Entradas etiquetadas como ‘deseo’

Tinder Australia incluye anuncios sobre consentimiento (y España debería tomar nota)

Cuando te descargas Tinder y seleccionas qué preferencia tienes, la aplicación procede a enseñarte un sinfín de perfiles para que empieces con el mítico swipe left o swipe right. Menos si estás en Australia.

Una iniciativa del CRCC (Centro de Crisis por Violación de Canberra) ha conseguido que, entre match y match, aparezcan anuncios sobre el consentimiento.

campaña publicitaria consentimiento Tinder Australia

TINDER AUSTRALIA

(¿Cómo que aún no me sigues en Instagram? Pues venga…)

Desde que dio comienzo la campaña, a los australianos les aparecen frases como «¿Sabes cuál es mi palabra de seguridad? ‘No’ es la única palabra que deberías necesitar», «Si el sí no se comunica verbal o físicamente, es un NO» o «Si cada acto sexual tiene mutuo consentimiento, es un SÍ».

El objetivo además de resolver las dudas que aún puedan existir sobre el consentimiento es, por supuesto, el de cambiar las actitudes de los usuarios que usan la app.

Además, al animar a hacer comprobaciones durante el encuentro, para asegurarse de que se está a gusto con lo que está sucediendo, se promueve la idea de que el consentimiento es una conversación constante.

Algo que es una de las asignaturas pendientes, porque además de los famosos contratos que algunos popularizaron en redes creyendo que serían la ‘solución’ -antes que ir cerciorándose del bienestar de su acompañante-, ha habido intentos de webs o aplicaciones que ofrecen la opción de ponerlo por escrito.

El consentimiento algo que se puede revocar, lo que aparece reflejado en el cambio de la Ley de Enmienda de Delitos de 2022 que cambió el principio de presunción del consentimiento.

Es decir, que además de que debe haber una conversación continua y mutua entre los participantes, la ley también establece que las personas tienen derecho a elegir no participar en actividades sexuales

En España, si vamos al artículo 178, la teoría también la tenemos  al día: «Solo se entenderá que hay consentimiento cuando se haya manifestado libremente mediante actos que, en atención a las circunstancias del caso, expresen de manera clara la voluntad de la persona».

Porque, por desgracia, muchas de las interacciones de citas de hoy en día comienzan en línea, no son consensuadas y por tanto inseguras.

Te puede interesar leer: Los hombres se sienten capaces de aterrizar un avión, pero no de entender el consentimiento

A nivel nacional, tenemos datos que prueban esto, este año gracias al informe ‘Apps sin violencia’ de la Federación de Mujeres Jóvenes.

Basado en casi mil encuestas, los resultados revelaron que el 22% de las mujeres que tuvieron una cita a través de una aplicación sufrieron una violación.

Por otro lado, según el mismo informe, se calculó que el 57,9% de las entrevistadas se han sentido presionadas para tener sexo con los hombres con los que quedaron.

consentimiento campaña Tinder Australia

TINDER AUSTRALIA

Aunque todavía es pronto para saber cómo ha funcionado en Australia esta medida, sí podemos sacar en claro que son recursos que superan a Tinder España (y otras aplicaciones de conocer gente).

En la aplicación de nuestro país solo aparece la definición de consentimiento en la guía de términos y condiciones, algo que acompañan de una lista de recomendaciones.

Pero si con el «Curso intensivo» de consentimiento, que es como lo llaman, ha habido un 20% de violaciones, igual es que no es suficiente.

Soy consciente de que las aplicaciones para ligar no tienen la culpa de lo que la gente haga después de hacer match. Idealmente, una educación en el respeto del consentimiento, recibida desde la infancia, sería clave.

Pero mientras no suceda, mientras sigamos luchando por conseguir que se respete un «no» o se pare inmediatamente ante una falta de entusiasmo, la opción de Australia se presenta como un refuerzo de cara a recordar de qué manera deberían ser los encuentros.

Así podrá evitarse que se sigan perpetuando agresiones sexuales con violencia o sin esta, pero sin ser deseadas.

Mara Mariño

(Y también puedes seguirme en TikTokTwitter y Facebook).

Así es la coerción, la sutil forma de presionarte para tener sexo que debes identificar

¿Sabes esas noches en las que estás viendo una serie antes de ir a dormir, entre la modorra y la pantalla? En una de esas ocasiones mi ex me preguntó si se la podía chupar.

