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A ti, que alguna vez te has preguntado si te aburre el sexo

Si estás aquí es porque te ha pasado lo mismo que a mí. Te has preguntado si el sexo empezaba a aburrirte. No sé tú, pero en mi caso ha sido algo que me he planteado en diferentes fases de mi vida. Tanto estando sola como en pareja.

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No es que no me guste sentir placer (¿hay alguien ahí fuera que no lo disfrute?) pero el hecho de pensar en quitarme tan solo una prenda de ropa, apagar la tele, empezar con los preliminares y terminar después haciéndolo en la cama o en el baño, se me antojaba una tarea que me daba pereza.

Ahí me cagué, lo admito. ¿Y si ya no me gustaba el sexo? ¿Qué iba a ser de mi vida desde ese momento? ¿Sería la rara de mis amigas que no cuenta anécdotas de cama?

Pero curiosamente, masturbarme no me daba pereza, ya que era algo que hacía cuándo, cómo y dónde fuera a mi manera.

Tuvo que venir una psicóloga para explicarme lo que me estaba pasando. No me daba pereza la sexualidad en sí. Mi deseo sexual estaba intacto (que se lo digan a mis bragas cuando le veía sin camiseta andando en calzoncillos con todo medio fuera).

Lo que me daba pereza, lo que puede que a ti te dé pereza, era la construcción del sexo. La dinámica social que dicta que hay que desnudarse, tener una serie de juegos previos como calentamiento y, finalmente, una penetración que lleve al orgasmo.

Es que era normal que me aburriera. Pero al mismo tiempo, ¿cómo iba tan siquiera a plantearme que pudiera ser diferente? En otras palabras, que hubiera vida (y sexo) más allá de la penetración.

En un mundo dominado, hasta ahora, por el placer masculino, meterla parece ser el fin de todo encuentro sexual. Y es precisamente por ese motivo por el que puede parecernos monótono.

Sin embargo, tal y como me contó la sexóloga (tenéis una frase suya aquí abajo), el mundo sexual no gira solo alrededor del pene ni de que él se corra.

La realidad es que la idea del sexo está mal construida. No es la rutina aprendida, es todo un mundo en el que los llamados preliminares son el plato principal, en el que a lo mejor apetecen solo caricias, dar placer con la boca o un poco de frote.

Así que en vez de repetir una y otra vez lo que crees que tiene que ser el sexo, ¿por qué no pruebas a hacer el que te apetezca en cada momento?

Duquesa Doslabios.

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Sexo veraniego: hacerlo sin sufrir un golpe de calor

Quien dijo aquello de «La primavera la sangre altera» no conocía el verano (o al menos esa sensación me da). Si hay una estación que me revolucione, es esa.

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Será la falta de ropa, el bronceado o lo de dormir desnudos por el calor, pero la rutina se convierte en una especie de trama en la que los protagonistas tienen muy poca ropa y mucho tiempo libre para eso que más les gusta hacer(lo).

Pero claro, dos cuerpos en contacto terminan teniendo la misma temperatura, o algo así decía una ley de la física. Y al final las zonas de la piel con riesgo de incendio se convierten en un calor que llega hasta el hueso.

Como prescindir del sexo no es una opción durante los tres meses del verano, voy en busca y captura de alternativas para no morir de un golpe de calor.

Si no hay aire acondicionado, siempre puede hacer el apaño un ventilador o, en su defecto, esperar a las horas más frescas de la noche, cuando ya no hay sol criminal.

Las ventanas, balcones y terrazas son el nuevo must have del verano, el dormitorio estival, el 2×1 que además de aire fresco en la cara, lo da también al encuentro, por aquello de tener estrellas a modo de techo (aunque en Madrid se puedan contar con los dedos de una mano y te sobren varios).

El verano es la estación oficial del sexo al aire libre aprovechando cualquier excusa, que si turismo, un día en la playa, excursión por la montaña, camping, festival de música comercial

Y recordad que hay que hidratarse constantemente para evitar los mareos o agotamientos característicos del cardio indoor, ese ejercicio en el que sustituimos montar la bicicleta estática por la persona inestática (afortunadamente).

