Archivo de la categoría ‘parejas sexuales’

Conoces los ‘love language’ pero ¿y tu ‘sex language’?

Si los lenguajes del amor son las manifestaciones de nuestros sentimientos hacia la otra persona, tenía todo el sentido del mundo que existieran también los lenguajes del sexo.

O, quizás más que cómo expresar el sexo en sí, podríamos definirlos como las diferentes formas en las que expresamos el deseo.

mujer deseo empoderamiento

SAVAGEXFENTY

(¿Cómo que aún no me sigues en Instagram? Pues venga…)

Y serían algo que deberíamos conocer en cuanto nos planteamos tener intimidad física, pero como tampoco suelen estar en las conversaciones, terminan por ser un misterio.

Al igual que hay personas que se sienten queridas a través del afecto físico u otras mediante compartir tiempo de calidad, comunicar nuestras ganas también puede adoptar diferentes formas.

Por eso, cuando hay un problema a la hora de entenderse a nivel íntimo, bien merece la pena analizar si lo que pasa es que estamos hablando lenguajes del deseo diferentes.

Puede que, por mucho que te esfuerces, la demostración de tus encantos no surta ningún efecto aparente.

Quizás mueves la cabeza como Chanel en SloMo o desfilas en una colección de lencería digna de un desfile de Rihanna.

Esas acciones, o las que se te vengan a la cabeza, las llevas a cabo porque te hacen sentir en contacto con tu lado más erótico y con la confianza a tope.

En definitiva, son las que la otra persona interpreta como una señal luminosa de que tu cuerpo pide fiesta.

Pero cuando no tienen la respuesta que esperas, esa de que se abalance como león en la sabana, puedes llegar a plantearte -más que achacarlo a vuestra diferencia entre estímulos eróticos-, si eres tú que no le gustas.

Por llevarle la contraria a esa inseguridad intrusiva, déjame tranquilizarte: lo más probable es que tu pareja no sienta ni un poco de excitación por esas tácticas si no son las que tiene erotizadas.

Cómo despertar los respectivos deseos: el punto medio

Así que ante la duda, nada como preguntar, tomar nota y llevarlo a cabo en el futuro.

Porque, a diferencia de lo que se cree, la compatibilidad no nace, es algo que se trabaja en equipo.

Quizás lo que le gusta a tu acompañante es un acercamiento más directo, sin parafernalia, o uno que tenga relación con alguna preferencia sexual, como los juegos de rol o el voyeurismo, por poner unos ejemplos.

Las opciones son tan variadas como los gustos de cada persona.

Pero, una vez roto el hielo del sex language, es el momento de hablar del tema para identificar qué funciona como gatillo erótico del otro.

Se puede empezar la conversación con un refuerzo positivo, el del gran beneficio que reporta mantener la charla sobre cómo hacer la aproximación y preguntar a la otra persona si estaría abierta a ello.

No es otra cosa más que mostrar interés en sus gustos (y compartir los propios).

¿Significa eso que, una vez conociendo qué despierta el deseo, toca decirle adiós a la forma en la que lo manifestabas hasta ese momento?

No, seguramente habrá habido ocasiones donde sí has podido despertar interés erótico, pero debes tener en consideración sus códigos. Ante la duda, también puedes hablar de cómo incorporarlos.

Además, recuerda que lo que te estimula ahora puede cambiar con el tiempo: la sexualidad es plástica, así que lo importante es ir hablándolo y mantener la intimidad al día.

Es como elegir una película: tu género favorito puede ser el suspense y el de tu pareja el drama. Habrá momentos en los que quieras ver una película de suspense en concreto porque es buena, te apetece y te gustaría que la viera contigo.

Una ocasión en la que tu pareja se sentará en el sofá, la verá contigo y, aunque no sea su estilo, puede que incluso le guste también.

En realidad, lo que muchas veces quiere es ver una película en tu compañía, y le dará igual el título que hayas escogido. Con el sexo pasa un poco lo mismo.

Mara Mariño

(Y también puedes seguirme en TikTokTwitter y Facebook).

¿Por qué el pasado sexual de una pareja puede hacer sentir inseguridad?