Había tenido un día muy duro, según él, y aquello le haría sentir mejor.

pareja cama enfadada

PEXELS

(¿Cómo que aún no me sigues en Instagram? Pues venga…)

En aquel momento no tenía el conocimiento como para ponerle nombre a lo que estaba pasando. Solo sabía que quería seguir viendo la tele y no me apetecía hacer nada con él.

Cuando comuniqué cómo me sentía, su reacción fue la de aumentar la presión, que cómo podía ser tan egoísta, que no me costaba nada, que iba a ser un rato de nada…

Terminé accediendo para que no siguiera haciéndome sentir mal y porque no entendía que mi falta de ganas era un motivo lo bastante válido como para vencer todos sus argumentos.

Pero tardé muchos años en ponerle nombre a aquella práctica sexual que consentí, sin desear: coerción.

«Coerción» es un concepto que puede verse confundido con el consentimiento, porque una de las partes cambia de idea y termina accediendo, lo que no significa que esa decisión se haya tomado de manera libre.

Sin embargo, si no quieres mantener una experiencia íntima del tipo que sea y lo haces finalmente por motivos ajenos, no estás consintiendo voluntariamente, sino que es fruto de factores externos.

Entre ellos está la insistencia (a la que quieres poner fin), la culpabilidad que crece dentro de ti por no cumplir la expectativa de pareja que se espera, el miedo a la reacción que pueda tener tu negativa, las amenazas, persuasiones, incomodidad…

La coerción puede llegar en cualquier momento de tu vida, bien por parte de esa persona que estás empezando a conocer -y con la que todo parece ir de maravilla-, hasta tu pareja, con la que llevas varios años de relación.

Al principio puede tomar muchas formas: «No seas monja, todo el mundo ha tenido sexo a tu edad», «Llevamos viéndonos unos meses, ¿cuándo va a ser el momento?», «Solo es sexo, le das demasiada importancia», «No debes de ser tan buena en la cama, igual por eso estás soltera»…

¿Cómo se ve la coerción en pareja?

Aunque, por experiencia personal, es dentro de una relación estable cuando más sucede la coerción.

Y uno de los motivos sería que todavía hay personas que forman este tipo de vínculos con la equivocada idea de que estar en una pareja significa tener una barra libre de sexo.

Quizás es más difícil de identificar porque cuesta pensar que nuestro novio o novia está mirando únicamente por sus deseos (y no le importan los nuestros).

También porque puede disfrazarse de varias maneras, como ‘transacción’: «Recojo la ropa del tendedero, pero luego un poco de sexo» o «¿Seguro que no te apetece si te doy un masaje?».

Es también coerción hacer hincapié en los tiempos cuando estás en un momento en el que no te apetece, por la razón que sea: «¿Crees que esta noche te vas a sentir con ganas?», «No puedo esperar a que se te pase esta etapa tan rara», «Llevamos mucho sin tener sexo, me cuesta cuando pasa tanto tiempo»…

Te puede interesar leer: Casi la mitad de nosotras nos hemos sentido presionadas para no usar condón

O como chantaje emocional: «Las parejas tienen sexo, si no vamos a hacerlo deberíamos terminar», «Lo necesito ahora», «Si no tienes ganas conmigo debe ser porque me estás engañando y estás poniéndome los cuernos con otros»

Y, por supuesto, otro factor coercitivo es apelar a la culpabilidad de estar en deuda con la otra persona: «¿Cómo que no quieres? Es San Valentín», «No creo que me quieras tanto como dices» o «Tienes suerte de que siga contigo, podría estar buscando sexo fuera de la relación».

A modo de friendly reminder, quiero repetir que tenemos el derecho de decidir cuándo nos apetece tener sexo y un «no» debería ser siempre respetado, venga en la manera que venga, ya sea expresado alto y claro o en forma de lenguaje corporal.

Se puede cambiar de idea y que el deseo se reactive, claro, la diferencia es que la decisión parte de ti, mientras que todas las estrategias que busquen convertir nuestra falta de ganas en un «sí» son coerción.

Que no se nos olvide que el sexo no es algo que se hace, es algo que se comparte.

Mara Mariño

(Y también puedes seguirme en TikTokTwitter y Facebook).

Los hombres se sienten capaces de aterrizar un avión, pero no de entender el consentimiento

Ayer una amiga me habló de esa tendencia en TikTok que consistía en preguntarle a tu pareja si, en una situación de emergencia en pleno vuelo comercial, se vería capaz de aterrizar el avión.

