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Los orgasmos son distintos, crean adicción… Los mitos sobre los ‘succionadores’ desmentidos por una sexóloga

Desde que el Satisfyer llegó a nuestras vidas, ha pasado de legión de fans a hordas de detractoras, que si podías volverte adicta, que si te quitaba sensibilidad, que podía afectar negativamente a cuando estuvieras en pareja…

Sin embargo no he oído a nadie criticar la paja-turbo (esa que son capaces de hacer en tan solo unos minutos de manera mecánica) ni advertir sobre sus posibles efectos negativos.

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SATISFYER

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Que la sexualidad femenina sigue siendo analizada desde el punto de vista del estigma es más que evidente con este ejemplo.

Pero es el momento de desmentir los bulos que circulan al respecto.

Para ello, nadie mejor que Megwyn White, sexóloga clínica certificada y Directora de Educación de Satisfyer, que es más que consciente de lo mucho que todavía nos queda por recorrer a las mujeres en materia de autodisfrute.

¿Por qué crees que hay tantas personas en contra de usar juguetes que nos permiten llegar en unos minutos?
El sexo sigue siendo un tema que puede hacer que las personas se sientan incómodas o avergonzadas, y aún persiste el mito de que la única forma de tener una experiencia sexual sana y satisfactoria es con una pareja. Pero lo cierto es que todo el mundo merece experimentar placer y satisfacción, independientemente de su situación sentimental. Es posible que algunas personas se sientan reacias a utilizar juguetes sexuales para alcanzar el orgasmo rápidamente, por diversas razones. Por ejemplo, creencias culturales o religiosas que desalientan o estigmatizan la exploración sexual, falta de información precisa sobre los juguetes sexuales y sus ventajas, o preferencias personales que favorecen formas más tradicionales de expresión sexual.

Pero, a pesar de estas preocupaciones, es importante reconocer que los juguetes sexuales pueden ofrecer una amplia gama de beneficios. Al amplificar el flujo sanguíneo y proporcionar una estimulación precisa a las zonas erógenas, los juguetes sexuales pueden ayudar a mejorar las experiencias sexuales y acelerar la velocidad del orgasmo. Los juguetes sexuales pueden ser una forma estupenda de mantener el juego y la excitación en las relaciones duraderas. Probando nuevos juguetes y experimentando con diferentes formas de placer, las parejas pueden mantener su conexión sexual fresca y excitante, profundizando su vínculo y fortaleciendo su intimidad.

¿Los orgasmos que se consiguen gracias a un juguete sexual son distintos de alguna forma a los que podemos lograr sin juguetes?
El orgasmo es un proceso fisiológico y psicológico complejo que puede alcanzarse por diversos medios, incluido el uso de juguetes eróticos. Aunque la experiencia de alcanzar el orgasmo a través de un juguete sexual puede resultar diferente a la de los métodos manuales, esto no significa que sea menos placentera. De hecho, muchas personas descubren que el uso de juguetes sexuales mejora sus experiencias sexuales y les permite explorar diferentes sensaciones y zonas erógenas. Los juguetes sexuales también pueden proporcionar un nivel de estimulación que puede ser difícil de conseguir solo con la estimulación manual, y pueden ser especialmente útiles para las personas que tienen dificultades para alcanzar el orgasmo con otros métodos. Las experiencias de cada persona con el sexo y el orgasmo son únicas y que no hay una forma correcta o incorrecta de alcanzar el placer sexual.

¿Cuáles son los beneficios de utilizar un juguete para alcanzar el orgasmo -solas o acompañadas-?
Utilizar juguetes eróticos para explorar juntos nuevas experiencias y sensaciones sexuales puede ser como embarcarse en un viaje de exploración sexual en pareja. Al igual que un viajero puede utilizar un mapa para descubrir nuevos destinos y planificar su ruta, las parejas pueden utilizar los juguetes eróticos como guía para navegar por nuevas zonas erógenas y experimentar con distintas formas de placer.

Los juguetes también pueden ayudar a aumentar la conciencia de las vías del placer dentro del cuerpo, lo que lleva a una comprensión y apreciación más profundas de los propios deseos y preferencias sexuales. Además, favorecen la circulación sanguínea y activan el sistema nervioso, lo que puede tener efectos positivos en la salud y el bienestar generales. De hecho, acceder al placer es crucial para mantener el equilibrio físico y emocional. Los estudios han demostrado que el orgasmo regular y la actividad sexual pueden ayudar a reducir el estrés, mejorar el estado de ánimo e incluso reforzar el sistema inmunitario.

