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De los chistes a las agresiones: cómo combatir nuestra propia homofobia según una psicóloga

La educación sexual que recibimos se queda corta. No solo queda en evidencia con el desconocimiento que tenemos ante las enfermedades de transmisión sexual.

Agresiones homófonas, chistes cuyo objetivo es reírse de la orientación sexual o incluso seguir viendo la vida con el prisma de los estereotipos son otras demostraciones de que nos queda mucho como recorrer como sociedad.

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«Cualquier tipo de educación sexual ha de contemplar la diversidad y el feminismo. Porque no es sólo un deber sino también un derecho tener acceso a esta información, que ayuda a entender y respetar la verdadera naturaleza humana», afirma Ana Sierra, psicóloga y sexóloga.

«El tabú sigue presente, más aún cuando hay voces que incitan a que siga siéndolo. Es vergonzoso que en pleno siglo XXI la educación sexual integral sea una asignatura pendiente«, dice la experta.

¿Cuándo tendría que empezar la educación en diversidad sexual y de qué manera?
Debería ser una asignatura obligatoria no sólo en la educación reglada, sino en toda la población desde la infancia hasta la vejez, y estar presente en todas las áreas de nuestra vida, en familias, centros escolares, trabajos y empresas, instituciones, políticas y en la calle. Sexualidad es vida, y no podemos dejarla colgada en una percha para ir al trabajo.

Siempre manejando información de calidad, porque el miedo es la causa del odio y la violencia. Educación sexual integral, donde la diversidad sexual y de género se reconozca natural, porque lo es.

¿Son las familias quienes deberían hacerse cargo de esta educación o también ir acompañadas por los centros escolares?
No solo los centros escolares, la sociedad en su conjunto tiene la responsabilidad individual y colectiva de acompañar y educar de manera activa. Según los datos de Control, si bien es cierto que 7 de cada 10 jóvenes (72,2%) han recibido educación sexual en el colegio, muchos destacan que la han recibido de la familia (26,2%) o la comunidad médica (15,6%), lo que demuestra que esta educación proviene de diversas fuentes. Por desgracia, a las familias les queda grande educar en este sentido, pues no suelen estar educadas en la diversidad sexual. Pero todas son diversas, aún no perteneciendo a las siglas LGTBAIQ+.

Popularmente se sigue creyendo que las personas cishetero son las “normales” y las “diversas” son las otras. Una falacia más que nos separa y genera miedos. Estamos naturalizando lo artificial y nadie es “normal”, lo natural es ser único, y por tanto raro. Es ahí donde radica nuestro valor, fuerza y belleza. Nos unimos nos hacemos más fuertes, pero dentro de cada una de las siglas hay personas únicas y diversas.

Si ya somos adultos, ¿cómo podemos trabajar por nuestra cuenta en la propia educación sexual?
Reconociendo que no entendemos nada y buscando la información que necesitamos en fuentes fiables. Es un acto de humildad que suele costar, pero es absolutamente gratificante porque nos libera y liberamos a los demás de nuestros prejuicios. Dejamos de proyectar nuestra ignorancia, que se traduce en miedo y violencia hacia lo desconocido.

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¿Cómo deberíamos reaccionar ante agresiones homófobas?
Si es en primera persona y estás recibiendo una agresión, por desgracia no hay una fórmula mágica. De hecho, puede generar culpabilidad no reaccionar de la manera que creíamos “adecuada”. Por ejemplo, una persona podría haberse formado en defensa personal y luego bloquearse si le agreden físicamente. O espera saber reaccionar ante una agresión verbal y luego se da cuenta de que sus actos o estrategias no funcionan en la realidad. Las expresiones homófobas no se rigen por procesos lógicos, por lo que la desactivación de sus actos no responde a lo que podríamos considerar razonable; la emoción suele superar la razón, en estos casos. Esto no solo genera frustración en la víctima, sino que activa su miedo, pudiéndose gestionar de muy diversas formas. En ocasiones, puede experimentar la sensación de estar en peligro constante y no poder hacer nada por remediarlo; es lo que se conoce como indefensión aprendida.