La gracia es que todos los interpelados de la red social afirmaban rotundamente que sí, que lo harían. Dispuesta a ponerlo en práctica, solté la pregunta al llegar a casa esa noche.

Mi pareja no titubeó, él también se imaginaba aterrizando un avión de una pieza.

piloto de avión

PEXELS

(¿Cómo que aún no me sigues en Instagram? Pues venga…)

Por un lado, su respuesta no me sorprende. Llevan desde pequeños viendo películas de acción donde el héroe debe tomar los mandos y llevar la nave a tierra sana y salva (y siempre lo consigue).

Quizás si hubiéramos sido nosotras las que en vez de fijarnos en princesas Disney hubiéramos admirado a Tom Cruise, tampoco titubearíamos al responder que podemos lograr eso y más.

Según mi novio, el hecho de que lleven jugando a videojuegos de naves también les hace sentir cierta seguridad a la hora de contestar de manera positiva a la tendencia viral.

Choca esa seguridad, teniendo en cuenta que las consolas no convalidan cuando se trata de prácticas de conducción, pero aún más cuando averiguo gracias a Google que la carrera de piloto dura entre 5 o 6 años.

Lo impactante es el consenso universal masculino de confiar en sus habilidades para pilotar.

No voy a hacer el chiste -ya convertido en cliché-, de que sabrían aterrizar un avión, pero no encontrar el clítoris porque a estas alturas de la película, ya hemos pasado ese nivel (y gracias al Satisfyer ya no hay dudas de dónde está).

Pero sí quiero reflexionar sobre la diferencia de capacidades ligadas a la masculinidad. Contrasta la ficticia gran habilidad aeronáutica respecto a la falta de competencias de comprensión.

Me refiero a conocer la voluntad de otra persona cuando se trata de acceder de manera deseosa y consentida a la intimidad.

Según los resultados del informe de FAD Juventud de mayo, el consentimiento solo se ve como ‘vía de escape’ de un posible proceso judicial.

En ningún caso como una forma de mantener relaciones sexuales sanas. No nos olvidemos de quienes siguen pensando que hay que llevar un contrato encima que se debe firmar previo polvo.

Te puede interesar leer: Tranquilo amigo, no tienes que llevar un contrato encima por la ley del ‘Solo sí es sí’

No extraña que haya quienes se identifiquen como esos sujetos activos que lo mismo pilotan una aeronave, que inician una aproximación sexual: hablando, ligando y viéndonos a nosotras como el avión que solo está ahí para ser seducida y, a posteriori pilotada.

Llama la atención que la complejidad de la maniobra aeronáutica debería parecer mucho mayor y complicada que la de leer a tu acompañante. Y sin embargo, es de esto último de lo que se sienten incapaces.

Con una educación detrás mucho menor que para llevar naves que surcan el cielo, entender de manera activa si se quiere tener sexo va más allá de los claros «sí» o «no» y no, no es tan complicado.

¿Cómo creerse capaz de leer una máquina que tiene más de 350 perillas, interruptores y controles y no de saber interpretar la comunicación verbal que habla por sí sola?

Hablo de cuando hay rigidez, una falta de entusiasmo o participación, esa expresión de desconexión con la mirada perdida, la incomodidad o nerviosismo, el silencio tenso, la evitación del contacto visual…

No necesitamos que aterricen aviones, la competencia nos importa, el verdadero desafío de los hombres, es que sepan si deseamos ese encuentro.

Que además van a tener muchas más ocasiones de ponerlo en práctica que de manejar un avión con sus propias manos.

Mara Mariño

(Y también puedes seguirme en TikTokTwitter y Facebook).

La ocurrencia de los abogados de Dani Alves que ‘demostraría’ el consentimiento es ridícula

Cada caso relativo a un abuso sexual es una caja de sorpresas. Nunca sabes qué argucia va a sacar la defensa del acusado para eximirle de su responsabilidad como agresor.

Como por ejemplo la de 1999, año en el que el Tribunal Supremo italiano dictaminó que una violación donde la víctima llevaba vaqueros, no se podía considerar violación por lo difícil que resulta quitar esa prenda.

mujer bragas

PEXELS

(¿Cómo que aún no me sigues en Instagram? Pues venga…)

Pero no tenemos que remontarnos tanto en el tiempo.

Ahora mismo, en pleno 2023, el caso de Dani Alves ha tomado un nuevo giro.

