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Tinder Australia incluye anuncios sobre consentimiento (y España debería tomar nota)

Cuando te descargas Tinder y seleccionas qué preferencia tienes, la aplicación procede a enseñarte un sinfín de perfiles para que empieces con el mítico swipe left o swipe right. Menos si estás en Australia.

Una iniciativa del CRCC (Centro de Crisis por Violación de Canberra) ha conseguido que, entre match y match, aparezcan anuncios sobre el consentimiento.

campaña publicitaria consentimiento Tinder Australia

TINDER AUSTRALIA

(¿Cómo que aún no me sigues en Instagram? Pues venga…)

Desde que dio comienzo la campaña, a los australianos les aparecen frases como «¿Sabes cuál es mi palabra de seguridad? ‘No’ es la única palabra que deberías necesitar», «Si el sí no se comunica verbal o físicamente, es un NO» o «Si cada acto sexual tiene mutuo consentimiento, es un SÍ».

El objetivo además de resolver las dudas que aún puedan existir sobre el consentimiento es, por supuesto, el de cambiar las actitudes de los usuarios que usan la app.

Además, al animar a hacer comprobaciones durante el encuentro, para asegurarse de que se está a gusto con lo que está sucediendo, se promueve la idea de que el consentimiento es una conversación constante.

Algo que es una de las asignaturas pendientes, porque además de los famosos contratos que algunos popularizaron en redes creyendo que serían la ‘solución’ -antes que ir cerciorándose del bienestar de su acompañante-, ha habido intentos de webs o aplicaciones que ofrecen la opción de ponerlo por escrito.

El consentimiento algo que se puede revocar, lo que aparece reflejado en el cambio de la Ley de Enmienda de Delitos de 2022 que cambió el principio de presunción del consentimiento.

Es decir, que además de que debe haber una conversación continua y mutua entre los participantes, la ley también establece que las personas tienen derecho a elegir no participar en actividades sexuales

En España, si vamos al artículo 178, la teoría también la tenemos  al día: «Solo se entenderá que hay consentimiento cuando se haya manifestado libremente mediante actos que, en atención a las circunstancias del caso, expresen de manera clara la voluntad de la persona».

Porque, por desgracia, muchas de las interacciones de citas de hoy en día comienzan en línea, no son consensuadas y por tanto inseguras.

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A nivel nacional, tenemos datos que prueban esto, este año gracias al informe ‘Apps sin violencia’ de la Federación de Mujeres Jóvenes.

Basado en casi mil encuestas, los resultados revelaron que el 22% de las mujeres que tuvieron una cita a través de una aplicación sufrieron una violación.

Por otro lado, según el mismo informe, se calculó que el 57,9% de las entrevistadas se han sentido presionadas para tener sexo con los hombres con los que quedaron.

consentimiento campaña Tinder Australia

TINDER AUSTRALIA

Aunque todavía es pronto para saber cómo ha funcionado en Australia esta medida, sí podemos sacar en claro que son recursos que superan a Tinder España (y otras aplicaciones de conocer gente).

En la aplicación de nuestro país solo aparece la definición de consentimiento en la guía de términos y condiciones, algo que acompañan de una lista de recomendaciones.

Pero si con el «Curso intensivo» de consentimiento, que es como lo llaman, ha habido un 20% de violaciones, igual es que no es suficiente.

Soy consciente de que las aplicaciones para ligar no tienen la culpa de lo que la gente haga después de hacer match. Idealmente, una educación en el respeto del consentimiento, recibida desde la infancia, sería clave.

Pero mientras no suceda, mientras sigamos luchando por conseguir que se respete un «no» o se pare inmediatamente ante una falta de entusiasmo, la opción de Australia se presenta como un refuerzo de cara a recordar de qué manera deberían ser los encuentros.

Así podrá evitarse que se sigan perpetuando agresiones sexuales con violencia o sin esta, pero sin ser deseadas.

Mara Mariño

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Quedar en la pausa del café o para hacer la compra, el ‘stack dating’ es la nueva forma de tener citas

Me gustaría que alguien me hubiera contado lo complicado que iba a ser reconciliar la vida sentimental en algunos momentos de mi vida. Sobre todo a partir de terminar la universidad.

El punto álgido fue cuando había quedado con mi amiga en una famosa emisora de radio de Madrid para ver la retransmisión de un evento deportivo, pero tenía pendiente una cita.

