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‘Negging’, el tóxico ‘truco’ para seducir que parece obra de Barney Stinson

Uno de mis amores imposibles fue un compañero de carrera que, por muchas afinidades que teníamos, «solo salgo con rubias», me decía.

Repetía lo bien que se lo pasaba conmigo y lo divertida y guapa que le parecía, pero que se conocía y que siendo yo morena, no iba a funcionar.

hombre ligando con una mujer

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Aquello, en vez de desanimarme, me incitaba todavía más a prepararle planes sorpresa para convencerle de que, pese a no tener el color del pelo, tenía todo lo demás.

Por supuesto aquello no funcionó. Y no solo eso, sino que mientras yo dediqué mi tiempo y energía, él no hizo nada en absoluto más que ‘dejarse querer’.

No sería la primera vez que este tipo de interacciones marcarían mi vida.

También recuerdo otro chico, con el que salí una vez, que me dijo que yo no encajaba en su prototipo porque le solían gustar mujeres más delgadas como sus exnovias, que era o modelos o misses.

Cuando volví a casa después de la hamburguesa me escribió para preguntarme si íbamos a su piso a tener sexo.

Por suerte, y aunque no sabía explicar bien por qué, yo sí le había descartado a él en cuanto soltó el comentario.

Como con el chico de las rubias, y quiero pensar que de una manera inconsciente, los dos habían tirado por una estrategia de ligue que tenía en común no hacerme sentir suficiente para ellos.

Además de atacar directamente a mi autoestima, como que tenía que estar agradecida de que, de alguna manera, rebajaran sus estándares por mí.

No solo me hacía querer estar a la altura de ese supuesto sacrificio por su parte, sino que despertaba el afán de competir con las otras mujeres, rubias y modelos, que aunque ni las conocía, era como si estuvieran ahí.

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Tuvo que llegar el trabajo en mi amor propio junto a una psicóloga para que aprendiera a que mi validez no se medía en función de la respuesta de los chicos que podían gustarme.

Podía elegir que los chicos que me gustaran fueran aquellos a los que les gustara yo también, para empezar, y descartar los que llegaban a mi vida con lista de requisitos, basados solo en la apariencia física.

En aquel momento no le puse nombre, pero por lo visto, esto de soltar piropos envenenados a la persona que te gusta se conoce como negging.

Es una estrategia de manipulación que aparece en el libro El método de Neil Strauss, un ensayo que busca convertirse en el famoso manual de Barney Stinson para conquistar mujeres, pero en la vida real.

Pero claro, el manual de Barney era divertido en el marco de una serie cómica donde sus descabellados planes basados en mentir y engañar, formaban parte de la trama.

En la vida real, utilizar esas artimañas no es ético, y es lo que pasa con el negging cuando, de manera deliberada, se crea una inseguridad en el ‘objetivo’.

Y además tengo algunos ejemplos de negging reales que me han escrito algunas seguidoras: «No soy de tatuajes, pero tendría que ver los tuyos para ver si son finos, soy muy exigente», «Si me importara el físico, no estaría contigo», «Qué guapa eres de cara, tienes que mejorar el cuerpo, pero podemos quedar igual», «No eres como las otras chicas, eres como un tío con tetas» o «Eres más atractiva que guapa».

La consecuencia si no tienes la autoestima trabajada, es la que os relataba de querer demostrar que no eres como te encasilla, sino mejor para conseguir su aprobación (porque recordemos que especialmente a las mujeres se nos socializa en ser deseables y nos sentimos valoradas cuando conseguimos propósito de ser deseadas).

Así que en vez de eso, en vez de dejarnos llevar por el automatismo de querer gustar, hacernos la siguiente pregunta.

¿Por qué quiero seguir dedicando mi tiempo a una persona que en esta primera conversación o primera cita ya me está haciendo sentir mal conmigo misma?

Mara Mariño

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La limerencia o ‘enfermedad del amor’ se ceba con las mujeres (y esta es mi teoría)

Existe un fenómeno que, creo, casi todas hemos experimentado. Comienza cuando en la aplicación de conocer gente de turno (o en Instagram) haces match con alguien que te parece puro potencial.

Empezáis a hablar un poco y, cuando te quieres dar cuenta, estás enganchada a su chat. Miras si está en línea, esperas a que te conteste y cada pequeña interacción es, para ti, la prueba de que estáis hechos el uno para el otro.

«Eso es amor», piensas.

mujer teléfono

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Pero por desgracia, como te das cuenta más tarde, ni eran los fuegos artificiales que esperabas ni unas tristes chispas. Por ser, no era nada.