Su equipo de abogados se agarra a que, viendo las pruebas médicas (o más bien la ausencia de lesiones en la vagina de la víctima), habría habido flujo vaginal.

Según ellos, la señal de que hubo una excitación que invalidaría que se tratara de una violación.

Un razonamiento tan surrealista que he querido poner antes el de los pantalones vaqueros para ilustrar el problema que veo entre ambos procesos judiciales: nunca es el violador, siempre son las víctimas.

Te puede interesar leer: Los defensores de Dani Alves, el mejor ejemplo de la ‘cultura de la violación’

Pero, ¿cómo puede ser que lleguemos al punto de mirar con lupa -casi literalmente-, unos genitales y lanzar hipótesis al tuntún antes que creer un testimonio de una agresión sexual?

Sobre todo cuando, por muy expertos que sean en materia de abogacía tienen entre cero y ningún conocimiento de fisiología del aparato reproductor femenino.

Como el bioquímico Pere Estupinyà explicaba en su libro, S=EX2: La Ciencia del Sexo: «Los genitales pueden reaccionar a estímulos que la mente no interpreta ni experimenta como excitantes y no ser conscientes de ello».

Es decir, que un roce, un beso o un acercamiento –incluso forzados-, tienen la posibilidad de generar una respuesta física que no tiene por qué corresponder con un deseo ni un consentimiento.

 

Ver esta publicación en Instagram

 

Una publicación compartida de Mara Mariño (@meetingmara)

De hecho, más allá de cómo nuestro cuerpo contesta, si nos ponemos a analizar el ‘comportamiento’ del flujo vaginal, que haya más o menos (o ninguno) es algo que también va variando.

Hay momentos del mes que, en función de la fase del ciclo menstrual y su correspondiente respuesta hormonal, la vagina puede ser un secarral o estar lubricada hasta el punto de que traspase las bragas.

Y es otra respuesta fisiológica incontrolable que nada tiene que ver con la excitación (o falta de esta).

La conclusión que saco de esta maniobra de los defensores del futbolista, es que parece que la lista de requisitos para no ser violada continua creciendo.

No te maquilles, no te pongas esa falda corta, no lleves tacones, no coquetees, no bebas, no vayas sola, no salgas de noche, y, desde hoy, no lubriques, que como tengas la mala suerte de que ese día te pase algo, va a tirar por tierra tu denuncia de que no fue consensuado el asunto.

Todo para obviar que el verdadero problema no somos las víctimas, cómo vestimos o por dónde vamos. El único factor del que depende una violación es un violador.

Si algo manifiesta la excusa de los vaqueros o la del flujo vaginal es que en 24 años habrán cambiado muchas cosas, pero la Justicia sigue siendo la misma: patriarcal.

Mara Mariño

(Y también puedes seguirme en TikTokTwitter y Facebook).

¿Los afrodisíacos funcionan? Mi experiencia después de probarlos

Voy a empezar confesando que soy un poco incrédula cuando se trata de sustancias que te hacen despertar mágicamente el apetito sexual, lo que en teoría consiguen los afrodisíacos.

Tomar ostras, u otros alimentos que dicen que ayudan, no me ha terminado de afectar lo suficiente como para darlos por buenos (y eso que hay incluso un menú realfooding que mejora el sexo).

Mi concepto de alimento que sube la temperatura -y de verdad me produce deseo sexual- es que me diga que, si quiero, me prepara unas croquetas para que tenga en el congelador cuando me apetezcan.

pareja cama deseo sexual

PEXELS

(¿Cómo que aún no me sigues en Instagram? Pues venga…)

La cosa es que no le veía mucho sentido a usar un producto específico para eso.

O sea, creo que mi deseo sexual es bastante común: a veces menos, a veces más, si veo Outlander por las nubes, si tengo mucho lío en el trabajo lo pienso menos… Lo normal.

Pero como la curiosidad es la que mata al gato (o en este caso a la gata, que soy de Madrid como los churros de San Ginés), pensé «Bueno, ¿y por qué no?»

Mi lado más racional me decía que igual esto era un poco el timo de la estampita y lo que funcionaba era el efecto placebo.

Pero justamente por no tener una libido baja sentía que no tenía ningún tipo de expectativa -ni me llevaría decepción- con el funcionamiento del afrodisíaco.

En el mercado hay un montón de ellos, pero yo tenía claro que iba a experimentar lo justo.

El que escogí era bastante natural, de hecho, aparte de agua, lo que tenía era extracto de damiana y L-arginina.

