Archivo de junio, 2023

El motivo por el que siempre deberías usar lubricante (además del más obvio)

Seguro que puedes enumerar los beneficios de los lubricantes: son una excusa perfecta para dedicar tiempo a la exploración del cuerpo, hidratan cualquier zona, hacen que todo resulte más cómodo y placentero

¡Si hasta los hay que tienen ingredientes que se sienten como un cambio de temperatura en la piel, generando nuevas sensaciones!

pareja hombres ducha

PEXELS

(¿Cómo que aún no me sigues en Instagram? Pues venga…)

Por lo que comenta Felipe Astarloa, responsable de Durex Iberia, en el evento organizado este martes por la marca, el lubricante es el juguete «más inclusivo y diverso».

Toda experiencia sexual mejora con lubricante, lo que se aleja un poco del mito de que solo es necesario para esas parejas heterosexuales que quieren hacer penetración y lo ‘necesitan’ para suplir una posible sequedad vaginal.

El lubricante vale para todo.

Pero hay otra razón por la que debería ser un imprescindible de cualquier encuentro sexual. Y es por su capacidad de proteger la salud sexual.

Como Marian Martínez, brand manager de Durex, explica «la nueva fórmula del lubricante es muy similar al propio pH de la piel», un factor determinante en cuanto a prevención de ITS se refiere.

Te puede interesar leer: ¿Por qué ahora las llamamos ‘ITS’ y no ‘ETS’?

Esa cualidad hace que el riesgo de transmisión de infecciones sea menor.

Pero, ¿por qué no se habla de los lubricantes cuando se tratan los métodos de barrera? Por la sencilla razón de que no son tan efectivos como estos.

Que el pH del producto no reseque la piel significa que hay menos propensión a que se produzcan pequeñas heridas, algo que sí sucede en mayor medida cuando no se utilizan los lubricantes.

Tanto Felipe y Marian como Erea Devesa, sexóloga colaboradora de Durex, coinciden que los lubricantes deberían ser un complemento imprescindible para cuidar la salud íntima.

La experta comenta que es recomendable utilizarlos siempre con métodos como los preservativos para vagina y/o pene, por ejemplo, una combinación que garantiza la máxima protección ante la transmisión de ITS.

Con este dato conseguiremos cambiar una de las cifras más sorprendentes que revelaron los expertos en un estudio que realizó la marca de anticonceptivos: que solo el 50% de los españoles ha usado -al menos una vez- lubricante en este último año.

¿Qué lubricante elegir?

La pregunta del millón. Quizás porque compartimos la (mala) experiencia de habernos encontrado con algún bote que, más que lubricante, parecía superglue.

O bien por alguna reacción alérgica que no nos hace tener precisamente un buen recuerdo.

Si cuidar tu salud no es bastante aliciente, quiero hacer hincapié en que las fórmulas actuales cada vez se inspiran más en las características del cuerpo humano.

Esto se traduce en que su textura es casi como la del propio flujo vaginal y, por tanto, perfecta para sexo oral, vaginal, anal

Aunque, para que tengas una información básica, a modo de punto de partida, lo primero que debes mirar es que sean compatibles con los preservativos en caso de que los vayas a combinar.

También comentar, así como resumen, que si buscas un lubricante menos espeso que se absorba antes, el de base acuosa es para ti.

En cambio, si prefieres uno que no requiera que lo repongas, porque necesitas que dé mucho de sí, apuesta por uno de base de silicona.

Ya el tema de los olores, sabores o sensaciones queda a tu gusto.

Mara Mariño

(Y también puedes seguirme en TikTokTwitter y Facebook).

Del novio heterobásico al que cuestiona su masculinidad

Hace unos días fui a ver un espectáculo de monólogos en el que dos cómicos diseccionaban algunas de las actitudes -aprendidas- que tenían con las mujeres.

Y entre el público, parejas, en su mayoría, nos debatíamos entre la risa y la reflexión. Porque Heterobásicos daba qué pensar.

hombre masculino

PEXELS

(¿Cómo que aún no me sigues en Instagram? Pues venga…)

Quizá porque tanto yo como mi acompañante habíamos encontrado similitudes, por un lado o por otro, entre nuestras experiencias y los chistes.

Por supuesto, fue la ocasión ideal para hablar abiertamente sobre algunos de los palos que se tocaron. Aquel show de comedia había servido para dar pie a una conversación.

Algo parecido sucedió hace unos meses con la serie de Machos Alfa, que reflejaba el machismo -tan enraizado en la sociedad- de una manera en la que, entre broma y broma, la verdad asomaba.

