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La ropa interior sexy no es solo lencería negra

Son muchas las razones por las que animo a incluir un juguete sexual en la lista navideña de regalos, ya sea la propia o la de la otra persona.

Es un regalo que ambas personas disfrutan, siempre hay un sinfín de opciones en las tiendas y además refresca la vida íntima.

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Soy partidaria también de incluir algo de lencería.

Y es que no deja de parecerme excitante la idea de llevar poca ropa en la época más fría del año (eso sí, ese regalo mejor no ponerlo debajo del árbol familiar y darlo en privado).

Pero si como decía, de la industria de juguetes sexuales me llama la atención la gran variedad, el mundo ropa interior sexy tira más bien a pequeño.

Tengo que hablar con la persona que ha decidido que la lencería de este estilo es siempre igual.

¿Por qué cada vez que buscas una prenda para insinuar las alternativas que encuentras son incómodas, con encajes imposibles, y casi siempre en color negro?

Y no os hablo ya de la ropa interior masculina sexy, algo que prácticamente no existe.

Lo cierto es que cada persona decide qué le excita y qué no en materia de lencería.

A lo mejor te interesa: No imaginaba que llegaría a excitarme que huelan mi ropa interior

Por ejemplo, yo me siento mucho más favorecida llevando un dos piezas de lycra que se pega a cada centímetro del cuerpo.

De los que revelan la forma del pezón y los labios ya que se adaptan como una segunda piel.

Me encantaría que nos olvidáramos un poco de esos cinturones con ligas para llevar las medias altísimas y volver a las batas fluidas que llevaban las actrices icónicas de los años 50 en la gran pantalla.

Pero incluso a miniconjuntos satinados brillantes, a más tejidos de terciopelo o con pelito, suave y agradable al tacto en los que perderse.

En definitiva, ropa que nos haga sentir bien más allá de la corriente que parece salida de Cincuenta Sombras de Grey.

Somos quienes tenemos el poder de cambiarlo, de dejar de comprar el aburridísimo conjunto de siempre y buscar alternativas que realmente nos gusten y sean cómodas.

Ahí es donde está la clave para que nos parezca sexy, dejar de relacionar el erotismo con lo de siempre y más con lo que nos hace sentir atractivas.

Duquesa Doslabios.
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No imaginaba que llegaría a excitarme que huelan mi ropa interior

Sí, claro que tengo prácticas sexuales que nunca probaría. Uno de mis límites preestablecidos en el dormitorio (o en la parte que sea de la casa), sería el sexo bizarro. Sigo sin verle el lado erótico por encima del escatológico.

Otras sospechaba que no me iban a gustar -como por ejemplo que me escupan en la cara-. Y, después de probarlas, he confirmado que no van conmigo.

Hay un tercer grupo que no me planteaba hace unos años, pero ahora se ha incorporado a mi lista de fetiches. Es el caso de la misofilia o burusera.

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¿Significa eso que he empezado a excitarme con la imagen de unos calzoncillos usados tirados por el suelo? No (al menos todavía).

Me posiciono en el bando contrario, el de la voyeur fetichista que disfruta observando cómo su propia lencería produce ese efecto en la otra persona. Uno de mis nuevos estímulos más efectivos.

Supongo que se me juntan una serie de razones que van más allá de la satisfacción sexual cuando siento que domino la situación, como es mi lado feminista de mujer empoderada que se rebela ante lo socialmente aceptado.

¿Hay algo más morboso que lo que nos dicen que está mal de nuestro cuerpo -ese flujo vaginal que debemos eliminar, camuflar o perfumar a toda costa, que en los anuncios debería ser color azul y oler a suavizante de ropa-, excite a una persona?

Se me ocurren pocas cosas que me hayan encendido tanto como ver a alguien llevarse un tanga, que me acabo de quitar unos segundos antes, a su cara y olfatearlo.

Con delicadeza y cerrando los ojos, de la misma forma que olería una buena copa antes de llevarse a los labios el vino tinto.

Una sensual cata con resultado inmediato: a cada inhalada aumenta su excitación de manera proporcional al tamaño de su miembro.

El morbo de que sea algo tan íntimo mío -aquí también entra el juego el pudor, por supuesto– sumado a que se considera un olor prohibido, me hace sentir tan agitada como poderosa sobre él.

Y esa sensación de control, de saber que una parte de mi cuerpo pueda provocarle esa reacción, es embriagadora (y me preocupa que adictiva).

Incluso la idea de regalárselo, sabiendo que en un futuro vaya a tocarse volviendo a acercar mi ropa interior a su nariz, también me provoca. No hace falta que estemos en persona para que podamos encontrar placer juntos.

Solo me pregunto quién sería más fetichista de los dos: ¿el fetichista o quien encuentra placer viendo excitarse al fetichista en pleno fetichismo?

Duquesa Doslabios.

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Así es el diseño de lencería para personas trans, activismo a golpe de ropa interior

El mundo no evoluciona por inercia sino por gente dispuesta a cambiarlo. Y es el caso de Silvia Matos, una diseñadora de ropa interior que quiere abrirnos las miras. ¿Su manera de hacerlo? Creando ropa interior para personas trans con su marca, Translingerie. Hoy hablo con ella sobre su trayectoria y la sociedad, más o menos abierta de mente, en la que desarrolla su negocio.

