Archivo de diciembre, 2023

Quiero y no puedo, el dilema de las bisexuales al ligar con otras mujeres

No es la primera vez que, hablando con otras mujeres bisexuales, nos damos cuenta cuando echamos la vista atrás, de que hemos tenido más experiencias con hombres que con mujeres.

Haciendo balance, llegamos a la misma conclusión: nos habría gustado (o nos gustaría, la esperanza es lo último que se pierde) que la cifra femenina fuera mayor.

Haber estado con más chicas, vaya.

dos mujeres mirándose

PEXELS

(¿Cómo que aún no me sigues en Instagram? Pues venga…)

Actualmente estoy en una relación de pareja con un hombre. Y será la última.

Como le he comentado -medio en broma, medio en serio-, que aunque espero que vaya bien y lleguemos a vernos todas las canas que nos toquen, si terminamos, lo siguiente serán única y exclusivamente mujeres.

No me malinterpretes, no es una decisión basada en el hartazgo de los vínculos sexoafectivos hetero, ni por nada que haya hecho él, ni mucho menos.

Pero tengo más interés en profundizar en algo que, hasta el momento, han sido historias puntuales que por circunstancias, no se han desarrollado, derivando en algo más.

Esa sensación de que me falta calle con la bisexualidad es algo que, por lo que me comentan otras mujeres de la misma orientación, compartimos entre muchas.

Así que es imposible no hacerse la pregunta del millón, ¿por qué las mujeres bi queremos, pero no podemos?

Quitando los gustos personales, ya que las hay que pueden sentirse más atraídas por ellos (recordemos que esto no va de porcentajes exactos), hay una serie de factores que nos hacen echar el freno.

Para empezar, desde pequeñas somos socializadas en la heteronormatividad, la asunción de que todas las personas son heterosexuales por naturaleza.

A partir de ese concepto, todos los referentes románticos o historias que nos han podido marcar después de la tierna infancia, se basan en que nos sintamos identificadas con la sufriente protagonista que sueña con el chico como el amor de su vida.

Una atracción construida artificialmente y muy efectiva. Por eso, cuando en la tele no te gustaba Hércules porque quien te cautivaba era Xena, la princesa guerrera, acallabas ese pensamiento.

Te puede interesar leer: ¿Qué es el ‘síndrome del impostor queer’?

Una vez aprendido que las relaciones heterosexuales son las que están bien vistas, nos llega el momento de ligar.

Nuestra manera de practicar las tácticas de seducción se divide en dos roles muy definidos: ellos tienen el papel activo y nosotras el pasivo. Su forma de ligar es la de aproximarse y la nuestra de esperar.

Por eso, cuando somos nosotras quienes debemos llevar la iniciativa, replicamos la manera en la que nos han ‘conquistado’ todos estos años.

Y como sabemos que, en muchas ocasiones, esa manera de entrar puede ser violenta, preferimos no generar incomodidad con las formas y nos quedamos eternamente en el banquillo.

Así como tenemos la capacidad de identificar al segundo si hay un chico intentando llamar nuestra atención en el gimnasio o el festival de turno, entre mujeres apenas tenemos tablas cuando se trata de tener funcionando el radar.

Como nos cuesta más ‘leernos’ las intenciones entre nosotras, ese miedo a lo desconocido, a no saber si le gustamos a la que está enfrente o solo está siendo amable, nos genera esa sensación de intimidación.

O bien terminamos haciéndonos amigas, porque nos relacionamos de otra manera y desconocemos qué códigos de seducción emplear.

Además, en muchas ocasiones, no nos damos cuenta hasta muchos años después de esa primera atracción, de que es algo que forma parte de nuestra orientación sexual.

Bien por la educación recibida, porque pensamos que es algo puntual o porque, cuando nos puede apetecer lanzarnos, nos frena la idea del qué dirán por culpa de la bifobia.

Y eso sin olvidar que si te abres un perfil bisexual en las apps de conocer gente hay muchas menos opciones.

Así que entre que el ‘mercado’ es limitado y tampoco comprendemos cómo dar el primer paso, seguimos prefiriendo la salida fácil, por conocida: seguir ligando con ellos.

Ajustarnos a lo de siempre, a la zona de confort en la que dominamos su funcionamiento y cuáles son las normas de seducción, y aprovechar el heteropassing, que no es otra cosa que te lean como heterosexual.

En conclusión, da igual que ahora por fin tengamos claro que nos gustan las chicas.

No tenemos ni idea de cómo ligar con ellas.

Mara Mariño

(Y también puedes seguirme en TikTokTwitter y Facebook).

Tinder Australia incluye anuncios sobre consentimiento (y España debería tomar nota)

Cuando te descargas Tinder y seleccionas qué preferencia tienes, la aplicación procede a enseñarte un sinfín de perfiles para que empieces con el mítico swipe left o swipe right. Menos si estás en Australia.

Una iniciativa del CRCC (Centro de Crisis por Violación de Canberra) ha conseguido que, entre match y match, aparezcan anuncios sobre el consentimiento.

campaña publicitaria consentimiento Tinder Australia

TINDER AUSTRALIA

(¿Cómo que aún no me sigues en Instagram? Pues venga…)

Desde que dio comienzo la campaña, a los australianos les aparecen frases como «¿Sabes cuál es mi palabra de seguridad? ‘No’ es la única palabra que deberías necesitar», «Si el sí no se comunica verbal o físicamente, es un NO» o «Si cada acto sexual tiene mutuo consentimiento, es un SÍ».

