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El sexo espontáneo no es el mejor (y este estudio lo demuestra)

Tenemos muchas cosas sobrevaloradas, en mi opinión, los encurtidos son una de ellas.

El sexo espontáneo es otra.

Pareja cama

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Pero fíjate si le damos importancia que parece que si un momento íntimo no surge de que se prenda la mecha de la pasión, ya es como si no contara.

Cuando, como poco me decía una amiga sexóloga, el sexo es como el gimnasio.

O lo planificabas o si te quedas esperando a que te entren las ganas para ir, lo tienes claro.

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Con esto me rompía los esquemas sobre el sexo que surge improvisado, pero un estudio reciente acaba de darle todavía más razón a su argumento.

La Universidad de York ha publicado en Journal of Sex Research su último descubrimiento: el sexo espontáneo y el planificado tienen en común que ambos son igual de satisfactorios.

Y esto es algo que parece contrario a la idea que teníamos sobre sexo en el momento que todas las referencias que tenemos en libros, series o películas, siempre es algo que surge como fruto de la pasión desenfrenada.

Todo mentira.

Se nos olvida que esas escenas están completamente guionizadas y que cuando el sexo es así, puede ser igual de maravilloso.

Si nos quedamos a la espera de que surja el momento perfecto, corremos el riesgo de que nunca llegue, y, a la larga, de que pase factura a nuestra relación.

Para empezar, tenemos idealizado el sexo espontáneo, y en segundo lugar, ¿quién dijo que planear cosas en la vida no podía ser bueno?

Tenemos el ejemplo de la planificación de una escapada o una fiesta sorpresa, dos situaciones en las que la expectación juega a favor.

Así que es el momento de bajar a tierra nuestra idea sobre el sexo espontáneo y empezar a planearlo.

No hace falta que sea el encuentro más memorable de nuestra vida.

Con reservarse el rato y tener ganas de disfrutarlo, puede ser igual de bueno una sesión de sexo de varias horas -con juegos y complementos-, que una de cinco minutos a modo de ‘mantenimiento’.

De los cinco sentidos, este es el que más nos excita a las mujeres

Dicen que la unión de los cinco sentidos en el ámbito sexual hace la fuerza. O, más que la fuerza, tratándose de la intimidad, el placer.

Sí, vivir(nos) con todas las percepciones que nos llegan desde los órganos que nos permiten conocer el entorno -permitidme que me ponga técnica- potencia la experiencia, aunque muchas veces no pensemos en involucrarlos de manera activa.

pareja cama

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Hay quienes prefieren el poder se una mirada y quienes se decantan, en cambio, por degustar ese buffet libre de sabores y texturas que es el cuerpo del otro.

En teoría, se dice que mujeres y hombres preferimos uno u otro sobre los otros cuatro. Y, una encuesta en mi Instagram entre mis seguidoras confirma el que dicen que es el sentido que más nos excita a nosotras.

El oído es el que sirve de calentamiento, sí, pero también gatillo para disparar un orgasmo. Y es el sentido que más veces se repite en las respuestas de diferentes maneras.

Aquí van algunas ideas:

«Susurros al oido», «que hable sexy», «dirty talk», «que me diga lo que les gustaría hacerme al oído», «escucharlo a él gemir», «que me llame por mi nombre»…

Se llevan la segunda posición las miradas, representantes de la vista, como punto de encuentro entre los participantes, pero también para darle suelta al voyeurismo que llevamos dentro viendo de primera mano el placer que siente la otra persona.

«Miradas intensas», «que haya contacto visual», «que me mire fijamente a los ojos», «mirar a los ojos y ver cómo está disfrutando locamente»…

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En tercer lugar son los mordiscos, una mezcla entre gusto y tacto, que representan esa línea entre placer y dolor que muchas recorremos con gusto e incluso pedimos con más fuerza (y para prueba las respuestas).

«Mordiscos», «que me muerdan y morder», «que me muerdan en el cuello en plan heavy», «morder partes erógenas»…

Fuera del top 3 de la clasificación quedan las caricias, ligadas con el sentido del tacto puro y duro, pero más sutil, para llevarnos a un estado de mindfulness siendo capaces de conectar hasta con el roce más delicado en la piel.

