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¿Habría que crear un día del Orgullo Liberal?

En pareja y monógama sigue siendo la manera más popular de tener una relación a día de hoy. Un tipo de vínculo que socialmente hemos basado en el claro límite de que la exclusividad sexual es la última frontera.

Que se lo pregunten sino a los de La isla de las tentaciones.

pareja relación liberal

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No lo mencionamos en la conversación del «¿Qué somos?» -ahora conocida como la conversación de «No quiero acostarme con otra gente»-, pero queda claro de manera implícita que ahí nadie más tiene cabida.

Sin embargo, según el Centro de Investigaciones Sociológicas, el 41,4% de los españoles estamos de acuerdo con mantener relaciones sexuales fuera de la pareja.

La convivencia de estas dos premisas es paradójica: queremos ser solo dos, pero a la vez una gran parte de la población ve con buenos ojos los escarceos y otra tanta los lleva a cabo (el 42% de hombres cometen infidelidades y el 35% de mujeres, para añadir aún más datos).

Aun con esta situación en la que poner los cuernos es más antiguo que el sol, hay quienes hablan de que la monogamia se está enfrentando su peor crisis de la historia.

Y sería por culpa de una supuesta inclusión forzada en películas o series (Sex Education o Machos Alfa, se me ocurren como ejemplos recientes), donde aparecen contadas relaciones que ya no las forman solo dos miembros.

En cambio sorprende que el 99% de las parejas que vemos en la ficción sean jóvenes, blancas y heterosexuales no rechinen de esa manera ni se vean como imposición monógama.

Por los datos recogidos del comportamiento social que podemos ver en el CSIC, transgredir las normas del pacto no es ninguna novedad. La novedad es hablar de ello y sacarlo del secretismo.

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Si por algo se caracterizan los últimos descubrimientos acerca de la sexualidad es que se trata de algo plástico que va evolucionando con nosotros.

Y que en comparación con las generaciones previas, miramos la intimidad como un campo de experimentación mucho más abierto donde se buscan experiencias con más personas además de quien nos acompañe incluso de nuestro mismo sexo.

Entonces, ¿por qué seguimos resistiéndonos a hablar de que un solo modelo relacional no es suficiente?

Quizás porque no es un tema que vayas a sacar en la próxima comida familiar como sí puedes hablar de fútbol, conciertos o el último estreno, lo que lleva a pensar que la barrera de desaprobación que rodea las no monogamias, tiene que desaparecer.

Una iniciativa que me gusta especialmente es la que persigue Joyclub, la comunidad sobre sexo y erotismo, de crear un Día Mundial del Orgullo Liberal.

Y no, no es un día donde la celebración vaya a ser una bacanal desde primera hora de la mañana hasta el último minuto de la jornada (aunque todo es ponerse).

Las ventajas de que exista el día del orgullo liberal

Entre las ventajas de que esta iniciativa logre su objetivo de tener una fecha en el calendario está la visibilidad de cualquier cosa que no sea lo que socialmente tenemos aceptado como pareja, pero que es algo que sí vivimos a escondidas o nos negamos a probar porque nos da miedo qué pueda pasar si sacamos el tema.

Un día sobre el orgullo liberal sería un paso hacia la normalización de tener esas conversaciones sin el agobio de que se pueda acabar la relación o la reacción de la otra persona.

Y a la vez una reivindicación de que existen otras maneras de vivir las relaciones de pareja que podemos sopesar y descubrir cuál encaja mejor con nuestros deseos sin que sea algo de lo que sentir vergüenza, al contrario.

Supondría ponerle final al estigma asociado de que las relaciones poliamorosas son una especie de secta donde corren las ITS y se va de orgía en orgía, como en un juego de la oca solo que los dados en vez de números llevan posturas sexuales.

Y, para quienes teman que esto suponga el fin de la monogamia, recordarles que el hecho de tener la elección no significa que nunca más puedas tener una pareja solo con dos participantes.

Al menos tienes la opción de planteártelo y no aceptar un tipo de relación que no has elegido, solo porque es lo más extendido.

Os puedo asegurar que, quienes sabiendo las muchas ventajas de este tipo de modelos, nos quedamos con la monogamia.

Mara Mariño

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Si fantaseas con otra persona, ¿significa que no quieres estar en tu relación?