El objetivo además de resolver las dudas que aún puedan existir sobre el consentimiento es, por supuesto, el de cambiar las actitudes de los usuarios que usan la app.

Además, al animar a hacer comprobaciones durante el encuentro, para asegurarse de que se está a gusto con lo que está sucediendo, se promueve la idea de que el consentimiento es una conversación constante.

Algo que es una de las asignaturas pendientes, porque además de los famosos contratos que algunos popularizaron en redes creyendo que serían la ‘solución’ -antes que ir cerciorándose del bienestar de su acompañante-, ha habido intentos de webs o aplicaciones que ofrecen la opción de ponerlo por escrito.

El consentimiento algo que se puede revocar, lo que aparece reflejado en el cambio de la Ley de Enmienda de Delitos de 2022 que cambió el principio de presunción del consentimiento.

Es decir, que además de que debe haber una conversación continua y mutua entre los participantes, la ley también establece que las personas tienen derecho a elegir no participar en actividades sexuales

En España, si vamos al artículo 178, la teoría también la tenemos  al día: «Solo se entenderá que hay consentimiento cuando se haya manifestado libremente mediante actos que, en atención a las circunstancias del caso, expresen de manera clara la voluntad de la persona».

Porque, por desgracia, muchas de las interacciones de citas de hoy en día comienzan en línea, no son consensuadas y por tanto inseguras.

Te puede interesar leer: Los hombres se sienten capaces de aterrizar un avión, pero no de entender el consentimiento

A nivel nacional, tenemos datos que prueban esto, este año gracias al informe ‘Apps sin violencia’ de la Federación de Mujeres Jóvenes.

Basado en casi mil encuestas, los resultados revelaron que el 22% de las mujeres que tuvieron una cita a través de una aplicación sufrieron una violación.

Por otro lado, según el mismo informe, se calculó que el 57,9% de las entrevistadas se han sentido presionadas para tener sexo con los hombres con los que quedaron.

consentimiento campaña Tinder Australia

TINDER AUSTRALIA

Aunque todavía es pronto para saber cómo ha funcionado en Australia esta medida, sí podemos sacar en claro que son recursos que superan a Tinder España (y otras aplicaciones de conocer gente).

En la aplicación de nuestro país solo aparece la definición de consentimiento en la guía de términos y condiciones, algo que acompañan de una lista de recomendaciones.

Pero si con el «Curso intensivo» de consentimiento, que es como lo llaman, ha habido un 20% de violaciones, igual es que no es suficiente.

Soy consciente de que las aplicaciones para ligar no tienen la culpa de lo que la gente haga después de hacer match. Idealmente, una educación en el respeto del consentimiento, recibida desde la infancia, sería clave.

Pero mientras no suceda, mientras sigamos luchando por conseguir que se respete un «no» o se pare inmediatamente ante una falta de entusiasmo, la opción de Australia se presenta como un refuerzo de cara a recordar de qué manera deberían ser los encuentros.

Así podrá evitarse que se sigan perpetuando agresiones sexuales con violencia o sin esta, pero sin ser deseadas.

Mara Mariño

(Y también puedes seguirme en TikTokTwitter y Facebook).

Escribir a tu ex para felicitarle la Navidad puede no ser tan buena idea como crees

Los villancicos, las luces que decoran las calles, las películas románticas navideñas donde la solitaria protagonista termina cambiándose de ciudad y encontrando el amor verdadero…

Sí, la Navidad es una época romántica porque invita a quedarse en sitios calentitos tomando algo y hablando o en casa compartiendo una manta.

El caldo de cultivo perfecto para que la nostalgia de cuando estabas en pareja te coja con la guardia baja.

Cuando te quieres dar cuenta, estás con el móvil en la mano dándole vueltas a un mensaje para tu ex. Por eso quiero convencerte de que no lo mandes.

chica móvil navidad

PEXELS

(¿Cómo que aún no me sigues en Instagram? Pues venga…)

Tu ex no necesita saber de ti, porque de necesitar estar al día de lo que pasa en tu vida (y tú de la suya), no sería tu ex, sería tu amigo.

Así que si ya tiene esa etiqueta, es porque está formando parte de tu pasado y ahí debería quedarse.

Cuando se habla de responsabilidad afectiva es también entender que, recibir un mensaje así, por mucho que creas que solo tiene buenos deseos, tiene un impacto en la otra persona que no conoces.

Por lo pronto, un inocente «Que pases unas felices fiestas», puede afectar a su bienestar emocional y al tuyo (si no sabes cómo se lo va a tomar).

Lo que te deja en una situación de ansiedad anticipatoria que podrías haberte ahorrado.

Y es que este tipo de tomas de contacto, pueden reabrir emociones no resueltas o heridas sin sanar (¿a quién no se le ha acelerado el pulso viendo el nombre de esa persona del pasado en la pantalla?).

Es algo que reinterfiere en el proceso de superación si una de las dos personas no ha pasado página, aunque también puede suceder incluso habiendo cerrado el capítulo.

Aunque solo pongas «Feliz Navidad, espero que todo bien», escribir es, en sí mismo, un acto que puede provocar confusión, ya que tú puedes tener claro que solo querías felicitar las fiestas, pero puede dar pie a que se piense que intentas reconciliarte y estás utilizando el periodo navideño como excusa.

Te puede interesar leer: 6 consejos para que seas mejor ex

O incluso que pueda interpretarse como falsa amabilidad, ya que el mensaje estaría motivado solo por la navidad y no por razones genuinas.

Si tu ex ha dejado claro (verbal o por acciones como dejarte de contestar en cierto punto) que no quiere saber de ti, mandar un mensaje es una manera de violar los límites establecidos.

