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‘La literatura erótica puede hacer que la pasión entre una pareja vuelva a ser la que era’

Si al preguntarte por literatura erótica lo primero que me puedes mencionar es 50 sombras de Grey, déjame decirte que es el momento de que conozcas a Patty McMahou.

La escritora de Con faldas y pelirrojo, Muchos apellidos… y yo solo quiero un vasco u Olvídate de la lotería y deja que te toque yo son algunas de sus novelas eróticas que combinan lo mejor de los dos mundos: mucho sexo (y muy buen contado) y un gran sentido del humor.

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Son las obras perfectas para pasarlo bien de verdad, como cuando te encuentras en la cama con alguien que, además de compartir un polvo fantástico, si pasa cualquier cosa enseguida te hace reír.

Orgasmo y risas, la combinación ganadora.

Patricia Hervías dice que tiene una parte «cómica y canalla», pero canalla bien, no canalla estilo el tío que te hace ghosting y llama «bro» a sus colegas.

Y, como mujer que escribe de sexo, no le han faltado tampoco los clásicos estereotipos relacionando su vida íntima con su profesión, como es el hecho de que hayan podido insinuar que es «una fiera» en la cama.

Que es algo así como dar por hecho que un periodista deportivo va a ser un auténtico crack en los deportes, para que te hagas una idea…

«Lo cierto es que casi siempre que hablan de ello estoy con mi pareja y lo miran a él sonriendo… Ya sabes, intentando encontrar ese ‘código’ masculino que yo no comprendo y que él no sigue», me dice Patricia.

«Sin embargo, las veces que lo han hecho siempre he respondido lo mismo: “Menos mal que no escribo novela negra/policiaca si no, estarías cagado cada vez que abrieras mi congelador”».

¿Y lo mejor? Que a la hora de inspirarse para escribir sobre escenas o prácticas, no le inspiran las películas porno.

Como escritora de literatura erótica, ¿te sientes limitada de alguna manera?
Yo no me siento limitada, pero aún te limitan públicamente. Durante mucho tiempo, y no quiero echar la vista más allá del siglo XX, a esto se le llamaba ‘literatura para mamás’. Creo que con eso te he contestado. Personalmente sé que soy capaz de hacer cualquier cosa.

Mi profesión me ha llevado a estar en radio, como guionista, coordinadora de equipo de copys, periodista de viajes, articulista sobre historia y mucho más. Pero sí, cuando intentas hablar profesionalmente de ello, sientes que te miran de manera diferente. Nos continúan menospreciando por ser escritoras (mujeres) de novela romántica erótica, a los hombres se les sigue mirando como grandes escritores, a pesar de que es una de las que más se vende en este país. ¿Qué se le va a hacer?

¿Qué suele ayudarte a inspirarte para crear personajes?
Mis personajes suelen ser personas normales. Gente de calle con vidas reales, historias que me han contado, otras que he oído mientras tomaba un café o una cerveza… Si pones el oído al lado de un grupo de chicos o chicas solos, te asombrarías de las maravillosas historias que puedes crear: machismo, feminismo, drama, burradas varias. Eso sin contar las que te cuentan amigos o conocidos.

¿Y cómo creas situaciones de alto contenido erótico entre ellos?
Ahora, en cuanto a hacer que sus historias sexuales sean compatibles, ahí es cuestión de profesión a pesar de pensar que quizás todo lo basamos en escenas de películas porno. Y aunque sí que he visto, este tipo de películas me inspiran bastante poco o nada para escribir.

Me gusta más pensar en situaciones que pueden ocurrir en cualquier momento entre una pareja libre que se desea, habla y está de acuerdo en todo lo que hace. Pasando después, poco a poco en su crecimiento como personajes, a conocerse y saber lo que uno u otro desea y convertir un momento sexual en uno sexy, loco o sorpresivo.

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¿Dirías que sinónimos del pene hay infinitos mientras que los de la vulva y la vagina son más limitados?
Diría que muchos de los sinónimos son ofensivos, quizás hasta incomprensibles, ridículos o hasta enigmáticos en un intento tonto de continuar con aquella candidez que se nos presuponía, y algunos/as siguen presuponiendo. Pero vamos, que hay cientos de ellos y es cierto que, si nos ponemos a ver algún ejemplo, la mayoría describe o a bivalvos con forma bastante desagradable o a partes de animales (pata de camello), a vegetales (¿coliflor?).

Cosas como: zanja, canalón, mondongo… Podría seguir hasta llegar a los que son más ‘intensitos’ como ‘fuente de la vida’… A ver, sí que hay, el problema es que o es feo, o es secreto o de aquella manera que a veces ni apetece usar ninguno y es mejor decir vulva o coño.

¿Hay machismo en la literatura erótica o es un espacio donde las escritoras reflejan mayor igualdad en las prácticas sexuales que narran?
Sigue habiendo machismos en la literatura erótica, aunque yo lo veo de otra manera. Sí que es cierto que durante mucho tiempo se esperaba que la protagonista fuera ‘salvada’ por el gran hombre que haría que su vida fuera muchísimo mejor que hasta el momento. Aunque quiero creer que, como toda fantasía, se sabe perfectamente que el ‘malote’ de la novela es un estereotipo o que el ‘mafioso’ de turno solo es una fantasía erótica.

Personalmente no me gustan ese tipo de historias o estereotipos y me gusta demasiado hacer a la pareja igual. Quiero decir, tal como preguntas, con los mismos deseos, las mismas peticiones y no hacer que el hombre sepa exactamente cómo, qué y cuándo ha de hacer todo lo que tiene que hacer para hacer ‘feliz’ a la protagonista. Vamos, que ella misma sepa exactamente de qué manera ha de conseguir su propio orgasmo pidiendo claramente lo que desea.

En tu opinión, ¿cuáles son las ventajas de leer literatura erótica?
Comenzando por que leer es una ventaja, hacerlo leyendo libros de literatura erótica, quiero creer que hace que nuestra imaginación vuele y que intente probar cosas nuevas, si nunca se ha hecho. Puede hacer que la pasión entre una pareja vuelva a ser la que era. Porque sí, leer en pareja novela erótica puede convertirse en un juego más entre ellos. Creo que las ventajas son múltiples y beneficiosas, como un complemento vitamínico.

Mara Mariño

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Sexóloga de profesión: ni trucos para acostarte con alguien ni el kamasutra de deberes

¿Por qué cuando nos duele la espalda vamos al fisioterapeuta, cuando no funciona el coche, al taller, pero cuando nuestra vida sexual no está en su mejor momento, no consultamos a una sexóloga?

Quizás porque lo que se espera de esta profesión es que ponga el kamasutra encima de la mesa, lo abra al azar y diga: «Esta, esta es la postura que te toca poner en práctica. Gracias por venir, hasta la semana que viene».

sexóloga juguetes sexuales

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Más o menos así es como explica la realidad de su trabajo Silvia Pérez (@silviaperezorg en Instagram) que, además de sexóloga, hace monólogos con mucho humor sobre su trabajo.

Pero el estereotipo de que una sesión de sexología es ‘follología’ es solo uno de los muchos que rodean esta profesión.

«La sexología estudia la sexualidad humana en general. Nos centramos en las dificultades que pueden encontrar las personas en esta área de su vida ya sea a solas o en pareja y en hacer educación sexual a través de diferentes medios», explica Silvia.

