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¿Por qué se está debatiendo sobre el BDSM en redes sociales?

Durante este fin de semana, el BDSM se ha convertido en uno de los temas de conversación en la red y no porque E. L. James haya sacado otra entrega de Cincuenta sombras de Grey.

La controversia sobre las prácticas sexuales que engloban estas siglas (bondage, dominación, sumisión y masoquismo) empezó cuando la politóloga y activista digital feminista, Júlia Díaz Collado (@salander 33), compartía un vídeo en el que hablaba de su preocupación sobre la erotización de la violencia.

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«Estamos hablando de violencia de verdad, no de pasión desmedida», explica en un reel que acumula decenas de miles de reproducciones. «Hablamos de latigazos, de golpes fuertes, es que estamos hablando de sentir dolor de verdad».

Y es que para quienes buscan la sensación, la explicación está en que tanto el dolor como el placer se producen desde el sistema límbico, y las neuronas liberan dopamina cuando se da cualquiera de esos momentos, de ahí que sea un cúmulo de sensaciones que se disfrutan.

Pero para la activista, el problema está en «erotizar y sexualizar la violencia», sobre todo porque la línea parece muy fina si tenemos en cuenta que nos encontramos en una sociedad en la que muchas mujeres ya sufren de violencia por parte de sus parejas.

«El problema es convertir una agresión en algo excitante. Es el paralelismo entre deseo sexual y violencia. Me parece más preocupante excitarte haciendo daño que no recibiéndolo», comenta.

Es difícil ser mujer y no entender las preocupaciones de Júlia escuchándola. Todas o casi todas, hemos tenido algún encuentro menos deseado del que, por cualquier motivo, no hemos sabido salir o donde nos hemos sentido en peligro.

En esas circunstancias, el denominador común eran nuestros compañeros, hombres en la gigantesca mayoría de los casos. «Cuando nos adentramos en el mundo del BDSM, casi todos los tíos heterónimo quieren dominar y ser ellos los que agreden», otra razón que explica la activista.

Sin embargo, si nos paramos a hacer memoria recordando a esos hombres que han ejercido violencia en la cama hacia nosotras, ¿lo han hecho como parte de un rol o ha sido porque, según ellos, es lo que nosotras deseamos o lo que han aprendido a ejecutar en la intimidad?

Gabriel (@gaby_dom.waves) responde a esta preocupación en otro vídeo como experto en el tema: «los boludoms o fakedoms, son detestados por la comunidad porque sus intereses van en contra de eso».

Según el divulgador, estos hombres, además de egoístas en la cama, se aproximan siempre de forma violenta a las personas con las que se relacionan, «que habitualmente son mujeres sumisas».

Como Gabriel recuerda, una agresión es «cualquier acto que atente contra la libertad sexual de una persona realizado sin su consentimiento. El BDSM se practica entre dos personas o más de forma segura, sensata y consensuada. Todas las personas participantes han expresado sus preferencias y límites».

«El BDSM es un juego de intercambio de poder en el que existe un juego de roles». Es más, en el BDSM existe una comunicación gustos, expectativas, respeto por límites y se puede parar en cualquier momento, algo que como explica el divulgador, «no es tan común en el sexo normativo».

Te puede interesar leer: Se nos ha colado la violencia en la cama

Coincido con la politóloga en que la permeabilización de la violencia en la cama es un tema que se debe abordar. Especialmente si tenemos en cuenta que las agresiones cada vez se dan a edades más tempranas, aumentando un 45,8% en menores de edad respecto a 2022.

Pero sí creo que esto no va de BDSM, porque estamos ante un problema estructural. Así que cabría analizar por qué se ha extendido una violencia no consentida ni consensuada, hasta el punto de que es difícil no tener un encuentro sexual sin cierta subida de tono (en cuanto a exceso de fuerza se refiere).

Júlia toca una de las claves en su vídeo cuando habla del impacto de la pornografía: «el contenido cada vez es más violento. Hemos pasado de ver fotos en una revista a vídeos cortos y profundamente violentos. Esto hace que conectemos violencia con sexo. Además es accesible para todo el mundo».

Sin educación sexual, la violencia se ha colado en el sexo, pero no bajo unos parámetros establecidos y seguros, como un juego deseado, sino como denominador común de cualquier encuentro y siempre hacia nosotras.

Es una dominación que no hemos elegido, no sabemos si nos gusta y definitivamente no sabemos cómo frenar.

Mara Mariño

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Cómo sacar tu lado dominante en la cama (incluso si crees que no tienes de eso)

Ha pasado. Tu pareja te ha pillado por banda y te ha dicho que ha llegado el momento. Quiere sentirse dominada por ti.

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Si por lo general vuestra vida sexual es tirando a sabor vainilla más que a chocolate y petazetas, pensar en esta situación, fuera de tu zona de confort, puede hacerte hiperventilar de primeras.