Una botella de agua a mano apaga la sed y enciende las ganas de continuar, si se utiliza en el modo correcto, por supuesto.

Duquesa Doslabios.

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Estás cordialmente invitado a mi orgía emocional

Tengo una idea, hagamos un trío esta noche: tú, yo y la cama. Porque sí, porque me apetece, porque quiero compartirte un poco y terminar con la habitación llena de rastros, prueba de un crimen pasional en el que lo único que nos cargamos fueron las ganas de dormir (o las de despertarnos).

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Será testigo la manta, que podría ser llamada a declarar mostrando las arrugas incriminatorias a lo largo y ancho de las sábanas. Mi piel, en cambio, guardaría silencio en el estrado, cómplice de tu modus operandi fácilmente adivinable siguiendo las marcas de los besos húmedos bien repartidos. No eres de dejar vacíos.

Los sutiles van por el cuello y los otros se pierden con lengua de por medio allí donde tú ya sabes. El sitio que yo quiero saber que sabes y que sepas que bien sabe para ambos aunque solo uno lo saboree.

Quiero que hagamos un trío, uno de esos que puede convertirse en cuarteto en cualquier momento cuando el suelo (¡ay, el suelo! Ese que siempre tiene ganas de participar) nos termine llamando. Y que al final, me dejes entre la espada y el parqué, sin más elección que una erección, sin escapatoria.

Porque por mucho que la adrenalina del ‘Pilla pilla’ era que te persiguieran, no había nada más intenso que sentir que te habían pillado, que es justo como me siento contigo, total y completamente pillada. La diferencia que tengo con el juego es que cuando era pequeña tenía que correr para que no me pillaran y contigo es más probable que me corra después de que me hayas pillado el punto.

Vamos a hacer un trío que termine con el espejo, ese voyerista que no se cansa de asistir como espectador a nuestras fiestas de piel y endorfina y que alguna vez, de pasada, le he pillado devolviéndome la mirada.

Si siendo dos con él hacemos tres, vamos a seguir haciéndolo hasta que nos dupliquemos en su superficie y lleguemos al cuatro, o al cuarto orgasmo, lo que venga antes. Hasta que vea doble y sienta que mi reflejo, por mucho que parezca disfrutar de ti, tenga envidia de lo que estoy viviendo a este lado del cristal, porque solo una de las dos tiene las tres dimensiones de ti.

Y al final, después de tantos participantes, me daré cuenta de que no me importa cuántos invitados improvisados se unan a lo largo porque pase lo que pase siempre me voy contigo, y es eso precisamente lo que cuenta, que dentro y fuera me voy contigo.

Duquesa Doslabios.

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Por qué la ‘siexta’ es mi momento favorito para tener sexo

No recuerdo dónde fue que leí que el mejor momento para tener sexo era por la mañana, recién levantados.

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Y yo, que nada más abrir el ojo tengo un humor que me hace más peligrosa que un tigre de Bengala, no podría estar más en desacuerdo.

Lo único que me quiero llevar a las manos y a la boca es una taza de café de esas que van bien cargadas y sin prácticamente leche, para espabilarme a golpe de cafeína.

Por mucho que hablen de lo beneficioso que es activar el cuerpo con un buen desayuno en forma de sexo (además parece ser que con la liberación de endorfinas empiezas el día de buen humor) es un momento que no va conmigo.

Para empezar porque, además de la necesidad vital del café, el desayuno para mí es más sagrado que una vaca dándose un paseo por la India. Intocable. Si encima tengo que esperar toda la noche para poder hacerlo, por cualquier cosa que se retrase muerdo.

Y no es por ser tiquismiquis pero llena de legañas, con el pelo pegado a la cara con baba y con ese maravilloso aliento matutino que nos caracteriza a los bípedos, no es que me sienta con talante como para excitar(me).