Por nuestra mente, un desfile de fantasías circula de manera más o menos frecuente.

Las hay que nos acompañan desde hace años, otras que aparecen de manera inesperada (y te dejan preguntándote por qué fantaseas con aquello) o las que ‘adoptamos’ cuando se las oímos decir a alguien y pasan a formar parte del repertorio.

Pero en ningún caso significa que queramos llevarlas a cabo.

pareja cama

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Relacionar los términos fantasía y deseo es algo muy frecuente y erróneo, pero como explica la sexóloga Erea Devesa, sexóloga colaboradora de Durex, «no implica querer llevarlo a la realidad. De hecho, muchas personas viven con culpa el hecho de fantasear con situaciones o personas que son lejanas a sus valores o creencias».

Esto es algo que parece de mayor gravedad si tenemos en cuenta que la sociedad es mayormente monógama, pero «que una persona fantasee con estar con alguien que no es su pareja no tiene absolutamente nada de malo, ni tiene relación con su pareja» cuenta la experta.

En todo caso, hablaríamos de dificultades si el deseo estar con otra persona y la relación es monógama.

Pero como dice la sexóloga: «No somos lo que pensamos. Somos seres racionales que tomamos decisiones y valoramos, todo el tiempo, qué queremos hacer».

Que el hecho de pensar en otra persona aún nos lo tomemos como indicativo de que la relación está destinada a fracasar, es una de las tareas pendientes.

«Es normal que veamos a otras personas y que puedan parecernos atractivas y nos imaginemos cómo sería tener una relación, o incluso que fantaseemos o deseemos tenerlas, pero en última instancia decidimos no hacerlo. Eso es lo realmente importante, ser leal a los acuerdos o compromisos»

La raíz del problema, en palabras de la experta es que «hay todavía unos patrones sociales muy arraigados que marcan cómo debería desarrollarse una relación sentimental, lo que es ‘normal’ y lo que no, así que todavía sigue existiendo esa creencia».

Atracción vs decisión

Además de las relaciones monógamas, cada vez hay mayor hueco para otros modelos de relación, algo que la experta achaca a los cambios sociales y culturales (tendencias apps citas, pandemia, etc.).

«Las personas cada vez se cuestionan más la forma en la que han sido criadas y están dispuestas a desafiar las construcciones sociales de una manera general», explica.

Aunque puede ser también un reflejo de cómo nos planteamos la intimidad. Según un estudio de marzo de este año que ha compartido Ipsos con Durex, los españoles se muestran abiertos a probar cosas nuevas: al 47% de los encuestados le gustan las experiencias sexuales fuertes y estimulantes; al 40% le gusta experimentar cosas nuevas en el sexo; y al 18% le gusta intentar superar los propios límites sexuales.

Para mí, uno de los retrocesos en este aspecto viene cuando un formato televisivo, como es La Isla de las Tentaciones, promueve un mensaje tan perjudicial como es el hecho de relacionar la atracción por una nueva persona con la falta de amor por la pareja.

Cuando un programa con una audiencia tan amplia emite esas concepciones de las relaciones, fomenta una idea del amor muy poco realista.

«No es incompatible y es perfectamente normal, ya que somos animales sociales y podemos sentirnos atraídos por otras personas más allá de nuestras parejas», explica la sexóloga.

«También podemos generar vínculos relacionales con más de una persona y eso no condiciona el amor que podemos sentir por cada una de ellas. Te pongo un ejemplo que tal vez resulte más cotidiano: ¿Quieres menos a tu hermano/a/e mayor cuando nace un hermano/a/e nuevx?. No, ¿verdad? Simplemente generamos un vínculo nuevo, una relación nueva y diferente, ya que es una persona diferente».

En su opinión, parecería que el amor viene en cantidades finitas y cuantos más vínculos generáramos, más disminuyera el monto inicial teniendo que dividirlo cada vez más.

«La realidad está lejos de esto: el amor se multiplica, no se divide», afirma.

Muchas fantasías, buena salud sexual

Tener un abanico variado de fantasías no es sinónimo de crisis en la relación ni de tener insatisfacción a nivel íntimo.

Esas ficciones eróticas son la prueba de que «somos personas creativas y tenemos imaginación», explica Erea.