De ahí que en consulta se trabaje «todo lo que tiene que ver con el sexo en sí, sobre todo a nivel genital: falta de orgasmo, de deseo, de erección pero también lo relacionado con las relaciones con otras personas: habilidades sociales para ligar, conflictos de pareja, comunicación, rupturas, dependencia emocional… Y con la relación con uno/a mismo/a: autoestima sexual, aceptación de la orientación sexual…».

«La gente suele confundirlo y reducirlo todo a ‘enseñas a la gente a fo***’, pero la sexualidad va mucho más allá que una práctica sexual concreta. Se suele reducir a que repartimos trucos mágicos y que en unos sencillos pasos podrás acostarte con a alguien y que acabe con los ojos en blanco y olvidando su nombre», comenta la sexóloga que protagoniza la entrevista de hoy.

Además del mito de que en consulta vas a sacar el kamasutra de debajo de la mesa, ¿qué otras falsas creencias hay sobre la sexología?
La falsa creencia más extendida es «no sirve para nada», «yo no lo necesito» y me entra la risa de ahogarme cada vez que lo oigo. Se cree que a ver a la sexóloga se viene cuando tu deseo sexual es muy rocambolesco o eres un depravado sexual o algo así y la mayoría de casos son sexualidades bastantes normativas.

¿Cómo se tomó tu familia que quisieras dedicarte a esto?
En general bien. Mi padre fue el único que extrañó un poco y lo primero que me dijo fue «¿Y eso para qué sirve?» creo que más en el sentido de salidas laborales y porque era algo muy desconocido para él. Pero ahora tanto mi padre como mi madre están orgullosos, hablamos de todo, me preguntan como profesional cosas que le preocupan y hasta han estado en varios talleres míos, reconozco que aún me da corte que vean el monólogo, pero lo voy a superar.

¿En qué momento es de ayuda recurrir a una sexóloga? ¿Es imprescindible estar en pareja o podemos acudir en solitario?
La pareja solo se necesita para hacer terapia de pareja, la tienes que traer tú porque las sexólogas no la regalamos con la primera consulta, pero bromas aparte mi consejo es que acudas a la sexóloga cuando algo relacionado con el sexo en particular o la sexualidad en general te cause un problema. Siempre que sientas que te hace sentir mal algo relacionado con tu propio cuerpo, que te impide compartirlo con libertad con quien tú quieres o sientes que algo falla a la hora de crear vínculos íntimos con otras personas. Siempre digo que es tontería estar mal pudiendo estar bien y tendemos a pensar que las cosas relacionadas con el sexo se arreglan solas o que el tiempo todo lo cura, y lo único que cura el tiempo es el queso.

¿Cuáles son las consultas más frecuentes que recibes?
«Tiritas pa’ este corazón partío» Rupturas dolorosas.
«No llego con penetración» Mujeres que no experimentan el orgasmo mediante el coito.
«No se me levanta» Hombre cuyo pene no reacciona cuando va a tener un encuentro sexual.
«No hay ganas de ná» Pareja heterosexual con poco sexo porque a ella se le han ido las ganas.
Sin duda la consulta que más recibo fuera de consulta es «¿qué es lo más fuerte qué te has encontrado?» y la respuesta siempre decepciona porque la mayoría de las personas que vienen a verme tienen las mismas dudas que las que no vienen, pero con la diferencia de que se han atrevido a preguntar.

 

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¿Dirías que formarte como sexóloga te ha desarrollado personal y sexualmente?
Definitivamente sí. Esta profesión me ha hecho examinarme más y por lo tanto crecer en autoconocimiento que es un superpoder, me ha obligado a revisarme los privilegios, quitarme prejuicios y crecer eróticamente. Creo que es imprescindible hacer un trabajo propio antes de ponerte delante de nadie en consulta, pero obviamente con el tiempo vas creciendo, conociendo gente que te enseña y te señala algo que se te había pasado de ti misma. La verdad es que es un regalo poder conocer tantas realidades distintas

¿Por qué crees que el boom en la profesión no se ha visto acompañado de un crecimiento de educación sexual en los centros escolares?
Yo tengo un chiste que hace poca gracia, pero que refleja la realidad: «Cuanto menos educación sexual demos en los colegios más terapias para mí en el futuro. Es mi plan de jubilación», porque todo lo que no eduquemos en edades tempranas en sexualidad supondrá quebraderos de cabeza a los/as adultos/as del futuro que son quienes de manera individual pagan para solucionar estos conflictos.

Creo que no se da educación sexual en los centros escolares porque seguimos teniendo poso de la cultura judeocristiana. En el imaginario colectivo hay una asociación horrible entre el sexo con el pecado (como representación del mal independientemente de tus creencias), con lo chungo, lo oscuro, lo agresivo… Cuando el sexo debería asociarse con el placer y el placer con la libertad, el disfrute, lo bonito, la felicidad…

Las familias piensan que una educación sexual temprana supondrá un despertar sexual antes de tiempo y prefieren educar en casa (spoiler: no se hace). Yo hace tiempo que si se plantea la posibilidad de un taller con menores intento hacer primero uno con las familias para qué sepan de qué vamos a hablar y para que trabajemos en la misma línea.

Los padres y las madres solo quieren proteger a sus hijos/as y lo entiendo, por eso es importante hacerles partícipes y explicarle que educación sexual en la infancia no es hablarles de cómo se tiene sexo, sino que va de aceptar y amar su propio cuerpo, respetar el de los demás, entenderse, conocerse… Para prevenir el abuso sexual infantil y adolescente y que crezcan disfrutando de una sexualidad libre, que libre no es sinónimo de «me voy a acostar con todo lo que se me mueva», sino que crecerán entendiendo que tienen el derecho de no ceder ante la presión y que no tienen el derecho de tocar a ninguna persona que no lo desee. La educación sexual no adelanta etapas, la educación sexual protege a los/as menores.

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Abro melón: hay ciertos sexólogos hombres que hacen terapias masturbando a sus pacientes mujeres, ¿qué opinión tienes al respecto?
Me cabrea profundamente y contribuye a que la gente piense que eso es un sexólogo, cuando en realidad es una forma más de violencia sexual disfrazada de progresismo y profesionalidad. Genera en las mujeres mucha confusión porque ceden ante algo que les incomoda, pero ante lo que no saben cómo reaccionar. En ese contexto no se levantan y se van porque están ahí por voluntad propia ante alguien que tiene una autoridad en ese campo y que supuestamente es un profesional que está mirando por tu bien, pero después muchas se sienten muy mal. Dicho sea de paso que esto no es algo habitual entre los sexólogos, al menos yo no tengo constancia de ello.

¿Cómo elegir sexóloga? ¿Es una cuestión de feeling?
Aparte de lo obvio de que tenga la formación correcta y tal (hay mucho gurú del sexo últimamente) sí que creo que es importante sentirse cómodo/a, sin juicio, entendido/a porque es un lugar donde se cuentan muchas intimidades y qué menos que te caiga bien, que te dé buen rollo la persona que va a recoger todo eso.

