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Se vuelve viral por enseñar su ‘trofeo’ sexual (pero como mal amante)

En la Edad Media, tras la ceremonia del matrimonio, se exhibía la ropa de cama manchada de sangre para demostrar que era la primera vez que la esposa había tenido relaciones sexuales, algo que se conocía como la ‘sábana pregonera’.

Siglos después, un chico se ha hecho viral en Twitter por algo parecido.

pareja cama

PEXELS

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Harrison Sullivan es un influencer inglés de fitness que aparece en Twitter enseñando cómo había quedado su ropa de cama después de haber tenido un encuentro sexual.

Acompañaba el tuit del vídeo en el que enfocaba las manchas rojas con el siguiente texto: «Si tus sábanas no tienen este aspecto, no lo estás haciendo bien».

En Edad Media, todavía podemos dar el beneficio de ver esa costumbre como un resultado más de la falta de educación sexual, porque ni siquiera era algo que en la cultura occidental se estuviera investigando.

Pero el tiktoker no puede acogerse a esta misma razón. La aparición de sangre durante el sexo no es motivo de celebración ni una buena señal, independientemente de si se trata a través de penetración vaginal, anal o cualquier otra práctica.

Lo peligroso de su vídeo es que de esas cuatro millones de reproducciones que ya acumula, haya otros hombres que crean que su mensaje sí tiene sentido.

Aunque, por experiencia, las manchas de sangre del tipo que aparecen en el vídeo suelen deberse a una menstruación adelantada, de lo que ‘presume’ el influencer sería de la rudeza con la que se ha dado esa intimidad.

Una fuerza o presión que habría llevado a que los vasos sanguíneos que irrigan la vagina se hubieran roto, provocando esas pequeñas heridas y el sangrado como resultado.

 

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O bien que estando en un momento el ciclo menstrual en el que hubiera poca lubricación, no se hubiera preocupado de tener un lubricante a mano para hacer más agradable la penetración.

De cualquier manera, lo que demuestra su vídeo realmente es que es un compañero de cama poco preocupado por el bienestar y la salud de su acompañante.

Algo que ya es bastante preocupante por sí solo, como para encima jactarse de ello en internet.

Masculinidad no es violencia

Lo segundo que toca recalcar es que su mensaje -el de que si el resultado de una noche de pasión no es tener la ropa de cama ensangrentada, no se está haciendo correctamente-, es dejar que la violencia se cuele en el dormitorio.

No se puede relacionar ser buen amante con tener un sexo que produce como resultado desgarros y dolor en la vagina, en otras palabras, la masculinidad no es sinónimo de darle rienda suelta a la agresividad contra las mujeres.

Puede que haya quienes disfruten de una penetración más brusca, y hasta lo pidan, no digo yo que no.

Pero también las hay que tienen mayor sensibilidad en la zona, que por una endometriosis no disfrutan de la penetración o incluso cuando después de ovular tienes el cuello del útero más bajo y ciertas posturas les molestan.

Lo que sí tenemos todas en común es que tras haber tenido desgarros en la vagina o la vulva, al día siguiente nos escuece y tenemos muchas más probabilidades de desarrollar una infección.

Por eso, ante la duda, lo fundamental es que el sexo sea una zona segura de diálogo en la que cerciorarse de que estamos en el mismo punto de comodidad y disfrute.

Pero también dejando claro que nos preocupamos por los deseos de la persona con la que estamos compartiendo ese momento.

No se puede dar por hecho que nos gusta lo mismo ni que debemos comportarnos por igual según seamos hombres o mujeres, porque es cuando el género nos encasilla en unos roles con los que puede que no nos sintamos a gusto.

Además, si solo se ve con buenos ojos una única manera de tener sexo, perdemos todo el abanico de posibilidades que nos ofrece.

Y para terminar, como una usuaria le contestó, «Si solo puedes presumir de lo que ha sangrado y no de lo mojada que estaba, es que algo estás haciendo mal».