«La sexualidad es un ámbito más en el que desarrollar estas habilidades. El problema es que no está igual de bien visto ser creativa en la cocina o en el trabajo».

Pero en palabras de la experta, «fantasear es incluso un indicador de salud sexual, ya que una vida sexual activa da lugar a mayores posibilidades respecto a ese tema y al final a tener una relación positiva con el sexo».

Además, como comentábamos al principio, tener una fantasía no significa llevarla a cabo obligatoriamente.

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«Como adultos, sabemos distinguir perfectamente entre las fantasías y la realidad, y podemos controlar nuestros impulsos. Si sentimos que llevaríamos a cabo ese pensamiento si se nos planteara la situación, este sería un deseo y tendremos que valorar nuestras opciones».

Una vía de comunicación segura y sincera es la tónica para resolver la mayoría de conflictos entre parejas (entiéndase conflicto como un desacuerdo), y en el ámbito de las fantasías o deseos -si queremos realizarlo-, sucede lo mismo.

«Muchas veces, una falta de comunicación puede jugar en nuestra contra, ya que es posible que eso que deseamos también lo desee nuestra pareja, pero al no comunicarlo, no podemos disfrutarlo en pareja y lo vivimos con sufrimiento», comenta Erea.

La clave en toda aproximación de opiniones distintas es la de llegar al punto medio: «Puede que nuestra pareja no lo desee, pero se pueda llegar a un acuerdo para llevarlo a cabo fuera de la pareja».

«Si no existiese un consenso en el que todas las partes se sintiesen a gusto, habrá que valorar si la relación tiene más peso que ese deseo, o no», finaliza la experta.

Mara Mariño

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¿Puedo convencer a mi pareja de abrir la relación?

Hace unos días, me preguntaba una seguidora cómo podía hacer para convencer a su pareja de abrir la relación.

Algo que teniendo en cuenta el boom del poliamor, es una opción que se plantean muchas personas últimamente.

relación de pareja

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Pero, desde que leí su planteamiento, me pareció incorrecto, porque lo cierto es que se trata de una cosa de la que podamos ‘convencer’ a nadie.

Puede que nuestra compañera o compañero no se sienta atraído de la misma manera por ese tipo de experiencia.

Incluso puede -y con toda la razón del mundo- argumentar que eso no es algo que se hubiera acordado a la hora de empezar la relación.

Todo lo que es relativo a la sexualidad debe ser deseado, por lo que es necesario que a quien se lo propongamos, se encuentre también con ganas de dar el paso.

Así que si, una vez sacado el tema, la respuesta es negativa, no queda otra que aceptarlo y plantearse que si se quiere tener intimidad con otras personas, quizás es el momento de tener otra relación.

Te puede interesar leer: No lo llames ‘poliamor’, llámalo cuernos o lo que no es tener una relación abierta

Aunque vamos a imaginarnos que es el caso de que nuestra pareja se lo haya planteado.

Incluso siendo así, tenemos que tener una conversación de cómo y hasta qué punto se siente cómoda con el grado de apertura.

Como comentan las escritoras Dossie Easton y Jeanet Hardy en el libro Ética Promiscua, las relaciones abiertas son como un tren que debe ir siempre a la velocidad del vagón más lento, o en otras palabras, quien quiere ir más despacio en la experimentación.

De otra manera, intentar avanzar a marchas forzadas, hace que corramos el riesgo de que prácticas no deseadas, reproches y la tensión vaya in crescendo hasta que termine acabándose la relación.

Así que más que plantearte cómo convencer de abrir la relación, piensa si quieres tener una relación abierta y estás con alguien que también.

En caso negativo, es tu momento de plantearte si esa monogamia te compensa o prefieres cambiar tu modelo relacional porque ya no va contigo.

Mara Mariño

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No lo llames ‘poliamor’, llámalo cuernos o lo que no es tener una relación abierta

Hace unos días me contaba un amigo que los chavales de hoy en día ‘estaban fatal’ después de oír a dos hablando sobre sus relaciones abiertas.

Básicamente lo que hacían era estar en una relación de pareja con sus novias mientras tenían sexo con más mujeres sin que ellas se enteraran.

trío relación abierta

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Algo que se conoce como ‘no monogamia no consensuada’ o, como lo conocemos la mayoría, ‘poner los cuernos’.