Al poco de conocer a una persona, entras en esa fase de la luna de miel donde predomina la emoción de ir descubriendo cosas que te gustan.

A la vez que pueden aparecer miedos o inseguridades. Porque, cuando pasas al plano sexual con alguien, ¿quién no se ha preguntado alguna vez si lo estará haciendo bien o le gustará tanto como en otras ocasiones?

pareja beso

PEXELS

(¿Cómo que aún no me sigues en Instagram? Pues venga…)

El hecho de que cada persona tenga unos gustos irrepetibles así como el ámbito sexual, que siendo algo tan visceral, escapa de todo control o planificación, es normal que puedas sentirte en terreno inestable.

Y, cuando eso sucede, raro es que no acudan esos pensamientos intrusivos -siempre listos para sabotearte-, de que quizás con su ex lo pasaba mucho mejor que contigo.

Sí, al cerebro le da igual que esta idea de que con quien estás tuviera una vida sexual digna de estudiar por Masters & Johnson sea algo que solo sucede en tu mente.

La sensación de agobio, de miedo, de sentir incluso cierta amenaza por el fantasma de unas experiencias que han tenido lugar en el pasado, no solo es real, sino que se vive en tiempo presente y te deja tocada la autoestima.

Te puede interesar leer: Estar en relaciones de parejas largas me han enseñado que el sexo…

Ahora que ya sabes que es habitual que puedan llegar estas ideas a tu mente (aunque ojalá que no), es buen momento para que hagas un trabajo de autocrítica y te preguntes qué es lo que te provoca esa inseguridad.

¿Es el miedo a que te comparen con otras parejas sexuales y que vuestras relaciones no sean igual de satisfactorias? ¿Que consideras que ha vivido una vida íntima que te causa prejuicios por las prácticas realizadas o la cantidad de parejas sexuales?

¿O es el temor de no ser «suficiente» y que pueda querer a otra persona?

Cualquiera de estas razones puede provocar cierta ansiedad, de ahí que averiguar cuál de ellas es la causante de los recelos es el primer paso.

Una vez se ha llegado a la raíz de nuestras preocupaciones, es más fácil poder trabajar en ello ya sea hablándolo con tu pareja, comunicándole tus emociones o buscando ayuda profesional.

Buena química, buen sexo

De cualquier manera, a veces necesitamos recordar que quien nos gusta es de esa manera también en parte por esas experiencias que ha vivido.

Si nos centramos en su pasado, estamos dedicando la energía a un momento de su vida en el que ya no se encuentra y perdiendo la oportunidad de disfrutar el presente.

Además, en contra de lo que puede parecer con la pornografía, no basamos la satisfacción de nuestros encuentros en que haya un pene o unas tetas de dimensiones industriales, ni que tenga una pulida técnica de hacer el tornado con la lengua cuando te han practicado sexo oral.

Lo que suele convertir los polvos en polvazos es la química.

Que te sientas con total comodidad en su compañía, que te rías si pasa algo fuera de lo esperado, que haya emoción en el momento… Esos son factores que hacen que sea una experiencia difícil de olvidar.

Además, debes recordar que el comienzo no lo es todo. Cuando pasas al plano físico tienes que darle margen al periodo de adaptación en el que aprendes los gustos de la otra persona.

Y, para quitarte la última preocupación de encima, el sexo es solo una parte de la relación en la que además se puede mejorar (como en el resto de ámbitos de la pareja).

Trabajar en vuestra sexualidad compartida es lo que realmente va a hacer que tengáis una vida íntima épica.

Mara Mariño

(Y también puedes seguirme en TikTokTwitter y Facebook).

Para hacer un trío de forma ética deberías…

Una de las preguntas que más recibo por redes sociales es «Hola Mara, mi pareja y yo queremos hacer un trío, ¿cómo empezamos?».

Y, una vez se ha llegado a ese punto, que para muchas personas es el más difícil por la gestión emocional y la comunicación que conlleva, diría que el primer paso es procurar que sea una experiencia lo más ética posible.

trío ético

PEXELS

(¿Cómo que aún no me sigues en Instagram? Pues venga…)

Ni qué app descargaros ni qué local swinger es el mejor para encontrar personas del mundo liberal, uno de los factores más olvidados de los tríos (cuartetos, etc) es cuidar el factor humano.