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Hay gente teniendo sexo con ChatGPT (pero no como imaginas)

Podemos estar de acuerdo en la cantidad de partido que se le puede sacar a las inteligencias artificiales como ChatGPT.

En mi caso, hace unos meses, le preguntaba incluso consejos para mejorar la vida íntima.

Sin embargo, esa finalidad de resolver las dudas que tiene la inteligencia artificial, organizando la información de forma coherente, no es la única que ciertos usuarios han encontrado.

Hay personas que están usando ChatGPT para hacer sexting o crear historias de alto contenido erótico.

hombre ordenador portátil

PEXELS

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«¿Cómo pongo a la IA de humor?», pregunta alguien en uno de los foros de Reddit.

No parece tan descabellado si tenemos en cuenta que las interacciones íntimas entre robots y humanos no son ajenas a nadie desde que existen las muñecas sexuales.

Aunque salió en 2013, la película Her -en la que Joaquin Phoenix termina teniendo sexo con la voz de la asistente virtual-, ya adelantaba lo que está pasando 10 años más tarde.

Cualquiera podría pensar que es normal que se terminara explorando esa faceta más ‘picante’ de ChatGPT, que, por mucho censor integrado que tenga, en el hilo de respuestas que leo a la pregunta, no es difícil sortearlo.

Pero, más allá del uso y disfrute personal, hay una cara B de este fenómeno, que es la que me ha puesto los pelos de punta.

Y es que el estímulo no está solo en conseguir una respuesta erótica por parte de una inteligencia artificial, sino que se están compartiendo las historias y con una búsqueda rápida es posible leer esos relatos.

Si nos parecía que los fanfics, el género literario donde los fans cambian a su gusto sus historias preferidas, eran un loco universo alternativo donde Harry Potter podía tener sexo con Draco Malfoy, las historias de ChatGPT son para preocuparse.

No faltan historias sobre violaciones a mujeres («Por favor, detente», susurró de nuevo, su voz temblaba por la inutilidad de sus palabras ante su captor) ni dirty talk en el que la IA adopta un tono sumiso: «Oh sí, soy una zorra, soy la mayor zorra que has conocido».

Dos ‘tramas’ que recuerdan demasiado a lo que ya se ve en cualquier película pornográfica y a la vez explica que los usuarios que están creando las historias son hombres heterosexuales, ya que el enfoque de la mirada masculina sobre el sexo es el mismo.

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Pero más allá de eso, se han vuelto muy populares en los foros las historias que son explícitamente violentas.

Una de las más impactantes habla de una auténtica salvajada como es que ChatGPT describa lo que es que le corten un brazo.

Asimismo, en las respuestas a esa historia, hay usuarios que preguntan cómo llegar a ese punto para que la IA responda de esa manera tan real hasta el punto de suplicar por el fin de ese dolor virtual.

También quienes comentan que eso no es nada y que han conseguido crear detalladas narraciones sobre disparar a mujeres en la cabeza (y a su vez quienes preguntan si pueden pasar el enlace para leerlas).

Y me da igual que la brutalidad se quede en el plano digital. Quienes están detrás de esas historias son personas reales que están fantaseando con la idea de agredir físicamente.

Que están dándole un prisma erótico a crímenes donde, por muy virtual que sea todo, el género de sus víctimas digitales siguen siendo mujeres.

No es ya solo que ChatGPT se convierta en otro espacio en el que darle rienda suelta a la erotización de la violencia, es que si se simulan delitos del código penal, se incita el odio hacia las mujeres.

¿El posible control sobre esto? Ni está ni se le espera…

Mara Mariño

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¿Y si la fantasía del hombre empotrador no era para tanto?

Define el amante perfecto, el compañero de vicio ideal, el que fantaseas con tus amigas cuando os ponéis a charlar.

Me juego lo que quieras a que se te viene a la mente la imagen un empotrador (el que sea).

Uno conocido con quien has tenido sexo o uno que, en tu cabeza, tiene que follar a las mil maravillas. Una máquina de penetrar.

PEXELS

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Pero, ¿es el empotrador quien más nos hace disfrutar entre las sábanas?

