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‘Ver porno no hace daño a nadie’… O eso queremos creer

No sé cómo empezar este artículo. Aparentemente, uno más sobre el porno, solo que para nada parecido a los demás.

Está siendo uno de los temas candentes de 2024 por la Cartera Digital Beta, el sistema de acreditar la mayoría de edad que pretende mantener a los menores de las páginas de adultos.

Y por muy bien que me parece salvaguardar la sensibilidad a edades tempranas, ¿quién protege a quienes están dentro de la industria?

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Cuando ves documentales -pagados por empresas del sector productoras de vídeos, por supuesto- acerca de las bambalinas del cine para adultos, parece el trabajo ideal.

Recibir dinero por recibir placer, una jornada flexible, fuera de las aburridas oficinas que además te permite rodearte de gente guapísima.

«La mayoría del tiempo estoy en mi habitación haciendo vídeos cortitos», comentaba entre risas una de las jovencísimas actrices. «Si no fuera por el porno, no estaría viva, dice otra».

Dinero, disfrute, vida y muerte. Un añadido a la combinación que, circunstancialmente, no aparece en esas docuseries que emiten las grandes plataformas de streaming.

El desenlace de las estrellas de la industria parece suscitar menos interés que los vídeos de pocos minutos que protagonizan. Quizás fue eso lo que me motivó a investigar al respecto.

¿Cómo es ese punto final?

En internet encontré un recopilatorio de las estrellas del cine adulto que habían fallecido entre los años 2016 y 2024, una franja de 8 años donde el número de decesos se eleva a 32.

Las cifras empiezan a hablar por sí solas cuando, de esas 32 muertes, 3 son de actores porno, las 29 restantes de mujeres.

Quizás aquí, las personas más escépticas, pueden alegar que se trata de una casualidad y punto. Pero si voy a las causas del fallecimiento, hay una gran diferencia según el sexo de los pornstars.

De los 3 actores, uno murió en un accidente, otro por una neumonía y el más mayor, por cáncer.

De las actrices, el 41,4% murió por sobredosis y un 17,2% por suicidio. ¿Seguimos pensando que es casualidad y no incidencia directa de la pornografía?

La evolución de la pornografía hacia la violencia

Poco o nada tiene que ver el porno de los años 70 u 80 con el actual. Internet ha propiciado una industria que cada vez necesita renovar sus contenidos a la velocidad del clic, no como antes, que una cinta VHS tenía varias vidas y pasaba por varias manos en el videoclub hasta quedar desfasada.

Ahora son imprescindibles las caras nuevas para jugar con la originalidad y seguir estimulando un centro de recompensas cerebral que se acostumbra rápidamente a lo que ve en la pantalla.

Y además de nuevas, jóvenes, ya que «adolescente» es la palabra más mencionada en los títulos de los vídeos -según datos del Internet Adult Film Database en 2021-, aunque «hija», «hermana» y «colegiala», también están en el top 15.

Por eso no es de extrañar que la edad a la que una mujer entra al porno sean 22 años, que es tan solo cinco años menos que la media de edad de las actrices porno que optaron por quitarse la vida entre 2016 y 2024.

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En cambio, la media de edad de las que fallecen por sobredosis es de 29 años y medio y que los nuevos requisitos de la industria pasen por encajar violencia física en el set.

«Los chicos te están dando puñetazos en la cara. Te destrozan. Tus entrañas pueden salir de ti. Es interminable. Te ven como un objeto, no como un ser humano con espíritu. La gente consume drogas porque no pueden soportar la forma en que los tratan», afirmaba la exactriz Tanya Burlerson.

Una serie de agresiones a las que se suma la extenuación física de los rodajes intensivos durante varias horas y días seguidos para abaratar costes de producción, para los que se recurriría a estas sustancias que ayudan a evadirse del dolor, y que tienen estas consecuencias poco conocidas.

A esto hay que sumarle que de esas 29 mujeres, una fue asesinada, 3 murieron en un accidente cuyas circunstancias son un misterio y de otras 3 de ellas, el motivo de la muerte se desconoce.

Creo que tampoco es casualidad que cada vez que hablen actrices porno sobre su pasado, hablen de problemas de salud mental, de lesiones que nunca se han llegado a curar, de esas adicciones, de bullying en redes sociales, de estrés postraumático

Así que para la próxima vez que alguien vaya a decir que ver porno no hace daño a nadie, espero que piense en este artículo y en que con su visita, sus clics a cualquier web de pornografía, está apoyando una industria responsable del fin de muchas vidas.