Porque por mucho que te crees expectativas más o menos realistas, de que te va a contestar y todo va a estar bien, pueden no suceder.

Así que, con todo esto, ¿aún quieres exponerte a ello?

Me gustó mucho un consejo que dio María Esclapez en su podcast sobre superar el duelo que también se puede aplicar a este caso.

Si tienes muchas ganas de contactar o echas en falta a la otra persona, piensa en él o ella y mándale cariño mentalmente.

Deséale que esté bien, dedica unos segundos a llenarte de esa buena energía, de ese aprecio que sientes, y déjalo correr imaginando que se lo envías por el aire.

Deberías centrarte en disfrutar con las personas del presente, son tiempos para estar pendiente de la familia y amigos cercanos, todo lo que te distraiga de cenar con tu abuela -por poner un ejemplo-, es ruido.

Y la tranquilidad de no darle vueltas a momentos o personas que no van a volver, es el mejor autorregalo que puedes hacerte.

Mara Mariño

(Y también puedes seguirme en TikTokTwitter y Facebook).

La preocupante obsesión por la virginidad de las cantantes

Voy a ponerte en situación. Estaba leyendo una noticia de Taylor Swift y su nueva pareja cuando, hacia el final, uno de los párrafos estaba dedicado a la virginidad de la cantante.

Narraba -con todo lujo de detalles-, cómo según las pesquisas de algunos de sus fans, era posible imaginar con quién la había ‘perdido’ y cuántos años tenía en aquel momento.

Ariana Grande

Youtube

(¿Cómo que aún no me sigues en Instagram? Pues venga…)

Para ello, habían buscado y repasado todas las letras de las canciones de la estadounidense, dándoles una interpretación que encajara con la historia de su primera experiencia.

Aquello me chocó. ¿Qué necesidad hay de revelar algo tan íntimo de una persona, por mucho que se trate de un personaje público?

Y sobre todo, ¿cómo es posible que, tantos años después, sea algo lo bastante noticiable como para que se siga incluyendo en artículos de la artista que no tienen nada que ver con ello?

Pienso en mi caso y en lo mucho que me molestaría que si ahora escribieran un artículo sobre mi libro, lo que se mencionara fuera un párrafo de con quién estuve o no en aquella ocasión, en vez de darle importancia a mi logro profesional.

Taylor no es la única, claro. Si pones en Google el nombre de cualquier cantante mujer seguido de la palabra «virginidad», te aparecen páginas y páginas de noticias con vivas descripciones de ese encuentro de las artistas, propiciadas por fans, fuentes anónimas o, de vez en cuando, ellas mismas.

Ariana Grande, Hilary Duff, Miley Cyrus son tan solo unos ejemplos. Aunque el caso más turbador es el de Britney Spears.

De la que es una de las reinas del pop, se utilizó la virginidad de manera descarada como herramienta de marketing hasta el punto de que presentadores y periodistas le preguntaban por su sexualidad como si se tratara de un interrogatorio.

Ella misma comentó en entrevistas lo incómoda que le hacía sentir haberse convertido en el mito de la «lolita» cuando cada vez aparecían hombres más mayores en sus actuaciones.

Si analizo las noticias que he leído sobre su primera vez, hay algo que comparten todas.

Lo primero es que solo se ha considerado como ‘pérdida oficial’ de virginidad el coito con un hombre (por esa regla de tres, ¿una lesbiana sigue siendo virgen?), dejando en un segundo plano el resto de prácticas sexuales.

Con esta narrativa, que además dada su fama llega a todas partes del mundo, se potencia la idea de que solo la penetración cuenta como relación sexual.

Pero también tiene una cara B, y es que juega a darla alas a las fantasías de los fans masculinos, volviéndolas más deseables al fetichizar la virginidad.

«Si no consumes su música, siempre puedes consumirla a ella», se sugiere de manera velada.

Lo segundo que tienen en común es que su sexualidad es de dominio público y tanto medios como fans se sienten con el derecho de indagar y hablar de ello en cualquier momento.

Curiosamente (o no), en el caso de los cantantes hombres, la virginidad no aparece como titular en noticias que hablan de ellos.

Sus experiencias siguen siendo suyas porque las fans no se organizan para salir de dudas, casi se podría afirmar que genera menos interés.

Y porque no existe un consumo exacerbado de su imagen al no tener tanto alcance como mito sexual como el que tienen sus compañeras de profesión.

Es más, quienes sacan el tema de sus primeras experiencias, bien lo hacen como broma («Si no me hubiera hecho famoso, aún sería virgen», decía Harry Styles) o dominan la narrativa decidiendo qué cuentan, cómo y cuando, como fue el caso de The Weeknd.

Abel Tesfaye fue de los pocos que ha compartido su historia, comentando, además, que estaba borracho y lo hizo con una mujer mucho más mayor que él, un discurso que genera preocupación más que despertar morbo, como son normalmente las historias de ellas.

Sexy, pero no demasiado

Caso excepcional es el de los hermanos Jonas, que, al llevar anillo de castidad, creaban esa expectación por ser la excepción a la norma del resto de artistas de la industria.

La diferencia de Joe, Nick y Kevin es que, como se ha sabido más adelante, lo del anillo era más teoría que práctica y no les ha supuesto un impacto negativo en su imagen haber perdido su ‘pureza’ antes de casarse.

Nada de esto es casual, es una ventaja de la cultura patriarcal aplicada al sector de la música: la virginidad de las mujeres es un valor importante, que se asocia con su moral, independientemente de que sean estrellas mundiales.

