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‘Negging’, el tóxico ‘truco’ para seducir que parece obra de Barney Stinson

Uno de mis amores imposibles fue un compañero de carrera que, por muchas afinidades que teníamos, «solo salgo con rubias», me decía.

Repetía lo bien que se lo pasaba conmigo y lo divertida y guapa que le parecía, pero que se conocía y que siendo yo morena, no iba a funcionar.

hombre ligando con una mujer

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Aquello, en vez de desanimarme, me incitaba todavía más a prepararle planes sorpresa para convencerle de que, pese a no tener el color del pelo, tenía todo lo demás.

Por supuesto aquello no funcionó. Y no solo eso, sino que mientras yo dediqué mi tiempo y energía, él no hizo nada en absoluto más que ‘dejarse querer’.

No sería la primera vez que este tipo de interacciones marcarían mi vida.

También recuerdo otro chico, con el que salí una vez, que me dijo que yo no encajaba en su prototipo porque le solían gustar mujeres más delgadas como sus exnovias, que era o modelos o misses.

Cuando volví a casa después de la hamburguesa me escribió para preguntarme si íbamos a su piso a tener sexo.

Por suerte, y aunque no sabía explicar bien por qué, yo sí le había descartado a él en cuanto soltó el comentario.

Como con el chico de las rubias, y quiero pensar que de una manera inconsciente, los dos habían tirado por una estrategia de ligue que tenía en común no hacerme sentir suficiente para ellos.

Además de atacar directamente a mi autoestima, como que tenía que estar agradecida de que, de alguna manera, rebajaran sus estándares por mí.

No solo me hacía querer estar a la altura de ese supuesto sacrificio por su parte, sino que despertaba el afán de competir con las otras mujeres, rubias y modelos, que aunque ni las conocía, era como si estuvieran ahí.

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Tuvo que llegar el trabajo en mi amor propio junto a una psicóloga para que aprendiera a que mi validez no se medía en función de la respuesta de los chicos que podían gustarme.

Podía elegir que los chicos que me gustaran fueran aquellos a los que les gustara yo también, para empezar, y descartar los que llegaban a mi vida con lista de requisitos, basados solo en la apariencia física.

En aquel momento no le puse nombre, pero por lo visto, esto de soltar piropos envenenados a la persona que te gusta se conoce como negging.

Es una estrategia de manipulación que aparece en el libro El método de Neil Strauss, un ensayo que busca convertirse en el famoso manual de Barney Stinson para conquistar mujeres, pero en la vida real.

Pero claro, el manual de Barney era divertido en el marco de una serie cómica donde sus descabellados planes basados en mentir y engañar, formaban parte de la trama.

En la vida real, utilizar esas artimañas no es ético, y es lo que pasa con el negging cuando, de manera deliberada, se crea una inseguridad en el ‘objetivo’.

Y además tengo algunos ejemplos de negging reales que me han escrito algunas seguidoras: «No soy de tatuajes, pero tendría que ver los tuyos para ver si son finos, soy muy exigente», «Si me importara el físico, no estaría contigo», «Qué guapa eres de cara, tienes que mejorar el cuerpo, pero podemos quedar igual», «No eres como las otras chicas, eres como un tío con tetas» o «Eres más atractiva que guapa».

La consecuencia si no tienes la autoestima trabajada, es la que os relataba de querer demostrar que no eres como te encasilla, sino mejor para conseguir su aprobación (porque recordemos que especialmente a las mujeres se nos socializa en ser deseables y nos sentimos valoradas cuando conseguimos propósito de ser deseadas).

Así que en vez de eso, en vez de dejarnos llevar por el automatismo de querer gustar, hacernos la siguiente pregunta.

¿Por qué quiero seguir dedicando mi tiempo a una persona que en esta primera conversación o primera cita ya me está haciendo sentir mal conmigo misma?

Mara Mariño

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La limerencia o ‘enfermedad del amor’ se ceba con las mujeres (y esta es mi teoría)

Existe un fenómeno que, creo, casi todas hemos experimentado. Comienza cuando en la aplicación de conocer gente de turno (o en Instagram) haces match con alguien que te parece puro potencial.

Empezáis a hablar un poco y, cuando te quieres dar cuenta, estás enganchada a su chat. Miras si está en línea, esperas a que te conteste y cada pequeña interacción es, para ti, la prueba de que estáis hechos el uno para el otro.

«Eso es amor», piensas.

mujer teléfono

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Pero por desgracia, como te das cuenta más tarde, ni eran los fuegos artificiales que esperabas ni unas tristes chispas. Por ser, no era nada.