Yo ya me quité el porno hace tiempo, lo que no consigo quitarme es el mal cuerpo de seguir leyendo estos datos.

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El algoritmo de Instagram muestra más contenidos sexuales a los menores

Hace unos días, la noticia de la Cartera Digital Beta, la aplicación para ‘controlar’ el acceso a la pornografía, levantaba todo tipo de opiniones. Había quienes veían en esta medida del Gobierno la solución definitiva para evitarse la charla sobre «eso» con sus hijos.

Pero, quienes nos movemos en este mundillo, teníamos claras las lagunas y limitaciones.

adolescentes teléfono móvil

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De entre todo lo que no contempla este sistema, se encuentran las vías de acceso alternativas mediante las cuales los menores de edad llegan a contenidos eróticos y, una de ellas es la que más inocente parece: las redes sociales.

Fue un estudio de Wall Street Journal lo que comprobó qué contenido recomendado ofrecía Instagram en función de la edad de los usuarios. Spoiler, los resultados no son nada tranquilizadores si eres madre o padre.

No solo comprobaron cómo el algoritmo de Instagram hace distinción del contenido que muestra según tu año de nacimiento, sino que si tienes 13, lo más probable es que al abrir los reels te aparezcan vídeos de humor, coches, alguna acrobacia y, seguidamente, vídeo de contenido sexual o sugerente.

En los primeros 45 minutos después de crear el perfil falso de Emma para la investigación, ya habían aparecido vídeos de mujeres imitando actos sexuales, acariciándose, desnudas, posando o bailando en lencería o comparándose el tamaño de tetas y culos.

 

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En uno de esos vídeos que Instagram recomendaba a la cuenta de 13 años, una artista adulta se comprometía a enviar una foto de su pecho a través de un mensaje directo a cualquiera que comentara su vídeo.

Comprobado el nivel de exposición que pone en una situación vulnerable a los menores de edad, el otro problema viene cuando aunque ni los guardan ni interaccionan, pero, ven enteros estos vídeos fruto de la curiosidad.

De esa manera, el algoritmo interpreta el interés y no solo los recomienda más frecuentemente, sino que va un paso más allá ofreciendo vídeos más explícitos.

Los tentáculos del soft porn

Este tipo de contenidos, donde no se ven actos sexuales per se, sino imitaciones y es mayormente protagonizado por mujeres, es lo que se conoce como soft porn.

Y aunque se puede ver también en películas o series, la diferencia de esto es que existen mecanismos -como la calificación por edades- que, de cierta manera, protegerían a los menores.

Sin embargo, pese a que la empresa encargada del estudio comprobó que en TikTok y en Snapchat los controles eran más rigurosos (y estos contenidos no aparecían a esta franja de edad), al contactar con Meta, la empresa dueña de Instagram, el portavoz dijo que esos resultados no reflejarían que fuera el comportamiento real en la aplicación.

Es para alarmarse que este estudio se hiciera meses después de que en Meta dijeran que el algoritmo iba a ser más estricto con los menores, justo para comprobar cómo habían cambiado sus políticas o funcionamientos.

Y el resultado del estudio fuera que Instagram muestra más pornografía y discursos de odio a los usuarios jóvenes que a los adultos.

Además de que los menores no buscan estos contenidos, pero terminan llegando a sus pantallas de igual manera, está claro que ni las medidas gubernamentales van a ser un freno ni Meta se va a responsabilizar de lo que sucede en su propia ‘casa’.

Estamos solos en esto y lo que haga cada familia será lo que marque la diferencia.

Porque si todavía queda quien piensa que este tipo de contenidos a tan temprana edad no tiene ningún tipo de implicaciones o consecuencias, entre ellas fomenta la idea de que las mujeres son objeto de consumo.

Por otro lado, las expectativas y presiones estéticas acerca de cómo debe ser su cuerpo y que esta visualización derive en una adicción al porno real son otros efectos secundarios.

No olvidemos que España es el 13º país con más usuarios de Instagram del mundo y que el problema es que, a esa edad, no tienen la capacidad de hacer una distinción de que lo que están viendo no es reflejo de la realidad.

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El giro de ‘X’ abre las puertas a la explotación sexual en redes sociales

Viéndolo con perspectiva, que Twitter cambiara de nombre y lo bautizaran como «X», creo que debía habernos puesto en alerta de lo que estaba por venir.

Ahora, la letra que acompañaba la calificación cinematográfica para películas explícitas, es toda una declaración de intenciones de la nueva etapa de la que fue la red social del pajarito.

Hombre móvil x red social

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Las últimas declaraciones de la compañía de Elon Musk no me pillan por sorpresa, encontrar contenidos sexuales en Twitter no era algo desconocido para quienes usamos la plataforma.