«Soft touches», «recorrer con los sentidos toda la superficie de la piel», «que me acaricie»…

Pero también resulta muy votado la estimulación de los pezones con la boca de la manera que sea: «Que me coman los pezones», «que me lama los pezones»…

Mis seguidoras resaltaron también la conexión, del sexo oral, los besos en el cuello (y otras partes erógenas), la masturbación y la comunicación como factores que les pierden en la cama.

Así que ahora que lo sabes… ¿A qué esperas para calentar la voz?

Mara Mariño

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¿Cómo comunicar las inseguridades sexuales a otra persona?

Hace unos años me quitaron dos lunares de la pierna derecha dejándome dos cicatrices. Si ya sentía vergüenza mostrando algunas partes de mi cuerpo, fue la guinda del pastel.

Bajaba la persiana, apagaba la luz, me colocaba de lado, me tapaba con la sábana… Todo con tal de que no se me viera la pierna.

pareja mujeres hablando cama

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Lo que nunca se me ocurrió, era que podía comentar ese agobio que me entraba, en cuanto me bajaba los pantalones, con la otra persona.

Y, teniendo en cuenta que fue una inseguridad que se me pasó con el tiempo, ahora me doy cuenta de que, si lo hubiera dicho de antemano, nadie le habría dado la dimensión que yo le estaba dando.

Pero esa opción no entraba en mis planes.

Me atrevería a decir que casi cualquier persona tiene algo por lo que se siente poco segura cuando llega el momento de un encuentro sexual.

Puede ser relativo al físico, como mi caso, pero también preocupación respecto a miedos como la duda de si somos deseables, si se estará aburriendo…

O incluso cosas como no sentirse a gusto a nivel sexual o la manera en la que preferimos que nos hagan ciertas cosas (y no saber cómo comunicarlo).

Hay incluso quien evita quedar con nuevas personas para no tener que pasar por lo mismo una y otra vez.

Así que partiendo de la base de que toda inseguridad que se tenga, hay que trabajarla por cuenta propia, en el proceso podemos hacer partícipe a nuestra pareja sexual de lo que está sucediendo.

Si has intentado la comunicación no verbal (poner en práctica los cambios en la habitación o directamente quitar la mano si no querías que tocara alguna parte concreta), y sigues sintiéndote mal, es la señal de que hay que hablar de las cosas.

Hablar de las inseguridades

Para empezar, la palabra mágica: asertividad. Hay que contar la situación de manera asertiva desde el «cómo me siento yo» y no «cómo me haces sentir».

Es decir, dejar claro que esto sale de mí, son mis inseguridades y no tienen que ver contigo.

En segundo lugar, cabe preguntar si a la otra persona le parece bien que te abras. Aquí es importante dejar claro que no necesitas una solución, sino simplemente que te escuche y valide tus emociones.

Por ejemplo, puedes decir que te pasa algo referente a vuestra vida íntima y, a continuación, «¿te parece bien que lo comparta contigo? Eso me ayudaría porque no tienes que decir nada, solo quiero abrirme y que me escuches», por ejemplo.

Una vez puestas las cartas sobre la mesa, es el momento de plantearse de qué manera me sentiría más cómoda con mi inseguridad, ya sea cambiando de posición, modificando la iluminación, cómo quieres que te toquen, si cuando tu inseguridad crezca necesitas parar, daros mimos durante un rato…

De qué manera quiero implicar a mi pareja de forma activa (y hasta qué punto quiere y puede implicarse)

Es un punto medio en el que, mientras se trabajan las inseguridades, se puede tener un encuentro íntimo que resulte cómodo para ambos.

Mara Mariño

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Algunas de las cosas que nunca nos han enseñado sobre sexo

Recuerdo cuando me crucé al chico con el que tuve mi primera experiencia sexual con penetración (lo que comúnmente se llama «perder la virginidad»), años después del momento.

Nos cruzamos en el gimnasio, soltamos un «Ey» y cada uno siguió a lo suyo.

Habían pasado más de 10 años desde aquel momento, pero no podía afectarnos menos haber vuelto a coincidir.

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WOMANIZER

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Cada uno tenía su vida y nos habíamos perdido la pista. Nada nos unía más allá de aquella tarde donde cada uno descubrió la realidad detrás de un coito.

Como buena exalumna de colegio de monjas, la moral de esperar hasta tener un novio serio, alguien por quien hubieran aflorado sentimientos, fue lo que me animó a esperar.

Cualquiera habría pensado que, dándole tanta importancia a ese momento, la persona quedaría grabada de una manera especial y siempre la recordaría con cariño.

