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Escribir a tu ex para felicitarle la Navidad puede no ser tan buena idea como crees

Los villancicos, las luces que decoran las calles, las películas románticas navideñas donde la solitaria protagonista termina cambiándose de ciudad y encontrando el amor verdadero…

Sí, la Navidad es una época romántica porque invita a quedarse en sitios calentitos tomando algo y hablando o en casa compartiendo una manta.

El caldo de cultivo perfecto para que la nostalgia de cuando estabas en pareja te coja con la guardia baja.

Cuando te quieres dar cuenta, estás con el móvil en la mano dándole vueltas a un mensaje para tu ex. Por eso quiero convencerte de que no lo mandes.

chica móvil navidad

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Tu ex no necesita saber de ti, porque de necesitar estar al día de lo que pasa en tu vida (y tú de la suya), no sería tu ex, sería tu amigo.

Así que si ya tiene esa etiqueta, es porque está formando parte de tu pasado y ahí debería quedarse.

Cuando se habla de responsabilidad afectiva es también entender que, recibir un mensaje así, por mucho que creas que solo tiene buenos deseos, tiene un impacto en la otra persona que no conoces.

Por lo pronto, un inocente «Que pases unas felices fiestas», puede afectar a su bienestar emocional y al tuyo (si no sabes cómo se lo va a tomar).

Lo que te deja en una situación de ansiedad anticipatoria que podrías haberte ahorrado.

Y es que este tipo de tomas de contacto, pueden reabrir emociones no resueltas o heridas sin sanar (¿a quién no se le ha acelerado el pulso viendo el nombre de esa persona del pasado en la pantalla?).

Es algo que reinterfiere en el proceso de superación si una de las dos personas no ha pasado página, aunque también puede suceder incluso habiendo cerrado el capítulo.

Aunque solo pongas «Feliz Navidad, espero que todo bien», escribir es, en sí mismo, un acto que puede provocar confusión, ya que tú puedes tener claro que solo querías felicitar las fiestas, pero puede dar pie a que se piense que intentas reconciliarte y estás utilizando el periodo navideño como excusa.

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O incluso que pueda interpretarse como falsa amabilidad, ya que el mensaje estaría motivado solo por la navidad y no por razones genuinas.

Si tu ex ha dejado claro (verbal o por acciones como dejarte de contestar en cierto punto) que no quiere saber de ti, mandar un mensaje es una manera de violar los límites establecidos.

Porque por mucho que te crees expectativas más o menos realistas, de que te va a contestar y todo va a estar bien, pueden no suceder.

Así que, con todo esto, ¿aún quieres exponerte a ello?

Me gustó mucho un consejo que dio María Esclapez en su podcast sobre superar el duelo que también se puede aplicar a este caso.

Si tienes muchas ganas de contactar o echas en falta a la otra persona, piensa en él o ella y mándale cariño mentalmente.

Deséale que esté bien, dedica unos segundos a llenarte de esa buena energía, de ese aprecio que sientes, y déjalo correr imaginando que se lo envías por el aire.

Deberías centrarte en disfrutar con las personas del presente, son tiempos para estar pendiente de la familia y amigos cercanos, todo lo que te distraiga de cenar con tu abuela -por poner un ejemplo-, es ruido.

Y la tranquilidad de no darle vueltas a momentos o personas que no van a volver, es el mejor autorregalo que puedes hacerte.

Mara Mariño

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¿Hablar mal de tu ex te ayuda a pasar página?

Me he ido de compras, he jugado a videojuegos, he estado en la cama con la persiana bajada llorando mientras escuchaba en bucle Lana del Rey y me he ido a echar un billar con un chico que me gustaba.

Cuatro situaciones que tienen en común el mismo motivo: estaba en pleno proceso sentimental de pasar página.

mujer triste relación pareja

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Si cada relación es un mundo, con cada ruptura (o manera de superarla) pasa lo mismo. Sí, hasta cuando no ha llevado la etiqueta de ‘noviazgo’.

Porque todo se resume en qué hacer con esos sentimientos que tenía hacia alguien que ya no está en mi vida.