Es interesante que, hasta la banda Veintiuno describe algo similar con una estrofa de la canción La vida moderna.

Le llamáis poliamor a los cuernos de siempre

La conclusión parece clara, parte de la población (y ya ni te digo si preguntas a los que nacieron antes de los años 70) relaciona automáticamente ‘poliamor’ o ‘relación abierta’ con adulterio.

Yo entiendo que, pasando de la monogamia, la reina por excelencia de las relaciones de pareja, a una etapa donde se nos han abierto nuevos modelos de estar con otra persona, los comienzos pueden ser confusos.

Además, es difícil que no se dé esa conexión -errónea, por cierto-, entre los términos si hay personas que llaman a lo que hacen algo que no es para nada.

Pero por eso es importante, por básico que resulte, repasar qué es y qué no es una relación abierta (y por qué los chicos que hablaban de sus ‘relaciones abiertas’ al principio del artículo, no pueden estar más equivocados).

Una relación es un acuerdo entre dos, tres o las personas que sean. Ese acuerdo tiene que ser tomado de manera libre y con el compromiso de respetarlo por todas las partes.

Así que ‘monogamia’ es el acuerdo de que la intimidad sexual y emocional se vive con una única persona.

Te puede interesar leer: Así es la ‘monogamish’ o monogamia con excepciones

Todo lo que salga de ahí -trieja, poliamor no jerárquico, swingers, polifidelidad, anarquía relacional…- es lo que se engloba dentro de las ‘no monogamias’.

Los acuerdos aquí son más complejos por la simple razón de que, a más personas, más gestión emocional y por tanto más comunicación y logística de cara a organizarse.

(Que de hecho, ya os confesé que yo en parte era monógama por vaga).

Pero una vez establecidos y respetados, el funcionamiento es igual de bueno y satisfactorio que en la monogamia.

Aquí entra que, en todas las formas de relacionarse que he enumerado, los miembros que pertenecen a ellas están al tanto y consienten a que esa sea la relación.

En cambio, cuando no todos los miembros están conformes y se oculta deliberadamente otros vínculos, es lo que podría definirse como infidelidad o ruptura del contrato.

Independientemente del acuerdo que escojamos, la honestidad y la ética tiene que ser una parte fundamental de este.

Y si bien la monogamia es tan válida como las demás, hay que ser honrados y no eximirnos de la responsabilidad de las (malas) acciones, sacándonos de la manga un término cuya definición no se cumple en absoluto.

Porque, si la monogamia no te encaja, existen un sinfín de alternativas.

Pero mentir, fallar a la otra persona y, por el camino, alimentar una fama negativa inmerecida a las relaciones no monógamas, no debería ser una de ellas.

Mara Mariño

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Así es la ‘monogamish’ o monogamia con excepciones

Hace unas semanas os contaba que, de todas las formas de relacionarme, la monogamia era la que más me encajaba.

Aunque sí que es verdad que, como digo yo en cuanto empiezo a conocer a alguien más a fondo, si entra David Beckham por la puerta ofreciéndome una noche de pasión, estoy soltera.

pareja feliz monogamia

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Vale, lo comento a modo chiste porque sé que es bastante improbable que suceda.

Pero el hecho de que tenga esa mentalidad sobre la excepcionalidad si aparece mi amor platónico celebrity, o si es algo que le sucede a mi pareja (que encima es una actriz española y lo tiene más fácil solo por la distancia), es algo que contempla una variante de la monogamia.

Lo que se conoce como «monogamish», que viene de unir «monogamia» e «ish» («casi» en inglés), es un tipo de pacto que permite encuentros de carácter sexual, muy de vez en cuando, dentro de la monogamia.

Esa excepción es la broma que hago acerca de tener un ‘pase libre’ con las celebridades que son nuestros amores platónicos (aunque entre broma y broma, la verdad se asoma).

El término monogamish fue acuñado en 2011 por el periodista especializado en sexo Dan Savage para definir esta situación, pero también una posible formalización más allá del encuentro con nuestro crush famoso.

Es decir, es el pacto de que el «vínculo tiene prioridad sobre cualquier conexión externa, pero que las aventuras ocasionales son aceptables y quizás incluso deseables para mantener encendida la llama».