Este sesgo sexista no solo idealiza la imagen de la mujer ‘pura’ en la industria de la música, también se crean expectativas poco realistas de cómo deberían ser las mujeres y aumenta la presión por mantener la virginidad (recordemos que Britney, en cuanto la perdió y comenzó a tener una vida sexual propia, paso a ser tachada por la prensa de «promiscua» y «mala madre»).

Puede que nos pillen lejos, pero sus casos son ejemplarizantes, algo que también han vivido Miley Cyrus o Bella Thorne, tan deseadas por hombres como criticadas cuando han empezado a sacar explotar su lado sexual para sí mismas.

Si podemos hablar de la doble moral que hay respecto a la sexualidad femenina, en el caso de la industria del entretenimiento es aún más feroz.

Está la contradicción de que se espera que sean sexys y sugerentes en sus fotos, conciertos y videoclips; y a la vez se las juzga si tienen actividad sexual.

Con todo esto, se entiende el porqué de la obsesión por la virginidad de las mujeres -famosas o no-, es una forma de controlarnos.

Y puede ser usada como estrategia mediática o herramienta de ventas, ya que genera interés en torno a la vida privada de las cantantes y encumbrarlas a lo más alto, o destruirlas.

Mara Mariño

(Y también puedes seguirme en TikTokTwitter y Facebook).

El otro lado de la ‘friendzone’: no era amistad, solo estaba ahí para acostarse contigo

El término de friendzone me acompaña desde la universidad, cuando algunos de mis compañeros -después de mantener varios años de amistad con la que les gustaba-, se quejaban de finalmente ella no quería tener nada más allá de esa relación de amigos.

En ese momento venían con el drama: habían sido rechazados por hipotéticos hombres que seguro las iban a tratar mucho peor que ellos.

La historia eternamente confirmada por el cine, ella no quiere al buen tío y siempre es el malote, el macho alfa, quien termina triunfando por encima de todos los demás.

amigos discutiendo friendzone

PEXELS

(¿Cómo que aún no me sigues en Instagram? Pues venga…)

Con el orgullo herido y una buena dosis de resentimiento, mis compañeros de clase ponían fin a esa amistad.

Porque claro, les resultaba demasiado doloroso seguir llevándose como amigos. Yo, por supuesto, empatizaba con su situación.

No me preguntaba cómo se sentirían ellas.

Ahora que he perdido recientemente la relación con una amiga (y sé que es un lugar que no puede ser reemplazado así como así), no dejo de darle vueltas a la otra cara de la friendzone.

La de la persona que cae en que su amigo no era tan amigo como se pensaba.

Cuando desaparece de su vida, después de no querer tener nada más, y descubre que solo estaba ahí para ver si en algún momento podían acostarse juntos.

Además del dolor que supone esa ausencia, cuyo duelo es también un proceso que se debe atravesar, poco se habla del desprestigio a la amistad por parte de la palabra friendzone.

Casi como que es una relación de segunda, un sustitutivo y no lo que supone en realidad: un vínculo que nace y se desarrolla con la atracción personal que se nutre de la comunicación íntima mutua, las aficiones comunes, la reciprocidad, la ayuda

¿Friendzone o fuckzone?

Mientras hablemos de friendzone seguiremos sin darle valor a la amistad per se y considerándola un ‘castigo’ en vez de una suerte.

Por tanto, las relaciones con las personas seguirán teniendo el único mérito de si acaban en un sexo.

Sobre esto, me gusta especialmente una publicación que hizo hace unos meses Raúl Macías (@masculinidadsubersiva a quien entrevisté aquí).

En su Instagram reflexionaba acerca del término en cuanto a que se utiliza como algo «devaluador cuando simplemente la otra persona sí da valor a la amistad y el que no la das eres tú».

«Nadie te mete en la friendzone, en la friendzone te metes tú cuando ves que no puedes follar con quien tú querías hacerlo».

Quizás es el momento de ponerle un nuevo nombre a este fenómeno y de ahí que, en vez de la friendzone, tengamos que empezar a hablar, como propone Raúl, de la fuckzone.

La ausencia de sexo en la amistad no es un fenómeno pasivo donde te ves relegado, sin poder hacer nada al respecto, a la categoría de amigo.

La verdadera categorización es la que hacen quienes te colocan, de manera activa, una etiqueta que te clasifica solo como un agujero donde meterla.

Mara Mariño

(Y también puedes seguirme en TikTokTwitter y Facebook).

Miller’s Girl, ¿de verdad hacen falta más películas de ‘lolitas’?

No ha acabado el año, pero ya podemos empezar a fantasear con 2024. 365 días, 365 oportunidades, como nos gusta recordar a quienes aún usamos Twitter (o como se llame).

Es un año donde no falta, por mi parte, la esperanza de que el mundo avance, de que el feminismo continúe imparable, de lograr más y mejor en todo, menos en feminicidios.

Y sin embargo ya me he llevado la primera decepción.

Jenna ortega Martin freeman Miller's girl

YOUTUBE

(¿Cómo que aún no me sigues en Instagram? Pues venga…)

Acaba de salirme en Youtube el trailer de que durante el próximo año se estrenará Miller’s Girl, una película de mi amadísima Jenna Ortega y mi también querido Martin Freeman.

En ella, la actriz de Miércoles se encarga por activa y por pasiva de perseguir un único objetivo: conseguir que su profesor, mucho más mayor, se enamore de ella.

Una relación donde la que la palabra «truculenta» se queda corta, si tenemos en cuenta que la estudiante tiene tan solo 17 años en el guion original (aunque en la película mencionan 18), mientras que el actor ya ha pasado los 50.