Puede que después de la entrevista te hayas dado cuenta de que no necesitas ir a la sexóloga, porque tienes tus asuntos íntimos en orden. Pero seguro que a su monólogo sí. Silvia Pérez estará en Madrid (Off Latina) el 4 de diciembre y en Bilbao (Teatro Campos Elíseos) el 16 de diciembre.

Mara Mariño

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‘La mayoría de mujeres de occidente tenemos un suelo pélvico estresado y muy tenso’

La primera vez que oí hablar del suelo pélvico fue cuando me interesé por unas bolas chinas en una tienda erótica.

Por lo que me contaron, o empezabas a ejercitarlo a partir de cierta edad, o se terminaría descolgando flácido, como cuando sacas un bizcocho antes de tiempo del horno.

suelo pélvico

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Aquello me generó bastante agobio. ¿Por qué nadie me había hablado antes de la existencia de esta zona de mi cuerpo?

Y lo segundo, ¿cómo podía evitar llegar a ese punto, cuyas consecuencias no conocía, pero me imaginaba que serían terribles?

La neura se me fue pasando porque otras cosas más urgentes llegaron a mi vida (hola, volverme autónoma), pero el desconocimiento seguía ahí.

Así que hablar con Juncal Alzugaray del tema, que es fisioterapeuta especializada en suelo pélvico (es la fundadora de PelviClub.com), ha sido clave para conocer el mío un poco más.

Y, ya de paso relajarme al respecto de que me voy a levantar un día arrastrándolo por el suelo de lo mucho que ha descendido como si fuera un globo medio desinflado.

Lo primero que me comenta la experta es que no solo es el canal de parto. El suelo pélvico «trabaja en equipo con la faja abdominal para sujetar nuestras vísceras abdominopélvicas. Es quien se encarga de sacar para afuera nuestra sangre menstrual, nuestra orina y nuestras heces. Pero tampoco podemos olvidar su función sexual».

Ah, ¿que mi vida sexual está sujeta a algo de lo que apenas sabía nada? Como Juncal afirma «El estado del suelo pélvico repercute directamente sobre la sensibilidad, sobre la lubricación, la elasticidad… Y eso es crucial para todo lo demás.»

«Imagínate que una siente que no lubrica, que le duele el coito o que tiene tal hipersensibilidad en el clítoris que le produce dolor. Esa persona no va a querer comenzar cualquier relación sexual, ni siquiera una mirada, no vaya a ser que se desencadene todo ese infierno. Cualquier disconfort en nuestro suelo pélvico va a tener incidencia directa sobre nuestra salud sexual», dice.

Pero, ¿hasta qué punto es real ese mito de que tenemos que trabajarlo como quien entrena pectorales en el gimnasio para contrarrestar la espalda de la silla del ordenador?

A diferencia de lo que se cree, que lo tenemos débil, Juncal me confirma que en nuestro caso, es todo lo contrario.

«La gran mayoría de las mujeres de occidente tenemos un suelo pélvico estresado y muy tenso».

La copa menstrual, ¿amiga o enemiga?

Y aquí es donde entra la copa menstrual. Es un poco como la pescadilla que se muerde la cola. Sin un suelo pélvico sano, la copa se nos escurriría de la vagina.

Pero, al mismo tiempo, llevarla puesta demasiado tiempo, puede pasarle factura.

«Es importante darle un respiro a nuestro canal vaginal y no utilizar la copa 24 horas al día durante los días que sangramos. La vagina no está preparada para tener todo el rato algo insertado, se cansa, se congestiona y a la larga, puede que se contracture».

Además, la copa menstrual debe adaptarse a nosotras y no al revés. Por eso Juncal recomienda «elegir una copa menstrual adecuada a nuestra anatomía y al estado de nuestra musculatura».

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«Mi recomendación general es que no busquemos ni la más dura, ni la más blanda. Y, a poder ser, una que no sea muy larga. Pero eso es algo muy personal también… Sobre todo, una con la que nos sintamos cómodas».

Sí, aquí es donde las bragas menstruales, otro método que recomiendo, puede apañarte en los días de sangrado.

El mito por excelencia sobre el suelo pélvico es que solo debemos ponernos a trabajarlo tras el embarazo, pero la experta aconseja familiarizarnos con él mucho antes.

«Tenemos que conocer y reconocer esa parte de nuestro cuerpo, porque vivimos muy desconectadas. Tanto tiempo privándonos de nuestro placer ha hecho que desenchufemos esa parte de nuestra anatomía casi a nivel cerebral. Luego ya vendrá el trabajo, si es que hay que hacerlo. Pero integremos el suelo pélvico desde peques, por favor».

Solo de esa forma que propone, volviéndolo algo más de nuestra vida desde el comienzo de ella, conseguiremos que sea algo tan normal como es hablar de la próstata, por ejemplo.

Una razón que, según Juncal, se debe a la gran desigualdad que todavía existe entre hombres y mujeres: «Nuestros cuerpos solo importan como meros objetos bajo la mirada del ‘otro’. Nadie nos ha hablado de pequeñas, de adolescentes de que podemos ser dueñas de nuestro cuerpo, de nuestra sexualidad, de nuestro disfrute. Nadie nos ha dicho que podemos llevar el timón. Nos han llevado a pensar que nuestro cuerpo no nos pertenece».

«Por eso no se nombra, por eso no lo nombran. ¿Te imaginas qué pasaría si fuéramos las amas y señoras de nuestro disfrute? Buah, sueño con un mundo así. Hablemos más de nuestros suelos pélvicos y hablemos más de nuestra sexualidad… Cambiemos el mundo», propone.

¿Te sumas a su revolucionaria invitación?

Mara Mariño

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Aprender a ligar (bien) cuando sales de fiesta: la campaña de esta sexóloga en Bilbao

¿Cuántas veces has salido de fiesta y han dado por hecho que, por ser amable, estabas insinuándote?

¿Y cuántas veces has tenido que decir que no estabas interesada en tener nada con una persona y no ha dejado de insistir hasta que has sacado la baza de que tienes pareja?

¿Por qué solo te dejan tranquila si saben que ‘perteneces’ a otro?

Punto Morea Bilbao

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Nuestras nociones de flirteo no son precisamente las mejores. Pero, ¿y si eso pudiera cambiar? ¿Y si pudiéramos salir de fiesta y ligar bien?

Esa era el objetivo que Melanie Quintana, la sexóloga que se encuentra detrás de la plataforma de educación sexual Somos Peculiares, se propuso.

En su primer año como directora ejecutiva del Punto Morea (Punto Morado) en Bilbao, no solo sacó adelante el proyecto para que la Aste Nagusia 2022 (la Semana Grande) contara con un espacio seguro, sino que fue más allá uniéndolo a la divulgación de educación sexual.

«Siempre ha habido carpas que han promovido las relaciones libres, la prevención de ITS, el VIH, pero nunca ha habido educación sexual en el Punto Morea. Sí divulgación o campañas relacionadas con el feminismo, pero nunca educación sexual como tal», dice la sexóloga.

Su stand, un mix de colores que arrasa en Instagram estos días por ser uno de los rincones más fotografiados de las jaias, no es solo un punto de encuentro para mujeres de todas las edades, que se acercan por curiosidad algunas y con un firme convencimiento otras.

«Esperad, que vengo con mi nieta», dice una señora hablando con una de las técnicas en igualdad del Punto Morea.