Ahora que hemos normalizado ir a terapia o buscar soluciones asertivas por nuestra cuenta, sabemos la teoría de sobra.

Estar con amigas, arroparse en la familia, pasear, moverse, mantener actividad, distraerse…

Pero, ¿y si un hábito cuestionable nos fuera de maravilla para cerrar el capítulo emocional?

Hablo de echar pestes, poner verde, de hablar mal.

Quiero reivindicar que puedas estar con alguien que te escucha, con quien puedes decir en alto todo lo que no te gustaba.

Las dificultades de la relación, los momentos complicados, lo que te hizo sentir mal, lo mucho que te dolió todo…

Los beneficios de ‘rajar’ de tu ex

Lo considero algo sano que muchas veces nos negamos por considerarlo incorrecto. «¿Qué clase de persona soy hablando mal de otra?», pensamos.

Pues una normal a la que le viene de maravilla ese ejercicio para procesar sus emociones actuales. No necesitas ser un modelo de comportamiento si el cuerpo te pide soltarlo todo en alto.

Ya llegará el momento de ser una expareja ejemplar.

Pero también te ayuda a ser consciente de las cosas viendo lo que, quizás en plena melancolía de haber terminado el vínculo con esa persona, no eras capaz de identificar.

Y, por supuesto, de relajar la tensión de la carga emocional negativa que llevabas a tus espaldas.

¿Hay alguna sensación comparable a lo bien que te sientes después de desahogarte de todo lo que te molestaba? Ni ir a un spa, no tengo pruebas pero tampoco dudas.

Antes de que te plantees si es sano hacer algo de este estilo, déjame decirte que la forma sana es la forma que te sirva para seguir adelante dejando eso archivado.

Y no se me ocurre un mejor ejemplo de quien últimamente ha hecho esto que Shakira, cuando decir las cosas en alto te ayudan a dejarlas atrás, es una razón más que convincente para probarlo, ¿no?

Aunque hay una fina línea entre hacerlo como parte de un momento de transición en el que estás digiriendo las cosas y quedarte en esa fase de manera indefinida.

Puedes identificar que se ha convertido en un problema si no hablas de otra cosa más que de la ruptura o lo mal que te hizo sentir o es lo único en que piensas.

Una buena razón para salir de ese bucle, creas o no en manifestar o en leyes de atracción, lo que tienes por seguro es que tu energía está puesta en alguien que no eres tú.

Y deberías dedicártela a ti.

Mara Mariño

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Acostarte con el ex de tu amiga: ¿de verdad es una falta de respeto?

Hace una semana, una seguidora me preguntaba por Instagram (que si no me sigues aún, deberías hacerlo) que si había escrito algo sobre tener sexo con el ex de una amiga.

Supongo que no tenía muy claro hasta qué punto era correcto hacerlo y pregunté al resto de seguidores cómo veían la situación.

La gran mayoría se oponía por completo diciendo que era una falta de respeto hacia los amigos.

pareja sexo

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«Uf, mucho lío», «Mi amiga vale más que un polvo», «No sería capaz», «Es raro», «Hay algo que se rompe», «Está feo»…

Pero, ¿en serio es tan tremendo?

En mi opinión -y desde ahora hasta que acabe el artículo, te animo a que me lleves la contraria- las personas no somos posesiones.

Es decir, tener una relación de pareja no nos convierte en una propiedad ni significa que ‘adquiramos’ a alguien.

Lo que sí podemos es compartir una serie de afectos e intimidad durante una etapa de nuestra vida, sentimientos que se deben trabajar también cuando esa historia llega a su fin pasando a otro plano.

Concebir a las personas que están pasando o han pasado por nuestra vida como ‘nuestras’ es una ilusión porque somos libres.

El sexo es un acto compartido más de disfrute que no tiene por qué ir acompañado de todo ese despliegue sentimental a la hora de tener un encuentro físico.

Que puede ser un polvo y ya está.

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Lo que sí me parece imprescindible es saber en qué punto está la persona con la que mantenemos amistad.

¿Ha pasado página del todo o todavía siente algo? Si es algo que le va a generar dolor, se debe sopesar si es el mejor momento de hacerlo o se puede esperar.