Pero no, nos vimos y nos quedamos igual. Fue una casualidad sin más.

Pensando en ese momento, me ha dado por repasar qué otras cosas no nos enseñan sobre el sexo además de que, la persona con quien tuviste tu primer o primeros encuentros, no va a ser nada para ti, más que seguramente.

Por ejemplo, el hecho de que el sexo es algo que surge, irrefrenable y salvaje, que nunca lo tienes que buscar y que, si tienes que hacerlo, es mala señal.

Cuando la realidad es que al igual que hay veces que tienes que currarte las ganas de ir a entrenar o de cocinarte un risotto, con esto pasa igual.

No siempre pasa y punto, a veces tienes que buscar el deseo y hacerlo crecer hasta que llega el momento en que rueda solo y te explota en la mano o en la lengua.

Nadie nos cuenta que no hay una media estándar, ni de duración ni de frecuencia. Que eso de la cantidad ideal de polvos a la semana o los minutos que debe durar un intercambio satisfactorio (5,4 minutos según el estudio de Journal of Sexual Magazine) es muy relativo.

Es más, no nos podemos ni imaginar que casi vamos a pasar más tiempo hablando de sexo que teniéndolo. Estableciendo qué sí, que no vale.

Y entender que, a diferencia de lo que enseñan las películas, no siempre tienes un orgasmo. Y que si no lo tienes no pasa nada.

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Lo que seguramente sí tengas sea dolor de rodillas. Da igual qué postura estés haciendo.

Al cabo de un rato es incómodo de la misma manera que corta un poco el rollo cambiar de posición mientras comentas como si construyeras un Lego, que a ver cómo os acopláis ahora.

Aunque quizás lo que menos nos enseñan y más nos sorprende es lo mucho que puede ser el clítoris de delicado.

Sí, es posible que la mayoría seamos conscientes de la sensibilidad de la zona, pero no hasta qué punto.

Puedes llegar a tener agujetas de estimularlo, hay juguetes cuya vibración produce incomodidad y, si tienes las uñas un milímetro de más larga y lo mueves sin cuidar el ángulo del dedo, estarás un par de días con la zona escociéndote sin poder usarla.

Mara Mariño

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El pudor de desnudarse, que juzgue tu vida sexual… ‘Tips’ para perder los miedos más comunes con la ginecóloga

Hay una relación que nadie te prepara para tener. Y es la relación con tu ginecóloga.

Si has tenido suerte de venir de una familia donde el tema de la sexualidad se habla con la misma confianza que de lo que hay en la nevera, puedes saber por dónde van a ir los tiros.

Pero aun así, resulta bastante chocante cuando vas a la consulta por primera vez y no te queda muy claro qué es esa silla que parece un instrumento de tortura medieval.

Miriam Al Adib ginecóloga

miriamginecologia.com

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Y justo por esa razón, la doctora Miriam Al Adib, ginecóloga y escritora, prefiere utilizar el término ‘ginecología del amor’.

En sus palabras es «pasión, cariño, compromiso, motivación, formación continua… Con todo ello persigo la transformación en la salud femenina: empoderando a las mujeres, aliviándolas, respetando la toma de decisiones libres e informadas, mejorando su calidad de vida, visibilizando la complejidad de los procesos sexuales y reproductivos femeninos para que no se patologice lo normal ni se normalice lo patológico».

Consciente de que podemos tener bastante pudor en el momento de bajarse los pantalones, así de primeras con una ginecóloga con la que apenas has cruzado un «Buenos días», su consejo es el de recordar que son profesionales o incluso compartir que estamos algo tensas.

Además que, compartir nuestra vida íntima en consulta -sobre todo si traemos alguna infección de transmisión sexual, nos hace sentir que se nos puede juzgar por cómo llevamos nuestra sexualidad.

«Recomiendo que tengas muy presente que las personas que nos dedicamos a esta profesión estamos aquí para ayudarte, nunca para juzgarte. No hay nada en tu cuerpo que sea motivo para avergonzarte, ni tampoco para sentirte culpable, sea cual sea el problema de salud sexual que tengas», dice Miriam.

«Puedes exponer tu situación y tus preocupaciones sin miedo, no nos vamos a asustar por lo que nos puedas contar, ni te vamos a recriminar nada, en esta profesión escuchamos y tratamos cada día muchas situaciones y/o problemas como el que puedas tener tú».

