Archivo de marzo, 2024

¿Cómo sé si tengo un problema sexual?

Quienes vivimos a toda prisa con la rutina pisándonos los talones, nos plantamos en la Semana Santa con un objetivo claro: calidad en pareja.

Calidad en pareja es esa escapada que reservaste hace meses, pero también quedarte en tu ciudad tachando de la lista de pendientes el restaurante al que tanto queríais ir y, por supuesto, aprovechar que el tiempo no corre para dedicárselo al placer.

pareja vida sexual disfunción

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Sin embargo hay quienes pueden descubrir en estos días que algo es distinto. Bien porque no ‘reacciona’ como se esperaría o porque esas ganas -que en teoría deberían aparecer-, brillan por su ausencia.

Pueden ser los nervios, el cansancio, una noche de mal sueño, una nueva medicación o, quizás, algo más, pero ¿cómo saberlo?

Cuando estudiaba el máster de Terapia de Pareja y Sexología Clínica me sorprendía leer en los apuntes que se consideraba una disfunción todo aquello que no desencadenara una respuesta de placer en cuanto al coito se refiere.

Pero también eran disfunciones la incapacidad de mantener una erección a la hora de practicar la penetración o incluso llegar al orgasmo antes de que tu pareja lo hiciera.

Todo giraba en torno al coito y así fue que le pregunté a mi tutora si, como sexólogas, no estábamos demasiado centradas en la idea de que la penetración es la práctica por excelencia.

Coincidió conmigo y añadió que nuestra responsabilidad era precisamente educar en que hay un abanico de prácticas ideales para disfrutar más allá de meterla.

Claro que eso complicaba un poco más mi duda, entonces ¿cómo identificar un problema sexual?

Los ‘síntomas’ de que algo pasa

Si por algo se caracteriza una disfunción es por el malestar repetido durante un periodo de tiempo largo, hasta el punto de que afecta a tu vida íntima en general.

No es algo puntual, sino que sucede en todas las ocasiones (o casi todas) sin que tú lo desees ni lo busques.

Esto puede ir desde la dificultad a la hora de mantener excitación sexual, a la ausencia de libido, sí, pero también a la pérdida de erecciones.

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También sentir dolor durante las relaciones, la dificultad para alcanzar el orgasmo, la eyaculación precoz o retardada, e incluso la incomodidad, la vergüenza, la ansiedad o el estrés relativos a la actividad sexual entran en esta categoría.

Si tras un periodo de unos cuantos meses ves que cualquiera de ellos se sigue repitiendo, es el momento de entender que no está funcionando con normalidad y que hay que buscar ayuda experta.

De cualquier forma, una manera de salir de dudas es pedir un chequeo médico para que te confirmen que no es relativo a un malfuncionamiento físico.

Una vez queda superado este paso, si todo parece en orden, es muy probable que el origen del problema sea psicológico para lo que la terapia sexológica es la solución perfecta.

Por último recordarte que, ignorar o minimizar las disfunciones sexuales, puede ser peor por el impacto no ya solo en tu vida íntima, sino en tu propio bienestar emocional.

Mara Mariño

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No vas a tener buen sexo con una persona narcisista (y este estudio lo reconfirma)

A la mayoría se nos viene un nombre a la mente cuando leemos rasgos de la personalidad como son la exageración de logros, superioridad respecto a los demás o necesidad de admiración por parte del resto.

Y es porque, durante más o menos tiempo, casi todos hemos tenido una expareja narcisista.

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Lo que quizás no sabíamos en ese momento es hasta qué punto esa forma de ser del compañero o compañera podía estar afectando nuestra vida sexual conjunta, de una manera muy negativa.

El narcisismo no se queda en esa necesidad de ser el centro de atención de la mesa cada vez que hay un evento social o incluso en ponerte a ti por el suelo, si hace falta, para engrandecer su figura.

También en el plano íntimo tiene una serie de consecuencias, ya que este tipo de personas ven la sexualidad desde el mismo egoísmo que el resto de factores de su vida. No como un encuentro mutuo y recíproco, sino como un derecho.

Que los aires de grandeza se trasladen al terreno de las sábanas, parece un mal menor de la personalidad narcisista en comparación con la falta de empatía hacia la persona con la que está compartiendo ese momento.

Puede que ya hubieras identificado esto o no, en mi caso no vi esa relación para nada, pero hay otro componente de este tipo de personalidad que igual te resulta familiar.