Puede ser, previo acuerdo, desde tener terceras personas de vez en cuando a una noche donde todo vale.

Según el libro Ética Promiscua, supondría una buena alternativa para las personas que no quieren dar el salto al poliamor, pero les atrae la excitación de tener un «devaneo ocasional fuera de su relación».

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Lo que cabe recordar es que, por muy raramente que suceda esa historia fuera de la relación monógama, la gestión emocional y logística hay que hacerla igualmente.

Es decir, dentro de la monogamish también hay que comunicar de forma honesta los deseos, trabajar la gestión de celos y poner los límites -un ejemplo, que el encuentro no sea en el piso donde vive la pareja-.

Sin olvidar la planificación de cuándo se va a hacer, para que no afecte a otro compromiso que se iba a hacer con la pareja (de manera que siga sintiendo que es la prioridad).

Ahora que conoces de qué va, ¿lo propondrías?

Mara Mariño

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Monógama por elección en el mundo de las no monogamias

Si algo me ha permitido escribir este blog es conocer desde prácticas que jamás me había planteado a formas de relacionarme más allá de la monogamia.

Es más, es una de las cosas en las que creo que más nos hemos abierto mentalmente, que lo que antes ni nos sonaba (poliamor, relación abierta…), resulta cada vez más familiar.

pareja monogamia

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Ahora, las series o películas cada vez representan más a menudo diferentes tipos de modelos relacionales (como por ejemplo, Emily in Paris).

También en cualquier grupo de amigas, hay al menos una que tiene o ha estado durante un tiempo en una relación abierta o poliamorosa. E incluso he llegado a plantearme ¿es esto para mí?

Sí, que la monogamia sigue siendo el vínculo que predomina en la sociedad -y se da por sentado-, es indiscutible. Pero para mí, resulta el más compatible con mi forma de ser y mi perspectiva de futuro.

Con esto no digo que el resto de modelos o acuerdos me parezcan peores, sino que no van conmigo (mientras que pueden ser la alternativa perfecta para otra persona o pareja).

Como nuestro tiempo y energía son limitados, nos organizamos la vida en función de la escala de importancia que le damos a las cosas.

Para mí, en el top está desarrollarme profesionalmente y cumplir mis metas.

Esa ambición que me acompaña necesita que le dedique la mayor parte de mi energía a mi trabajo, ya sea en este blog, redes sociales o proyectos paralelos que tengo en marcha.

Y, para eso, que el resto de ámbitos de mi vida me proporcionen estabilidad y felicidad, es clave.

Hay personas para las que dedicar energía a charlar con otras personas y crear otros vínculos afectivos o sexuales, además del vínculo principal, es un aliciente, para mí es una distracción.

Priorizo la tranquilidad de tener solo un vínculo y dedicarme a crear un proyecto vital con una única persona, lo cual es más fácil de cara hacer gestión emocional (para lo que también hay que dedicar tiempo y energía).

Claro que las relaciones monógamas requieren mantenimiento y cuidados, pero para mí, afrontar una es más sencillo y práctico, aunque haya a quien le aburra la idea de estar con solo una persona.

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Siendo mi vida profesional donde elijo volcar mi energía y creatividad, la principal prioridad, quiero contar en el ámbito sentimental con una pareja que lo entienda y me apoye.

Alguien, de paso, que lo vea de la misma manera.

Porque ese soporte, llámalo compañero de vida o copiloto sentimental, es lo que me permite centrarme al máximo en lo que hago y se convierte en un soplo de aire que me da la capacidad de volar más alto y más lejos.

Y puede que esperaras una respuesta apasionada o peliculera, pero justo por haberme desprendido de los mitos del amor romántico, puedo mirar las relaciones desde una perspectiva más lógica, con razones contundentes de por qué decido mantenerme en este modelo relacional y no en otro.

A mí no me ha llegado el amor de repente y ha cambiado todo. A mí me ha llegado el amor y yo he decidido que, la mejor forma de ajustarlo a mi vida, es construyendo mano a mano con una persona.

No es un amor de «solo tengo ojos para ti» o «mi vida está vacía si tú no estás», es un amor de «te elijo cada día, de todas las personas que hay por el mundo, quiero compartir mi presente y futuro contigo».

Mara Mariño

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