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El viaje de Paula, después de una agresión sexual

Llama la atención que con la cantidad de libros, películas y series en las que las agresiones sexuales forman parte de la trama -ya no entro en si es de manera relevante o no- apenas existan productos fuera de la ficción que ayuden a las víctimas en la vida real.

Que es una de las razones que animó a Laura Roqueta, activista y divulgadora en @culturaconsentimiento, a escribir El viaje de Paula (Editorial Descontrol, 2023).

amigas cogidas de la mano

PEXELS

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«Quería escribir un libro que hablara y sensibilizara sobre algo que no estamos muy acostumbrados a escuchar. Que es qué puede pasar después de una agresión sexual», explica la autora.

Para ello, ha optado por una novela muy clara y fácil de leer todos esos retos tanto personales como sociales a los que puede tocar enfrentarse después de sufrir una agresión sexual.

«Al mismo tiempo era importante que proporcionara recursos esenciales, como por ejemplo: qué hacer y qué evitar hacer cuando alguien te cuenta que ha sufrido una agresión sexual, cómo podemos intervenir de forma segura cuando presenciamos una situación peligrosa o potencialmente peligrosa, qué hacer si sufrimos una agresión sexual, teléfonos de atención para jóvenes, consentimiento y mucho más».

El viaje de Paula es una historia desde un ángulo que no estamos acostumbrados a conocer, pero también un manual con información práctica que deberíamos conocer sobre este tema.

Mientras que el libro de Laura habla por primera vez de este tipo de agresiones con la idea de apoyar a las víctimas, ¿hasta qué punto necesitamos más implicación por parte de todos (familias, instituciones, Gobierno…) a la hora de frenar las cifras que escuchamos casi a diario?

¿Dirías que la educación sexual es un factor que puede prevenir las agresiones sexuales?
La educación sexual es un factor fundamental para prevenir las agresiones sexuales y para que las víctimas puedan identificarlas y pedir ayuda. La Educación Sexual Integral (ESI) no solo proporciona conocimiento sobre el cuerpo y cómo cuidarlo, sino que también presenta la sexualidad de manera positiva y enfatiza valores como el respeto, la inclusión, la no discriminación, la igualdad, la empatía, la responsabilidad y la reciprocidad.

Otro aspecto fundamental dentro de la educación sexual es la perspectiva de género, ya que para conseguir relaciones sexuales basadas en la igualdad tenemos que tener en cuenta la cultura en la que vivimos. Eso significa combatir los estereotipos de género y mensajes sexistas que, de forma sutil, nos van impactando desde la televisión, canciones y medios de comunicación entre otros, en nuestro día a día y que perpetúan estos estereotipos tan dañinos.

Actualmente, la educación sexual se está dejando prácticamente en manos de la pornografía gratuita, que es altamente violenta contra las mujeres, machista (y racista, clasista y LGTBI-fóbica), sin comunicación, donde el consentimiento parece que no importa y donde no se utilizan métodos de protección contra infecciones de transmisión sexual. ¿Suena como una receta para el desastre, verdad? Es por eso que la educación sexual integral es crucial en la prevención de agresiones sexuales y en la creación de relaciones sexuales saludables, respetuosas y placenteras.

¿Qué otros factores son clave en tu opinión?
Considero que es fundamental que se creen campañas de sensibilización sobre la violencia sexual, políticas de apoyo a las supervivientes y ofrecer una educación feminista que tenga en cuenta las diferencias de poder entre personas por motivos de género, raza, clase, diversidad funcional y orientación sexual. Otro factor que podemos hacer es practicar el consentimiento en todas nuestras relaciones, no solo sexuales.

Es decir, que pongamos el respeto de la autonomía corporal de las personas en el centro y aprendamos a comunicar nuestros deseos y límites, respetar los de los demás y gestionar las emociones que estos nos evocan. Y por supuesto creer y apoyar a las supervivientes. No nos olvidemos de que la mayoría de agresiones no se denuncian y que algunos de los principales motivos son el miedo de las víctimas a no ser creídas, a ser culpadas de la violencia vivida y la falta de confianza en que se cumpla la ley. Tenemos que romper con la culpabilización a las víctimas que solo hace que perpetuar el silencio de las víctimas y la impunidad de los agresores.

¿Se le está dedicando la atención que merece a la violencia de género socialmente?
Creo que socialmente cada vez se le está dando más atención y que se está avanzando en el tema. Prueba de ello es que solo hace unos meses se aprobó la Ley de garantía integral de la libertad sexual, que a pesar de la reforma aprobada hace unas semanas que quita uno de los grandes avances de esta ley, la utilización del consentimiento, y no la violencia, como baremo para definir qué constituye una agresión sexual, se han implementado varias de las medidas a las que España se comprometió al adherirse al Convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres, y eso es muy bueno.