Otra le cuenta a su hija, mientras le colocan una de las pulseras que se han diseñado para la campaña (que lleva escrito ‘Solo sí es sí’), que nadie debe tocarla sin su consentimiento.

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Además es un lugar de bienvenida para que, como la propia Melanie nos cuenta, se acerquen otras asociaciones feministas para fomentar la sororidad con cualquier colaboración.

Pero, ¿cómo consigue un puesto en unas fiestas populares ayudarnos a ligar mejor?

Además de los talleres de educación sexual que se están impartiendo en los diferentes barrios de Bilbao, acompañando la acción, el puesto es en sí mismo una declaración de intenciones.

«De primero de flirteo, toma nota: Sí es un deseo. No es un límite», dice una de las paredes donde más se fotografían las asistentes a las fiestas.

«Debe haber un Punto Morado porque siempre pasan cosas», dice la sexóloga. «Intentamos prevenirlas, pero no podemos pretender que desaparezca la violencia si no hay educación de base».

Por eso su stand, en pleno corazón de las fiestas bilbaínas, resulta tan impactante: «Las campañas del ‘no es no’ se quedan escasas y se basan en la negativa. No queda trasfondo de cómo aprender a relacionarnos mejor».

«Respeto, ligoteo sano, consentimiento, límites y deseos» son el foco de los mensajes, desde la educación sexual, que aparecen tanto en el punto (en euskera y traducido al inglés y castellano) como en las pulseras que reparten.

Son otros de ellos el «Mi no tiene suficiente fuerza, no necesito añadir que tengo pareja», «Los límites que pongo son para respetarme, no para ofenderte» y «Sin responsabilidad afectiva no juego».

«La propuesta fue llegar a la raíz del problema. Necesitamos educación en cómo nos relacionamos. De nada vale decirnos así no puedes relacionarte. Hay qué enseñar cómo podemos hacerlo bien y bonito», afirma la experta.

¿Alguno de los tips para ligar de fiesta -o en cualquier lado- que dan en el stand?

«Cómo nos podemos decir que sí a algo mediante la comunicación asertiva, conquistarnos de forma sana respetando lo que los demás desean, cómo podemos hacer para gestionar un rechazo, porque no somos una croqueta, a todo el mundo no le podemos gustar. Y a todo el mundo no le puede gustar nuestra forma de interactuar o ligar con ellos».

«También el poder decirle a alguien ‘Me encantas’ incluso sin hacer alusión al físico. Tocar el pelo y otros códigos. Ni todo es blanco ni negro, es en los grises donde podemos jugar».

Y es que hay algo que, a la orilla de la ría de Bilbao, la sexóloga nos recuerda: «Se pueden tener gestos de cariño y de ternura sin que sean soeces, estamos buscando conquistar, no follar».

Mara Mariño

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‘El orgasmo producido por la estimulación directa de la próstata es mucho más placentero’

Son varias las ocasiones en las que he recibido mucha insistencia por practicar sexo anal (en mi ano, por supuesto).

Y, alguna que otra vez, le he propuesto al chico en cuestión probar también por el suyo y así experimentar juntos ese increíble placer que me vendía.

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Sin embargo, su rechazo era tajante. Reaccionaba como si su ano fuera una especie de zona mística donde la entrada de cualquier artículo, o parte del cuerpo, fuera casi un sacrilegio hacia su persona.

Lo que era toda una sorpresa cuando, algo más tarde, aprendí que es precisamente por detrás por donde los hombres tienen un sinfín de terminaciones nerviosas que son vía directa al orgasmo (sin transbordo ni nada).

En el caso de las mujeres, el tema de los puntos es casi como un abecedario. Dime una letra y te diré con qué parte del cuerpo (supuestamente), vas a llegar al clímax.

Como dice Valérie Tasso, sexóloga y embajadora de Lelo.com, «aparecen puntos como champiñones. Que si el punto G, el U, el A, etc»

Hay tantos que, como ella misma sugiere, «cuando se acaben las letras, podemos hacer como las matrículas y poner números».

El de ellos, en cambio, es más sencillo, más directo y, aun con todo, menos conocido: el Punto P, que vendría a ser su equivalente.

Pero, ¿por qué esa zona en concreto con lo fácil que era llegar a los genitales? ¿Qué tiene el Punto P que da tanto placer, pero aun así cuesta tanto de disfrutar? La experta nos lo resuelve.

¿Qué se estimula exactamente?
La próstata, una glándula masculina ubicada en el interior de la zona pélvica bajo la vejiga y frente al recto y está entre unos 3 a 5 cm entrando por el ano. Su tamaño es similar al de una nuez y su forma anatómica recuerda a una castaña. Su función primordial es, como en las vías de los trenes, el ‘cambio de aguja’, decidir qué conducto de los que la atraviesan tiene preferencia de paso para la uretra; si el que permite al hombre orinar o el que permite expulsar el semen (prueben a que un hombre eyacule y haga pipí a la vez y verán a lo que me refiero…).

De ella depende también el que, con sus contracciones (que en este caso son orgásmicas), el semen se impulse hasta la uretra. Un buen suelo pélvico permite presionar a voluntad la próstata para mantener el control sobre la eyaculación. También cumple una función capital en la producción de líquido que contribuye, junto al esperma producido por los testículos (y que apenas es un 2% de lo eyaculado) y los otros fluidos seminales.

¿Por qué esa zona da placer?
Es el órgano que interviene primero en el orgasmo masculino. Y al estar recubierta de terminaciones nerviosas, la próstata proporciona sensaciones que van desde buenas a verdaderamente intensas cuando se la masajea o estimula. Cuando un hombre está a punto de tener un orgasmo, lo primero que ‘se pone en marcha’ es la próstata y, en cuestión de medio segundo, la eyección de semen. Es decir, los orgasmos de los hombres, aunque no lo sepan, se hacen en dos tiempos: 1) contracciones de la próstata y luego 2) eyaculación. La dificultad de notar estos dos tiempos es porque entre el momento 1 y el 2 existe muy poco tiempo. Y no son pocos los hombres que desconocen cómo funciona su proceso orgásmico.

¿Cómo estimularla?
La estimulación de la próstata se puede hacer de dos maneras posibles: o bien desde dentro entrando por el ano (con los dedos, o con un masajeador prostático o también directamente con sexo anal por parte de tu pareja) o bien presionando con los dedos o algún juguete erótico el periné (desde fuera) –el periné es aquella zona entre los testículos y el ano-.

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¿Cómo es el tipo de orgasmo que se puede alcanzar? ¿Es igual que el que se consigue mediante la estimulación del pene?
El orgasmo producido por la estimulación directa de la próstata es mucho más placentero e intenso que el que se consigue mediante la estimulación del pene. Y muchas veces, más rápida. Además, un hombre que sabe reconocer muy bien los dos tiempos que comentábamos más arriba puede bloquear la eyaculación (sin dejar de llegar al clímax. Es lo que solemos llamar ‘orgasmo seco’) con lo cual no necesita tiempo de recuperación porque no pierde ninguna energía (la famosa fase refractaria y de resolución), se recupera más fácilmente y es capaz de tener múltiples orgasmos.

Un hombre también puede tener un orgasmo estimulando la próstata y el pene al mismo tiempo o de manera sucesiva, ¡es la sensación más intensa de todas! Según estudios recientes, el 33% de los hombres afirman tener orgasmos más fuertes y prolongados cuando incorporan el masaje prostático.