Y es que las personas narcisistas son grandes expertas en manipular y salirse siempre con la suya, en hacer lo que sea necesario para poner sus necesidades y deseos por delante de los del resto y lo aplican también al sexo.

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Como comentaba, esa firme creencia de que el sexo es un derecho que tienen, junto a las tácticas que emplea para salirse siempre con la suya, les convierte en malos compañeros de intimidad.

Las parejas narcisistas no dudan en el empleo de una persuasión persistente, manipulación («He tenido un día durísimo, un polvo me haría sentir mejor») o avances continuos de besos y caricias aunque ya hayan recibido una negativa.

En otras palabras, las probabilidades de tener sexo por coerción y no por tu propio deseo se multiplican si tienes al lado a un narcisista.

Factor de riesgo en las agresiones sexuales

Quienes hemos caído en este tipo de trampas, conocemos la sensación de vacío y desencanto de después. Porque entiendes que por mucho que respondas o finalmente accedas a ello, no era algo que quisieras hacer.

El sexo no debería ser algo a lo que se accede mediante el uso de trucos, sino algo que apetece sin reservas a todos los participantes. Aunque no se quedan solo ahí los métodos para tener sexo.

Un estudio en la Universidad de Basilea, en Suiza, ha querido investigar los factores de riesgo que predicen la violencia sexual en los campus universitarios.

Como habrás podido imaginar, según ibas leyendo, el narcisismo sexual era uno de ellos.

Además de todo lo anterior, de la manipulación o la insistencia, es más probable que, en su afán por llegar al encuentro sexual, estas personas empleen tácticas como llevarse a la persona a la que tienen ‘fichada’ lejos de los demás o negarse a devolverla a su casa a menos que tengan relaciones.

Pero también realizar prácticas sin escuchar las oposiciones que se puedan tener al respecto o incluso aprovecharse de un estado de menor consciencia de la otra persona.

Tras poder afirmar que el narcisismo estaba ahí como factor de riesgo, el equipo de psicólogas quiere seguir investigando si es posible reducir los niveles de narcisismo para prevenir las agresiones.

Así que si todavía no veíamos el narcisismo como una bandera roja a la hora de conocer a alguien, es la señal de que nos alejemos definitivamente.

Mara Mariño

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El príncipe Guillermo, el inesperado ‘embajador’ de una práctica sexual

Estas últimas semanas el ‘Kate-gate’ se ha consolidado como el fenómeno tras el que seguíamos de manera ávida todos los movimientos de los duques de Cambridge.

Pero entre fotos editadas malamente y vídeos que han levantado las sospechas de si son ellos o sus dobles, el rumor de la aventura por parte de Guillermo de Inglaterra también ha cobrado fuerza.

No tanto por el hecho de tener una historia extramatrimonial, un secreto a voces según periodistas ingleses, sino por una práctica sexual relacionada con este triángulo amoroso: el pegging.

Príncipe Guillermo

Max Mumby / Indigo / Getty

El pegging consiste en una inversión de roles y es la mujer quien penetra analmente al hombre, por lo general ayudada de algún tipo de atadura o arnés en la que puede insertar el juguete.

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Y, según una conocida página de cotilleo de las celebridades, sería su gran afición por este tipo de práctica que el príncipe heredero habría empezado su romance con otra aristócrata.

De esta información, como os digo, no hay pruebas que lo demuestren ni declaraciones por parte de los royals, solo artículos en medios ingleses que informan sobre la vida personal de las celebridades.

Pero si algo hacen es dejar claro que el motivo de la infidelidad es que Kate Middleton no quiere participar en esta práctica que tanto le gustaría a su marido.

Partiendo de que la culpa la tiene quien toma la decisión de no cumplir su promesa de ser fiel (y eso da para otro artículo) lo que tenemos que agradecerle a Guillermo de Inglaterra es que se haya convertido de manera improvisada en la cara pública del pegging.

Por desgracia, las prácticas sexuales que están relacionadas con el ano -de los hombres, por supuesto- luchan todavía contra el estigma social de que es algo vergonzoso.

Sin embargo, la biología es inequívoca: la zona que a ellos les proporciona el máximo placer, conocida como punto P, está en la próstata y su único acceso es vía anal.

De hecho, que desde hace un tiempo se conozca la existencia de este punto erógeno lleno de placer, es lo que hace que muchos quieran probarlo en algún momento de su vida, pero quizás no saben todavía cómo sacar el tema de conversación.

