Archivo de la categoría ‘anilingus’

Y así fue como el anilingus dejó de darte vergüenza

Si me preguntas cuándo me quedé más cortada, la vez que me dijeron que querían comerme el culo o la que me pidieron que lo hiciera yo, diría que la primera.

Y es que, por mucho que te dediques a la limpieza de la zona, nunca las tienes todas contigo de que aquello esté como para recibir la visita de una lengua.

SAVAGE X FENTY

O al menos, eso es lo que siempre me ha echado para atrás.

Pero bueno, no hay problema. Con vergüenza ni se come ni se almuerza, que dice el refrán, así que me ha tocado perderla.

Al menos no tengo el estigma que aprieta a más de uno de que dejar que le coman el culo (y disfrutarlo) es algo poco masculino.

Que el placer anal es solo para disfrutar si eres homosexual, es otro mito del beso negro que toca desterrar en 2022.

Si todos tenemos culo, aprovechémoslo para pasarlo bien.

No quiero volver a ver en una reunión con amigos a los que bajan la mirada si pregunto que por qué no se dejan hacer un anilingus.

Hay quien puede sacar el tema de las bacterias, que por mucho que no se vean, pululan por la zona. Que entre eso o que hay pelo, es poco higiénico.

Vale que puedes depilarte los cuatro (o cuatrocientos) pelos o utilizar un enema si eso te tranquiliza, pero piensa que quien quiere bajar sabe a dónde está yendo de paseo. 

Con agua y jabón de por medio no necesitas montar un puesto de desinfección. También basta con no ir con la boca a cualquier sitio después de la cata anal.

Abrirte de piernas para poner tu culo en bandeja, no significa que des luz verde a que te la metan por detrás.

Una cosa no tiene por qué implicar la otra. Así que si es algo que te preocupa, háblalo antes de empezar.

Te puede interesar: ¿Conoces el ‘pegging’? Nosotras se la metemos a ellos por detrás

Y si por lo que sea te ha pillado un día con dolor de tripa, diarrea o simplemente estás hinchada de la regla y no te apetece jugártela a la ruleta rusa del gas, déjalo para otra ocasión y fuera.

Es una experiencia al límite entre el morbo y el pudor de sentirte expuesta.

Pero vale la pena desprenderse de todo por la oleada eléctrica que te recorre cuando dos manos abren las nalgas para franquearle la entrada a un lametazo.

Duquesa Doslabios.
(Ya puedes seguirme en Twitter y Facebook).