¿A qué crees que se debe que muchos hombres heterosexuales se muestren reticentes a atreverse con las prácticas que implican su ano?
Por una serie de tópicos y creencias que, curiosamente, no existían en la Grecia clásica y la Roma Antigua (sí, hemos ido a peor…). Realmente todos estos tópicos se afianzan cuando se empieza, desde la Clínica, a acuñar una serie de prácticas sexuales ‘no reproductivas’ y a tratar a los sujetos sexuados bajo epígrafes de ‘desviados’, como fue el caso con las palabras ‘sodomita’, ‘homosexual’, etc. que no existían hasta que se hizo en el siglo XIX (Época victoriana) un decálogo de estas supuestas desviaciones.

Actualmente, todavía se asocia la estimulación de la próstata con el ser gay. O en el caso de hombres heterosexuales, se asocia con que han ‘cambiado’ de orientación. ¡Es absolutamente erróneo y ridículo! Otro cliché que existe es que si pruebas la estimulación prostática, ya no vas a querer practicar otras eróticas. ¡Estúpido! Además, todos y todas tenemos ano y recto. No tienen orientación sexual, entonces ¿por qué queremos atribuirles una?

¿Cómo conseguir que se familiaricen con esa zona y la vean como una fuente de placer?
La próstata, estimulada directamente o no, siempre interviene. Decir que algo no te gusta porque ‘dicen que…’ es tan estúpido como decir que un plato concreto no te gusta sin haberlo probado antes. Pueden empezar a experimentar poco a poco con probar el anilingus que es practicar sexo oral en el que entran en contacto el ano o el perineo de una persona y la boca o lengua de otra. Es muy placentero. E ir siguiendo con un dedo (de manera externa de momento).

En cuanto a la penetración, se debería practicar también con un dedo, de manera muy suave, con paciencia y solo cuando el hombre esté muy excitado. También está lo que llamamos el pegging. En parejas heteros, las mujeres se ponen un arnés y penetran a su pareja para estimularle la próstata de manera directa. Y no dejan de ser heteros… De todas formas, para que las cosas cambien de manera drástica, y siento mucho insistir nuevamente en ello, hace falta urgentemente una asignatura reglada de Educación Sexual.

¿Qué juguetes aconsejas para estimular esta zona?
Objetos de placer específicamente diseñados para esta zona, es decir que tengan un tope. No nos olvidemos que el ano y el recto suelen más bien expulsar y no al revés. Cuando se usa algún tipo de vibrador para esta parte, si no hay tope, automáticamente nuestro recto tendrá tendencia a “chupar” literalmente lo introducido. Así que este tope es imprescindible para evitar que el objeto introducido se quede dentro. Uno de los mejores masajeadores prostáticos de Lelo es HUGO, tanto para novatos como para hombres más experimentados porque estimula la próstata tanto por dentro como por fuera (a través del periné) gracias a su conformación y sus dos motores. LOKI Wave es otro best-seller de la marca. Lo recomendaría para hombres más experimentados, ya que la parte introductoria es más gruesa. Para los hombres que quieren algo más sencillo (pero no menos eficaz), Lelo acaba de desarrollar un masajeador prostático más fino llamado BILLY 2. Si bien todos ellos están recubiertos de una silicona biomédica, siempre recomiendo que se pongan a los juguetes un preservativo

Y si lo hacemos con los dedos, ¿recomiendas alguna técnica?
Para los novatos en penetración anal, recomiendo empezar por el dedo meñique. Es el más pequeño. Más que nada para no hacer daño y que el hombre se vaya acostumbrando a la introducción de los dedos. Lo ideal sería ir preparando poco a poco, posteriormente, esta zona de nuestra anatomía con algún plug-in muy pequeño (son dilatadores y hay de todos los tamaños). Pero solo si apetece. Y obviamente, usar un buen lubricante acuoso, como si no hubiera un mañana… Desde Lelo, tenemos uno de los mejores, nuestra llamada Hydratante Personal.

Mara Mariño

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‘Los hombres feministas somos menos, pero cada vez somos más’

Hace unos meses me quedé prendada de una cuenta de Instagram. Usaba colores impactantes como el negro, blanco y amarillo, era imposible no quedarte con esa paleta grabada en la retina. Pero lo más fuerte era el mensaje de las publicaciones.

Un hombre heterosexual se abría en canal en su perfil sobre lo que implicaba, precisamente, ser hombre heterosexual en la sociedad actual.

Y lo hacía con un pensamiento crítico, acerca de los roles que le tocaban asumir, y reflexionando sobre ellos desde una perspectiva feminista.

hombre feminista

PEXELS

Algo casi tan raro de ver como un animal mitológico. Así que, como no podía ser de otra manera, me puse a seguir a esa cuenta unicornio, @masculinidadsubersiva.

Porque de feminismo es algo que hablo a diario con las mujeres de mi entorno, con mi madre, mis amigas, compañeras de trabajo… Pero hacerlo con un hombre que también tenía esa mentalidad era algo nuevo y necesario.

(¿Cómo que aún no me sigues en Instagram? Pues venga…)

Raúl, que además de romper la cabeza a la mayoría de su comunidad con sus publicaciones, también está grabando un podcast en Spotify, Macho Alfalfa (que deberías escuchar porque va en la misma línea), me comenta que la idea de hacerse la cuenta vino un poco por necesidad de expresar y compartir su propia deconstrucción.

«Tras muchas lecturas, formaciones como alumno, conversaciones con personas que estaban más metidas en el feminismo, se generó la curiosidad. Y desde ahí vino la voluntad para moverme. Necesitaba escribir, hablar en alto para asimilar todo lo que iba aprendiendo y me iba removiendo. Fue cuando decidí hacer un perfil donde reflexionar sobre todo lo que me inquietaba».

«La cuenta es el resultado de hacer colectivo mi propio proceso de revisión de la identidad. Para mí es una herramienta para compartir, debatir, aprender y el lugar donde deposito mi transformación identitaria, donde también he conocido a seres maravillosos de los que me nutro constantemente».

Instagram tanto para Raúl como para mí, es una plataforma perfecta para esto, para concienciar a personas que, de otra manera no llegaríamos, solo que él lo explica mucho mejor: «Necesitamos colectivizar los discursos y transformar la sociedad desde la suma exponencial y no desde el individualismo».

«Lo positivo de estar en contacto con otras personas, cuando nos ponemos a revisar nuestro machismo, racismo, capacitismo, etc, es que te permites conocer otras realidades y escuchar. Si todo se queda en uno, pensaremos que nuestra realidad es el absoluto», afirma.

¿Qué es una masculinidad subversiva en el marco del feminismo?
Es precisamente la forma de romper con todo aquello establecido como una norma en lo político y social. La masculinidad subversiva no es una, sino que cada persona puede hacer de su masculinidad una forma diferente y transformadora de vivir su identidad. La idea no es crear una nueva forma de ser igual para todas las personas. No queremos una nueva hegemonía. En mi caso intento que, replantear lo masculino, venga de la mano de acercarse y entender el feminismo.