De todos los momentos del día, y si debo quedarme con uno como favorito, elegiría después de la siesta ya que es realmente cuando todas mis necesidades están cubiertas y puedo permitirme estar relajada y en paz con el mundo, lo que me ayuda a tener una predisposición positiva.

Después de una buena siesta ya no te sientes pesada por la comida pero tampoco muerta de hambre porque has estado ocho horas durmiendo (¿o sí?). No estás cansada y si te has podido echar una siesta es que dispones de tiempo para ti y para tu pareja.

Pero contadme, ¿cuál es vuestro momento favorito para los arrumacos? Os reto a que encontréis uno mejor que mi preferido (y acordaos de seguirme en Twitter y Facebook).

Duquesa Doslabios.

¿Quieres mejor sexo? Hazte feminista

Si tuviera que resumir en una palabra lo que ha supuesto el feminismo en mi vida sexual, os resultaría familiar el término: orgasmos.

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Cuando empecé a tener sexo (me refiero a acompañada, claro, sola ya lo llevaba practicando bastante tiempo) aquello eran unos cuantos meneos, se corre, tiramos el condón y a dormir. Fin del cuento. Normal que no me pareciera para tanto.

Me preocupaba pensar que algo no funcionaba. Primero pensaba que era yo, pero, como os he dicho, había sido muy capaz de llegar al orgasmo yo sola sin que nadie tuviera que explicarme nada. No entendía por qué no me lo pasaba tan bien como en todas esas comedias románticas, en las que, solo con rozarse, ya llegaban los gemidos al cielo.

Y entonces lo entendí. Por supuesto que yo sabía cómo darme placer, eran ellos los que no. Y claro, iba a quedar muy mal que yo le llamara la atención a mi acompañante, o eso pensaba, por lo que me limitaba a fingir un poco y luego a terminarme la faena en casa.

Hasta que llegó el día en el que me di cuenta de que estaba viviendo en una mentira, una enorme, y que quería empezar a ser sincera, no solo con ellos sino conmigo misma.

Fui franca y los orgasmos falsos se acabaron, lo que hizo que vinieran los auténticos y esa brecha orgásmica descendiera.

Me di cuenta de que quería igualdad en la cama, que si él se corría, yo me corriera también. Y no era algo egoísta, ni que no quisiera que él no lo disfrutara, sino que ambos recibiéramos placer.

El feminismo me quitó la tontería de encima, la de los orgasmos y muchas otras, como por ejemplo los complejos. Comprendí (al fin) que tenía que quererme tal y como era y que aquello no cambiaba en función de si estaba más o menos depilada, de si mis tetas estaban o no caídas o de si el culo tenía celulitis, que daba exactamente igual.

Eso de «el macho tiene que mandar en la cama unga unga» era mi concepción pre-feminista. Mi yo feminista entendió que era más divertido compartir la «dominación» en el colchón y no ser siempre la que se deja llevar. Tomar la iniciativa y experimentar es algo también muy placentero.

Que me aburro

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Pero feminismo también es asumir la responsabilidad, entender que si algo sale mal no es que hayas topado con un mal amante y ya está, sino que está en mano de los dos hacer de la experiencia algo sobresaliente.

Con el feminismo aprendes a darle al sexo la importancia que tiene, mucho menor que la que me vendían en el colegio,  que, supuestamente, tenía que ir ligado siempre a un matrimonio con amor. Resulta que podía tener sexo con alguien solo porque me apeteciera y no pasaba nada. No se me ligaban las trompas de Falopio, no era una puta ni una guarra. Era una mujer disfrutando de su vagina (y de otras partes, sin duda).

Para todos aquellos preocupados que piensan que el feminismo está en contra del sexo, os diré algo, todo lo contrario. El feminismo le da a la mujer la libertad de disfrutar de su cuerpo, está a favor del placer que durante tanto tiempo hemos tenido prohibido.

Quiere la igualdad en todos los aspectos, quiere que puedas disfrutar de una buena comida y que te traigan a ti la cuenta, en vez de dar por hecho que va a pagar él, y que disfrutes sin complejos de los postres que ofrecen las entrepiernas.