Sin embargo a ti te lo parecía todo, ¿por qué?

Tengo varias teorías que cobran todo el sentido del mundo cuando recuerdo que la experiencia de la limerencia, lo que se conoce como ‘enfermedad del amor’ (aunque suena un poco extremo), afecta en su mayoría a mujeres.

Caemos como moscas en ese estado mental involuntario -que comienza con la atracción romántica-, por quien sentimos una necesidad inexplicable de ser correspondidas.

Y que, para rematar, como toda buena fijación, idealizamos a quien está al otro lado de la pantalla.

Ya podemos estar hablando con la persona más normal del mundo, que lo veremos como el ser humano más increíble que ha pisado el planeta tierra.

Creo que el hecho de que las mujeres seamos las eternas cuidadoras, hace que soñemos con alguien a nuestro lado que nos cuide y nos quiera (lo cual nos merecemos).

Así que, ante la posibilidad de que sea con quien estamos hablando, creamos esa persona que cubra nuestros deseos.

Mis casos de limerencia no han sido muchos, pero generalmente se han dado después de llevar un tiempo soltera, cuando sentía que estaba preparada para empezar una relación de pareja.

Puede que yo lo estuviera, pero quien hablaba conmigo no se encontraba en ese punto para nada. De hecho, ni en el punto de tener los modales de contestar mis mensajes.

Después de varios días sin entrar a la aplicación, que por fin me dijera algo, era como la prueba de que esa vez sí iba a arrancar la conversación e íbamos a terminar quedando.

La distorsión de la realidad ante cualquier pequeño gesto hacia mí, empezaba a surtir efecto.

Querer que nos quieran

Al igual que los pensamientos intrusivos de que quizás había dicho algo malo o no le parecía lo bastante interesante. Aquello iba acrecentando el miedo al rechazo. ¡Y sin habernos conocido!

Pero nada de eso se lo comunicaba, como las mujeres somos educadas en no ser intensas, en no molestar y guardarnos los sentimientos, yo iba alimentando todo eso a la vez que me formaba fantasías de cómo iba a ser la cita perfecta (que nunca tendríamos) o nuestro futuro (que nunca llevaría).

Otra de las razones por las que creo que somos más susceptibles a experimentar la limerencia es porque, en el cortejo, se nos asigna el rol de la pasividad.

Esperamos eternamente en vez de tomar la iniciativa o expresar lo que queremos y salir de dudas, aunque impliquen leer algo que no queremos.

Además, en ese momento puedes llegar a sentirte muy sola porque, cuando tus amigas te dicen que estás poniendo en un pedestal a quien no conoces de nada -a ellas no les afecta el hechizo de esa distorsión de realidad-, nos sentimos incomprendidas.

No me olvido del problema que supone que, desde pequeñas, nos meten por activa y por pasiva, que lo importante es la opinión masculina, porque la validez como mujeres solo la tenemos si nos aman, si mantenemos el interés de un hombre.

Hasta el punto de que no estar en pareja es un fracaso. Sí, aunque seas Dua Lipa y hayas ganado más de 120 premios, lo que los medios resaltarán es que has perdido a un «novio guapísimo».

Si a eso le añadimos los mitos del amor romántico, que nos enseñan que incluso la persona que nos trata peor merece amor (la verdadera lección que saqué de La Bella y la Bestia), ¿cómo no vamos a montarnos la película de confiar que estamos ante alguien que nos va a hacer felices por el resto de nuestra vida?

Limerentes o no, en nuestra mano está dejar de ensalzar lo más mínimo. Y, por mucho que suene ácido, pensar que nadie es especial hasta que demuestre lo contrario.

Pero, sobre todo, mucho amor propio por ti misma, que va desde saber lo que vales hasta ver con realismo afectivo las muestras de tiempo y cariño hacia tu persona.

Mara Mariño

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‘Lovebombing’: aprende a reconocer la táctica de manipulación más dulce

Acabas de conocer a alguien y, curiosamente a diferencia de tus últimas experiencias que iban lentas y a trompicones, es como si hubierais pasado de cero a cien.

Excesiva atención constante (¡no hace ghosting!), gestos románticos, admiración hacia tu persona (lo que te mereces, te diré) y verbalización de que se avance en la relación. ¿Demasiado bueno para ser real?

pareja regalo romántico

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Si tienes los deberes de autocuidado al día, sabrás que te mereces eso, claro que sí, pero que puede que ese derroche de comportamientos románticos no tenga la mejor de las intenciones.