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¿Por qué la masturbación masculina -también rápida y mecánica en ocasiones- no recibe ningún tipo de crítica, pero cuando se trata de un juguete que logra que las mujeres consigan alcanzar el clímax en unos minutos, enseguida salen quienes recomiendan no usar estos artículos?
Esta es una excelente pregunta que pone de manifiesto el desafortunado doble rasero que existe cuando se trata de la sexualidad masculina y femenina. La verdad es que durante siglos se ha permitido a los hombres expresar su sexualidad abiertamente y sin estigmas, mientras que a las mujeres se las ha avergonzado y estigmatizado por hacer lo mismo. La masturbación se ha considerado una parte natural y saludable de la sexualidad masculina, mientras que la masturbación femenina ha sido objeto de vergüenza y juicio.

En lo que respecta a los juguetes sexuales, existe un claro sesgo de género. A los hombres se les anima a usar juguetes para mejorar sus experiencias sexuales y su rendimiento, mientras que a las mujeres se les suele disuadir de hacerlo. Esto se debe a la creencia profundamente arraigada en la sociedad de que la sexualidad femenina es algo que debe controlarse y contenerse, en lugar de celebrarse y explorarse. Es importante prestar atención a la obsesión por el orgasmo masculino y la brecha de género que
existe en el caso de las mujeres heterosexuales. Por ejemplo, los estudios han demostrado que las mujeres homosexuales declaran tasas más altas de orgasmo durante la actividad sexual que las mujeres heterosexuales. Esto no se debe a ninguna diferencia inherente en el deseo o la capacidad sexual, sino más bien al hecho de que el sexo homosexual a menudo implica un enfoque más igualitario y atento en el placer de ambos miembros de la pareja.

El Satisfyer (el modelo Pro 2 Generation 2, más en concreto) fue un punto de inflexión en el mercado y en la vida íntima de las mujeres, ¿cómo va a revolucionarnos el Satisfyer Pro 2 Generation 3?
Nuestra última innovación en Satisfyer, el Satisfyer Pro 2 Generation 3, cuenta con una revolucionaria tecnología ‘liquid air’ que imita las sensaciones de un chorro de agua, especialmente cuando se combina con tu lubricante favorito. Esto es posible gracias a la fina membrana de silicona adicional incluida. La fina membrana adapta su forma a las ondas de presión del aire, proporcionando un contacto sensual directo con el clítoris y otras zonas erógenas. Uno de los aspectos únicos de esta nueva tecnología es que te permite explorar los tejidos sensibles del clítoris tanto directa como indirectamente. Por ejemplo, puedes experimentar explorando a lo largo del eje del clítoris con caricias descendentes y en la abertura de la vagina, o el introito, puedes activar la plataforma orgásmica y estimular el clítoris interno para vivir una experiencia realmente alucinante.

Para llevar el placer todavía más lejos, puedes utilizar la suave membrana de silicona para estimular los pezones. La suave sensación (similar a un beso) puede intensificarse con la función de pulsación y vibración, añadiendo una nueva dimensión de placer a tu juego. Este producto ahora también estará disponible con la incorporación de la aplicación Satisfyer Connect, que ayudará a mejorar las funciones con una serie de opciones personalizadas, como el juego remoto a distancia y los ajustes personalizados del programa.

¿De dónde salió la idea de unir cuentos eróticos con vibraciones simultáneas a través de la app?
Con los últimos avances en productos de bienestar sexual y el aumento del uso de juguetes sexuales por parte de las mujeres, había una mayor demanda de innovaciones que no solo estimularan física, sino también mental y emocionalmente. Por ello, Satisfyer se asoció con Berlinable, líder en el desarrollo de contenidos eróticos. Queríamos hacer algo diferente e implicar a nuestros usuarios, así que les invitamos a colaborar con nosotros en las historias y les pedimos que escribieran contenido erótico inspirado en nuestros productos. Remotyca ha sido una labor de amor que va más allá de lo físico y se adentra en los recovecos más profundos de la mente y el alma. Con este proyecto, Satisfyer lleva la innovación erótica al siguiente nivel, ofreciendo una experiencia verdaderamente holística que les diferencia de la competencia. El resultado es un viaje sensorial sin igual que, no solo excita, sino que también inspira la imaginación, un viaje que solo puede describirse como puro éxtasis.

Mara Mariño

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La erección femenina, un misterio del que apenas se habla

Siempre que hablamos de erección, el pene se nos viene automáticamente a la cabeza. Son dos términos tan relacionados que es como decir «churros» y no pensar en chocolate.

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Y es que, para que se dé la penetración, la erección es fundamental, motivo por el cual es una conexión de términos tan normalizada. Pero ¿y si te digo que nosotras también tenemos de eso?

