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¿Tu pareja se siente mal si no llegas al orgasmo?

Que una de las consultas que más recibo como sexóloga sea sobre la dificultad a la hora de llegar al orgasmo, me da mucho en qué pensar.

Es un momento genial, te lo compro, una descarga de tensiones que sacude todo el cuerpo seguida de una cascada de hormonas que te dejan sintiéndote mejor que después de un baño en la piscina un día de mucho calor.

Pero en la mayoría de los casos, si cuesta no es por una cuestión física, por «estar mal hecha», como he llegado a escuchar, suele ser por la cabeza o lo que nos pasa por ella.

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Las causas psicológicas son las responsables -en la mayoría de las ocasiones-, cuando las fases de la respuesta sexual sufren una interrupción, quedándose estancadas en la meseta.

Pero el motivo de que cuando sucede esto, genere tanto agobio es porque hay quienes viven el sexo en pareja como una esfera donde tienen que cumplir ciertas expectativas y sienten que fallan en caso de no conseguir hacer alcanzar ese punto de excitación a la otra persona.

Como experta puedo decir que es muy bonito y sano que exista esa responsabilidad de dar placer con quien compartimos intimidad, habla de que nos preocupa el disfrute más allá del nuestro.

Pero hay una línea entre que se mantenga la reciprocidad y que, sí o sí, nos obsesionemos con conseguir el orgasmo ajeno.

Incluso personas que pueden tener problemas en alcanzar el clímax -aunque no me gusta decir problemas porque normalmente suele ser que necesitan sus tiempos y estimulaciones- y lo han hablado largo y tendido con su pareja, se agobian si ven que esta se preocupa por sentir que es su culpa.

Porque la primera idea que se tiene al respecto es una cuestión de falta de atracción o que no lo están haciendo bien (aunque no sea cierto).

Es decir, que en vez de ver una vivencia sexual por disfrutar de un momento de placer, se añaden todas estas presiones que, aunque no se mencionen en alto, pasan factura y, a su vez, alejan más y más el orgasmo. La pescadilla que se muerde la cola.

¿Cómo hacérselo entender a la otra persona?

Según un estudio realizado en el año 2018 por psicólogos de la Universidad de Indiana, entre el 10 y el 40% de las mujeres entrevistadas dijeron tener dificultad o incapacidad para llegar al orgasmo.

Y, en 2023, uno de los mismos investigadores, quiso comprobar lo mismo en el caso de los hombres y el porcentaje oscilaba entre el 5 y el 10%.

Dentro de que son variadas las razones por las que puede deberse, la conclusión es la misma: hay personas cuyos juegos sexuales no van a incluir un orgasmo y eso está bien así.

El orgasmo no es una meta, ni una casilla que debemos marcar con una cruz, tampoco mide la satisfacción de la relación sexual ni de nuestra relación en general.

Estando en una sociedad tan sexualizada, donde la mayoría estamos en relación monógama y tenemos vínculo afectivo y sexual con una sola persona, sé que cuesta no caer en la falsa idea que fallas a tu pareja o eres mal amante, pero no es así.

Es más, si se vive el terreno íntimo para lograr la sensación de validación de la otra persona, y después de un encuentro llegan reproches y discusiones, se puede empeorar aún más la situación hasta el punto de que puede derivar en no querer más encuentros sexuales.

Incluso quienes, con la mejor de las intenciones, se toman ese orgasmo escurridizo como un desafío que deben superar a toda costa, también pueden aumentar esa presión de forma indirecta.

Así que, mi consejo, es sentarse y tener una conversación donde se pueda hablar largo y tendido de las cosas que atraen de la pareja, lo que más gusta de compartir esos ratos de disfrute y de qué manera se puede hacer de la experiencia algo menos exigente y más sensorial.

Con este refuerzo positivo os recordaréis que el placer en el sexo tiene valor como experiencia y no como meta.

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‘Ver porno no hace daño a nadie’… O eso queremos creer

No sé cómo empezar este artículo. Aparentemente, uno más sobre el porno, solo que para nada parecido a los demás.

Está siendo uno de los temas candentes de 2024 por la Cartera Digital Beta, el sistema de acreditar la mayoría de edad que pretende mantener a los menores de las páginas de adultos.

Y por muy bien que me parece salvaguardar la sensibilidad a edades tempranas, ¿quién protege a quienes están dentro de la industria?

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Cuando ves documentales -pagados por empresas del sector productoras de vídeos, por supuesto- acerca de las bambalinas del cine para adultos, parece el trabajo ideal.

Recibir dinero por recibir placer, una jornada flexible, fuera de las aburridas oficinas que además te permite rodearte de gente guapísima.

«La mayoría del tiempo estoy en mi habitación haciendo vídeos cortitos», comentaba entre risas una de las jovencísimas actrices. «Si no fuera por el porno, no estaría viva, dice otra».