Pero en los últimos tiempos sí que se convirtió en un spam constante, hasta el punto de que muchos usuarios preguntaban cómo configurar el perfil para evitar ese contenido.

Independientemente del hilo de Twitter (o X) que desplegaras, siempre ibas a encontrar en las respuestas pornografía en forma de imágenes o vídeos, animándote a visitar sus perfiles con el correspondiente enlace a OnlyFans.

Esto será aún más frecuente gracias a las nuevas medidas de la empresa, que buscan, según ellos, equilibrar la «libertad de expresión sexual». 

Pero, ¿al servicio de quién está esta libertad de expresión sexual? Y, sobre todo, ¿a quién beneficia?

Que una red social global como es X (con más de 619 millones de usuarios) esté regularizando la explotación sexual, fomenta la idea de que las mujeres son un bien de consumo, ya que no podemos olvidar que en OnlyFans el 90% de las creadoras son mujeres y el 70% de los suscriptores hombres.

Si se empieza a normalizar una rama del mercado sexual, no se tardará en ver con los mismos buenos ojos otras maneras de explotación como es la prostitución.

«Creemos que los usuarios deberían poder crear, distribuir y consumir material relacionado con temas sexuales siempre que se produzca y distribuya de forma consensuada», afirman desde la plataforma.

Esta es una máxima que otras webs de pornografía dicen seguir y, sin embargo, vídeos de agresiones sexuales siguen colgados en estas páginas, incluso años después de ser denunciados por las víctimas.

Las propias damnificadas son quienes alertan cada vez que reaparecen y ven, con mucha frustración, como es imposible para quienes se encuentran supervisando el contenido de estas webs, seguir el ritmo de las personas que se lo descargan y vuelven a subir por la grandísima cantidad de vídeos que hay.

O al menos, eso es lo que alegan.

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Y claro, ¿cómo no hacerse la pregunta teniendo estos antecedentes de vídeos que circulan sin consentimiento si no se puede comprobar que es consensuado hasta que no llegue la denuncia posterior?

Tener que responsabilizarse del proceso de seguimiento, volver a ver su agresión sexual colgada en internet y a libre disposición es revictimización para las mujeres afectadas.

De la misma manera que el control que supuestamente se va a aplicar para proteger a los menores de edad.

No es casualidad que a los 8 años sea el primer contacto con la pornografía, es que cuanto antes haya un enganche a este contenido, mayor cartera de posibles clientes.

Todo esto sin meterme en la parcela que intento defender desde este espacio: la de una sexualidad libre, deseada y segura.

La supuesta realidad que muestran los contenidos pornográficos mainstream está totalmente distorsionada. Son los mismos estereotipos de siempre que perpetúan una sexualidad que se basa en físicos irreales y dinámicas de violencia y sometimiento hacia las mujeres.

La sexualidad que vivimos y que están viviendo las nuevas generaciones ya se veía afectada por la influencia de la pornografía de las webs, pero este paso de X supone que por primera vez, una red social la sitúa todavía más cerca y la legitiman incluyéndola entre el resto de posts.

El objetivo real

La maniobra de Elon Musk no tiene que ver con la expresión sexual, sino con los beneficios económicos (para sorpresa de nadie).

Con el tráfico interno que pueden generar estos contenidos eróticos, podrían negociar tarifas más altas con anunciantes, que son actualmente su principal fuente de ingresos.

Aunque también hacerle la competencia a OnlyFans, ya que con la función que permite realizar pagos, no hace falta salir de X para la compra-venta en línea.

Este cambio en la política de contenidos afectará en primer lugar a los usuarios de la plataforma, sí, pero como hemos ido viendo, las implicaciones sociales no se pueden ignorar como si nada.

No hay una regulación vigente ni un control del contenido efectiva. Necesitamos que los gobiernos no dejen campar a los empresarios a sus anchas, sino que se organicen y trabajen a nivel internacional para trabajar juntos, estableciendo y haciendo cumplir las normas que supuestamente prometen con sus políticas de uso.

De lo que podemos estar seguros es de que normalizar la explotación sexual en una red social mundial puede influir en la percepción de lo que es aceptable, perpetuando ciclos de violencia y utilización de los cuerpos de las personas.

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¿Sabías que el porno puede cargarse tu relación?

A nadie le gusta pensar en los efectos secundarios de las cosas que consume.

Por eso hay quienes prefieren ignorar la etiqueta del «Fumar mata» de los paquetes de cigarrillos o cambiar de tema de conversación cuando se menciona la relación del consumo de carne con el cambio climático.