Pero, que no cunda el pánico. Antes que nada, no te fuerces a hacer algo que no quieres.

Hay una diferencia entre probar a dominar, porque también te apetece, y pasar por encima de tus limites. Si ese es el caso, deja de leer aquí y explícale que no va a ser posible.

Aunque podéis probar otras cosas con las que sí sientes comodidad.

Si eres del segundo grupo, porque también lo deseas, hay una serie de cosas que debes tener en cuenta.

Como dominante (una figura que puedes adoptar tanto si eres hombre como mujer), vas llevar la iniciativa de la sesión y en ti recae el papel de controlar lo que va a pasar y qué vas a hacerle a la otra persona.

Y, como decía el tío Ben, «un gran poder conlleva una gran responsabilidad», por lo que de ti depende medir la fuerza o el punto al que llegar.

Para ello, una buena charla previa, es la clave del éxito. Ya lo comentaban hace unos días los podcasters de Spank U, Next.

Dominar empieza por mantener una conversaciones abierta y sincera sobre los deseos y necesidades, límites y expectativas para la sesión.

Como punto de partida, puedes preguntarle qué es lo que tiene en mente (y luego ponerlo en práctica llevándotelo a tu terreno).

Normalmente, adoptar un rol sumiso, significa pasar por la ‘pérdida de poder’ -y cesión de control a la otra persona-, de manera consensuada.

Eso puede significar que, para sentirlo, haya prácticas físicas o una serie de juegos mentales que la otra persona provoca.

Es lo que se debe saber con antelación para darle forma a esas ideas.

Puedes atar, amordazar, ordenar, intimidar, elegir la posición en que quieres que se coloque, hacerle sentir incomodidad, cambiar tu actitud, comportarte con frialdad, controlar su orgasmo…

La lista de opciones es larga, pero depende de lo que se espere de ti como dominante.

De la misma manera, para no salir del papel, está en tu mano tomar las decisiones. Asegúrate de haber recopilado toda la información posible y anticípate.

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Ya por último, no puedo hablar de dominar o ceder el control si no menciono la seguridad.

Idea algún tipo de sistema que os permita comunicaros durante la práctica. Vale que lo ideal es tener tan claro el límite que no se necesite usar una palabra de seguridad que implique parar (sino más bien un código que permita medir las sensaciones para saber si seguir más fuerte o rebajar el nivel de intensidad).

Pero, antes la duda o la falta de práctica, mejor utilizarla.

Mara Mariño

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Este podcast sobre BDSM te va a dar ganas de probarlo

Hablar de sexo en tu entorno cercano puede ser recibido algo de vergüenza o incluso generar rechazo. Pero cuando se convierte en tu trabajo, tratarlo con la misma naturalidad con la que hablas de comprar el pan, es la mejor solución.

Es algo que comparto con Anna y Gregor, quienes se encuentran detrás del podcast Spank U, next y que podéis escuchar en Spotify, Apple, Stitcher o Google Podcasts (además, ya que lo hacen en inglés, es perfecto para mejorar el listening, nuestra asignatura pendiente).

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Dominación, pegging, entrevistas a profesionales que han convertido el BDSM en su trabajo son algunos de los episodios que se encuentran en la primera temporada de su podcast.

Y, como expertos en materia, son muy conscientes de la importancia de poder abordar el tema de las parafinas sexuales desde una perspectiva respetuosa. El objetivo, en palabras de Anna, es «desmitificar y desestigmatizar las prácticas hablando con los invitados del sexo de una manera positiva en un espacio libre de juicios».

«Queremos ofrecer un enfoque desenfadado de las prácticas BDSM y fetichistas que permita a nuestros oyentes reflexionar sobre su propia vida sexual y su relación con la sexualidad, y sobre las cosas que tal vez les gustaría probar, aunque no sean hardcore (todavía)», dice Gregor.

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Si nunca has probado el BDSM, ¿dónde o cómo recomendáis empezar?
Anna: ¡Comienza despacio! Vemos a mucha gente que se une a la comunidad y que tiene un fetiche o una fantasía BDSM a la que quiere dar rienda suelta, sin tomarse el tiempo necesario para informarse bien. Es importante practicar el RACK (Risk Aware Conscious Kink), saber qué esperar, cómo podría salir mal y lo que tú y tu(s) pareja(s) queréis obtener de la experiencia. Te sugiero que acudas a tu comunidad o evento kinky local, o que busques una comunidad online como Fetish.com para obtener apoyo e información.

Puedes asistir a un BDSM munch, que es un encuentro (no sexual) en un bar o cafetería con otras personas que lo practican, y donde los que tienen más experiencia pueden guiarte sobre cómo abordar tu primera experiencia. También podrán indicarte las red flags a las que debes prestar atención y las buenas prácticas que debes seguir. Lo más importante es tomarse su tiempo: ¡el BDSM es un maratón, no un sprint!