Sin embargo a ti te lo parecía todo, ¿por qué?

Tengo varias teorías que cobran todo el sentido del mundo cuando recuerdo que la experiencia de la limerencia, lo que se conoce como ‘enfermedad del amor’ (aunque suena un poco extremo), afecta en su mayoría a mujeres.

Caemos como moscas en ese estado mental involuntario -que comienza con la atracción romántica-, por quien sentimos una necesidad inexplicable de ser correspondidas.

Y que, para rematar, como toda buena fijación, idealizamos a quien está al otro lado de la pantalla.

Ya podemos estar hablando con la persona más normal del mundo, que lo veremos como el ser humano más increíble que ha pisado el planeta tierra.

Creo que el hecho de que las mujeres seamos las eternas cuidadoras, hace que soñemos con alguien a nuestro lado que nos cuide y nos quiera (lo cual nos merecemos).

Así que, ante la posibilidad de que sea con quien estamos hablando, creamos esa persona que cubra nuestros deseos.

Mis casos de limerencia no han sido muchos, pero generalmente se han dado después de llevar un tiempo soltera, cuando sentía que estaba preparada para empezar una relación de pareja.

Puede que yo lo estuviera, pero quien hablaba conmigo no se encontraba en ese punto para nada. De hecho, ni en el punto de tener los modales de contestar mis mensajes.

Después de varios días sin entrar a la aplicación, que por fin me dijera algo, era como la prueba de que esa vez sí iba a arrancar la conversación e íbamos a terminar quedando.

La distorsión de la realidad ante cualquier pequeño gesto hacia mí, empezaba a surtir efecto.

Querer que nos quieran

Al igual que los pensamientos intrusivos de que quizás había dicho algo malo o no le parecía lo bastante interesante. Aquello iba acrecentando el miedo al rechazo. ¡Y sin habernos conocido!

Pero nada de eso se lo comunicaba, como las mujeres somos educadas en no ser intensas, en no molestar y guardarnos los sentimientos, yo iba alimentando todo eso a la vez que me formaba fantasías de cómo iba a ser la cita perfecta (que nunca tendríamos) o nuestro futuro (que nunca llevaría).

Otra de las razones por las que creo que somos más susceptibles a experimentar la limerencia es porque, en el cortejo, se nos asigna el rol de la pasividad.

Esperamos eternamente en vez de tomar la iniciativa o expresar lo que queremos y salir de dudas, aunque impliquen leer algo que no queremos.

Además, en ese momento puedes llegar a sentirte muy sola porque, cuando tus amigas te dicen que estás poniendo en un pedestal a quien no conoces de nada -a ellas no les afecta el hechizo de esa distorsión de realidad-, nos sentimos incomprendidas.

No me olvido del problema que supone que, desde pequeñas, nos meten por activa y por pasiva, que lo importante es la opinión masculina, porque la validez como mujeres solo la tenemos si nos aman, si mantenemos el interés de un hombre.

Hasta el punto de que no estar en pareja es un fracaso. Sí, aunque seas Dua Lipa y hayas ganado más de 120 premios, lo que los medios resaltarán es que has perdido a un «novio guapísimo».

Si a eso le añadimos los mitos del amor romántico, que nos enseñan que incluso la persona que nos trata peor merece amor (la verdadera lección que saqué de La Bella y la Bestia), ¿cómo no vamos a montarnos la película de confiar que estamos ante alguien que nos va a hacer felices por el resto de nuestra vida?

Limerentes o no, en nuestra mano está dejar de ensalzar lo más mínimo. Y, por mucho que suene ácido, pensar que nadie es especial hasta que demuestre lo contrario.

Pero, sobre todo, mucho amor propio por ti misma, que va desde saber lo que vales hasta ver con realismo afectivo las muestras de tiempo y cariño hacia tu persona.

Mara Mariño

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‘Lovebombing’: aprende a reconocer la táctica de manipulación más dulce

Acabas de conocer a alguien y, curiosamente a diferencia de tus últimas experiencias que iban lentas y a trompicones, es como si hubierais pasado de cero a cien.

Excesiva atención constante (¡no hace ghosting!), gestos románticos, admiración hacia tu persona (lo que te mereces, te diré) y verbalización de que se avance en la relación. ¿Demasiado bueno para ser real?

pareja regalo romántico

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Si tienes los deberes de autocuidado al día, sabrás que te mereces eso, claro que sí, pero que puede que ese derroche de comportamientos románticos no tenga la mejor de las intenciones.