Aunque los genitales no pueden parecer más distintos, comparten el tejido que forma el pene y el clítoris.

Algo que explica la sexóloga Melanie Quintana Molero: «el clítoris es la reproducción del pene. Cuando nos desarrollamos en el útero materno se forma hacia fuera o hacia dentro».

Compuestos del mismo tejido esponjoso, cuando los vasos sanguíneos se llenan de sangre, el clítoris aumenta de tamaño por la excitación, lo que es clave a la hora de sentir placer.

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En nuestro caso, ese crecimiento es algo más discreto, ya que sucede a nivel interno.

Pero sí que se puede apreciar en la zona del glande del clítoris, que no solo aumenta de tamaño -puede ganar hasta 2 cms-, sino que también se ‘levanta’.

Los cuerpos cavernosos y bulbos vestibulares, que son las ramificaciones internas del órgano del placer que rodean la vagina, también se llenan de sangre.

 

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Esto produce que, por un lado, el tamaño de los labios exteriores se vean más grandes (y resulten más duros al tacto) pero también que aumente sensación de placer, ya que oprimen la vagina por su mayor tamaño.

Otra curiosidad de las erecciones clitorianas, es que, como las del pene, pueden ser nocturnas y darse mientras dormimos, ya que el flujo sanguíneo aumenta en la fase REM del sueño.

Por tanto es habitual que por la mañana tengamos una erección de clítoris, que, a la vez, es el momento perfecto para empezar el día activándolo ya sea sola o acompañada.

Una vez relajadas, vuelve a su tamaño normal -tanto la parte que queda a la vista como la que no-, ya que, como la sexóloga recuerda, en caso de excitación no solo aumentan algunas partes, sino que «se hincha todo el clítoris».

Mara Mariño

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Adiós ‘succionador’ de clítoris, hola ‘succionador’ de vagina

Aunque la traemos ‘de serie’, la vagina es esa gran conocida y desconocida al mismo tiempo.

Por un lado, sabemos que tenemos que revisarla cada cierto tiempo, pasar su ITV particular en el ginecólogo.

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WOMANIZER

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Por otro, nuestra relación con ella se limita a tratarla como esta especie de bolsillo mágico donde salen y entran cosas como tampones, dedos, coágulos de sangre y, por supuesto, penes.

Sin embargo, desde que nos descubrimos el clítoris es casi como si nos ‘sobrara’.

¿Para qué vamos a dedicarle atención si lo que realmente nos gusta está fuera?

Ya lo dice Ana Lombardía, sexóloga y escritora en el evento de presentación de Womanizer: «Para el gatillo del orgasmo tiene que haber estimulación del clítoris».

Y no hay mejor ejemplo que si damos un paseo por tiendas de juguetes sexuales (o le preguntamos a nuestras amigas qué es lo que no falta en su casa -a lo que contestarán «un succionado de clítoris»).

Volviendo a la vagina -basta que diga que es la gran olvidada para que se me olvide mencionarla durante el resto del artículo- no es precisamente famosa por su sensibilidad.

Estamos hablando de que por ese tubo elástico tiene que salir un ser humano hecho y derecho con su cráneo, sus codos y rodillas.

Más vale que ni sienta ni padezca mucho, porque de otra manera parir se habría convertido en algo muy poco popular condenándonos a la extinción.

Aun así, ¿hacemos bien en dejarla relegada al olvido?

Claro que la penetración puede ser placentera por la conexión que se da con la otra persona y todo lo que rodea ese encuentro físico.

Pero lo cierto es que «no tenemos erotizada la parte interna de la vagina, solo con la penetración», explica Ana.

Y tiene toda la razón del mundo. Aunque recuerdo haber explicado cómo me gusta que me toquen el clítoris, lo de acariciarme por dentro es algo que nunca me he parado ni a investigar ni a disfrutar más allá de un movimiento ‘mete-saca’.

Curiosamente, si inspeccionáramos qué hay justo detrás de las paredes vaginales, de nuestros ‘tabiques’ encontraríamos que a unos pocos centímetros de la entrada, está la parte trasera del clítoris -eso que se conoce como ‘Punto G’-.

(Recordatorio amistoso de que lo que queda a la vista de nuestro órgano de placer es apenas el glande que está tapado por un capuchón)

Estimular esta zona, hasta lo que yo había probado hasta ahora, pasaba por introducir uno o dos dedos y hacer un movimiento ascendente, como si hicieras el gesto de «ven aquí» con el índice.

Y es justo lo que busca estimular el nuevo juguete de la marca, Womanizer OG con ondas y sensación de pulsión.