Algo que merece la pena refrescar, sobre todo si tenemos en cuenta que hay ocasiones en las que, estos encuentros, se convierten en una búsqueda del tesoro fetichista.

Si queremos probar la experiencia de tener una relación sexual distinta, con más participantes que normalmente, no digo que la tercera persona no nos parezca atractiva, pero que no sea solo dar con alguien a quien se erotiza.

Hay una diferencia entre querer compartiros en pareja con alguien más y usar el trío como una excusa para que alguien cumpla su fantasía.

Se trata de vivir la experiencia de tener sexo con otra persona, priorizando el disfrute de práctica como algo completo entre tres personas adultas, y no tratar a nadie como un juguete sexual.

Ni tampoco como un/a participante de segunda porque no pertenece a la relación principal. Independientemente de los vínculos afectivos, en la cama no debería haber jerarquías, sino igualdad de condiciones y placer.

Porque, aunque solo sea para un rato de disfrute, todos merecemos un trato respetuoso.

Pasa lo mismo con el cariño, otro factor que habría que contemplar para que el trío fuera lo más ético posible.

No necesitas convertir a esa persona en tu pareja ni darle el mismo nivel de afecto, pero como puede ser un poco intimidante entrar como tercer elemento, el cariño es la vaselina que facilita la participación.

Protección, límites… ¡Y el taxi!

Si esa persona se ha desplazado o se ha hecho tarde, interésate por cómo va a volver a casa o si se quiere quedar hasta que sea una hora menos intempestiva.

Pero si, por lo que sea, no os apetece que pase la noche, pero ha venido a propósito, ofrécete a participar económicamente en la vuelta.

Hacer un trío de forma ética pasa por convertir la sinceridad en la base del encuentro. Lo que incluye decir si tienes/tenéis alguna ITS y, sobre todo, usar protección.

Es también cuidar de los demás no hacer prácticas de riesgo.

Para terminar, el hecho de que vaya a ser una experiencia puntual, ni que haya accedido a participar, no significa que tengas barra libre de lo que sea que te hayas planteado esa noche.

Sentarse previamente y decir en voz alta cuáles son los límites y expectativas es un buen punto de partida.

En caso de que no haya habido esa conversación, siempre se puede ir chequeando («¿Te apetece que pasemos a…?», «¿Te gustaría que mi novio hiciera…?»).

Y, por supuesto, no someter a esa persona a ningún tipo de presión.

¿Dirías que cumplís o cumpliríais los requisitos para que fuera un trío ético?

Mara Mariño

(Y también puedes seguirme en TikTokTwitter y Facebook).

¿De dónde viene la brecha orgásmica? Así podemos reducirla entre todos

Creo que todas, o casi todas, hemos fingido un orgasmo alguna vez en nuestra vida.

Y el motivo es común: teniendo sexo, solo con penetración, a la mayoría nos resulta complicado alcanzar ese placer prometido por tantos libros y películas.

pareja cama sexo placer

PEXELS

(¿Cómo que aún no me sigues en Instagram? Pues venga…)

Porque en esas escenas en el cine o series, también según las canciones o los capítulos subidos de tono de cualquier novela, bastaba con meterla.

Así que, ante la duda de no saber qué estaba pasando exactamente con nuestro placer, tirábamos de dotes interpretativas.

Soltábamos algún quejido digno de Oscar para que pareciera que sí, que nos lo habíamos pasado igual de bien que él.

Y así es como la brecha orgásmica llegó a nuestras vidas. Una separación en el contador de clímax que dio lugar a toda esa serie de mitos que circulan alrededor de nosotras.

Como que nos cuesta más llegar o que, desde un punto de vista biológico, somos más complejas que los hombres cuando se trata de disfrutar.

Ni nos cuesta más ni nuestro sistema es más difícil, es que, durante todo este tiempo, la vara de medida siempre ha sido el coito.