¿Cómo practicarlo con seguridad?
Gregor: El BDSM siempre implica algún tipo de riesgo. Pero puedes hacerlo más seguro si mantienes conversaciones abiertas y sinceras sobre tus deseos y necesidades, tus límites -las cosas que no quieres hacer en absoluto- y las expectativas que tienes para la sesión. A continuación, tienes que idear algún tipo de sistema que te permita comunicarte mientras juegas. Algunas personas utilizan una palabra de seguridad, otras prefieren el sistema de semáforo en el que «ámbar» significa que me estoy acercando a un límite y «rojo» debe detener inmediatamente la sesión. También te aconsejo que aprendas todo lo posible. Seguro que hay cosas fáciles que puedes probar con tu pareja, pero cuando se trata de técnicas de bondage más avanzadas o de juegos de impacto, ve a preguntar a personas que ya tienen mucha experiencia.

¿Creéis que estamos viviendo una revolución sexual hoy en día?
Anna: En muchos sentidos, sí. Estamos viendo cómo se normaliza el BDSM y cómo se estigmatiza menos la diversidad de sexualidades, preferencias y placeres. Creo que el placer está ahora en el centro de la revolución. Antes era: ¿con quién tienes sexo? Ahora es: ¿lo disfrutas realmente? La autoestimulación es (por fin) objeto de debate y la cultura acepta en general que cada uno experimenta el placer a su manera.

Gregor: Yo lo llamaría una revolución del placer. El sexo ya no se basa en el rendimiento o en historias de conquistas, sino que se centra en la siguiente gran pregunta: ¿Qué me hace sentir bien y cómo puedo experimentar el placer con otras personas? Al fin y al cabo, el sexo es algo muy personal y lo que funciona para ti puede no funcionar para mí. Puedes considerarlo como un viaje que te ofrece experiencias impresionantes (literalmente) y sorpresas extravagantes. También veo que hay más gente que habla abiertamente de las cosas que le gustan. En mi opinión, esto tiene que ver con la lenta deconstrucción del patriarcado que antes definía el sexo como un acto de penetración. Recientemente, hemos empezado a explorar un significado mucho más amplio del sexo y la sexualidad y creo que estamos hartos de las etiquetas.

Spank U, next

¿Cómo ha sido recibido en vuestro entorno más cercano -familia y amigos- que hayáis creado un podcast hablando de este tema?
Gregor: Me encuentro rodeado de gente queer y con actitud positiva en cuanto al sexo. Es fácil ser sincero sobre lo que hago y, al mismo tiempo, recibir un montón de buenos comentarios de mis amigos. Y mientras mis dos hermanas son grandes fans del podcast, mis padres saben que lo hago, pero no estoy seguro de que tengan claro de qué va… ¡y seguramente no lo escuchan! Además, soy austriaco y hablan alemán.

Anna: La acogida ha sido abrumadoramente positiva por parte de mis amigos y de mi círculo más amplio, incluso por parte de gente que no está metida en el BDSM. Algunos de mis amigos se han sorprendido bastante por el tema, y ahora se preguntan qué hago a puerta cerrada (¡aunque nunca he evitado hablar de ello!). Mi familia no escucha el podcast, porque creo que es demasiado para ellos. Mi madre está desesperada por escucharlo, pero le he dicho que probablemente «no es lo suyo». O quizás sí…

Anna en tu opinión, ¿es más fácil para las mujeres hablar de sexo que para los hombres, o sigue habiendo prejuicios?
Creo que a los hombres siempre les ha costado hablar de sexo de otra manera que no sea la de su actuación o como una prueba de masculinidad. Sobre todo en los grupos, hemos visto el lado tóxico de los hombres que hablan de sexo con sus compañeros: la cosificación, la misoginia y, sobre todo, la cultura de la violación. Para el hombre con conciencia social, espero que pueda acudir a sus amigos para que le apoyen en cuestiones sexuales. En cuanto a las mujeres, la victoria ha sido centrarnos en nuestro propio placer y sentirnos más capacitadas para hablar de lo que nos hace sentir bien con las mujeres que nos rodean.La masturbación femenina era antes un tema tabú, y ahora está en el léxico cultural.

Y por último, ¿qué le dirías a alguien que nunca ha probado el BDSM para animarle a practicarlo?
Anna: Que tenga la mente abierta. ¡Puede que encuentre algo que no sabía que estaba buscando! Realmente hay un fetiche para todos, incluso si se trata de unos ligeros azotes o tirones de pelo. El BDSM es una forma increíblemente poderosa de conectar contigo misma -y con tu(s) pareja(s)- y siempre he admirado el grado de autoconocimiento y desarrollo que demuestran las personas que lo practican. No lo sabrás hasta que lo pruebes.