La conclusión de que estos productos tengan ahora un hueco con el tinte de humor incorporado, es que por primera vez nos atrevemos a poner en tela de juicio la masculinidad.

Así como la trama de la serie incluye a los coaches en ‘nuevas masculinidades’ o los cómicos del espectáculo se posicionaban lejos de la masculinidad antigua, parece un buen momento para que los hombres se pregunten, ¿qué somos?

El vocabulario actual nos da todo tipo de términos: Joseantonios, simps, incels, pagafantas, planchabragas, mangina, calzonazos, heterobásicos, machirulos…

Unas palabras que van de un extremo a otro, desde el que presume de hipermasculinidad al que se le humilla por no mostrarla lo suficiente.

Raúl Macías, divulgador de masculinidades y educación sexual (@masculinidadsubersiva), y codirector de Macho Alfalfa, el podcast, es el primero que anima a cuestionarse ese ‘enganche’ con la masculinidad.

Te puede interesar leer: ‘Los hombres feministas somos menos, pero cada vez somos más’

«Rara vez para empoderar a las mujeres se habla de la feminidad, ¿por qué los hombres tenemos reticencias de enunciarnos como hombres sin acudir a la masculinidad?», reflexiona.

En su opinión, el cambio pasaría por hablar de otras formas de ser que se alejen de la idea de masculinidad más extendida.

«¿Qué es ser masculino? Ocultar tus sentimientos, mostrar tu fuerza física, validarte y reafirmarte como hombre a través de la ira o agresividad, ejercer el control de los relatos, ocupar el espacio público… ¿Cómo vamos a enunciar la masculinidad de otra manera si estas cosas queremos resignificarlas?»

Como señala, el problema pasa porque si no cumples esas normas aprendidas, que se leen no solo desde la masculinidad, sino desde la heterosexualidad, se sufren agresiones, violencia, rechazo, etc.

Ni alfas, ni betas, hombres libres

«Las nuevas generaciones deberían acercarse a la masculinidad desde la curiosidad», explica. Que es algo que persiguen tanto su podcast como la serie de Netflix o los espectáculos de comedia en vivo.

«Que no lo vean como un ataque, porque es una oportunidad de explorar otras formas de ser y habitar identidades sin la rigidez de los mandatos de la masculinidad».

Para Raúl, este cambio de dogma «no es una imposición, es cuestionarse la manera en la que nos mostramos al mundo y nos han dicho que debemos ser. Porque si no somos así, nos devalúan o sentimos que estamos fracasando».

«Los hombres solo tenemos miedo de otros hombres. ¿No nos debería hacer cuestionar de qué manera estamos construyendo al sujeto ‘hombre’? Hablar de otras formas de ser hombres es tener la libertad para elegir cómo ser y ninguna manera te va a llevar a sufrir violencia», explica.

«Eso nos permitiría ser más libres y ver a las demás personas como iguales. Si nos lo permitimos, vamos a respetar a cualquier sujeto.»

Sin embargo, divulgadores como Raúl son aún muy criticados en redes sociales, un acoso del que ha hablado abiertamente.

«Hay más hombres concienciados que les cuesta visibilizarse por el grupo de iguales, ya que está visto como una traición a la masculinidad. Somos menos los que alzamos la voz por la penalización que puede tener», afirma.

«Somos consecuencia de este movimiento por parte personas que han estado oprimidas, lo que nos ha llevado a que nos cuestionemos. Nos hemos adaptado a los nuevos tiempos al sentir que estábamos alineados con muchas cosas».

Y como él mismo explica, gracias a alzar la voz se han generado movimientos sociales que han agitado la forma de entender la sociedad y la propia forma de los hombres de estar en el mundo: «Se han puesto en duda comportamientos y conductas».

Las mismas que ahora sirven para nutrir las tramas de series, películas o shows de comedia desde una perspectiva que, hasta ahora, nunca habíamos visto.

Mara Mariño

(Y también puedes seguirme en TikTokTwitter y Facebook).

Esta es la postura sexual que más lesiones produce

Que la cama sea uno de los pocos lugares donde nos permitimos sacar el lado salvaje tiene un pequeño precio a pagar: es el escenario perfecto para sufrir lesiones.

Y si no que se lo digan a ese tirón en la pierna que te ha dado en el peor de los momentos o a cuando has terminado con heridas o rozaduras porque con la emoción del momento no te enteras de que te estás dejando la piel de las rodillas.

pareja ducha

PEXELS

(¿Cómo que aún no me sigues en Instagram? Pues venga…)

Sí, el sexo es fantástico y, en ocasiones, arriesgado.

Aunque saber a qué nos exponemos más frecuentemente (y cómo evitarlo) era el objetivo de la marca de placer masculino Arcwave con su último estudio acerca de las lesiones que pueden ocurrir.