Solo se necesitan unas pocas escenas para entender de qué pie cojea. Es una historia tan vieja como el sol: ella tan madura y decidida para su edad, él víctima de una alumna que puede terminar con su carrera.

Ella seductora y dueña de su sexualidad incluso a una edad tan temprana, él intentando resistir por todos los medios y poniendo -no sin mucha eficiencia, he de decir-, algunos pobres argumentos.

Los suficientes como para que nadie le tache de asaltacunas: lo ha intentado, es ella quien no le deja en paz, quien le quiere a toda costa.

«Soy la víctima», dice el profesor en el guion de la película. «¿Ah sí? ¿La víctima de una chica de 17 años?», le responde su esposa. Para que luego, al final, él comente muy apesadumbrado que al menos su estudiante le hizo sentir que él valía algo.

Se asegura la inocencia por partida doble al mostrar un hombre blanco de mediana edad que es perjudicado de su alumna y de su esposa, la responsable de que no le hacía sentir suficiente y le llevó a fijarse en la menor.

 

Ver esta publicación en Instagram

 

Una publicación compartida de Mara Mariño (@meetingmara)

Cuando se estrene el film, habrán pasado 62 años desde que Stanley Kubrick estrenó en el cine Lolita, así que solo queda hacerse una pregunta: ¿Por qué siguen haciendo estas películas?

¿Por qué siguen apareciendo en el cine alumnas jóvenes y profesores mayores que terminan enamorándose, pero siempre son ellos quienes no tienen ningún tipo de mando sobre la situación y ellas, las femme fatale, que se aprovechan de su sexualidad para controlarles?

En mi opinión, por dos grandes motivos que no dejan de estar relacionados.

En primer lugar porque, siendo el cine cultura, es una manera de transmitir valores, creencias, tradiciones, costumbres y formas de vida que caracterizan a un grupo social.

Es decir, si aparecen este tipo de narrativas, es una forma de garantizar que estas historias se normalice más allá de la pantalla, o en otras palabras, que los hombres sigan teniendo acceso a cuerpos de mujeres jóvenes (y de lavarse las manos si lo hacen porque han intentado resistirse a su atracción, pero al final, solo son hombres).

Una manera de mantener el statu quo del que se benefician hombres como Risto Mejide o Kiko Matamoros, con sus novias cada vez más jóvenes, para que nos entendamos.

Sorprende que el hecho de que aparezca un hombre mayor asumiendo la responsabilidad de su situación de poder en un caso así, siga pareciendo de ciencia ficción.

Y ahí entra mi segundo motivo, que es aún más preocupante.

En la mayoría de casos de docentes despedidos de centros escolares, son hombres quienes llevan años valiéndose de su cercanía a las estudiantes y su posición para acosar o agredir impunemente.

Pero si lo que se convierte en la tónica habitual es el discurso de que una chica, independientemente de su edad, va buscando sexo con hombres más mayores, ¿cómo van a atreverse a hablar y denunciar esas situaciones, si han crecido con películas que las señalaban con el dedo?

¿Cómo van a esperar que las crean?

En el caso del machismo, no avanzar y seguir fomentando este tipo de discursos supone que las mujeres seguimos viviendo en un sistema que nos discrimina, así que en este caso, seguir con la misma cantinela seis décadas después, es retroceder.

Mara Mariño

(Y también puedes seguirme en TikTokTwitter y Facebook).

No solo placer, el ‘squirt’ puede provocar sentimientos encontrados

El sexo es un misterio. Hay veces que después del orgasmo más espectacular tienes ganas de llorar.

Otras que, tras compartir un momento íntimo con tu amor platónico de toda la vida te quedas como si nada o que una mirada en el transporte público te provoca una cascada de feromonas.

pareja ducha

PEXELS

(¿Cómo que aún no me sigues en Instagram? Pues venga…)

El lado mecánico de la sexualidad, ese que está ligado a la biología y funciona según estímulos, sustancias y sensaciones que el cerebro interpreta, se nos escapa.

Solo podemos conocerlo en función de la práctica, e incluso con ella, se ve afectado por nuestro sistema de creencias.

Sí, el sexo es más mental de lo que puede parecer cuando solo piensas en desnudar y desnudarte.

Esas emociones incontrolables son las que ponen la guinda al pastel de la vivencia que acabamos de tener.

¿Son de euforia, bienestar y calma? Ha sido estupendo. Pero ¿y si dejan un regusto de incomodidad, vergüenza o desconcierto?

Es algo que pasa especialmente con el squirt, el líquido que se expulsa por la uretra en momentos de gran estimulación.

Aunque podría parecer por esa idea tan instaurada por parte de la pornografía, que el squirt es algo que experimentamos todas las mujeres, no es un fenómeno universal.

Es más, para escribir este artículo me he dado cuenta de que no hay muchos datos al respecto, ya que he tenido que ir a un estudio de 1984 donde comentaban que solo un tercio de las participantes lo experimentaban.

Lo más curioso es que aunque hay quienes lo disfrutan por completo, las hay que lo viven como algo menos placentero llegando a sentir pudor o malestar al respecto.

Un reflejo físico estigmatizado

El squirt se enfrenta a tres grandes barreras. La primera es que estamos acostumbradas a controlar nuestro esfínter.

Ello implica que, incluso si en un momento de mucha estimulación sentimos esta respuesta sexual, la frenamos, por lo que sería interesante otro estudio que actualizara la información en caso de dejar que nuestros fluidos salgan libremente.