Entre que estaba en plenos exámenes de la carrera, trabajando y estudiando un idioma, no me daba la vida para nada. Así que opté por la solución más práctica: llevarme al chico al plan (previa luz verde de mi amiga).

cita pausa café

PEXELS

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Aquel «dos por uno», el combo de pasar tiempo con mi amiga a la vez que tenía una cita, fue la excepción, pero sentó un precedente.

Si iba mal de tiempo para salir, siempre tenía la opción de incluir las citas en mi día a día, en la medida que la disponibilidad de la otra persona lo permitiera.

En mi caso, mi género favorito ha sido el datexercise (sí, me lo he inventado uniendo date y excercise), una cita en el gimnasio cuando estaba conociendo a chicos a los que también les gustaba hacer ejercicio.

Esas combinaciones que permiten unir dos planes que se quieren hacer se conocen oficialmente como stack dating.

El stack dating consiste en que, tengas planeado lo que tengas, ya sea con más gente, ir a hacer la compra al supermercado, una clase de yoga o un evento de trabajo, metas a tu cita en el plan.

Y si esta manera de relacionarnos ha escalado puestos en la escala de popularidad, se debe a distintos factores que merece la pena analizar.

En primer lugar, estamos hasta el cuello, somos una generación tan conectada que nos cuesta dejar de hacer cosas porque nos entra el fomo -fear of missing out-, el miedo de perdernos algo.

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Es tal el nivel de negarnos a renunciar a nada que hay quienes incluso se ponen estas citas en la pausa del trabajo, concretamente el 32% de la generación Z la ha utilizado para este fin.

Por otro lado, tiene la ventaja de que es la manera de conocer partes de la vida cotidiana de la otra persona (o de la tuya). La formalidad es mucho menor y, por tanto, también la presión.

Es lo más parecido a lo que va a ser salir contigo en un futuro si la cosa progresa, ya que será una actividad o plan que formará parte de tu rutina.

Además, te permite tener varias más a menudo que si las dejas para el fin de semana y en forma de cena y copas. Si tu plan estrella es ese café con cruasán en el bar de abajo de tu oficina entre reunión y reunión, puedes ir a cita por día.

Y siempre con la tranquilidad de que no pierdes el tiempo porque estás haciendo otras cosas que ibas a realizar igualmente, a la vez que nutres esa esfera de tu vida.

Las desventajas del stack dating

Aunque también es verdad que esta descripción de los encuentros románticos suena, más que al inicio de una historia de amor, a un estudio de mercado.

Es imposible no leer las características de esta manera de relacionarse y no encontrar similitudes con el capitalismo.

Que el stack dating sea común significa que se ha puesto de moda una manera de consumir el amor a toda prisa y sustituir una cita con otra, siempre con el foco puesto en la productividad (ya sea la laboral o la personal).

Así que uno de los inconvenientes que le veo es que parece que no podemos permitirnos ni el tiempo de conocer a alguien, que los vínculos emocionales tienen que acoplarse a una agenda y, en caso de no hacerlo, quedan descartados.

Además, no puedo evitar pensar en el refrán de «quien mucho abarca, poco aprieta». El tiempo que dejamos para tareas rutinarias o para estar en soledad, debería ser intransferible.

Si lo dedicas a otras personas, no estás empleándote al 100% en ninguna actividad.

Pero igual es que soy una romántica empedernida o que creo que si no voy a tener tiempo para dedicar a otra persona, es irresponsable por mi parte embutirlo en mi jornada, solo por quedarme tranquila de que estoy haciendo algo por encontrar el amor.

A mí personalmente me preocupa que se vea buscar pareja como hacerse ropa a medida en vez de un proceso mutuo de adaptación, dedicación y atención plena entre dos personas.

Mara Mariño

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‘Intentional dating’: cuando quieres conocer a alguien (de verdad)

Puede que empieces 2023 disfrutando de tu soltería, pero con las cosas claras: te apetece volverte a enamorar, conocer a alguien en serio, más allá de encuentros nocturnos fugaces, y ver qué es lo que puede pasar.

Lo que quieres es pasarte al Intentional dating o, como dirían mis abuelas, menos amigas de anglicismos, «sentar la cabeza».

pareja feliz

PEXELS

(¿Cómo que aún no me sigues en Instagram? Pues venga…)

El término se inició en una app de ligar francesa que solo permitía un match al día.

