvas que no se parecen en nada a la tuya (con el porno hemos topado).

O bien porque has recibido un comentario de alguna pareja, que también se ha criado viendo este tipo de imágenes y ha construido la imagen de cómo debe ser la vulva perfecta en su cabeza.

Pero no porque, de un día para otro, decidas que lo que hasta ahora era una parte más de ti, ya no te gusta.

Recuerda que de esa insatisfacción ajena que te han metido en la cabeza -de una manera sutil-, implica llenar los bolsillos a los que se dedican a esto.

Cuánto más inseguras estamos las mujeres con nuestro aspecto, más dinero gastamos en cambiarlo.

Entre 1.500 y 3.500 euros es lo que cuestan este tipo de cirugías ‘armonizadoras’. Pero, alerta de spoiler: el cuerpo no es simétrico y la vulva tampoco.

Personalmente prefiero gastarme el dinero en un viaje con mi pareja a cualquier lado, que es algo que va a ayudarme más a ser feliz que blanquearme los labios.

Así que mi consejo es que, si coges un espejo, que sea para verte y aceptarte de arriba a abajo. Que si no tienes ningún problema funcional, que te impida tener una vida sexual normal, lo que ves entre tus piernas es perfecto (y precioso) para disfrutarte.

#lavulvaesbella

Mara Mariño

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¿Hay ‘gordofobia’ tras la tendencia de retocarse el pubis?

Las estrías, las tetas caídas, los pelos alrededor de la areola del pezón, la dureza del pie, el mollete debajo de la axila, las arrugas de expresión, la celulitis, las manchas de la cara, la tripa…

Podría escribir un artículo infinito solo con las peculiaridades físicas por las que las mujeres hemos aprendido a sentirnos avergonzadas. Las mismas que forman parte de nuestro cuerpo como la piel, la carne o los huesos.

SAVAGEXFENTY

Sentimos vergüenza hasta el punto de que compramos todo lo necesario para que desaparezca de nuestra vista.

Para que lo natural se elimine vía artificial.

Para ser menos nosotras mismas y más como creemos que quieren que seamos.

Y la última incorporación, el nuevo objeto de deseo que deberíamos estar anhelando este verano, es un pubis plano.

El mismo que pueda caber sobradamente en esos bikinis que parecen una mascarilla arrugada entre las piernas y se colocan con las tiras tan altas que no hay forma de que los labios encajen correctamente en esos escasos centímetros cuadrados de tela.

Para conseguirlo si no lo tenemos de forma natural, también encontramos la respuesta en el capitalismo: una liposucción en la zona.

Quitar la grasa que se acumula en el monte de venus para tener una entrepierna no ya digna de revista, digna de Instagram.

Llegar a eso significa que ya no ves tu pubis como lo que es: un lugar con el que disfrutar y pasarlo bien.

Que lo transformas por una mirada que considera que tal y como lo tienes genéticamente no es atractivo, no entra en el margen de lo aceptado o establecido.

Pero lo cierto es que tu entrepierna, tal cual la tienes ahora, es perfecta. Porque esta tendencia no debería dejar que le cogiéramos manía.

No quiero odiar mi cuerpo en ninguna época del año. Y la liposucción de pubis nos aleja de que podamos aceptar todos los tipos de pubis: los planos, los huesudos, los gordos, los peludos…

Porque somos tan distintas que hacer de tanta variedad una calcomanía sería como si desaparecieran de la noche a la mañana todos los sabores de helados con una única excepción. Y que ese fuera el único que encontráramos en el mundo.

Y en la variedad está lo maravilloso.

Duquesa Doslabios.

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