Gregor: Nivela tus expectativas. Especialmente en la primera sesión, puede que te excites y descubras que ciertas cosas no son como las habías imaginado. La diversión que puedas obtener de una experiencia extraña puede depender de cómo te sientas ese día, de la experiencia de tu pareja y, en general, de lo bien que os comuniquéis. Empieza despacio y no te prives de probar algo dos veces si no te funciona la primera vez. Como hemos dicho antes, la comunicación lo es todo.

Mara Mariño

¿Te vienes a una clase de Shibari? Descubro el arte erótico de atar con cuerdas

Me fascinan las cuerdas, las esposas, las cintas, los lazos… Todo lo que caiga en mi mano que me sirva para atrapar a quien me acompañe en la cama, corre el riesgo de ser utilizado.

Pero atar no es solo rodear a quien queda a tu disposición, se puede convertir en algo bonito y de alta carga erótica.

O, al menos, eso es lo que aprendo en un taller de introducción al Shibari, en uno de los locales de Amantis.

pierna atada shibari

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El sexólogo que dirige el taller nos define el Shibari como «el arte erótico de la comunicación con cuerdas. Se crea algo artístico, no es te ato y ya está».

La principal diferencia entre esta técnica y el bondage, es que el segundo consiste solo en atar por atar, busca solo mantener a la otra persona inmovilizada sin que importe el instrumento que se utilice para ello.

Bloquear a la otra persona es también uno de los objetivos del Shibari, por supuesto (y que quede a nuestra total disposición).

La diferencia es que los cabos deben quedar de una manera estética, por lo que es importante que se vean simétricos sin enredarse entre sí ni entrecruzarse (el término ‘peinar las cuerdas’ es el que se usa para describir que queden bien puestas).

Pero, ¿por qué las cuerdas? ¿De qué material?

En el taller nos remontan a los orígenes de la práctica: «En Japón las cuerdas son un espacio sagrado, se utilizan las de yute porque son agradables al tacto, no se deforman cuando se mojan y son fáciles de deshacer».

La mejor prueba es cuando su compañera -inmovilizada por el pecho, la espalda y las manos-, queda liberada en pocos segundos en cuanto el extremo empieza a deslizarse de vuelta.

Cuando toca que tu pareja del taller te ate, es el momento de experimentar lo excitante del Shibari, de sentir esa parálisis cediendo el control a alguien (de ahí que en el mundo occidental se haya englobado esa práctica dentro del BDSM) y confiando en esa persona.

Pero también por la cuerda, que es un juguete al tacto. Se puede pasar por la piel, el cuello, los genitales

Y la persona que ata puede buscar el contacto acercándose, abrazando, besando, buscando con la mirada o haciendo todo lo contrario si quiere transmitir un mensaje diferente.

Esto último de jugar, mirar y centrarse más en las sensaciones y en el proceso del atado, recibe el nombre de Muganawa.

La fina línea entre el dolor y el placer (o la vergüenza y la excitación), es también clave en el Shibari. En otro taller de Sex Academy precisamente explicaron que el cerebro producía dopaminas en todas esas situaciones.

Como nos cuentan, hay quienes dicen que es una práctica derivada del Hojujutsu, el arte marcial que consiste en capturar con cuerdas al enemigo e inmovilizarlo (con la diferencia de que se añade el lado erótico, claro).

El desatado puede ser igual de excitante que la forma de atar: ir desenvolviendo a la otra persona poco a poco, cambiándole de postura, tocándole…

A la hora de atar por primera vez, acudir previamente por una clase impartida por un experto es fundamental.

El lazo es lo que guía, pero hay que saber por dónde pasar la cuerda para que, del roce, no se desgaste.

También hay zonas del cuerpo ‘prohibidas’ cuando se trata del Shibari. El cuello, las articulaciones o todas aquellas partes por las que pasen venas, nunca deberían ser atadas porque pueden comprometer la seguridad.

Y hablando de seguridad, ya seamos principiantes o expertos en materia, José siempre recomienda tener a mano unas tijeras de punta redonda. Si la persona atada se cae y se le desliza un nudo o se pone nerviosa -y no reaccionamos a tiempo quitando el nudo-, lo mejor es ‘cortar’ los nudos por lo sano.

Como nos recuerda, las cuerdas son reemplazables, la pareja no.

Mara Mariño

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Así es un taller de iniciación al BDSM desde dentro

Mi relación con el BDSM se remonta al principio de mi vida sexual sin saberlo.

No, no tenía ni idea que había objetos que se relacionaban con esa práctica o que, adoptar un rol u otro, me estaba identificando con una sumisa o una dominante (o, en mi caso, pudiendo hacer ambas cosas, una switch).

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Ha sido algo que he aprendido hace unos días tras el taller sobre Iniciación al BDSM que impartió la formadora de Sex Academy Irene Negri (@sexeducando en Instagram), en una de las tiendas de Amantis (@amantisoficial).