Medidas que van más allá de las punitivas, de sensibilización y educación a la población y apoyo a las víctimas. No obstante, no se le está dando los recursos y la prioridad que debería tener en la agenda pública. Estamos hablando de que llevamos 1.198 víctimas mortales por Violencia de Género desde el 1 de enero de 2003. De que 1 de cada 20 mujeres en Europa ha sido violada, 1 de cada 10 ha sufrido violencia sexual por parte de su pareja o expareja y que uno de cada cinco criaturas sufrirá algún tipo de agresión sexual hasta los 17 años. Y a pesar de que la gran mayoría de víctimas de la violencia sexual son mujeres y niñas, no tenemos prácticamente ninguna información sobre la violencia sexual que sufren los hombres o personas no binarias o de género fluido.

Si realmente estuviéramos concienciados sobre qué son las agresiones sexuales y el impacto que pueden tener en la vida de las víctimas y en la de sus familiares, esto es como para poner el estado de alarma.

En el libro hablas de series o películas donde aparecen escenas de este tipo, ¿qué opinas de que sea tan común encontrar violaciones en una gran cantidad de obras de ficción?
Vivimos en una sociedad llena de violencia sexual, solo hace falta ver las estadísticas mundiales, así que esta se plasme en los argumentos de películas y series no me sorprende, hasta cierto punto tiene sentido. Para mí la cuestión está en cómo se presenta
esta violencia sexual y qué sentido tiene en el argumento. Vemos que algunas series y películas muestran las violaciones como lo que son, actos terribles que causan un tremendo impacto en la vida de las víctimas. Por ejemplo, en Outlander, la violación de Jamie abrió el tema sobre la violación masculina, donde posteriormente se tratan los efectos de la agresión en el personaje, el trauma y cómo seguir adelante.

No obstante, demasiadas veces las series de televisión o las películas que vemos utilizan las violaciones como efecto dramático, sin ningún tipo de lógica con el argumento y sin mostrar las consecuencias de la agresión en los personajes que las sufren. A veces incluso las escenas se muestran de forma morbosa o erotizada. Cuando el entretenimiento, las series de televisión o las películas que vemos, utilizan irresponsablemente las agresiones sexuales estamos normalizándolas y lanzando una serie de mensajes que siguen perpetuando la violencia sexual en nuestra realidad.

¿Cómo podemos apoyar a una persona de nuestro entorno que ha sido víctima de una agresión sexual?
Como la violencia sexual es un tema tabú y no nos preparan para afrontar estas situaciones, puede que nos sintamos abrumados, que no sepamos qué hacer o que incluso con nuestras mejores intenciones digamos o hagamos algo que dañe a la persona que nos lo ha contado.

En el libro se mencionan una serie de cosas que podemos decir y hacer y cosas que deberíamos evitar. Agradecer la confianza por contarnos algo que puede ser tan difícil de explicar es una buena forma de empezar la conversación. Es importante escuchar sin juzgar y sin preguntar por detalles o por qué hicieron o no hicieron “x”. Hay que poner atención en no tomar el control de la situación y respetar cómo la superviviente quiere llevar su recuperación, por ejemplo, si quiere tomar acciones legales o no.

No tenemos que tener respuestas para todo, podemos ofrecernos a ayudar a la persona, a buscar recursos de apoyo como algún profesional, organizaciones que ofrecen apoyo a supervivientes o acompañar a la persona al hospital o a la policía. Tenemos que pensar que nuestro papel es el de ser una buena amistad; estar a su lado y ofrecerle nuestro apoyo.

¿Podrías hablar de la presión que existe sobre ser ‘la buena víctima’?
La presión por ser una «buena víctima» se refiere a la expectativa social de que las víctimas de violencia sexual deben comportarse de ciertas maneras para que su relato sea creíble y puedan recibir apoyo y justicia. Esta presión puede ser muy perjudicial para las
víctimas, ya que demasiado a menudo se les juzga y culpa por no actuar de la manera «correcta», lo que puede aumentar su trauma.

Para ser una “buena víctima”, se supone que después de sufrir el incidente tienes que hablar inmediatamente y denunciar a la policía. Tienes que comportarte como tal y llorar, estar visiblemente destrozada y recordar todos los detalles del incidente, fechas, horas y lugares específicos. Haber actuado de manera defensiva, cuantas marcas de violencia visibles mejor, y no haber consumido ningún tipo de sustancia, haber estado de fiesta, o que tengas una vida sexual activa.

No solo la gran mayoría de víctimas no encajan en este perfil, sino que estos “requisitos” no son realistas. Para empezar, ¿cómo se supone que las personas pueden identificar que han vivido violencia sexual si no se nos educa sobre ello? ¿Cómo poder recordar los detalles de una agresión si sabemos que el trauma puede fragmentar nuestros recuerdos? Además, sabemos que una gran parte de las personas que sufren violencia sexual hablan meses o años después de la agresión y muchas agresiones sexuales no dejan marcas visibles. Es importante entender que la única responsabilidad en un acto de violencia sexual recae en el agresor y que no hay una “buena” o “mala” manera de ser una víctima ni una forma específica de comportamiento después de una agresión. Todas merecen ser creídas y apoyadas.