«Tampoco te agobies ni tienes que pedir perdón por cosas completamente intrascendentes como no haberte depilado o no tener la vulva recién lavada, no pasa absolutamente nada, con la higiene normal de cada día es más que suficiente, no es necesario hacer nada extraordinario por el hecho de venir a una consulta ginecológica», explica.

¿Será que, ahora que hemos conseguido relajarnos con el hecho de que en la cama se nos vea algún pelo, podremos por fin dejaremos de agobiarnos si llegamos a la cita médica sin depilar al cero? Eso espero.

La conciencia corporal

Pero, más allá de eso, me interesa saber si la doctora opina que hemos ‘recortado’ distancias con nuestros genitales -y estamos familiarizadas con los colores y texturas de las zonas menos accesibles a la vista-, o llegamos a consulta sin saber qué nos pasa en el piso de abajo.

«En las consultas observo bastante desconexión con esta parte del cuerpo», confirma la doctora. «En general parece que no está bien integrada en nuestra conciencia corporal. Hasta el punto de que algunas mujeres se asustan por cosas que no tienen importancia: un simple granito, una carúncula del himen más evidente, mujeres que se asustan al tocarse “algo raro” (y lo mismo se han tocado el cérvix)…»

«Otras mujeres dicen que les da asco sus vulvas o sus vaginas, el flujo, el vello… Algunas creen que tienen un problema porque los labios menores son más grandes (por eso no me gusta llamarlos menores, ya que no tienen por qué hacer honor a su nombre y pueden sobresalir por encima de los mayores). Hay muchos problemas sexuales que derivan también de una mala conciencia corporal».

Entonces, para evitar esta situación, es clave que, como Miriam recomienda, desarrollemos nuestra conciencia corporal: «Cuando tienes buena conciencia corporal detectas enseguida cualquier cambio que requiere acudir a una consulta, y también para justo lo contrario: no te asustas si te ves un simple granito en la vulva porque sabes claramente que no tiene importancia. Cuando no tienes buena conciencia corporal te asustas por todo».

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No es tanto el convertir en algo rutinario el momento de sacar un espejito y mirarse cada día, pero «mirarse de vez en cuando (sin obsesionarse tampoco con ello ni tomarlo como una “rutina”) está bien para favorecer la conciencia corporal, esto hace que nos conozcamos bien, si hay algún problema puedes ver si algo que cambiado».

«Te pongo un ejemplo: paciente joven que viene a la consulta y tiene un picor crónico en la vulva. En la exploración veo los labios menores muy pequeños, casi ausentes, cuando pregunto si tenía antes así los labios o si ha notado que están cambiando, la mayoría suele responder “no lo sé, nunca me he mirado”. En este caso si me dijera que antes estaban más grandes y que le están desapareciendo podría ayudarme para orientar mejor el diagnóstico diferencial entre determinadas enfermedades como por ejemplo el liquen», dice Miriam.

Además, en lo que se trata de los chequeos médicos habituales como los cribados que ayudan a identificar enfermedades, la experta recuerda que «no hay un chequeo estándar igual para todo el mundo. Depende de los factores de riesgo y de los problemas de salud y/o necesidades que tenga cada persona».

Mara Mariño

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La curiosa relación entre tu vida sexual y la motivación en el trabajo

Sin el estrés de ir a la oficina o tener que encender el ordenador nada más despertarte, las vacaciones son un periodo dorado para tu vida sexual (y el polvo mañanero con legañas lo demuestra).

Porque, por mucho que nos encantaría que, por un lado estuviera nuestra vida íntima, y por otro nuestra vida laboral, sin ninguna conexión aparente, las dos esferas están más relacionadas de lo que pensamos.

pareja satisfacción sexual

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«Si estás satisfecho a nivel sexual, te ayuda a conseguir plenitud en el resto de ámbitos de tu vida, incluyendo el laboral», comentan desde la firma de juguetes LELO.

Así que para quienes tenían de propósito de Año Nuevo petarlo con sus proyectos en 2023, el sexo es el aliado inesperado para alcanzar los objetivos.

Y la razón se encuentra en la dopamina, la hormona que se libera en el sexo y se asocia a la sensación de placer y relajación, junto a la oxitocina, la hormona del amor.

Estas dos sustancias químicas producen una mayor satisfacción personal, haciendo que estemos más enfocados y concentrados.

También afecta a la predisposición cuando se trata de hacer las tareas del trabajo (leer ese hilo de mails va a costarte mucho menos).