Y claro, cuando el 100% de los hombres llegan al orgasmo con él, pero nosotras no, se considera que es la práctica que se puede usar como herramienta de cálculo infalible del placer.

Pero, ¿y si se hubiera usado el sexo oral como práctica para comparar la facilidad de llegar entre ambos?

Te puede interesar leer: Relato erótico sobre sexo oral

Lo más seguro es que esa distancia no existiría.

El problema es que, al partir del coito como unidad de medida, si las mujeres no llegan, enseguida se piensa que su sexualidad no está bien, algo raro pasa con ellas.

En ningún caso se cuestiona la práctica. Y lo peor es que hasta nosotras mismas nos lo creemos porque desde pequeñas tomamos de referencia la penetración.

Así que, ¿qué es lo que podemos hacer para contrarrestarlo?

Salvando las distancias

Lo primero es volverte dueña de tus sensaciones, lo que puedes conseguir si descubres de qué manera lo pasas bien, cómo acelerarte y la manera de ‘disparate’.

En segundo lugar, la penetración está muy bien -no me leerás decir lo contrario-, porque es placentera, sí, y también permite conectar a otros niveles, pero no la conviertas en el centro de tu vida sexual (coitocentrismo).

Que sea una parada más en el camino del disfrute, pero no de alcanzar el clímax si notas que te falta estimulación en otras zonas.

Por último, comunícate siempre con tu pareja.

No podemos hacer responsables al resto de nuestra falta de orgasmos si ni siquiera nos tomamos la molestia de decir lo que nos está pasando.

Si ves que no llegas, pide por esa boquita. Explícale cómo lo puedes hacer y, si no lo hace como te gustaría, enséñale.

La brecha orgásmica no se va a reparar sola como la capa de ozono. Tienes que reducirla tú a base de correrte (o hacer que se corran).

Mara Mariño

(Y también puedes seguirme en TikTokTwitter y Facebook).

Por qué deberías hacer tu currículum sexual (y lo que deberías poner en él)

Cuando quieres que una empresa te contrate, preparas un resumen de tu vida laboral. Qué has estudiado, cuál es tu experiencia, en qué competencias te manejas mejor y todo lo que demuestra que ese puesto debería ser para ti.

Pues cuando quieres acostarte con alguien, deberías hacer lo mismo y empezar presentándote con tu currículum sexual.

currículum sexual

UNSPLASH

La idea del currículum sexual es algo que me explica la sexóloga y terapeuta sexual Lorena S. Gimeno cuando hablamos de la importancia que tiene darnos a conocer en el ámbito íntimo, más allá de si nos gusta la tortilla con o sin cebolla.

Más que nada porque, cuando la cosa pasa a mayores, damos por hecho que, mágicamente, tiene que estar al tanto de nuestros gustos y particularidades.

Sí, sí, por ciencia infusa. Y de hecho si no lo sabe (que es lo más probable, porque las personas no suelen venir con telepatía incorporada) nos decepcionamos.

Pensar que por esas primeras experiencias quizás es que no funciona es una conclusión a la que seguro que has llegado varias veces en tu vida.

Por supuesto que no funciona. Si no te gusta nada algún tipo de práctica y a él o ella le apasiona.

¿Cómo va a saber que para ti que te chupe los pies es más un suplicio, porque tienes cosquillas, que algo placentero y encima no se lo dices?

Para la sexóloga, el ejercicio de rellenar un currículum es algo sobre lo que reflexionar a nivel personal, para luego comunicarlo (es decir, no tienes que entregarle el formulario nada más presentarte).

Porque, cuando entramos en este tipo de análisis más íntimo, lo que solemos contar es con cuántas personas hemos estado (el famoso bodycount) o la edad a la que empezamos a tener relaciones, que son datos que no nos sirven a nivel práctico.

@meetingmara No, tu crush no necesita saber cuándo fue tu primera vez 😅 El Cv s3xual que deberías contarle es este… #cita #citas #citaromántica #relaciones #ligar #pareja ♬ sonido original – meetingmara

De hecho, como ella misma dice, se basa en «la idea de que a las personas nos cuesta describir nuestros gustos cuando empieza una relación y no sabes qué le gusta a la otra persona«.