No es que no nos fiemos, es que las posibilidades de que te estén haciendo lovebombing son muy altas.

Pero, ¿cómo saber la diferencia entre lovebombing y simple interés romántico real?

Diría que la duración es una de las variables más fiables. Quien tiene interés en tu persona y esos gestos van con su forma de ser, no dejará de tener detalles contigo.

Es su personalidad y, por tanto, algo que se sostiene con el paso del tiempo.

El lovebombing, por otro lado, es una demostración exagerada de sentimientos a través de detalles que, además, se da en un momento muy prematuro de la relación.

Claro que te pueden regalar unas flores -o una cesta de aguacates, si me preguntas qué prefiero-, pero quizás nada más haberos visto se siente precipitado.

Vale que cada persona tiene sus ritmos (y habrá quien practique ese love language sin segundas intenciones), pero lo primero que caracteriza al lovebombing es sentirlo demasiado apresurado, como que no pega todavía tener o tanto gesto romántico o tan desmesurado.

Pero es que ahí reside el objetivo de esta táctica: abrumar a la persona a conquistar, porque se nutre de la idea de que es algo que va a hacer sentir especial, ya que se nos socializa en que los detalles son una forma de cortejar.

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Por otro lado juega con la idea de que te hace sentir tan especial como nunca antes en tu vida, hasta el punto de que sientas que nadie más te va a tratar de esa manera.

Quien practica el lovebombing sabe que en estos tiempos de mostrar interés a cuentagotas, apostar por el romanticismo o ir fuerte, no es algo habitual.

Otra señal de alarma es que en seguida habla de vuestro futuro, sí, incluso aunque solo llevéis unas pocas citas.

De esta manera va creando un ambiente falso que te propicia a pensar que es él o ella la persona definitiva de tu vida, quien ha venido a quedarse.

Sin embargo lo que está es idealizando su persona y creando una imagen que no se corresponde a la realidad.

Todo esto te genera cierta dependencia porque sientes que estás en ‘deuda’ por ese trato tan especial recibido, o la seguridad que lleva mostrando desde el minuto uno en vuestra relación, y que no eres suficiente.

Por último, se puede identificar que es lovebombing no solo porque llega a su fin, sino porque se ve sustituido por un sentimiento opuesto: el del malestar.

Esa fase de cortejo, donde te sientes especial, se sustituye por enfados, culpabilidad, amenazas y una tensión que va in crescendo.

Con esto no digo que no vuelvas a fiarte de quien llegue a tu vida con ganas de hacerte sentir excepcional, solo que lo disfrutes, pero siempre sin cegarte por lo que está pasando.

Y, ante la duda, el tiempo te dará la razón de si era lovebombing o amor.

Mara Mariño

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‘No vamos a tener nada serio, pero ¿nos acostamos?’

No seré yo quien critique el sexo esporádico, que, además de ser algo que en momentos de mi vida haya podido apetecerme más, veo estupendo que se puedan tener encuentros con la única motivación de pasar un ratito de placer.

Es sano para el cuerpo, para la mente y te da un chute de bienestar importante gracias a las hormonas.

Pero, por supuesto tenía que venir un «pero», sí creo que merece la pena analizar cómo se llega a esos encuentros, ya que en muchas ocasiones nos pierden las formas.

chico teléfono móvil

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Voy con un ejemplo, el de un chico que llevaba bastantes años en mi vida, de esto que te das cuatro besos de adolescente y ya le tienes en Instagram por los siglos de los siglos.

Se genera esa relación distante, pero digitalmente activa, en la que nunca falta mirando tus stories o lanzando de vez en cuando el clásico fueguito que todos sabemos que significa «hola, sigo aquí y me pareces atractiva».

Ni conversaciones, ni coincidencias en todos esos años donde el trato fue única y exclusivamente dar algún que otro like sin más pretensión (una forma de ‘ligar’ de la que hablo mucho en mi libro, por cierto).

Cambiaron las tornas cuando estando soltera me mandó un mensaje directo. Que a ver si quedábamos.

En ese momento, con el corazón roto por el desengaño amoroso, no estaba yo con mucha intención de quedar con nadie y así se lo hice saber.

Su respuesta me descuadró un poco cuando dijo “Bueno, no es para tener nada serio, pero podemos acostarnos”.

Si ves en esto un alarde de sinceridad, algo digno de quien es valiente como pocos y va de cara, déjame decirte por qué creo que no fue la mejor manera de expresarse.

Para empezar, sabiendo que acabo de salir de una relación muy larga (aunque si hubiera sido corta daría igual), mi estado emocional no es de su interés cuando en ningún momento pregunta cómo estoy.