Vamos, la tecnología que tanto ha funcionado con el estimulador de clítoris de manera externa, pero para probar internamente.

Es más, sabes que tienes el juguete colocado donde debe estar cuando notas como si algo te estuviera tocando por fuera cuando en realidad solo recibes la vibración desde dentro.

Más familiarizada con todo lo que es sensaciones por fuera, probarlo por dentro ha sido darle la razón a la sexóloga.

No solo hay muchas zonas que aún quedan por descubrir del cuerpo a nivel sexual, sino que pueden formar parte del particular mapa erógeno y hacer del sexo algo aún más placentero (si cabe) y variado.

Porque, dicho sea de paso, ahora tengo curiosidad de saber cómo funcionará el juguete con la doble penetración.

Mara Mariño

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‘Clitorectomías’, la ‘marca del diablo’… De cuando el clítoris era el enemigo

Sabía que el descubrimiento del clítoris era algo reciente. No reciente de cuando surgió el satisfyer, pero sí algo que solo se lleva sabiendo los dos últimos siglos.

Lo que desconocía por completo era la cantidad de barbaridades que se le hacían a las mujeres por desconocimiento de qué era ese bulto en el cuerpo.

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¿Que por qué me pongo tan tremendista? Le voy a echar la culpa a un libro, que no puede protestar ni venir a escribirme un comentario de lo mal que escribo.

Y es que he aprovechado las infinitas horas de luz natural para terminarme Una curiosa historia del sexo de Kate Lister.

Lo que ahora sabemos que es el órgano del placer era analizado y examinado entre con miedo e ignorancia hasta el punto de que, como cuenta la autora, en muchos casos se cortaba directamente y se cosía la herida para evitar que las mujeres tuvieran demasiado apetito sexual.

Esto es algo que empezó a pasar en la Antigua Grecia y hasta casi el siglo XX.

Aunque en el caso del siglo XVI también servía como excusa de ejecutar a una mujer por bruja alegando que el clítoris era una marca del diablo.

La cosa era cargarse a las tías que no encajaran en el estereotipo que se esperaba de mujer dócil y recatada. La excusa, como veis, lo de menos.

De hecho, en el siglo XIX era habitual practicar ‘clitorectomías’ para remediar que una mujer no quisiera tener relaciones con su marido.

No solo tenías que aguantar que el señor que te sacaba 30 años (y con el que te habían casado a la fuerza seguramente), te violara, sino que encima te sometían al trauma de una operación dolorosa que se trataba con compresas de pelusa.

Por supuesto no falta tampoco el recordatorio de que Freud fue uno de los responsables de instalar en la mentalidad colectiva que, sin un pene, el orgasmo era imposible.

Éramos inmaduras sexualmente o unas frígidas.

¡Nadie dejaba que disfrutáramos de nuestros clítoris en paz!

Te puede interesar leer: Lo frustrante no es tener que tocarnos nosotras para llegar al orgasmo, sino…

Y si esto del clítoris te parece bestia, la lista de atrocidades a las que nos hemos visto sometidas las mujeres a lo largo de la historia, es lo que me ha dejado más tocada después de leer el libro.

Desde quedar repudiadas a cabañas para pasar la menstruación a llevar dolorosos aparatos que la ocultaran.

También las inventadas pruebas -con ningún tipo de rigor- para comprobar la virginidad como hacerte llevar un pastel a una serpiente o ser rociada con carbón.

 

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Pero sin irnos tan lejos, también está la tortura de las duchas vaginales con productos limpiasuelos para ‘tener los genitales como nuevos’.

Que es algo que te suena como muy lejano pero pasaba en los años 60.

Es más, puede que a tu abuela se le hayan removido cosas al ver que Lysol que tanto se anunciaba para limpiar superficies durante la pandemia, eliminando el Covid-19, fuera lo mismo que se ponía de recién casada o incluso embarazada de tu madre.

La lista es larga, las mujeres que o fallecían o sufrían durante toda su vida siendo castigadas o mutiladas, también.

Es un repaso tan crudo que más que Una curiosa historia del sexo podría haber sido llamado La serie de sádicos atropellos que sufrieron las mujeres desde hace más de mil años hasta hoy.

Quedaba más largo, supongo.

De cualquier manera, bien es recomendable echarle un vistazo para saber, no solo lo mucho que hemos avanzado, sino lo que todavía nos queda por recorrer hasta conseguir la igualdad que aún tenemos pendiente.

Y de paso reivindicar a diario que somos dueñas de nuestro placer.

