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¿Por qué nos cuesta tanto estar pendientes de nuestra salud sexual?

Hoy se celebra el Día Mundial de la Salud Sexual, algo que, si no tenemos controlado (o no vamos revisando de manera periódica) debería entrar en nuestros planes, aunque sea aprovechando este artículo como recordatorio.

Y es que según el XI Barómetro los Españoles y el Sexo de Control más de la mitad de los hombres (52,4%) nunca ha acudido al especialista y un 20% de las mujeres tampoco. Pero, ¿por qué ocurre esto?

salud sexual

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Estar pendientes de nuestra salud sexual nos cuesta por varios motivos.

El primero de todo es la falta de educación sexual. Solo el 5% de los colegios en Madrid reciben este tipo de formación, por poner un ejemplo.

Además, las charlas que recibimos (apenas dos o tres horas en toda nuestra etapa escolar) no son suficientes. Tampoco hay campañas de concienciación que, de adultos, nos sensibilicen de la importancia que tiene mantener un seguimiento de nuestra salud íntima.

Juega en contra de la salud sexual el estigma que, a día de hoy, todavía rodea este ámbito de nuestra vida. En el propio tráfico de este blog puedo comprobar cómo los artículos relativos a la salud interesan mucho menos que los que escribo de cualquier otro tema.

Y sin embargo, poner esto sobre la mesa, es decir, normalizar las conversaciones en las que podamos hablar -en caso de que nos hayamos contagiado-, sin miedo de recibir juicios o comentarios de nuestro entorno, es muy necesario.

Aunque una de las razones por las que no le prestamos suficiente atención a nuestra salud íntima es porque tendemos a confiar en que la otra persona está ‘limpia’ (cuando según el barómetro, 4 de cada 10 no conoce el estado de salud de la persona con la que se acuesta).

Esto nos lleva a relajarnos y realizar prácticas de riesgo, como el caso de utilizar el preservativo para la penetración -sigue siendo el método de barrera por excelencia-, pero no para hacer sexo oral, por ejemplo, cuando es otra vía de contagio.

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También creo que el hecho de que revisar la salud sexual dependa de cada persona, y no sea una cita periódica que te ‘salta’ como cuando en tu infancia te avisan de la renovación de las vacunas, es otra traba.

Hace que te distancies, que lo dejes en el último puesto de prioridades y termines por no buscarle un hueco en tu ajetreada rutina.

En mi experiencia, si además intentas estar más encima de tu salud íntima, no siempre te toman en serio. Si no tienes síntomas, no te suelen mandar pruebas ni mucho menos una cita con especialista.

Tienes que decir que has tenido una práctica de riesgo para que te tomen en serio. No te hacen un chequeo así porque sí y las citologías, la prueba que detecta el cáncer de cuello de útero, cada vez se distancian más años.

Pero que la Sanidad esté bajo mínimos es algo que nos está costando la salud y no debería ser así.

Además, aunque no se vea ningún cambio externo en los genitales, no significa que todo esté bien. Hay enfermedades que tardan años en dar la cara, por eso hay que ir teniendo esta cita como algo recurrente.

Diría que también nos invade una falsa sensación de seguridad en lo que a ITS se refiere. Que haya fármacos que permiten hacer vida normal incluso cuando hay una enfermedad de transmisión sexual, y no peligre la vida, hace que nos las tomemos menos en serio.

Sin embargo, aun con todas estas razones, si ya somos mayores para tener sexo, para planear un encuentro con alguien, hay que serlo para pedir cita al centro de salud e ir revisándose «los bajos», como diría mi madre.

Mara Mariño

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Casi la mitad de nosotras nos hemos sentido presionadas para no usar condón

No hay nada, repito, nada que te haga sentir peor que estar en plena faena, cuando ya solo quieres dejar de hablar y pasar a la acción sacando «tu estilo de tigresa de Bengala», como diría Alberto Gambino, que no quiera ponerse el condón.