La pornografía, por inocua que pueda parecer en el momento de reproducirla, forma parte de esta categoría.

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Con un estilo de vida en el que el teléfono está siempre pegado a nuestra mano, es de imaginar hasta qué punto esto ha beneficiado a la industria del cine para adultos.

Se ha encargado de garantizar acceso libre a cualquiera de sus plataformas con el único requisito de tener conexión a internet.

Sin embargo, hay que hablar de la cara B de este supuesto ‘regalo’, de cómo al igual que al tomar el sol, las células de la piel recuerdan el daño, al ver pornografía, los genitales y el cerebro también.

En el mundo del porno, los cuerpos que aparecen en la pantalla rara vez reflejan la realidad.

Esto genera unas expectativas irreales de físico que pueden afectar negativamente, no solo nuestra percepción del propio cuerpo (algo que explicaría por qué han aumentado las intervenciones estéticas que aumentan el grosor del pene), sino del de nuestra pareja.

El porno puede establecer un estándar inalcanzable, llevándonos a sentir inseguridad y menosprecio.

Y, en una relación, estas inseguridades pueden crear barreras emocionales y físicas, dificultando la conexión íntima y la aceptación mutua.

Dinámicas violentas y repetitivas

Uno de los fenómenos que afecta al porno es el de la habituación. Cada vez se necesitan diferentes vídeos que consigan sorprender, porque lo que me excitaba ayer, hoy se queda ‘corto’.

El problema es que como no hay una forma más sexual de comerse una teta -por poner un ejemplo-, lo que se puede ver es el aumento de nivel en cuanto a la violencia hacia las mujeres.

Esas prácticas extremas que aparecen en la pantalla no reflejan las preferencias y límites de la mayoría de las personas (“Recibe una paliza”, “le doy su merecido”, son algunos de los títulos que podemos leer un día como hoy).

La estimulación con prácticas extremas está creando la expectativa de que estas son aceptables, deseables o incluso necesarias para disfrutar del sexo.

Y la necesidad de una dinámica que incluye violencia, puede ser muy problemática si no es consensuada y buscada por ambas partes.

@meetingmara Sí, puede cargarse tu vida íntima 🫠 #intimidad #vidaintima #fifa #cristianoronaldo #fifa23 #uefa #gaming #saludmasculina #intimidadmasculina #problemasdepareja #problemasintimos #amigodatecuenta #cr7 ♬ sonido original – Mara Mariño

La manera de estimularse

Cuando el porno forma parte de la rutina masturbatoria, es habitual que el cuerpo se termine acostumbrando a un estímulo rápido y fácil, pasándole factura a las relaciones sexuales compartidas.

Es también uno de los motivos más comunes por el que ahora muchos hombres acuden a terapia sexológica, algo que contó Gonzalo, coach sexual a quien entrevisté hace un tiempo y que padeció este problema.

El consumo frecuente de porno dificulta esa vinculación íntima con la pareja. Porque el sexo real, a diferencia del de la pantalla, requiere los respectivos tiempos de quienes participen.

En lugar de buscar una gratificación inmediata, que puede llevar a la frustración cuando no se consigue, es importante centrarse en la intimidad, la comunicación y la conexión emocional con la pareja.

Tomarse el tiempo para explorar mutuamente las necesidades y deseos, puede fortalecer la relación y mejorar la satisfacción sexual.

Y dejar el porno también, por cierto.

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‘El grosor si importa’, los estereotipos tras las intervenciones para aumentar el pene

Si algo me ha sorprendido aprender como sexóloga es que el sexo tiene más relación con el cerebro que con los genitales.

Un pensamiento incontrolado o las ideas que te rondan la cabeza por la educación que has recibido, pueden alejarte o acercarte al orgasmo.

platano pepino medidas

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Por eso, a la hora de tratar las disfunciones sexuales, conocer la mentalidad de la persona al respecto da pistas de por qué puede estar sucediendo el problema.

Es una batalla difícil, la escuela sexual por excelencia es la pornografía y resulta complicado luchar ante la idea de que el sexo no es solo meterla y, por tanto, el pene no es el coprotagonista.

Si a eso le sumamos que por redes sociales están empezando a circular anuncios de intervenciones para el pene, el estereotipo ya tiene un producto accesible en el que sostenerse (y personas que se lucran de ello).

La promesa es que este procedimiento es capaz de aumentar entre dos y tres centímetros el diámetro.

Con mensajes como «No te conformes con lo que tienes», estos anuncios hacen mucho hincapié en el automático subidón de confianza.