Como la psicóloga y sexóloga, llegué al BDSM por casualidad. Y, al descubrir que me gustaba, pensé que no eran normal y algo raro podía estar pasándome.

¿Cómo era posible que pudiera disfrutar del dolor físico en el que se supone que es el momento más placentero para el cuerpo? Se me había cruzado un cable.

Peor no, la propia Irene comentó que las dos caras del BDSM tienen mucho sentido desde un punto de vista biológico. «Todas las personas sentimos placer en dañar, solo que a este juego, se juega con reglas», comentó en el taller.

En cuanto a mi placer por este tipo de ‘torturas’, la experta explicó que tanto el dolor como el placer se producen desde el sistema límbico. Las neuronas liberan dopamina cuando se da cualquiera de esos momentos, por lo que juntar ambos, eleva el placer.

Quizás la principal diferencia entre lo que yo hacía y una manera más ‘profesional’ de ejecutarlo, es la asignación de roles, que es algo tan sencillo como imaginar que te gustaría hacer o que te hicieran.

En esta distribución de poder -siempre pautada- se da una desigualdad, que es lo que produce el morbo de la dinámica en primer lugar.

Lo que Irene nos asegura es que «el BDSM no tiene por qué corresponder con el mundo real. No le vamos a dar con la fusta a la gente por la calle».

Es igual de importante dar con una persona con deseos o necesidades parecidas, confiar en esa persona y también conocer los propios límites. Hasta dónde nos vemos capaces de llegar.

Lo principal es la seguridad, hacer las cosas con sensatez y dentro del ambiente de la sesión.

El consenso del acuerdo no tiene por qué ser un folio con cada práctica perfectamente descrita y detallada (aunque si lo prefieres, puedes hacerlo así, sobre todo si es tu primera vez con alguien).

Ya sea en un papel o mediante una conversación, ambas partes se comprometen a cumplir lo acordado.

Y hablando de acuerdos, la palabra de seguridad es de las primeras cosas que relacionamos con el BDSM, pero, como Irene explica, igual es mejor plantearnos las indicaciones como un semáforo.

Verde si vamos bien, amarillo si hay que ir con cuidado o rojo si queremos detener la práctica de forma inmediata.

Aunque después del taller nos enseñó una colección de juguetes que iban desde una mordaza a un collar con una anilla para inmovilizar, pasando por una vela o látigos (floggers), no es imprescindible tenerlos en casa.

«El BDSM implica utilizar la creatividad. Se puede tener un arsenal de juguetes o no», reflexionó Irene.

Un cinturón cualquiera, el antifaz de dormir o la cuchara de madera de la cocina pueden ser, con un poco de imaginación, grandes aliados.

Mas allá del dolor, el placer, los juguetes o los roles, la conclusión con la que me quedo del taller es que el BDSM no solo va de «que te entregues sabiendo que alguien te va a sostener«.

También «implica autocuidarse y cuidar a la persona con la que estás«, resumió Irene.

Mara Mariño.

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Asfixiar en la cama, ¿se puede hacer de forma segura?

[Procedo a hablar de una práctica que, mal ejecutada, puede llevar a la muerte. Si no tienes experiencia, es mejor que no la lleves a cabo]

El cuello parece diseñado para jugar con la boca, recorriéndolo en busca del lugar más apropiado para plantar una hilera de besos.

Pero también para marcarlo con los dientes, flojos o suaves, que se aferran a los músculos consiguiendo la reacción inmediata de erizar el resto de la piel.

Recorrerlo con los dedos, acariciarlo e incluso agarrarlo son otras opciones para disfrutarlo.

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Para esas ocasiones en las que se agradece un estímulo extra, no puede faltar presionarlo. Pero, ¿es lo mismo que la asfixia erótica?

En lo que consiste esto último es en, conscientemente, disminuir o cortar el flujo de oxígeno durante diferentes momentos de la relación sexual como parte del juego.

Privar al cerebro de oxígeno es una práctica sexual que, al formar parte del BDSM, está relacionada con juegos de sumisión y dominación.

Lo que implica es poner al cuerpo en una situación extrema que se convierte en placentera en el momento que el oxígeno vuelve a llegar con normalidad, la liberación de dopamina y serotonina son las que hacen que se alcance un estado de euforia.

Como todas las experiencias dentro del BDSM necesita consentimiento, pero esta más en concreto, una formación más allá de ponerse a apretar el cuello.

Y es que la presión regular sobre la garganta puede llegar a dañarla. El cuello, la laringe o incluso la tráquea pueden verse afectados.

Llevándolo al extremo, que la persona pierda el conocimiento por la falta de oxígeno puede terminar en un infarto, ictus o la muerte.