Por lo que me informé, estos dos ingredientes son conocidos por mejorar la satisfacción sexual y aumentan el aporte de sangre a los tejidos genitales (entre muchos otros beneficios que me interesaban menos para esto).

Yo lo que quería era testearlos entre las sábanas.

El efecto no es instantáneo, no es como tomarte un café, que a los 10 minutos ya estás como una moto.

Y tampoco te convierte en una fiera en la cama ni vas a tener encuentros que podrás considerar epifanías sexuales.

La constancia es la clave, fue mi primer descubrimiento. Después de tomar la dosis durante unos días, estaba más ‘despierta’.

En mi caso, fue algo que ayudó a reactivarme. Era como que en más situaciones o momentos me entraban ganas de tener sexo.

Luego también es verdad que, cuanto más sexo tienes, más sexo te apetece, por lo que va genial para hacernos reconectar en pareja si llevamos una temporada con los deseos descoordinados.

Te puede interesar leer: La disritmia sexual: cuando vuestras ganas no coinciden

La conclusión es que como experimento está bien, aunque creo que no se debe usar como apaño si hay problemas más graves detrás (que quizás necesitan otras soluciones o ayuda profesional).

Para un momento puntual, a modo de empujoncito, cumple su función.

Es más, que lo usara en una etapa normal de mi vida, hizo que reflexionara de que es también normal que a veces no nos apetezca.

Saber cómo lidiar con esa frustración o falta de libido de nuestra pareja, sin que suponga un mundo para la relación, es también un aprendizaje.

Pero que vaya, que introducirlo como impulso de vez en cuando, también está genial. Y si lo que funcionó fue el efecto placebo, ¿por qué no aprovecharlo si nos lleva a querer entrechocarnos la piel más a menudo?

Mara Mariño

(Y también puedes seguirme en TikTokTwitter y Facebook).

Por qué a tu próxima cita deberías llevar una novela erótica

Mi primera paja literaria fue con Memorias de Idhún de Laura Gallego García. Jack y Victoria, los protagonistas, se daban un apasionado beso entre rocas.

Daba igual que fuera una novela juvenil, mi calenturienta imaginación adolescente hacía -o imaginaba- el resto.

Muchos años después, me animan a hacer algo revolucionario: compartir esos fragmentos que uso en la intimidad con alguien más.

cena romántica cita

PEXELS

(¿No me sigues en Instagram? ¡Pues corre!)

Son las 11 de la mañana, varias periodistas nos reunimos gracias a Lelo, la marca de juguetes sexuales, en el Museo Chicote.

Es ese local de Gran Vía, por el que has pasado 500 veces por delante y, si eres millennial, como yo, seguramente no hayas entrado.

El lugar por dentro huele a ligoteo, a madera por sus bancos enfrentados (para hablar con el de al lado rompiendo el hielo), a ganas de sexo y a baños que cuentan historias de no poder aguantarlas.

Y si no, ya me las imagino yo mientras Valérie Tasso nos lee un fragmento de Diario de una ninfómana, su best seller.

El objetivo del encuentro es ‘convencernos’ (así entrecomillado, porque más que un convencimiento es una sugerencia para inspirarnos) de que deberíamos compartir la literatura erótica, como si fuera un masajeador para él y para ella.

La escritora y sexóloga tiene tablas no solo en esto de leer para excitarse, sino en escribir para que sus lectores lleguen a ello.

«¿Cómo se describe un orgasmo si el orgasmo no tiene palabras? Es inefable», señala como uno de los retos de escribir este tipo de novelas.

No le ha hecho falta, en el metro volviendo a casa, mi amiga y yo recordamos una de las escenas de su libro, en la que la protagonista tiene sexo con un desconocido que se cruza por la calle.

«El reto de normalizar» es otro desafío que destaca Patty McMahou, otra escritora invitada.

Aunque el objetivo de sus libros lo tiene claro, y no es solo que nos vuele la imaginación cuando narra una escena en la que una pareja se lo monta sobre una silla.

«Quiero que la gente se divierta con el sexo», afirma.

En mi opinión, la diversión estaba garantizada cuando me imaginaba las caderas de su protagonista revolviéndose en el asiento mientras le practicaban sexo oral.

Ya no sé si es por la subida de las temperaturas en Madrid o la lectura de la escritora, pero de repente ponen al máximo el aire acondicionado de Museo Chicote. No vaya a ser que nos calentemos de más.