Que dejen de condenarnos por vivirlo y disfrutarlo de la nueva manera en que se han actualizado las sentencias de antaño, mediante slut shaming, revenge porn y todas esas maneras que solo buscan seguir teniéndonos controladas a la disposición de ellos.

Mara Mariño

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Lo frustrante no es tener que tocarnos nosotras para llegar al orgasmo, sino…

Tuve un momento en el que decidí que no iba a perderme un solo orgasmo más teniendo sexo.

Pero no me di cuenta de que decidí también, de manera indirecta, ser yo quien se encargara de conseguirlos en pareja tocándome el clítoris.

O al menos la mayoría de ellos.

tocarse clítoris

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La logística suele ser la misma, él concentrado en que esa acción que sucede en el piso de abajo, mantenga un ritmo constante y yo con la mano lista para poner el ‘modo turbulencias’ mientras tanto.

Es raro –y bastante complicado, dicho sea de paso- dar con alguien experto en el apaño de tocar a la vez.

Entre que las posiciones no son las más prácticas y el movimiento desvía la mano del clítoris, es muy difícil que eso llegue a buen puerto.

Por eso, la mayoría de las veces, preferimos ser nosotras mismas las que vamos al grano y nos llevamos la mano directamente a la entrepierna o pedimos cambio de postura con un «ponte así, que quiero tocarme».

Y la pregunta: ¿nos frustra de alguna manera que eso sea así casi siempre? Es decir, ¿tener que ser nosotras las que conseguimos nuestro orgasmo?

@meetingmara ¿Nos molesta a las mujeres ser siempre las encargadas de hacernos llegar al clímax? Toma nota de estos tips para sacarle el tema a tu pareja y que se involucre (de una vez) en tu placer 🔥 #placer #placerfemenino #pareja #relación #relaciondepareja #pasion #consejos #consejosdepareja #consejosdeamor ♬ She Share Story (for Vlog) – 山口夕依

En mi opinión, solo resulta frustrante si no veo en la otra parte la misma implicación. Lo desesperante es ver que comunicas cómo te gusta y no se involucran en tu placer.

Porque, como dice una amiga, si gestiona el multitasking de manejar un teclado para jugar a un videojuego, también puede ponerse a hacerme varias cosas a la vez.

Si el problema es la postura, es fácil modificarla. Y no solo eso, la variedad de prácticas nos permite recibir orgasmos en los que desconectamos por completo, como es el caso de la masturbación a cargo de otra persona o el sexo oral.

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El problema es cuando tu clítoris le da absolutamente igual.

Si las posturas son las adecuadas, pero la técnica no es la mejor, él puede participar igualmente proponiendo un juguete como alternativa (aunque la primera vez no sea la mejor).

Están diseñados para una sola cosa y la cumplen a la perfección. Si es tan sencillo, ¿por qué no aprovecharlo?

Quiero terminar diciendo que la responsabilidad de los orgasmos es compartida. Contar cómo nos gusta es lo primero, pasar a la acción lo segundo y buscar alternativas lo tercero.

Cada uno participa a su manera y claro que lo importante es disfrutar. Pero cuando hablo de participar, me refiero a hacerlo de verdad.

No a quedarse mirando cómo la otra persona lo hace todo (o casi) para llegar al orgasmo.

Mara Mariño

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Primeras veces con juguetes no siempre son buenas (y por eso debes repetir)

Si me pongo a recordar qué tienen en común todas mis primeras veces en la cama con alguien, es que no son precisamente las mejores de mi historial.

Ni las más placenteras, no te voy a engañar.

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Los nervios -de los que sean-, el primer contacto íntimo y no conocer de nada ese cuerpo nuevo (o qué le excita), hacen que pueda estar bien, sí, pero se convierte en un punto de partida.

Y de ahí hacia arriba (si es que se repite la experiencia).

Con los juguetes sexuales pasa un poco lo mismo. Hay algunos -los menos- que, nada más estrenarlos, te hacen darlo todo.

Pero para la mayoría se necesita un poco de rodaje. Y es el caso de Enigma Cruise de Lelo.

A primera vista parece sencillo: un estimulador de clítoris con vibración y un apéndice con la curvatura perfecta para estimular la parte interna (que llamamos malamente ‘punto G’).

Nada que no haya probado antes por separado.

Sin embargo, siendo algo tan distinto a lo que había probado por unir ambas cosas, no terminaba de pillarle el tranquillo.

Vamos, que hubo orgasmo pero sin fuegos artificiales.

En ese momento es fácil caer en el «A lo mejor este juguete no es para mí».  De la misma forma que te planteas que, si de primeras el sexo no es fabuloso, no tienes tantas ganas de repetir.

Pero eso es lo que tenemos que cambiar y volver a probar.

