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La historia de amor que el franquismo arrebató a dos maestras valencianas

La última casualidad de mi vida consistió en un viaje a Valencia mientras leía Una luz tímida, la novela de Àfrica Alonso.

Era inevitable, desde el tren, no ver esos paisajes verdes y amarillos y pensar en que no solo sus protagonistas los habrían mirado con los mismos ojos, sino también las dos profesoras que inspiraron su relato.

Porque Carmen Martínez e Isabel Perelló no son solo las heroínas en las páginas, sino dos mujeres reales que vivieron una época en la que sus sentimientos se veían como un atentado contra la moral.

Àfrica alonso en la obra de teatro Una llum tímida

TEATRE BARCELONA

Cuando Àfrica sabe de ellas a través de un artículo de sucesos, se queda impactada con la crónica del periódico. Un acontecimiento narrado desde el morbo, desde el suceso final que había pasado entre ellas (me abstengo de contaros más para evitar el spoiler).

«El artículo hablaba de un final trágico, pero lo hacía con muy poca empatía», me comenta la autora, que también reflexiona sobre como pese a haber estado más de 20 años juntas, no se menciona de manera clara que tuvieran una relación.

Y fue aquella sensación agridulce la que llevó a la actriz a escribir, por pura intuición, una obra de teatro que ha representado parte de esta historia.

La otra parte llegaría después, cuando Àfrica pasa temporadas en Manuel y Catarroja para conocer a las personas que sí tuvieron relación con aquellas maestras, a las que los tiempos les negaron vivir su romance, para poder reconstruirla.

«En el artículo había una nota que hablaba de ese sufrimiento y empaticé con Carmen, porque me parecía un grito de auxilio no escuchado», afirma.

«Quería proponer un relato alternativo a esa noticia. Qué podía haber llevado a dos maestras a terminar como acabaron. Un intento de que la gente empatice con lo que hicieron», confirma Àfrica.

 

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Y vaya si lo hace, es imposible que su escritura no te lleve atrás en el tiempo, a pueblos grises, lunas en el cielo, naranjas, acequias y paredes de pisos pequeños.

Los mismos que formaron parte del día a día de las profesoras que, por desgracia, rompieron vínculos familiares para poder vivir su vida de una manera que era incomprensible para la época.

De Isabel averiguó que pasó un tiempo exiliada en Francia y, de Carmen, que estuvo hospitalizada en un hospital psiquiátrico para encontrarle ‘cura’ a lo que le sucedía, su orientación sexual.

Fue en aquel centro donde los tratamientos de la época (por llamar de alguna manera lo que a día de hoy se consideraría un trato que viola los derechos humanos) le dejarían una serie de secuelas mentales que le acompañarían hasta el final de sus días.

Hacer del sufrimiento esperanza

Sin embargo, el relato de Àfrica Alonso busca la justicia poética de su romance mezclando en su novela lo que ha descubierto y lo que ha querido escribir.

«He hecho el ejercicio de pensar cómo yo habría vivido una situación así si hubiera vivido en la misma época y el mismo lugar. La novela es un manifiesto de cómo entiendo yo el amor», dice la novelista.

Una visión libre, amplia donde todo tiene cabida que, por desgracia no se extiende a nivel nacional. Aún en algunos sectores de la población española todavía sigue anclada una mentalidad relativa a este tema que poco ha evolucionado respecto al franquismo.

«Hay un sector de la sociedad con cada vez más fuerza y menos vergüenza de propagar discursos homófobos, racistas, machistas, tránsfobos etc. Se han puesto una máscara que incluso puede resultar atractiva a la gente joven a día de hoy», afirma Àfrica.

«No hay que olvidar la lucha de muchísima gente hasta ahora para llegar a dónde hemos llegado. Nunca hay que dar nada por sentado», alerta.

Quizás una parte del problema es que esto que pasó, como a muchas otras parejas del colectivo, nos suena demasiado lejano a día de hoy, algo sobre lo que también reflexiona Àfrica: «Hay un distanciamiento generacional muy grande. Me gustaría que las generaciones más jóvenes de chiques del colectivo tuvieran más acceso a los relatos de la gente mayor LGTB».

«También escribí esta novela porque la gente mayor está muy incomprendida y hay una herida del franquismo en el colectivo que aún mancha bastante. Hay un aislamiento, gente que ha tenido que renunciar a las familias para poder vivir su vida libremente y ahora corren el peligro de sufrir soledad», explica.

No solo resalta la grande necesidad de crear una propia familia dentro del colectivo, sino que «se produjera más acercamiento entre las siglas de este colectivo tan largo y maravillosamente diverso, que se acercaran más las unas entre las otras».