TRANSLINGERIE

¿En qué momento vio que había una oportunidad de mercado para la lencería para personas trans?
Cuando yo decidí empezar con la transición estaba en el último año de carrera y empecé a buscar en Internet prendas que se adaptarán a mis necesidades más íntimas. Me vi forzada a diseñar, poco a poco, prendas que se ajustarán a mi fisionomía.

¿Diría que crear un producto es una manera de darle visibilidad a la transexualidad?
Por supuesto, ayudo a que puedan estar cómodas en su día a día. Doy visibilidad por que doy trabajo a personas trans que lo necesitan. Visibilizo también con mi imagen para que la gente pueda ver cómo somos: personas normales. Para que haya visibilidad, la sociedad debe ser mucho más empática.

¿Qué tuvo en cuenta a la hora de crear los diseños?
Pues intento hacer los diseños por colecciones. Cada colección está inspirada en algo diferente. Esta colección la hemos basado en María Antonieta, ya que es una de las mujeres más femenina de la historia. Busco la feminidad en mis desfiles, diseños y modelos. Ya estamos pensando en la siguiente, que sea igual o más femenina

¿Cuál ha sido la principal diferencia respecto a crear ropa íntima para trans que para personas cisgénero?
En el tejido y en el patrón, ya que una prenda de mujer cisgénero no sirve para ocultar el miembro masculino. Además hacemos binder, que son unas camisas especiales para que los chicos trans oculten su pecho antes de operarse de la mastectomía.

@translingerie

¿Tenías experiencia diseñando lencería?
Estudié tres años de diseño de moda en IADE y dos másters en moda en IED. Me resultaba familiar empezar desde cero con esta aventura.

Y, respecto a la acogida que ha tenido la lencería, ¿ha sido buena?
Por supuesto, ya que no hay competencia y es toda una necesidad. Como en todo, hay críticas buenas y malas, pero al final lo único que hago es hacer feliz a la gente y hacer de una necesidad del colectivo trans un negocio.

¿En algún momento te pareció una apuesta arriesgada?
Siempre, pero quien no arriesga no gana. Al final la lucha la constancia y el trabajo es lo que da éxitos. He tenido obstáculos, pero hay mil caminos para llegar al mismo sitio

¿Cómo es que hasta ahora no se había creado una lencería específica para transexuales?
Los mejores negocios nacen de la búsqueda personal de productos que ayuden a cada individuo a ser feliz. Siempre se descubren cosas nuevas. Cada vez que avanzamos surgen nuevas necesidades. Todos las tenemos y pocos emprendemos para cubrirlas. Y ahí está el negocio.

Duquesa Doslabios.

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La extraña relación entre la Navidad y la ropa interior

No sé si será por el cambio de año, que queremos pisar los primeros minutos con nuestras mejores galas; por las expectativas positivas de terminar la noche con buena compañía o incluso por superstición, que, en Nochevieja, la ropa interior cobra importancia.

DIM

Se dice que algo rojo atrae la suerte si lo llevamos puesto la noche de las campanadas y yo soy de las que opta por lucirlo a nivel íntimo. A fin de cuentas nadie especifica si el color debe estar o no a la vista.

Sea por lo que sea, en el periodo natalicio, las ventas de lencería aumentan hasta un 35% según un estudio de Bijoux Indiscrets.

De este fenómeno no podemos dejar fuera la influencia de Victoria’s Secret, cuyo desfile tiene siempre lugar a principios de mes, y nos recuerda que, por muchas capas que llevemos por fuera, lo importante sigue siendo el interior.

Y es que por mucho frío que haga en diciembre, y que los pijamas de franela gobiernen en la cama, las ganas de seducir están ahí, más latentes que en otras épocas del año gracias al tiempo libre o a las emociones ligadas con las fiestas.

Es también el hecho de que lucimos diseños que se salen un poco del armario de diario lo que hace que a lo mejor nos encontremos invirtiendo en unas pezoneras o en un sujetador adhesivo cuando, de otra manera, no usaríamos esos accesorios en nuestro día a día.

Aunque no siempre tiene que estar relacionado con la búsqueda de un modelo especial acorde con el espíritu festivo. Hay casos en los que simplemente se aprovecha para hacer renovación de las bragas y calzoncillos que empiezan a tener un aspecto más desgastado.

Además, también puede ser algo con lo que el acierto esté asegurado a la hora de hacer un regalo, y es que todos usamos ropa interior con regularidad, por lo que es una prenda que siempre tiene cabida independientemente del momento en el que nos encontremos.

De hecho, se aprecia de tal manera el hecho de encontrar ropa interior debajo del árbol que la revista Forbes la ha incluido en su lista de regalos como el detalle perfecto para un hombre. Los modelos que combinan la comodidad, la resistencia y el estilo son, en estos casos, los más valorados.

Hay mucha variedad más allá de la ropa interior clásica o la lencería de encajes. Si buscamos la originalidad, mejor apostar por los diseños más creativos para los momentos íntimos como arneses de cuero o calzoncillos de hilo. Eso sí, a la hora de abrirlos, mejor en la intimidad.

Duquesa Doslabios.

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