Además, la lista de excusas es siempre directamente proporcional a las ganas que tenga de hacerlo sin protección.

mujer presionada pareja

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La más clásica es la de «Es que me aprieta y se me baja la erección», pero también tenemos «Tranquila, si estoy limpio» o «Me acostumbré haciéndolo así con mi ex».

Aunque no faltan tampoco «Solo un rato y acabo fuera», «Quiero sentirte»  o que es «alérgico al látex» (los venden sin látex, ¿eh?).

Pero cuando las escuchas, es porque ya ha salido de ti el pedir, o comentar, que igual era el momento de, antes de seguir con el curso natural de las cosas, hacer la parada de rigor en boxes para activar el método de protección.

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Por lo que recibir cualquiera de esas respuestas, que no son otra cosa que la búsqueda de hacer cambiar de idea a quien ha lanzado la pregunta, te incomoda y te hace sentir presionada a cambiar tu parecer, a hacer la vista gorda, a dejarlo pasar esta vez.

Y no es algo excepcional o raro que te pueda pasar. Según el estudio de la tienda erótica Diversual.com sobre Hábitos Sexuales, casi la mitad de las mujeres (el 46% en concreto) nos hemos sentido presionadas a no usarlo.

Ellos también, sí, pero apenas llega a un 14%.

«¿Es que no te fías de mí?»

Así que no quiero escribir sobre cómo reaccionar si en algún momento te encuentras en una situación del estilo.

Pero sí del viaje que solemos hacer ese 46% de las que tenemos enfrente a un acompañante que se resiste a una petición que nos parece lógica y prudente.

Se nos entremezcla todo, un deseo que tenemos que apagar para pensar con lucidez -y no dejarnos llevar por la impulsividad de la pasión del momento-, que viene seguido de la culpabilidad que arrastramos como mujeres.

Esa que salta a la primera de cambio porque nuestra educación ha sido la de ser amables, empáticas, la de no hacer daño o que el otro no se sienta mal.

Lo que quiero es recordar que nosotras no tenemos que gestionar nada, poner un límite a una práctica es algo que siempre se debe respetar.

Porque, de no hacerlo, es como forzar a hacer algo que no se desea.

Mires el sexo como lo mires, románticamente o no, es una forma de intimidad, de sentirse cerca de la otra persona.

Es un acto de placer, pero también de confianza porque te desnudas literalmente. Y es un acto compartido en el que la salud es siempre va a ir por delante un ego herido.

El placer no es más importante que respetar los límites marcados.

Mara Mariño

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Ni se contagia en el baño ni provoca siempre cáncer de útero: mitos y verdades del VPH

Me acuerdo de que mi madre me enseñó a hacer pis en cuclillas cada vez que quisiera usar un baño público para evitar contagiarme de enfermedades. ¿Qué cuales?

En ese momento ni lo sabía, pero yo por si acaso repetía la incómoda sentadilla.

mujer haciendo pis

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Y aunque sí las hay que se transmiten de esa forma (como por ejemplo el E. coli), la mayoría de ellas no. Y mucho menos el temido virus del papiloma humano o VPH.

Tal y como la doctora Leticia Maya explica, lo que produce este virus «es una infección. La importancia de su existencia es que se relaciona como factor causal del cáncer de cuello de útero o cérvix».

«Siendo el cáncer de cérvix el 4º más frecuente en la mujer a nivel mundial, podemos decir que si prevenimos la infección por el virus del papiloma humano estamos previniendo el cáncer», explica.

Además del mito de la taza del wáter y el riesgo de contagiarse, hay mucho que no sabemos de este virus, empezando por la manera de contraerlo, las variedades que hay o si existe cura.

La ginecóloga nos lo cuenta y nos da los tips para cuidar de nuestra salud sexual.

«Hay unos 150 variedades diferentes, de los cuales, aproximadamente 40 se transmiten por contacto sexual afectando a piel y mucosas anogenital pero también de cavidad oral y tracto respiratorio superior de mujeres y hombres. Se diferencian en función de su capacidad de generar un cáncer en bajo y alto riesgo, siendo los tipos 16 y 18 los responsables del 70% de los cánceres de cérvix a nivel mundial» explica.

