Si me dieran un céntimo por cada vez que un hombre me ha dicho que si estoy en esos días del mes, tendría ahora mismo para comerme unas patatas bravas en el bar de debajo de mi casa.
Y es que parece que tener la menstruación es dar carta blanca para que se comenten tus cambios de humor (cuando a lo mejor eres borde por forma de ser y punto).

PEXELS
Lo curioso es que no solo nos pasa a nosotras. Como confirma Sergio Fosela, sexólogo, también los hombres tienen ciclos hormonales.
Aunque es algo de lo que se habla tan poco que es como si estuvieran invisibilizados.
Mientras que los nuestros son cíclicos y se repiten de la misma manera mes tras mes, los de los hombres son mucho más variables.
En el caso de ellos, no se sabe cuándo se producirán las hormonas, ya que su ciclo tiene que ver con la libido y regula la testosterona.
Pero vamos por partes, que hay mucho término y no quiero que los hombres te sigan pareciendo un misterio.
La libido es el deseo de placer sexual y entran en juego tanto la oxitocina como la dopamina.
Empecemos por la oxitocina, esa hormona que empezamos a desprender en cuanto entran en contacto los cuerpos.
En el caso de los hombres, ‘despierta’ la excitación sexual y hace de viagra natural -para que nos entendamos- al conseguir que se mantenga la erección.
También durante la eyaculación se desprende, y, si tienes sentimientos por ese chico, te viene de perlas.
Puede hacer que los vínculos afectivos en la pareja sean más intensos. O en otras palabreas, te hace sentir más unido a la otra persona después de practicar sexo.
Según nos recuerda el sexólogo, la dopamina regula el estímulo sexual en general.
Por esa razón, se relaciona con la masturbación (y de paso, con el consumo de pornografía). El estímulo sexual es alto y se llega al orgasmo de manera rápida, por lo que el ‘chute’ de dopamina es inmediato.
En palabras del experto «el hombre responde al placer y a la excitación más por el contenido y la mujer más por el contexto«.
Igual por eso a nosotras nunca terminan de gustarnos las películas eróticas convencionales.
«Este consumo de porno genera una adicción al orgasmo, y no a la propia pornografía que es solo un vehículo. La consecuencia negativa es que el deseo sexual se condiciona y con frecuencia impide el disfrute cuando se está en pareja», afirma Sergio.
En resumen, que los cambios hormonales van más ligados a su vida sexual (privada o acompañada) que a cualquier mecanismo del cuerpo, como es nuestro caso.
Y que si por un casual hay alguno que se nota muy obsesionado con el porno, puede tranquilizarse pensando que no es él, sino la dopamina, que le tiene enganchado.
Pero que tampoco se vea controlado. Mejor buscar formas alternativas de excitarse que, aunque lleven un poquito más de tiempo, a la larga no dificultarán tener sexo con alguien.
Mara Mariño.
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