Dinero, disfrute, vida y muerte. Un añadido a la combinación que, circunstancialmente, no aparece en esas docuseries que emiten las grandes plataformas de streaming.

El desenlace de las estrellas de la industria parece suscitar menos interés que los vídeos de pocos minutos que protagonizan. Quizás fue eso lo que me motivó a investigar al respecto.

¿Cómo es ese punto final?

En internet encontré un recopilatorio de las estrellas del cine adulto que habían fallecido entre los años 2016 y 2024, una franja de 8 años donde el número de decesos se eleva a 32.

Las cifras empiezan a hablar por sí solas cuando, de esas 32 muertes, 3 son de actores porno, las 29 restantes de mujeres.

Quizás aquí, las personas más escépticas, pueden alegar que se trata de una casualidad y punto. Pero si voy a las causas del fallecimiento, hay una gran diferencia según el sexo de los pornstars.

De los 3 actores, uno murió en un accidente, otro por una neumonía y el más mayor, por cáncer.

De las actrices, el 41,4% murió por sobredosis y un 17,2% por suicidio. ¿Seguimos pensando que es casualidad y no incidencia directa de la pornografía?

La evolución de la pornografía hacia la violencia

Poco o nada tiene que ver el porno de los años 70 u 80 con el actual. Internet ha propiciado una industria que cada vez necesita renovar sus contenidos a la velocidad del clic, no como antes, que una cinta VHS tenía varias vidas y pasaba por varias manos en el videoclub hasta quedar desfasada.

Ahora son imprescindibles las caras nuevas para jugar con la originalidad y seguir estimulando un centro de recompensas cerebral que se acostumbra rápidamente a lo que ve en la pantalla.

Y además de nuevas, jóvenes, ya que «adolescente» es la palabra más mencionada en los títulos de los vídeos -según datos del Internet Adult Film Database en 2021-, aunque «hija», «hermana» y «colegiala», también están en el top 15.

Por eso no es de extrañar que la edad a la que una mujer entra al porno sean 22 años, que es tan solo cinco años menos que la media de edad de las actrices porno que optaron por quitarse la vida entre 2016 y 2024.

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En cambio, la media de edad de las que fallecen por sobredosis es de 29 años y medio y que los nuevos requisitos de la industria pasen por encajar violencia física en el set.

«Los chicos te están dando puñetazos en la cara. Te destrozan. Tus entrañas pueden salir de ti. Es interminable. Te ven como un objeto, no como un ser humano con espíritu. La gente consume drogas porque no pueden soportar la forma en que los tratan», afirmaba la exactriz Tanya Burlerson.

Una serie de agresiones a las que se suma la extenuación física de los rodajes intensivos durante varias horas y días seguidos para abaratar costes de producción, para los que se recurriría a estas sustancias que ayudan a evadirse del dolor, y que tienen estas consecuencias poco conocidas.

A esto hay que sumarle que de esas 29 mujeres, una fue asesinada, 3 murieron en un accidente cuyas circunstancias son un misterio y de otras 3 de ellas, el motivo de la muerte se desconoce.

Creo que tampoco es casualidad que cada vez que hablen actrices porno sobre su pasado, hablen de problemas de salud mental, de lesiones que nunca se han llegado a curar, de esas adicciones, de bullying en redes sociales, de estrés postraumático

Así que para la próxima vez que alguien vaya a decir que ver porno no hace daño a nadie, espero que piense en este artículo y en que con su visita, sus clics a cualquier web de pornografía, está apoyando una industria responsable del fin de muchas vidas.

Yo ya me quité el porno hace tiempo, lo que no consigo quitarme es el mal cuerpo de seguir leyendo estos datos.

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‘Sleep divorce’, dormir separados por el calor… Y por la relación

Por primera vez desde que estoy con mi pareja, ha llegado algo más fuerte que nos ha separado: el verano.

O más bien, las altísimas temperaturas que, sumadas a vivir en Madrid, nos han llevado a tomar la decisión de probar a dormir separados.

Las dos primeras noches nos atenazaba la culpa y la preocupación. ¿Era una señal de que no estábamos como antes? ¿Habíamos perdido puntos como pareja por priorizar el descanso?

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Después de esas 48 horas, no teníamos dudas: había sido la mejor de las decisiones y hasta se lo comentamos a algunos amigos, que en ningún momento nos miraron como si estuviéramos al borde de la ruptura, por suerte.

Es más, con la nueva calidad del sueño nos notábamos descansados y de mejor humor.

Lo que no le contamos a nuestros amigos, es que seguíamos nuestra ‘rutina’ de buenas noches, es decir, dedicar unos minutos antes de irnos a dormir a darle las gracias a la otra persona por algo que hubiera hecho.

Nuestra forma de mostrar gratitud por las pequeñas cosas y terminar el día con buen pie.

Y también mantenemos la rutina de las mañanas, que suelen ser unos minutos de mimos y un café en la cama a quien le cuesta más abrir el ojo (no diré si soy yo).