Los tres tipos de vacunas: «Bivalente (protege frente a dos tipos), tetravalente (frente a 4) y nonavalente frente a 9» nos protegerían del 16-18%.

«La tetravalente y nonavalente añaden además el HPV 6 y 11 responsable de la mayoría de verrugas genitales o condilomas. La nonavalente incluye otros tipos de HPV de alto riesgo, protegiéndote del 90%», de ahí que sea fundamental vacunarse.

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Pero, ¿debemos hacerlo hombres y mujeres o solo nosotras? Y, ¿cuándo hacerlo?

«Lo ideal sería vacunarnos antes de exponernos al virus, es decir, antes de mantener relaciones sexuales, pues es un tratamiento preventivo. En España, la vacuna está incluida en el calendario vacunal para todos los adolescentes a los 12 años. De hecho, la vacunación a varones se deberá incorporar en todas las comunidades autónomas antes del 2024.»

Aunque también las mujeres mayores de 25 años «pueden beneficiarse de la vacunación frente a VPH, independientemente de si presentan infección por algún tipo de VPH», así que como la doctora recomienda, lo mejor es vacunarnos aunque hayamos mantenido relaciones sexuales.

¿Cómo se da el contagio?

Como la doctora Leticia Maya aclara, el miedo a que el virus esté agazapado en la taza de un urinario, es infundado.

«Se contagia por contacto sexual. Por tanto, haciendo únicamente pis en un baño no se contagia. Si en el baño hemos hecho más cosas que pis, quizás si», especifica.

Y, aún en el caso de contraer el virus, no significa que el cáncer de útero vaya a desarrollarse.

«La infección por el VPH es la infección de transmisión sexual más frecuente a nivel mundial afectando al 75% de mujeres y 80% de los hombres sexualmente activos. Aproximadamente el 90% son infecciones transitorias que se resuelven en el transcurso de unos 2 años, es decir, eliminamos el virus sin necesidad de tratamiento gracias a nuestra inmunidad», declara.

«Sin embargo, un 10% tendrán una infección que persista más de estos dos años y sean los que tienen mayor riesgo de cáncer de cérvix, por tanto, los que tendremos que vigilar de cerca».

Y, para ello, estar pendiente de los síntomas es algo fundamental. Un detalle más complicado cuando se puede ser portador asintomático.

«Tanto la mujer como el hombre pueden ser portadores asintomáticos y transmisores de la infección por contacto sexual», explica.

Aunque «verrugas genitales (aunque sea infección por VPH de bajo riesgo, suele estar asociado a los de alto riesgo, y por tanto se recomienda investigar), otras infecciones de transmisión sexual o si hace años que no nos hacemos una citología y presentamos sangrado con las relaciones sexuales» son buenas razones para que nos vean, ya que pueden ser, entre otros, algunos síntomas.

Mara Mariño

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¿Por qué ahora las llamamos ‘ITS’ y no ‘ETS’?

Quienes tuvimos educación sexual, aprendimos rápido las tres letras que más nos iban a marcar la vida íntima desde aquel momento: una «E», una «T» y una «S», las siglas de Enfermedades de Transmisión Sexual.

preservativo protección sexual

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Daba igual qué quisiéramos poner en práctica en la cama.

Casi todas, parecían focos de contagio de enfermedades que, no sabíamos muy bien qué eran, pero sonaban terribles: gonorrea, clamidia, virus del papiloma humano, herpes…

Años más tarde, tanto en la comunidad médica como entre expertas en sexología, empezaron a usar cambiar «enfermedades» por «infecciones».

Es decir, en vez de ETS, ahora tenemos que hablar de infecciones de transmisión sexual. Pero, ¿a qué viene este cambio?

Por un lado, el objetivo de este cambio era alejarse del estigma que arrastra haberse contagiado.

Gracias a los tratamientos médicos, se puede vivir con las enfermedades y llevar una vida sexual normal.