Así que el hecho de que una figura pública, de tanta influencia como es el príncipe heredero, haya protagonizado titulares hablando de lo que aún a día de hoy se ve con resquemor, es la mejor forma de decirle al mundo que hay que dejarse de prejuicios.

Lo cual viniendo de una institución que históricamente ha sido símbolo de tradición y protocolo no deja de ser un giro de trama que no vimos venir.

Que estas preferencias íntimas sean o no reales, es lo de menos.

La apertura al diálogo, así como la reacción de aceptación de la diversidad sexual, independientemente o no de que haya súbditos que la practiquen, ha sido propiciada por el duque de Cambridge.

Se ha generado un debate con el tema de manera pública y puede ser algo beneficioso no solo para hablar de sexo sin ruborizarse a quienes aún les cuesta meterse en esta parcela, sino para quienes creen que las suyas son prácticas poco convencionales y temen el juicio por parte de los demás.

Quién sabe… Si Kate es capaz de movilizar a cientos de mujeres, que van a agotar sus últimos estrenos en tiendas de ropa, quizás con esto pase lo mismo y empecemos a ver que nuestros compañeros nos piden en la cama lo mismo que el supuesto #princeofpegging.

Mara Mariño

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‘El grosor si importa’, los estereotipos tras las intervenciones para aumentar el pene

Si algo me ha sorprendido aprender como sexóloga es que el sexo tiene más relación con el cerebro que con los genitales.

Un pensamiento incontrolado o las ideas que te rondan la cabeza por la educación que has recibido, pueden alejarte o acercarte al orgasmo.

platano pepino medidas

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Por eso, a la hora de tratar las disfunciones sexuales, conocer la mentalidad de la persona al respecto da pistas de por qué puede estar sucediendo el problema.

Es una batalla difícil, la escuela sexual por excelencia es la pornografía y resulta complicado luchar ante la idea de que el sexo no es solo meterla y, por tanto, el pene no es el coprotagonista.

Si a eso le sumamos que por redes sociales están empezando a circular anuncios de intervenciones para el pene, el estereotipo ya tiene un producto accesible en el que sostenerse (y personas que se lucran de ello).

La promesa es que este procedimiento es capaz de aumentar entre dos y tres centímetros el diámetro.

Con mensajes como «No te conformes con lo que tienes», estos anuncios hacen mucho hincapié en el automático subidón de confianza.

Porque hay algo innegable, independientemente de sus medidas, todos los hombres se han sentido inseguros alguna vez acerca del tamaño de su pene.

Los engrosamientos de pene puede que no vayan a llegar al número de operaciones de pecho o nalgas que han logrado las hermanas Kardashian con su influencia.

Pero están lanzando el mensaje tan nocivo como equivocado de que tu pene no es suficiente y eso es caldo de cultivo de problemas sexuales.

La tiranía del tamaño

Al creer que realmente necesitan engrosarse el pene, se sigue perpetuando la presión falocentrista de que una sexualidad placentera depende del tamaño de los genitales.

Y, por ende, la continuación de la falsa creencia de que el coito es la práctica sexual por excelencia.

Con relleno de ácido hialurónico, grasa infiltrada o injertada, si a algo suenan estos procedimientos para aumentar el diámetro del pene es a dolor.

Y, en el caso de algunos de ellos -los menos invasivos-, los resultados no son permanentes y requieren que se vuelva a consulta con cierta periodicidad para mantener la medida deseada.

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Sin embargo, esto de cambiar una parte del cuerpo para que tenga un aspecto que creemos que es el que debe tener, pero al mismo tiempo solo hay un único modelo de belleza (que es tenerlo más grueso), ¿no nos suena a tiranía estética?

Para acabar, quiero recordar que hay un sinfín de prácticas íntimas donde da igual el tamaño que tengas de pene, lengua, manos…

Porque por mucho que vendan este procedimiento como que «ha revolucionado la vida de cada hombre», no hay nada más revolucionario que entender que el sexo se disfruta con toda tu persona y no con solo unos centímetros de tu cuerpo.

Mara Mariño

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¿Eres románticamente responsable?

Siempre que empiezo una relación de pareja pienso de la misma manera: voy a dar lo más bueno de mí, la mejor versión.

Claro que, en mi cabeza, eso se limita a intentar no tener las zonas compartidas hechas un desastre, a colaborar con el orden y la limpieza y en mostrarme cariñosa y divertida a partes iguales.