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Creo que lo que más nos preocupaba era que eso pudiera hacer estragos, emocional o sexualmente, en nuestra relación y ha servido para demostrarnos que ni dormir físicamente juntos es tiempo de calidad, ni que solemos esperar a última hora del día a que pase nada entre nosotros.

Pero claro, la presión social por compartir almohada es tan grande que suponía enfrentarnos a terreno desconocido. Como cuando coges un vuelo de Ryanair últimamente y, si no pagas el extra, te sientan de manera premeditada en asientos que están en los extremos del avión, aunque haya otros libres a tu lado.

Y la realidad de la separación (forzosa en el caso de la aerolínea) es que, por muy acostumbrados que estemos a que ciertos espacios se compartan en pareja, hay ciertas ventajas de ese rato por cuenta propia y ponerte al día con tus podcast lo demuestra.

Compartir cama, ¿beneficioso o perjudicial?

Especialmente si nos referimos al lugar del que depende el descanso. No todo es tan maravilloso como parece con lo de dormir en la misma cama y a los datos me remito.

Estudios como el de la Universidad de Michigan han descubierto que dormir en pareja pone en jaque la calidad del sueño por ronquidos, insomnios o movimientos involuntarios y que es algo que resiente las relaciones.

La investigación de la Universidad de California comprobó que, después de una mala noche de sueño, una pareja tiene más probabilidades de tener una discusión.

Hay medios que a esta tendencia de coger el sueño por separado lo llaman sleep divorce, «divorcio de sueño» en castellano, y aunque nos suene raro, ni lo de dormir en la misma cama es algo inherente al ser humano -es una tendencia que ha ido yendo y viniendo con los siglos- ni la intimidad se construye cuando estamos inconscientes.

No digo que esta sea la solución para todo el mundo, pero si en algún momento ves que estás durmiendo peor y que hacerlo en compañía es la culpable de la situación, ¿por qué no probar algo distinto y ver cómo afecta a vuestra convivencia?

Puede ir desde trasladarte al sofá, hacerte con un sofá cama, poner un colchón en otra habitación (si tienes el espacio) o dos colchones separados en el mismo dormitorio, como hacían mis abuelos, dicho sea de paso.

El miedo de que pueda ser la señal de que algo está pasando se te va a ir en cuanto veas que, tanto tu pareja como tú, dormís a pierna suelta y estáis con más energía para hacer cosas juntos y conectar cuando estáis completamente despiertos, te doy mi palabra.

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Conoce a la catalana que te ayuda a encontrar el amor en Madrid con su ‘slow dating’

Si hay una época del año para conocer gente, es el verano. El buen tiempo, la cantidad de opciones de ocio que hay al aire libre, los desplazamientos, el día que dura más horas… No hay excusa para quedarse en casa.

Así que por eso es una de las temporadas, también, donde más historias de amor tienen comienzo. Y es algo que inspiró a Lorena Ugart para poner en marcha un proyecto que busca convertirse en el Cupido analógico.

cita cafetería slow dating

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Como si de una celestina moderna se tratara, la catalana que está detrás de «¿Quieres ser mi amiga?» ha dado el paso aliándose con Gilda Haus (San Mateo, 6) para montar un evento de slow dating en Madrid.

La cita, que tendrá lugar el miércoles 17 de julio a las 18h (y para la que aún quedan entradas) reunirá a personas con ganas de conocer gente probando que sí, pese a no tener playa, en la capital tenemos muchas otras maneras de exprimir la estación del buen tiempo.

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Dirigido a personas de todas las edades, la máxima de estos eventos es venir con ganas de dejarse sorprender y para crear conexiones reales del tipo que sean, pero fomentando el cara a cara, algo que con tanta digitalización y el boom de las aplicaciones de ligar, habría quedado en un segundo plano.

«Después de la pandemia empecé a detectar un estado muy repetido entre mis amigos y amigas (sobre todos chicas) donde la soledad era el estado más repetido. Además de ser divorciada, vivir en una ciudad que no es la mía y darme cuenta de que ya no era capaz de conectar de la misma forma con mis amigas de aquí», explica Lorena.

«Yo había cambiado y ellas también. Hacer amigas con esta edad es muy complicado y necesitaba crear algo donde poder empezar de nuevo».

Flechas del amor… o lo que surja

Y es que aunque el plan consiste en un slow dating que contará también con la participación de una terapeuta de pareja y sexóloga que arrancará la tarde con una charla práctica (correcto, esa profesional soy yo), el objetivo principal no es salir con un anillo de compromiso.

Más bien tener un espacio donde conocer gente de una manera más humana, sin pantallas de por medio y soltarse con lo que vaya sucediendo.