Aunque no es muy frecuente, sí que debemos ser conscientes de las consecuencias que pueden acarrear realizar un estrangulamiento sin conocimiento.

Una opción para hacerlo sin llegar a poner en peligro la salud de la otra persona, es limitarse a sostener el cuello con una mano y presionar los laterales.

Hay que evitar al máximo la zona de delante que es la que puede verse más afectada.

Y siempre es mejor aplicar menos presión, aunque sea un estrangulamiento más suave, que mucha y de golpe.

Es quien hace fuerza quien debe prestar atención a la otra persona y captar rápido que, cualquier gesto o indicativo, significan parar de forma inmediata.

Por esa razón, es mejor no usar juguetes como collares o cuerdas en esta práctica. Lo bueno de la mano es que se quita con mayor velocidad.

Duquesa Doslabios.

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Te doy la bienvenida al BDSM: los pasos para empezar a practicarlo

He tonteado con el BDSM lo bastante como para saber que es un conjunto de prácticas que, aunque no te apetezca meterte a fondo en el mundillo, puedes probar en la medida que te exciten.

Ya que la comunicación y el consentimiento son claves en la realización de las fantasías que componen esta manera de tener sexo, marcar los límites es lo único que queda por decidir.

LELO

Así que si nunca te ha dado por probarlo, este es un buen momento.

Y es que la escritora y sexóloga Valérie Tasso, embajadora de LELO en España, ha escrito Sexo kinky y BDSM para profanos.

Con su libro introduce al BDSM a quienes no lo conozcan y profundiza sobre mitos y verdades, historia, recomendaciones o ventajas de estas prácticas a quienes estamos familiarizados pero no hemos llegado a informarnos a fondo.

Como punto de partida, estos son los cinco puntos que la experta recomienda seguir antes de lanzarnos:

  1. Investiga. Una de las preguntas que más recibo es qué significa exactamente ‘BDSM’. Y ya que es un acrónimo de varias prácticas, lo primero es conocerlas y saber las que pueden atraer más que otras así como la forma de ponerlas en práctica. Bondage, disciplina, dominación, sumisión y el sadomasoquismo son las que dan el nombre al concepto. ¿Con cuál te quedas?
  2. Establece límites. La recomendación de la experta es comunicarse con la pareja. ¿Un buen sistema? Hacer un listado de juegos o prácticas, poniendo “sí”, “no” o “quizás” al lado de cada una. De esta manera se establecerán los límites sabiendo hasta dónde está dispuesto a llegar cada uno. También es un buen momento para escoger una palabra de seguridad que debe acordarse antes de empezar y que servirá para parar cuando alguien la pronuncie. Hacer uso del sentido común a la vez que se respetan los límites, es otro consejo de la sexóloga. En el caso del bondage no se debe pasar una cuerda por el cuello de otra persona o dejarla sola mientras esté atada.
  3. Olvida los prejuicios. El secretismo rodea al BDSM (quizás por eso nos resulta tan morboso) y un sinfín de mitos y tópicos acompañan a estas prácticas. Uno de los más comunes, y que se aleja de la realidad, es el relacionado con la violencia. Son muchos quienes, erróneamente, creen que el BDSM consiste en infligir dolor al otro sin motivo aparente. Además de que todo debe estar consensuado de antemano, quienes lo practican no buscan el dolor por sí mismo, sino como medio para llegar al placer.
  4. Sigue el dress code. Los tejidos ‘efecto piel’ como el látex, cuero o PVC forman parte del armario BDSM. Aunque es la etiqueta que se sigue al visitar un club de BDSM -esos materiales se relacionan con la desnudez, por lo que potencian el erotismo-, no tiene por qué seguirse a rajatabla.
  5. No tengas grandes expectativas. Y esto es algo aún más importante si das tus primeros pasos. No hay que centrarse solo en el momento de acción, el proceso es igual de importante. Como en todas las disciplinas, probar, equivocarse, probar otra vez, acertar y repetir serán la manera de convertirnos en expertos. La práctica y la investigación son dos de las claves que la sexóloga recomienda para seguir adelante en el mundo del BDSM y disfrutar de todo lo que puede ofrecer. Tampoco te olvides del momento de aftercare una vez has terminado.

Duquesa Doslabios.

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La negación del orgasmo o cuando el objetivo es quedarse a medias

Ponte en situación: estás a puntito de caramelo. Tu cuerpo empieza a temblar sin que lo puedas controlar.

Sabes que los dedos de tus pies han cobrado vida propia y notas una acumulación de tensión en la entrepierna que pide a gritos que te sueltes y te dejes estallar.

SKYN USA

Y justo cuando vas a abrirle las compuertas a un orgasmo espectacular, se te cuela un pensamiento en tu cabeza.

«Creo que el programa de centrifugado ya ha terminado, debería tender ya la ropa antes de que se haga de noche».

