Paren las maquinillas de afeitar, esto es un atraco. Bueno, quizás no llegue a ser un robo a gran escala pero sí que podemos hablar de un cambio de tendencias capilares.
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GTRES
Por mucho que la industria del porno se empeñe en hacernos pensar que entre las piernas de una mujer solo hay llanuras desiertas sin un solo pelo a la vista tras el que refugiarse bajo su sombra, la realidad es muy diferente.
El pelo está volviendo lenta pero inexorablemente como han vuelto Los Increíbles o los collares de conchas este verano. Y aunque todavía estamos lejos de volver al arbusto púbico setentero, empieza a avistarse pelo de nuevo.
Las personas cuyas profesiones están dedicadas a ver pubis a menudo lo han confirmado. Ginecólogas que, entre citología y citología, asisten impertérritas al crecimiento silencioso de esos pelos.
Trabajadores en centros de estética escuchan sorprendidos cómo sus clientas ya no quieren todo al cero o aquella especie de cresta mohicana en medio del pubis como si fuera una pista de aterrizaje.
Y aunque de la depilación de las ingles todavía nadie se ha pronunciado (la brasileña sigue reinando), el triángulo de las bermudas comienza a repoblarse. Ambos sectores han coincidido en que no es un repoblamiento frondoso, sino uno a ras de dermis, como esa vegetación baja que crece en los arcenes.
Lo importante es que el pelo vuelve a verse como lo que era, una cosa normal. Y que, afortunadamente, cada persona es libre de llevar como le dé la gana su entrepierna.
Duquesa Doslabios.