Aunque a lo mejor el mayor reto, es el de dejar de considerar la novela erótica un género de segunda.

Quizás porque, como comenta uno de los asistentes, puede ser debido a que es de los pocos en los que la mujer ha tomado las riendas: ya no es solo musa, sino artista (y ya sabemos que no es que nos pongan precisamente las cosas fáciles cuando queremos el rol que toma la iniciativa en vez del pasivo).

Ambas escritoras defienden la literatura erótica como un complemento más que podemos usar para nuestro propio placer.

Valérie siempre prescribe orgasmos -cuanto más nos masturbemos mejor, según la sexóloga-. Aunque bien sabe que «si te das placer, estás más predispuesta a ofrecerlo«.

Pero también recomienda leernos un fragmento de literatura erótica en pareja, porque, como ella misma afirma «es la promesa de lo que va a llegar«.

Y aunque he visitado mi pasaje de Memorias de Idhún más veces de las que me atrevo a confesar, sé que tendría un giro nuevo que me lo leyera en alto alguien más.

Despacio, al oído, mientras me baja un tirante o me retira el pelo del cuello.

Las palabras tienen el poder de construir una realidad, por eso cuando escuchamos un texto erótico nos excitamos. De una manera estamos recreando esa vivencia en nuestro cerebro.

Y es una ‘película’ mucho más interesante que la que nunca se podría ver en la pornografía. Porque es tan rica de detalles como parca en imágenes, las mismas que tienes que dibujar tú.

Salgo con ganas de contar, para mi próxima cena, con unas velas y un plato de pasta -por ejemplo-, pero también con un libro en la esquina de la mesa. Uno que me despierte, desmelene, asalvaje, provoque y avive.

«Es una gran herramienta para recuperar el deseo en la pareja. Hay que romper el cliché de que es para una misma», afirma la escritora.

Ella misma nos recuerda que la sexualidad no está escrita en piedra. Es algo plástico que va cambiando de la misma manera que lo hacemos nosotros.

Por eso mismo, lo que antes podía horrorizarnos, puede generarnos ahora curiosidad y ganas.

Lo que hay que tener claro es que en nuestra mano está disfrutar por partida doble (o triple o cuádruple) esta literatura subversiva, que quiere dinamitar la moral en la que aún nos vemos envueltas.

Además que sean mujeres que lo hagan -y que animen a hacerlo-, que somos las que vivimos más encorsetadas todavía por los valores de la sociedad en la que todavía es tabú hablar del deseo femenino, es tan inspirador de ver como estimulante.

«Las mujeres hemos empezado a hablar sin pelos en la lengua de nuestra vida sexual», dice Valérie. Y ya lo hagamos nosotras o lo hagan otras en forma de libro, nos excita.

Mara Mariño

(Y también puedes seguirme en Twitter y Facebook).

¿Y si estas señales te avisaran de que acostaros puede salir mal?

Mi parte favorita de conocer a alguien es cuando la fantasía de cómo se puede traducir la química no entra en conflicto con la realidad.

Porque cuando, después de montarte la película, el sexo resulta decepcionante, el golpe es aún peor.

mujeres cita

PEXELS

(Inciso: ¿no me sigues en Instagram? ¡Pues corre!)

Casi que necesitaríamos un medidor o un aviso que nos alertara de que no va a salir bien en la cama.

Una de mis amigas tiene la teoría de que si presta poca atención a las cosas, es porque va en busca y captura de su propio placer.

Me ponía de ejemplo cuando, una cita que conoció a través de una app, se encargó de poner la mesa para cenar dejando los extremos del mantel completamente desnivelados.

Un gesto a lo mejor sin mucha más profundidad pero que ella relacionó con que podía resultar poco atento a la hora de ser recíproco con el disfrute.

En cambio señalaba como buena señal cuando otro le enseñó que tenía un KH7.

La interpretación fue que su cita estaba lista para limpiar todo tipo de manchas, lo que demostraba que era una persona dispuesta a hacer todo en cualquier parte (y además terminó utilizándolo más tarde, casualidades de la vida).

Quizás es cuando vemos cómo es la otra persona en su ambiente y cómo se comporta, que más información podemos adelantar de lo que se espera, como el hecho de que te deje unas zapatillas o algo de ropa para que te muevas con más comodidad.

