Archivo de la categoría ‘relación sana’

¿Eres románticamente responsable?

Siempre que empiezo una relación de pareja pienso de la misma manera: voy a dar lo más bueno de mí, la mejor versión.

Claro que, en mi cabeza, eso se limita a intentar no tener las zonas compartidas hechas un desastre, a colaborar con el orden y la limpieza y en mostrarme cariñosa y divertida a partes iguales.

Y aunque todo esto es algo fundamental, hay un área en la que cuesta mucho trabajar y de la que no se habla prácticamente nada, la de la responsabilidad.

pareja amor

PEXELS

Y es que no basta con mirar la pareja como la unión de dos mitades (por muy buenas que se hayan propuesto ser), sino que parte debe ‘participar’ de una manera consciente y considerada.

Es lo que podríamos llamar ser románticamente responsables, que, a modo resumido es desarrollar la capacidad de trabajar en equipo en el plano emocional, asumiendo un papel activo respetuoso.

Podemos culpar a las series y películas de hacernos creer que las historias de amor son esa cosa que llega como caída del cielo.

Pero es nuestra tarea desmitificar esa idea y entender que es una decisión y un compromiso de trabajo, de ahí que la responsabilidad sea clave a la hora de relacionarnos.

Pero, ¿cómo gestionar de manera conjunta un área de nuestra vida cuando lo único que hemos aprendido de hacer trabajos en equipo es que cada uno se encargaba de su parte y, el día de la presentación en clase, se unían los distintos slides aunque no hubiera coherencia entre ellos?

Asumir la responsabilidad en una pareja pasa por hacernos cargo de nuestros comportamientos, que es lo que la otra persona puede ver.

Entre ellos está la comunicación honesta, que no solo es expresar los sentimientos, necesidades y expectativas de manera clara y respetuosa.

Es también recibir lo mismo de la otra persona y aceptarlo sin reservas, sin las defensas alzadas, asumiendo, aceptando, tomando nota y teniendo en cuenta de cara a la próxima vez.

Te puede interesar leer: Relaciones a prueba de pantallas: ¿las redes sociales y la ficción afectan al romance?

Eso de ponerlo en práctica en el futuro formaría parte de la mutualidad, que es hacer la vida teniendo en cuenta que no vamos solos, que nuestras acciones pueden afectar y es considerar eso.

Mutualidad es, por ejemplo, pegarte esa noche de fiesta con tus amigas, pero reservar también un rato para que el fin de semana tenga tiempo de calidad con tu pareja.

O saber que si su lenguaje del amor son las palabras de afirmación, asegurarte de decirle que le quieres aunque sea una cosa que te sale menos natural.

Es entender sus necesidades, deseos y autonomía y darle la seguridad y tranquilidad de que lo tienes en cuenta sin infringir su bienestar.

Otro punto clave es saber controlar la gestión de las emociones (y en esto puedo tirar de mi experiencia como parte de una relación intercultural).

Mi pareja ha recibido una educación en la que las discusiones no existen y en mi caso, alzar la voz constantemente es algo normal en mi manera de relacionarme, para bien y para mal.

Pero sabiendo que es algo que le produce incomodidad, aprender a controlar esas salidas y discutir desde la asertividad ha sido mi mayor reto.

Nos ha permitido poder abordar temas dificilísimos desde la estabilidad y la tranquilidad de que estábamos en el mismo bando, luchando por el objetivo de seguir juntos independientemente del asunto que tratáramos.

Vamos, cuando en vez de dejarme llevar por el impulso emocional, me ponía en modo ‘comprender y validar’ sus sentimientos para mantener una atmósfera sea amorosa y positiva.

A las pruebas me remito de que la empatía y el respeto mutuo hacen que el ambiente no sea de tensión, y sobre todo evita que si una de las dos personas es más impulsiva, como es mi caso, se escapen cosas que pueden ser dañinas.

Así que ahora solo queda que, tras leer esto, te preguntes de qué manera puedes contribuir a que tu relación sea no solo equilibrada, sino cómo puedes hacerla románticamente responsable.

Mara Mariño

(Y también puedes seguirme en InstagramTikTokTwitter y Facebook).

Relaciones a prueba de pantallas: ¿las redes sociales y la ficción afectan al romance?

El otro día, al terminar de ver una película sobre un amorío en Sicilia durante un campamento de verano, me notaba especialmente melancólica.

Aquella historia ficticia me había despertado el antojo de romanticismo, algo que no sucede en el día a día de mi relación de pareja.

pareja feliz

PEXELS

(¿Cómo que aún no me sigues en Instagram? Pues venga…)

Ni en el mío ni en el de la mayoría, quiero decir.

La fase de enamoramiento que nos revoluciona las hormonas y nos lleva a desplegar las mejores tácticas de cortejo, va desapareciendo conforme el vínculo va formándose y la intimidad fortaleciéndose.