También hablamos de ITS porque también se contempla a las personas que quedan infectadas, pero no muestran síntomas, que serían las que tienen la infección pero no la enfermedad, como Ellie en The Last of Us.

Al no tener síntomas, una infección es más difícil de diagnosticar, lo que hace que esa persona sea un foco de contagio y a su vez pueda hacer que otras personas se infecten (e incluso algunas terminen desarrollando la enfermedad).

Un ejemplo de esto es el herpes genital que, en cuanto desaparece el brote, no hay manera visible de saber si esa persona se ha contagiado.

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Ahora que ya está clara la diferenciación entre infecciones y enfermedades, la conclusión es que el objetivo es cuidar siempre nuestra salud sexual, sin dejarla en manos de que alguien nos diga que «es muy limpio» o que confiemos en su palabra, que no tiene nada.

Sin unas pruebas médicas recientes, no vamos a tener la garantía del estado de la otra persona (y hay que recordar que esto tampoco es 100% fiable porque hay enfermedades que tardan meses en ‘dar la cara’).

Por esa razón, solo usar métodos de protección en el sexo puede garantizarnos la seguridad de cuidar nuestra salud.

Y sí, eso incluye todo lo que implique no solo contacto entre fluidos como el semen o el flujo vaginal, sino también la saliva.

Por lo que el preservativo y las barreras orales de látex serían los dos sistemas que garantizarían que, independientemente de lo que hagamos (penetración vaginal, sexo anal, cunnilingus…), no haya riesgo de contagio.

Mara Mariño

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‘El 80% de los hombres no sabe cuál es su talla de preservativo’

La educación sexual de hace 15 años, respecto a la que tenemos ahora, no ha cambiado mucho, nos explican profesionales del sector en la mesa redonda Talk’n’Sex organizada por Durex este jueves.

Un encuentro en el que revelan que en todo ese tiempo, la pregunta que más reciben sobre los preservativos es la misma: «¿Cómo saber cuál es mi talla?».

pareja hombres

DÚREX

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Y esta es una información vital, ya que, como recuerdan, las primeras experiencias van a condicionar nuestra vida sexual de una manera que no imaginamos.

Si la relación que hay con los métodos de barrera es de frustración, agobio o desconocimiento a la hora de usarlo, ¿cómo esperar que el uso del preservativo no disminuya como está sucediendo en la franja de edad de entre 18 y 24 años?

Como Andreína Quiñones, Senior Brand Manager de Durex, comenta: «El 80% de los hombres no sabe cuál es su talla o que existen diferentes tallas de preservativos».

Sería ideal que, como nosotras al llegar a la adolescencia, escoger talla de sujetador fuera tan fácil como medirse el contorno, buscar esas medidas en la etiqueta y probar encima de la ropa diferentes copas, para ver si somos A, B o C.

Por el tipo de producto que son los preservativos, de esta manera no puede hacerse (sería raro llegar a la farmacia y empezar a probarlos a ver cuál es el que más cómodo resulta).

Pero quizás un primer paso sería popularizar medir la circunferencia del pene -una vez está en erección- para dar con la talla, en vez de hablar de diferentes tamaños como ‘regular’ o ‘grande’ en abstracto.

Para José Alberto Medina, sexólogo que he entrevistado en otras ocasiones aquí y otro de los invitados a la mesa redonda -ya que es uno de los divulgadores en el perfil de TikTok de la marca de preservativos-, esta solución sería una manera más de naturalizar la sexualidad.

«Medirse la copa no ha tenido el matiz sexual que sí tiene medir el pene», comenta en lo relativo a los mitos o bromas que rodean la longitud, dato que aún hay quienes relacionan erróneamente con el placer.

La solución, según el experto, podría pasar por normalizar «la diversidad en cuanto a los diferentes tamaños de los genitales, que medirlo no sea visto como potencial erótico, sino la medida a tener en cuenta a la hora de escoger tamaño».

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Para Francisca Molinero, presidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología (FESS), «el preservativo se debería utilizar en las primeras experiencias en solitario para coger confianza».