No es que no nos fiemos, es que las posibilidades de que te estén haciendo lovebombing son muy altas.

Pero, ¿cómo saber la diferencia entre lovebombing y simple interés romántico real?

Diría que la duración es una de las variables más fiables. Quien tiene interés en tu persona y esos gestos van con su forma de ser, no dejará de tener detalles contigo.

Es su personalidad y, por tanto, algo que se sostiene con el paso del tiempo.

El lovebombing, por otro lado, es una demostración exagerada de sentimientos a través de detalles que, además, se da en un momento muy prematuro de la relación.

Claro que te pueden regalar unas flores -o una cesta de aguacates, si me preguntas qué prefiero-, pero quizás nada más haberos visto se siente precipitado.

Vale que cada persona tiene sus ritmos (y habrá quien practique ese love language sin segundas intenciones), pero lo primero que caracteriza al lovebombing es sentirlo demasiado apresurado, como que no pega todavía tener o tanto gesto romántico o tan desmesurado.

Pero es que ahí reside el objetivo de esta táctica: abrumar a la persona a conquistar, porque se nutre de la idea de que es algo que va a hacer sentir especial, ya que se nos socializa en que los detalles son una forma de cortejar.

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Por otro lado juega con la idea de que te hace sentir tan especial como nunca antes en tu vida, hasta el punto de que sientas que nadie más te va a tratar de esa manera.

Quien practica el lovebombing sabe que en estos tiempos de mostrar interés a cuentagotas, apostar por el romanticismo o ir fuerte, no es algo habitual.

Otra señal de alarma es que en seguida habla de vuestro futuro, sí, incluso aunque solo llevéis unas pocas citas.

De esta manera va creando un ambiente falso que te propicia a pensar que es él o ella la persona definitiva de tu vida, quien ha venido a quedarse.

Sin embargo lo que está es idealizando su persona y creando una imagen que no se corresponde a la realidad.

Todo esto te genera cierta dependencia porque sientes que estás en ‘deuda’ por ese trato tan especial recibido, o la seguridad que lleva mostrando desde el minuto uno en vuestra relación, y que no eres suficiente.

Por último, se puede identificar que es lovebombing no solo porque llega a su fin, sino porque se ve sustituido por un sentimiento opuesto: el del malestar.

Esa fase de cortejo, donde te sientes especial, se sustituye por enfados, culpabilidad, amenazas y una tensión que va in crescendo.

Con esto no digo que no vuelvas a fiarte de quien llegue a tu vida con ganas de hacerte sentir excepcional, solo que lo disfrutes, pero siempre sin cegarte por lo que está pasando.

Y, ante la duda, el tiempo te dará la razón de si era lovebombing o amor.

Mara Mariño

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‘No vamos a tener nada serio, pero ¿nos acostamos?’

No seré yo quien critique el sexo esporádico, que, además de ser algo que en momentos de mi vida haya podido apetecerme más, veo estupendo que se puedan tener encuentros con la única motivación de pasar un ratito de placer.

Es sano para el cuerpo, para la mente y te da un chute de bienestar importante gracias a las hormonas.

Pero, por supuesto tenía que venir un «pero», sí creo que merece la pena analizar cómo se llega a esos encuentros, ya que en muchas ocasiones nos pierden las formas.

chico teléfono móvil

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Voy con un ejemplo, el de un chico que llevaba bastantes años en mi vida, de esto que te das cuatro besos de adolescente y ya le tienes en Instagram por los siglos de los siglos.

Se genera esa relación distante, pero digitalmente activa, en la que nunca falta mirando tus stories o lanzando de vez en cuando el clásico fueguito que todos sabemos que significa «hola, sigo aquí y me pareces atractiva».

Ni conversaciones, ni coincidencias en todos esos años donde el trato fue única y exclusivamente dar algún que otro like sin más pretensión (una forma de ‘ligar’ de la que hablo mucho en mi libro, por cierto).

Cambiaron las tornas cuando estando soltera me mandó un mensaje directo. Que a ver si quedábamos.

En ese momento, con el corazón roto por el desengaño amoroso, no estaba yo con mucha intención de quedar con nadie y así se lo hice saber.

Su respuesta me descuadró un poco cuando dijo “Bueno, no es para tener nada serio, pero podemos acostarnos”.

Si ves en esto un alarde de sinceridad, algo digno de quien es valiente como pocos y va de cara, déjame decirte por qué creo que no fue la mejor manera de expresarse.

Para empezar, sabiendo que acabo de salir de una relación muy larga (aunque si hubiera sido corta daría igual), mi estado emocional no es de su interés cuando en ningún momento pregunta cómo estoy.