Esto, que puede parecer un sinsentido si tenemos en cuenta que una de las señales de que tienes Tinder es que sientes quemado el pulgar de hacer swipe left y swipe right, resultó clave a la hora de cambiar la interacción de los usuarios.

Y es que esa única oportunidad, contar con una bala en el ‘cargador’ y nada más, era la manera de que, por fin, quienes utilizaban la aplicación le dedicaran más atención a sus posibles matches.

El intentional dating se empezó a relacionar con bucear más a fondo en el perfil que te salta en la pantalla y sopesar, sin la prisa de que si ese se ‘pierde’ hay infinitas posibilidades más, si realmente quieres entablar una vía de contacto con esa persona.

Y, sinceramente, este cambio es masivo, ya que consigue disminuir el acelerado ritmo de este sistema, plantándole cara a una cultura del fast dating donde vamos saltando de una cita a otra y consumiendo a las personas a la velocidad de una serie de Netflix.

No significa que con la persona a la que lances tu ‘me gusta’ vaya a convertirse en tu compañera de vida desde ese momento (esa app todavía no ha llegado al mercado).

Pero sí que puedes tener una conversación solo con ella, no teniendo veinte más abiertas hasta que confundes un nombre con otro, terminas llamando «Juan» a «Jorge» y le haces una broma que en realidad fue con otro.

¿Cómo saber si estás en ese momento?

Como decía antes, para las abuelas esta sería la señal de que estamos no solo listas, sino con ganas de que la cosa vaya a mayores.

Con la certeza de que es un momento de nuestra vida en el que podemos dedicarnos a crear un vínculo emocional más allá del físico.

Porque lanzarte al mundo de las citas con la intención de construir y no de consumir implica reflexionar sobre cómo y con quién pasamos nuestro tiempo.

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Nos hace seleccionar con mayor cuidado y sobre todo hacer que los encuentros vayan en la dirección de continuar, más a fondo, esa primera incursión en el perfil virtual ajeno (cambiándolo por el vivo y el directo).

Para hacerlo es necesario saber qué se quiere, por lo pronto, ya que no me vale como motivo escapar de la soledad, ya que estar con una o uno mismo es un grado que nos debemos sacar en la vida adulta.

Mi recomendación es tirar de seguridad y dejar salir nuestra forma de ser con todo, sin ocultar lo que nos genera inseguridad porque un antiguo ligue consideró «demasiado intenso», «demasiado sensible», «demasiado complejo», «demasiado», así en general.

Pero tener citas de manera intencional es también saber, si no fluye o funciona, cuándo ponerle fin a quedar.

Mara Mariño

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Por qué deberías hacer tu currículum sexual (y lo que deberías poner en él)

Cuando quieres que una empresa te contrate, preparas un resumen de tu vida laboral. Qué has estudiado, cuál es tu experiencia, en qué competencias te manejas mejor y todo lo que demuestra que ese puesto debería ser para ti.

Pues cuando quieres acostarte con alguien, deberías hacer lo mismo y empezar presentándote con tu currículum sexual.

currículum sexual

UNSPLASH

La idea del currículum sexual es algo que me explica la sexóloga y terapeuta sexual Lorena S. Gimeno cuando hablamos de la importancia que tiene darnos a conocer en el ámbito íntimo, más allá de si nos gusta la tortilla con o sin cebolla.

Más que nada porque, cuando la cosa pasa a mayores, damos por hecho que, mágicamente, tiene que estar al tanto de nuestros gustos y particularidades.

Sí, sí, por ciencia infusa. Y de hecho si no lo sabe (que es lo más probable, porque las personas no suelen venir con telepatía incorporada) nos decepcionamos.

Pensar que por esas primeras experiencias quizás es que no funciona es una conclusión a la que seguro que has llegado varias veces en tu vida.

Por supuesto que no funciona. Si no te gusta nada algún tipo de práctica y a él o ella le apasiona.

¿Cómo va a saber que para ti que te chupe los pies es más un suplicio, porque tienes cosquillas, que algo placentero y encima no se lo dices?