Golpes, moratones, infecciones del tracto urinario (amigas, no os olvidéis de hacer pis nada más terminar) o quemaduras con la alfombra, son las que coronan los primeros puestos del resultado del estudio.

Pero tampoco faltan tirones, desgarros musculares, lesiones de espalda y reacciones alérgicas (si eres de experimentar con geles de dudosa procedencia, sabrás de lo que te hablo seguro).

A veces, el simple hecho de cambiar una superficie por otra ya multiplica la peligrosidad de cualquier práctica.

Te puede interesar leer: De la cama al hospital: prácticas sexuales que pueden ser (muy) malas para la salud

Aprovecho para a recordar que ahora que se acerca el verano, hay que doblar el cuidado con las prácticas en la ducha, responsables del 23% de las lesiones.

Además de los percances más repetidos, también averiguaron la práctica con mayor riesgo: la ganadora por excelencia del número de lesiones fue la postura del ‘perrito’.

Una posición que precisamente por el rango de recorrido que permite, es perfecta para facturas o desgarros si se hace con demasiada intensidad o fallando en el ángulo.

Detrás del 42% de lesiones sexuales registradas por el sexo ‘a cuatro patas’, el misionero también entraba en el ranking.

Aunque no solo de penetración va la cosa, porque en las prácticas orales también es fácil lesionarse, especialmente para hombres según lo que averiguó el estudio, ya que el 48% revelaron haber sufrido lesiones haciendo un cunnilingus.

Mi conclusión de todo esto, y viendo que casi nada está exento de riesgo, no es que limites tu vida íntima relegando ciertas prácticas de tu repertorio o evitando cambiar de lugar.

La clave es el ‘sentidiño’, que diría mi madre. Es decir aplicar el sentido común para que nuestra práctica sexual sea también sinónimo de bienestar sexual.

Es inevitable eliminar todos los factores que pueden producir algún tipo de herida, pero sí podemos identificar los que pueden ser un peligro.

Mara Mariño

(Y también puedes seguirme en TikTokTwitter y Facebook).

El cambio en la ley del ‘Solo sí es sí’ que nos debería preocupar (más)

Tengo la sensación de que la ley del ‘Solo sí es sí’ (o Ley Orgánica 10/2022) ha quedado en el olvido. Sabemos que salió adelante, pero que al poco una reforma en el Congreso aprobó una reforma sobre algunas de sus disposiciones.

Con ese cambio parecía que la primera ley que habría llevado el consentimiento a la Justicia, se había quedado en la nada absoluta.

Mucho ruido y pocas nueces.

agresión sexual pareja

PEXELS

(¿Cómo que aún no me sigues en Instagram? Pues venga…)

Con todo lo que se habló sobre ella en su día -y la polémica que generó antes de ser aprobada-, así como el goteo constante de noticias acerca de las rebajas en las condenas de los agresores sexuales, me encuentro que ahora no hay mucha información circulando al respecto.

Lo que no quita que, discreta y en silencio, la reforma de la ley vuelve a tocar un aspecto que supone un retroceso.

Así que quiero aprovechar para hacer una llamada de atención, porque no quiero dejar pasar algo nos están colando de nuevo.

Te puede interesar leer: Ni sola ni con ropa de deporte: la desacertada campaña contra las agresiones sexuales de la Xunta de Galicia

Uno de los grandes avances de esta ley era que unificaba abuso -cuando no había fuerza e intimidación- con violación -casos en los que sí lo había- pasando a llamarse todo ‘agresión sexual’.

Es decir, daba igual que no hubiera habido ningún tipo de violencia, el hecho de que no se contara con el consentimiento ya hacía que se penara como agresión.

Además esto era algo muy positivo para las víctimas «que no tienen que demostrar el uso de la fuerza para que sea considerado agresión», me comentaba el abogado Emilio Marful hace unos meses.

El problema es que esta disposición, con la reforma, ha desaparecido.

Uno de los cambios que experimentará la ley será que vuelve a convertir la violencia en un factor agravante y separa lo que es una violación de una violación con violencia o intimidación.

¿Y cuál es el problema?

Me comentaba mi profesora de autodefensa que, ante situaciones de peligro, a las mujeres se nos ha socializado en la parálisis, en la indefensión, en una inmovilidad que -como nos han vendido- garantiza nuestra supervivencia ante un mal mayor, el de ser asesinadas.

Pero no en la lucha ni en la resistencia.

De esta manera, una mujer que está siendo víctima de una violación, es mucho más probable que reaccione quedándose quieta que peleando contra el agresor.