Y aunque todo esto es algo fundamental, hay un área en la que cuesta mucho trabajar y de la que no se habla prácticamente nada, la de la responsabilidad.

pareja amor

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Y es que no basta con mirar la pareja como la unión de dos mitades (por muy buenas que se hayan propuesto ser), sino que parte debe ‘participar’ de una manera consciente y considerada.

Es lo que podríamos llamar ser románticamente responsables, que, a modo resumido es desarrollar la capacidad de trabajar en equipo en el plano emocional, asumiendo un papel activo respetuoso.

Podemos culpar a las series y películas de hacernos creer que las historias de amor son esa cosa que llega como caída del cielo.

Pero es nuestra tarea desmitificar esa idea y entender que es una decisión y un compromiso de trabajo, de ahí que la responsabilidad sea clave a la hora de relacionarnos.

Pero, ¿cómo gestionar de manera conjunta un área de nuestra vida cuando lo único que hemos aprendido de hacer trabajos en equipo es que cada uno se encargaba de su parte y, el día de la presentación en clase, se unían los distintos slides aunque no hubiera coherencia entre ellos?

Asumir la responsabilidad en una pareja pasa por hacernos cargo de nuestros comportamientos, que es lo que la otra persona puede ver.

Entre ellos está la comunicación honesta, que no solo es expresar los sentimientos, necesidades y expectativas de manera clara y respetuosa.

Es también recibir lo mismo de la otra persona y aceptarlo sin reservas, sin las defensas alzadas, asumiendo, aceptando, tomando nota y teniendo en cuenta de cara a la próxima vez.

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Eso de ponerlo en práctica en el futuro formaría parte de la mutualidad, que es hacer la vida teniendo en cuenta que no vamos solos, que nuestras acciones pueden afectar y es considerar eso.

Mutualidad es, por ejemplo, pegarte esa noche de fiesta con tus amigas, pero reservar también un rato para que el fin de semana tenga tiempo de calidad con tu pareja.

O saber que si su lenguaje del amor son las palabras de afirmación, asegurarte de decirle que le quieres aunque sea una cosa que te sale menos natural.

Es entender sus necesidades, deseos y autonomía y darle la seguridad y tranquilidad de que lo tienes en cuenta sin infringir su bienestar.

Otro punto clave es saber controlar la gestión de las emociones (y en esto puedo tirar de mi experiencia como parte de una relación intercultural).

Mi pareja ha recibido una educación en la que las discusiones no existen y en mi caso, alzar la voz constantemente es algo normal en mi manera de relacionarme, para bien y para mal.

Pero sabiendo que es algo que le produce incomodidad, aprender a controlar esas salidas y discutir desde la asertividad ha sido mi mayor reto.

Nos ha permitido poder abordar temas dificilísimos desde la estabilidad y la tranquilidad de que estábamos en el mismo bando, luchando por el objetivo de seguir juntos independientemente del asunto que tratáramos.

Vamos, cuando en vez de dejarme llevar por el impulso emocional, me ponía en modo ‘comprender y validar’ sus sentimientos para mantener una atmósfera sea amorosa y positiva.

A las pruebas me remito de que la empatía y el respeto mutuo hacen que el ambiente no sea de tensión, y sobre todo evita que si una de las dos personas es más impulsiva, como es mi caso, se escapen cosas que pueden ser dañinas.

Así que ahora solo queda que, tras leer esto, te preguntes de qué manera puedes contribuir a que tu relación sea no solo equilibrada, sino cómo puedes hacerla románticamente responsable.

Mara Mariño

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Lactancia erótica y el dilema sobre el consumo de fluidos

No fue hasta el año 2013 cuando sadismo y masoquismo dejaron de ser consideradas trastornos mentales.

Siguiendo su estela, otras tantas preferencias sexuales entraban en esa categoría en vez de ser reconocidas como variantes de la sexualidad humana.

Gracias a ello, el amplio abanico de deseos ha visto la luz y se han popularizado fetichismos que estaban al margen de lo normativo.

madre bebé biberón

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A partir de ese cambio en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, todo lo que se dé en un contexto consensuado y seguro es aceptable.

La línea queda trazada en aquello que pueda causar malestar a la persona o a otros (de ahí que la pedofilia, por poner un ejemplo, no pueda incluirse en esta categoría).