Te puede interesar: Los perfiles que deberías buscar en Tinder si quieres algo más que ‘eso’

En una Nochevieja que volví acompañada, recuerdo ofrecerle una ducha y receta para coger fuerzas antes de dejarnos llevar.

Quiero pensar que él lo interpretó como buena señal porque quería que se sintiera cómodo nada más llegar, porque eso es algo que suma puntos a la hora de acostarte con alguien de primeras.

Fuera de las respectivas casas, también hay ejemplos específicos que pueden echarnos una mano.

El más obvio: cuando tú te encargas de todo, quien está siempre pendiente de mandar mensajes y planificas cuándo va a ser la cita, el sitio, la hora, el plan posterior… Y él (o ella) solo aparece y ya está, sin hacer ninguna aportación.

Si además no hay esfuerzos por captar tu atención, no notas atracción y en la conversación encuentras un total de cero unidades de coquetería, no te engañes. No va a mejorar si sigues adelante.

Y aunque este artículo va de señales que pueden indicar que no vas a tener buen sexo, quería meter la infalible de que sí lo vas a tener: reíros juntos.

Mara Mariño

(Y también puedes seguirme en Twitter y Facebook).

La tensión sexual está infravalorada (pero ‘Bridgerton’ lo soluciona)

Ha pasado más de un mes desde que me terminé Bridgerton. De esa fantasía en colores pastel, inglés pomposo y tensión sexual constante.

Porque sí, la serie ha dejado muchas críticas a su paso (la mía incluida), pero hay algo que ha hecho estupendamente. No hay casi sexo, pero se siente el deseo todo el tiempo.

Y la prueba es que, una de las cosas que más se han comentado eran los momentos en los que las miradas de los protagonistas se congelaban, era la respiración.

NETFLIXES

(Inciso: ¿no me sigues en Instagram? ¡Pues corre!)

Ay… La respiración. Conforme la tensión entre ambos aumentaba, aquello parecía casi una sinfonía de jadeos.

Lo mejor es que a distancia, sin tocarse y aún con toda la ropa puesta, eran capaces de transmitir esas ganas de arrancársela.

Las escenas de sexo han sido contadas -no sé por qué hablo en plural si solo ha habido una-, pero durante toda la serie se ha mantenido el suspense por la atracción entre ellos.

Y puede que en las lujosas fiestas o los vestidos no me sienta identificada. Pero sí en lo que es que tu mano se tropiece con la suya echando una partida al billar.

En una mirada que va de punta a punta del salón cuando estás de fiesta en una casa y lleva un mensaje implícito. «Te lo haría aquí mismo».

Porque esa respiración, nos ha pillado en algún momento. Quizás después de un morreo con lengua, al estilo quinceañero, que te siguen encantando cuando tienes el doble de edad.

Justo en el momento en el que reparas que estás en medio de un parque lleno de gente o un concierto y no puedes desatar los impulsos que aprietan la cremallera del pantalón.

Ahí la respiración es tan pesada como en la serie. Tu cuerpo ya está hiperventilando tras la señal sináptica de que, vas a recibir más sangre, para lo que viene a continuación.

Solo que, al estar en un sitio público, toca controlarte. Respirar hondo y esperar.

La serie consigue lo mismo. Nos lleva tan al límite, que cuando por fin Anthony y Kate se acuestan (que por cierto, bien que el sexo oral sea la estrella de la escena), hemos tenido tanta tensión sexual no resuelta que apenas le damos importancia a ese momento.

Todo lo que ha habido antes entre ellos, el morbo de saber que controlan unas ganas irrefrenables, hace que recuerde que el sexo es genial, pero la anticipación, es mejor.

Construir el deseo puede empezar por un mensaje en Instagram, una conversación de WhatsApp. Y luego continúa con una conversación infinita con una cerveza, y otra. Pides una ración de bravas y pinchas la que tiene más salsa.

Se te resbala por el labio, la retiras. Le miras a los ojos y la conversación se entrelaza porque te das cuenta que su opinión te fascina. Y es como si los cerebros se besaran.

Porque al final, es el mayor órgano sexual del cuerpo y no hay nada como excitarlo con estos preliminares, cargados de excitación, que se pueden hacer a plena luz del día.

Mara Mariño

(Y también puedes seguirme en Twitter y Facebook).

¿Es posible cultivar el apetito sexual? Sí y depende de ti

Qué cómoda sería la vida si el deseo sexual se mantuviera por sí solo. Si esa urgencia tan típica del comienzo, nos acompañara año tras año.