Para llegar a toda esta información, nada como sentarse a hablar con esa persona y conocer si para ella su ex es un límite.

Y la razón del límite, en el caso de que sea afirmativa la respuesta.

Entiendo que aquí pueden entrar los celos o inseguridades, pero sigue siendo un trabajo que debe hacer la amiga o el amigo.

Porque si el malestar que le puede causar se debe a que considera que su ex pareja es intocable, no estaría de más hacerle entender que somos independientes y podemos tomar las decisiones que queramos.

Le he dado muchas vueltas al tema desde que me lanzó la pregunta.

Pensando en mi última pareja (con quien estuve casi 6 años), es guapo, simpático y cariñoso, podría entender que le resultara atractivo a una amiga y saltara la chispa entre ellos.

Si conmigo la cosa no funcionó, y ya hemos rehecho nuestras vidas, él puede hacer lo que quiera. Al igual que mi amiga.

Serían dos adultos sintiendo deseo el uno por el otro. Y yo no sería nadie para inmiscuirme entre ellos en el nombre de un amor que ya se apagó.

Me gustaría saberlo de la misma manera que me gusta saber otras aventuras de mi amiga. Pero en ningún caso sentiría que debo darle ‘permiso’ para hacerlo.

Creo firmemente que se pueden compartir momentos muy placenteros con quien menos lo esperas.

Y cerrarle la puerta porque tiene el título de ‘ex de’ es una pena.

Mara Mariño

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Por estas razones deberías llamar a tu ex por su nombre

¿Sabes esa amiga que siempre habla de las historias de su pasado al estilo de «Mi ex hizo esto» o «cuando estaba con mi ex»…? Esa amiga soy yo.

Mujeres enfadadas

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Mientras que, estando en pareja no me gusta decir «mi novio» o «mi pareja» sino hablar de la persona por su nombre, cuando se termina la historia, él desaparece.

Dejo de tener el detalle de mencionar su nombre y le adjunto el monosílabo. Pasa a formar parte de ese batiburrillo en el que se engloban todos los que pasaron por mi vida.

Y es algo sobre lo que me hizo reflexionar una amiga hace poco, cuando le estaba contando la enésima batallita y me contestó con un «Tu ex, ¿quién?».

Sí, el nombre de él había estado siempre fuera de las historias y ella reivindicaba que no les ocultáramos, que les llamáramos con normalidad absoluta.

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Admito que recurro a la falsa facilidad de distanciarme emocionalmente (y digo falsa porque, aunque no le nombre, su imagen sí que se dibuja en mi cabeza).

Para mí decir «ex» es borrarle de alguna manera, pasar por alto los momentos, la persona. Es ponerle una etiqueta y reducirlo a eso, a una etapa de mi vida que quedó en el pasado pero que bien podría ser cualquiera.

Porque a veces, después de tantos años ligando su nombre a aspectos positivos de la vida -porque si hemos estado juntos, es porque ha habido felicidad de por medio-, tener que mencionarle en estas circunstancias, puede despertar de nuevo emociones de tristeza o enfado que no quiero sentir en ese momento.

Mi amiga me hizo cambiar de idea. Podemos (debemos) decir el nombre.

Porque marcaron cuando llegaron y también durante el tiempo que estuvieron. Porque gracias a esa experiencia nos hemos construido también como personas, aprendiendo qué queremos, o qué no, en nuestra vida.

Es el momento de perderle el miedo a los sentimientos, intentando taparlos con apelativos que nos ayudan a jugar al despiste.

Si nos duele, que duela. Poco a poco irá pasando, forma parte del proceso.

Además, llamándole no le vas a invocar, no es Voldemort, no va a personificarse en medio de la cafetería donde estás con tus amigas.

Las ex parejas no deberían ser escondidas, prefiero ir viviendo cada vez en la que salga en la conversación hasta que decir su nombre no me suponga nada más que referirme a él.

Sin más razón que contar una anécdota relativa a cuando formábamos aquel ‘nosotros’. Sin dolor.

