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‘El grosor si importa’, los estereotipos tras las intervenciones para aumentar el pene

Si algo me ha sorprendido aprender como sexóloga es que el sexo tiene más relación con el cerebro que con los genitales.

Un pensamiento incontrolado o las ideas que te rondan la cabeza por la educación que has recibido, pueden alejarte o acercarte al orgasmo.

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Por eso, a la hora de tratar las disfunciones sexuales, conocer la mentalidad de la persona al respecto da pistas de por qué puede estar sucediendo el problema.

Es una batalla difícil, la escuela sexual por excelencia es la pornografía y resulta complicado luchar ante la idea de que el sexo no es solo meterla y, por tanto, el pene no es el coprotagonista.

Si a eso le sumamos que por redes sociales están empezando a circular anuncios de intervenciones para el pene, el estereotipo ya tiene un producto accesible en el que sostenerse (y personas que se lucran de ello).

La promesa es que este procedimiento es capaz de aumentar entre dos y tres centímetros el diámetro.

Con mensajes como «No te conformes con lo que tienes», estos anuncios hacen mucho hincapié en el automático subidón de confianza.

Porque hay algo innegable, independientemente de sus medidas, todos los hombres se han sentido inseguros alguna vez acerca del tamaño de su pene.

Los engrosamientos de pene puede que no vayan a llegar al número de operaciones de pecho o nalgas que han logrado las hermanas Kardashian con su influencia.

Pero están lanzando el mensaje tan nocivo como equivocado de que tu pene no es suficiente y eso es caldo de cultivo de problemas sexuales.

La tiranía del tamaño

Al creer que realmente necesitan engrosarse el pene, se sigue perpetuando la presión falocentrista de que una sexualidad placentera depende del tamaño de los genitales.

Y, por ende, la continuación de la falsa creencia de que el coito es la práctica sexual por excelencia.

Con relleno de ácido hialurónico, grasa infiltrada o injertada, si a algo suenan estos procedimientos para aumentar el diámetro del pene es a dolor.

Y, en el caso de algunos de ellos -los menos invasivos-, los resultados no son permanentes y requieren que se vuelva a consulta con cierta periodicidad para mantener la medida deseada.

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Sin embargo, esto de cambiar una parte del cuerpo para que tenga un aspecto que creemos que es el que debe tener, pero al mismo tiempo solo hay un único modelo de belleza (que es tenerlo más grueso), ¿no nos suena a tiranía estética?

Para acabar, quiero recordar que hay un sinfín de prácticas íntimas donde da igual el tamaño que tengas de pene, lengua, manos…

Porque por mucho que vendan este procedimiento como que «ha revolucionado la vida de cada hombre», no hay nada más revolucionario que entender que el sexo se disfruta con toda tu persona y no con solo unos centímetros de tu cuerpo.

Mara Mariño

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El fenómeno de los ‘dormitorios muertos’ o cómo se relacionan deseo y vida laboral

La rutina es esa especie de chivo expiatorio al que siempre podemos recurrir cuando, al hacer memoria, recordamos lejana la última vez que tuvimos sexo con nuestra pareja.

Es casi liberador pensar que no es nuestra culpa, sino el ritmo frenético del día a día del siglo XXI que nos hace ir a toda prisa, sin casi darnos la opción de dejarnos un minuto libre para el disfrute del tipo que sea.

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Lo llamamos «rutina» porque resulta menos acusador que llamarlo de la otra manera que se aproximaría más a lo que es: jornada laboral.

En el momento en el que terminamos de trabajar, el poco tiempo disponible es para algunas cosas básicas, como son poner una lavadora, llenar la nevera o esa cita médica con el especialista que llevas meses esperando, y otras igual de necesarias como es ponerte al día con tu amiga.

Pero vamos, que después de pegarte el madrugón y estar 8 horas con la concentración al máximo, dedicarle atención a tu deseo se encuentra en los últimos puestos de la lista de prioridades.

Y, sin embargo, es la pescadilla que se muerde la cola, esa insatisfacción de no llegar, de no tener tiempo para la intimidad, se traslada también a la oficina, haciendo que aparezca (o aumente) el estrés.

Esto es algo que explica Kate Moyle, una de las expertas de LELO, la marca de bienestar sexual: «al abordar el sexo desde un enfoque mente-cuerpo, sabemos que nuestra vida sexual puede verse influida por lo que nos ocurre como individuos en nuestros contextos vitales y relaciones, ya que puede intervenir en cómo nos vemos y nos sentimos con respecto a nosotros mismos».

«Todos estos factores afectan a nuestras experiencias, perspectivas, preocupaciones y creencias, por lo que la mejora del bienestar sexual influye directamente en cómo pensamos, sentimos y nos comportamos en otros contextos» explica.

En otras palabras, una manera de dejar de sentir que nos arrolla la semana es precisamente priorizar la calidad de la vida íntima.

Según un estudio de la empresa, el 91% de los españoles encuestados se siente relajado y menos estresado tras tener un orgasmo y un 20% de estos sigue disfrutando de los beneficios del orgasmo hasta 24 horas después.

Un 4% de afortunados lo disfruta incluso hasta dos días más tarde.

Y esto es algo que no mira de compañía, es decir, que sea o no en pareja es lo menos relevante. Otros datos de la investigación afirman que más de la mitad de los españoles se siente más relajado tras un orgasmo con su pareja, uno de cada ocho se siente más relajado cuando lo hace a solas y casi una tercera parte de ambas formas.

El estrés, el mayor enemigo

Cuando se habla de los «dormitorios muertos», lo que se conoce como la inexistencia de una vida íntima en pareja, se señala al estrés como principal culpable.

Y es que las consecuencias de esta respuesta pasan más factura a la sexualidad de lo que podemos imaginar.

Cuando sentimos estrés, el cuerpo libera cortisol, una sustancia que rompe el equilibrio de otras hormonas del cuerpo, lo que puede llevar a que los niveles de testosterona disminuyan, que es crucial en el papel del deseo sexual en hombres y mujeres.

Si además nos fijamos en los datos de la investigación realizada por ADP Research Institute en 2022, averiguaron que el 66% de los trabajadores españoles experimenta estrés en algún momento de la semana.

Combatir el estrés no es tan sencillo como esa persona que te dice «Ay, pues no te estreses tanto». No es algo voluntario que podamos controlar.

De hecho, algunas técnicas que pueden ser de ayuda son encontrar estrategias para manejarlo como pueden ser el ejercicio, la comunicación en pareja, la alimentación, el descanso o pasar tiempo al aire libre por poner unos ejemplos.

Lo que merece la pena recordar es que si estamos en la época de reconocer la importancia de la salud mental, la satisfacción sexual es parte de ese bienestar humano.

Mara Mariño

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