Duquesa Doslabios.

De sexo y de despedidas

Querid@s,

Esta es la última vez que os escribo. Pero afortunadamente este blog no termina conmigo, en breve una nueva capitana tomará el mando de esta nave para seguir surcando vuestros instintos más bajos y avivando vuestras pasiones. Al  menos, eso es lo que intentamos.

Mientras fluyen estas lineas buceo en el baúl de los recuerdos y no puedo evitar ponerme nostálgica. Qué le voy a hacer, en el fondo soy una romántica demasiado sentimental. Y es que llevamos casi dos años juntos y más de 275 posts escritos. Ha sido un verdadero lujo y un no sé si merecido privilegio escribir día sí día no para este incendiario blog bajo el abrigo de una casa tan prestigiosa y amiga como 20 minutos. Al margen de las diferencias que hayamos podido tener a lo largo de esta inquietante andadura, espero haberos sido de ayuda, tal vez inspiración. Me conformo con haberes encendido cuando afuera acechaba el frío, acaso alegrado el rato o cabreado hasta lo imposible. El caso es no haberos dejado indiferentes nunca.

En esta lujuriosa travesía lo mejor de toda esta experiencia han sido vuestros comentarios. Unos más amigables que otros, convendréis. Tras cada post he esperado como agua de mayo vuestras variopintas aportaciones. Para aprender, para inspirarme, para conoceros mejor, hasta para reírme a carcajadas con algunas de vuestras ingeniosas salidas. Gracias de corazón por vuestro granito de arena que hace posible que este blog siga vivo. Os doy mi palabra de que leí todas y cada de vuestras aportaciones, agradeciendo siempre las críticas constructivas y, por qué no decirlo, obviando las faltas de respeto, especialmente hacia las mujeres (que no han sido pocas). Feminista sí, feminazi no, por aquello de disipar posibles dudas.

Recordad que este es y siempre será un blog de sexo, por si algún lector despistado aterriza accidentalmente en él. No hallaréis más que asuntos de sexo, amor y otras desventuras. Y ya sabéis, al que no le guste que no mire (lea en este caso). Por si las moscas, me despido antes de que os canséis de mí y me abandonéis por otra. Me voy pero sigo creyendo firmemente en el milagro que es enamorarse, en lo sublime de estremecer por una mano tocando una piel ansiosa, el poder de una lengua húmeda en otra boca deseosa. Sigo creyendo que para entrar en el cielo no es preciso morir, porque yo lo he visto después de morir en los brazos de otro. Sigo creyendo en el dulce dolor de la petite morte después de un sexo apasionado o modesto.

Y antes de despedirme para siempre brindemos juntos.

Brindemos porque las batallas venideras sean cuerpo a cuerpo en una cama aún por deshacer. Porque los únicos mutilados sean los prejuicios y las prohibiciones. Porque se envíen más misiles en forma de epístolas de amor. Porque las únicas bombas que exploten sean las que estallan bajo la piel. La tuya y la mía, dónde quiera que estés. Porque tú me enciendas y yo te ponga por los siglos de los siglos. Amen.

Brindemos porque nunca dejemos de bailar. Porque esa diosa llamada música nunca deje de sonar. Porque no nos dejemos nada el tintero, ni respiremos la vida a medio pulmón. Porque no pasemos por este mundo sin pena ni gloria. Porque no nos dejemos besos por dar, ni polvos por echar. Porque sigamos amando, haciendo el amor y follando. Porque a veces sí, y a veces no. Porque nos hechicen, si viene de la persona adecuada.

Brindemos por esos hombres que nos ponen con los tacones mirando pal techo y por esas mujeres que son el veneno para el que, quién sabe, tú eres el antídoto.