La segunda es que, ante la falta de educación sexual, hay quienes creen que están haciéndose pis -cuando técnicamente el líquido que se expulsa por la uretra contiene elementos similares a la orina, pero no es orina-.

Y por último, que la idea de bañar a su acompañante o empapar la ropa de cama, les produzca cierta tensión si no hay confianza suficiente.

A eso hay que añadir que todavía arrastramos cierta culpabilidad si ponemos nuestro placer en primer lugar.

Educadas en anteponer no solo el disfrute de la otra persona, sino en hacer una performance que creemos que es la que se espera de nosotras, tenemos que dejar de plantearnos la cama como el escenario donde mostrar lo que la mirada masculina espera.

El squirt, además de una experiencia personal, que puede ocurrir independientemente del orgasmo (hay orgasmo sin squirt y squirt sin orgasmo), es tan mecánico como puede serlo oler una pizza en el horno y empezar a salivar.

Así que, ante tanto pudor -cuyo origen no es otro que lo que puedan pensar si lo experimentamos-, dejarse llevar por la oleada de sensaciones y tirarse a la piscina.

Porque ya sabes lo que dice el refrán: «Agua que no has de beber, déjala correr».

Mara Mariño

(Y también puedes seguirme en TikTokTwitter y Facebook).

‘Para casarse’ y ‘para un buen rato’, la doble moral respecto a la sexualidad femenina

Me preguntaba hace unos días una seguidora de si podía hablar del doble rasero sobre la sexualidad femenina.

Ese que tienen los hombres y nos deja ante una disyuntiva: se critica a las mujeres sexualmente activas, pero al mismo tiempo se las desea.

mujer sexualidad hombre

PEXELS

(¿Cómo que aún no me sigues en Instagram? Pues venga…)

Una mentalidad que bien podrías pensar que se había quedado en la Edad Media, cuando ser virgen te garantizaba que tu padre pudiera entregarte a tu futuro marido.

Solo mantenerte inmaculada permitía que la patria potestad pasara a otro hombre. Y, si el esposo quería tener sexo antes, siempre podía recurrir a las prostitutas.

Han pasado muchos siglos. Pero esta diferenciación ha llegado hasta nuestros días.

Chavales que acaban de empezar la universidad se vuelven virales afirmando que las mujeres seguimos formando parte de dos categorías «las de casarse» y las de «pasar un buen rato».

Una doble moral que no se ve a la inversa, ya que nadie considera que haya etiquetas para los hombres y que en los grupos diferenciados están los de tener sexo y los que pueden ser buenos maridos.

La diferencia es que no se considera que por tener sexo se desvirtúe su persona.

Incluso aquí tiene todo el sentido del mundo la explicación que da Amelia Tiganus en La revuelta de las putas (2021): «Las mujeres nos hemos convertido en privadas vs. públicas, las que sirven a un hombre vs. las que sirven a todos los hombres, la buena vs. la mala, la que goza de reconocimiento social vs. la que sufre el estigma».

Puede que las que tienen una sexualidad más variada no se prostituyan, pero ante los ojos de quienes discriminan, no hay diferencia alguna.

Entre el odio y el deseo

Hablando desde la experiencia, nunca me han llovido tantas peticiones de quedar como cuando mi fama de ‘la guarra de la clase‘ me acompañaba. Tanto desprecio tampoco cuando luego, a lo mejor, no quería continuar más allá de un beso.

Aquello que sucedía en el microcosmos de un colegio religioso de Madrid, era un reflejo de la sociedad (y sigue siéndolo a día de hoy).

En ella se critica y juzga a las mujeres que son sexualmente activas, una concepción histórica y cultural que nos cosifica clasificándonos en función de esa arcaica idea de la pureza.

Pero, y ahí está el pero, la paradoja, el giro de tuerca, es que los hombres quieren tener sexo con esas mujeres.

Las desean precisamente por ser activas y vivir su sexualidad desde el libre disfrute, lo que se ajusta a las fantasías o expectativas masculinas de tener todos los intercambios que puedan.

Para que puedan tener a la esposa perfecta, necesitan también a la mujer fatal. Cuerpo para dar vida o para dar placer.

Te puede interesar leer: El ‘slut shaming’ o por qué se nos juzga a las mujeres por nuestra vida privada

Sobre todo porque son con las que pueden dar rienda suelta a sus deseos, ya que con mujeres conservadoras, como esas a las que tanto apelan en sus vídeos de Tiktok, no van a poder tener sexo hasta después de pasar por el altar.

Es comparable a que todos ven porno, o al menos lo consumen de forma extendida, pero no querrían que su pareja se dedicara a la industria.

¿Se puede cambiar? Me lo pregunto en ocasiones, especialmente cuando veo que las cosas no han cambiado nada en todos los años que han pasado de la doble moral que viví yo misma.

A lo mejor el cambio comienza por dejar de ver el sexo como una conquista, solo para un 50% de la población, y empezar a considerarlo como una experiencia íntima, valiosa en sí misma y placentera en igualdad de condiciones y de derecho para ambos.

Porque mientras ellos sigan siendo aplaudidos por sus conquistas, a nosotras nos seguirán cayendo piedras aunque sean metafóricas en forma de fotos nuestras editadas con IAs para desnudarnos, vídeos sexuales filtrados o los, desgraciadamente habituales, comentarios de «Puta».

Mara Mariño

(Y también puedes seguirme en TikTokTwitter y Facebook).

La limerencia o ‘enfermedad del amor’ se ceba con las mujeres (y esta es mi teoría)

Existe un fenómeno que, creo, casi todas hemos experimentado. Comienza cuando en la aplicación de conocer gente de turno (o en Instagram) haces match con alguien que te parece puro potencial.