Porque la segunda vez, más relajada, cambiando la posición y modificando los patrones de vibración, fue increíble.

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Mi conclusión fue que, al igual que deberíamos darnos siempre un tiempo con alguien con quien empezamos a tener sexo, los juguetes deberían recibir el mismo tiempo de prueba.

Que a veces es tan fácil como seguir intentándolo hasta que se les coge el punto, pero nunca darnos por vencidas antes del rodaje.

Y, además en el caso de los que son para vagina, a veces no es ya la posición, sino usar lubricante o leer las instrucciones.

¿Mi consejo? Vuelve a tu mesilla de noche y recupera el que habías descartado.

Está hecho para ti, solo tienes que darle otra oportunidad (o las que sean) hasta que lo descubras.

Mara Mariño

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Adiós al mito de que las mujeres tardamos más: es que nos planteamos el sexo mal

«Estoy tardando demasiado» y «Ya debería haber llegado» son los dos pensamientos más frecuentes que tengo cuando llego tarde para ver a una amiga, y me pilla tráfico, y cuando estoy con otra persona en la cama y no consigo alcanzar el orgasmo.

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LELO

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Lo peor es que llego a agobiarme hasta tal punto de lo estar a la altura de ciertas expectativas de velocidad que lo que hago es pedirle que pare.

En esas ocasiones, siempre contesto lo mismo. Algo tipo «No tengo el día» o «Pueden ser las hormonas» son las primeras excusas que se me vienen a la cabeza, mi mayor boicoteado de orgasmos.

Y lo que hago es dar la razón de algo que no es del todo cierto: que nosotras tardamos más que ellos en corrernos.

Esta creencia está tan extendida que ha llegado a relacionarse la virilidad con el tema de la duración en la cama.

Ya no es el tamaño, sino que pueda aguantar 17 horas y 45 minutos penetrándote como un taladro. Lo que haga falta con tal de que llegues al orgasmo.

Pero llega un estudio realizado por la tienda erótica Diversual, con motivo del Día Mundial de la Masturbación, y resulta que descubro que estaba equivocada todo este tiempo.

La diferencia entre la media de tiempo que mujeres y hombres dedicamos a la masturbación, es más pequeña de lo que esperaba.

Ellos le dedican unos 4’54 minutos de media, nosotras 5’38.

Y más de la mitad de participantes, en ambos casos, afirmaron llegar siempre al orgasmo mediante esta vía.

Así que esto significa que el problema no es que biológicamente las mujeres necesitemos auténticas maratones sexuales, sino replantearnos qué estamos haciendo en la cama.

Pero claro, es difícil que no se llegue a la conclusión de que nuestros genitales son casi como un Escape Room, imposible de superar, si seguimos considerando la penetración la práctica estrella del dormitorio.

Ahí no es que vayamos a necesitar algo más de esos cinco minutos y medio, es que no va a haber forma de que cruces el umbral de «vale, me está gustando, pero necesitaría algo más».

Ese ‘algo más que nos falta’ es el clítoris. El mismo que nos tocamos siempre que nos masturbamos bajo el abrigo de la sábana -no vaya a ser que entre alguien en la habitación- y que queda fuera de la trama entre el pene y la vagina por mucho que nos esmeremos en hacer el misionero, el perrito o el pretzel.

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Así pasa, que más del 60% de las mujeres recurrimos a los juguetes de forma regular (solo el 6% de ellos) para masturbarnos habitualmente.

Con todos los productos que han puesto ahora el clítoris bajo el foco, no nos faltan vibradores, succionadores y demás en la colección.

Que el 80% llegamos más fácilmente al orgasmo es el tercer resultado de la encuesta que demuestra que el problema no es que nos tomemos nuestro rato o que, como en mi caso, sea una razón para agobiarnos.

Lo que queda claro es que mientras sigamos centrándonos en la penetración, en vez de dar placer mediante otras prácticas como el sexo oral o la propia masturbación, el mito de que somos las tardonas del dormitorio va a seguir en nuestra cabeza.

No es que necesitemos más tiempo, necesitamos tocarnos el clítoris.

Mara Mariño

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Sí, las mujeres nos masturbamos menos que los hombres (pero eso está cambiando)

Era el tabú por excelencia cuando las millennials íbamos al colegio. Mientras que el hecho de que nuestros compañeros se hicieran pajas era la conversación diaria, que alguien insinuara que te hacías «dedos» era el fin del mundo en aquella época.

Ni las chicas de mi generación ni yo tuvimos las cosas fáciles en ese aspecto.