Pero que algo suceda porque está aceptado y su experiencia no se estigmatice, no significa que sea ético, que es lo que veo que sucede con la lactancia erótica.

Esta consiste desde el simple contacto con los pechos hasta la ingesta de la leche materna, y puede tener connotaciones de sumisión, dominación o intimidad entre los participantes.

Y, como denunciaba Barbijaputa en uno de los últimos episodios de su podcast, el problema de esta práctica es que ha encontrado un campo del que apoderarse: las webs de venta o donación de leche materna.

Esas reservas de leche, que estaban destinadas para madres que no pueden dar el pecho, se convierten en objeto de deseo de fetichistas que quieren practicar la lactancia erótica.

Y aunque no tengo nada en contra de fantasear, o incluso realizar el deseo de tomar leche materna, creo que hay una diferencia masiva en la manera de llevarlo a cabo.

Porque una cosa es hacerlo desde el deseo de ambas partes o con tu pareja, algo que ya mencionó Henar Álvarez en su cómic La mala leche.

Y otra desde ponerlo en práctica a escondidas, desde el engaño, violando la confianza e integridad de quienes la ofrecen con la intención de que otras personas puedan alimentar a sus hijos.

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Lo suyo sería que buscaran formas éticas y consensuadas de explorar sus fantasías, respetando los límites y derechos de los demás.

Por otro lado, no puedo quitarme de la cabeza hasta qué punto llega el consumo del cuerpo de las mujeres gracias al capitalismo.

Da igual que tu pareja no esté en periodo de lactancia o que no tengas pareja, siempre tendrás a tu disposición una bolsa de leche para tu uso y disfrute.

A la inversa, este negocio ni existe, ni se le espera. No hay mujeres registradas en webs donde hombres venden fluidos como sudor, pis o heces.

Es más, la entrevistada en el podcast de Barbijaputa sobre este tipo de comercio, comentaba que también le habían llegado a pedir uñas de los pies.

Lo único que parece claro es que para ‘venderte’, ya sea a través de fotos, vídeos, leche materna o restos humanos, si eres mujer, siempre vas a tener mercado.

Mara Mariño

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Juguetes para adultos: de imitar partes del cuerpo a imitar prácticas sexuales

Hace unos días, hablaba con un amigo de lo mucho que me alegraba que la industria juguetera para adultos se hubiera ido alejando de las réplicas realistas.

Porque, y a los éxitos de ventas de las marcas me remito, la tendencia ya no son imitaciones de goma en color rosa claro que emulan a la perfección detalles como el glande o las venas del pene.

pareja cama

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Al contrario, diseños minimalistas de colores vibrantes que casi parecen pequeñas esculturas de diseño, son las que la mayoría de nosotras tenemos en el cajón del dormitorio.

Además de ser igual de prácticos si lo que buscamos es darle rienda suelta a la fantasía -porque eso depende de la imaginación que le echemos-, si algo demuestran es que lo importante, por fin, es el placer.

La fisonomía de los juguetes ya no se centra en asemejarse a la realidad, sino en proporcionar la máxima cantidad de estimulación para desencadenar ese reflejo que es el orgasmo.

Y, teniendo pequeños dispositivos que nos hacen alcanzar el clímax en pocos minutos, ¿cómo no preguntarse cuál iba a ser el siguiente paso, si ya parecía todo inventado?

La nueva generación de sex toys ya no parece ir, ni siquiera, a perfeccionar lo existente. Ahora es el momento de tomar nota de las prácticas más placenteras.

O esa fue mi conclusión cuando descubrí que una de las novedades imitaba a una boca.

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Con unos enormes labios y una lengua entre medias, el juguete que tenía en mis manos era capaz de imitar el movimiento de succión y a la vez emitir vibración desde la ‘lengua’.

Marilyn (DIVERSUAL)

A diferencia de un beso o una caricia, no hay manera de que el cerebro pueda anticipar cuáles son las sensaciones que un juguete sexual va a proporcionarte.

De ahí que usarlos resulte tan agradable, la expectación estaba servida.

Lo que sí pude notar es que, a diferencia de los estimuladores de clítoris, el cunnilingus mecánico se tomaba sus tiempos, como en la propia práctica.

Mi amigo me decía, bromeando, que de cualquier manera nunca va a equipararse a un sujeto de carne y hueso, porque no puede darte cariño posteriormente a un encuentro íntimo.