Desde el otro lado, si presenciamos una agresión hacia otra persona, lo urgente sería pedir ayuda, llamar al 112 y socorrer a la persona agredida, siempre que podamos y según el tipo de agresión. No es necesario poner nuestra vida en riesgo ni hacernos los héroes, hay que hacerlo con cabeza siempre, pero se puede ayudar de muchas maneras. Acompañar tras la agresión, escuchar, denunciar el hecho y colaborar si fuimos testigos, es ya de gran ayuda. Lo ideal, denunciar desde el primer acto homófobo, ya sea un insulto u otro comportamiento discriminatorio. Naturalizar estos comportamientos o insultos es un gran error.

¿De qué manera puede -o debe- involucrarse una persona heterosexual en la lucha por la igualdad y la diversidad?
Tendríamos que ser conscientes de que no hay que ser de un colectivo concreto para luchar por sus derechos. Como comenté, no son los otros y yo, que por ser cishetero me libro y qué suerte tengo. Conectemos con la empatía y la compasión, que habla de la comprensión y acompañamiento en el sufrimiento. Juntos somos más fuertes. Si vives a gusto en una sociedad que discrimina, oprime y agrede a otra persona por su condición, sea la que fuere, pregúntate si es coherente esto que te sucede.

Tu miedo lo hace coherente, pero acude a psicología urgentemente, porque algo en ti no funciona, y quizá sea tu humanidad. Por otro lado, ahora somos las mujeres, las personas racializadas, las LGTBAIQ+,…pero mañana te puede tocar a ti por ser bajo, rubio o demasiado alegre. Estamos defendiendo también tu derecho a ser.

¿Qué pequeños y grandes cambios podemos adoptar?
Suprimir chistes, bromas, comentarios del tipo “se le nota o no que es trans, o no parece que sea lesbiana”. De hecho, un ataque homófobo, por ejemplo, no solo se realiza hacia un hombre por ser homosexual, sino también por parecerlo. Esto que tiene que ver con el cisheteropatriarcado y la masculinidad hegemónica. Revisar nuestras actitudes, prejuicios, pensamientos y proyecciones de nuestras creencias sobre su rendimiento o confianza, por ejemplo; son acciones que deberíamos llevar a cabo cualquier persona sobre otra.

Hacer educación sexual integral, explicar y desterrar mitos, en cualquier parte, una cena, el trabajo, el colegio, medios de comunicación, entre ellos las RRSS, ya sea con grandes lecciones como con pequeños comentarios y acciones, y visibilizar la realidad desigual y dramática que viven tantas personas, ya es un gran apoyo, además de una responsabilidad colectiva que, si no se pone en práctica, te hace posicionarte del lado que discrimina.

Psicológicamente, ¿cómo afectan los comportamientos o comentarios LGTBIfóbicos a quién los recibe?
Cada persona es única y, por tanto, existen diferencias individuales. La afectación y evolución de las personas agredidas varía en función de la experiencia, su personalidad, el apoyo externo recibido, cuestión especialmente importante, la familia, escuela, trabajo, instituciones, políticas y leyes, sociedad, fortalezas personales, homofobia interiorizada, auto concepto y muchos otros aspectos.

Un único comentario puede hacer más fuerte y motivar a la persona agredida en la lucha por sus derechos. Otras consecuencias, más generalizadas, serían la baja autoestima, que puede derivar en otras afectaciones psicológicas e incluso la somatización física. Sin olvidar las conductas de riesgo y autolíticas o autolesiones. Recordemos que el suicidio también puede reconocerse como el resultado de la agresión, pues es “matar sin matar”.

¿Qué países podemos mirar como ejemplo a la hora de convertirnos en una sociedad igualitaria? ¿Qué nos diferencia de ellos?
En nuestro país se trabaja mucho por los derechos humanos, pero tendría que ser una responsabilidad colectiva, y no lo es. Cada persona puede y debe cuidar su parcela para hacerla amable al otro. La guía turística Spartacus que elabora el Gay Travel Index, un índice que pretende apoyar la seguridad de los turistas pertenecientes al colectivo LGBT en todo el mundo, en su listado de 2020 puntuaba a España con un 9 sobre 12 situándonos dentro de los más seguros, en un tercer puesto compartido con Reino Unido, Países bajos y Argentina. Solo superado por Austria con 11 y con Malta, Suecia y Canadá a la cabeza, con 12.