Sino que va directo a ver si puede pasar algo físico, lo que me hace sentir disociada de mi persona a través de su mensaje, como que solo vale el componente de mi aspecto y mis sentimientos tienen menos importancia.

En segundo lugar, cuando lees que no es para tener nada serio, por tu cabeza no pasa la idea de «Ah qué bien, placer sin compromiso», sino «¿Qué está mal conmigo para que esta persona no me considere como opción?».

Es de primero de overthinker. El problema no es él, siempre soy yo.

Y seguramente, como fue mi caso, ese chico ni siquiera te guste, pero ya te deja tocada la autoestima que, tras una rupturas está en una etapa muy vulnerable.

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Cuando es alguien que, como digo, ha tenido entre poca y ninguna relación cercana contigo, que te suelte ese comentario puede hacerte sentir bastante cosificada y molesta, ya que tú tampoco le has dado ninguna señal de que te haga una proposición del estilo.

Especialmente si, cuando rechazas la propuesta, lo primero que hace es desaparecer del radar dejándote de seguir.

En resumen: que su estrategia de tenerte en redes sociales todos estos años era por la hipotética posibilidad de que quizás pillaba cacho.

Así que no digo que no te sinceres y digas si sexo va a ser solo sexo, es importante saber de primeras si se está o no en la misma página.

Pero que antes de nada, intentes empatizar con la otra persona con la que quieres acostarte.

Porque el hecho de que solo vayas a tener un polvo, en caso de que suceda, no te exime de recordar que es una persona con sentimientos y que quizás está en un momento delicado donde no tiene cabida una proposición de ese estilo.

Mara Mariño

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8 formas de conocer a gente cuando no quieres usar aplicaciones de ligar

Hay una historia de amor que me encanta. Una amiga salió de una relación larga y se bajó Tinder, aunque no le sirvió de mucho porque no le interesaba nadie o le daban plantón, directamente.

Un día se apuntó a un partido de vóley-playa y terminó siendo pareja de uno de los miembros de su equipo (y desinstalándose la app).

La amiga soy yo.

hombre mujer cita taller cocina

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Mi caso de azar fortuito offline fue casi como una señal del cielo. Deja de buscar conectar con gente a través de una pantalla y hazlo en vivo y en directo.

Y no soy la única que parece haberse dado cuenta de las ventajas del estilo que solo conocían nuestros abuelos: el analógico.

Hace poco una seguidora me confesaba que estaba harta de las clásicas aplicaciones de ligar, que quería conocer a gente en persona, pero que estando en un pueblecito no tenía las cosas fáciles.

Si ya añadimos los gustos a la ecuación, parece que se complica, ¿no?

Y aunque es verdad que cada vez hay aplicaciones más especializadas que te permite dar con personas con quien compartes aficiones (ahora tienes el Tinder para frikis, para veganos, para amantes del fitness…), la conclusión a la que llego tras mi experiencia y la historia de mi seguidora es que es como si después del Covid quisiéramos volver a estar de cuerpo presente.

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Sin la frialdad que supone tener una pantalla de por medio ni la opción de que te hagan ghosting, dicho sea de paso.

Pero, sin el factor digital, ¿sigue habiendo opciones fuera del teléfono móvil? ¿Dónde se puede conocer a gente? Y, sobre todo, ¿qué hacer si se vive en una ciudad pequeña o un pueblo?

Aquí va mi lista de ideas (y eres libre de ampliarla en comentarios).

8 ideas para conocer gente fuera de las apps de ligar

  1. Eventos de citas: desde encuentros en grupo, fiestas temáticas para solteros, speed dating… 
  2. Viajes organizados, compartir momentos emocionantes y descubrir lugares nuevos ayuda al enamoramiento (que se lo digan a los participantes de La Isla de las Tentaciones).
  3. Actividades deportivas: mi partido de vóley con desenlace sorpresa te garantiza que sí, puedes encontrar el amor en un evento de este estilo. Además de poner en práctica tu compañerismo, es siempre algo divertido.
  4. Clases y talleres de algo que siempre habías querido hacer… ¡O algo nuevo! Aprender juntos sobre lo mismo te da la excusa perfecta para entablar conversación.
  5. Clubes o grupos de interés de lo que sea, así sabes que la casilla de gustos similares queda marcada.
  6. Eventos sociales y comunitarios: sin moverte mucho de casa, puedes ir a festivales, ferias mercados, conciertos, exposiciones o cualquier actividad que te interese.
  7. Voluntariado: haz el bien (y mira con quién). La opción perfecta para dar con gente que comparte tus valores. Tanto en pueblos como barrios tienes asociaciones de ayuda que atraen a los vecinos de la zona.
  8. Eventos de amigos y familiares: aunque nunca lo he comprobado, si «de una boda sale otra boda» es un refrán, será por algo, ¿no?