Porque hay algo innegable, independientemente de sus medidas, todos los hombres se han sentido inseguros alguna vez acerca del tamaño de su pene.

Los engrosamientos de pene puede que no vayan a llegar al número de operaciones de pecho o nalgas que han logrado las hermanas Kardashian con su influencia.

Pero están lanzando el mensaje tan nocivo como equivocado de que tu pene no es suficiente y eso es caldo de cultivo de problemas sexuales.

La tiranía del tamaño

Al creer que realmente necesitan engrosarse el pene, se sigue perpetuando la presión falocentrista de que una sexualidad placentera depende del tamaño de los genitales.

Y, por ende, la continuación de la falsa creencia de que el coito es la práctica sexual por excelencia.

Con relleno de ácido hialurónico, grasa infiltrada o injertada, si a algo suenan estos procedimientos para aumentar el diámetro del pene es a dolor.

Y, en el caso de algunos de ellos -los menos invasivos-, los resultados no son permanentes y requieren que se vuelva a consulta con cierta periodicidad para mantener la medida deseada.

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Sin embargo, esto de cambiar una parte del cuerpo para que tenga un aspecto que creemos que es el que debe tener, pero al mismo tiempo solo hay un único modelo de belleza (que es tenerlo más grueso), ¿no nos suena a tiranía estética?

Para acabar, quiero recordar que hay un sinfín de prácticas íntimas donde da igual el tamaño que tengas de pene, lengua, manos…

Porque por mucho que vendan este procedimiento como que «ha revolucionado la vida de cada hombre», no hay nada más revolucionario que entender que el sexo se disfruta con toda tu persona y no con solo unos centímetros de tu cuerpo.

Mara Mariño

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¿Por qué cada vez hay más agresiones sexuales de menores?

Ayer, después de un episodio de acoso callejero por parte de un hombre que terminó siguiéndome hasta mi portal, me planteaba cómo era posible que vivamos en un mundo en el que coexisten progresos futuristas como la inteligencia artificial o los coches autónomos, pero el acoso callejero siga igual que siempre.

Miro, esperanzada a mis ‘sobrinas’, las hijas de amigos y amigas que, espero, lo tengan menos complicado que yo. Pero cada vez me cuesta más creer que su experiencia va a ser algo diferente a la mía.

La fe que albergar en el comportamiento de quienes nos suceden se va difuminando conforme no paro de leer noticias que hablan de violaciones a edades más tempranas, protagonizadas por víctimas y agresores menores.

Agresiones menores

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Chavales que sin poder votar ni sacarse el carnet de conducir van agrediendo a sus coetáneas. Adiós a ese futuro ideal donde las nuevas generaciones iban a tratarse con respeto e igualdad.

Ya no es solo que la víctima más común de las violaciones es una chica de 15 años de edad, sino que el pico de agresores se da entre hombres jóvenes.

Un 46% de los violadores tienen menos de 25 años, el 17% menos de 18 y un 15% menos 15. Sí, me toca hablar en masculino porque si bien #notallmen son violadores, #yesallvioladores son hombres.

Es algo que confirma Louise Perry en su libro Contra la revolución sexual: el 98 99% de delincuentes sexuales convictos del mundo son hombres.

Despejada la (no) incógnita del sexo de los agresores, cabe preguntarse a qué se debe ese repentino descenso de edad. ¿Qué puede estar pasando?

«De los 8 a los 12 años se da la construcción del deseo», apunta la educadora social Marina Marroquí, «que es la edad a la que les llega el porno. Antes de que den la mano o un beso ya han visto violaciones, bukkakes…»

Y el quid de la cuestión: «Las relaciones con la sexualidad en ese momento es lo que te va a excitar el resto de tu vida«.

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Las consecuencias directas de esa construcción del imaginario las sufrimos nosotras. Cuando resulta más estimulante una agresión que una relación deseada, estamos ante un problema.

«El objetivo del porno es generar una generación entera de chicos que no les importe ver dolor. No es solo que ver a una mujer rota no te tiene que doler, te tiene que excitar«.

Estamos en plena erotización de la violencia

Y, sin embargo, las páginas continuan su prolífica actividad pese a estar mostrando imágenes que, como dice la educadora «si simulas delitos del código penal, incitas el odio hacia las mujeres«.

La validación del grupo

Esto fue algo que Marina comentó hace unos días en el I Congreso de Violencias Sexuales, donde también apuntaba Carmen Ruiz, socióloga especializada en violencia de género en adolescentes y jóvenes, lo clave que es la socialización como factor que explica esta temprana edad de los agresores.