Conclusión, en muchas ocasiones no necesitamos intimidación ni violencia, porque quedarnos quietas ya es nuestra primera respuesta si sentimos que es una situación de riesgo.

Cuando esas agresiones suceden, ¿de verdad es menos violación? ¿Merece menos años de condena?

Pienso en esas mujeres que no solo sufren esto en manos de un violador (el clásico violador que compartimos en el imaginario colectivo y que está en un callejón a la espera de su próxima víctima), sino las que sufren esto en silencio en el seno de su pareja, de su familia, de su trabajo…

En las que viven una serie de microsistemas donde no tienen forma de librarse de sus agresores por las relaciones que las atan.

Y pienso también en ellos, claro, que con esta reforma vuelven a recibir el mensaje de no deben volver a preocuparse de si ella consintió o no.

Este cambio en la reforma es dar un paso atrás de nuevo. El paso de volver a ser juzgadas socialmente como que no te resististe lo suficiente.

Lo que supone poner, una vez más, el peso de la agresión no en forzar a un acto sexual no deseado, sino en lo que hemos forcejeado (y luego demostrarlo).

Como si la violación no fuera bastante violencia.

Mara Mariño

(Y también puedes seguirme en TikTokTwitter y Facebook).

Para hacer un trío de forma ética deberías…

Una de las preguntas que más recibo por redes sociales es «Hola Mara, mi pareja y yo queremos hacer un trío, ¿cómo empezamos?».

Y, una vez se ha llegado a ese punto, que para muchas personas es el más difícil por la gestión emocional y la comunicación que conlleva, diría que el primer paso es procurar que sea una experiencia lo más ética posible.

trío ético

PEXELS

(¿Cómo que aún no me sigues en Instagram? Pues venga…)

Ni qué app descargaros ni qué local swinger es el mejor para encontrar personas del mundo liberal, uno de los factores más olvidados de los tríos (cuartetos, etc) es cuidar el factor humano.

Algo que merece la pena refrescar, sobre todo si tenemos en cuenta que hay ocasiones en las que, estos encuentros, se convierten en una búsqueda del tesoro fetichista.

Si queremos probar la experiencia de tener una relación sexual distinta, con más participantes que normalmente, no digo que la tercera persona no nos parezca atractiva, pero que no sea solo dar con alguien a quien se erotiza.

Hay una diferencia entre querer compartiros en pareja con alguien más y usar el trío como una excusa para que alguien cumpla su fantasía.

Se trata de vivir la experiencia de tener sexo con otra persona, priorizando el disfrute de práctica como algo completo entre tres personas adultas, y no tratar a nadie como un juguete sexual.

Ni tampoco como un/a participante de segunda porque no pertenece a la relación principal. Independientemente de los vínculos afectivos, en la cama no debería haber jerarquías, sino igualdad de condiciones y placer.

Porque, aunque solo sea para un rato de disfrute, todos merecemos un trato respetuoso.

Pasa lo mismo con el cariño, otro factor que habría que contemplar para que el trío fuera lo más ético posible.

No necesitas convertir a esa persona en tu pareja ni darle el mismo nivel de afecto, pero como puede ser un poco intimidante entrar como tercer elemento, el cariño es la vaselina que facilita la participación.

Protección, límites… ¡Y el taxi!

Si esa persona se ha desplazado o se ha hecho tarde, interésate por cómo va a volver a casa o si se quiere quedar hasta que sea una hora menos intempestiva.

Pero si, por lo que sea, no os apetece que pase la noche, pero ha venido a propósito, ofrécete a participar económicamente en la vuelta.

Hacer un trío de forma ética pasa por convertir la sinceridad en la base del encuentro. Lo que incluye decir si tienes/tenéis alguna ITS y, sobre todo, usar protección.

Es también cuidar de los demás no hacer prácticas de riesgo.

Para terminar, el hecho de que vaya a ser una experiencia puntual, ni que haya accedido a participar, no significa que tengas barra libre de lo que sea que te hayas planteado esa noche.

Sentarse previamente y decir en voz alta cuáles son los límites y expectativas es un buen punto de partida.

En caso de que no haya habido esa conversación, siempre se puede ir chequeando («¿Te apetece que pasemos a…?», «¿Te gustaría que mi novio hiciera…?»).

Y, por supuesto, no someter a esa persona a ningún tipo de presión.

¿Dirías que cumplís o cumpliríais los requisitos para que fuera un trío ético?

Mara Mariño

(Y también puedes seguirme en TikTokTwitter y Facebook).

¿Son los afrodisíacos reales?

Has oído hablar de las ostras, las fresas con chocolate y hasta del cava como supuestos potenciadores del deseo.