Creo que es muy complicado revisar la masculinidad y entender las desigualdades, las violencias y los malestares que pueden sufrir las mujeres, sin haber hecho el ejercicio de escuchar las demandas del movimiento feminista. Sin feminismo no hay subversión posible.

¿Cuáles son los primeros recuerdos que tienes del machismo?
Mentiría si dijera que tengo primeros recuerdos muy tempranos. Ha sido en la actualidad cuando he ido profundizando en mi propio proceso de revisión de la masculinidad y lo he ido complementando con formación, lecturas…

Hoy día me arrepiento de cómo en muchas ocasiones en pareja he insistido para tener relaciones sexuales, me he enfadado si incluso no lo he podido conseguir. También me viene el recuerdo de cómo no supe gestionar correctamente el rechazo con una chica, que no quería tener nada conmigo, y le di la vuelta a la situación diciendo que ella me había seguido el juego. Hoy sé que ella hizo lo que quiso, sin eso implicar nada más allá de lo que deseaban mis expectativas.

En cuanto a las grandes violencias llevadas a cabo contra las mujeres, desde joven ya me posicioné contra ellas, pero no ha sido hasta hace unos años cuando me he dado cuenta de que el machismo es mucho mas que maltratar, violar y matar. Dicho así parece ridículo, pero creo que hay mucha gente que niega hasta la existencia de esto.

¿Cómo fue tu propio proceso de deconstrucción?
Hablar de deconstrucción debería ser en presente y nunca como algo alcanzado. Plantearnos la deconstrucción como un sitio al que se llega, lo único que conseguirá es que dejemos de seguir haciéndonos preguntas y, por lo tanto, dejemos a un lado cuestiones que aún no nos habíamos ni planteado.

Mi proceso es un volcán de sensaciones: contradicciones, malestar, bienestar, culpabilidad, responsabilidad, autoconocimiento, autocrítica… Lo mejor de este proceso para mí es la razón por la que lo inicié, que es entender que el mundo necesita ser más justo para ser mejor y para eso necesitamos feminismo y personas con conciencia política y social.

La idea no es convertirnos en seres inmaculados y perfectos, si no en reconocernos desde un lugar más humano y por lo tanto incierto, pero esa propia incertidumbre podrá liberarnos de mandatos predeterminados. Yo diría que esto no debe hacerse para ser mejor uno mismo, sino para que nuestra presencia mejore el mundo y rompa de una vez con las dinámicas de poder que tanto tenemos interiorizadas, producto de las lógicas patriarcales.

¿Cómo reaccionan a tus publicaciones los hombres que no comparten el feminismo?
Pues con mucha resistencia. Donde veo el problema no es en compartir la totalidad del discurso. La brecha no está en los matices, sino que directamente hablan de falacias en mi discurso porque niegan la violencia de género y el patriarcado. Y ¿cómo vamos a hablar de dinámicas de poder, heteronormatividad, violencias simbólicas y un largo etc, si negamos que la mujer sufre violencia como consecuencia del machismo, el sexismo y la misoginia?

Estas interacciones suelen acabar en insultos, odio y mi pertinente block. En la parte positiva, hay muchos hombres con ganas de repensar su identidad y sus acciones y me lo comparten a diario. Quizá seamos menos pero creo que cada vez somos más.

¿Y las mujeres?
Pues en general bastante bien. Mentiría si no dijera que me he sentido mirado con lupa por alguna, como si buscara mi fallo o incoherencia para señalarme como una farsa. Pero no necesitan buscarlo, ya les digo yo que tengo incoherencias y no tengo ningún problema en asumirlas. Por lo demás comparto muchas conversaciones también con mujeres y me nutro de sus comentarios y opiniones y agradezco el refuerzo que me dan con el contenido de divulgación que genero.

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¿Merece la pena ponerse a dialogar con cada persona y formarla en el feminismo o hay veces que es mejor pasar?
Pienso que una cosa es hacer activismo y otra que tu vida se base en estar constantemente señalando todos aquellos comportamientos con los que no se comulga. No creo que sea bueno para la salud mental estar entrando en conflicto ante cualquier comentario o acción machista. Más que nada porque está tan extendido en la cotidianidad, en cualquiera de las esferas en las que nos movamos, que tendríamos que hacer de nuestra vida, un activismo perpetuo.

Con esto no digo de cerrar los ojos y taparse los oídos, sino en marcar unos límites que no estamos dispuestos a que traspasen y actuar desde diversas intenciones comunicativas. Habrá veces que estemos en disposición de llevar a cabo una intención cultivo-comprensiva y otras veces lo hagamos desde la intención combativa. Por otra parte, creo que debemos evitar el paternalismo y la condescendencia. Alejarnos de esa idea que nos hace creer que estamos en el lado bueno de la historia.

Una cosa es no querer ser ese tipo de hombre conservador, patriarcal y rígido en sus creencias hegemónicas y otra muy diferente que pensemos que, por repensar nuestro lugar en el mundo, estamos por encima de aquellos que no han iniciado el proceso de revisión identitario. En mi caso, hay días en los que estoy con más ganas de debatir y entro fácil al conflicto, pero otros días no tengo esas ganas o fuerzas. Creo que aparte de hacer de cortafuegos en según qué conversaciones, la clave para romper estas dinámicas, está en dejar de ser cómplices y transmitir qué no estamos dispuestos a tolerar.

¿Qué consejos le darías a otros hombres para acercarse al feminismo?
No creo que se necesiten consejos. Estamos hablando de una realidad que provoca malestar en millones de mujeres en el mundo. Lo que se necesita es empatía y dejar de mirarse el ombligo. Tener voluntad de cambio y muchas ganas de escuchar y no tantas de hablar.

Acercarse al feminismo es acercarse a la justicia social y creo que no se necesitan muchos motivos. Necesitamos transformar el mundo y romper con todos aquellos valores que consideramos biológicos, innatos y esenciales, que no son más que normas perpetuadas y construidas social y culturalmente.

¿Te consideras un referente masculino?
No, aunque quizá para algunas personas pueda serlo, por lo que me transmiten en redes sociales, mi intención no era ser referente ni lo será. Mi intención es tomar conciencia del machismo y dejar de reproducirlo en la medida de lo posible.
Si en este viaje, que es el repensar mi lugar en el mundo y en la sociedad, favorece que otras personas se replanteen cosas, pues maravilloso. Pero no creo que eso te haga referente.

 

Raúl, podrás decir lo que quieras, para mí lo eres.

 

Mara Mariño

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‘Antes el Salón Erótico de Barcelona era para hombres’

Han sido cuatro años desde la última vez que vine al Salón Erótico de Barcelona. El evento ha cambiado, y yo también. Quizás por eso tenía tanta curiosidad sobre nuestro nuevo encuentro.

mujeres salón erótico barcelona

Producción propia

Hay cosas que siguen igual en el Pabellón del Vall d’Hebron durante los días que dura la cita más caliente de la ciudad condal (ola de calor aparte).

Como el hecho de que se ven más tetas que en una película española o que siempre encuentras a algún asistente masturbándose -más o menos discretamente- en la calle, por los alrededores del lugar.

Pero muchas otras son distintas. Como el público, que esta vez es más joven que nunca. Predominan las parejas de mi quinta y, en lo que menos se paran, es en la parte de los espectáculos eróticos.

Las charlas son el principal reclamo, que han conseguido igualar, por primera vez, la proporción entre asistentes hombres y mujeres.