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En el momento en que era algo de lo que sentir vergüenza, pasaba a ser un tema que no te atrevías ni a hablar en tu círculo de amigas (nunca sabías cuáles no estarían en tu clase al año siguiente).

Así que descubrir(se) a una misma era algo privado, como para ellos, pero además secreto.

Cuando llega la edad adulta, cambiamos de círculos, el tema se normaliza.

Sentimos que, por fin, podemos sacar nuestra manera de masturbarnos -o en quién pensamos al hacerlo-, en una conversación con una amiga, después de esa clase en la universidad.

Nos ha costado su tiempo, pero finalmente hablamos de ello y lo ponemos en práctica.

Porque no es solo admitirlo abiertamente, es hacerlo por nuestra cuenta.

En uno de los estudios más recientes sobre la evolución de la sexualidad femenina, que nos ha costado llegar a la masturbación, es aún más evidente.

Mujeres de la Generación Z y millennials disfrutamos de una vida sexual individual constante (casi el 50% de las 2.000 mujeres españolas se masturban con frecuencia).

Pero la cifra va disminuyendo conforme la edad aumenta.

Y es que aunque la masturbación parece algo sencillo y normal hoy en día -gracias Satisfyer por abrir el melón del clítoris-, aún pesan cosas en nuestra contra.

Para empezar, ese tabú continúa hasta el punto de que hay mujeres que, cuando se les pregunta acerca de sus hábitos íntimos, no son capaces de contar que lo hacen cuando quizás si lo ponen en práctica.

La vergüenza de ser humilladas en clase por hacerse dedos aún pesa por muy lejos que queden los años de colegio. Es un tabú que se nos ha pegado tanto al cuerpo que hasta nos impide tocarnos.

Luego están las que se masturban pero no saben que lo hacen. Si en las películas eróticas todo lo que vemos es una penetración constante, es imposible saber si lo que ponemos en práctica para darnos placer -tan distinto al porno- es realmente masturbarse.

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Como dice el cómico Ritxi Olivé, ese movimiento que ejecutamos sobre nuestro clítoris se parece más a un patrón de desbloqueo del teléfono móvil que a lo que vemos en la pornografía.

Así que puede que de pequeña empieces frotándote contra un peluche, una mesa o simplemente apretando las piernas, que, como no son dedos, como masturbación tampoco cuenta (o eso pensamos en aquel momento).

Por suerte, hoy en día, las divulgadoras de este tema, nos encargamos de explicar casi desde el principio cómo hacer para tocarse incluso para aquellas que no saben por dónde empezar.

Ahora aprender cómo funcionamos es tan fácil como escribir en el buscador de Google «Cómo masturbarme».

Por último, están aquellas que, del agobio que les produce el tema, son incapaces de dedicarse ese rato para ellas y liberarse en ese sentido.

Las cifras nos alejan todavía un poco de ellos, pero vamos por el buen camino.

Y, ya que he sacado el tema del colegio, aprovecho para poneros esto de deberes para casa y seguir mejorando los porcentajes para el próximo estudio.

El tocaros, viviros, sentiros y disfrutaros. Os deseo todo el placer que podéis daros sin ayuda de nadie que no seáis vosotras.

Está en nuestra mano cambiarlo. Literalmente.

Duquesa Doslabios.
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‘La idea de que los juguetes eróticos eran consoladores para mujeres solitarias se está perdiendo’

Más potentes, más bonitos y más discretos. Así se puede resumir el cambio que ha experimentado la industria de los juguetes eróticos en los últimos años.

Esos cachivaches aparatosos que podían aparecer en series de los 90 como Sexo en Nueva York están tan lejos de nuestras vidas como tú de volver con tu ex.

El ‘culpable’ de este fenómeno ha sido, sin ninguna duda, el succionador de clítoris.

Pero su efecto no se ha quedado solo en poner el órgano del placer femenino bajo el foco mediático.

Ha conseguido abrirle la puerta al resto de juguetes sexuales, desestigmatizarlos, convertirlos en un objeto de deseo y un básico más del hogar como podía ser el papel de cocina o el sofá.

Sara Martínez es experta en comunicación en EroticFeel y reflexiona sobre el tsunami sexual que ha desencadenado este producto.

¿Cuál es el juguete que más se ha comprado en 2021?
Los succionadores de clítoris siguen siendo la estrella del catálogo, la revolución que trajo consigo su aparición no se puede comparar con nada de lo sucedido en el mercado erótico con anterioridad. Y no solamente en ventas. El succionador puso sobre la mesa la masturbación femenina, el placer de las mujeres y el papel que jugaba el clítoris en él comenzó a tratarse públicamente, en grupos de Whatsapp, en conversaciones familiares y hasta en el telediario.