Las consecuencias hormonales del sexo en el organismo suelen durar unas 24 horas aproximadamente, de ahí que la motivación del día se construya en las 12 horas anteriores aunque a veces sea difícil sincronizar las ganas.

Hasta se asocia al descenso de bajas laborales por reducir la ansiedad (uno de los principales motivos de solicitar este permiso) y mejorar el sistema inmune aumentando las defensas.

En resumen, una vida sexual plena tiene un impacto directo en la satisfacción laboral y en el compromiso con la empresa.

Pero, si pasa lo contrario, es decir si se tiene estrés en el lugar de trabajo, el deseo disminuye y solo apetece ir a la cama para dormir y ponerle punto final al día.

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Lo más habitual cuando atravesamos un periodo complicado a nivel laboral es que nuestra vida íntima caiga hasta el último puesto de la lista de prioridades.

Esto se traduce en que no consigues centrarte cuando estás intentando disfrutar o que incluso se te olvida hasta masturbarte.

Así que a lo mejor en vez de estar pendiente del mail hasta el último momento para ser productivo, lo más productivo es apagar el teléfono y tener sexo (con o sin compañía).

Mara Mariño

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No monogamias, masturbación 2.0… Lo más ‘hot’ que nos depara 2023

Me agobia un poco lo de «Año nuevo, vida nueva». Porque yo no sé tú, pero la mía sigue siendo la misma.

Entonces, ¿qué hago aquí pronosticando lo que 2023 nos deparará entre las sábanas?

pareja cama juguete

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No tanto por considerarlo una ruptura total con la vida íntima que has (o hemos) llevado hasta ahora. Pero sí por dónde creo que van a ir los tiros.

Por lo pronto, en 2022 empezamos a escuchar más a menudo términos como «poliamor» o «relación abierta». Así que no tengo dudas de que este año seguiremos aprendiendo que, las relaciones monógamas, no solo no son ya las únicas.

Sino que toca ver con los mismos buenos ojos todas las demás maneras de relacionarnos.

Esto nos permitirá no limitar el mundo y también sentir mayor libertad a la hora de elegir cómo queremos vivir nuestras relaciones.

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Ser más conscientes no se va a quedar solo en el ámbito de los vínculos afectivos.

Al vivir rodeados de pantallas y sufriendo con no sacar el móvil hasta cuando estamos en el cine, esto va a ser algo fundamental entre las sábanas.

Aunque hay quien lo llama mindfulness sexual, yo prefiero resumirlo en estar presente en el momento, ya sea teniendo sexo en solitario o con compañía.

Lo mismo da, la clave va a ser estar al 100% en el placer.

2023 serán 365 oportunidades de conocernos de nuevo, de lo que nos gusta, pero también de ser conscientes de si queremos o no conocer a alguien más en serio.

Por eso el Intentional dating será algo que tendrá mucho peso en este año. Tomar las cosas con calma pero con la convicción de que se quiere hacer.

Y, más en concreto con el placer, me gustaría pensar que ya que empezamos a tener una colección de juguetes, apostemos por los más sostenibles (o que pongamos de moda adquirir los que son de cristal, por ejemplo).

Por último, 2023 va a ser un año muy de masturbación, pero no la que imaginas.

Con lo de que podamos hablar cada vez de manera más abierta de nuestra vida sexual, no tengo dudas de que la masturbación anal, que ya comentaba una de mis sexólogas entrevistadas, será algo en lo que pondremos en práctica.

Mara Mariño

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¿Está cambiando TikTok nuestra manera de comportarnos en la cama?

¿Te acuerdas cuando la única plataforma social online era Tuenti y lo que se llevaban eran galerías de fotos desenfocadas eternas con el pie de «etiquetarse quien quiera»?

Pues TikTok es todo lo contrario. Y el éxito de la red social no se ha quedado en el móvil, sino que podría estar modificando nuestra vida sexual.

Tiktok sexo

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Sí, la red social que ha batido todos los récords de descargas (y según los expertos seguirá creciendo en 2023) está también enseñando a sus usuarios cómo deberíamos comportarnos entre las sábanas.

Por lo pronto, y algo que me sigue rechinando, es el hecho de que los términos como «pene», «vulva» o «vagina» infrinjan las normas comunitarias hasta el punto de que hagan que un vídeo pueda ser eliminado si se pronuncian o aparecen escritas.