Pero, ¿y si esas características casi mágicas que se relacionaban con ellos son falsos y todo queda en una mera sugestión?

pareja comiendo

PEXELS

(¿Cómo que aún no me sigues en Instagram? Pues venga…)

Para Valérie Tasso, escritora y sexóloga colaboradora con LELO, esta asociación entre los alimentos y su supuesta capacidad de disparar el deseo se trata más de una relación etimológica que de una causa-efecto.

«Vainilla y vagina tienen la misma raíz etimológica. Se dice que la vainilla es un afrodisiaco, pero es una conexión más simbólica por la asociación de ideas».

No es el único ejemplo que pone la sexóloga. Sucede también con «cualquier elemento fálico un poco exótico, como por ejemplo el polvo de cuerno de rinoceronte».

Y sin embargo, aunque los expertos ponen entredicho estos ‘superpoderes’, según la encuesta que realizó la marca sueca de juguetes sexuales, el 40% de los españoles sí creían firmemente en que ciertos alimentos serían afrodisíacos.

Así como la asociación con el falo del cuerno se puede aplicar a la asociación con la vulva de las otras, otro caso que apunta la sexóloga, sí merece la pena hablar de si hay alguna ciencia detrás de todo esto de la comida y la libido.

Aquí entraría la gastrosexología, una disciplina que ha empezado en España hace unos años y analiza el comportamiento de personas que encuentran placer excitándose al ver comer a su pareja o comiendo juntas.

Aunque también para la gastrosexología, se trataría solo de un placebo el hecho de mitificar ciertos alimentos.

La conclusión que saco es que quizás pensábamos todo este tiempo que lo afrodisíaco era la comida, cuando se trataba del contexto de sentarse a la mesa con esa persona que nos revoluciona las hormonas.

Y también por la intimidad, cargada de tensión sexual, de que las citas suelan involucrar una comida o una cena, y son el caldo de cultivo perfecto para la expectativa de lo que puede suceder a continuación.

Entonces, ¿todo era mentira?

Sí y no. Así como el poder de los alimentos no es real, siempre habrá quien encuentre excitación en ellos.

Y no hay mejor ejemplo que la práctica del sploshing, que consiste en untarse de comidas pringosas, como espaguetis, salsas o nata montada.

Te puede interesar leer: Algunas precauciones para probar el ‘sploshing’, la práctica erótica más deliciosa

Y que, siempre nos quedará, más que un afrodisíaco, el picante, que va muy bien para la circulación de la sangre porque es un vasodilatador, al igual que el vino tinto…

Así que contar con ellos en tu próxima comida no te cuesta nada.

Mara Mariño

(Y también puedes seguirme en TikTokTwitter y Facebook).

La razón por la que el orgasmo es el punto y final de tus encuentros íntimos se llama…

No te conozco, pero voy a lanzar una hipótesis sobre tu vida íntima: en el momento en el que llegas al orgasmo, todo termina.

Te levantas, tiras el preservativo, haces el pis de rigor y a seguir viendo la serie, a coger el móvil para responder los mensajes o a dormir.

pareja mujeres

PEXELS

(¿Cómo que aún no me sigues en Instagram? Pues venga…)

No es que nadie te haya dicho que se hace así, que ese es el orden a seguir, pero solemos repetir siempre lo mismo aun con diferentes personas en distintos momentos de nuestra vida.

Llegar al clímax es como cruzar la línea de meta, fin.

Ahora que estás pensando en que es verdad, que más que seguramente haya acertado (hasta con lo de coger el móvil), tampoco sabes muy bien por qué lo haces, pero lo haces.

Y de hecho, es una de las razones por las que se pueden llegar a fingir los orgasmos. Tenemos tan asimilado que supone el fin de la relación sexual, que si no sabemos cómo expresar que no nos apetece continuar, optamos por replicarlo.

Te puede interesar leer: Orgasmos fingidos, ¿es mejor contarlo o no decir nada a la otra persona?

Pero, ¿tiene sentido que esta sea nuestra concepción del sexo? Si te paras a pensarlo, le estamos dando la máxima importancia a algo que son tan solo unos segundos de tiempo.

La explicación de esta relevancia que damos al orgasmo se debe a que, por un lado, consideramos que el orgasmo es imprescindible para disfrutar del sexo, algo que se conoce como imperativo del orgasmo.

Según esta creencia, para que una relación sea satisfactoria, tiene que contar con el orgasmo.

Esta idea nos llevaría a buscar una relación sexual con el fin de alcanzar el clímax, que es la definición del orgasmocentrismo.