«Lo primero por salud mental y lo segundo porque si perdemos algo tan clave como son las relaciones reales, crear una red que te sostenga, desahogarte, tener ese momento solo para ti, ya me dirás qué nos queda…»

Justamente, esto de llevarle la contraria a las apps -donde todo se despersonaliza-, es una de las motivaciones de la empresaria: «Vivimos en una era de inmediatez donde las cosas duran muy poco, y eso me generaba mucha ansiedad», comenta acerca de por qué con esto busca oponerse al consumismo relacional.

«Nos perdemos el momento de sorprenderos, de salir de nuestra zona de confort y demostrarnos que somos capaces de abrirnos, confiar, de dejarnos llevar», explica Lorena. «Y disfrutar de las sorpresas que el universo tiene preparado para nosotras».

Que ese encuentro sea ese punto de partida de que el azar haga de las suyas es algo que Ugart ve como una aproximación de posturas en una sociedad muy desconectada.

«A las mujeres de esta generación nos han inculcado el mensaje de: tú sola puedes, no te conformes con nada que no esté a tu altura, mejor sola… Y a los hombres: no te compliques, no tienes que aguantar nada que no te guste, etc. Eso lo único que hace es separarnos más aún si cabe».

«Esta comunidad pretende todo lo contrario. Unir y facilitar los encuentros de todo/as ello/as», afirma.

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La historia de amor que el franquismo arrebató a dos maestras valencianas

La última casualidad de mi vida consistió en un viaje a Valencia mientras leía Una luz tímida, la novela de Àfrica Alonso.

Era inevitable, desde el tren, no ver esos paisajes verdes y amarillos y pensar en que no solo sus protagonistas los habrían mirado con los mismos ojos, sino también las dos profesoras que inspiraron su relato.

Porque Carmen Martínez e Isabel Perelló no son solo las heroínas en las páginas, sino dos mujeres reales que vivieron una época en la que sus sentimientos se veían como un atentado contra la moral.

Àfrica alonso en la obra de teatro Una llum tímida

TEATRE BARCELONA

Cuando Àfrica sabe de ellas a través de un artículo de sucesos, se queda impactada con la crónica del periódico. Un acontecimiento narrado desde el morbo, desde el suceso final que había pasado entre ellas (me abstengo de contaros más para evitar el spoiler).

«El artículo hablaba de un final trágico, pero lo hacía con muy poca empatía», me comenta la autora, que también reflexiona sobre como pese a haber estado más de 20 años juntas, no se menciona de manera clara que tuvieran una relación.

Y fue aquella sensación agridulce la que llevó a la actriz a escribir, por pura intuición, una obra de teatro que ha representado parte de esta historia.

La otra parte llegaría después, cuando Àfrica pasa temporadas en Manuel y Catarroja para conocer a las personas que sí tuvieron relación con aquellas maestras, a las que los tiempos les negaron vivir su romance, para poder reconstruirla.

«En el artículo había una nota que hablaba de ese sufrimiento y empaticé con Carmen, porque me parecía un grito de auxilio no escuchado», afirma.

«Quería proponer un relato alternativo a esa noticia. Qué podía haber llevado a dos maestras a terminar como acabaron. Un intento de que la gente empatice con lo que hicieron», confirma Àfrica.

 

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Y vaya si lo hace, es imposible que su escritura no te lleve atrás en el tiempo, a pueblos grises, lunas en el cielo, naranjas, acequias y paredes de pisos pequeños.

Los mismos que formaron parte del día a día de las profesoras que, por desgracia, rompieron vínculos familiares para poder vivir su vida de una manera que era incomprensible para la época.

De Isabel averiguó que pasó un tiempo exiliada en Francia y, de Carmen, que estuvo hospitalizada en un hospital psiquiátrico para encontrarle ‘cura’ a lo que le sucedía, su orientación sexual.

Fue en aquel centro donde los tratamientos de la época (por llamar de alguna manera lo que a día de hoy se consideraría un trato que viola los derechos humanos) le dejarían una serie de secuelas mentales que le acompañarían hasta el final de sus días.

Hacer del sufrimiento esperanza

Sin embargo, el relato de Àfrica Alonso busca la justicia poética de su romance mezclando en su novela lo que ha descubierto y lo que ha querido escribir.

«He hecho el ejercicio de pensar cómo yo habría vivido una situación así si hubiera vivido en la misma época y el mismo lugar. La novela es un manifiesto de cómo entiendo yo el amor», dice la novelista.

Una visión libre, amplia donde todo tiene cabida que, por desgracia no se extiende a nivel nacional. Aún en algunos sectores de la población española todavía sigue anclada una mentalidad relativa a este tema que poco ha evolucionado respecto al franquismo.

«Hay un sector de la sociedad con cada vez más fuerza y menos vergüenza de propagar discursos homófobos, racistas, machistas, tránsfobos etc. Se han puesto una máscara que incluso puede resultar atractiva a la gente joven a día de hoy», afirma Àfrica.

«No hay que olvidar la lucha de muchísima gente hasta ahora para llegar a dónde hemos llegado. Nunca hay que dar nada por sentado», alerta.