Para evitarlo, como Lorena aconseja: «Todo el mundo debería hacer un examen de currículum ficticio«.

Además, desarrolló una plantilla en la que podemos reflexionar sobre nuestra identidad sexual, necesidades en la cama, salud íntima o medidas de protección que utilizamos.

Te puede interesar leer: Comunicación en la cama: lecciones básicas del idioma que se aprende sin ropa

Su documento sirve para exteriorizar todo esto y además invita a que te autoexplores e investigues para luego explicarlo.

La sexualidad es como cada persona (no hay dos iguales) y también va cambiando con el tiempo. Por lo que no es lo mismo rellenar esto a día de hoy, que si nos lo preguntan cuando empezamos o incluso en un futuro.

«Tienes que hacer el currículum hoy pero también dentro de 5 años«, afirma Lorena.

Así que, ¿te apuntas a hacerlo y conocerte?

cv sexual

SEXUALIZADOS.COM

Mara Mariño

(Y también puedes seguirme en Twitter y Facebook).

La unión hace el placer: cuando él es quien tiene una buena colección de juguetes

Es casi tan habitual ser yo quien pone el repertorio de juguetes sexuales en la cama, que rara vez me he encontrado a quien tuviera colección propia.

Y no ya porque dieran por hecho que tendría algún que otro artículo motorizado para la cama, sino porque, hasta hace nada, la mayoría de hombres no se planteaban tener algo así en casa.

juguete masturbacion

PEXELS

(Inciso: ¿no me sigues en Instagram? ¡Pues corre!)

Mientras que nosotras hemos recorrido un camino larguísimo, hasta el punto de que cuesta encontrar a quien no tenga un succionador de clítoris, la relación de los hombres con los juguetes sexuales no se ha fortalecido tanto.

Una de las razones puede ser porque, socialmente, la masturbación masculina nunca ha sido tabú.

La facilidad de la mano también hace parecer innecesario buscar fuentes alternativas de placer.

Entonces parece casi extraño que ellos puedan tener artículos sexuales para usar o bien por su cuenta o en pareja.

Quizás es más común en personas que practican el BDSM asumir que, seguramente, cada uno tenga un buen repertorio de cuerdas, esposas, pinzas, floggers o mordazas.

Pero cuando se trata de que él saca del cajón un succionador o un dildo, ¿debería cambiar la cosa?

Si somos las primeras que reivindicamos la importancia del clítoris en la cama y hasta hemos llegado a descubrir toda la intensidad que nos produce mediante juguetes, ¿por qué iba a resultarnos raro que él tuviera un producto sexual del estilo para dar el máximo placer a su pareja?

No se nos puede olvidar que los juguetes son aliados para todos, hay cosas que un pene, una lengua o unos dedos no pueden hacer.

Sobre todo si tenemos en cuenta que se contratan a ingenieros aeronáuticos para replicar -en miniatura- la potencia de un motor de avión en el interior de tu succionador.

Además, puede ser algo que tenga de otra relación o que simplemente le apeteciera comprar para tener como parte de su colección.

Te puede interesar: Si la relación se termina, ¿cómo repartimos los juguetes?

¿Qué más da siempre y cuando esté perfectamente desinfectado (o se use un preservativo en su defecto para cubrirlo)?

Personalmente, dar con quien tenga juguetes propios me parece sexy. No solo es una green flag de que es curioso y está dispuesto a experimentar haciendo de nuestra vida sexual algo variado y entretenido.

También es consciente de cómo quiere hacerme disfrutar (y está preparado para ello).

Mara Mariño

(Y también puedes seguirme en Twitter y Facebook).

Al chico que te mira el ‘bodycount’

Es probable que, si tienes Instagram, te hayas cruzado con su discurso. Una pequeña charla en formato de vídeo en la que dice que tú, como mujer, eres libre de tener las parejas sexuales que quieras.

Pero que tengas en cuenta que si el número es alto, si tu bodycount supera lo esperado, los hombres son libres de ‘descartarte’ como pareja.

Porque la cifra juega en tu contra.