Mara Mariño

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Sí, la primavera es la mejor estación para hacer limpieza de exparejas

La que es mi estación favorita del año (no tiene nada que ver que coincida con mi cumpleaños) es perfecta para hacer un repaso de la agenda o las redes y borrar a alguna expareja.

Si te parece una idea demasiado fuerte como para empezar la semana, una encuesta que ha hecho Dating.com preguntando a gente soltera sobre su relación con los ex, ha demostrado que, aunque se hayan quedado en el pasado, el vínculo digital está presente.

Y mucho.

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(Inciso: ¿no me sigues en Instagram? ¡Pues corre!)

El 73% de los entrevistados admitieron que veían el perfil de su ex al menos una vez al mes.

El 61% habían vuelto a mandar un mensaje directo una vez la relación se había terminado. Y más del 47% recibían mensajes de -al menos- un ex cada 6 meses.

Solo el 32% habían borrado o bloqueado a su expareja después de la ruptura.

Pero, ¿es tan terrible tener al ex en la lista de contactos que ven las historias de Instagram?

Hay rupturas y rupturas, si ha sido una de esas sanas y bonitas, una madura tras la que ha florecido una amistad, no hay problema en que vea la foto que compartes por la mañana de tu bol de grano y fruta.

Pero en muchas ocasiones, mantienes a alguien por no enfrentarte al trago de eliminarle o, directamente, porque no has pasado página del todo.

Aquí es donde está el problema.

Cuando le dedicas tiempo a mirar su perfil de arriba a abajo, a comentar con tu amiga si la mano que aparece de refilón en su última publicación podría ser de una nueva pareja o analizando el motivo por el que ha elegido esa canción en concreto, te haces daño.

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En segundo lugar, estás dedicándole tu tiempo y energía a esa tarea de vigilancia constante en vez de emplearte en crear nuevos vínculos conociendo gente nueva (o masturbándote a tu aire).

Así que hazte un favor y recuerda esas dos razones para evitar quedar atrapada en el bucle espacio-temporal que es tenerle en la pantalla del móvil al alcance de un swipe.

Sí, eliminarle o borrar su número es un factor que aumenta tus posibilidades de encontrar a alguien nuevo. Además de tener la mente en el momento actual, no estás arrastrando el capítulo anterior.

No lo pienses, ya tuvisteis la ocasión. Es hora de darte la oportunidad a ti.

Mara Mariño

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El tabú del placer anal y un corazón con tirita, lo que me dejo sobre sexo y amor en 2021

Con un sonriente selfie después de haber llorado en varios momentos de la noche. Así empezaba mi 2021.

Estaba afrontando la ruptura más complicada de mi vida con un pensamiento claro: no volvería a enamorarme, aquello había sido bastante.

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El mundo de la soltería no me sentó bien -nunca lo ha hecho, por otro lado-. Me abrí Tinder.

Me recordó lo frío que era todo, lo superficial de un swipe left y que ni un swipe right seguido del «Es un match» significaría que tendría química con la otra persona.

Me hicieron ghosting. Y breadscrumbing. Y benching.

Y todos los comportamientos que se te puedan ocurrir acabados en «ing» para una única cosa: tenerme en el banquillo con el mínimo esfuerzo.

Me quité Tinder.

2021 fue, de alguna manera, parecido a mi 2014 en el momento que identifiqué un patrón controlador por parte de alguien que pasó por mi vida brevemente.

Confirmé que todos los tóxicos empiezan de la misma forma y esquivé la bala. Lección aprendida, siguiente.

Este año me saqué de encima un montón de prejuicios. De los demás y de mí misma.

Probé cosas que nunca me habría imaginado haciendo. Y os escribí sobre ellas.

El placer anal pasó de ser un conocido, con el que me veía pocas veces al año, a una materia en la que me especialicé. Fui a un local de intercambio de parejas, saqué a paseo mi lado bisexual por una noche y tuve sexo en la calle.

Varias veces.

Me quité de encima todas esas tonterías que me encadenaban sobre mi cuerpo.

La depilación nunca me importó tan poco, estar más fuerte que la otra persona menos. Al igual que un kilo extra o si justo tenía el pelo sucio la noche que me coincidía acompañada.