La profesional explica que es clave «perderle el miedo para que no resulte un problema a la hora de utilizarlo con otra persona».

Facilitar las cosas y ponerle fin a todas esas dudas sería de lo que se ha encargado Durex con el lanzamiento de su Fitlab: una caja de tres tamaños de preservativos -con indicaciones de cómo deben usarse-, para averiguar la talla correcta y dar con el producto ideal.

El original sistema, que ya estaría a la venta, sería el primer ‘probador íntimo’ masculino.

La conclusión final de los tres expertos es que, lo que resulta indiscutible, es el uso de métodos de barrera, porque, como apunta José Alberto Medina al final del encuentro: «las ITS no entienden de colectivos, sino de prácticas de riesgo».

Mara Mariño

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Así son las láminas para hacer sexo oral (igual de placentero) sin el riesgo de contagiarte nada

Diría que no nos falta concienciación sobre el sexo seguro (gracias, Chenoa) cada vez que vamos la penetración entra en escena.

Pero creo que, en todas las demás prácticas, nos tomamos las cosas con calma o nos preocupa menos pillar algo.

Y eso explicaría también el repunte de enfermedades de transmisión sexual.

pareja beso lengua oral

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A modo de breve repaso de educación sexual, sí, por desgracia todo lo que implique contacto entre mucosas -todas las del cuerpo-, es también un foco de contagio.

Estoy hablando de la vulva, el ano, la boca, y por supuesto, el pene.

Tratándose del último de la lista, el condón nos hace el apaño ya se trate de meter o de chupar , pero ¿y para todo lo demás?

Pues bien, yo había oido hablar -en su momento-, de las láminas de látex, que supuestamente sirven para el resto de zonas del cuerpo.

Pero no me había dado por probarlas hasta que empecé a escribir este espacio.

Así empezó mi aventura de buscar ‘métodos de barrera para poder tener sexo oral en vulva y ano’ o, como iba diciendo por las farmacias «¿Tenéis láminas de látex para comer culos y vulvas?».

En realidad no lo hice así, pero habría sido mucho más divertido.

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En algunos sitios me miraron raro, en otros nunca habían oído hablar del tema y ni sabían que eso existía.

Mientras tanto, las cajas de profilácticos se encontraban bien a la vista y a mano en los estantes.

Pero nada, las láminas que os comento no se venden en farmacia. O al menos en las tres que pregunté.

Está claro que, la protección más allá del pene, en el sexo oral, es algo secundario hasta en las redes de distribución oficiales.

Finalmente las encontré en una tienda erótica, bien resguardadas en una vitrina junto a juguetes sexuales, dados y lubricantes.

No, no fue fácil encontrarlas, primer inconveniente a la hora de querer usarlas. Pero una vez en mi poder, confiaba en que todo se volvería más sencillo.

Cómo funciona el sistema

Las láminas son lo que se anuncian en el reverso de la caja, no hay trampa ni cartón: ‘hojas’ finas rectangulares de látex sin ningún tipo de lubricante o adhesivo, que se colocan donde quieras y se usan para lamer la zona por encima de la lámina.

100% protectoras a la hora de evitar contagiarte donde quiera que metas la lengua y 0% de publicidad engañosa, lo que lees (en la caja) es lo que hay.

Porque tampoco hay ninguna imagen que acompañe. Una vez las abres sí que encuentras dentro un papelito donde te explican cómo se colocan y qué no deberías usar junto a ellas (lubricante de base oleosa).

Aquí quiero destacar el hecho de que, una vez desplegadas, no olieran a globo, algo que sí pasa con los condones.

Fue un alivio, es un olor que me produce náuseas. Las que compré tenían un perfume como a chocolate blanco.

Pero el problema es que siendo tan anchas, una vez estás en faena con la boca ocupada, te cubren la nariz cuando respiras por ella, taponándote los agujeros de lo ligero que es el látex de la lámina.

Otro obstáculo a tener en cuenta. Pero después de haberlo probado, no son todo desventajas.