Y aunque no te voy a negar que las sensaciones del pico de placer son incomparables, ¿tiene sentido que vivas toda tu sexualidad -en solitario o en compañía- a la espera de tan solo unos segundos?

Si trasladamos esa mentalidad al resto de momentos de nuestra vida es como si fueras a un parque de atracciones, te subieras a tu montaña rusa preferida y volvieras a tu casa. O como si tiraras toda la tarta de queso a la basura porque lo que más te gusta es la base de galleta.

¿A que no tiene sentido?

Así te afecta (negativamente) el orgasmocentrismo

De hecho, esa mentalidad orgasmocéntrica consigue que nos agobiemos tanto por llegar, que no prestamos atención a otras situaciones o momentos que pasan desapercibidos (caricias, miradas, olores, sabores…). Perdemos información erótica.

Esa preocupación que nos hace perdernos en nuestros pensamientos intrusivos («¿Se estará cansando?», «Seguro que le parece que estoy tardando un montón», «¿Qué me pasa hoy, que no llego?») y hace más difícil poder alcanzar esa ansiada cima, ya que para el clímax tenemos que estar en un estado de relajación y conexión con las sensaciones.

Además, también podemos culpar al orgasmocentrismo de haberse convertido en la vara de medir sexual.

Si la otra persona no alcanza el orgasmo, sentimos que no somos buenos amantes, toda nuestra autoestima sexual pende de que la otra persona llegue o no al clímax cuando escapa de nuestro (y su) control.

Y, es también la razón por la que terminamos en cuanto aparece el orgasmo a modo de punto y final. Una vez llegado a ese objetivo último, ¿para qué continuar?

Pues porque más allá del orgasmo, puede que el deseo que tengamos sea el de tener otro tipo de intercambio erótico o simplemente afectivo.

Por suerte, aunque vivas todavía bajo el paraguas del orgasmocentrismo, puedes ‘salir’ de él.  El sexo son muchas cosas, y no se debe limitar únicamente a un pequeño rato de placer.

La motivación principal es disfrutar, sí, pero también está la de expresarnos, conectar, demostrar el afecto que sentimos hacia la otra persona…

Y, sobre todo, recordarte que no hay una narrativa ni un esquema a seguir.

Podemos tomarnos la libertad de inventarnos el orden, de tener un orgasmo al principio y luego caricias por el cuerpo, besos o, por qué no, otra práctica sexual, las posibilidades son infinitas.

Mara Mariño

(Y también puedes seguirme en TikTokTwitter y Facebook).

Si has sufrido bullying es más probable que termines en una relación de maltrato

Tras salir de una relación de maltrato, estuve un tiempo yendo a terapia y sacando hacia fuera lo que había pasado entre los dos. Todas y cada una de las cosas que había hecho en contra de mi voluntad durante esos meses.

Y una de sus preguntas fue que de dónde creía que me venía esa necesidad de complacer constantemente, incluso hasta el punto de poner por delante los deseos de otra persona antes que los míos.

relación maltrato pareja bullying

PEXELS

(¿Cómo que aún no me sigues en Instagram? Pues venga…)

Pasé mucho tiempo pensando que podía deberse a lo que había visto en casa, a una madre que hace todo lo que está en su mano por el bienestar de sus hijos.

Que incluso cansada o con otras cosas que hacer, siempre te dice sí a todo y está ahí hasta para la cosa más simple que se pueda necesitar.

Sin embargo, escuchando un podcast en el que se analizaba el bullying, me sentí demasiado identificada con alguna de las consecuencias que comentaban como para no atar cabos.

No, no creo que el ejemplo de mi madre fuera tan decisivo como sí lo fue haber sido acosada en el colegio.

Son unos años donde la pertenencia al grupo se convierte en la única motivación que te garantiza un paso tranquilo por el centro escolar.

Y, en mi caso, el bullying fue evolucionando, sufriendo desde violencia física a verbal para terminar, casi al final de la etapa, sufriendo slutshaming (o la «guarra» del colegio, para que nos entendamos).

Intentaba encajar hasta el punto de que me moldeaba por completo para cumplir unos estándares que me permitieran ser aceptada y querida por el resto.

Ahí empezó esa necesidad de gustar, de caer bien, de hacer lo que otros querían, de cambiar cómo vestía para que no se metieran conmigo, para poder seguir en el grupo como una más y no como el centro de las burlas.

De depilarme para que no hicieran comentarios delante de toda la clase, de hasta quitarme con cera los pelos de los brazos, todo con tal de hacer desaparecer lo que era motivo de insulto.

Cuando llegas a la conclusión siendo tan pequeña de que para no sufrir tienes que amoldarte a los demás, eso te pasa factura en el futuro.