A nivel europeo, dentro del ranking de los países con mejor y peor puntuación en leyes, políticas y prácticas que afectan a la comunidad LGBTI (Rainbow Esurope, 2021) ocupamos la 8ª posición, con una puntuación de un 64,59 sobre 100%.(100%= respeto de derechos humanos. Igualdad total) En primer lugar Malta, 93,78% y en último Azerbaiyán, que con una puntuación del 2,33%.

¿Podrías explicar por qué el hecho de que dentro del propio colectivo se utilice la palabra «maricón» a modo de apropiación del insulto no es igual que se utilice de forma peyorativa?
“Maricón”, históricamente, era una forma de criticar al hombre que no se comportaba como tal, pues no cortejaba a la mujer. Un término homófobo y machista, a su vez. Cuando se utiliza dentro del colectivo y aliados, se utiliza desde el cariño, no como insulto y se produce un reajuste del síntoma. Un proceso donde un concepto que es asociado socialmente a lo negativo, debido a prejuicios e interpretaciones sesgadas, se reformula como positivo o adaptativo para la persona que se veía discriminada por el mismo.

De esta manera, la apropiación de las personas gays del término “maricón”, transita del insulto al orgullo. Por supuesto, la procedencia, actitud e intencionalidad de su uso es lo que dota a esta palabra de un significado u otro. Este tipo de empoderamiento ocurre de manera similar en mujeres feministas, frente al machismo, en lemas como “lucha como una chica” o en el caso de la “N-word”, un eufemismo que hace referencia a la palabra “negro” o “Nigga”, impronunciable en EEUU salvo entre amigos dentro de la comunidad negra.

Duquesa Doslabios.

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El Orgullo en 2021: las razones por las que todavía hay que reivindicarlo

El chico que va delante de mí en el supermercado lleva una mochila con el arcoíris, una forma de decir, incluso haciendo la compra, «quiero querer a quien quiera».

No es el único.

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Estos días, la modernista Barcelona parece más colorida de lo habitual con las tonalidades colgando en ventanas, camisetas o incluso bolsas de tela.

Una manera de reivindicar no solo el amor, sino que desaparezcan estereotipos que, a día de hoy, se siguen aguantando.

Hay tantos mitos todavía extendidos que la celebración del Orgullo va mucho más allá de la libertad de sentimientos.

A día de hoy el «quién es la chica» o «quién es el chico» se sigue escuchando todavía.

Continúa la mentalidad de que solo existe el rosa y el azul e incluso las relaciones homosexuales deben adaptarse a ese binomio de colores.

Una pregunta que no solo es invasiva sino que evidencia que debemos dejar de pensar que no se siguen estos roles heteronormativos.

«Eso es porque nunca has probado una buena polla», va por el mismo camino.

Hay quien habrá querido experimentar y quien no lo haya necesitado para descubrir qué le gusta. Cuestionar si eso es algo que hace que uno sea más o menos homosexual, tampoco es algo que se deba juzgar.

En las sábanas, podemos llevar también la reflexión sobre una vida sexual completa sin penetración, que todavía es calificada de ser el único sexo real.

Que el mensaje de Orgullo es también entender que hay muchas formas de disfrutar y no tienen por qué implicar meter ni sacar.

Es la libertad de ser, sentir y hacer los 365 días del año.

Duquesa Doslabios.

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‘Todos hemos sido o somos homófobos porque nos hemos criado en una sociedad que lo es’

Acaba de terminar el mes de junio, ese que, entre los otros once, se ha ganado el título del mes del Orgullo. Sin embargo, no podemos permitirnos que las reivindicaciones se queden solo en esos 30 días. Hay que pelearlo todo el año.

Y sí, la lucha es independiente de nuestra orientación sexual, ya que, al final, la máxima de querer libremente es algo que deberíamos defender a toda costa.

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No es fácil hacerlo, sobre todo cuando vivimos en un mundo en el que el peor insulto que puedes encontrar en un estadio de fútbol o en un grupo de WhatsApp es ‘maricón’ o decimos que ‘menuda pena lo de Pablo Alborán, con lo guapo que es’.

El Orgullo es una lucha externa, pero también interna, algo que descubro junto a Javier Martínez Madrid, coach sentimental para gais.