Tik Tok

(Inciso: ¿no me sigues en Instagram? ¡Pues corre!)

El vídeo es nuevo, pero lo que expresa es más viejo que el sol (y machista también).

Las mujeres éramos botines de guerra, parte del premio conquistado, algo a desear. Siempre y cuando cumpliéramos el requisito de la virginidad, se nos aseguraba que podríamos aspirar a la mayor recompensa: un hombre que nos quisiera.

Eso sí, en su caso lo normal y celebrado era que hubiera dejado una buena ristra de amantes a su paso.

Ahora la idea se ha adaptado a los nuevos tiempos, ya no tienes que llegar virgen al matrimonio. Pero que te hayan tocado lo menos posible, ¿vale?

Como si tu valor dependiera de cuántos penes han pasado por tu vagina.

De tus parejas sexuales, de tus líos de una noche, una tarde o media mañana. De las veces que te has bajado las bragas.

Quiero recordarte que en tu mano está rechazarle. No tenerle en cuenta como pareja si juzga cómo has empleado tu libertad sexual.

Interpreta la próxima vez que te hagan la pregunta como una red flag. Y corre en dirección contraria a quien la haya formulado.

No son esos números los que van a importarle a una persona que te trate con igualdad.

Quédate con quien mire las veces que te ríes al día, las que escribes a tus amigas, quien valore como cuentas el tiempo que pasas dedicándole a tu familia, los libros que te has leído, las series a las que te has enganchado, los países que has visitado y las aventuras que has vivido en ellos.

Puestos a contar, que cuente tus amistades porque también quiere convertirse en amigo de ellas, que calcule tus plantas, porque le sorprende lo mucho que te apasiona tener verde en casa. Que cuente los proyectos que has sacado adelante, sola o con ayuda. Que eche cuentas y sean esas las que le hagan decidirse, no tu número de parejas.

Porque son esas cantidades las que te hacen ser tan única como valiosa.

Mara Mariño

(Y también puedes seguirme en Twitter y Facebook).

‘Green flags’ en la cama

En varias ocasiones me he preguntado qué era lo que hacía de alguien un buen amante. ¿Era que durara mucho en la cama? ¿Que tuviera unos genitales de escultura griega? ¿Que empotrara?

(Si lees mi último artículo, seguro que esto precisamente no).

PEXELS

No era ninguna de esas cosas porque, lo que realmente me hace identificar si es o no bueno en la cama, es la química.

El chispazo de la mirada al otro lado de una jarra de cerveza o el aleteo en la entrepierna si te entra un selfie que se ha sacado con el pelo alborotado y la barba de varios días sin retocar.

Esa electricidad, que ya anticipa lo que se viene, es lo primero. Aunque no lo único por lo que doy puntos.

(Inciso: ¿no me sigues en Instagram? ¡Pues corre!)

Si analizo lo que realmente valoro, me doy cuenta de que es aquello que me hace sentir tenida en cuenta. Por eso mi lista de green flags -o luces verdes en el sexo- empieza por que se lave las manos antes de empezar.

Los dedos van a jugar un papel importante, ya te lo digo yo. Qué menos que, se metan por donde se metan (ya luego elegimos si boca y orificio), no añadan más bacterias a la ecuación.

Cuando, al poco de que se dé el primer encuentro, se arrodilla y baja antes que yo, la puntuación sube y sube.

Por mi experiencia, no todos los hombres que me he cruzado en el camino están igual de dispuestos a hacerlo. Así que dar con quien lo haga por iniciativa propia, es una maravilla de la naturaleza.

Un buen amante es quien me ve desnuda y preciosa (y lo repite varias veces). Sentirme deseada es el mejor cohete para la autoestima. Si me regalas los oídos, me vengo arriba hasta el punto de que me transformo.

Salgo de mi piel y soy stripper, dominatrix, sumisa, cariñosa, juguetona, fría, seria, switch o mezquina. Tengo la confianza de convertirme en cualquier cosa con una palabra bien dirigida.

Valoro más que cualquier postura digna del Circo del Sol que se preocupe por si me está gustando. Que pregunte si me está haciendo daño o si va bien así.