Quizás una parte del problema es que esto que pasó, como a muchas otras parejas del colectivo, nos suena demasiado lejano a día de hoy, algo sobre lo que también reflexiona Àfrica: «Hay un distanciamiento generacional muy grande. Me gustaría que las generaciones más jóvenes de chiques del colectivo tuvieran más acceso a los relatos de la gente mayor LGTB».

«También escribí esta novela porque la gente mayor está muy incomprendida y hay una herida del franquismo en el colectivo que aún mancha bastante. Hay un aislamiento, gente que ha tenido que renunciar a las familias para poder vivir su vida libremente y ahora corren el peligro de sufrir soledad», explica.

No solo resalta la grande necesidad de crear una propia familia dentro del colectivo, sino que «se produjera más acercamiento entre las siglas de este colectivo tan largo y maravillosamente diverso, que se acercaran más las unas entre las otras».

Hace ya unos días que terminé el libro, pero entre mi viaje a Valencia y la semana del Orgullo, siento a Isabel y Carmen como si hubieran saltado fuera de las páginas -y se trataran de dos mujeres a las que he conocido en persona-, por cómo he empatizado con cada palabra.

«Este libro es una conexión entre ese pasado y este presente que es futuro. Creo que la gente que termina el libro, pese a la tristeza de la historia lo acaba con una sensación de esperanza inevitable de que a través de la ternura podemos entender a las personas y acompañarlas en mayor medida de lo que se hizo en el pasado».

Àfrica ha logrado su objetivo.

El algoritmo de Instagram muestra más contenidos sexuales a los menores

Hace unos días, la noticia de la Cartera Digital Beta, la aplicación para ‘controlar’ el acceso a la pornografía, levantaba todo tipo de opiniones. Había quienes veían en esta medida del Gobierno la solución definitiva para evitarse la charla sobre «eso» con sus hijos.

Pero, quienes nos movemos en este mundillo, teníamos claras las lagunas y limitaciones.

adolescentes teléfono móvil

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De entre todo lo que no contempla este sistema, se encuentran las vías de acceso alternativas mediante las cuales los menores de edad llegan a contenidos eróticos y, una de ellas es la que más inocente parece: las redes sociales.

Fue un estudio de Wall Street Journal lo que comprobó qué contenido recomendado ofrecía Instagram en función de la edad de los usuarios. Spoiler, los resultados no son nada tranquilizadores si eres madre o padre.

No solo comprobaron cómo el algoritmo de Instagram hace distinción del contenido que muestra según tu año de nacimiento, sino que si tienes 13, lo más probable es que al abrir los reels te aparezcan vídeos de humor, coches, alguna acrobacia y, seguidamente, vídeo de contenido sexual o sugerente.

En los primeros 45 minutos después de crear el perfil falso de Emma para la investigación, ya habían aparecido vídeos de mujeres imitando actos sexuales, acariciándose, desnudas, posando o bailando en lencería o comparándose el tamaño de tetas y culos.

 

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En uno de esos vídeos que Instagram recomendaba a la cuenta de 13 años, una artista adulta se comprometía a enviar una foto de su pecho a través de un mensaje directo a cualquiera que comentara su vídeo.

Comprobado el nivel de exposición que pone en una situación vulnerable a los menores de edad, el otro problema viene cuando aunque ni los guardan ni interaccionan, pero, ven enteros estos vídeos fruto de la curiosidad.

De esa manera, el algoritmo interpreta el interés y no solo los recomienda más frecuentemente, sino que va un paso más allá ofreciendo vídeos más explícitos.

Los tentáculos del soft porn

Este tipo de contenidos, donde no se ven actos sexuales per se, sino imitaciones y es mayormente protagonizado por mujeres, es lo que se conoce como soft porn.

Y aunque se puede ver también en películas o series, la diferencia de esto es que existen mecanismos -como la calificación por edades- que, de cierta manera, protegerían a los menores.

Sin embargo, pese a que la empresa encargada del estudio comprobó que en TikTok y en Snapchat los controles eran más rigurosos (y estos contenidos no aparecían a esta franja de edad), al contactar con Meta, la empresa dueña de Instagram, el portavoz dijo que esos resultados no reflejarían que fuera el comportamiento real en la aplicación.

Es para alarmarse que este estudio se hiciera meses después de que en Meta dijeran que el algoritmo iba a ser más estricto con los menores, justo para comprobar cómo habían cambiado sus políticas o funcionamientos.

Y el resultado del estudio fuera que Instagram muestra más pornografía y discursos de odio a los usuarios jóvenes que a los adultos.

Además de que los menores no buscan estos contenidos, pero terminan llegando a sus pantallas de igual manera, está claro que ni las medidas gubernamentales van a ser un freno ni Meta se va a responsabilizar de lo que sucede en su propia ‘casa’.

Estamos solos en esto y lo que haga cada familia será lo que marque la diferencia.