Yo le contesté que el juguete tampoco podía mirarte a los ojos, quizás otro de los motivos por los que nos gusta tanto todo lo relativo a envolver una boca y unos genitales en la misma ecuación.

No, la conexión entre personas nunca va a verse reemplazada por contar con estos aliados en el dormitorio, de la misma manera que siempre vamos a preferir una respuesta humana que un contestador automático cuando hacemos una llamada.

Pero cumplen a la perfección su función de permitirnos experimentar, probar, descubrir nuestro propio cuerpo, variar (en solitario o en compañía) y dejarnos sorprender. Y cada vez lo hacen mejor.

Mara Mariño

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La ingeniera y la socióloga que van a hacer las calles más seguras para las españolas

Cuando empecé a salir sola, de las primeras cosas que me desaconsejó mi madre fue cruzar uno de los barrios en el que se encuentra la calle con más denuncias de apuñalamientos de Madrid.

Barrio que no estaba muy lejos de nuestro piso, así que nos pillaba de camino en muchas ocasiones.

Aunque seguí a rajatabla aquella recomendación, y busqué rutas alternativas, de adulta no me quedó otra que frecuentarlo, ya que me mudé con mi pareja a la calle perpendicular.

mujer andando calle

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Si bien nunca vi un navajazo (aquello sucedía de madrugada), no había día en el que no me hicieran algún comentario por la calle. Incluso llegaron a seguirme en bicicleta durante un tramo de mi camino.

Para mi exnovio aquello no era para tanto y tenía que aprender a relativizar. Para mí era un desgaste normalizarlo.

Pensarás que tuve mala suerte con mi barrio, pero el acoso callejero se ha repetido por Gran Vía, por Retiro, por Príncipe Pío y hasta por Castellana, cuando un desconocido paró su coche en uno de los laterales del Ministerio de Defensa y me invitó a subir con él.

Y en todas y cada una de las veces, mi reacción fue la misma: agachar la cabeza y apretar el paso. Tampoco es que hubiera otra opción, ¿no?

Contra esta idea fue que se revelaron Begoña Guadaño y Clara Espinosa, ingeniera de caminos y socióloga especializada en tecnología y violencia de género respectivamente.

Acaban de lanzar un proyecto, B.MUUN que aún está en fase beta, pero apunta maneras, ya que su objetivo es convertir las ciudades españolas en lugares más seguros para las mujeres.

La herramienta se encuentra todavía en desarrollo y funciona por invitación, sin embargo algunas periodistas pudimos probarla hace unos días.

Al acceder muestra un navegador que va marcando rutas, un sistema de navegación diseñado en base a la información recibida por otras usuarias que hayan reportado situaciones de acoso.

Es decir, te lleva a casa por la vía que considera más segura teniendo también en cuenta el trazado urbano.

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Otro de los pilares de esta web, que ha sido financiada por el Ministerio de Igualdad después de que Begoña y Clara presentaran el proyecto a concurso, es la creación de una red de espacios concienciados y preparados para socorrer en situaciones de riesgo.

Su objetivo es que establecimientos de nuestros barrios reciban una formación de atención y recepción de víctimas de acoso y abuso sexual callejero a los que se podrá acudir en caso de peligro.

Aunque también ‘pone en el mapa’ qué negocios como peluquerías, restaurantes o tiendas están concienciados en lo que a seguridad de las mujeres se refiere.

Y quizás en esa colectividad reside la emoción de este proyecto, en sentir que tienes una mano amiga a tan solo unos metros de distancia y que, a la vez, son otras mujeres las que han ido avisando de sus experiencias, cuidando todas de todas.

Un botón de socorro

Aunque lo más interesante es el botón de SOS, una opción que comparte la ubicación con los contactos que se hayan elegido previamente y comienza a registrar en audio lo que sucede desde ese momento.

Una vez pulsada la opción de auxilio, el navegador te dirige al punto B.MUUN más cercano donde, entre los protocolos a seguir, está el de llamar al 112.

Poco después del evento de presentación, le contaba a mi padre lo que me conmovía que se tomara el acoso callejero como un tema serio que se debe combatir.

Él opinaba que no debería haber una lista de calles con un ‘visto bueno’ para circular, porque las mujeres tendríamos salir a la calle sin miedo y sin evitar ningún lugar, ya que todos deberían ser seguros para nosotras.