No sé por cuánto tiempo me recordaréis. Sólo espero que sigáis dejándoos caer por estos lares y deis una calurosa y tierna bienvenida a la nueva Liliht, Lilih. La primera mujer de la Historia, que no os engañen. Tratadla con cariño y mimo, os lo ruego. Si ya me echáis de menos y os apetece seguir leyéndome en otra clave, me encontraréis semanalmente a partir de octubre en mi otro blog, Pepita La Nuit. No apto para machistas, especialmente dirigido a mis chicas molonas. Desde este (otro) rincón canalla, romántico, un tanto sin vergüenza, os hablará Pepita La Nuit, una hombreriega de alto voltaje a la que le gusta coquetear y comerse la noche en busca de una nueva historia de sexo para compartir con vosotros.

Hasta siempre y no os olvidéis de lo más importante de todo…

A follar a follar que el mundo se va a acabar.

Sexo en el agua: manual de uso y disfrute

Querid@s,

El verano, que se nos acaba, es una época ideal para escapar de la monotonía sexual. También es tiempo de playas y piscinas, sean privadas, públicas o comunitarias. En esta diversidad de masas de agua se pueden realizar muchas más actividades que tomar el sol o pegarse un chapuzón. ¿Mejor un revolcón no? Es el momento ideal para practicar una de las fantasías eróticas más comunes: el sexo acuático

Imaginad los mismos abrazos, las mismas caricias, la misma entrega de los cuerpos, los mismos ósculos apasionados, pero más mojados, más húmedos. Yo me imagino a los cuerpos amantes balanceándose al compás de las olas, la luz de una luna llena rielando sobre la piel mojada. Primero tímidos escarceos y besos en la piscina o en el mar. Inevitablemente una cosa lleva a la otra. El deseo se apodera de nuestros cuerpos para terminar zambulléndonos de pleno en memorables encuentros sexuales pasados por agua.

¿Quién no se ha imaginando una escena de aquasex en mitad del calor de la noche con la luna como único testigo?

El calor de la noche

El aquasex, o sexo bajo el agua, es una de las fantasías eróticas más comunes¿Por qué gusta tanto? El sexo acuático tiene unas cuantas razones eróticas que lo hacen la mar de interesante: hacerlo en un lugar público, el riesgo de ser pillado ‘in fraganti’, el tacto bajo el agua. Suena de lo más apetecible, convendréis.  Para un óptimo uso y disfrute, atended a este breve manual de aquasex.

El sexo acuático se disfruta más sin preservativo, eso no lo puede negar nadie. No obstante, salvo que uséis otro método anticonceptivo, enfundarse un preservativo es clave. Sin embargo, los condones y el agua no hacen buenas migas. Aviso a buceadores, para evitar problemas lo mejor es hacerse con condones especiales para polvos en medios acuáticos y lubricantes que debéis aplicar antes de poneros a remojo. Procurad hacerlo con el pene erecto para evitar que se formen burbujas de aire.

Cocktail

En este caso el agua ni hidrata ni ayuda a la lubricación, en contra de lo que opinan los que hablan de estas cosas de oídas. Uno podría pensar que con tantas partículas acuosas el miembro viril se desliza la mar de bien, pero no es el caso. El agua tiende a menguar la lubricación natural de la mujer, colaborando a la fricción del asunto y por ende a una rotura inminente del preservativo.

Una vez resuelta la lubricación… ¿Piscina o mar? He tenido la inmensa suerte de haber probado ambos medios. En sendas piscinas y en varios mares. Es lo que tiene tener el viajar como pasión. He de confesar que hacer el amor en el mar es altamente seductor y que un polvo en la orilla de la playa es de lo más sensual y romántico. Eso sí, un poco engorroso es. Algo cansado también. Entre el vayven de las olas, la incomodidad de no tocar fondo, tragar agua salada por un tubo y un equilibrio que se va al garete en cada embestida, follar bajo el mar puede convertirse en toda una hazaña. La piscina es bastante más cómoda y serena para estos menesteres, aunque no tiene el mismo encanto que mantener escarceos en el agua del mar y terminar abrazados y jadeando en la orilla del mar con la arenas y la sal en la boca. Os lo aseguro.

