Hace unos días, la noticia de la Cartera Digital Beta, la aplicación para ‘controlar’ el acceso a la pornografía, levantaba todo tipo de opiniones. Había quienes veían en esta medida del Gobierno la solución definitiva para evitarse la charla sobre «eso» con sus hijos.
Pero, quienes nos movemos en este mundillo, teníamos claras las lagunas y limitaciones.
![adolescentes teléfono móvil](https://cdnb.20m.es/sites/108/2024/07/pexels-pixabay-159395-e1720503861181-620x337.jpg)
PEXELS
(¿Cómo que aún no me sigues en Instagram? Pues venga…)
De entre todo lo que no contempla este sistema, se encuentran las vías de acceso alternativas mediante las cuales los menores de edad llegan a contenidos eróticos y, una de ellas es la que más inocente parece: las redes sociales.
Fue un estudio de Wall Street Journal lo que comprobó qué contenido recomendado ofrecía Instagram en función de la edad de los usuarios. Spoiler, los resultados no son nada tranquilizadores si eres madre o padre.
No solo comprobaron cómo el algoritmo de Instagram hace distinción del contenido que muestra según tu año de nacimiento, sino que si tienes 13, lo más probable es que al abrir los reels te aparezcan vídeos de humor, coches, alguna acrobacia y, seguidamente, vídeo de contenido sexual o sugerente.
En los primeros 45 minutos después de crear el perfil falso de Emma para la investigación, ya habían aparecido vídeos de mujeres imitando actos sexuales, acariciándose, desnudas, posando o bailando en lencería o comparándose el tamaño de tetas y culos.
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En uno de esos vídeos que Instagram recomendaba a la cuenta de 13 años, una artista adulta se comprometía a enviar una foto de su pecho a través de un mensaje directo a cualquiera que comentara su vídeo.
Comprobado el nivel de exposición que pone en una situación vulnerable a los menores de edad, el otro problema viene cuando aunque ni los guardan ni interaccionan, pero, ven enteros estos vídeos fruto de la curiosidad.
De esa manera, el algoritmo interpreta el interés y no solo los recomienda más frecuentemente, sino que va un paso más allá ofreciendo vídeos más explícitos.
Los tentáculos del soft porn
Este tipo de contenidos, donde no se ven actos sexuales per se, sino imitaciones y es mayormente protagonizado por mujeres, es lo que se conoce como soft porn.
Y aunque se puede ver también en películas o series, la diferencia de esto es que existen mecanismos -como la calificación por edades- que, de cierta manera, protegerían a los menores.
Sin embargo, pese a que la empresa encargada del estudio comprobó que en TikTok y en Snapchat los controles eran más rigurosos (y estos contenidos no aparecían a esta franja de edad), al contactar con Meta, la empresa dueña de Instagram, el portavoz dijo que esos resultados no reflejarían que fuera el comportamiento real en la aplicación.
Es para alarmarse que este estudio se hiciera meses después de que en Meta dijeran que el algoritmo iba a ser más estricto con los menores, justo para comprobar cómo habían cambiado sus políticas o funcionamientos.
Y el resultado del estudio fuera que Instagram muestra más pornografía y discursos de odio a los usuarios jóvenes que a los adultos.
Además de que los menores no buscan estos contenidos, pero terminan llegando a sus pantallas de igual manera, está claro que ni las medidas gubernamentales van a ser un freno ni Meta se va a responsabilizar de lo que sucede en su propia ‘casa’.
Estamos solos en esto y lo que haga cada familia será lo que marque la diferencia.
Porque si todavía queda quien piensa que este tipo de contenidos a tan temprana edad no tiene ningún tipo de implicaciones o consecuencias, entre ellas fomenta la idea de que las mujeres son objeto de consumo.
Por otro lado, las expectativas y presiones estéticas acerca de cómo debe ser su cuerpo y que esta visualización derive en una adicción al porno real son otros efectos secundarios.
No olvidemos que España es el 13º país con más usuarios de Instagram del mundo y que el problema es que, a esa edad, no tienen la capacidad de hacer una distinción de que lo que están viendo no es reflejo de la realidad.