Me acepté y sentí aceptada cuando llegó alguien que besó todos mis complejos. Y me dijo que le encantaban y quería repetir de comerme todos ellos.

En 2021 me abrí en Instagram más que nunca sobre mis juguetes sexuales, mis vivencias, recibí historias de mis seguidoras que me emocionaron, otras me hicieron llorar de rabia y deseé poder abrazar a quienes me las mandaban.

Decirles que no estaban solas, que viví eso mismo. Que van a superarlo. Que pueden con todo lo que puede con ellas.

Sin buscarlo, tuve sentimientos por dos personas al mismo tiempo. Iba dejando de querer a una mientras empezaba a querer a otra.

Me llevé una ostia de realidad. Mi corazón funcionaba por encima de sus posibilidades.

Eso no le impidió prenderse, volver a latir con fuerza, acelerarse haciendo caso omiso de mis miedos.

Todo por un par de ojos verdes (cuando nunca he sido de miradas claras).

He vuelto a reír a carcajadas, a sentirme especial, querida y deseada. A bailar acompañada. A responder al telefonillo con una sonrisa en la cara. A jugar, a viajar, a embarcarme en la locura que es confiar.

En 2021 me ha tocado la lotería sentimental.

Si ahora echo la vista atrás, y me pides que haga balance, te diría que ha sido un buen año.

Y que por pena que me dé que termine, creo en que la fortuna de coincidir con el amor en un partido de voley en la Barceloneta, solo acaba de empezar.

Duquesa Doslabios.
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¿Qué significa que diga que sus exnovias están locas?

Hay momentos cuando conoces a alguien en los que sabes que el tema de conversación va a ser definitorio.

Un speech sobre su ideología política o su punto de vista -tan diferente al tuyo- del aborto, son cosas que van a hacer que termines de formar la imagen de tu acompañante.

Y no tienen por qué encajarte, lo que puede significar que es el momento de que le pongas punto y final o, ¿por qué no?, que te limites a que sea algo meramente físico, porque no quieres conectar más allá.

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Hablar sobre las exparejas entra en la lista de temas más delicados que el cristal.

Puedes sacar tantas lecturas de lo que dice de las personas con las que ha estado…

Por lo pronto, si no deja de hablar de él (o ella), te llega la sospecha de que es probable que no haya pasado página.

Que lo vuestro vaya a ser algo de un mes pero nada más.

Que al principio todo será estupendo, pero luego empezará a flaquear y terminará diciendo que no puede seguir porque no siente que esté en ese punto en el que tú sí que estás.

No tiene por qué pasar en todos los casos. Quizás justo mientras os vais conociendo, por su parte, lo va superando.

Pero mantente en alerta por si se da lo contrario.

Sobre todo presta atención a cuando lo que diga de sus exs no sea del todo bueno. O directamente si es malo y punto.

Quédate con esos comentarios sutiles, si te dice que no le dejaba en paz, que se enfadaba por cualquier cosa, que le tenía machacado, que era posesiva y celosa, que estaba loca de la cabeza…

Que le hacía unas broncas espectaculares o que a día de hoy, sigue obsesionada con volver juntos.

Piensa que lo que está haciendo es posicionarte para que empatices con él. Vas a conocer solo su versión, no vas a poder hablar con ninguna de ellas.

Coge esas respuestas con pinzas y cuestiónate todo. Cuestiónate por qué ella se tenía que enfadar tanto con él, cómo había llegado al punto de ser celosa, qué tanto daño le hizo tu pretendiente para que él considere que estaba desquiciada.

En vez de ponernos del bando de quien nos cuenta su versión, empaticemos más con la mujer que no está presente. Hagamos piña con ella, aunque sea mentalmente.

No hagas lo que hace él, no invalides las emociones de sus anteriores parejas por mucho que sea lo más fácil o porque él te parece muy atractivo.

Nosotras también hemos sido la ex de alguien y sabemos que para llegar a los enfados, los comportamientos desesperados o los abusos han tenido que hacernos mucho daño.