Empezáis a hablar un poco y, cuando te quieres dar cuenta, estás enganchada a su chat. Miras si está en línea, esperas a que te conteste y cada pequeña interacción es, para ti, la prueba de que estáis hechos el uno para el otro.

«Eso es amor», piensas.

mujer teléfono

PEXELS

(¿Cómo que aún no me sigues en Instagram? Pues venga…)

Pero por desgracia, como te das cuenta más tarde, ni eran los fuegos artificiales que esperabas ni unas tristes chispas. Por ser, no era nada.

Sin embargo a ti te lo parecía todo, ¿por qué?

Tengo varias teorías que cobran todo el sentido del mundo cuando recuerdo que la experiencia de la limerencia, lo que se conoce como ‘enfermedad del amor’ (aunque suena un poco extremo), afecta en su mayoría a mujeres.

Caemos como moscas en ese estado mental involuntario -que comienza con la atracción romántica-, por quien sentimos una necesidad inexplicable de ser correspondidas.

Y que, para rematar, como toda buena fijación, idealizamos a quien está al otro lado de la pantalla.

Ya podemos estar hablando con la persona más normal del mundo, que lo veremos como el ser humano más increíble que ha pisado el planeta tierra.

Creo que el hecho de que las mujeres seamos las eternas cuidadoras, hace que soñemos con alguien a nuestro lado que nos cuide y nos quiera (lo cual nos merecemos).

Así que, ante la posibilidad de que sea con quien estamos hablando, creamos esa persona que cubra nuestros deseos.

Mis casos de limerencia no han sido muchos, pero generalmente se han dado después de llevar un tiempo soltera, cuando sentía que estaba preparada para empezar una relación de pareja.

Puede que yo lo estuviera, pero quien hablaba conmigo no se encontraba en ese punto para nada. De hecho, ni en el punto de tener los modales de contestar mis mensajes.

Después de varios días sin entrar a la aplicación, que por fin me dijera algo, era como la prueba de que esa vez sí iba a arrancar la conversación e íbamos a terminar quedando.

La distorsión de la realidad ante cualquier pequeño gesto hacia mí, empezaba a surtir efecto.

Querer que nos quieran

Al igual que los pensamientos intrusivos de que quizás había dicho algo malo o no le parecía lo bastante interesante. Aquello iba acrecentando el miedo al rechazo. ¡Y sin habernos conocido!

Pero nada de eso se lo comunicaba, como las mujeres somos educadas en no ser intensas, en no molestar y guardarnos los sentimientos, yo iba alimentando todo eso a la vez que me formaba fantasías de cómo iba a ser la cita perfecta (que nunca tendríamos) o nuestro futuro (que nunca llevaría).

Otra de las razones por las que creo que somos más susceptibles a experimentar la limerencia es porque, en el cortejo, se nos asigna el rol de la pasividad.

Esperamos eternamente en vez de tomar la iniciativa o expresar lo que queremos y salir de dudas, aunque impliquen leer algo que no queremos.

Además, en ese momento puedes llegar a sentirte muy sola porque, cuando tus amigas te dicen que estás poniendo en un pedestal a quien no conoces de nada -a ellas no les afecta el hechizo de esa distorsión de realidad-, nos sentimos incomprendidas.

No me olvido del problema que supone que, desde pequeñas, nos meten por activa y por pasiva, que lo importante es la opinión masculina, porque la validez como mujeres solo la tenemos si nos aman, si mantenemos el interés de un hombre.

Hasta el punto de que no estar en pareja es un fracaso. Sí, aunque seas Dua Lipa y hayas ganado más de 120 premios, lo que los medios resaltarán es que has perdido a un «novio guapísimo».

Si a eso le añadimos los mitos del amor romántico, que nos enseñan que incluso la persona que nos trata peor merece amor (la verdadera lección que saqué de La Bella y la Bestia), ¿cómo no vamos a montarnos la película de confiar que estamos ante alguien que nos va a hacer felices por el resto de nuestra vida?

Limerentes o no, en nuestra mano está dejar de ensalzar lo más mínimo. Y, por mucho que suene ácido, pensar que nadie es especial hasta que demuestre lo contrario.

Pero, sobre todo, mucho amor propio por ti misma, que va desde saber lo que vales hasta ver con realismo afectivo las muestras de tiempo y cariño hacia tu persona.

Mara Mariño

(Y también puedes seguirme en TikTokTwitter y Facebook).

¿Los juguetes de cristal se rompen? ¿Son higiénicos? Una experta nos resuelve las dudas más comunes

Entre sus diseños futuristas, sus potentes motores en miniatura y la cantidad de sensaciones que son capaces de despertar, se podría pensar que los juguetes sexuales son tan recientes, que apenas nos llevan acompañando los últimos 30 años.

juguetes de cristal dildo

PEXELS

(¿Cómo que aún no me sigues en Instagram? Pues venga…)

Fue en aquel episodio de Sexo en Nueva York cuando el conejito vibrador fue el primer superventas de la industria, un exitazo que solo ha llegado a igualar, años más tarde, el mundialmente conocido Satisfyer.

Pero, teniendo en cuenta que la sexualidad está ligada a la propia historia del ser humano, estos ingenios automatizados no son el comienzo, en todo caso el resultado de miles de años de evolución.

Ya en la Prehistoria, madera, piedra o brea eran algunos de los materiales utilizados para explorar el placer. Aunque analizándolos a día de hoy, estos materiales no dan mucha confianza en cuanto a higiene se refiere.