Por eso una parte de mí veía ‘normal’ acceder a todo lo que mi pareja exigía con tal de que siguiera a mi lado. Esa era la manera de evitar más insultos, discusiones o violencia.

Cuidarme de no hacer nada que le pudiera enfadar.

La conexión entre violencia escolar y violencia en pareja

Investigándolo un poco, la cantidad de datos que vinculan sufrir acoso escolar y terminar en una relación de maltrato, son escalofriantes.

Según un estudio realizado por la NHS de Estados Unidos en 2019, las personas que hemos sufrido bullying tenemos el doble de posibilidades de ser víctimas en relaciones de pareja tóxicas que quienes no lo han sufrido.

Y, de la misma manera, en otro estudio descubrían la relación entre la continuación del acoso entre las personas que ejercían bullying en el colegio, ya que ejercían violencia doméstica (fuente: estudiantil de Harvard School of Public Health).

Han pasado 24 años desde la primera vez que una excompañera me pegó en el autobús que nos llevaba a casa.

Pero fue el comienzo de unos cambios que me pasarían factura más adelante cuando empiezas a normalizar las agresiones.

Te puede interesar leer: Maltrato en pareja: por qué se recurre a la violencia, cómo detectarlo… Esta psicóloga resuelve las dudas más frecuentes

Cuando estamos creciendo, nuestras primeras relaciones nos condicionan. Y aunque somos muy conscientes de que el bullying se debe combatir, viendo cómo he arrastrado sus consecuencias, pienso que se deberían poner más medidas y protocolos efectivos en los centros.

Sí, el bullying tiene consecuencias a largo plazo como es el de ser más tolerante con un comportamiento violento hacia tu persona.

Y de no atajarlo, es un caldo de cultivo ideal de agresores y víctimas también en la edad adulta.

Porque a lo mejor si no hubiera normalizado que esa niña me empujara para tirarme al suelo, tampoco habría normalizado que mi ex me tirara por las escaleras.

Mara Mariño

(Y también puedes seguirme en TikTokTwitter y Facebook).

¿Por qué me agobio cuando me van a hacer sexo oral en vez de disfrutarlo?

Cuando una de mis mejores amigas me confesó que no le gustaba que su pareja le hiciera sexo oral, mi primera pregunta fue: «¿Qué es lo que no te gusta exactamente?».

Podían ser muchas cosas, desde que no le gustara la sensación, que tuviera alguna molestia… Pero lo que realmente le desagradaba era el agobio que sentía ante de idea de que su novio tuviera la cabeza cerca de sus bragas.

pareja

PEXELS

(¿Cómo que aún no me sigues en Instagram? Pues venga…)

«Es que mi flujo huele muy fuerte, así que prefiero que hagamos otras cosas sin que él baje», me llegó a decir.

Y, teniendo en cuenta que forma parte de mis amigas que solo ha estado con hombres, nunca había podido comparar olores con los de otras mujeres.

Entonces, ¿por qué tanta preocupación por su vulva?

Lo que le pasa a mi amiga es un sofoco silencioso que muchas arrastramos cuando se trata de quitarnos la ropa interior.

Puede que jamás hayamos visto, probado u olido ningunos genitales femeninos, y a lo mejor, justo por eso, nos parecen tan raros los nuestros propios hasta el punto de considerarlos «demasiado».

Demasiado olorosos, demasiado grandes, demasiado oscuros…

Más que nada porque la única comparación que tenemos viene impuesta por la autocrítica que nos hacemos en función de los estándares de belleza.

Para empezar, está el momento en que vamos al supermercado y todo producto para la higiene femenina lleva perfume para que te sientas «fresca» o cuando las compresas te aseguran eliminar todos los olores.

Si a eso le sumamos que las vulvas que muchas han visto son las del porno -que son seleccionadas para crear un contenido dirigido una audiencia mainstream masculina-, normalizamos un pubis rasurado, unos labios diminutos o esta idea, desde que se han puesto de moda las labioplastias, de que deben ser simétricos.

Preocupaciones que, como buenos pensamientos intrusivos, afectan a la capacidad de relajarse y, como a mi amiga, te impiden disfrutar de la experiencia.

Otros factores que ‘cortan el rollo’

Aunque muchas sentimos que por fin hemos alcanzado la ansiada libertad sexual, no todas viven su intimidad de una manera libre y plena.

En nuestra sociedad, se han establecido ciertos estereotipos de género en relación con la sexualidad, como la idea de que el placer sexual de las mujeres se subordina al de los hombres o es secundario.

Esto puede generar inseguridades y expectativas poco realistas, por lo que es importante recordar que todas las formas de placer son igualmente válidas (y que tú también te mereces gozar de que bajen al pilón).