Un buen amante es quien quiere saber si estoy cómoda o prefiero cambiar. Quien pregunta qué puede hacer para que llegue al orgasmo. Si me toco yo, me toca él o cogemos un juguete.

Porque esa es otra. La liberación y el universo de posibilidades que se abren cuando propone usar un juguete…

Tengo una colección amplia, y que sea consciente de ello -y quiera usarla para disfrutar juntos– es la mejor de las señales.

Es un cartel gigantesco de «Aquí sí es» porque tiene la mente lo bastante abierta de entender que esto es pasarlo bien por placer. Sin más tabús ni rayadas. Eso queda fuera de la cama.

Buen amante es quien me escucha y entiende los límites. Quien para ante la duda o cualquier negativa. Quien da más fuerte porque lo pido y sabe que es mi manera de consentir un disfrute.

Y que se ría. Que se ría de que suena el colchón, el golpeo en la pared, ese muelle que chirría, el condón que cruje, el aire que sale de la vagina y cuando el escupitajo queda repartido a medio camino, porque no se lanzó con bastante fuerza.

Si pasa todo lo anterior, no es que recuerde el sexo como algo memorable. Inolvidable es la persona con la que tuve ese sexo.

Mara Mariño

(Y también puedes seguirme en Twitter y Facebook).

Más políticas de igualdad, mejor sexo

Hace poco debatía con un amigo sobre los millones que irán destinados al nuevo plan que ha aprobado el Gobierno.

Teníamos puntos de vista muy diferentes. Mientras que él veía que otros asuntos podrían necesitar antes ese dinero, yo sostenía que ya tocaba que se hicieran más políticas feministas.

PEXELS

(Inciso: ¿no me sigues en Instagram? ¡Pues corre!)

Y es que iban a ser una de las razones por la que el sexo de todos va a mejorar.

Pero, ¿qué tienen que ver los 20.000 millones con lo que pase en tu vida íntima? Yo te lo cuento.

Ser mujer no es tan estupendo como te lo pintan los anuncios de compresas. En el momento en el que por comprarlas, ya nos hacemos con un producto cuyo IVA es el mismo que el de ir al cine, nacer mujer te hace ser más pobre que nacer hombre (¿para cuándo una política que lo reduzca, por cierto?).

A eso súmale que llegas a una empresa. Eres mujer, el perfil perfecto para trabajar con clientes que quieren proyectos de cara al público. Que necesitan una imagen. Y piensan en ti, por supuesto.

Ya les tocará a tus compañeros de carrera hombres los proyectos grandes. Los que mueven dinero. A ti bastante que te han dado eso.

Te puede interesar: Decálogo para una vida sexual feminista si no sabes por dónde empezar

Te frustras, te fastidia la situación, la desigualdad. Algo te quema por dentro. Y llegas a la cama y no conectas con tu cuerpo. No paras de pensar en ese trabajo que te quita más horas de vida que dártelas.

En que el compañero junior recién contratado cobra más que tú. En que, desde que eres madre, te desplazan de los proyectos importantes porque creen que tu único compromiso es con la familia (incluso cuando en esos equipos hay personas menos comprometidas que tú).

No puedes conciliar porque la teoría es preciosa, pero tu empresa no la pone en práctica. Vas a matacaballo a todo y pasas el día sintiendo que te faltan horas para poder respirar.

Así pasa. Que no te centras, no disfrutas, no te corres porque el tío que tienes enfrente no solo puede permitirse una hipoteca, vivir por su cuenta, también ha aprendido que tiene el poder, que puede hacer contigo lo que quiera.

No ha recibido una educación de respetarte, de frenar ante un «no». Si existiera, si la tuviera, no te frenaría ese miedo de que puede usar su fuerza -casi siempre mayor a la tuya- en tu contra.

Porque disfrutas más en la cama sin la señal de alarma de que puedes ser asesinada si sigues tu calentón y te vas con ese desconocido. Porque es algo que tantas veces te frena.