Es imposible no emocionarse cuando cuenta esa historia en su canal de YouTube de cómo decírselo a sus padres era la llave para vivir su sexualidad plenamente. Un momento bonito, que, a día de hoy, todavía recuerda con cariño.

Si nos colamos en cualquier tertulia de autobús, podría parecer que la igualdad de derechos está ya conseguida, pero lo cierto es que aún nos queda camino por delante.

La aceptación total del matrimonio igualitario, nuestra propia homofobia -fruto de lo que hemos interiorizado de la sociedad homófona en la que hemos crecido-, las agresiones… Una serie de asignaturas pendientes que, según Javier, el entrevistado de esta semana, tienen solución.

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Justo dos minutos después de hacerme esta foto en el metro de Chueca, al bajar las escaleras mecánicas, me he encontrado con un chico de 19 años, tirado en el suelo, con un ataque de ansiedad bajo estos mismos colores. . Su padre le ha visto una conversación de WhatsApp en la que le decía te quiero a otro chico. . Su reacción ha sido llamarle maricón y darle una patada. . Y él ha salido corriendo hasta llegar a Chueca, donde pudiera encontrar a otras personas como él. . Hemos sido varios los que hemos estado calmándole y hasta ha llegado a bromear en el último rato. . Ahora va hacia su casa, donde su madre sí le apoya, cargado con el cariño de mucha gente, un par de abrazos, mi número de móvil y un listado de asociaciones a las que acudir. . Ojalá que él, al igual que yo, pueda sonreír muy pronto ante estos mismos colores. . . #homofobia #lgtbifobia #itgetsbetter #gay #gaymadrid #instagay #gaycoaching #gaylifecoaching #coachinggay #gaybeard

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¿Cómo se puede concienciar a ese porcentaje de personas que no aceptan el matrimonio igualitario o están a favor de que se le llame mediante otro nombre?
De acuerdo con el estudio de LELO con motivo de los 15 años de matrimonio igualitario en España, casi un 20% de los españoles está en contra de esta unión entre personas del mismo sexo. Lo mejor que podemos hacer desde el colectivo LGTBI+ es seguir visibilizándonos a nosotros mismos, a nuestras relaciones de pareja y a nuestras familias, sean como sean, del mismo modo que lo haría una persona heterosexual. Ocultarnos es entrar en el juego de quienes siguen rechazando nuestra igualdad y de quienes nos quieren dentro de un armario. Les guste o no, tenemos el derecho y la libertad de poder casarnos con quien queramos y las familias que formamos son igual de válidas que las de cualquiera. Nos deben de encontrar de frente y sin miedo.

A nivel personal, ¿cómo podemos trabajar la homofobia?
En primer lugar, debemos asumir que, en mayor o menor grado, todos hemos sido o somos homófobos, básicamente porque nos hemos criado en una sociedad que lo es y hemos interiorizado muchas creencias en este sentido. Hemos avanzado muchísimo, por supuesto que sí, pero la LGTBIfobia sigue estando en nuestro entorno y, en los últimos años, está legitimada por discursos de odio. Habiendo asumido esto, tenemos que pillarnos en esos pensamientos que nos surgen, en aquellas frases que decimos o, incluso, en lo que sentimos ante personas del colectivo. Estar atentos a ello, nos va a permitir adquirir conciencia e ir cambiando poco a poco nuestra forma de pensar, de expresarnos y también lo que sentimos. Todo ello, desde la humildad, la curiosidad, el interés en aprender y el máximo respeto a otras realidades, con indiferencia de que las entendamos o no.

Casos como el de Pablo Alborán hablando sobre su orientación sexual, ¿son todavía necesarios?
Por supuesto que son necesarios. La encuesta de LELO revela que 38% de las personas LGTBI+ en España todavía no ha hablado de su orientación a familiares o amigos por miedo al rechazo o a lo que puedan pensar, así que este tipo de ejemplos pueden inspirar a mucha gente. Mientras haya una sola persona que sea discriminada, que se sienta inferior o que sufra simplemente por su orientación sexual o su identidad de género, seguirá siendo necesario que haya referentes visibles, tanto famosos como anónimos. Mostrarnos tal y como somos, sin tapujos y sin eufemismos, marca la diferencia para aquellos que siguen dentro del armario o que están descubriéndose, como es el caso de niños, niñas y adolescentes.