Y relacionado con esto, aparece la falta de conocimiento sobre el propio cuerpo y las preferencias sexuales, otro factor que puede contribuir a ese agobio.

Si no estás segura de lo que te gusta o cómo comunicarlo a la pareja, todo lo que implique que se acerquen a la zona supone una angustia.

Cómo disfrutar(te)

Para mí, el primer punto es el de la aceptación corporal.

Es la hora de normalizar que, a no ser que tengas un problema de salud, tus genitales huelen a lo que tienen que oler y tienen el aspecto que tienen que tener.

Verte, familiarizarte contigo misma, con una parte de tu cuerpo que está ahí no solo para que le metas tampones o copas, sino para darte un montón de placer, es también clave.

¿Has probado a mirarte alguna vez ahí abajo con un espejo? Es para flipar: tienes vello suave, capas varias, texturas que parecen un coral…

¡Si es precioso! Deberías venerarlo más que a tu pelo y no te sientes ni la mitad de orgullosa de tu vulva que de tu melena.

Una vez te reencuentres contigo, permítete disfrutar tanto sola como en compañía.

Dedícate tiempo a saber qué es lo que te va y, cuando estés con alguien, no tengas miedo a decir lo que te gusta ni a pedir cómo quieres que se haga.

Empoderamiento hasta el coño, amiga.

Mara Mariño

(Y también puedes seguirme en TikTokTwitter y Facebook).

Los hombres siempre tienen ganas, ¿mito o realidad?

Creo que no fue hasta que estuve en mi primera relación de pareja larga que me di cuenta de lo extendida que estaba la idea de que los hombres siempre tienen que tener ganas de sexo.

Es más, hablándolo con la sexóloga Sara Izquierdo en el podcast que hemos empezado en Spotify (Zorras y Lagartas, para quien le interese saber más de sexualidad), me comentaba que una de las razones es la diferencia que existe entre la forma de originarse el deseo entre hombres y mujeres.

hombre pareja triste

PEXELS

(¿Cómo que aún no me sigues en Instagram? Pues venga…)

Según la experta, mientras que los hombres tienen un deseo más espontáneo, para las mujeres es un estímulo que se debe ir construyendo, de ahí que surja esa creencia de que ellos siempre tienen ganas.

Quizá en encuentros esporádicos o relaciones casuales, que se dé una ocasión de falta de sincronización entre los deseos de ambos, es más complicado porque los momentos en los que se coincide son menores.

Aunque incluso en esos casos es probable que se puedan dar.

Te puede interesar leer: Si que te ‘busquen’ te despierta las ganas, eres del club del deseo reactivo

Por otro lado está también la masculinidad hegemónica, que sostiene la idea de que un ‘auténtico hombre’ (lo entrecomillo para que se entienda la ironía) siempre tiene que estar listo y dispuesto a un buen meneo, de lo contrario se pone en duda su virilidad.

Sin embargo es algo que causa mucho agobio porque, en contra de lo que podamos pensar, a ellos también les cuesta decir que no.

Además de que tampoco se les enseñan las herramientas para hacerlo de una manera asertiva, lo que les queda es la presión social.

Especialmente cuando se encuentran con parejas que comparten esta idea, originada por la expectativa universalmente aceptada de que quieren hacerlo en cualquier momento y con cualquier persona.

Normalizar los altibajos del apetito sexual

Cuando preguntas por el tipo de reacciones que suelen encontrar a la hora de decir que no tienen deseo en ese momento, suelen englobarse en tres grandes grupos.

Por un lado hay quienes se encuentran ante una búsqueda de explicaciones (preguntas como «¿Por qué no?»), es habitual también una reacción de sorpresa o incluso de enfado («¿Es que no te gusto?»).

Una serie de reacciones que confluyen en su origen: por la expectativa social y por cómo creemos que funciona el apetito sexual masculino, no estamos acostumbradas a que nos rechacen.

Sin embargo lo más normal del mundo es que el deseo atraviese momentos altos y otros bajos.

Estrés, depresión, hiperestimulación desde la mañana a la noche por las imágenes eróticas que están al alcance (pornografía, por ejemplo), ansiedad, mala alimentación o una vida sedentaria son algunas de las razones que pueden influir en el deseo sexual.

O, simple y llanamente, que no apetezca y punto.

Así que además de confirmar que se trata de un mito la idea de que el deseo es siempre el mismo, recordar lo importante que es para quien no quiere en ese momento hacer nada más, sacar el tema.

Porque tener la conversación es normalizar algo tan común como son unas ganas que varían.

Mara Mariño

(Y también puedes seguirme en TikTokTwitter y Facebook).