Puedo confirmar que es mucho más cómoda cuando se trata de quien la disfruta, que para quien la está utilizando para ejecutar el cunnilingus o el annilingus.

La lengua se queda un poco tirante al terminar (algo que igual usando un lubricante a base de agua no sucede, pero yo lo probé tal cual venía en la cajita).

Puede ser porque hay que aplicar algo más fuerza para que la otra persona tenga la misma sensación que si la lámina no estuviera de por medio, que sí hace un poco de resistencia que si no hubiera nada.

Es parecido a cuando te la quemas por haber comido algo muy caliente, pero se termina pasando.

¿Mismo placer?

Respecto a las sensaciones de que te coman con eso puesto, diría que es como cuando te estimulan por encima de la ropa interior.

Sí, se nota ligeramente que hay algo entre tu piel y la lengua, pero la impresión es igual de placentera y se puede llegar de la misma manera al orgasmo.

Mi conclusión es que es una buena idea para practicar sexo oral de manera segura, pero no termina de salir a cuenta (al menos en el aspecto económico).

Para que el uso del producto se volviera más frecuente, deberíamos empezar a acostumbrarnos a tirar de lámina cuando practicamos sexo oral con una persona nueva (que sería lo suyo).

Quiero pensar que, en ese futuro hipotético, la alta demanda haría que las láminas se popularizaran, lo que lograría que llegaran a más puntos de venta cercanos -farmacias incluidas- y, finalmente que su precio bajara.

Porque tenemos que hablar de que, por la friolera de 7 eurazos, te venían solo 2 unidades. Te sale el cunnilingus o annilingus a 3,50 €.

Hay que tener en cuenta que, con las marcas más famosas de condones, la unidad de preservativo cuesta menos de 50 céntimos.

Esto significa que es mucho más rentable comprar una caja de estos, cortar la punta con unas tijeras, hacer otra incisión vertical para que tenga la misma forma rectangular, y hacer el apaño.

Pero eso ya es una decisión personal. Lo que no deberíamos plantearnos es si usar o no un método de barrera cuando bajamos al pilón, que hay mucha infección suelta (y a veces quien la porta ni lo sabe).

Mara Mariño

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Estos condones sin látex son como no llevar nada (y lo he comprobado de primera mano)

Al considerarme bastante contraria a los métodos anticonceptivos hormonales, durante toda mi vida sexual he ido acompañada de los fieles condones.

Más de una década teniendo sexo y nunca me han decepcionado.

Sin embargo admito que no todo son ventajas. Lo de tener que comprobar que esté bien puesto, el miedo de que no se rompa o el momento de «deja deja, ya voy yo a buscarlo», son las pocas pegas que les pondría.

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No fue hasta que me llegó la recomendación de una amiga que descubrí que había otras opciones dentro del mundo de los condones (y no me refiero a los de sabores).

«Tienes que probar los que no llevan látex, son una pasada. Como no llevar nada«.

Así que los probé y tanto mi pareja como yo decidimos que eran mucho mejores que los que estábamos usando, de marcas convencionales.

No solo resultaban más cómodos, sino que al tacto eran más similares a la piel que al plástico, que es a lo que suelen recordar los preservativos más populares.

Pero, ¿por qué mis relaciones se sentían tan distintas si al final eran solo condones? ¿Tanto puede cambiar la experiencia el material del que están hechos?

Giorgia Moscatelli, representante de SKYN, la firma de condones sin látex, me confirma que lo revolucionario de sus condones «es el poliisopreno, que hace que sean más suaves y den una sensación más natural».

Como es mi caso, no es imprescindible tener alergia al látex para disfrutarlos: «Como mejoran las sensaciones, son perfectos para quienes quieran sentir todo«, afirma la portavoz.

«Su resistencia ante cualquier roto hacen que sean más estirables y resistentes«, así que olvídate de lo de comprobar cada poco tiempo que está bien puesto e intacto.

Otro punto a favor es que no huelen ni saben como los convencionales, el olor es diferente, pero en cualquier caso «más discreto», dice Giorgia Moscatelli.