Hace ya unos días que terminé el libro, pero entre mi viaje a Valencia y la semana del Orgullo, siento a Isabel y Carmen como si hubieran saltado fuera de las páginas -y se trataran de dos mujeres a las que he conocido en persona-, por cómo he empatizado con cada palabra.

«Este libro es una conexión entre ese pasado y este presente que es futuro. Creo que la gente que termina el libro, pese a la tristeza de la historia lo acaba con una sensación de esperanza inevitable de que a través de la ternura podemos entender a las personas y acompañarlas en mayor medida de lo que se hizo en el pasado».

Àfrica ha logrado su objetivo.

¿Qué es el ‘síndrome del impostor queer’?

En un mundo regido por los estereotipos (donde incluso ser feminista se cuestiona en caso de que no se ajuste a una idea específica), las orientaciones sexuales no se escapan de los clichés.

Parece irónico porque nunca habíamos hablado tanto de nuestra sexualidad, es tema recurrente en podcast, películas e incluso la protagonista de series de televisión.

Y, sin embargo, sigue quedándose encasillada hasta el punto de que hay quienes encuentran difícil de asimilar su propia orientación, por las reacciones de terceras personas, cuando intentan relacionarse.

pareja queer

PEXELS

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Es lo que está pasando entre las personas bisexuales, un colectivo dentro de la comunidad LGTBIAQ+ que sufre lo que se conoce como ‘síndrome del impostor queer.

A los datos me remito: gracias a la aplicación Hinge ya hay cifras para ratificar lo que viene siendo un secreto a voces, ya que el 65% de sus usuarios bisexuales lo han experimentado.

Analizando los resultados de su estudio, los expertos de app de citas confirman que aún tenemos pendiente librarnos del estigma de la bisexualidad.

Otras actitudes señaladas por los usuarios serían aquellas que han vivido con sus matches digitales, que les ha hecho no sentirse plenamente aceptados en la comunidad.

O que la gente piense que solo están «experimentando» (algo que dicen haber sentido el 56% de los participantes), considerando que es una especie de etapa de transición y no una orientación más.

Esto sin olvidar el miedo al juicio una vez habiéndose sincerado sobre su sexualidad con una posible pareja heterosexual, lo que temen el 54% de los usuarios bisexuales de la app.

¿De dónde viene el estereotipo?

Esta idea de que las personas que nos identificamos como bisexuales estamos simplemente probando, porque al final tenemos que decantarnos por uno u otro ‘lado’, es un prejuicio dañino que desafía la autenticidad de quienes abrazamos esta orientación sexual.

La solución para superarlo, pasa por fomentar la educación, la comprensión y el respeto. Y es que la bisexualidad es una orientación sexual tan válida como cualquier otra.

Las personas bisexuales experimentamos atracción emocional, romántica y sexual hacia personas de más de un género, por lo que es importante destacar que nuestra orientación no es una fase temporal ni un mero acto de experimentación.

Cada individuo es único, y la bisexualidad es una parte fundamental de la identidad de muchas personas.

De ahí que, una vez más, toque reclamar la importancia de que haya una educación sexual a edades tempranas, un antídoto en cuanto a eliminar estereotipos se refiere.

Al proporcionar información precisa sobre la bisexualidad, se promueve una comprensión más completa de esta orientación sexual (entre muchas otras cosas).

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Más allá de la labor educativa, que las personas bisexuales nos sintamos apoyadas y validadas está muy a mano.

Implica escuchar nuestras experiencias, luchar contra la discriminación y el prejuicio, y promover la visibilidad bisexual en la sociedad.

Solo se puede terminar con los estigmas que rodean la bisexualidad haciendo un esfuerzo colectivo para educar, fomentar la empatía y celebrar la diversidad de orientaciones sexuales.

Al hacerlo, avanzamos hacia una sociedad más inclusiva y comprensiva, donde cada persona es respetada y aceptada por ser quien es.

Mara Mariño

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El Orgullo en 2021: las razones por las que todavía hay que reivindicarlo

El chico que va delante de mí en el supermercado lleva una mochila con el arcoíris, una forma de decir, incluso haciendo la compra, «quiero querer a quien quiera».

No es el único.

UNSPLASH

Estos días, la modernista Barcelona parece más colorida de lo habitual con las tonalidades colgando en ventanas, camisetas o incluso bolsas de tela.

Una manera de reivindicar no solo el amor, sino que desaparezcan estereotipos que, a día de hoy, se siguen aguantando.

Hay tantos mitos todavía extendidos que la celebración del Orgullo va mucho más allá de la libertad de sentimientos.

A día de hoy el «quién es la chica» o «quién es el chico» se sigue escuchando todavía.