Yo le comentaba que, por desgracia, aplicación móvil o no, ya vamos buscando esas vías alternativas que -creemos- nos mantienen más a salvo, en vez de otras donde nos sentimos más expuestas.

Sí, en un mundo ideal las mujeres podemos volver a casa como nos da la gana, incluso solas y borrachas sin sufrir ataques físicos o verbales. Pero no estamos en un mundo ideal.

No quita que, de manera paralela, no se destinen esfuerzos para concienciar a los hombres de que una mujer andando por la calle no invita a comentarios ni tocamientos no deseados.

Pero si, mientras tanto, aparecen recursos que tienen en cuenta nuestra manera de movernos, que nos dan opción de mandar localización inmediata y hasta grabar lo que nos rodea (por si necesitamos pruebas para emprender medidas legales) o cualquier cosa que nos haga sentir un mínimo de seguridad, lo cogeremos sin dudar.

Mara Mariño

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‘¿Cuándo toca?’ El desafío sexual en las parejas que conviven

Hay un cambio que he identificado en mi vida sexual de cuando paso de estar saliendo con alguien, a cuando se sube el siguiente escalón: el de la convivencia.

El sexo fluye distinto, antes de compartir piso solía surgir en cualquier momento que coincidiéramos -bastaba una puerta de por medio, que nos diera algo de intimidad-.

Pero cuando comparto el espacio, empiezo a preocuparme por los tiempos. A ver si me explico…

pareja cocina

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Cuando la relación no se da bajo el mismo techo, esas ganas de estar a solas con la otra persona se cultivan.

Crece la expectación de cuándo será el próximo encuentro y te regodeas con lo que harás en el momento que os encontréis de nuevo.

Con esa anticipación construida, se entiende que lo primero que hagáis, nada más veros, sea desnudaros.

Pero cuando el espacio es común, una de las primeras cosas que notas es la dificultad de que vuestros deseos coincidan. La intimidad cambia y nadie te avisa de ello.

O bien una persona tiene prisa porque tiene que salir de casa, o está liada haciendo algo -trabajo, carga doméstica, llamada a sus padres…- o simplemente no le apetece a la vez que a ti.

Que es algo normal y todo lo que tú quieras (de hecho te hablé más en profundidad sobre el tema en este artículo). Sin embargo es lo que hace que tan pronto como sucede que las libidos se ponen de acuerdo y echamos un polvo, me pregunte «¿cuándo será la próxima vez?».

Mi agobio viene de todos esos artículos de «Cuál es la media de los españoles en la cama», «Esta es la frecuencia ideal de las parejas duraderas», «La adecuada cantidad de veces que las parejas deben tener sexo»

¡Si hasta Broncano pregunta a sus invitados cuánto sexo han tenido en el último mes!

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Hay una presión social de que la frecuencia importa, o eso pienso yo cuando empiezo a hacer el cálculo mental de si tuve sexo el martes, ¿puedo proponerlo el jueves o va a ser muy temprano?

Lo que antes de convivir sucedía de manera orgánica ahora se siente como intentar resolver una ecuación de segundo grado: ni quieres sentir que agobias a tu pareja yendo demasiado detrás, ni que tampoco piense que no tienes interés.

Le comentaba esta preocupación a una amiga sexóloga y me tranquilizó (un poco) saber que a ella también le pasaba.

Así que ahora me pregunto si es una rayada que también sofoca a nuestros novios o es solo cosa nuestra. Prometo informar de mis pesquisas cuando haya avances.

De cualquier manera, ahora que he identificado que esto se ha convertido en un interrogante inherente a mi vida en pareja, estoy trabajando en darle una vuelta.

Intento olvidarme del tema de la periodicidad sexual porque, como sexóloga en ciernes, sé de sobra que no existe una media universal que debamos cumplir para que sea una vida íntima satisfactoria.

He reflexionado en cómo quiero que sea mi vida íntima conviviendo con mi pareja, y puede que ya no me regodee en el factor sorpresa del tiempo, pero sí en el de lo que quiero hacer (que va desde fantasías a prácticas o probar juguetes nuevos).

Ya no construyo expectación de que en cuanto le vea voy a arrancarle la ropa aprisa y corriendo, pero sí la de imaginarme qué vamos a hacer la próxima vez que estemos, sea cuando sea.

El estándar no debería ser de frecuencia, sino de calidad, y de ahí que sea con el deseo correspondido para que nos pille encendidos y con las ganas de que suceda.

Mara Mariño

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