Showgirls

Si sois más de secano y el fornicio entre tanto agua os resulta un enredo, podéis limitaros a practicar los prolegómenos en el entorno acuoso elegido y rematar la faena sexual en tierra firme. Y pelillos a la mar.

A follar a follar que el mundo se va a acabar.

¿Cuáles son las comunidades en donde más sexo se practica?

Querid@s,

Antes de abordar la pregunta que sirve de título a este post, contestadme por favor. ¿Con qué frecuencia practicáis sexo? Según un estudio de hábitos saludables realizado por Salud Envidiable, el 31% de los españoles practica sexo varias veces por semana. Sólo un tímido 4% reconoce tener sexo todos los días, mientras que el 16% de la población afirma que practica la abstinencia sexual, lo que no tengo muy claro es si por obligación o por decisión propia. El resto de la población dedica una sesión semanal a retozar en la intimidad de la alcoba (21%), un 17% con menos libido se conforma con 2 o 3 ocasiones al mes, mientras que el restante 11%  dedica una única sesión al mes.

El sexo, además de protegernos de patologías tan dispares como las enfermedades cardiovasculares, la osteoporosis o la demencia, es una de las cosas que más gusta. Ahora sí, ¿Cuáles son las comunidades más folladoras?

Las comunidades más libidinosas son las que se encuentran cerca nuestros mares como las Islas Canarias, Murcia, Cantabria y Andalucía. No hay nada como follar con la sal en la boca y la arena en la piel. En general, en el sur se practica más sexo que en las regiones del norte de España. Va a ser que la Carrá tenía razón y para hacer bien el amor hay que venir al Sur porque los andaluces se consolidan como los amantes con más actividad sexual.

La Comunidad en la que más malita está la cosa del follar es Islas Baleares, donde muchos afirman no comerse ni una rosca. En las comunidades norteñas, como La Rioja y mi adorado País Vasco, la actividad sexual es escasa. El 25% de los vascos hace el amor una vez a la semana y el 22% asegura no tener sexo nunca. Al menos, son francos. En cambio, los vecinos cántabros ostentan el titulo de los más folladores. Más del 10% afirma tener sexo a diario y más del 40% varias veces por semana.

A pesar del escaso habito copulador de Euskadi, mis esperanzas folladoras están en Bilbao, ciudad que amo más que la tierra que me vio nacer y donde quiero vivir y morir. Aunque soy testigo de que en Bilbao no hay quien folle, lo he sufrido en mis propias carnes, asumo esta realidad con estoicismo. Insistiré. Resistiré vigorosa, dinámica.

A follar a follar que el mundo se va acabar.

Este verano… ¿sé infiel y no mires con quién?

Querid@s,

Las vacaciones de verano son una época propicia para cometer infidelidades. Sé infiel y no mires con quién, pensarán los más adúlteros. No sólo porque la temperatura del termómetro alcanza sus máximas cotas en estos meses y vemos más pieles al desnudo, sino porque el cambio del domicilio habitual, la transformación radical de las costumbres y el ambiente relajado de las vacaciones incitan a cometer esos deslices que durante el resto del año o no surgen o se reprimen. Vamos, que estamos más predispuestos a tener una aventura, según datos rescatados de una encuesta realizada por la web de contactos extra matrimoniales Victoria Millán.

La encuesta realizada a 4.200 usuarios del portal de citas online indica que el 72% de los infieles ha estado esperando la llegada del verano como agua de mayo para tener una aventura. Además, el 29% de las mujeres y 36% de los hombres están molestos con la pareja y por ende más predispuestos a ser infieles debido a la falta de sexo con su pareja estable. La falta de comunicación, las obligaciones del día a día y las continuas desilusiones también ostentan su parcela culposa en la tarta de la infidelidad.