Porque si todavía queda quien piensa que este tipo de contenidos a tan temprana edad no tiene ningún tipo de implicaciones o consecuencias, entre ellas fomenta la idea de que las mujeres son objeto de consumo.

Por otro lado, las expectativas y presiones estéticas acerca de cómo debe ser su cuerpo y que esta visualización derive en una adicción al porno real son otros efectos secundarios.

No olvidemos que España es el 13º país con más usuarios de Instagram del mundo y que el problema es que, a esa edad, no tienen la capacidad de hacer una distinción de que lo que están viendo no es reflejo de la realidad.

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Esta es la música que más se escucha en la cama para subir la temperatura (y no es reggaeton)

No sé si eres de ir con música a hacer deporte, si es así es probable que hayas notado que cuando escuchas tu lista favorita, aguantas mucho más en la cinta de correr.

Y que cuando te dejas los cascos olvidados en casa, de repente el rato de entreno se antoja menos interesante (al menos a mí me pasa).

Por lo visto, hay una razón detrás de este ‘efecto secundario’. Según estudios que analizaron a runners que iban escuchando música mientras corrían y a otros que no, la resistencia de los que llevaban música era mayor.

Curiosamente, los efectos de ponerse canciones en la cama, también cambian la intimidad.

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Ese mayor aguante que la música daba a los corredores se extiende también a otros escenarios, como la cama, ya que hace más largos los encuentros sexuales.

También ayuda a reducir la ansiedad por tener sexo -que ya sabemos que la presión es muy mala- porque ayudaría a desconectar y a disfrutar del momento.

Todos estos datos no los digo yo, son parte del resultado de un estudio realizado entre 1000 personas por la empresa de servicios médicos online ZipHealth que confirmó que más allá de crear atmósfera, la música incide directamente en cómo nos comportamos en la cama.

Y es que un encuentro sexual es una actividad muy sensorial, así que tener nuestros sentidos trabajando y registrando algo que el cerebro disfruta, hace que ese momento sea todavía más intenso y rico en matices.

Por no hablar de lo que nos gusta relacionar momentos o personas con ciertas canciones. Si Yellow de Coldplay no te recuerda a nadie, es que no la has escuchado suficiente.

¿Cuál es la música ‘ganadora’?

Hace poco, un podcaster de sexualidad, me comentaba que su género favorito para intimar era el jazz. Le miré extrañada porque en mi caso, es el reaggeton.

Mi razón es que no hay nada como los ritmos profundos y marcados para seguir cierto ritmo, algo que veo dificilísimo con la improvisación del jazz.

Pero la conclusión que saqué es que para cada persona hay una música idónea.

En el estudio, en cambio, hubo varios géneros ganadores: las personas que dijeron escuchar hip hop o rap eran las que tenían experiencias sexuales más largas y, el género más escuchado era el pop.

Y en lo que una gran mayoría de participantes coincidió es que la música de Abel Tesfaye, The Weeknd, es un acierto seguro si se busca un ambiente sugerente.

De hecho, en el estudio recopilaron las canciones que más salen en listas de Spotify para la intimidad (usando palabras que incluían «sexo», «tener sexo», «hacer el amor» o «BDSM») y los temas The Hills, Often o Earned it del artista canadiense aparecen en la mayoría de estas listas.

Hay otros resultados interesantes en el estudio, como que el género que suelen escuchar las personas que tienen un fetiche o participan en tríos suelen escuchar heavy metal.

Las personas que tienen sexo esporádico tienen la música folk en sus preferencias y quienes lloran durante el sexo, son más de reggae.

Ah y si todavía no te había convencido de darle al play la próxima vez que vayas a tener sexo, has de saber que las personas que escuchan música con regularidad en esos momentos afirman sentirse más satisfechas con su vida íntima.

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Hay una app que te enseña a mejorar las discusiones con tu novia

De las primeras cosas que digo como terapeuta de pareja es que las discusiones son inevitables. Es imposible que en una relación no haya desencuentros, malos entendidos o tensiones de algún tipo.

Además es algo que, hay novios con los que he estado que les horrorizaba. La idea de tener un conflicto les congelaba y preferían ocultar sus sentimientos y no decir nada.

Sí, aunque tuvieran toda la razón del mundo en hacerme una recriminación porque siempre dejo ropa por el suelo antes de salir de casa.

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Por eso, aprender a discutir y a resolver conflictos es una de las habilidades para las que más se suele necesitar ayuda profesional.

Aunque ahora hay una aplicación que enseña a trabajar estas habilidades de una manera sana: AngryGF.

En castellano se podría traducir como «Novia enfadada» y es justo lo que promete: una ‘novia’ virtual en tu teléfono móvil con la que discutir.

La app te plantea varios escenarios de situaciones ‘comunes’ y en función del que pinches (al más puro estilo elige tu propia aventura) se abre una ventana de chat.