Sino que va directo a ver si puede pasar algo físico, lo que me hace sentir disociada de mi persona a través de su mensaje, como que solo vale el componente de mi aspecto y mis sentimientos tienen menos importancia.

En segundo lugar, cuando lees que no es para tener nada serio, por tu cabeza no pasa la idea de «Ah qué bien, placer sin compromiso», sino «¿Qué está mal conmigo para que esta persona no me considere como opción?».

Es de primero de overthinker. El problema no es él, siempre soy yo.

Y seguramente, como fue mi caso, ese chico ni siquiera te guste, pero ya te deja tocada la autoestima que, tras una rupturas está en una etapa muy vulnerable.

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Cuando es alguien que, como digo, ha tenido entre poca y ninguna relación cercana contigo, que te suelte ese comentario puede hacerte sentir bastante cosificada y molesta, ya que tú tampoco le has dado ninguna señal de que te haga una proposición del estilo.

Especialmente si, cuando rechazas la propuesta, lo primero que hace es desaparecer del radar dejándote de seguir.

En resumen: que su estrategia de tenerte en redes sociales todos estos años era por la hipotética posibilidad de que quizás pillaba cacho.

Así que no digo que no te sinceres y digas si sexo va a ser solo sexo, es importante saber de primeras si se está o no en la misma página.

Pero que antes de nada, intentes empatizar con la otra persona con la que quieres acostarte.

Porque el hecho de que solo vayas a tener un polvo, en caso de que suceda, no te exime de recordar que es una persona con sentimientos y que quizás está en un momento delicado donde no tiene cabida una proposición de ese estilo.

Mara Mariño

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6 maneras de proteger tu salud mental cuando usas aplicaciones de citas

De tener citas y conocer a diferentes personas nos encanta la misma parte: la de la ilusión, la expectación por quedar, la felicidad después de que haya terminado y quedéis con ganas de más…

Pero poco (o nada) se habla de la cara B, de las decepciones, las abuelas que te dicen que bajes el listón o de la saturación que es que, con una rutina tan complicada, solo puedes encontrarte con gente a través de la pantalla.

parejas citas salud mental

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Sí, estar en el momento de experimentar e ir teniendo conversaciones también es un estrés que nos afecta a la salud mental.

En mi caso, tuve el clásico pronto de desinstalar la aplicación en cuanto vi que tenía varios frentes abiertos con personas que ni siquiera me interesaban realmente.

Lo mío no era un interés real, fue una distracción que me terminó agobiando por la cantidad de tiempo que me absorbía y por no terminar de ver claro que quisiera materializar esas charlas en un encuentro fuera del chat.

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La suerte es que, cada vez más concienciados con el bienestar emocional, no es una excepción ponerlo en práctica a la hora de usar estas apps.

De hecho, hay seis consejos de la Dra. Caroline West, experta en psicología de Bumble, que podemos aplicarnos para que no nos abrume un proceso que debería producirnos más mariposas de emoción que de ansiedad:

  1. Limita el tiempo de uso: que tu vida no transcurra en torno a buscar huecos para desbloquear la app y ver si te han contestado. Reserva un momento del día y céntrate en quienes llamen tu atención porque si sigues saltando de perfil en perfil por la emoción del match corres el riesgo de caer en la ‘paradoja de la elección’. Esto es sentir que tus opciones son infinitas, lo que hace que nunca tomes la decisión de quedar porque te parece que puede salir alguien más compatible con tu forma de ser.
  2. Ten claro lo que quieres: nada de poner algo pasivo-agresivo en tu perfil, como «Haz swipe left si buscas algo esporádico».  Si ya sabes que estás buscando una conexión más allá de un encuentro puntual, dilo o céntrate en quien veas potencial como para que pueda convertirse en eso que quieres en tu vida.
  3. Sal del chat cuando no tengas mucha inspiración, porque no todos tenemos facilidad al teclado (y a veces es difícil mantener una conversación por ahí si no conocemos demasiado a nuestro interlocutor). Puedes probar a mandar notas de voz o a hacer una llamada, ambas opciones son una interesante manera de ver si salta la chispa. Además, estamos todo el día viendo pantallas, es normal que queramos alejarnos de ellas y no seguir tecleando en nuestro tiempo libre.
  4. Marca tus límites: sí, incluso si no tenéis nada más que un chat en una aplicación móvil. Pueden ser explicando tu situación actual («Voy a tener lío y hoy no me voy a conectar») o acerca de tu vida personal («Prefiero no hablar de momento de mis relaciones pasadas»). La clave es proteger tu bienestar emocional y tratar las cosas cuando sientas que es la ocasión de hacerlo porque te nace.
  5. Descansa: el síndrome de burnout también afecta a quienes usamos las aplicaciones de ligar. Como el caso que he comentado al principio del artículo, a veces necesitamos salir y estar un tiempo en el mundo real antes de volver. Tómate tu tiempo. Lo mismo pasa si con quien estábamos hablando se ha tomado un ‘descanso’. No conocemos sus circunstancias, pero podemos empatizar con su necesidad de alejarse y retomar el trato una vez que ha regresado.
  6. Tu círculo es clave, porque son quienes te van a escuchar y acompañar en este momento. No solo puedes descargarte acerca de tu proceso de conocer a personas, sino que te dan una perspectiva que te puede resultar muy útil. Al no tener sus emociones involucradas, tienen una visión más objetiva de nuestros vaivenes sentimentales.