Yendo a algo que no podemos pasar por alto cuando se trata de comprar, es el precio. ¿Son más caros los que no llevan látex de los convencionales?

En el caso de los que produce SKYN sí hay una pequeña diferencia a la hora de hacerse con ellos.

Pero también es cierto que no es nada descabellado y, como reciente usuaria, sí que creo que merece la pena tanto por la seguridad de que no van a romperse, como por la textura.

Y ya que están empezando a llegar al mercado español, se pueden encontrar en Carrefour, comprar por Glovo o incluso por Amazon.

«Nuestro objetivo no es solo llegar a las personas que usan condones, también a quienes optan por otros métodos anticonceptivos que descartan los condones por la falta de sensibilidad. Los de SKYN son el equilibrio perfecto entre seguridad y sensaciones«, dice Giorgia.

A la hora de utilizarlos, debemos tener las mismas precauciones que ya conocemos. Según la representante de la firma: «extraer el condón del paquete sin arañarlo. Apretar la punta del preservativo para sacar el aire antes de colocarlo y no usar lubricantes de base oleosa ya que pueden dañar el material».

Aquellos que sean de base acuosa o silicona, en cambio, funcionarán a las mil maravillas. Y para conservarlos, nada como guardarlos lejos de la luz del sol sin que pasen por temperaturas más extremas.

Bien cuidados, pueden aguantar entre tres y cinco años (pero van a gustarte tanto que seguro que los acabas usando antes).

Duquesa Doslabios.

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El verano del sexo: qué consejo te daría tu mejor amiga

A cada gran crisis le sigue una época de derroche y desenfreno. Y el verano de 2021 parece ser el culmen de la época Covid.

Culparemos a la pandemia, a los meses encerrados, a las mascarillas constantes y a la imposición de la distancia forzada de una única cosa: las ganas extremas de sexo.

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Y ya fundiendo el swipe right cabe preguntarse cómo gestionar la electricidad de este año de revolución sexual.

El tiempo para pensar cómo hacer las cosas de forma diferente o cómo se iba a aprovechar para compensar las oportunidades perdidas.

Imposible dejar de pensar en sexo en el momento en el que los juguetes han experimentado un repunte en ventas llegando a batir récords.

Solo queda preguntarse qué buscar. Qué conexiones crear, si ir a la meramente sexual, si buscar intimidad física y amistad o igual atreverse a por algo más.

En el verano que, según los expertos, se cocerá una ola de ETS –que descubriremos a la vuelta del nuevo curso-, es el momento de hacer las cosas con cabeza.

De evitar que la emoción del momento nos haga poner en riesgo la salud por mucho que tengamos la sensación de estar ya en los minutos de descuento.

Así que, ante la falta de métodos de protección, mejor buscar alternativas libres de contagio (de cualquier tipo).

Siempre nos quedará como opción recurrir a esos juguetes que nos acompañaron en el aislamiento u optar por jugar con las manos.

Porque hay cosas más importantes que dejarnos la precaución en 2020.

Duquesa Doslabios.

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Condones de sabores: ¿sirven solo para practicar sexo oral?

Una de mis amigas no deja que su novio le practique sexo oral por considerar que el olor de su flujo era demasiado fuerte (según ella).

Y aunque yo le dejé claro que estaba segura de que su entrepierna olía a lo que tenía que oler, es algo que no ha conseguido superar.

Personalmente, soy partidaria de que aceptemos y disfrutemos del cuerpo tal cual. Pero bien para casos como el de mi amiga o por añadirle variedad a nuestra vida íntima, existen alternativas.

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El lubricante de sabores -si lo pruebas con base de agua no solo resulta menos pegajoso, sino que encima lo puedes utilizar para tener sexo anal- es uno de los más populares.

Otra opción son los condones de sabores, que van desde las frutas a la menta o incluso algunos pasando por el chocolate.

Con el objetivo de hacer de una relación una experiencia a medio camino entre el placer físico y el gastronómico, solo queda una duda por resolver.

¿Después de chuparlo y rechuparlo, se puede usar para algo más o es solo para el sexo oral?