Para la sexóloga, el ejercicio de rellenar un currículum es algo sobre lo que reflexionar a nivel personal, para luego comunicarlo (es decir, no tienes que entregarle el formulario nada más presentarte).

Porque, cuando entramos en este tipo de análisis más íntimo, lo que solemos contar es con cuántas personas hemos estado (el famoso bodycount) o la edad a la que empezamos a tener relaciones, que son datos que no nos sirven a nivel práctico.

@meetingmara No, tu crush no necesita saber cuándo fue tu primera vez 😅 El Cv s3xual que deberías contarle es este… #cita #citas #citaromántica #relaciones #ligar #pareja ♬ sonido original – meetingmara

De hecho, como ella misma dice, se basa en «la idea de que a las personas nos cuesta describir nuestros gustos cuando empieza una relación y no sabes qué le gusta a la otra persona«.

Para evitarlo, como Lorena aconseja: «Todo el mundo debería hacer un examen de currículum ficticio«.

Además, desarrolló una plantilla en la que podemos reflexionar sobre nuestra identidad sexual, necesidades en la cama, salud íntima o medidas de protección que utilizamos.

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Su documento sirve para exteriorizar todo esto y además invita a que te autoexplores e investigues para luego explicarlo.

La sexualidad es como cada persona (no hay dos iguales) y también va cambiando con el tiempo. Por lo que no es lo mismo rellenar esto a día de hoy, que si nos lo preguntan cuando empezamos o incluso en un futuro.

«Tienes que hacer el currículum hoy pero también dentro de 5 años«, afirma Lorena.

Así que, ¿te apuntas a hacerlo y conocerte?

cv sexual

SEXUALIZADOS.COM

Mara Mariño

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¿Cómo sabes si es el momento de volver a tener citas?

Después de quedarme soltera, lo tuve fácil para saber cuándo quería volver a tener citas.

Necesitaba quedar con gente que no me preguntara por mi ex por el simple hecho de que no supieran de su existencia y la conversación no girara en torno a él.

Aquello me llevó a tener una serie de citas desiguales. Yo conseguía ‘huir’ del nombre de mi anterior pareja, pero no buscaba conectar emocionalmente con nadie.

En ese momento, por mucho que la otra persona me resultara estupenda (que algunos lo fueron), me veía incapaz de poder llegar a algo más.

Tenía citas, sí, pero para mí no era más que una vía de escape y no un interés real de conocer y bucear en el chico que tenía enfrente.

El clavo que saca a otro clavo no funcionaba en este caso por mucho que siguiera la recomendación de seguir quedando.

No dependía de cuántos pudieran completar la agenda, sino de que mi capacidad emocional llevaba el ‘modo avión’.

El miedo al dolor o a que volviera a pasar lo mismo eran claros: no estaba preparada para volver a la carga.

Cualquier profesional habría visto claramente mi problema: al bloquear mi habilidad de estar presente de manera emocional con alguien, no podía dejar que las cosas prosperaran.

No se tiene la energía para tener citas si todavía el pasado está estancado en el momento actual. Lo mismo pasa si no entendemos en qué punto nos encontramos.

Por mucho que quisiera salir y distraerme, el hecho de bordear el problema de raíz -que no estaba lista para abrirme– no concordaba con las relaciones que podía tener.

Solo dejándome seguir un proceso en el que poder llorar, perdonar, soltar lastre, aprender y volver a empezar.

Que si somos conscientes de que no estamos en ese punto, no enredemos a personas que pueden estar interesadas y dedicándonos esa energía que no somos capaces de darles de vuelta.

Duquesa Doslabios.

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Sí, hay una forma de acabar una primera cita mala sin que sea incómodo

Dicen que uno de los secretos de la felicidad es vivir sin expectativas de ningún tipo. Y es esa la enseñanza que falta por poner en práctica cuando se trata de pensar en una primera cita.

Ese momento de ponernos por fin cara en vivo y en directo, de descubrir la voz en persona, de fijarnos en los gestos y, sobre todo, averiguar qué se siente con alguien nuevo, es una ruleta rusa.

FACEBOOK BERSHKA

Por mucho que lo ideal fuera que solo por quedar ya tuviéramos la garantía de éxito, la verdad universal es que no todas las citas van a salir bien.