Si encontrarás pareja o no, es algo que no puedo decirte, pero sí asegurarte que de esta manera tu bienestar psicológico será tu prioridad.

Lo que significa que podrás disfrutar del proceso de conocer a alguien -e ir a más si surge-, sintiéndote siempre a gusto porque estás respetando tus emociones en todo momento.

Mara Mariño

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Hay una app de ligar solo para frikis (y ya la he probado)

«Debes de ser SpiderMan porque estoy cayendo en tus redes» es una frase que en Tinder, Bumble, Happn, Meetic u otras aplicaciones para ligar sirve para dos cosas: poder sacarle una sonrisa a tu match con la ocurrencia y dejarle ver que eres algo friki.

Y si bien en esas apps pueden aparecer de vez en cuando, en Freakit! tener un manejo de este tipo de referencias es fundamental y necesario.

cosplay

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Pero, ¿qué es Freakit!? Alba y Amanda se dieron cuenta de dos cosas, para empezar, las dificultades que podían tener los otakus (aficionados al anime y manga) a la hora de encontrar personas de gustos similares, y la segunda que existe mucho prejuicio alrededor por sus gustos haciendo que en ocasiones no les resulte fácil ligar.

Aunque si algo queda claro es que los frikis, también de cómics, series de ciencia ficción o la Tierra Media, todo entra en Freakit!, cada vez cogen más fuerza en España.

Es algo que queda claro con el apabullante éxito de eventos dedicados a estos fenómenos culturales y el boom que ha pegado la aplicación.

Una de las principales diferencias que identifico al descargarla es que al poco de crear tu perfil, sale la opción de «¿Qué buscas?».

Y las opciones van desde «Lo que sea» a «Relación poliamorosa» o «Amistad».

«Queríamos que el usuario pudiese mostrar a los otros usuarios cuál era su situación y disponibilidad sentimental sin tapujos ni rodeos, por eso decidimos poner todas o gran parte de los tipos de relaciones que existen», explican las fundadoras.

Una vez completo el perfil, me sale un personaje que no identifico (¿quizá no soy lo bastante friki?) con un texto que me define como «extremadamente lógica y sistemática. Alto sentido de la moralidad por lo que siempre actúa conforme a sus valores».

Cinco minutos en la aplicación y ya me ha calado mejor que muchas personas de mi entorno, he de decir.

El ‘avatar’ que me ha tocado es lo primero que se ve de mí junto a mi nombre y mi edad. Otra de las principales diferencias respecto a las aplicaciones más populares que siempre priorizan la foto.

«Estábamos cansadas de que en las apps de ligar o conocer gente que habíamos usado anteriormente lo primero y a lo que más valor se diese fuese al físico, por eso pensamos que a través de los personajes la gente podría relacionar de manera súper fácil y visual la personalidad del otro usuario y que esto fuese lo primero que conociesen el uno del otro», comentan Alba y Amanda.

Cómo triunfar en Freakit! según las fundadoras

Aunque no la utilizo más que para curiosear la interfaz (y no hago un UwU con nadie, que sería el equivalente al match), me gusta que, además de los personajes, quienes tienen el perfil tiran de creatividad en la descripción así como en explicar qué tipo de frikismo es el suyo.

En los perfiles hay desde quien hace cosplay de manera profesional (crea trajes inspirados en personajes de la ficción), animación 3D, pero también peluquería, ingeniería o arquitectura. A quien le gusta Marvel, One Piece, Star Wars, Evangelion o Naruto entre muchas otras.