Desacreditar y mentir son dos cosas que hacen las personas manipuladoras cuando buscan esconder la verdad y enredar a alguien nuevo. Desconfía de quien hable así.

Además consigue que si la exnovia intenta ponerse en contacto contigo o prevenirte, no escuches sus palabras y pienses que forma parte de que está haciendo una de sus escenas.

Porque amiga, si te dice que todas sus ex novias están locas, ten cuidado.

Lo probable es que el loco de quien tienes que protegerte sea él.

Duquesa Doslabios.
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Tu ex no tiene por qué tener responsabilidad afectiva

Estuve con mi última expareja varios años. Los suficientes como para conocerle de todas las formas y maneras.

Para saber su plato favorito, la lista de Spotify que más se ponía en la ducha o la travesura de su infancia que más le avergonzaba.

Y él también me tenía aprendida, por supuesto.

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Quizás por eso, cuando la relación se acabó, no me entraba en la cabeza que, sabiendo tan bien cómo soy, actuara de la forma que lo hizo.

Que no moviera ficha, buscara soluciones o intentara que la situación no llegara al punto que lo hizo.

Tampoco entendí que, después, no quisiera mantener una amistad cuando era algo que él había pedido en un principio.

O que, por primera vez, empezara a dejarme en visto, con mensajes sin contestar, hasta el punto de comportarse como si no existiera.

Aquello me hacía daño de una forma de la que él era consciente. Quizás por todo lo que habíamos pasado.

A lo mejor porque las personas que nos han hecho palpitar siempre van a tener la capacidad de tocarnos más la fibra sensible.

Qué más da.

Lo que no me cabía en la cabeza era que lo permitiera. Que pudiera desembarazarse así de mí como cuando dejas de hablarle al match de Tinder que se pone demasiado intenso.

Fue algo que entendí hace poco, cuando me crucé con la clásica foto de Instagram de una cuenta de psicología.

Mi ex ya no tenía un vínculo emocional conmigo y por tanto no tenía por qué tener responsabilidad afectiva.

Escucharme, tener en cuenta mis sentimientos o acompañarme en el proceso eran una serie de privilegios emocionales que, en el momento que había puesto fin a la relación, no tenía por qué recibir.

Yo esperaba por su parte una reacción hacia mí como si siguiera siendo mi pareja, pensando en aquello que habíamos vivido previamente y el cariño que podíamos seguir teniéndonos.

Lo cierto es que la situación actual, el cambio en la relación hasta el punto de disolverla, invalidaba cualquier tipo de exigencia.

Es difícil y sufrido encajarlo, sobre todo cuando viene por parte de alguien que ha sido tanto.

Pero no quita en que hay que hacer ese esfuerzo titánico en comprender que si se ha acabado, se ha acabado. Todo.

Duquesa Doslabios.

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¿Por qué si tu ex tiene pareja nueva tienes que alegrarte?

Soy lo bastante adulta para saber que, si una persona a la que se ha querido tanto como a la última pareja, rehace su vida, se debería estar feliz por él o ella.

Pero también soy lo bastante adulta como para admitir que es algo que me puede sentar como una bofetada con la mano abierta.

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En un mundo donde se espera que tengamos una gestión emocional impoluta cuando nadie nos la ha enseñado, quiero desmentir un tópico.

Que tenga esa reacción no significa que no haya pasado página o que no esté en el pasado tanto la relación como la ruptura.

Significa que es alguien con quien he compartido tanto que todo lo que le pase va a removerme de una manera o de otra. Da igual lo que sea. Es porque se trata de esa persona.

Así que, si este es tu caso, quiero decirte que te alejes de lo políticamente correcto, de la entereza que toca aparentar en esos casos y dejes salir lo que sea que te haga sentir.

Porque nada quita que, durante un periodo de tu vida, tú querías haber sido la persona que le haría feliz hasta el fin de sus días.

Una cosa no quita la otra, y, al borde de los 30, me doy cuenta de que los sentimientos son una cosa compleja.

Puedes estar ilusionada por conocer a alguien, a punto de tener un bebé o a tan solo unos meses del altar con tu pareja actual.