«En los chicos, el valor que deben demostrar es ser sexualmente activos ante la fratría, que debe reconocer eso, que son un hombre de verdad, lo que explica que haya agresiones grabadas y compartidas«.

Ya no es solo presumir de vida sexual, es probarla ante el resto como manera de validación, de reconocimiento en el grupo.

¿La solución? Es la pregunta que todos nos hacemos. La respuesta es educación, pero no es tan sencillo como hacer una hora de talleres en toda la etapa escolar.

María Gijón, del perfil de instagram @educarsinestereotipos, comentaba que «el problema es que no todas las familias tienen recursos para educar antes de que lleguen los impactos del porno».

Así que un buen consejo que propone es mantener alejados los dispositivos: «La tecnología se debe retrasar en la medida que se pueda, ya que los inputs llegan por smartphones, pero también videojuegos, chats… Y debe ir acompañada de educación emocional, educación sexual…»

Mara Mariño

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Nos incomoda que nuestros novios vean porno (pero lo dejamos correr)

Por muy discretos que sean nuestros novios, hay algo que no nos genera ningún tipo de duda al respecto: consumen porno con regularidad.

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Digo que es una certeza porque, a no ser que hayan hecho una búsqueda activa de las condiciones que hay detrás de esos vídeos y hayan analizado los mensajes que ven en la pantalla, con la voluntad de desligarse de ello, lo habitual es que forme parte de su vida.

La diferencia, respecto a nosotras, es que el porno llegó a su vida hace décadas. Las nuevas generaciones más todavía, ya que se ha adelantado a los 8 años la primera ‘toma de contacto’, generalizándose su consumo a los 14.

Y, según el informe realizado por Save the Children en 2022, el 81,6% de estos espectadores son chicos.

El porno es complicado, es como cuando te regalan un cuadro feo que no quieres poner en ningún lado, pero ha sido regalado. No te ha costado nada, ¿cómo no utilizarlo?

Es complicado porque se entremezcla con los discursos neoliberales y el avance feminista de reivindicar que cada uno haga lo que quiera con su vida, incluso si implica explotarse sexualmente.

Aunque cuesta pensar que alguna vagina sea capaz de aguantar penetraciones constantes durante varios días de rodaje.

Lo que cuesta aceptar, y que repito por activa y pasiva, es que el porno es por y para hombres. Esa es la raíz del conflicto.

Y si mencionaba esa vagina explotada es porque el 100% de los actores realizan la penetración, el pene flácido no existe y los encuentros duran hasta 30 minutos (uso de sustancias de por medio).

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Otros datos que se recogieron en la II Conferencia Internacional sobre género y comunicación son que de 100 estrellas del porno, 96 son hombres o que los adolescentes son los mayores consumidores, quienes además utilizan estas plataformas como educación sexual.

Ahí está otro de los problemas. No es ya solo que hablemos de una industria que fomenta estereotipos de cómo deben ser los cuerpos según la mirada masculina.

Es que es la herramienta que garantiza que la desigualdad entre las sábanas se normalice y la violencia hacia las mujeres se vea no solo como algo normal sino deseable.

Lo comentaban Silvia Príncipe y Laura Torruella en el podcast Patriahorcado sobre la pornografía: el 97% videos de PornHub y X Videos donde aparece violencia, la mujer es la víctima.

En el 93% de estos vídeos, su respuesta está relacionada con el placer y son en el 76% de ellos donde los hombres ejercen esa violencia.

Así que sí, es perfectamente normal que te sientas incómoda si tu novio ve porno. Tienes razones de sobra.

Lo que igual tenemos que empezar a preguntarnos o preguntarles es por qué a ellos no les desagrada o, en el caso de que lo haga, por qué lo siguen viendo.

Pero sobre todo si queremos estar con alguien cuya ética ve con buenos ojos alimentar esta industria.

Mara Mariño

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Lo que el documental de PornHub no cuenta

Yo no sé tú, pero desde que estrenaron el documental Hasta el fondo: la historia de Pornhub en Netflix, tenía pendiente ponérmelo para ver qué había de nuevo bajo el sol (o bajo el paraguas de la pornografía).

PornHub ordenador

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Si nunca en tu vida has oído hablar de Pornhub, y para que entiendas el resto del artículo, basta con que sepas que es una web donde se cuelgan vídeos eróticos y es especialmente conocido por las analíticas que saca a final de año extrayendo cuáles son los gustos de su público en función del país en el que se encuentran.

Sí, así fue como descubrí que la categoría milf está en el top 3 de búsquedas más populares.