Que la edad media de los usuarios de Freakit! sea de 25 años demuestra que es algo que viene aún con más fuerza entre la Generación Z.

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Las fundadoras me confirman que «ya hay parejas que se han conocido a través de Freakit! Y nos parece lo más lindo del mundo, ¡nos hace muchísima ilusión!».

Así que solo queda preguntarse qué hay que hacer para tener un perfil interesante.

«Un consejo sería poner fotos tuyas reales, en nuestro caso si vemos a alguien que ha puesto una foto con su mascota suma puntos y tener un perfil completo, un perfil que no está casi editado o con apenas información puede dar sensación de perfil falso».

En su opinión, romper el hielo en esta app es sencillo: «El usuario puede poner etiquetas con sus gustos solamente tienes que mirar cuáles son y hacer alguna pregunta sobre un tema en concreto de esas etiquetas de gustos».

«Hace un tiempo hicimos un sorteo en Instagram buscando la frase Otaku para ligar más guay, y la que ganó fue: No necesitas de poderosas armas ni de llamativos vestidos para ser una auténtica magical girl en la vida real (en anime, una mágica girl tiene como protagonista a una chica con algún poder especial)».

Y, como curiosidad para ir terminando la entrevista, una de las razones por las que surgió la idea es que Alba estando soltera quería encontrar a alguien con quien compartiera sus gustos frikis.

De momento no se ha dado el caso porque ambas han dejado sus trabajos para dedicarse enteramente a la app, pero ¿no sería digno de comedia romántica que encontrara a su Otaku en Freakit!, la app que ha cofundado?

Mara Mariño

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Tu próximo novio será más bajo que tú o no será

Voy de deconstruida, porque creo que en muchos sentidos me he desprendido de lo que he ido absorbiendo a lo largo de mi vida.

Que si no necesitar una pareja, entender que en la cama tengo que disfrutar y no solo ‘hacer bonito’ para el placer del otro…

Pero no fue hasta hace pocos años que me quité de encima un prejuicio muy grande: el de salir con hombres bajos.

novio bajito

@FEDEZ

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En mi cabeza, la mínima altura indispensable era que igualara la mía. Ya ves tú que tontería.

Me había autoimpuesto el requisito de que yo tenía que ser siempre más bajita.

Y lo más sorprendente es que no me había preguntado a qué se debía esa condición que debía cumplir a rajatabla.

Me había limitado a imitar a las parejas que veía en las películas o series (donde él siempre era más alto) sin cuestionarme nada al respecto.

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Si me pongo a analizarlo entiendo que es un prejuicio inconsciente que tenía de que no cumplían las expectativas de lo que ‘debía ser un hombre’.

Me había dejado llevar por el mensaje social (y bastante retrógrado, dicho sea de paso) de que los bajos no son lo bastante ‘hombres’ porque, desgraciadamente, aún relacionamos la apariencia física con la masculinidad.

Al igual que otros estereotipos como la voz grave, que tenga facciones afiladas en vez de redondeadas o que no les guste cantar a grito pelado Olivia Rodrigo -que se supone que es algo que solo podemos hacer nosotras-.

Así nos ha sucedido a muchas, que rehenes de la presión social hemos dejado pasar a tíos estupendos.

Además es algo que, a la inversa, vemos enseguida. Porque nos parece muy injusto y superficial tropezarnos con un vídeo del fuckboy de turno en redes diciendo que «no se mata 6 días en el gimnasio para terminar saliendo con una gorda».

¿De verdad somos distintas a él si no queremos quedar con un hombre más bajo que nosotras?

Que nos estamos despertando de este ‘sueño’ (o pesadilla) de cómo debe ser la masculinidad queda demostrado con las nuevas tendencias a la hora de ligar.

Un buen ejemplo es Bumble, ya que en la app es tendencia Short King Spring o El rey de Primavera bajito.

Y, de hecho, el 37% de solteras de la Generación Z en la aplicación admiten que ahora están más abiertas a salir con alguien que tiene una estatura menor.

Así que, que tu próximo novio no sea más alto que tú, es algo que dependerá de muchos factores, pero uno de ellos ya no será porque no le ves a tu altura.

Mara Mariño

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El factor que garantiza que vaya a haber segunda cita es…

Recuerdo una vez que quedé a tomar algo con un chico, era increíblemente gracioso.

Sus ocurrencias conseguían conectar con mi glándula de la risa (si es que algo así existe) y además era mono.

pareja cita

PEXELS

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Pero no había manera de que yo metiera baza en la conversación, por mucho que sobre el papel pudiera ver compatibilidad, en persona aquello se me estaba escapando.