Las mujeres querían probarlos y los hombres querían comprárselos. Por primera vez no se trataba de un juguete con forma fálica para la penetración, de esos que tradicionalmente han provocado cierto rechazo en los hombres (sin ningún motivo, por cierto).

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¿Qué otros artículos están cogiendo fuerza?
Muchas de las personas que compraron por primera vez un succionador de clítoris se han convertido en clientes recurrentes y prueban distintos accesorios. Las marcas también se esfuerzan por diseñar juguetes que sigan siendo efectivos para la estimulación del clítoris pero que también sirvan para masajear otras zonas erógenas. En cuanto a los juguetes masculinos más vendidos, los huevos masturbadores están en el número uno de todas las listas.

Están teniendo muy buena acogida los juguetes que estimulan simultáneamente el interior de la vagina y el clítoris y los plugs anales. También se percibe el incremento del interés por la cosmética erótica, con los lubricantes a la cabeza. La gente busca cosas nuevas y estimulantes en los productos más básicos.

¿Ha cambiado en los últimos años el sector en este sentido?
El sector ha cambiado muchísimo, en ventas y en imagen. La sordidez y esa especie de vergüenza que muchos sentían al entrar en un sex shop está desapareciendo. Los juguetes también son más discretos, con diseños menos explícitos, y para todos los gustos. Esa idea absurda de que los juguetes eróticos eran ‘consoladores’ para mujeres solitarias o cuyas parejas no sabían hacerlas disfrutar se está perdiendo.

El público comienza a apreciarlos como lo que son, accesorios que complementan la vida sexual, la enriquecen y no sustituyen a nadie. El tabú que rodea todo lo concerniente a la estimulación anal también se está desdibujando, aunque más lentamente. Todavía es necesaria mucha educación al respecto.

¿Cuándo se ha dado este giro de mentalidad?
El cambio no se ha producido de un día para otro, muchos factores han contribuido, pero 2019 fue un año crucial. El efecto Satisfyer tuvo mucho que ver y también la proliferación de espacios, tanto físicos como online, que promovían otra manera de vender productos eróticos, mimando todo el proceso.

Duquesa Doslabios.
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Posturas sexuales donde puedes incluir el succionador de clítoris

Soy partidaria de compartir todos los juguetes sexuales de mi cajón menos uno, el succionador de clítoris.

Prefiero usarlo en la intimidad y dejar para cuando estoy acompañada otros que puedan estimularnos a ambos.

Pero por un azar del destino, recibí de parte de EroticFeel el Satisfyer Curvy mientras estaba teletrabajando con otra persona en casa.

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Todo parecía indicar que era el mejor momento para comprobar si podía sacarle partido a la vez que a una boca o dedos ajenos a los míos.

Si algo tienen este tipo de juguetes, es que la boquilla y el agarre dejan parte de la vulva a la vista (y al alcance).

Así que combinar sexo oral con las ondas del juguete, te lleva -como suelen conseguir esas vibraciones- al borde del orgasmo en apenas un minuto.

Integrarlo durante la penetración es otra historia. Quien haya visto un Satisfyer sabe que mantenerlo en contacto es imprescindible.

Si no te sujetas el juguete pegado al clítoris, no hay forma de que se sienta tan placentero.

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Una buena guía para usarlo podría ser escoger esas posturas en las que te puedes alcanzar la entrepierna con la mano.

Pero con las dimensiones del juguete no basta solo eso. Es algo que comprobé con el clásico e ineludible misionero.

El básico del repertorio sexual entra un poco en conflicto con los empujones de quien tienes encima.

Dándole una vuelta a la situación de manera literal, no hay postura como la del perrito para esta tarea.

Con toda la fuerza en las piernas -y un brazo apuntalando el resto del peso-, puedes usar el otro para colocar el juguete y, literalmente, tocar el cielo.

Porque es tan efectivo que no te va a dar ni tiempo a cansarte de la posición.

Otra que también viene estupenda cuando quieres probar el juguete sin renunciar a la penetración (parafraseando a Hannah Montana: ‘You get the best of both worlds’) es cuando él se encuentra tumbado bocarriba y tú estás encima en cuclillas.

Puedes apoyarte en algún mueble que tengas cerca. Si lo haces en el suelo, mi consejo es que aproveches algún lado de la cama.

Una vez colocada, se sujeta fácilmente mientras te mueves de arriba a abajo.

Y ahora cuéntame, ¿has probado a tener penetración a la vez que usabas un succionador de clítoris? Si no lo has hecho, ¿a qué esperas?

Duquesa Doslabios.
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