Y pase lo que pase, si apuestas por alguna de estas opciones, recuerda que lo importante es disfrutar del proceso de conocer gente y dejar que las conexiones se desarrollen de manera natural.

Mara Mariño

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Hay una app de ligar solo para frikis (y ya la he probado)

«Debes de ser SpiderMan porque estoy cayendo en tus redes» es una frase que en Tinder, Bumble, Happn, Meetic u otras aplicaciones para ligar sirve para dos cosas: poder sacarle una sonrisa a tu match con la ocurrencia y dejarle ver que eres algo friki.

Y si bien en esas apps pueden aparecer de vez en cuando, en Freakit! tener un manejo de este tipo de referencias es fundamental y necesario.

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Pero, ¿qué es Freakit!? Alba y Amanda se dieron cuenta de dos cosas, para empezar, las dificultades que podían tener los otakus (aficionados al anime y manga) a la hora de encontrar personas de gustos similares, y la segunda que existe mucho prejuicio alrededor por sus gustos haciendo que en ocasiones no les resulte fácil ligar.

Aunque si algo queda claro es que los frikis, también de cómics, series de ciencia ficción o la Tierra Media, todo entra en Freakit!, cada vez cogen más fuerza en España.

Es algo que queda claro con el apabullante éxito de eventos dedicados a estos fenómenos culturales y el boom que ha pegado la aplicación.

Una de las principales diferencias que identifico al descargarla es que al poco de crear tu perfil, sale la opción de «¿Qué buscas?».

Y las opciones van desde «Lo que sea» a «Relación poliamorosa» o «Amistad».

«Queríamos que el usuario pudiese mostrar a los otros usuarios cuál era su situación y disponibilidad sentimental sin tapujos ni rodeos, por eso decidimos poner todas o gran parte de los tipos de relaciones que existen», explican las fundadoras.

Una vez completo el perfil, me sale un personaje que no identifico (¿quizá no soy lo bastante friki?) con un texto que me define como «extremadamente lógica y sistemática. Alto sentido de la moralidad por lo que siempre actúa conforme a sus valores».

Cinco minutos en la aplicación y ya me ha calado mejor que muchas personas de mi entorno, he de decir.

El ‘avatar’ que me ha tocado es lo primero que se ve de mí junto a mi nombre y mi edad. Otra de las principales diferencias respecto a las aplicaciones más populares que siempre priorizan la foto.

«Estábamos cansadas de que en las apps de ligar o conocer gente que habíamos usado anteriormente lo primero y a lo que más valor se diese fuese al físico, por eso pensamos que a través de los personajes la gente podría relacionar de manera súper fácil y visual la personalidad del otro usuario y que esto fuese lo primero que conociesen el uno del otro», comentan Alba y Amanda.

Cómo triunfar en Freakit! según las fundadoras

Aunque no la utilizo más que para curiosear la interfaz (y no hago un UwU con nadie, que sería el equivalente al match), me gusta que, además de los personajes, quienes tienen el perfil tiran de creatividad en la descripción así como en explicar qué tipo de frikismo es el suyo.

En los perfiles hay desde quien hace cosplay de manera profesional (crea trajes inspirados en personajes de la ficción), animación 3D, pero también peluquería, ingeniería o arquitectura. A quien le gusta Marvel, One Piece, Star Wars, Evangelion o Naruto entre muchas otras.

Que la edad media de los usuarios de Freakit! sea de 25 años demuestra que es algo que viene aún con más fuerza entre la Generación Z.

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Las fundadoras me confirman que «ya hay parejas que se han conocido a través de Freakit! Y nos parece lo más lindo del mundo, ¡nos hace muchísima ilusión!».

Así que solo queda preguntarse qué hay que hacer para tener un perfil interesante.

«Un consejo sería poner fotos tuyas reales, en nuestro caso si vemos a alguien que ha puesto una foto con su mascota suma puntos y tener un perfil completo, un perfil que no está casi editado o con apenas información puede dar sensación de perfil falso».

En su opinión, romper el hielo en esta app es sencillo: «El usuario puede poner etiquetas con sus gustos solamente tienes que mirar cuáles son y hacer alguna pregunta sobre un tema en concreto de esas etiquetas de gustos».