Ahí me pregunté que era lo que realmente valoraba en una cita, porque pensaba que sentido del humor era lo más importante, pero no.

Lo que yo quería no era solo un humorista en mi vida, sino un match dialéctico, alguien con quien poder enfrascarme en una conversación y poder tenerlas una y otra vez a lo largo de mi vida, pero buscar mi hueco en el monólogo se me antojaba tedioso.

Quizás si fuera menos parlanchina, habría funcionado a las mil maravillas.

Pero empecé a darle importancia al don de la conversación.

Porque despierta para echar un polvo a las 3 de la mañana te tiene cualquiera, pero despierta a las 3 de la mañana sin querer colgar el teléfono, casi nadie.

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Además, ahora puedo decirle esto a mis amigas con pruebas que lo avalan, gracias al estudio que publicó Hinge, la aplicación de citas, en 2023.

Salió como resultado que lo que diferenciaba una cita de una gran cita era precisamente la conversación.

El 88% de los participantes eligieron «buena conversación» como la mayor green flag a la hora de pensar en la cita, por delante de si hay química, si se ofreció a pagar la cuenta o de si han echado el polvo de sus vidas.

Y, dentro del diálogo, especialmente aquel que tratara sobre intenciones, ya que el 75% respondieron que estaban buscando un compañero o compañera de vida y no algo esporádico.

Porque nos puede encantar echarnos unas risas con alguien, pero si no somos capaces de ponernos en serio unos segundos -sobre lo que queremos en ese momento de nuestra vida-, es imposible que haya segunda cita.

La conexión se hace con el lenguaje porque es el que nos permite darle forma a nuestros pensamientos y ver si son compatibles y, si es como mi caso, mejor quedar como colegas y seguir buscando.

Mara Mariño

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La realidad de mujeres trans como Daniela Requena en las apps de ligar: ‘No soy un objeto sexual’

Si alguna vez te has descargado una aplicación para ligar, sabes que aquello es como la jungla.

Conversaciones que buscan a toda costa convertirse en cita, miembros salvajes que llegan por sorpresa en forma de foto no solicitada, tu ex… Pero si ya de por sí resulta complicado, si añades a la ecuación ser una mujer trans, se multiplica todo.

Daniela Requena

@danielasirena3

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Y vivir sin la preocupación de dar explicaciones constantes es algo de lo que las personas cis (aquellas que sentimos que nuestro género corresponde a nuestros genitales), es también un privilegio.

Por eso, Daniela Requena, que es activista trans, cuenta cómo ha sido para ella estar en este tipo de aplicaciones.

Para empezar, el trato es muy diferente: «Los usuarios creen que yo debo ir con una etiqueta constantemente. Que debo explicar en mi perfil que soy una mujer trans».

«Desde esa creencia o imposición todo cambia mucho. Y eso que no tengo problema en reconocerlo».

Como Daniela explica, para ella es fácil ‘camuflarse’ dentro de la sociedad, ya que «no tienen ni idea de que soy una mujer trans. Al estar reasignada, menos todavía», algo que se conoce como cispassing

«Puedo entablar una conversación y quedar con ellos y no decir nada. El problema viene cuando ellos, por mi trabajo o el motivo que sea, saben que soy una chica trans y algunos se enfadan

«Me han llegado a decir no me gustan las chicas trans, pero me la puedes chupar», explica.

Aunque, por suerte, no todos tienen prejuicios, pasamos al otro extremo, el de ser vista como un juguete sexual.

Y es que ser una fantasía es algo que también viven de primera mano las mujeres trans. Especialmente cuando aún no han realizado la cirugía de reasignación de género.

De hecho, es algo que también confirmó la review de PornHub del año 2022. El informe reveló que «transgénero» fue la categoría más buscada en Brasil y la tercera más popular en Italia y Estados Unidos.

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A Daniela esto es algo que también le ha sucedido, aunque en menor medida desde su transición.

«Me ha pasado de chicos que están teniendo conversación conmigo normal (no sigo una regla de ‘lo digo o no lo digo’) y cuando se entera de que soy trans, no me proponen ir al cine, me proponen ir a la cama, es una especie de fetiche»

Respecto a cómo le hace sentir, la activista explica que «cuando era más pequeña aceptaba ese tipo de propuestas, era más insegura y basaba autoestima en aceptación de social en los hombres. He aprendido a rechazar esas relaciones, darme valor y darme mi lugar».

«No soy un objeto sexual ni una rata de laboratorio, así que nuestra cita o nuestra conversación termina aquí».