Siendo la edad mínima para registrarse de 13 años, deberían ser palabras de uso común y habitual.

En vez de eso, se utilizan versiones alternativas con números o alterando el orden de las sílabas para referirse a lo mismo.

Pero no deja de molestarme el hecho de que parece que no se puede llamar a las cosas por su nombre (algo que por suerte otras redes sí tienen superado).

Y ya sabemos que lo que no se menciona, se invisibiliza.

Es una censura a todo lo relativo a la sexualidad que viene también potenciada por el mensaje de los supuestos coaches del amor.

Los mismos que primero criticaban el bodycount (el de las mujeres, por supuesto) declarando que a mayor número de parejas sexuales, menos ‘valiosa’ era la persona.

Un discurso que también se ha utilizado para criticar aquellas que, de primeras, no quisieran tener una relación sexual argumentando que es algo que puede afectar al ego masculino.

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Quizás los términos o promover una manera de relacionarse sana, sin presiones, juicios ni expectativas, no existen en la red social. Pero lo que sí parece existir (única y exclusivamente) es el punto G.

Un sinfín de vídeos no solo explican cómo encontrarlo, sino la manera de estimularlo o directamente hacen humor de cómo es dar con él -las referencias a chorros de agua o fuentes suelen ser el común denominador de estos vídeos-.

Además de que no todas somos iguales, ni el placer nos ‘viene’ por la misma vía, se pierde la erotización de las otras partes del cuerpo.

Parece que los genitales en redes sociales son como esos libros de Biología, con puntos, números y flechas señalando lo más importante. El resto de la piel pasa a un segundo plano.

Y eso sin hablar de los ‘tutoriales’ para que disfrute más, esos tips universales que prometen ser infalibles, cuando cada persona es un mundo

En resumen, todo lo que veo en TikTok de sexo es mucha performance poca comunicación.

Que se nos olvida que no es la técnica, la teoría o que haya memorizado los 10 giros de dedo índice perfectos para llegar al orgasmo en 30 segundos.

El placer reside en la persona con la que tenemos sexo.

Mara Mariño

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El truco para mejorar tu vida sexual que no esperabas es… beber agua

Durante estas últimas semanas, he recibido varios mensajes de «¿Qué le puedo regalar a mi pareja?».

Porque, para los que nunca sabemos qué comprar, no solo es una solución al problema, sino algo con lo que vamos a acertar.

Y de hecho, en este artículo te daba unos consejos acerca de cómo hacerlo.

pareja ducha

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No te digo que no vayas a la tienda si ya habías fichado el próximo integrante de vuestra colección íntima.

Pero sí creo que a veces se nos olvida que en el sexo, cuanto más sencillo, mejor.

Si digo esto es porque cosas cotidianas que tenemos por casa, como un cinturón, una corbata, una espátula de la cocina (y otros objetos cotidianos que no te imaginarías) solo dependen de la imaginación para añadirse a cualquier encuentro sexual.

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Y el último que he descubierto, que también tenemos en casa, y al que no le damos mucha importancia, forma parte de este grupo.

El agua.

Cuando estudiamos en Biología que el ser humano está formado en un 65% de agua, no somos muy conscientes de cómo esto afecta al sexo (ni tampoco nadie nos lo explica).

Pero lo cierto es que, hay ocasiones en las que la falta de ganas, que cueste llegar al orgasmo o simplemente el sabor de los fluidos, pueden verse afectados porque no estamos bebiendo lo bastante a lo largo del día.

Para empezar, y lo más obvio, a más agua, más mojado. Las glándulas de Bartolino, que son las encargadas de humedecer tanto los labios menores como la vulva, producen ese líquido.

A la hora de besar pasa lo mismo. Siendo una de las prácticas que más nos hace conectar con el erotismo -y con respuesta en los genitales- si la boca está seca, la experiencia no será igual.

En el momento que el cuerpo no tiene suficiente agua, esta se destina a las funciones vitales y las glándulas quedan abandonadas a su suerte haciendo que, por mucho que te estén estimulando, sigas con la entrepierna más deshidratada que un vaso de talco.

Beber agua hace que sea más fácil llegar al orgasmo, porque ayuda a que el oxígeno llegue mejor a los órganos sexuales. Si quieres unos genitales turgentes -qué palabra tan terrible-, la clave está en mantenerse bien hidratado para que haya una buena vasodilatación.