CALVIN KLEIN

Pero nada dura para siempre y el subido hormonal no es la excepción. Llega un punto en el que no se puede negar la realidad más evidente: hay momentos en que tenemos más deseo y otros en los que tenemos menos.

El trabajo, la quedada con esa amiga para tomar el café, que al llegar a casa hay que tender la lavadora o que el cansancio puede con todo son situaciones que desembocan en lo mismo, esa chispa ya no surge de forma espontánea, como antes.

Lo que no significa que nuestro destino sea una vida sin sexo. Al deseo hay que encontrarlo, azuzarlo y provocarlo hasta que salga a flor de piel.

Imagina que tienes una maceta con tierra de la mejor calidad. En ella colocas una semilla perfecta, fuerte, resistente y con todo el potencial de ser una de esas plantas de interior que aguantan todo (hasta mudanzas).

Al final, si no la riegas o se te olvida colocarla delante de la ventana, lo más probable es que termine secándose. Con el deseo pasa lo mismo.

(Y sí, es el mejor símil que he podido encontrar. Será que cuando volví de las vacaciones me encontré así a algunas de mis pequeñas hijas verdes.)

Vale que cultivar el deseo y cultivar una planta son tan parecidos un gel hidroalcohólico y la hipotenusa, no basta con echarnos agua -o a la pareja en su defecto- y confiar en que dé comienzo el espectáculo de pasión (o igual sí si os gusta ese rollo).

La clave está en dar con el estímulo erótico, que es algo tan amplio que parte de conocer un poco los gustos propios y los de la otra persona (porque sí, también podemos autocultivarnos el deseo).

Una película subida de tono, escribir un relato dando rienda suelta a la imaginación, un mensaje subido de texto en horas de trabajo (el móvil alejado del resto de compañeros), algo de baile o sorprender cumpliendo una fantasía pueden ser buenas formas de que el deseo despierte.

Lo mismo sucede con los momentos cariñosos, esos a los que tan poquito tiempo podemos dedicarles en el día a día. Y, por supuesto, no hay nada mejor para mantener alto el nivel de deseo que tener sexo con frecuencia.

Pero claro, si no tenemos deseo de sexo, no hay sexo y, a menos sexo, menos deseo de sexo. Al final, no es como comer o beber, tu cuerpo no va a lanzar una señal de que tienes hambre o sed.

Necesitas crearla tú.

Duquesa Doslabios.

(Ya puedes seguirme en Instagram, Twitter y Facebook).

Cosas que hacer durante la cuarentena: encontrar tu gatillo y freno sexual

Si el catálogo de las plataformas de streaming ha dejado de parecerte interesante a estas alturas del aislamiento, es hora de encontrar otras actividades.

LELO FACEBOOK

Supongo que si fuera bloguera de estilo de vida, te recomendaría los ejercicios que puedes hacer con cualquier objeto de tu casa, pero como mi materia es el sexo, lo que te voy a proponer tiene que ver con trabajar otras zonas del cuerpo.

Personalmente, el aislamiento me está sirviendo para conocerme todavía más. Y unos conceptos en los que últimamente estoy pensando mucho son el gatillo y el freno sexual.

Sirven para lo mismo que te imaginas: uno despierta el deseo en segundos y el otro detiene las ganas.

Lo curioso es que estos dos elementos son únicos, ya que a cada persona le excitan o le cortan el rollo cosas muy diferentes, esas que te animo a descubrir aprovechando estos días.

Al final, puede ser algo como un gesto, un olor, una prenda de ropa… Por ejemplo, la mayoría coincidiremos en que dejarse los calcetines de lana puestos son un freno sexual, sin embargo hay quien puede encontrarlos excitantes (los woolies son los que sienten atracción por este tejido).

Pero, ¿por qué es importante dar con los tuyos propios? Porque puedes usarlos a tu favor.

Si tú y tu pareja sabéis que las camisas blancas mojadas, el sudor o el olor a cuero de algunos desodorantes son tus gatillos, que cualquiera de ellos entre en acción, va a encender el apetito por sí solo (una buena manera de caldear el ambiente para esos momentos en los que no se sabe muy bien cómo buscarlo).

Es el mismo caso con los frenos. Mejor evitar cortarse las uñas de los pies en la mesa del salón o usar el baño con la puerta abierta si sabemos que son obstáculos para la pasión de la otra persona.

Duquesa Doslabios.

(Ya puedes seguirme en Instagram, Twitter y Facebook).