Y a esas personas que han sufrido una agresión, ¿qué es lo primero que recomendarías si no saben bien qué hacer, pero sienten que es algo que no les deja avanzar?
Que busquen apoyo. Es esencial buscar apoyo para ponerse manos a la obra con la recuperación, independientemente de si quieres denunciar o no la agresión e independientemente de cuándo sucedió. Nunca es demasiado tarde para ponerse a trabajar en una agresión sexual.

Además, añadiría que no hace falta que algo cumpla con la definición de “agresión” (recordemos que lo que se define como violación o abuso puede variar con el tiempo o simplemente de país a país). Si hay alguna experiencia sexual que se les ha quedado atravesada, que les genera malestar, hay que poner atención a ello y esto es algo que se tiene que hacer en manos de profesionales. El libro cuenta con un apartado de organizaciones sin ánimo de lucro en el ámbito español que ofrecen recursos de apoyo a supervivientes y teléfonos de atención gratuitos y anónimos como es el 016, el teléfono de atención a todas las formas de violencia contra las mujeres.

Para terminar, ¿crees que harían falta más acciones que enseñen a los niños que no deben violar?
Completamente. Tenemos que tener en cuenta que desde la infancia recibimos mensajes sobre cómo se supone que tenemos que actuar y relacionarnos según nuestra identidad. No es ninguna sorpresa que en una sociedad machista y patriarcal la mayoría de agresiones sean cometidas por hombres y la mayoría de víctimas sean mujeres y niñas. Así que ya hemos visto que esto de poner el foco sobre las mujeres y dedicarnos a decirles que pueden hacer y que deben dejar de hacer para evitar el mal comportamiento masculino es muy poco efectivo. De nada sirve si los hombres y chicos no dejan de agredir. Es muy injusto asumir que las mujeres tenemos que coartar nuestra libertad de expresión y de movimiento, que ya hemos visto que no sirve de mucho, en vez de mover el foco hacia la raíz del problema, que es el machismo.

Así que es esencial que se creen campañas, libros, cursos… y se haga sensibilización especialmente dedicada a promover masculinidades que respeten y traten con igualdad a mujeres y personas no binarias. También es esencial que se haga educación sexual desde la escuela, para sensibilizar sobre los estereotipos tóxicos de género en la sexualidad y trabajar con chicos y hombres para que respeten los límites de las mujeres y gestionar las emociones que supone el rechazo.

El viaje de Paula está a la venta en librerías y por internet con un precio de 14€.

Mara Mariño

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¿Es el 69 la postura más sobrevalorada?

Antes de que en el colegio aprendamos el número π (3,14) hay uno que todos conocemos, el 69. Bien porque te lo ha dicho el espabilado de turno de la clase o porque, investigando con el ordenador de casa, diste con un fondo de pantalla en el que salía acompañado del logo del conejito de Playboy.

Igual no sabías cómo funcionaba la mecánica, pero tenías algo claro: 69 es igual a sexo. Lo mejor es que han pasado unos 20 años y muchos (me incluyo en este grupo) seguimos sin entender todos sus secretos.

«Es que no puede ser tan complicado«, pensabas en un primer momento. «Su cabeza en la entrepierna, la mía en la suya y a comernos».

Pareja en ropa interior

UNSPLASH

Ya te toque arriba o abajo, llega un punto en el que piensas «¿Estoy cómoda? ¿Qué hago con esta pierna? Se me está durmiendo el brazo…».

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Porque el 69 tendrá muchas cosas, pero cómoda no es. Ni a la hora de acoplarse por el tema posiciones ni aguantando mucho tiempo en la postura (y menos aún en verano, me recuerda una amiga puntualizando esa fricción que se da entre barrigas).

Es infinitamente más fácil llegar al orgasmo en otras posturas que teniendo que estar concentrándote en hacer una felación mientras intentas que tu culo no le aplaste la nariz.

La falta de concentración es lo que, tras una rápida encuesta en Instagram, mis seguidores seleccionan como principal inconveniente.

«Quien mucho abarca poco aprieta», «Vamos a centrarnos en una sola cosa para hacerla bien», «De uno en uno se disfruta más», «Ya estoy mayor como para tener que hacer todo a la vez», son algunas de las opiniones que salen de la pregunta.

Sin embargo la tenemos erotizada hasta el punto de que hemos tenido que ponerla en práctica para descubrir que es de todo menos eso.

Aunque no todo son desventajas. No ocupará los primeros puestos de la lista de las posiciones más prácticas, pero es innegable el poder que tiene a la hora de conectar.

Por esa razón, no creo que debamos descartarla del repertorio. El hecho de tumbarte sobre alguien dejando -y teniendo- sus genitales a escasos centímetros de la cara, es tan visual que sirve para intimar.

Vale que no es para relajarse y disfrutar. Más bien se trata de una postura activa que, por muchas variantes que le metas (el 69 vertical, el lateral, el medio sentados…) solo gana puntos como complemento de otras posiciones, no como plato principal.

Pero sí que me quedo con su carga erótica al acercar la sexualidad dos personas y quitarnos la vergüenza de que nos vean así: en bolas y primer plano. Con el cuerpo expuesto y el objetivo claro de pasarlo bien y hacer disfrutar.

Duquesa Doslabios.

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