«Hace un tiempo hicimos un sorteo en Instagram buscando la frase Otaku para ligar más guay, y la que ganó fue: No necesitas de poderosas armas ni de llamativos vestidos para ser una auténtica magical girl en la vida real (en anime, una mágica girl tiene como protagonista a una chica con algún poder especial)».

Y, como curiosidad para ir terminando la entrevista, una de las razones por las que surgió la idea es que Alba estando soltera quería encontrar a alguien con quien compartiera sus gustos frikis.

De momento no se ha dado el caso porque ambas han dejado sus trabajos para dedicarse enteramente a la app, pero ¿no sería digno de comedia romántica que encontrara a su Otaku en Freakit!, la app que ha cofundado?

Mara Mariño

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¿Te cuesta decidir con qué ‘match’ quedar? Tiene una explicación

Entré en una aplicación de ligar pensando que, si conocía gente que le había servido para descubrir a su pareja, ¿por qué a mí no me iba a funcionar?

Incluso probé lo de promocionar mi perfil para que apareciera en la lista de personas ‘populares’ del día, las que estaban a la vista cada vez que se entraba a la app.

Mi objetivo era llegar al máximo número de usuarios.

cita tinder

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Empecé hablando con un chico, pongamos Enric, de Badalona. Luego Mark, de Australia. Al poco llegó Harry, oriundo de Atlanta que también hacía CrossFit.

Tenía unos 10 chats abiertos que tenían buena pinta. Pero más perfiles interesantes llegaron. Porque, aunque seguía hablando con los primeros, la lista iba in crescendo.

Fue cuando empecé a dejar de contestar con los que me parecía que tenía menos compatibilidad, tenía que aprovechar el tiempo en la app.

En los ratos muertos viendo una serie o andando por la calle, cuando solo tenía una mano y era incómodo contestar, seguía haciendo match deslizando a un lado y a otro.

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Los pretendientes –viejos y nuevos– ya iban camino de convertirse en un número mayor que mi edad.

Pero no sabía cuándo parar ni a quién aceptarle esa quedada para desvirtualizarnos. Solo seguía con el match y el unmatch.

No lo sabía, pero aquello tenía un nombre y una explicación: la paradoja de la elección.

Cuantas más opciones de chicos tenía, más complicado se me hacía decantarme por uno de ellos.

No conseguía decidirme sin pensar que podría estar quedando con otro mejor, con el que encajar más.

El desencanto llegó cuando me di cuenta de lo difícil que era materializar las citas una vez me había propuesto tenerlas (con el proceso de casting que había implicado).

Me dieron dos plantones y solo había tenido una cita porque, a ellos, les pasaba lo mismo que a mí.

Tenían a tantas chicas tan ‘cerca’ -o esa es la sensación que nos dan las aplicaciones- que ¿cómo elegir solo una?

Me terminé borrando la aplicación. Aquello no estaba funcionando.

Lo que debía simplificar las cosas, las hacía aún más enrevesadas. Y, casualidad o no, al poco tiempo conocí a alguien en persona.

Aunque esa es otra historia.

Mara Mariño

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Los ‘gurús del amor’ en Instagram se equivocan sobre ligar

Si quieres que la chica que te gusta no deje de pensar en ti, «sé el primero en abandonar una conversación», «sube fotos con mujeres atractivas», «métete con ella»

Estos son algunos de los consejos que ciertos ‘expertos’ en el amor comparten en sus redes sociales para que sus seguidores, hombres en su mayoría, aprendan lo que consideran nociones básicas del ligoteo.

chico ligar

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No se queda ahí, por supuesto.

Lo que publican estos gurús digitales, que van de aliados de Cupido, son solo pequeñas píldoras que sirven de gancho para el verdadero objetivo, que sus followers terminen comprando sus cursos o participando en sus campamentos.

Y podrías pensar que, viendo que sus consejos están a medio camino entre una comedia romántica de los 2000 y lo que hoy en día consideramos masculinidad tóxica, no tienen mucho alcance.

Pero lo cierto es que su popularidad está por las nubes y, lo que es peor, realmente quienes les siguen creen sus dos máximas principales: la primera que todas las mujeres somos iguales, una masa uniforme lista para ser cazada por ellos con su manual de tácticas.

La segunda, que esas tácticas funcionan.

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A lo que verdaderamente animan es a adquirir una serie de comportamientos que son incompatibles con una relación sana.

En definitiva, quien termina apostando por hacerme sentir que ‘tengo competencia’, que me dejan en leído o que no me tratan de buena manera es la clase de persona que no quiero en mi vida.