No pasa lo mismo con el que empezó a utilizarse en el año 3500 a.C. en Egipto y Mesopotamia oriental: el cristal.

De gran atractivo estético, con la posibilidad de adoptar diferentes formas, no poroso y con capacidad de soportar variaciones de temperatura, los juguetes sexuales hechos de cristal se convirtieron desde sus comienzos en creaciones artísticas muy apreciadas. Especialmente a partir del siglo XX con la aparición del Pyrex.

Actualmente, contar con un dildo de cristal en la colección de juguetes, supone además de un objeto seguro, una puerta a nuevas posibilidades en lo que a explorar la intimidad se refiere.

Megwyn White, portavoz de Satisfyer, explica por qué ha llegado hasta nuestros días el tipo de juguetes que, según la experta, ya utilizaban monjas italianas en el siglo XVII para su propio disfrute.

A nivel sensaciones, ¿qué tiene de diferente este material?
Proporcionan una experiencia sensorial única en comparación con los juguetes fabricados con otros materiales. La superficie lisa y dura del cristal ofrece una sensación táctil distinta, lo que permite una presión y estimulación más precisas. Además, el cristal se puede calentar y enfriar, lo que añade un juego de temperatura que los juguetes de silicona no pueden ofrecer tan fácilmente. Ambos tienen sus puntos fuertes y pueden ofrecer experiencias diferentes, por lo que la elección entre uno y otro suele reducirse a las preferencias personales.

Y muy importante, ¿se puede esterilizar por completo?
Sí, una de las principales ventajas de los juguetes de cristal es que pueden esterilizarse completamente, a diferencia de los juguetes fabricados con otros materiales. El cristal no es poroso, lo que significa que no absorbe bacterias ni líquidos, por lo que es una opción higiénica. Esterilizar juguetes de cristal es bastante sencillo. Pueden limpiarse fácilmente con jabón y agua tibia y son aptos para el lavavajillas. Para un nivel extra de limpieza, también puede hervirlos en agua durante aproximadamente 10 minutos, colocarlos en la rejilla superior del lavavajillas sin detergente o limpiarlos con una solución de lejía al 10% seguida de un aclarado a fondo con agua caliente. Sin embargo, es fundamental dejar que el juguete se enfríe a temperatura ambiente antes de utilizarlo si se ha hervido o blanqueado. También es aconsejable comprobar si el juguete tiene grietas o astillas antes y después de limpiarlo para garantizar su seguridad durante el uso. Es importante guardar siempre los juguetes de cristal en un lugar seguro y limpio para mantener su longevidad.

¿Estaríamos hablando de que es un juguete ideal para compartir sin el riesgo de que sea una vía de contagio de ITS?
Pueden esterilizarse completamente, como ya he mencionado, lo que reduce el riesgo de infección y los hace más seguros para compartir entre parejas, siempre que se limpien a fondo entre usos.

¿Cuáles diríais que son las reticencias del público a la hora de apostar por un juguete de cristal en vez de por uno de un material como la silicona, por poner un ejemplo?
En primer lugar, existe la idea errónea de que los juguetes de cristal pueden romperse durante su uso, lo que supone un riesgo potencial para la seguridad. Nuestros juguetes de cristal son seguros para su uso interno, ya que están fabricados con vidrio de borosilicato, que es estable e inastillable. Este potente material también es muy resistente a los agentes externos: ácidos, productos químicos, calor y frío. Casi nada puede dañarlo, por lo que también es increíblemente duradero y constituye una gran inversión de placer a largo plazo.

Te puede interesar leer: Posturas sexuales donde puedes incluir el succionador de clítoris

¿Qué ventajas tiene este material respecto a otros?
Los usuarios que prefieren una estimulación precisa suelen disfrutar de las sensaciones únicas que ofrece la dureza del material, que puede ser especialmente útil para la próstata u otras zonas sensibles. Los juguetes de cristal también son compatibles con todo tipo de lubricantes, lo que permite un juego anal más suave y placentero. Además, la superficie lisa de los juguetes de cristal garantiza una experiencia cómoda, reduciendo la fricción y facilitando la inserción y extracción. Los juguetes de cristal también pueden calentarse o enfriarse para jugar con la temperatura, lo que añade otra dimensión a la experiencia del usuario. Su peso también puede ayudar a activar y fortalecer de forma natural los músculos perivaginales y anorrectales. El fortalecimiento de estos músculos puede ayudar a mejorar el tono vaginal y el control muscular, lo que puede ayudar a aumentar la intensidad de los orgasmos.

Teniendo en cuenta que con este material no se pueden fabricar partes móviles, sino que es sólido, ¿qué consideraciones estéticas y ergonómicas influyen en el diseño?
Damos prioridad a la ergonomía y la funcionalidad en la medida de lo posible. Por ejemplo, muchos de nuestros juguetes de cristal están diseñados con opciones de doble cara, lo que permite manejarlos y utilizarlos de diversas maneras. También hemos tenido en cuenta la forma y el movimiento naturales del cuerpo humano. Nos hemos asegurado de que cada juguete tenga una forma que optimice el placer y, al mismo tiempo, resulte cómodo de sostener y usar. La superficie lisa del vidrio ofrece una amplia gama de acabados, que van del pulido al grabado, independientemente de la textura, cada pieza está elaborada por expertos para garantizar que no solo sea visualmente impresionante, sino que también ofrezca el máximo nivel de placer y comodidad.

Mara Mariño

(Y también puedes seguirme en TikTokTwitter y Facebook).