En su opinión esto se debe a la «falta de educación social, de visibilidad de referentes y de información. La cosa ha cambiado en estos 10 años, pero queda mucho camino por delante».

«Las nuevas generaciones van avanzando», y, como explica, el objetivo sería llegar al punto en el que no hubiera prejuicio social, es decir que desapareciera «la vergüenza a la hora de estar con una mujer trans».

En cuanto a las red flags a las que está atenta, aparte de quien solo te ve como fantasía sexual, Daniela añade otras de su cosecha.

«Si un chico me dice que ha tenido muchas experiencias con mujeres trans, para mí es red flag. Está bien que sea liberal y tolerante, pero otra cosa es que sea un cazatrans».

«Si me dice que nunca ha probado, pero quiere probar, es red flag, porque yo no soy un experimento».

«Y lo mismo si me dice que para relación no, pero que para sexo sí. También si me pregunta si estoy operada o no, porque los genitales no me definen como persona».

Mara Mariño

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Si te cansan las aplicaciones para conocer gente, puede que tengas ‘burnout’ de ligar online

La primera vez que me abrí Tinder pensaba que iba a ser la última. Que encontraría a alguien al poco tiempo y hasta ahí mi relación con la aplicación.

Llegó una segunda, unos años más tarde, y la tercera vez que la instalé. La definitiva.

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Y no me salí de allí por no dar con personas a quien me interesara conocer, sino por la cantidad de gente y la despersonalización, que me hacían sentir agobiada.

Yo no sé tú, pero mi trabajo es estar delante de una pantalla.

Lo último que me apetecía en esa ocasión era pasar más tiempo pendiente de crear una relación con un dispositivo de por medio.

Ahí fue cuando me di cuenta de que estaba hasta las narices, completamente quemada del sistema de conocer a gente online mediante una app.

Estaba experimentando el dating burnout.

Es una sensación que va desde el hartazgo de los eternos swipes, el aburrimiento de las conversaciones que no van a ningún lado hasta la mala educación que puedes recibir a través de la aplicación (que casi parece que se ha normalizado hablar mal).

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O incluso que termines sufriendo un ghosting después de algunas citas porque, quien te guarda en la agenda como «Elena Tinder» es como que te pone en una categoría de segunda, la de alguien que no merece responsabilidad afectiva por ningún lado.

En fin, que las razones por las que terminas hasta el gorro son muchas y muy variadas.

Que fue también mi caso, por cierto. A la tercera fue la vencida de verdad.

No la cerré porque recuperara la esperanza en dar con personas afines a mí en el mundo offline, sino por no aguantar más.

Es curioso que, al poco, conocí a alguien en vivo en directo y dio comienzo una bonita historia.

Casi podría parecer que el karma que había ido acumulando de malas experiencias me guardaba una sorpresa positiva.

Del mundo online a conocerse de forma orgánica

Fue algo que comentaba también hace poco con una chica que conocí haciendo senderismo. Estaba harta de conversaciones que nunca terminaban en cita, pero se encontraba tan liada que no veía otra forma de conocer gente.

«¿Y haciendo esto?» le contesté. A fin de cuentas, yo había conocido a la persona con la que estaba quedando en un evento social/deportivo del estilo.

Así que al final, la solución es tan sencilla como buscar cosas que te gustan fuera de la pantalla.

Porque es donde tienes más posibilidades de encontrar a quien le gusten también esas aficiones y ya sea un punto de partida.

Menos en mi caso, que fui una patata jugando al voleibol, pero cuando me vio cayéndome por todas partes y riéndome de mí misma, descubrió que tenía el sentido del humor como el suyo.

Otra de las formas ‘orgánicas’ que cada vez es más frecuente es empezar a hablar con un amigo de amigo o conocido que encuentras a través de una red social.

Un encuentro que está a medio camino entre una app de ligar y conocer de manera natural, porque recuerda a cuando te presentaban a alguien (con la diferencia de que lo tienes al alcance de un follow cuando ves que tu amiga sube una foto a su historia con esa persona que te interesa).

De cualquier forma, apuntarte a un evento de speed dating o cosas que no tienen que ver con tu vida sentimental -como un deporte, asociación, clases de baile, planes con desconocidos, networkings, viajes para personas solas, etc-, son muy buenas alternativas si has llegado a tu límite con las aplicaciones y quieres seguir relacionándote.

Y, si no está ahí la persona de tu vida, las amistades que vas a hacer por el camino, son también un amor que bien merece la pena encontrar.

Mara Mariño

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