Desde ese momento, tienes hasta 10 intentos de mensaje para disculparte con la novia, que además va diciéndote qué tiene de buena la disculpa que le vas poniendo (y que necesitaría por tu parte).

Que al igual que entrenamos los idiomas con una aplicación móvil, podamos trabajar las habilidades comunicativas, es algo de lo que soy partidaria.

Por sacarle una pega, que caiga en estereotipos como que siempre es la novia la enfadada y el novio el responsable del enfado (cuando tenemos que empezar a salir del marco heterosexual) o algunos de los temas de ese enfado, me da algo más de pereza.

Una idea buena, muchos estereotipos

Sobre todo cuando algunos escenarios («No dejas de mirar a una chica guapa y tu novia se enfada», «Alabas a una amiga diciendo que es guapa y talentosa» o «Tu novia se enfada sin razón») mantienen esa idea de competitividad entre las mujeres.

Pero también de la búsqueda de la admiración de nuestra belleza por encima de todo o que nos gusta estar enfadadas porque sí.

Por lo que yo he visto, cuando mis amigas se enfadan con sus parejas, siempre hay una razón detrás, otra cosa es que él no se haya dado cuenta aún.

Otras situaciones, en cambio, sí que pueden ser un buen ejemplo de cómo a veces cosas sin mala intención pueden molestar, como «Tu novia tiene que ir al baño, pero no le dejas y tiene un accidente manchándose la ropa» o «Le has dado like a los vídeos de su mejor amiga, pero no a los de ella» (aquí voy a pensar bien y echarle un capote a ese hipotético novio que se le habría despistado en el feed el post de su novia y no es que vaya buscando el perfil de la amiga porque secretamente le gusta).

O, por ejemplo, la de «Le pides que pierda peso», que es un tema que, de una manera o de otra, muchas hemos vivido en pareja.

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Además de estas escenas, hay un asistente de IA con el que puedes chatear (fuera del role play de la novia) y te hace asesoría sentimental respondiendo preguntas como «cómo puedo hacer que mi novia deje de estar enfadada por WhatsApp» o «que puedo decirle a mi novia que le haga sentir mejor después de una pelea».

La propuesta me gusta, si manejas el inglés y quieres poner a prueba tus habilidades de resolver conflictos o mejorar en las discusiones de pareja, te lo recomiendo.

Y no desesperes, piensa que yo estoy especializada en el campo sentimental y arreglar las cosas con mi novia de la app me llevó… ¡6 intentos!

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La Iglesia, el placer y la censura

Recuerdo que, hace unos años, un conocido me dijo que lo mejor que había hecho la Iglesia con el sexo era prohibirlo, de no ser por eso, no resultaría tan divertido.

Y aunque discrepaba con él -en mi opinión el sexo sería divertido igualmente-, sí que siento cómo haber nacido en un país donde predominan los católicos (y haber estudiado en un colegio de monjas) han sido factores que han moldeado parte de mis creencias acerca de la sexualidad.

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En las catequesis recuerdo que la máxima absoluta era la del celibato para esperar a nuestro futuro marido. Un mensaje que, para el puñado de adolescentes que éramos, era algo complicado de seguir.

Me di cuenta de que se lo tomaban en serio cuando mi catequista me llamó la atención al verme de la mano con uno de los del grupo.

En ese momento hice oídos sordos, pero ahora, como sexóloga, me pregunto de dónde viene este afán de la religión de rechazo de la pasión y del deseo, de censurar el erotismo y el placer sexual.

La Biblia no parece oponerse al respecto, algunos versículos incluso lo alaban: «El sexo fue parte de la buena creación de Dios», Génesis 1:31 o «El sexo está diseñado para proveer placer y satisfacción», Cantares 4:10.

Cuando surge el conflicto es en el momento que entran las reinterpretaciones de las escrituras que establecen la moral sexual del cristianismo y que corrieron a cargo de teólogos de hace siglos.

Tengo que remontarme al siglo XIII, cuando las ideas de Tomás de Aquino o Pedro Damián defienden un discurso antropológico que menosprecia la materia, lo carnal, al considerarla inferior al espíritu.

Desde el desprecio al cuerpo y a la sexualidad, esta queda reducida a su finalidad reproductiva dentro del matrimonio, por supuesto.

@meetingmara Esta pregunta me la hago hoy especialmente, pero es válida para cualquier día del año 🤔 #iglesia #religión #amoresamor #loveislove #orgullolgbt #orgulloentiktok #religion #pulsera #fyp #foryoupage #parati #foryou ♬ sonido original – Mara Mariño

Confesionarios y penitencias

Para que estas ideas ‘calaran’ entre todos los practicantes, los párrocos de ciudades y pueblos tuvieron un papel fundamental.

Y es que en torno a los años 1860 y 1870 la Iglesia se dio cuenta de que en Francia los matrimonios habían encontrado alguna forma de controlar la concepción, puesto que no nacían tantos niños como antes.