Depende de cada marca. Mientras que hay algunas cuyos condones de sabores se pueden utilizar para todo tipo de prácticas, otras recomiendan cambiarlo por uno nuevo.

La excepción a la norma serían aquellos preservativos que incluyen sustancias que retrasan la eyaculación y pueden llegar a adormecer la boca.

También en la lista negra de condones que es mejor no pasar por la boca son aquellos con efecto calor, ya que el lubricante termogénico puede llegar a ser molesto en una zona tan sensible.

Los demás lubricantes con sabor son seguros tanto si se ingieren como si entran en contacto con la mucosa de la vagina o del ano siempre y cuando no contengan azúcares, que es lo que puede provocar infecciones.

Y por último, nada de pegarle un bocado al preservativo ya que están hechos a base de látex o de caucho natural.

Ante la duda, tómate un minuto para leer con atención la caja. Mejor eso que estar unos días más tarde con hongos por no haberle echado un vistazo a las recomendaciones.

Duquesa Doslabios.

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Por qué no deberías reciclar nunca un condón (aunque solo lo hayas usado un rato)

Aunque la mayoría de las historias que os suelo contar son vivencias propias, la de hoy no me pasó a mí (por suerte), pero sí a una de mis amigas.

El panorama era el siguiente: había invitado a aquel chico a casa. Teniendo en cuenta los horarios de repartos a domicilio de cena, pidieron algo de comida y se dispusieron a matar el tiempo con otros asuntos.

Aquello fue in crescendo y, al poco, estaban en el clásico ‘magreo interruptus’ de a ver cuál de los dos era el que se levantaba de la cama a por los condones.

SKYN USA

Le tocó a él y mi amiga se quedó esperando. No hace falta que entre en detalles de lo que pasó a continuación, más allá de que cuando llegó el pedido con la cena, tuvieron que dejar sus asuntos pendientes a medias.

Hay dos tipos de personas, las que son capaces de aguantar el hambre por la pasión del momento y las que -una vez hay comida-, lo demás desaparece del mapa y el estómago manda.

Ellos eran del segundo tipo, así que dijeron de retomarlo después de cargar fuerzas. Cuál fue la sorpresa de mi amiga cuando, otra vez en materia, su invitado se puso a buscar el condón anterior para usarlo otra vez.

Yo no estaba allí, pero me imagino perfectamente la cara de asco de mi amiga hasta el punto de que él le preguntó extrañado que qué tenía de malo si no había llegado a correrse.

Clásico problema de falta de educación sexual: relacionar el preservativo con la barrera de protección ante el embarazo y nada más.

Pero incluso aunque esa fuera su única función en un maravilloso mundo en el que no existieran las enfermedades de transmisión sexual, tampoco se podría reciclar.

Al extenderlo para colocarlo y darle uso, hemos gastado la vida útil del condón, como cuando cortamos un trozo de papel higiénico y nos limpiamos, nadie se planetaría volver a usarlo.

Aunque hayan pasado solo unos minutos, es mejor coger otro que usar el mismo ya que pierde efectividad.

¿Te imaginas colocarlo una vez desenrollado? Se resbalaría y no habría forma de que quedara tan bien puesto como al principio.

Y eso es algo que se traduce en que podría haber fugas por no aislar el pene por completo y hasta romperse.

Si uno de los dos tiene una enfermedad venérea, es el perfecto caldo de cultivo para que cualquiera pille algo por los restos de fluidos de la otra persona.

Vamos a asumir desde ahora que el preservativo no es la bolsa del supermercado y hoy puedes ir a por el pan y mañana a por pescado.

Podemos ahorrar en salir con los amigos, en ir al cine o en comprar ropa, pero no en salud sexual. Y, si no nos da para una caja de condones, mejor no hacer nada. Hay un montón de vías alternativas igual de placenteras que te animo a explorar.

(Aunque plantéatelas si realmente te compensan si das con una persona tan cutre como la que se encontró mi amiga).

Duquesa Doslabios.

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