Sería muy cómodo que, como si de una autopista se tratara, tuvieras salidas en algunas franjas de la cita para irte sin tener que entrar en la razón. La de los 5 minutos (hay veces que tan solo con eso ya sabes si has cambiado de idea), la de los 15, 30, 60…

Unos momentos en los que resultara socialmente aceptado ponerle fin sin dar más explicaciones.

Pero como todavía no lo hemos puesto de moda -lo lanzo como idea- es un gran clásico recibir esa llamada de tu amiga con cualquier excusa. Como ya no es la opción más madura, nos toca avanzar.

Pero, ¿existe otra opción más educada que aguantar hasta el final, por mucho que no vayamos a ver a esa persona más, y despedirse con un «vamos hablando» o «nos vemos» que no llegará nunca a suceder?

Para esas veces en las que tienes claro que no quieres continuar, puedes tirar de sinceridad y retirarte haciendo gala de tus buenos modales.

Con la honestidad por delante, bastaría con dejar claro de una manera empática (sin necesidad de ser borde) que, para ti, ese encuentro ha llegado a su fin.

Evitar herir los sentimientos y no dejar que la otra persona albergue falsas esperanzas puede pasar por un simple «Gracias por venir, no siento química, así que me voy».

No hace falta deshacerse en explicaciones. Basta el agradecimiento que permite evitar la bala de si lo has pasado bien o no. Simplemente dejarle que valoras la inversión de su tiempo.

También se puede optar por el «no eres lo que estoy buscando en una pareja» después de dar las gracias.

Esta segunda opción sí que puede llevar a más preguntas por parte de la otra persona.

Puedes esperar para decirlo en un mensaje después de despediros o la próxima vez que te hable y acabar también en buenos términos.

Duquesa Doslabios.

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¿Cómo vencer el miedo a volver a tener citas?

Si 2020 nos ha parecido un año agotador, que el principio de 2021 le haya seguido los pasos -al menos durante los primeros meses-, ha conseguido lo que parecía imposible: estar sin pareja ya no es tan interesante.

La pandemia no solo nos ha cambiado las prioridades y expectativas, también ha hecho que lleguemos a la conclusión de que el sexo esporádico que podía valernos en el pasado, se ha quedado un poco corto cuando hay un virus que nos obliga a mantener las distancias.

CALVIN KLEIN

Con las vacunas a la vuelta de la esquina (o eso quiero pensar), que recuperaremos lo que era nuestra vida anterior parece ahora más cercano que nunca. Pero, ¿volveremos a quedar y conocer gente como antes?

De la misma forma que se nos hace difícil pensar en salir a la calle sin mascarilla -un año después ya tenemos el hábito de cogerla antes de irnos de casa-, lo mismo pasará con la vuelta al terreno de juego.

Tanto tiempo reduciendo al máximo la lista de contactos y viendo solo a los familiares y amigos más cercanos, nos llevó a quedar después en pequeños grupos, con distancia y al aire libre, una estrategia que nos toca seguir llevando a cabo.

Hasta que la mayoría estemos vacunados, vernos en espacios abiertos será la tónica habitual. Las mascarillas, geles desinfectantes y lugares en los que no haya grandes multitudes encabezarán la lista a la hora de reconciliarnos con las citas que vengan de ahora en adelante.

Puede que estemos oxidados, así que emplearse a fondo en conocer a la persona que tenemos enfrente debería ser nuestro objetivo. Aunque la tentación de ponernos a hablar de cómo hemos vivido este año será grande, no debería convertirse en el monotema de la conversación.

No, no ha sido un año especialmente interesante y no podremos compartir las escapadas exóticas que hemos hecho, pero sí lo que hemos aprendido a nivel personal y cómo somos ahora en comparación con nuestro ‘yo’ de hace un año.

Será inevitable que, volver a tener citas con normalidad, nos haga sentir nerviosismo por partida doble (ya no solo por lo de conocer a alguien nuevo, sino por llevar tanto tiempo oxidados).

No hay nada como ir con pocas expectativas para ir entrando en calor y familiarizándonos de nuevo con las citas que salen bien y las que salen mal, que las seguiremos teniendo.

Quizás un buen punto de partida es sincerarnos y decir antes de vernos cómo nos sentimos. Si tenemos nervios, si se nos hace raro, etc es también una forma de invitar a la otra persona a que pueda confesar si también lo está viviendo con agitación.