Las largas colas antes de que den comienzo y que todas las sillas se llenen (e incluso nos tengamos que sentar en el suelo para asistir a muchas de ellas) son la prueba de su popularidad.

De esto es muy consciente Montse Iserte, la sexóloga y coordinadora de actividades del evento: «Antes el salón era para hombres. Y de unos hombres muy específicos».

«Lo está partiendo todo lo que tiene que ver con técnicas eróticas o trabajar el deseo, la gente es lo que está buscando. Cuando hay temática de estas, las aulas se nos llenan», afirma la sexóloga.

Un programa para el gusto de todos ha sido la clave: «Hemos intentado traer más variedad como defensa personal femenina, twerking, trabajar el feminismo y las masculinidades. Aunque también hay clásicos que se repiten año tras año como tuppersex, charlas de erotismo, sensualidad, dificultades sexuales…»

El tema de las nuevas masculinidades, dentro del feminismo, es el que quiere convertirse en el centro de la edición de este año. Las mismas que protagonizan el anuncio del Salón de este año que se convirtió en viral al poco rato de ser posteado.

«Queremos trabajar las masculinidades y darnos cuenta de que los hombres hetero-cis deberían formar parte de este movimiento en vez de tomárselo como un ataque. Es para ayudarles a ellos también a deconstruirse de lo que la sociedad les ha impuesto, con todos los problemas que esto supone en el ámbito sexual y emocional, y reconstruirse para ser más felices y entendernos mejor», dice Montse.

Pero, y aquí entra una de las incongruencias del Salón, ¿es posible apoyar las nuevas masculinidades cuando el tema de la cosificación del cuerpo femenino, sigue siendo el gran protagonista de los shows de la zona porno?

Y lo pregunto porque son casi todo actrices las que dan el espectáculo, al estilo de cualquier película porno, ante un público mayoritariamente masculino.

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«El Salón Erótico de Barcelona no deja de ser o había sido siempre una opción de ocio, entretenimiento, espectáculo. Es lo que encuentras cuando se practica sexo en vivo y merece la pena verlo, es algo que no ves en ninguno otro sitio», afirma la coordinadora de actividades.

«Este año en el escenario principal se ven espectáculos super bonitos, trabajados estéticamente y deconstruidos: muchos tipos de pareja y grupos, personas sin erección, etc. Además, una cosa son los espectáculos y otra las charlas. Hay 12 horas seguidas de charlas, estamos yendo mucho más allá de lo que se ve en el escenario y creo que es la forma de llegar a estas personas», declara Montse.

Y, como otros años, siempre te queda la opción de darte una vuelta por la parte superior del pabellón y conocer desde ilustradores a artesanos del cuero, que realizan artículos de BDSM, pasando por propuestas tan curiosas como es la de hacer tu propio book de fotos erótico o llevarte una réplica en bronce o escayola de tus genitales.

Así que sí, tres años de pausa después, el Salón Erótico se ha adaptado. Como me dijo Montse, estamos ante un evento más feminista e inclusivo.

Y aunque queda todavía mucho por recorrer, personalmente, confío en que siga la línea que ha tomado este 2022. Es el camino.

Mara Mariño

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Este podcast sobre BDSM te va a dar ganas de probarlo

Hablar de sexo en tu entorno cercano puede ser recibido algo de vergüenza o incluso generar rechazo. Pero cuando se convierte en tu trabajo, tratarlo con la misma naturalidad con la que hablas de comprar el pan, es la mejor solución.

Es algo que comparto con Anna y Gregor, quienes se encuentran detrás del podcast Spank U, next y que podéis escuchar en Spotify, Apple, Stitcher o Google Podcasts (además, ya que lo hacen en inglés, es perfecto para mejorar el listening, nuestra asignatura pendiente).

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Dominación, pegging, entrevistas a profesionales que han convertido el BDSM en su trabajo son algunos de los episodios que se encuentran en la primera temporada de su podcast.

Y, como expertos en materia, son muy conscientes de la importancia de poder abordar el tema de las parafinas sexuales desde una perspectiva respetuosa. El objetivo, en palabras de Anna, es «desmitificar y desestigmatizar las prácticas hablando con los invitados del sexo de una manera positiva en un espacio libre de juicios».

«Queremos ofrecer un enfoque desenfadado de las prácticas BDSM y fetichistas que permita a nuestros oyentes reflexionar sobre su propia vida sexual y su relación con la sexualidad, y sobre las cosas que tal vez les gustaría probar, aunque no sean hardcore (todavía)», dice Gregor.

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Si nunca has probado el BDSM, ¿dónde o cómo recomendáis empezar?
Anna: ¡Comienza despacio! Vemos a mucha gente que se une a la comunidad y que tiene un fetiche o una fantasía BDSM a la que quiere dar rienda suelta, sin tomarse el tiempo necesario para informarse bien. Es importante practicar el RACK (Risk Aware Conscious Kink), saber qué esperar, cómo podría salir mal y lo que tú y tu(s) pareja(s) queréis obtener de la experiencia. Te sugiero que acudas a tu comunidad o evento kinky local, o que busques una comunidad online como Fetish.com para obtener apoyo e información.

Puedes asistir a un BDSM munch, que es un encuentro (no sexual) en un bar o cafetería con otras personas que lo practican, y donde los que tienen más experiencia pueden guiarte sobre cómo abordar tu primera experiencia. También podrán indicarte las red flags a las que debes prestar atención y las buenas prácticas que debes seguir. Lo más importante es tomarse su tiempo: ¡el BDSM es un maratón, no un sprint!

¿Cómo practicarlo con seguridad?
Gregor: El BDSM siempre implica algún tipo de riesgo. Pero puedes hacerlo más seguro si mantienes conversaciones abiertas y sinceras sobre tus deseos y necesidades, tus límites -las cosas que no quieres hacer en absoluto- y las expectativas que tienes para la sesión. A continuación, tienes que idear algún tipo de sistema que te permita comunicarte mientras juegas. Algunas personas utilizan una palabra de seguridad, otras prefieren el sistema de semáforo en el que «ámbar» significa que me estoy acercando a un límite y «rojo» debe detener inmediatamente la sesión. También te aconsejo que aprendas todo lo posible. Seguro que hay cosas fáciles que puedes probar con tu pareja, pero cuando se trata de técnicas de bondage más avanzadas o de juegos de impacto, ve a preguntar a personas que ya tienen mucha experiencia.

¿Creéis que estamos viviendo una revolución sexual hoy en día?
Anna: En muchos sentidos, sí. Estamos viendo cómo se normaliza el BDSM y cómo se estigmatiza menos la diversidad de sexualidades, preferencias y placeres. Creo que el placer está ahora en el centro de la revolución. Antes era: ¿con quién tienes sexo? Ahora es: ¿lo disfrutas realmente? La autoestimulación es (por fin) objeto de debate y la cultura acepta en general que cada uno experimenta el placer a su manera.