Y es así como tu clímax se va de golpe. Sin quererlo, te has provocado un orgasmus interruptus y, como el autobús de esta mañana, se ha ido sin que puedas alcanzarlo.

Tus opciones son dos: dar por finalizado el momento o seguir para ver si llega en un rato. Pero lo habitual es que te acompañe una sensación de impotencia por su pérdida.

¿Cómo te quedas si te digo que esta práctica de quedarse a medias tiene su público?

Lo que para ti es una cortada de rollo, forma parte del universo del BDSM y se conoce como negación del orgasmo.

Es algo que puedes practicar ya sea en el rol dominante o en el sumiso, lo importante es que el final debe quedar interrumpido.

Y no, no se debe confundir con el edging, que consiste en jugar con los niveles de excitación propios o de la otra persona sin dejarle llegar al orgasmo durante un tiempo.

Mientras que el edging sí que termina con una fabulosa corrida (más placentera por el juego de ir retrasándola), la gracia de la negación del orgasmo es precisamente cortar el clímax.

Te doy otra razón para que lo practiques si esta no termina de convencerte.

Dejar el orgasmo fuera de la ecuación permitirá que te centres en encontrar placer en otros detalles y que puedas profundizar en el lenguaje del contacto con la otra persona.

¿Te animas a probarlo?

Duquesa Doslabios.

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Después de la sesión BDSM, no olvides lo más importante: el ‘aftercare’

Si te pregunto qué es lo primero que se te pasa por la cabeza cuando lees las siglas BDSM es probable que pienses en esposas, fustas o cuerdas.

Raramente relacionarías el término con un antiinflamatorio, una manta o incluso chocolate. Y es que estos tres últimos objetos son igual de importantes que los primeros.

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Pueden formar parte de un kit de aftercare BDSM, una serie de cuidados que, por lo que me explica Valérie Tasso, escritora, sexóloga y embajadora de LELO, son fundamentales.

Lo que sucede después de la sesión nos sirve, según la experta, como balance.

«Este balance consiste en hablar sobre lo que se acaba de experimentar, analizar lo que nos ha gustado o no, cuán cómodos hemos estado, etc. También incluye el mimar el cuerpo del otro, si una sesión ha sido particularmente dura, a través de abrazos, caricias, curas de pequeñas heridas, moratones, etc», afirma Valérie.

Y no solo después de practicar BDSM, por ejemplo se puede hacer también, en palabras de la sexóloga, «cuando hemos tenido relaciones eróticas convencionales e, incluso, cuando hemos probado nuestro nuevo juguete erótico de LELO».

¿Por qué es importante que después de las prácticas de BDSM se realicen ciertos cuidados?
Es una parte esencial de la erótica BDSM. Durante una sesión bedesemera, se suele generar mucha adrenalina (una hormona que todos producimos) y, después, suele aparecer un bajón significativo (es lógico porque el nivel de adrenalina baja) que se puede manifestar de muchas maneras, según la persona, desde la tristeza, una sensación de vacío, dolores varios que nos llevará a cierto estado mental (por la tensión del cuerpo), etc.

¿Qué tipo de aftercare podemos poner en práctica?
Debería ser una mezcla de cuidados físicos (un ejemplo: si hemos practicado bondage, deberemos revisar que no se haya producido ninguna rozadura con la cuerda (y si es el caso, cuidar estas rozaduras) y psicológicos post-relación. Si bien cobra mucho sentido en relaciones eróticas más ‘convencionales’, por llamarlas de alguna manera, más importante lo es en el BDSM.

Pero, ¡ojo! Muchas personas se limitan al aftercare justo después de una sesión cuando realmente se debería prolongar más allá en el tiempo ya que, muchas veces, el tipo de bajón que puede aparecer, no necesariamente lo hará justo después de jugar. Suele pasar a menudo que en nuestras prácticas eróticas, ciertos estados anímicos se manifiesten unos días después. Debemos estar atentos a ellos.

¿Cuáles son las diferencias entre el aftercare físico y el emocional?
En el aftercare emocional, hablaremos de cómo nos hemos sentido, con qué hemos disfrutado, qué no nos ha gustado… La idea es garantizar un bienestar mental a nivel que, además, nos servirá a la hora de volver a practicar BDSM más adelante, ya sea con la misma persona o con otra diferente. Esas reflexiones nos ayudan a aprender y ser más conscientes de la experiencia. Y sobre todo a conocernos a nosotros mismos mejor.

En cuanto al aspecto físico, nos encargaremos de comprobar que el cuerpo está bien y, en caso de que tengan alguna rozadura, por ejemplo, aplicar alguna crema indicada para esos casos. Sin embargo, y bien practicado, el BDSM no debe suponer un perjuicio para nuestra anatomía.

Una buena sesión de aftercare aborda tanto la parte emocional (para mí, la más importante) como la física. Ambos aspectos tienen que ir de la mano.