El estado normal de una relación de pareja sana es la calma, una calma que a veces -si las condiciones lo permiten- se ve interrumpida por planes fuera de la rutina o escapadas, pero son episodios que se siguen por nuevos episodios de tranquilidad.

Aprender esto es algo que tenemos pendiente interiorizar. Sobre todo cuando vivimos en un mundo en el que los estímulos nos rodean.

Como la película romántica, los vídeos de Tiktok de desconocidos, los reality shows en islas paradisíacas, las canciones que escuchamos sobre hoteles de cinco estrellas y botellas de champán o incluso las fotos de Instagram de amigos, nos pueden llevar a pensar que todos viven en una burbuja de amor y adrenalina y nuestra relación es la excepción.

A eso se le añade el consumismo feroz que parece ser la alternativa siempre que tienes dudas de si estáis demasiado acomodados.

Un taller de cerámica para dos, un concierto a la luz de las velas (eléctricas), entradas para la terraza más exclusiva de la ciudad, el museo de photocalls donde haceros fotos, los calzoncillos con la cara de la otra persona estampada, flores a domicilio…

Todo tipo de cosas que te llegan bien por newsletter, contenido promocionado en redes sociales o incluso un descuento para un parque temático que te ‘regalan’ con tu compra.

Vamos, que podrías pensar ante tanta opción que si tu relación se muere de aburrimiento, es porque tú lo has querido.

Amor también es aburrirse juntos

Y claro que hay parejas que se desenamoran y dejan de querer hacer cosas en compañía de la otra persona y terminan con la relación tarde o temprano.

Pero, por lo general, el aburrimiento es una parte más de estar en una pareja estable.

Como lo es, cuando convives, organizarte con las tareas, agendar cumpleaños y celebraciones familiares y una larga lista de logística que es menos emocionante.

Las noches en el sofá viendo algo en la tele, con el sueño pegado a la pestaña, son mucho más comunes que aquellas en las que exprimes la vida nocturna de la ciudad.

Te puede interesar leer: Estar en relaciones de parejas largas me han enseñado que el sexo…

Para mí el problema es cuando crees que esos primeros tedios son la prueba de que no funcionáis y se pone punto y final para empezar otra historia con otra persona (la prueba de que las expectativas irreales que vienen impuestas se han salido con la suya).

Porque la energía de la nueva relación que arranca, acelera y emociona la maquinaria emocional, se agotará y, como la película del romance siciliano, servirá solo para un rato de suspiros.

En cambio, una vez aceptado que puede haber aburrimiento, se puede desromantizar el romanticismo y alejarse del que solo parece digno de película.

Una nota divertida en la nevera, que te lleve el café a la cama o que vuelva a casa con tu snack favorito también son formas igual de válidas de decir «te quiero».

Mara Mariño

(Y también puedes seguirme en TikTokTwitter y Facebook).

‘Un cuento perfecto’, lo nuevo de Netflix que rompe con las típicas escenas de sexo

Mis expectativas sobre la miniserie Un cuento perfecto no eran altas, eran las de cualquier otra romcom: algo que me entretuviera, pero sin mucho trasfondo que me dejara reflexionando al respecto.

Por eso ha sido tan refrescante que la apuesta de Netflix, basada en la novela de Elísabet Benavent, me sorprendiera en la representación de las escenas de sexo.

un cuento perfecto Margot y David

NETFLIX

(¿Cómo que aún no me sigues en Instagram? Pues venga…)

Sin hacer spoiler –porque ya te adelanto que te la recomiendo-, en varias ocasiones donde la pasión se dispara, se mencionan o enseñan los preservativos.

Puede que pienses que no tiene nada de especial, que son habituales en tu vida y no sales de casa sin mirar que lleves uno en la cartera, pero, si lo piensas, es un elemento que suele brillar por su ausencia en la mayoría de ficciones.

Recuerdo a un escritor novel de novela erótica diciendo que no era su responsabilidad dar educación sexual a sus lectores incluyendo métodos de barrera en sus tramas.

Pero la serie es el ejemplo perfecto de que no necesitas salirte de la historia para visibilizar algo que es clave en lo que a cuidar la salud sexual se refiere.

Otro de los momentos que no esperaba es una escena en la que a protagonista le baja la regla en pleno momento de acción, cuando ciclo menstrual y sexo salvaje no son dos cosas que en las series y películas suelan coexistir.

Por un lado es como si las mujeres en la ficción nunca tuvieran la regla y solo se hablara de ella en caso de que falte, lo que sabemos que significa que está embarazada.

Y por otro, el sexo menstrual ni está ni se le espera. Vale que en la miniserie tampoco, otra pequeña barrera a superar (aunque sus motivos hay detrás), pero la respuesta del acompañante es oro.