Peor vamos al documental, una perfecta narrativa de cómo el porno es esa cosa empoderante que permite que una mujer pueda vivir como Georgina Rodríguez trabajando solo unas horas al día delante de la cámara o cómo los intérpretes son ahora sus propios jefes sin depender de una productora.

El documental sabe dónde tocar: los palos de libertad sexual, de hacer con el cuerpo lo que se quiere, no faltan como hilo conductor del discurso.

Tampoco su manera de eximirse de las polémicas de vídeos de menores colgados en contra de la voluntad de estos con la premisa de que no pueden controlar lo que suben porque es una plataforma de libre acceso.

Aunque sea la plataforma quien lo monetice

Hay momentos en los que es todo tan de color de rosa que es como si Disney hubiera estado a cargo de la producción del documental.

Y además por la cantidad de mujeres que vemos defendiendo a capa y espada todas las bondades de su manera de ganarse la vida.

Pero, como cualquier otra película, no es real.

Y ni PornHub es feminista ni la pornografía la máxima expresión del empoderamiento femenino.

Ni todo el romanticismo de la historia edulcorada de la embajadora de PornHub que se pudo comprar una casa, nos desvía de otra gran realidad que no aparece en el documental: la mayoría de los casos no son así.

Porque, si así fueran, las grandes fortunas del mundo serían todos los trabajadores y trabajadoras que vienen del sector de la pornografía.

Pero ese es un porcentaje muy pequeño que es el que puede permitirse una vida de lujo, el que escoge sus horas de trabajo, el que recibe premios por sus vídeos y pagos aparte por sus apariciones en eventos.

¿Dónde están los pisos con varias habitaciones donde chavales de 20 años se pasan metidos 6 días a la semana delante de una cámara, el pan de cada día en Colombia con el boom de las webcams?

¿Los mismos pisos donde salen sintiéndose asqueados, avergonzados, pero con dinero para comer una semana más porque es el único trabajo que les da una fuente de ingresos rápida para una supervivencia de urgencia?

No se habla de que ese contacto tan temprano con unas imágenes demasiado erotizadas son las que hacen que prácticas con violencia de por medio sean las que nos veamos replicando a día de hoy sin saber si nos gustan o no.

Ni de que son caldo de cultivo de ‘Manadas’, como explican Mabel Lozano y Pablo J. Conellie en su libro PornoXplotación.

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Solo porque es más probable que veamos antes un vídeo porno que recibamos una clase de educación sexual que siembre las bases de que el deseo es algo que debemos construir y no reproducir de lo que vemos en la pantalla (y no hemos elegido).

Tampoco se habla de que la gran mayoría de consumidores de la pornografía son hombres, los mismos que luego cumplen sus fantasías que ven en las películas pagando por un servicio sexual.

Son ellos los que tienen la idea de que una mujer está siempre disponible. Bien a través de una cámara web o en vivo y en directo.

El problema es que hablar de esto sería revelar la incómoda verdad de que si esta página sigue con vida no es, como mantienen durante el documental, para darle ‘su espacio’ a la mujer y facilitarle esa independencia.

Es para darle a los hombres lo que desean. Bien una milf, asiática, dominatrix, mujer trans o niña menor de edad.

Mara Mariño

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Se nos ha colado la violencia en la cama

Conocí a un chico en Tinder con el que tenía muchas cosas en común y una atracción de otro planeta.

Terminamos en su casa y al poco, estaba inmersa en una práctica sexual súper violenta.

Además de sentirme en peligro todo el tiempo (era la primera vez que teníamos sexo y no entendía que hubiera derivado en algo que, para mí, hace falta más confianza) volví a mi casa con la idea de no volver a verle.

agarrar mano

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Él me escribió al día siguiente, que lo había pasado genial y repetíamos cuando yo quisiera. Aquello fue la prueba de que habíamos vivido dos experiencias completamente diferentes.

Para él, la violencia estaba tan integrada con su forma de sentir placer que ni se planteaba que para mí pudiera haber sido distinto, hasta el punto de encontrarme incómoda por percibirlo como una situación de riesgo.

Y no, él ni es raro ni está enfermo, simplemente su sexualidad está condicionada por ejercer la violencia contra su pareja.

Porque en este caso no hablo del BDSM, cuando este tipo de experiencias de dominación y sumisión forman parte de la experiencia y llevan un consentimiento que se habla (y acepta) previamente por ambas partes.

Hablo de tener un encuentro convencional y rutinario en el que este trato brusco donde los golpes, bofetones, inmovilizaciones y un lenguaje humillante aparecen por sorpresa.