Porque cada vez estoy más convencida de que, todo este tiempo, estábamos engañadas y no era lo que necesitábamos (aunque sí lo que nos vendían).

Yo soy de las que piensa que el empotrador está sobrevalorado. A la hora de la verdad, lo que nos da placer es otra cosa.

La mayoría de los orgasmos, que solo consigo con una estimulación directa del clítoris, me lo confirman. Por mucho que aparezca un empotrador, ahí no es.

No quito lo placentero del roce, de una buena embestida. Pero que la figura del empotrador sea popular, que todo trate de la penetración beneficia solo sale a cuenta a una mitad de los participantes.

Ah, y que una vez tienen sexo, a follar como bestias. Legitima un sexo que arrolla, destroza y hasta maltrata.

Si bien es agradable si te apetece o te va un rollo más intenso, el empotramiento queda romantizado entre las amigas.

Si no te revienta la vagina -y al día siguiente no caminas como un cervatillo recién nacido-, no cuenta.

Igual mi punto de vista es menos popular, pero me encantaría que se popularizara, en vez del empotrador, el que sabe tocarte en condiciones.

Quiero que se reconozca de una vez a esos que saben hacerte un sexo oral de fantasía, que consiguen que se te olvide hasta que se ha puesto a llover y te has dejado fuera la ropa tendida. Los auténticos expertos en lengua (y no la castellana).

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Los que circulan por tu clítoris a una velocidad digna de autopista y van cortando los hilos de lucidez que te atan al cerebro para que, lo único que alcances a sentir, sea el centro de tu cuerpo, palpitando al ritmo que te marca.

Son quienes se merecen para mí, el máximo reconocimiento. Porque el pene está muy bien, nadie lo duda.

Pero que sepa leerte, entenderte, tocarte, estimularte, complacerte, beberte, comerte y correrte, le da de vueltas a cualquier empotrador.

Mara Mariño

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¿Por qué durante el sexo ‘más intenso’ se traduce en ‘más violento’?

Que nuestra sexualidad está condicionada por los referentes que nos rodean, es algo que -teniendo en cuenta el furor por el BDSM tras ‘Cincuenta sombras de Grey’ entre otras cosas- nunca me atrevería a negar.

PIXABAY

Las películas, las series de televisión o incluso los sucesos de actualidad (las violaciones grupales han disparado las búsquedas de estas prácticas en páginas web de pornografía) nos pasan factura mental y sexual.

Un ejemplo que os voy a comentar os va a resultar más que conocido.

En más de una ocasión, en pleno arranque pasional cuando estás queriendo subir todavía más la temperatura del polvo, he pedido aumentar la intensidad.

Seguidamente me han dado un cachete a mano abierta (ojo, que me encantan), me han cogido las muñecas con fuerza, me han tirado del pelo o me han sujetado del cuello.

Y es que actualmente, el resultado de la traducción de más intenso entre las sábanas no es otra que un sexo más violento.

A estas alturas de la película, la de mi vida, y conociendo un poco a las personas que han pasado por ella, entiendo que no son otra cosa más que fruto de una educación sexual basada en repetir lo que han visto en la pantalla del ordenador o del teléfono.

Sin embargo, llegado el momento de reflexionar sobre el camino que nuestra sexualidad ha tomado, hay que pararse y echarle un vistazo a los pasos, porque están algo torcidos y aún se pueden enderezar.

Intensidad, según el diccionario de sinónimos, es potencia, vehemencia, entusiasmo, magnitud… En ningún caso encuentro palabras que recuerden a la rudeza.

Así que la próxima vez que os pidan intensidad, o que queráis ponerla en práctica, apostad por sacar los pies del tiesto en el que llevamos metidos hasta ahora y aumentar el ritmo, mirar fijamente a la otra persona, acariciarla en esa zona que le pierde o salir a la terraza a seguir haciéndolo.

La pasión se puede conseguir de muchas maneras. Aunque las agresiones puedan formar parte del juego, no son la única alternativa.

Duquesa Doslabios.

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