«A mí no me importa», reitera él dejando claro que quiere seguir. Ni caras de susto ni rechazo, es la tranquilidad que necesitamos independientemente de que según nos encontremos nos apetezca más o menos.

Personalmente, ese fue el momento en el que me ganó la serie.

Porque si bien que te baje la regla antes o en pleno momento de acción es algo con lo que todas nos podemos sentir identificadas, quizás si vemos que en uno de los hits de Netflix el actor dice que le da igual, nos creamos por fin que nuestra pareja también lo dice de verdad.

A eso le sumo que Un cuento perfecto se aleja del coitocentrismo y hay escenas de otras prácticas, en concreto de sexo oral.

En las que además ella quien lo recibe, por lo que la labor de darle protagonismo al placer femenino está conseguida.

Contar con una protagonista que vive su sexualidad de manera plena, pudiendo expresar libremente un «Estoy mojada» como un «Me gusta hablar en la cama» es otra característica muy rompedora de la historia.

Viéndonos reflejadas en heroínas de ficción, que no tienen pudor ni son inexpertas como Babi de Tres metros sobre el cielo o, más recientemente, Noah de Culpa mía, conseguimos alejarnos del estigma que rodea la sexualidad femenina y se refuerza de manera positiva que eso nos parezca normal.

 

Ver esta publicación en Instagram

 

Una publicación compartida de Mara Mariño (@meetingmara)

Las series y películas son un factor que alimenta el imaginario colectivo, así que la importancia de mostrar mujeres que conocen su cuerpo, su disfrute y lo expresan en las escenas es la manera de apoyar el cambio social que libera y empodera sexualmente.

Cambio en los roles de género

No voy a pararme mucho en la historia de amor, que puede ser más o menos parecida a otras que hemos visto antes.

Pero sí me parece interesante destacar otras peculiaridades que me han parecido un avance en la pequeña pantalla.

Como por ejemplo que los roles de género estén intercambiados y veamos a un chico dedicándose a una profesión que siempre relacionamos con las mujeres: el cuidado de niños.

Mientras que su sueño es tener una floristería, el de ella es modernizar la imagen de la compañía multinacional de su familia. La clásica historia donde el exitoso hombre de negocios impresionaba a base de su éxito laboral y su fortuna -y esa desigualdad de poder era utilizada-, ha terminado.

Nosotras queremos ser la CEO.

Y, sobre todo, que no vemos a una chica conquistada por un chico malo, más mayor y experimentado, que le da un trato paternalista, controlador y hasta despectivo en ocasiones.

Vemos a una chica conquistada por un tío divertido, algo más joven que ella, que le hace reír, que no es el ejemplo de tener la vida resuelta, pero da igual porque es con quien mejor se lo pasa.

La protagonista no necesita un hombre que le resuelva la vida, se la resuelve sola y, por el camino, tiene a su lado a una persona que le hace disfrutarla todavía más.

Y es que necesitamos que nos recuerden que no necesitamos ser salvadas, que la pretensión del amor debería ser solo encontrar con quien ser feliz y punto.

Mara Mariño

(Y también puedes seguirme en TikTokTwitter y Facebook).

El ‘fexting’, la forma de discutir con tu pareja que deberías evitar

Creo que podemos estar de acuerdo en que, a través de una pantalla, todo es peor: leer un libro, intentar conocer a alguien, pero sobre todo discutir con tu pareja.

Lo que no sabía -pese a ser toda una experta en la materia de discutir y de discutir por mensaje-, es que se conoce como fexting (fighting over text), aunque en castellano lo llamamos «tener una movida por WhatsApp».

mujer con teléfono

PEXELS

(¿Cómo que aún no me sigues en Instagram? Pues venga…)

Sí, admito que en varias ocasiones, y con diferentes parejas, he caído en la rutina de estar mandando mensajes cada vez más y más enfadada.

En el momento en el que la tecnología nos da la opción de estar en contacto en cualquier momento del día, resistir las ganas de posponer una discusión a cuando se esté en persona, es todo un reto.

Y sobre todo si, como yo, eres de mecha corta y en cuanto te enfadas necesitas soltar el rebote y no dejarlo en reposo.

Pero según los expertos (y como habrás podido comprobar) ponerte al teclado a decirle a tu pareja lo mal que te ha sentado cierta cosa, es la peor de las ideas.

No solo no soluciona nada, sino que encima te sientes peor conforme se desarrolla la conversación. Terminas teniendo que solucionarlo en persona.

Te puede interesar leer: ¿Existe alguna manera ‘buena’ de discutir en pareja?

Esto se debe a que no es una manera efectiva de mantener un diálogo. Los fallos en la comunicación se dan por todas partes.

Desde que el enfado se cuela en el mensaje y al no ver cómo afecta a la otra persona sentimos más frustración al hecho de que puede que pillemos a quien recibe los mensajes haciendo otra cosa y no sea capaz de contestar en el momento (provocándonos que nos están ignorando aunque no sea el caso).