Aquello me ha llevado a preguntarme por qué las tenemos normalizadas en la cama, fuera de las prácticas eróticas relacionadas con la violencia física (infligida) del sadismo y (recibida) del masoquismo.

Agarrar del cuello hasta provocar cierta asfixia, golpear o tirar del pelo son algunos comportamientos normales del sexo para muchas personas.

De hecho, está tan extendido incluir un poco de dureza que, si no aparece, incluso definimos al encuentro como ‘vainilla’, como que no es lo bastante satisfactorio, que se queda flojo

No es raro que esta sea la conducta que se reproduce en la cama si tenemos en cuenta que es la misma que se ve en las películas pornográficas, donde cualquier extremo se convierte en lo normal para los espectadores de tanto verlo.

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No es ya solo que se reproduzca lo mismo que se ve en la pantalla, porque siendo el primer contacto que tenemos con el sexo y el más frecuente a edades tempranas, pensamos que es así como debe ser.

Si no que se construye la estimulación alrededor de eso. Y, cuando cada vez que te masturbas, hay una mujer sufriendo una agonía, es raro que consigas que te guste tanto si la ves disfrutando en vez de pasándolo mal.

Cuanto más duro, más placentero.

En el caso de las mujeres, es habitual que conectemos sexo con violencia si hemos estado en una relación abusiva.

Cuando la intimidad con la otra persona se ha construido alrededor de prácticas en las que había violencia, pasa lo mismo que crecer viendo porno: sin ellas en la cama, no concibes el sexo.

La parte positiva es que es posible romper con todo esto (lo que llamamos ‘deconstrucción’) e intentar, una vez descubierta la razón de por qué nos gusta, probar a que el disfrute no venga de ahí.

Todos merecemos tener un encuentro sexual divertido y placentero, pero sobre todo, seguro. Y, ante la duda, mejor plantearse si podemos hacerlo mejor sin necesidad de herir a nadie (a no ser que lo hayamos consensuado primero)

Mara Mariño

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Amor libre sí, pero solo en el porno

En el momento en el que el porno se convierte en nuestro referente a la hora de empezar a construir la idea de sexualidad ¿cómo no vamos a darle importancia?

amor libre

PEXELS

Y especialmente en España, que ocupa el número 11 del top 20 de países que más visitan la web de PornHub según el estudio anual que publicaron este miércoles.

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Incluso llegamos a superar a Rusia, que nos triplica la cantidad de habitantes. Así que imagínate si nos metemos…

Aunque eso no significa que pasemos mucho tiempo, son tan solo 9 minutos y 9 segundos lo que los visitantes españoles ‘necesitan’ de media en la web.

Porque esa cantidad de tiempo es suficiente para un estímulo inmediato, una paja como la comida del McDonald’s, rápida.

Y lo que se busca para esos 9 minutos y 9 segundos, es muy significativo.

A nivel mundial, el término ‘lesbiana’ es el segundo más visto, mientras que en España también ocupa los primeros puestos.

‘Trans’ también se cuela en la lista de las categorías populares. Y en el caso de España, ‘transexual’ es una de las cinco búsquedas más frecuentes.

Entonces, cualquiera que desde fuera viera esto, podría decir que somos un país progresivo y abierto, en el que la orientación sexual ni pincha ni corta.

Que está tan integrada, que ya no solo forma parte del tejido social, sino del sexual.

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Pero lo cierto es que, teniendo en cuenta el público de PornHub, los resultados son la prueba de la última fetichización de turno.

A veces son las milfs, otras las japonesas y, en esta ocasión, le ha tocado a las lesbianas y personas trans convertirse en el objeto de deseo por excelencia.

Porque, una vez más, estamos hablando de un espectador (hombre) el que se encuentra detrás de la pantalla.

El hecho de que el 81,6% de los hombres vean porno con regularidad (versus las mujeres, que suponen el 40%), revela la historia de siempre.

Sobre todo si tenemos en cuenta las agresiones que, a día de hoy, siguen sin faltar en las calles de las ciudades españolas o la homofobia imperante -no olvidemos que Ayuso se refirió al Orgullo como algo que se debe «aguantar»-.

Si juntamos nuestras costumbres como ciudadanos y nuestros hábitos como consumidores de pornografía, la conclusión es clara.

Tu orientación sexual o tu identidad de género (especialmente si eres mujer trans, las que más abundan en los vídeos de la web) son más que bienvenidas siempre y cuando cumplan una función: excitar al público mayoritariamente masculino.

Mientras no salgan del porno, seguirán siendo criticadas por la calle, amenazadas, perseguidas y acosadas.

Continuarán siendo relegadas a la condición de objeto sexual.

Mara Mariño

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