¿Te imaginas lo que puede suponer que Pablo Alborán salga del armario para un adolescente de, por ejemplo, un entorno rural, que está en el armario y que siente que va a ser rechazado toda su vida por lo que es? De pronto, ve que un hombre de éxito y que ha alcanzado sus metas profesionales da este paso y recibe aceptación y cariño. Se puede convertir para él en todo un ejemplo a seguir, en un símbolo de esperanza.

¿Llegaremos algún día a ese punto en el que no exista como tal ‘salir del armario’ porque no ya no damos por hecho que lo convencional es la cisheterosexualidad?
Ojalá que sí. Ese sería el estado ideal, que no existiese la presunción de cisheterosexualidad. Pero para eso aún falta mucha educación y mucha apertura de mente. De todo ello se habla en el vídeo en el que he tenido el placer de participar y que ha lanzado LELO para conmemorar los 15 años del matrimonio igualitario en España (sobre estas líneas). Al final, hoy en día, y por muy tolerantes que seamos, se tiende a dar por hecho que un niño tendrá novia y una niña, novio, y así se les hace saber con diferentes comentarios al respecto que, aunque no son malintencionados, están marcando lo que «debería ser». Lo mismo ocurre con la identidad de género, que se sigue asociando por completo a los genitales.

¿En qué medida afecta vivir en una sociedad que discrimina por la orientación sexual? ¿Qué problemas puede generar? 
Afecta muchísimo y en diferentes áreas de la persona. Sufrir LGTBIfobia deja secuelas como, por ejemplo, baja autoestima, ansiedad, deformación en la forma de pensar, vulnerabilidad a las drogas o LGTBIfobia interiorizada, entre muchas otras. En definitiva, secuelas que pueden afectar en gran medida al día a día de cualquier persona y a situaciones tan cotidianas como mantener una relación de pareja satisfactoria, gestionar momentos de estrés laboral o afrontar cualquier proyecto con seguridad. Es como llevar una carga adicional que hace que todo cueste más trabajo.

¿Cómo podemos aportar nuestro granito de arena? ¿Por dónde empezar?
¿Qué se puede hacer? Pues, primero, las personas LGTBI+ que lo necesiten deberían acudir a un profesional que les pueda ayudar a afrontar y superar todas estas secuelas, todo ello sin dar un paso atrás ante la LGTBIfobia. Es decir, mostrándose visibles y plantando cara a todo ese odio. En cuanto a las personas cishetero, es esencial que se conviertan en aliadas de la causa, ya no solo aceptando y fomentando la diversidad, sino también haciendo frente a la LGTBIfobia. Conseguir una sociedad libre de odio y discriminación por sexo, orientación sexual, identidad de género, raza, edad, físico, etc., es beneficioso para todos.

Las agresiones homófobas son la parte más conocida del problema, pero ¿cuáles son los microhomofobismos más típicos?
De acuerdo con los datos del estudio de LELO, dos de cada diez españoles han sido testigos de alguna agresión homófoba a lo largo de su vida. Pero también hay microhomofobismos, que pueden ser más difíciles de detectar. A raíz de la salida del armario de Pablo Alborán hemos sido testigos de algunos de ellos, tanto en redes sociales, como en medios de comunicación. Expresiones como «¡qué pena, con lo guapo que es!», «¡qué lástima, si era el yerno ideal!» o «¡menudo desperdicio!» están a la orden del día. Que alguien sea gay no es motivo de pena, ni de lástima. Tampoco deja de ser guapo ni el yerno ideal (si no, que le pregunten a mi madre) y, ni muchísimo menos, se convierte en un desperdicio. A menudo tenemos expresiones tan interiorizadas que no nos damos cuenta del significado real de las palabras. Atención a la palabra «desperdicio». Que alguien sea gay es un desperdicio. Es decir, algo que ya no tiene valor, que se tira a la basura, restos de algo que ya no sirve, que se ha echado a perder. Debemos ser cuidadosos con las palabras que usamos, aunque a priori la intención no sea la de hacer daño.

Duquesa Doslabios.

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