El chorreo de sentimientos negativos se traducen en una serie de mayúsculas o exclamaciones -la versión digital de ‘estoy subiendo la voz’- que cuestan de digerir.

En conclusión: todo por mensaje se magnifica y se pierde información lingüística del lenguaje corporal y paralenguaje (cómo se comunica el mensaje a través del tono, volumen, etc).

Menos fexting, más llamadas

En un mundo ideal, si quieres discutir con tu pareja y en ese momento es imposible, deberías ser capaz de aparcar el mosqueo hasta que se dé la ocasión de hablarlo en persona.

Pero si es algo que aún tienes pendiente trabajar o es algo que no puede esperar, la solución no es correr al teclado.

Siempre es mucho mejor hacer una llamada telefónica.

Por mensaje tiendes a soltar todo lo que se te pasa por la cabeza y, al no tener que interrumpir tu discurso para escuchar a la otra persona, los mensajes se solapan y te pierdes entre tanta notificación.

Eso, vía llamada, es más difícil que suceda. Además, escuchar la voz de la otra persona acorta esa distancia física y es un puente tendido hacia la resolución del conflicto.

Para terminar, quiero recordarte que discutir es un punto muy vulnerable para todos los participantes.

Las emociones están a flor de piel y pueden llegar a penetrarse en tu discurso.

No hace falta que te diga que cualquier expresión de enfado o ira va a alejarte más y más de llegar a un punto de encuentro, así como utilizar apelativos ofensivos y hablar de manera pasivo-agresiva.

Lo que sí te ayuda a expresarte y que te entiendan es hablar desde cómo te han hecho sentir las circunstancias que os han llevado a discutir.

No es un «es que tú has hecho/dicho» sino un «es que yo me he sentido así».

Y sobre todo, si quieres progresar con tu pareja, no caigas en el fexting y llama.

Mara Mariño

(Y también puedes seguirme en TikTokTwitter y Facebook).

¿Y si lo deseable en una pareja es que tenga ‘beige flags’?

Hace poco me decía una amiga que le gustaba quedar conmigo porque no hacíamos cosas ‘locas’ como con el resto de sus amigos, sino que hacía cosas de ‘adulta’. No me llamó aburrida, pero por la descripción sonaba justo a eso.

Yo soy lo que en el panorama de citas actual se consideraría una beige flag andante.

PEXELS

(¿Cómo que aún no me sigues en Instagram? Pues venga…)

Permite que te introduzca este nuevo concepto, porque la diferencia entre red flag y green flag ya te la sabes, ¿no?

Mientras que las green flags son cualidades positivas que apreciamos en alguien, las red flags son todo lo contrario, señales de alarma o indicativos de que mejor salir de ahí cuanto antes.

La beige flag es la neutralidad y, por lo que se ve en el caso de quienes cuentan las beige flags que se han encontrado en otras personas, cosas como que conduzcas muy despacio, que prefieras una agenda en papel antes que la del móvil, que te lleves una silla y una sombrilla a la playa o que te encanten los Crocs.

En definitiva, es algo que no molesta, pero que está ahí. Y tampoco es lo más emocionante del mundo.

Y yo, como buena defensora de este tipo de banderas, he de decir que las considero las nuevas green flags porque son la prueba de que estamos ante una persona normal.

Me explico. Socialmente relacionamos el enamoramiento con idas y venidas, subidas y bajadas por el chute hormonal.

Además, según las series y películas, relacionamos amor con aventura y expectación, con una persona que nos tiene la cabeza descolocada y no sabemos por dónde va a salir hoy: si vendrá a casa con un ramo de flores o ignorará los mensajes mientras sufrimos por esa frialdad.

Te puede interesar leer: Las señales de que tu nuevo ‘crush’ es tóxico que deberías aprender a identificar

Pero eso al final es una muestra de que se está teniendo un amor sin ningún tipo de estabilidad ni evolución, que nos mantiene en un estado ansioso e inseguro.

En cambio una persona estable, rutinaria, se mueve en la tranquilidad y es eso lo que busca y transmite en su vida, por lo que la relación no va a ser una montaña rusa, sino un apacible paseo.

Es más, cuando vivimos con alguien de serenidad tendemos a pensar que se ha apagado la llama o que la relación no da más, cuando es en esa calma que se puede construir la confianza en quien sabemos que no nos va a fallar y por tanto el vínculo se fortalece.

Mi conclusión es que mientras sigamos viendo que las personas normales son las que se deben evitar, caeremos de cabeza en quienes llevan las red flags, que son el auténtico peligro.

Y encima nos creeremos que eso es amor de verdad.

Mara Mariño

(Y también puedes seguirme en TikTokTwitter y Facebook).