Lo que llamaban «secretos malignos» (el coitus interruptus) era algo inaceptable para Roma, desde donde se pidió a los sacerdotes que recordaran su deber para con la Iglesia.

Así que a través de la confesión, el medio principal, se formulaban una serie de preguntas sobre sus prácticas íntimas y, si descubrían que estaban faltando la doctrina, se les recordaba e imponía penitencias.

Aunque en la actualidad estamos lejos de los tiempos en los que las familias católicas tenían muchos hijos para que el catolicismo tuviera más influencia socialmente y en el mundo, es difícil desprenderse de siglos del mismo discurso.

Las consecuencias que a día de hoy nos pasan factura porque hablan de la que es una dimensión más del ser humano que al vivirla de una manera represiva o con connotaciones negativas impide un desarrollo normal.

La sexualidad que queda relegada al ámbito del matrimonio heterosexual y su función reproductiva, condenando el placer sexual y el amor entre personas del mismo sexo puede derivar en una serie de problemas a la hora de vivirla.

Y estos van desde el propio sufrimiento por la vergüenza, miedo o culpabilidad hasta la estigmatización hacia colectivos (en 2023 Benedicto XVI autorizó que se bendiciera la unión entre parejas homosexuales, pero se reafirmó en que no es algo comparable al matrimonio).

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¿Es el sexo en el coche tan bueno como se pinta?

Tener sexo en un coche es algo que se ha romantizado hasta el punto de que me atrevería a culpar a las películas de que sea algo que se ve con tan buenos ojos (y donde, en algún momento de nuestra vida, terminamos ‘cayendo’).

Brokeback Mountain, Jamón, jamón o Saturday Night Fever son algunos de los filmes que te dejan con ganas de experimentar.

Pero hablando con sinceridad ¿es realmente tan bueno como parece en esas escenas?

pareja coche

PEXELS

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Es de sobra sabido que Hollywood puede hacer parecer cualquier cosa estética, y han encumbrado el erotismo de cosas como llevar una camisa masculina, como única prenda, después de tener sexo o taparse con la sábana estratégicamente.

Los coches no son una excepción. Pero de la pantalla a la vida real hay un trecho.

Si nos encontramos con un vehículo de las dimensiones del que llevaba el Titanic en su bodega, en la famosa escena entre Jack y Rose, puede que sea un lugar perfecto donde pueda darse rienda suelta a la pasión.

Sin embargo, la mayoría de vehículos de la actualidad no tienen un tamaño como para que dos personas adultas (o las que sean) puedan moverse libremente.

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Por eso, la flexibilidad es la primera cualidad que se necesita para realizar este tipo de práctica.

Sin embargo, por mucho que no faltes a tus sesiones semanales de yoguilates, podemos estar de acuerdo en que el coche no va a sustituir a la cama o al sofá.

Su ventaja, a diferencia de esos lugares fijos, tiene otra: la cualidad de darte un lugar íntimo que puedes desplazar a cualquier parte.

Ir a un mirador a medianoche, a una zona desértica o a un monte lleno árboles, te permite disfrutar de una intimidad casi mayor que la que tendrías en tu propio piso de Madrid, donde se oye hasta cuando el vecino estornuda.

También te permite lo contrario, ir a un sitio donde la idea de que os descubran sea el mayor de los estimulantes.

Ante la duda, una conversación previa sobre qué destino es preferible de cara a sentir mayor comodidad, nunca está de más.

Ventajas de darle una oportunidad al coche

Quienes hemos tenido la ocasión de poner a prueba la versatilidad del coche como picadero, confirmamos que puede ser un sitio muy romántico si hay lluvia, pero también infernal si hace calor, el aire no funciona y son las 12 del mediodía sin una sola sombra cerca.

Como dicen algunas amigas, tener sexo en el coche es memorable, aunque memorable no significa bueno necesariamente.

Es más, desee una perspectiva realista, el sexo en el coche es torpe, estrecho y embarazoso si cuando te mueves al asiento de atrás tienes que desplazar una montaña de botellas de refresco vacías y un par de zapatillas malolientes.

Sin embargo, lo curioso de un coche es que en teoría parece un buen sitio para tener sexo: cuenta con asientos acolchados, música, opción de climatización y un sinfín de sitios de los que agarrarse (asideros, manillas, reposacabezas…).

Lo que sí tiene de especial es la espontaneidad de la situación, el sexo en el coche se da en un momento o bien donde no tienes acceso a dormitorio -y la única intimidad la puedes tener ahí- o directamente porque no quieres esperar.

Y además de eso, te hace tener mucha cercanía (no queda otra) y aunque limita el rango de posiciones, es divertido, distinto y requiere de trabajo en equipo para que funcione.

Lo fundamental es si quieres probarlo, tires de sentido del humor bien para las situaciones un poco embarazosas que puedan darse y confíes en la química.

Cualquier sitio es bueno si tienes ganas.

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