Puedes también desmoronarte en cualquiera de esos casos si te tropiezas con una historia en Instagram que hace que se te desestabilicen los sentimientos hacia tu ex.

Y como soy contraria a la negación, a tapar las emociones con otras, normalicemos que dentro del «deseo que todo te vaya bien» haya un explícito «pero prefiero no verlo porque has sido importante para mí».

Pidamos ayuda, digámosle a esa amiga que ha podido contar las lágrimas derramadas por cada ex, que aquello te ha dejado revuelta por dentro.

Que necesitas, una vez más, vomitar los sentimientos, recordar en alto todas las promesas que luego no se cumplieron, las ideas y el futuro que habías dibujado en tu cabeza y terminó volando por los aires.

Llora, llora si es lo que quieres. Escríbele si es lo que necesitas. O pasa de todo y sigue tu vida. En cualquier caso, permítete el momento de vivirlo por completo.

Las emociones no se equivocan ni has perdido la partida por sentir que las cosas no han sido como habrías querido. Al contrario.

Son las decisiones las que nos llevan al momento en el que estamos ahora. Y la certeza de haber elegido el camino correcto siempre será algo a lo que poder aferrarnos cuando veas que se ha ido de vacaciones románticas o se ha dado el «Sí, quiero».

Duquesa Doslabios.

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La crisis de cuando en el círculo de amigos de tu pareja está su ex

Terminar una historia de amor significa dos cosas: aumentas la lista de exparejas con un nuevo nombre y encima pierdes a alguien que, durante el tiempo que ha durado la relación, ha sido todo para ti.

En ese periodo ha sido crush, amante (bandida o bandido), el +1 en eventos familiares como bodas y bautizos, quien te pasaba el papel higiénico de la alacena cuando te habías quedado en el baño con el rollo acabado y tu amigo.

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Si se puede seguir manteniendo una amistad después de ese punto, es algo que solo el tiempo y cómo hayan acabado las cosas puede decidir. De ahí que la alternativa de quitarle el plano sentimental y sexual y quedarse con lo demás, sea una buena opción.

Pongamos que quieres perder a esa persona de tu vida, pero de repente llega una nueva. Alguien por quien vuelves a ilusionarte, a sentir, a ahogarte en nerviosismo cuando llega el momento de veros cara a cara. ¿Cómo cuadrar eso con tus amistades fruto de relaciones pasadas?

Teniendo las cosas claras, no debería ser complicado para nadie. Llegar a la conclusión de que se puede mantener una relación de amistad es también muestra de madurez emocional.

Al menos esta es la teoría, lo que da el sobresaliente en gestión emocional. Pero, ¿es así en realidad?

Cuando lo vives desde el otro lado, que su ex forme parte del círculo de amigos, de primeras, es algo que pica.

No vamos a decirlo en alto, pero sí es la confesión que le hacemos a nuestra amiga de confianza.

Como personas adultas, es nuestra responsabilidad racionalizar, pensar con calma cuánto tiempo ha pasado desde que rompieron hasta ahora.

Cuanto mayor sea la cifra mejor por el simple hecho de que necesitamos nuestro ritmo para superar las cosas. Es la manera de que los sentimientos positivos y negativos se hayan quedado atrás dando paso a una amistad simple y llana.

Haber terminado de una manera sana es una buena base a la hora de construir luego una amistad con la expareja.  Una falta de incompatibilidad, por ejemplo, no significa que no se pueda seguir siendo amigos después, una vez estén las cosas resueltas.

Es algo que también puedes percibir viendo cómo actúa cuando coincidís todos juntos. Si se comporta con normalidad, de manera relajada, despreocúpate, es probable que no haya nada más.

Pero ante la duda, la comunicación clara es mejor que cualquier suposición. Lo realmente importante es el nivel de compromiso con la relación actual, la que tenéis ahora mismo.

Como conclusión, solo recordar que los amigos de tu pareja no tienen por qué ser tus mejores amigos. Por mucha amistad que haya con su ex, puedes decidir hasta qué punto va a formar parte de tu círculo.

Duquesa Doslabios.

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