Tampoco nos olvidemos que durante el año las parejas pasan más tiempo en el trabajo que viviendo juntos. Y de pronto, llegan las vacaciones que los llevan a convivir las 24 horas. En el caso de las pareja que no se llevan demasiado bien, la incapacidad de adaptarse a esta nueva intimidad, no siempre gustosa, suele desembocar en que los infieles se desfoguen fuera del del matrimonio y vivan una aventura alevosa.

Infiel

El motivo principal de ser infiel para la mayoría de los hombres sondeados es la insatisfacción sexual. Le sigue el sentimiento de asfixia provocado por la presión de sus parejas (23,40%). En el caso de ellas, las peleas las conducen a ser infieles (19,30%). Además y para mi sorpresa (no sé vosotros), el 54% de las mujeres que tienen una doble vida, preferirían pasar más tiempo con su amante que con su pareja.

¿Y vosotros qué?

El final del verano lo tenemos a la vuelta de la esquina, así que si sois de los infieles, espabilad.

A follar a follar que el mundo se va a acabar.

Sobre las parejas y cómo duermen

Querid@s,

Hace no mucho hablamos sobre las posiciones en las que nos abrazamos al sueño de Morfeo y de cómo cada una de las posturas constituye un indicador, no sé si fiable 100%, de cómo somos en la cama. Al igual que las posturas individuales reflejan nuestra sexualidad, la postura en que las parejas concilian el sueño refleja pormenores de su relación. La forma en que nuestros cuerpo se mueven y oscilan para unirse o separare del de la pareja puede sugerir el grado de confianza y conexión que cada uno mantiene con el otro.

Olvídate de mí

En este breve compendio no están todas las que son, pero sí son todas las que están.

Pretzel

Hay parejas que están tan conectadas, tan unidas, tan enredadas, tan acopladas que incluso durante el sueño se envuelven completamente el uno con el otro con brazos y piernas, y parecen fundirse en un solo ser. Esta posición es muy común en las parejas jóvenes o que llevan poco tiempo juntos, pero también se da en parejas más estables.

Cada uno por su lado

Esto ocurre cuando los dos deciden ubicarse en los lados opuestos de la cama, sin mirarse y sin tener contacto físico. Aunque para más de uno esto es un mal indicador, no lo es en absoluto. Quienes duermen de esta manera suelen tener seguridad en sí mismos y alta confianza en la pareja, además de una mayor independencia. Suele darse especialmente en noches calurosas. Por mucho que dos se quieran, esas noches de calor en las que se superan 30 graditos se llevan mejor si corre el aire entre los dos cuerpos.

El abrazo de Luna de Miel

Esta posición ocurre cuando los amantes se desean y se aman tantísimo que ni siquiera puede perderse de vista mientras duermen y necesitan mirarse a los ojos incluso durante el sueño.

La cucharita

Básicamente consiste en que ambos duermen pegados, acurrucados uno detrás del otro y en posición fetal. Demuestra que hay mucha sexualidad en la pareja y sentimiento de seguridad en la relación. Cuando el hombre rodea a la mujer significa que le gusta ser el protector. Si es al revés y éste mira hacia el otro lado de la cama puede revelar que ella depende de él.

El abrazo en V

Ocurre cuando las parejas duermen cada uno a un lado de la cama, sin enfrentarse y sólo con sus espaldas chocándose. Esta posición demuestra confianza y al mismo tiempo la habilidad y deseo de ser independientes. En este abrazo la pareja demuestra tener confianza porque se tocan. Quieren permanecer sexualmente conectados, pero necesitan su espacio.

El abrazo real

En esta postura uno de los dos miembros de la pareja se recuesta sobre la espalda, mientras que el otro se acurruca sobre su pecho u hombro. Quien mira hacia arriba demuestra confianza y auto-seguridad.

El abrazo de pies o piernas

En esta postura, sólo los pies o las piernas de la pareja se tocan. Generalmente se adopta después de varios años de matrimonio, cuando él y ella quieren su espacio, pero todavía desean conectarse. También suele darse después de una pelea de pareja.

¿Cuál es la vuestra?

¡A follar a follar que el mundo se va a acabar!