Gregor: Yo lo llamaría una revolución del placer. El sexo ya no se basa en el rendimiento o en historias de conquistas, sino que se centra en la siguiente gran pregunta: ¿Qué me hace sentir bien y cómo puedo experimentar el placer con otras personas? Al fin y al cabo, el sexo es algo muy personal y lo que funciona para ti puede no funcionar para mí. Puedes considerarlo como un viaje que te ofrece experiencias impresionantes (literalmente) y sorpresas extravagantes. También veo que hay más gente que habla abiertamente de las cosas que le gustan. En mi opinión, esto tiene que ver con la lenta deconstrucción del patriarcado que antes definía el sexo como un acto de penetración. Recientemente, hemos empezado a explorar un significado mucho más amplio del sexo y la sexualidad y creo que estamos hartos de las etiquetas.

Spank U, next

¿Cómo ha sido recibido en vuestro entorno más cercano -familia y amigos- que hayáis creado un podcast hablando de este tema?
Gregor: Me encuentro rodeado de gente queer y con actitud positiva en cuanto al sexo. Es fácil ser sincero sobre lo que hago y, al mismo tiempo, recibir un montón de buenos comentarios de mis amigos. Y mientras mis dos hermanas son grandes fans del podcast, mis padres saben que lo hago, pero no estoy seguro de que tengan claro de qué va… ¡y seguramente no lo escuchan! Además, soy austriaco y hablan alemán.

Anna: La acogida ha sido abrumadoramente positiva por parte de mis amigos y de mi círculo más amplio, incluso por parte de gente que no está metida en el BDSM. Algunos de mis amigos se han sorprendido bastante por el tema, y ahora se preguntan qué hago a puerta cerrada (¡aunque nunca he evitado hablar de ello!). Mi familia no escucha el podcast, porque creo que es demasiado para ellos. Mi madre está desesperada por escucharlo, pero le he dicho que probablemente «no es lo suyo». O quizás sí…

Anna en tu opinión, ¿es más fácil para las mujeres hablar de sexo que para los hombres, o sigue habiendo prejuicios?
Creo que a los hombres siempre les ha costado hablar de sexo de otra manera que no sea la de su actuación o como una prueba de masculinidad. Sobre todo en los grupos, hemos visto el lado tóxico de los hombres que hablan de sexo con sus compañeros: la cosificación, la misoginia y, sobre todo, la cultura de la violación. Para el hombre con conciencia social, espero que pueda acudir a sus amigos para que le apoyen en cuestiones sexuales. En cuanto a las mujeres, la victoria ha sido centrarnos en nuestro propio placer y sentirnos más capacitadas para hablar de lo que nos hace sentir bien con las mujeres que nos rodean.La masturbación femenina era antes un tema tabú, y ahora está en el léxico cultural.

Y por último, ¿qué le dirías a alguien que nunca ha probado el BDSM para animarle a practicarlo?
Anna: Que tenga la mente abierta. ¡Puede que encuentre algo que no sabía que estaba buscando! Realmente hay un fetiche para todos, incluso si se trata de unos ligeros azotes o tirones de pelo. El BDSM es una forma increíblemente poderosa de conectar contigo misma -y con tu(s) pareja(s)- y siempre he admirado el grado de autoconocimiento y desarrollo que demuestran las personas que lo practican. No lo sabrás hasta que lo pruebes.

Gregor: Nivela tus expectativas. Especialmente en la primera sesión, puede que te excites y descubras que ciertas cosas no son como las habías imaginado. La diversión que puedas obtener de una experiencia extraña puede depender de cómo te sientas ese día, de la experiencia de tu pareja y, en general, de lo bien que os comuniquéis. Empieza despacio y no te prives de probar algo dos veces si no te funciona la primera vez. Como hemos dicho antes, la comunicación lo es todo.

Mara Mariño

¿Sabías que todos, en mayor o menor medida, somos fetichistas?

Fui a un colegio de monjas, así que el pudor por el sexo era algo normal en mi vida.

Piensa que venía de un entorno en el que, si un chico te tocaba el pecho, ya eras bautizada como ‘la guarra’ del grupo.

esposas mano

UNSPLASH

(Inciso: ¿no me sigues en Instagram? ¡Pues corre!)

Así que, ¿cómo no llevarme esa mochila emocional conmigo cuando empecé a tener sexo?

Ya ni hablamos de lo que se saliera de las relaciones más convencionales. La vida más allá del misionero era un misterio.

Por suerte, me puse las pilas rápido en cuanto dejé atrás esa etapa de mi vida. No había tiempo que perder, quería experimentar a ver qué era lo que iba conmigo.

Y había tanto por probar…

Quizás por esa razón fue tan sencillo animarme a descubrir lo que, hasta ese momento, había estado prohibido.

También Valérie Tasso, que es sexóloga, escritora y Embajadora de LELO en España (podéis seguir sus pasos virtuales en Instagram @valerietasso69) me explica otra buena razón por la que cogí el cambio con tantas ganas: «Nos han vendido durante siglos un modelo de sexualidad que sólo implicaba los genitales y cuya práctica estrella era el coito».

«Todo lo que se salía de este modelo se consideraba como una perversión, una desviación, porque estaba en manos de la Psiquiatría y esta se encargó de hacer un decálogo de todo lo que se salía de la norma (el sexo como algo reproductivo)», declara la sexóloga.

«Y si bien ahora se visibilizan más tipos de fetichismos, todavía a día de hoy, se sigue viendo como algo ‘rarito’. Basta ver cómo define la RAE al fetichismo que lo considera socialmente ‘negativo o inmoral’«, destaca Valérie.

Sin embargo, es una erótica más: «Es la atracción erótica por una o varias partes del cuerpo como por ejemplo los pies o el ombligo, e incluso hacia objetos o imágenes (zapatos de tacón, globos, medias, tatuajes, por dar sólo algunos ejemplos)».

Como ella misma afirma, «todos, en mayor o menor medida, somos fetichistas. Y algunos también tenemos relaciones eróticas ‘convencionales’. El fetichismo pone un poco de pimienta a nuestras interacciones y es necesario verlo como tal. Como un aderezo a un plato culinario».

El problema de ver esta atracción erótica como algo raro, genera malestar y supone un impedimento a la hora de vivir nuestra sexualidad de manera libre.

(Aunque eso sí, si te pone que te llamen «pervertido» o «pervertida», puede que estés ante tu fetiche).

¿Significa eso que absolutamente cada persona tiene que encontrar la particularidad sexual que le ponga especialmente? Para nada.

«El fetichismo en general no tiene por qué gustar a todo el mundo. Pero no por eso tiene que ser demonizado ni rechazado como algo inmoral. Si no me gusta el arroz, no voy a pensar que toda la gente que come arroz es ‘rarita’, ¿verdad?», reflexiona la sexóloga.

«El desconocimiento hace estragos y genera tópicos. Una erótica ‘peculiar’ es una gran fuente de riqueza para nosotros, los seres sexuados. Es un valor«, resume.

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Además, Valérie recuerda que hay una serie de beneficios entre aquellas personas que viven sus fetichismos con total naturalidad: «Suelen entender mejor que todo nuestro cuerpo es sexuado (en el caso de fetichismos hacia otras partes que no sean zonas erógenas primarias)».

«Suelen tener un imaginario erótico más rico y sano (la mente también es sexuada), y no suelen tener dificultades eróticas comunes que solemos tratar a diario los sexólogos», declara la experta.

Si además, tenemos en cuenta todas estas ventajas que la sexóloga comenta, es como para darle una oportunidad, ¿no?

Mara Mariño