Pero sin irme al peor de los casos, es también la educación de no llamarte «guarra» en cuanto sales por la puerta de tu casa. Porque tu placer es tan válido como el suyo y, gracias a esas enseñanzas que deben ponerse en marcha, el deseo femenino dejaría de estar mal visto y señalado.

Si la pedagogía igualitaria nos llega -por favor, que llegue-, si las brechas salariales empiezan a disminuir, si vamos menos agobiadas, menos estresadas, menos precarias, más independientes económicamente, estaremos más tranquilas, más relajadas, más predispuestas a pasarlo bien entre las sábanas.

Podremos llegar a casa y dejar el trabajo y las inseguridades fuera. Cerrar la puerta y que seamos solo nosotras y el sexo. Con quien sea.

Mara Mariño

(Y también puedes seguirme en Twitter y Facebook).

Y la razón por la que los juguetes mejoran tu vida sexual en pareja es…

Puedes pensar que lo tengo súper fácil con el tema de los juguetes sexuales por escribir un blog de sexo. O que mi vida íntima siempre es tan variada como un surtido de croquetas.

Pero lo cierto es que ni mi trabajo, ni lo que implica a la hora de poder abrirme a nuevas experiencias, me garantizan que, la persona que tengo al lado, piense o le apetezca lo mismo que a mí.

PEXELS

Es más, personas que preferían relaciones más convencionales o rutinarias no han faltado en mi vida.

Y esto demuestra una verdad universal: que por mucho que te gusten los juguetes, probar, variar, atar, pegar, frotar, vestir o dominar, si no te dan juego, no sirve de nada tu curiosidad.

Mentiría si dijera que para mí, la felicidad absoluta entre las sábanas, implica solo a las dos personas de siempre. Sin ningún cambio o añadido.

Porque el sexo es más, mucho más…

Y si, como en mi caso, no eres de abrir esa intimidad a terceras personas, la (maravillosa) alternativa que te queda son los juguetes sexuales.

En el momento en el que lo más importante del sexo es la penetración, tendemos -sin darnos cuenta- a que toda nuestra dinámica siga la misma estructura.

Empezamos siempre haciendo sexo oral o masturbamos y lo llamamos malamente ‘preliminares’. Como si fuera un sexo de segunda.

Los usamos a modo de preparación para el plato principal, ese en el que el pene y la vagina se ponen en contacto y se marcan unos tantos (cuando también unos dedos te pueden follar).

Por eso no hay nada como, en plena acción, sacarse un juguete de debajo de la cama y convertirlo en el tercer protagonista.

Es lo que hace que mantengamos la ilusión por divertirnos, saber que puede aparecer algo nuevo aunque los actores principales sean los de siempre.

Que podemos sentir más y mejor. O simplemente distinto. Que se puede cambiar.

Pero bueno, que no solo lo digo yo. El 82% de los 700 españoles participantes en un estudio de LELO contestaron que su relación había mejorado a raíz de usar los juguetes en pareja.

Es esa novedad la que nos mantiene enganchados, por eso no se puede dejar de lado en ningún momento de la vida.

La creatividad es como tus plantas, la puedes cuidar ‘desde casa’ buscando escenas que exciten y replicándolas, hablando con amigas, sacando ideas de la última novela o serie de Netflix…

Y a la vez complementarla introduciendo estos artículos.

Te puede interesar leer: Guía para ampliar tu repertorio sexual

Solo así se consigue vencer a la temida rutina y conseguir que no se pierda el interés en el sexo.

Y vale, no todo en una relación es follar, pero que tiene un peso gigantesco es un hecho. El estudio también revela que 1 de cada 4 personas habían dejado a su pareja por no estar satisfechas sexualmente.

¿El punto medio de todo esto? La comunicación. Si la añadimos a la ecuación de pasión y creatividad, el cóctel es explosivo y la combinación, perfecta.

Así que igual es el momento de preocuparnos menos por si el tamaño del pene o las tetas será suficiente y centrarnos más en hacer de la experiencia algo estimulante y variado (tanto con lo que traemos de serie como con lo que tenemos a mano en el cajón de la mesilla).

Mara Mariño.

(Y, si quieres, puedes seguirme en Instagram,  Twitter y Facebook).