Porque esas teorías rancias de que cuando más te gusta una persona, más tienes que ignorarla para que te haga caso, que solo tienes que pensar en ti o que tienes que ser siempre inalcanzable e indomable -sin escribirle todos los días ni mostrar interés-, es algo que se ha quedado en cuando teníamos 15 años.

Es más, son cosas que nos resultan tan familiares porque son las mismas que hacía Mario Casas interpretando a Hache en Tres metros sobre el cielo.

Los 12 años transcurridos desde el estreno de la película no han pasado en balde. Los protagonistas han crecido, como nosotras. Y ya no queremos ese trato de parte de nadie.

Que te llame «fea» ya no es buena señal. Es algo que interpretas como red flag.

Lo mismo pasa cuando sigue a rajatabla esas actitudes hipermasculinas que tanto aplauden en los cursos. Con muestras de violencia o de desapego, siendo incapaz de hablar de sus propios sentimientos.

Se mantiene esa idea de que el hombre debe ser algo inalcanzable emocionalmente y debe huir de todo tipo de compromiso.

No es que busquemos convertirnos en el centro del universo teniendo a nuestro crush atado a la pata de la mesa para no perderle nunca de vista.

Queremos libertad para ambos miembros. Y lo que no vamos a pasar -ni aceptar como método de ligue- es ser tratadas con desprecio o indiferencia.

Por eso, me encantaría decirle a esos expertos de pacotilla que la mejor manera de llegarle a alguien es mediante el respeto, el cuidado, la dedicación de tiempo, de ganas, la comunicación sincera, la ternura…

Porque donde nos hacen sentir bien, ahí es.

Mara Mariño

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Aprender a ligar (bien) cuando sales de fiesta: la campaña de esta sexóloga en Bilbao

¿Cuántas veces has salido de fiesta y han dado por hecho que, por ser amable, estabas insinuándote?

¿Y cuántas veces has tenido que decir que no estabas interesada en tener nada con una persona y no ha dejado de insistir hasta que has sacado la baza de que tienes pareja?

¿Por qué solo te dejan tranquila si saben que ‘perteneces’ a otro?

Punto Morea Bilbao

EL BLOG DE LILIH BLUE

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Nuestras nociones de flirteo no son precisamente las mejores. Pero, ¿y si eso pudiera cambiar? ¿Y si pudiéramos salir de fiesta y ligar bien?

Esa era el objetivo que Melanie Quintana, la sexóloga que se encuentra detrás de la plataforma de educación sexual Somos Peculiares, se propuso.

En su primer año como directora ejecutiva del Punto Morea (Punto Morado) en Bilbao, no solo sacó adelante el proyecto para que la Aste Nagusia 2022 (la Semana Grande) contara con un espacio seguro, sino que fue más allá uniéndolo a la divulgación de educación sexual.

«Siempre ha habido carpas que han promovido las relaciones libres, la prevención de ITS, el VIH, pero nunca ha habido educación sexual en el Punto Morea. Sí divulgación o campañas relacionadas con el feminismo, pero nunca educación sexual como tal», dice la sexóloga.

Su stand, un mix de colores que arrasa en Instagram estos días por ser uno de los rincones más fotografiados de las jaias, no es solo un punto de encuentro para mujeres de todas las edades, que se acercan por curiosidad algunas y con un firme convencimiento otras.

«Esperad, que vengo con mi nieta», dice una señora hablando con una de las técnicas en igualdad del Punto Morea.

Otra le cuenta a su hija, mientras le colocan una de las pulseras que se han diseñado para la campaña (que lleva escrito ‘Solo sí es sí’), que nadie debe tocarla sin su consentimiento.

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Además es un lugar de bienvenida para que, como la propia Melanie nos cuenta, se acerquen otras asociaciones feministas para fomentar la sororidad con cualquier colaboración.

Pero, ¿cómo consigue un puesto en unas fiestas populares ayudarnos a ligar mejor?

Además de los talleres de educación sexual que se están impartiendo en los diferentes barrios de Bilbao, acompañando la acción, el puesto es en sí mismo una declaración de intenciones.

«De primero de flirteo, toma nota: Sí es un deseo. No es un límite», dice una de las paredes donde más se fotografían las asistentes a las fiestas.

«Debe haber un Punto Morado porque siempre pasan cosas», dice la sexóloga. «Intentamos prevenirlas, pero no podemos pretender que desaparezca la violencia si no hay educación de base».

Por eso su stand, en pleno corazón de las fiestas bilbaínas, resulta tan impactante: «Las campañas del ‘no es no’ se quedan escasas y se basan en la negativa. No queda trasfondo de cómo aprender a relacionarnos mejor».