Y es que al final, tontear es como montar en bicicleta. Buscar miradas y dar sonrisas siguen en los primeros puestos de la lista de cosas que sí hay que hacer. Estar con el teléfono móvil en la mano seguirá siendo algo que deberíamos evitar.

En definitiva, podremos aplicar las mismas y conocidas reglas de antes, esas que ni el coronavirus ha conseguido cambiar.

Duquesa Doslabios.

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La segunda cita es más importante que la primera (aunque no te lo creas)

Las primeras veces suelen dejar bastante que desear. Y aquí hablo desde la experiencia absoluta. Con más razón todavía si me preguntas por las primeras citas.

Expectativas por las nubes, nervios desatados, un retraso por parte de la otra persona que hace que tengas que esperar 45 minutos en la calle, conversaciones infinitas sobre el gimnasio, un plato que sale mal (con trocitos de cristales, historia real), una despedida un poco fría…

PULL & BEAR

Que sea la que más a menudo vamos a recordar -porque marca el comienzo si la historia va más allá- es la excusa perfecta para que exista demasiada presión a su alrededor. 

Discutía con un amigo la teoría de que la primera cita debería ser siempre algo casual. Una postura inversa a mi pasión por diseñar encuentros dignos de película hollywoodiense.

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En su opinión, era mejor una toma de contacto informal dejando para la siguiente ocasión un plan más especial.

Pero, ¿qué pasa cuando no las tienes todas contigo? ¿Es buena idea volver a quedar si te sientes a medio camino entre que no sabes si hay chispa o no quieres volver a ver a la otra persona?

Pues sí, porque entre una cita menos y una cita más, tampoco hay tanto gasto de energía ni de tiempo. Pero sobre todo porque hay poco que perder y mucho que ganar.

Hay tantas razones por las que la primera vez que te ves con alguien puede salir mal…

Desde que se estaba atravesando un mal día hasta que ganaron la partida el estrés o la ansiedad por la presión que rodea un primer encuentro.

Esa segunda cita es sinónimo de seguridad, la confirmación de que hay algo de interés por la otra parte, lo que se traduce en acudir con más confianza.

También es la mejor ocasión para repasar qué podría haber ido mejor y ponerlo en práctica. ¿Monopolizaste la conversación? ¿Te quedaste con ganas de preguntarle por sus anteriores parejas? Es el momento de rectificar y poder profundizar.

Y si sigo sin convencerte porque lo que te ronda por la cabeza es que segundas partes nunca fueron buenas, te recuerdo que El Imperio contraataca, Las dos torres o El caballero oscuro son la prueba de que a veces (solo a veces) hay excepciones a la regla.

Duquesa Doslabios.

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¿Y si hubiera una forma fácil de saber si vais a quedar en persona?

Hace poco, una amiga muy sabia creó el concepto ‘Romance de Schrödinger’, algo que definió como una historia de amor que sucede y no sucede al mismo tiempo.

Y no se me ocurre mejor ejemplo para explicar la forma en la que nos comportamos hoy en día, cuando se trata de ir un paso más allá con alguien.

PULL&BEAR

Porque, por un lado, parece que aquello tiene futuro. Hay señales inequívocas. Te ha contado sus traumas infantiles, le detallaste al milímetro aquella movida que hubo en tu familia y no pasa un día sin que os preguntéis cómo estáis.

En tu cabeza ya fantaseas con lo que puede salir de ahí (¡y qué fantasías! ¿No te apellidarás Grey?), pero a la hora de la verdad aquello no termina por ir a ningún lado.

Lo bueno es que, si prestas atención, hay una serie de indicadores que adelantan el resultado. Una serie de spoilers que, por mucho que te niegues a ver, son la prueba de que no vais a quedar.