El agua funciona a modo de vía conductora de las neuronas, que son las que mandan los estímulos. Una falta de hidratación, nos convierte en menos sensibles (lo cual es una buena excusa si alguna vez tu amiga te acusa de tener poco tanto).

Por último, le pasa también factura al deseo, ya que un alto nivel de agua hace que el organismo desempeñe la función de secretar hormonas -que son las que aumentan la libido– de manera correcta.

De manera que el agua también nos hace sentir más ganas de tener sexo.

Así que como conclusión, ir bebiendo a lo largo del día es el afrodisíaco que realmente necesitabas (y un vaso después de terminar, ya que estamos para recuperar el agua perdida en el calor).

Mara Mariño

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Cuidado con el ‘coach’ del amor que dice que es mala señal no tener sexo en la primera cita

Hace unos días, me topé con el vídeo viral de un coach del amor para hombres.

En él comentaba que recomendaba a sus clientes que, si una chica se negaba a tener sexo en la primera cita, lo consideraran una mala señal.

primera cita sexo

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«Si te hace esperar para tener sexo, puede ser una red flag», empezaba contando. «Hay chicas que dicen no duermo con tíos en la primera cita, lo cual es una mentira de mierda porque sí que lo han hecho alguna vez».

«Quieren probar que no son ‘ese tipo de chica’. Pero si haces esperar a un chico y descubre que te has acostado con otros a la primera, se va a comparar no se va a sentir lo bastante bueno», reflexionaba.

Con miles de visitas y más de cientos de miles de seguidores -entiendo que la mayoría hombres, por eso de ser coach masculino- Mathew Hyman demuestra por qué es tan complicado esto de que nos entendamos cuando nos conocemos (y por qué nunca deberíamos fiarnos de alguien que dice ser coach del amor, ya de paso).

Porque, por lo pronto, el ritmo que lleva una persona cuando decide acostarse o no con alguien, no le define en absoluto. Es una decisión que no engloba lo que somos.

Algo que sí hace lo que nos gusta, lo que hacemos, cómo nos comportamos, cómo tratamos a quiénes nos rodean… En definitiva, la serie de cosas que deberíamos averiguar en una cita más allá de si va a pasar algo físico o no.

Porque por lo que comenta, parece que el único objetivo de tener una primera cita es saber si va a acostarse o no con nosotros, ya que, en caso de que no lo haga, todo mal.

Todo mal porque, según el coach, eso puede llevar a que te compares con otros.

A tener una actitud de «Ah, es que no se quiere acostar la primera vez que nos vemos, pero sí con otros, ¿cómo se atreve? A mí me hace esperar y me hace seguir teniendo citas cuando ya se ha acostado con otros. Menuda zorra, está jugando conmigo».

Además pone una presión y unas expectativas en la cita que no son justas para nadie. De ellos depende su autoestima, de nosotras ser tomadas en serio o de que le estamos «vacilando» si no nos nace.

Pero ¿quién eres tú para juzgar los tiempos de nadie?

Puede que haya tenido una cita estupenda con alguien, con mucha química o que estuviera con las hormonas por las nubes o que pasaran mil cosas. Puede que otro día se sintiera con menos ganas y punto.

Pero eso no significa que deba tener una repercusión directa en tu autoestima porque no tiene por qué ser solo una cuestión de atracción.

Hay que ver más allá, si no nos arriesgamos a -como anima este coach-, pensar que la persona con la que hemos quedado no es otra cosa más que un objeto sexual y el sexo es el único objetivo y motivación, que además se usa como doble vara de medir para juzgarla.

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Si seguimos este camino, será imposible tener relaciones sanas sin salir de la superficialidad del físico. Cuando, lo que deberíamos buscar en una cita, es averiguar si podemos crear un vínculo emocional saludable.

Conocer a una posible pareja significa buscar a una amiga, alguien con quien formar un equipo fuerte que te apoye en los momentos más difíciles de la vida, porque a su lado son más fáciles. Con quien reír.

Pero nunca vas a encontrar ese tipo de amor si solo ves en la persona que está al otro lado de la mesa, un objeto sexual que debe complacerte.

Tener sexo o no en una primera cita depende de un sinfín de factores. No depende ni del carácter ni de la forma de ser.

Habría que normalizar que los ritmos van y vienen.  Que puedes sentirlo o no. Pero que no significa nada más allá de cómo se dan las cosas. Simplemente que tenemos diferentes experiencias con diferentes personas.

Mara Mariño

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