«Respeto, ligoteo sano, consentimiento, límites y deseos» son el foco de los mensajes, desde la educación sexual, que aparecen tanto en el punto (en euskera y traducido al inglés y castellano) como en las pulseras que reparten.

Son otros de ellos el «Mi no tiene suficiente fuerza, no necesito añadir que tengo pareja», «Los límites que pongo son para respetarme, no para ofenderte» y «Sin responsabilidad afectiva no juego».

«La propuesta fue llegar a la raíz del problema. Necesitamos educación en cómo nos relacionamos. De nada vale decirnos así no puedes relacionarte. Hay qué enseñar cómo podemos hacerlo bien y bonito», afirma la experta.

¿Alguno de los tips para ligar de fiesta -o en cualquier lado- que dan en el stand?

«Cómo nos podemos decir que sí a algo mediante la comunicación asertiva, conquistarnos de forma sana respetando lo que los demás desean, cómo podemos hacer para gestionar un rechazo, porque no somos una croqueta, a todo el mundo no le podemos gustar. Y a todo el mundo no le puede gustar nuestra forma de interactuar o ligar con ellos».

«También el poder decirle a alguien ‘Me encantas’ incluso sin hacer alusión al físico. Tocar el pelo y otros códigos. Ni todo es blanco ni negro, es en los grises donde podemos jugar».

Y es que hay algo que, a la orilla de la ría de Bilbao, la sexóloga nos recuerda: «Se pueden tener gestos de cariño y de ternura sin que sean soeces, estamos buscando conquistar, no follar».

Mara Mariño

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‘Slow love’ o tomarte las cosas con calma cuando estás conociendo a alguien

Recuerdo cuando terminó la pandemia como una etapa muy movida en cuanto ligoteo, era como si se hubiera desatado la revolución sexual que tanto canta La Casa Azul.

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Ahora, las mascarillas han desaparecido de la ecuación. Las restricciones también.

Podemos volver a acercarnos disimuladamente al borde de la mesa de la terraza, para estar más cerca de la otra persona, sin miedo de contagiarnos.

Total, hemos perdido la cuenta de las dosis de vacunas que llevamos encima.

Pero esa urgencia de después de los meses de cuarentena, ha terminado por diluirse.

Al encierro le ha seguido otro fenómeno: el de las bodas sin fin.

Las que se retrasaron se han concentrado en este verano y, cuando vas a la tercera de ellas, te planteas si no estaría bien dejar de dar tumbos sentimentales y tener alguna conversación más allá de «¿tienes la casa libre?».

Y es algo que también ha descubierto We-Vibe realizando una encuesta a solteros y solteras.

Lo mejor es que la conclusión a la que han llegado es que nos estamos tomando las cosas no solo con calma, sino con dedicación.

Conocerse bien a todos los niveles ya es más importante que si surge un polvete. La química está muy bien, pero la compatibilidad manda.

Y para averiguar si se tiene, las conversaciones previas son las que ayudan a que se vayan construyendo esa conexión emocional de cuando descubres que a la otra persona también le apasiona El Señor de los Anillos.

Una vez el vínculo emocional es seguido de la afinidad, la química en el sexo no puede faltar, es otra de las pruebas de fuego.

De hecho casi la mitad tanto de hombres como mujeres, terminarían una relación si sexualmente no es satisfactoria, revela el estudio.

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En nuestro caso, el 29% de las mujeres españolas tratan en profundidad el tema de los deseos y fantasías sexuales durante los tres primeros meses de relación, según el estudio de la empresa.

En el caso de ellos, el 27% lo tratan en el primer mes.

Y ahora la pregunta del millón, ¿cómo llego a ese punto de conexión?

Ana Lombardía, que es experta en bienestar y salud sexual de We-Vibe (y le entrevisté hace poco por el lanzamiento de su libro), tiene claro qué claves nos acercan.

Para empezar, es fundamental abrirse en cuanto a los miedos -especialmente si hay nervios de por medio-, también tener la paciencia de conocerse sin prisas por ‘recuperar el tiempo perdido’ y, sobre todo, coquetear.

Según la sexóloga, es como conducir, no se olvida nunca. Pero con un poco de práctica -en un bar, un plan con amigos, una sesión de entrenamiento en el parque-, puedes volver a dejar salir tus encantos y ver qué pasa.

En resumen, tómatelo como la slow food o el slow sex, tan de moda ahora. Hazte fan del slow love.

Mara Mariño

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