¿Cuánto tiempo deberíamos dedicarle?
Como en cualquier otro aspecto, el tiempo que haga falta. Puede variar dependiendo de diversos factores. Así, dependerá de cada persona, de quién es la pareja con la que ha practicado el BDSM, de cada sesión, del estado anímico en el que nos encontremos, de si hemos introducido juegos nuevos en una sesión, etc. Y como decía antes, y que quiero recalcar nuevamente, puede ir más allá en el tiempo, no solo justo después de una sesión.

¿Es algo que habría que realizar siempre después de cada sesión o depende del momento? ¿Necesitan aftercare todas las personas que han participado en la sesión?
Rotundamente, sí. Por mucho que hayamos jugado a los mismos juegos una y otra vez, y con la(s) misma(s) persona(s), la teatralización erótica de una sesión siempre incorpora, aunque sea de forma sutil, nuevos elementos. Y no solo habría que practicar el aftercare siempre después de cada sesión, también los días siguientes, según cómo vayan reaccionando los participantes.

El aftercare no solo es válido para el sumiso/a, también lo es para el/la dominante. Se trata de ir creciendo juntos y aprendiendo. Y el/la dominante también se tiene que incluir. Tiene que haber, en todo momento, una retroalimentación en los roles que cada uno ha ido adoptando. El espíritu crítico de un/a dominante es la garantía futura de llegar a ser muy bueno/a en una sesión.

¿Qué tipo de artículos o productos no pueden faltar en un kit de aftercare?
Hay quien incluye hidratantes, cremas antiinflamatorias, frío, paracetamol, etc. Pero también es frecuente meter en ese kit aceites esenciales que, por sus aromas, nos ayudan a relajarnos tras una sesión de BDSM. También se pueden incluir mantas o jerséis que nos hagan sentir cómodos, té, dulces… ¡El kit de una persona puede incluir de todo! Dependerá de los gustos de cada uno, de las prácticas que suele llevar a cabo, del nivel de adrenalina que haya tenido que experimentar… Después de una sesión, las personas suelen sentirse particularmente vulnerables. El aftercare (y su kit) trata de reconfortar tanto físico como mentalmente.

En el libro Sexo kinky y BDSM, que he escrito en colaboración con la marca de bienestar sexual y juguetes eróticos LELO, explico todos los pasos para iniciarse en este conjunto de prácticas de forma segura.

Duquesa Doslabios.

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‘Bonding’, lo nuevo de Netflix sobre BDSM… o no

Desde que las plataformas de contenido en streaming han empezado a reclamar su trozo del pastel, las producciones de la pantalla tratan todo tipo de temas, y el sexo, afortunadamente, empieza a ser uno de los más recurrentes.

FACEBOOK BONDING

Hace unos meses ya os comenté mi opinión sobre Sex Education, una serie que nos ayudaba a repasar algunos conceptos básicos sobre la sexualidad.

Bonding ha sido mi segunda experiencia con las ficciones de tono subido (que no subidas de tono). De producción propia, la serie habla sobre una dominatrix profesional que le pide a un antiguo amigo que sea una mezcla entre su asistente y su guardaespaldas.

Pero más allá de eso, hay muchas otras virtudes que convierten a Bonding en nuestro próximo producto de temática sexual preferido, salido de la pequeña pantalla.

Para empezar, y jugando con nuestra vena voyeur -esa que todos tenemos en mayor o menor medida-, la serie nos permite colarnos en el mundo desconocido (para la mayoría) de la dominación. Abordado de una manera muy ligera, dicho sea de paso, pero muy divertida, consigue su objetivo: que podamos conocer cómo es la profesión de ama.

Y, spoiler alert, no es tan sencilla como parece.

Otra gran cualidad de Bonding es que representa una sexualidad más variada que la mayoría de las series que encontramos en la parrilla de este tipo de plataformas. Con un coprotagonista gay con un desarrollo y peso en la trama casi más importante que el de la dominatrix, queda en evidencia que necesitamos más homosexualidad en las pantallas.

Es curioso conocer mediante los diferentes casos que atiende la ama cómo se integra el BDSM en cualquier tipo de relación, cómo lo gestiona una persona soltera o una pareja casada, algo que deja claro que, como una buena camisa blanca, funciona con todo.

Además, abre las miras de lo variadas que pueden ser las parafilias, más allá de la clásica lluvia dorada o los tipiquísimos azotes, hasta el punto de imaginarnos que hay alguien en el mundo que puede encontrar excitante vestirse de pingüino.

En definitiva, es una serie perfecta para liberarnos en muchos aspectos, en animarnos a experimentar y probar cosas nuevas, en coger ideas, pero, sobre todo, en sentirnos lo bastante confiados como para sincerarnos sobre lo que nos gusta y, por supuesto, disfrutarlo.

Duquesa Doslabios.

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