  1. De 0 a 100 y 0 otra vez, así son la mayoría de las conversaciones. Hay días que es como si no hicierais otra cosa más que responderos y otros en los que tarda varias horas en contestar. Y no solo eso. Cuando lo hace, emplea monosílabos, frases cortas y tira poco del hilo para que el tema siga fluyendo. En definitiva, no le apetece tanto hablar. Una conducta que puede terminar en un ghosting o, igual de cruel, contigo en el banquillo. Esperando a que un día se aburra, vea una historia en la que sales especialmente bien o no tenga nada mejor que hacer y decida emplearse a fondo hablando.
  2. Aunque claro que en la era digital es muy común que parte del proceso de conocer a una persona suceda a través del teléfono, lo que no es del todo normal (ni siquiera en la era Covid-19) es que nunca se dé el contacto físico. ¿Siempre habla de una hipotética quedada que nunca llega a materializarse? ¿Contesta con un ‘estaba con lío’ cuando le dices de tomar algo’? ¿Deja en leído la conversación al intentar cerrar plan, pero luego sigue hablándote como si nunca hubieras dicho de veros? No son buenas señales. Cuando hay interés auténtico, lo de verse en persona se convierte en una necesidad real.
  3. También puedes fijarte en las respuestas que recibes cuando intentas cerrar una fecha. Constantes cambios del plan, que no pueda acudir en el último momento o que siempre tenga una cita el día que ya le habías dicho son pruebas de que -aunque te cueste creerlo- no eres una prioridad en su vida y va a tratarte como un plan de segunda, llegando a dejarte detrás del dentista (y mereces a alguien que te valore al menos tanto como a una buena limpieza bucal).

En definitiva, actitudes evasivas e irregulares sin ningún tipo de explicación -que pueden darse en estos ejemplos y en tantos otros-, deberían hacer sonar las alarmas en tu cabeza. Cuanto antes lo identifiques y dejes de gastar tu tiempo con estas personas, antes podrás conocer a alguien que de verdad quiera conocerte sin trampa ni cartón y no como si fueras el plan B.

Duquesa Doslabios.

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Todo lo que tienes que tener en cuenta antes de quitarte la mascarilla en una cita

Las llaves, la cartera, el móvil y la mascarilla: las cuatro cosas que necesitamos antes de salir de casa para una cita. Y aunque de tres de ellas casi no te enteras, la cuarta puede arruinarte un poco el momento.

GTRES

Porque, por muy acostumbrados que estemos a estas alturas a lavarnos las manos más veces al día de las que podamos contar, es difícil recordar que, también con alguien que nos gusta, no podemos bajar la guardia.

La espontaneidad es un lujo que no podemos permitirnos desde que estalló la crisis sanitaria. Este permanente estado de alerta, incluso con quien queremos que pase a un ámbito más íntimo, es lo que nos toca ahora.

Pero la vida sigue, la gente se mueve -o lo hacía antes de las restricciones- y los sentimientos florecen. No podemos esperar a que llegue esa hipotética fecha en 2022, la que pronostican los expertos como vuelta a la normalidad (normalidad real, de la de antes)

Hasta el nuevo horizonte sin virus, nos acompañará la pregunta del millón.

Si ya ha pasado un tiempo, las cosas van bien y le vemos potencial a lo que va surgiendo, ¿cuándo podemos quitárnosla?

Es nuestra responsabilidad mirar más allá del impulso inicial y tener en cuenta a qué gente estamos exponiendo. Si vivimos con abuelos o un familiar inmunodepresivo (o incluso si la otra persona lo es) está en nuestro entorno, es como para pensarlo dos veces.

Si nos da confianza para dar ese paso, también dependerá mucho de conocer cuáles son las medidas que toma. ¿Está pendiente de desinfectarse? ¿Procura relacionarse lo mínimo posible? ¿Estornuda en el codo? Son buenas señales.

Otros factores, como el lugar de trabajo, se escapan de nuestro control. Pero, por desgracia, la exposición no es la misma estando en casa teletrabajando, que yendo en metro todos los días a una oficina.

Así que, lo mejor que podemos hacer, es darnos tiempo. Tiempo para averiguar todo eso y aprovechar para decidir si realmente es algo con futuro.

Hasta entonces, tener citas al aire libre con poca gente será clave. Cuando llegue el momento -quizás un par de semanas más tarde-, habrá que poner sobre la mesa si solo se está viendo (y si solo se va a ver) a la otra persona antes de tomar la decisión. Un primer ensayo de la famosa charla del compromiso versión Covid-19.

Y, mientras, toca aguantarse las ganas, jugar con las miradas y entrecruzar las manos solo si las hemos pasado por gel hidroalcohólico.

También aferrarse a que, en algún momento, podremos echar la vista atrás y brindar -con un poco de suerte, con la misma persona- por aquel periodo tan raro que ya ha quedado en el pasado.

Duquesa Doslabios.

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