Continúa la mentalidad de que solo existe el rosa y el azul e incluso las relaciones homosexuales deben adaptarse a ese binomio de colores.

Una pregunta que no solo es invasiva sino que evidencia que debemos dejar de pensar que no se siguen estos roles heteronormativos.

«Eso es porque nunca has probado una buena polla», va por el mismo camino.

Hay quien habrá querido experimentar y quien no lo haya necesitado para descubrir qué le gusta. Cuestionar si eso es algo que hace que uno sea más o menos homosexual, tampoco es algo que se deba juzgar.

En las sábanas, podemos llevar también la reflexión sobre una vida sexual completa sin penetración, que todavía es calificada de ser el único sexo real.

Que el mensaje de Orgullo es también entender que hay muchas formas de disfrutar y no tienen por qué implicar meter ni sacar.

Es la libertad de ser, sentir y hacer los 365 días del año.

Duquesa Doslabios.

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‘Todos hemos sido o somos homófobos porque nos hemos criado en una sociedad que lo es’

Acaba de terminar el mes de junio, ese que, entre los otros once, se ha ganado el título del mes del Orgullo. Sin embargo, no podemos permitirnos que las reivindicaciones se queden solo en esos 30 días. Hay que pelearlo todo el año.

Y sí, la lucha es independiente de nuestra orientación sexual, ya que, al final, la máxima de querer libremente es algo que deberíamos defender a toda costa.

GTRES

No es fácil hacerlo, sobre todo cuando vivimos en un mundo en el que el peor insulto que puedes encontrar en un estadio de fútbol o en un grupo de WhatsApp es ‘maricón’ o decimos que ‘menuda pena lo de Pablo Alborán, con lo guapo que es’.

El Orgullo es una lucha externa, pero también interna, algo que descubro junto a Javier Martínez Madrid, coach sentimental para gais.

Es imposible no emocionarse cuando cuenta esa historia en su canal de YouTube de cómo decírselo a sus padres era la llave para vivir su sexualidad plenamente. Un momento bonito, que, a día de hoy, todavía recuerda con cariño.

Si nos colamos en cualquier tertulia de autobús, podría parecer que la igualdad de derechos está ya conseguida, pero lo cierto es que aún nos queda camino por delante.

La aceptación total del matrimonio igualitario, nuestra propia homofobia -fruto de lo que hemos interiorizado de la sociedad homófona en la que hemos crecido-, las agresiones… Una serie de asignaturas pendientes que, según Javier, el entrevistado de esta semana, tienen solución.

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Justo dos minutos después de hacerme esta foto en el metro de Chueca, al bajar las escaleras mecánicas, me he encontrado con un chico de 19 años, tirado en el suelo, con un ataque de ansiedad bajo estos mismos colores. . Su padre le ha visto una conversación de WhatsApp en la que le decía te quiero a otro chico. . Su reacción ha sido llamarle maricón y darle una patada. . Y él ha salido corriendo hasta llegar a Chueca, donde pudiera encontrar a otras personas como él. . Hemos sido varios los que hemos estado calmándole y hasta ha llegado a bromear en el último rato. . Ahora va hacia su casa, donde su madre sí le apoya, cargado con el cariño de mucha gente, un par de abrazos, mi número de móvil y un listado de asociaciones a las que acudir. . Ojalá que él, al igual que yo, pueda sonreír muy pronto ante estos mismos colores. . . #homofobia #lgtbifobia #itgetsbetter #gay #gaymadrid #instagay #gaycoaching #gaylifecoaching #coachinggay #gaybeard

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¿Cómo se puede concienciar a ese porcentaje de personas que no aceptan el matrimonio igualitario o están a favor de que se le llame mediante otro nombre?
De acuerdo con el estudio de LELO con motivo de los 15 años de matrimonio igualitario en España, casi un 20% de los españoles está en contra de esta unión entre personas del mismo sexo. Lo mejor que podemos hacer desde el colectivo LGTBI+ es seguir visibilizándonos a nosotros mismos, a nuestras relaciones de pareja y a nuestras familias, sean como sean, del mismo modo que lo haría una persona heterosexual. Ocultarnos es entrar en el juego de quienes siguen rechazando nuestra igualdad y de quienes nos quieren dentro de un armario. Les guste o no, tenemos el derecho y la libertad de poder casarnos con quien queramos y las familias que formamos son igual de válidas que las de cualquiera. Nos deben de encontrar de frente y sin miedo.

A nivel personal, ¿cómo podemos trabajar la homofobia?
En primer lugar, debemos asumir que, en mayor o menor grado, todos hemos sido o somos homófobos, básicamente porque nos hemos criado en una sociedad que lo es y hemos interiorizado muchas creencias en este sentido. Hemos avanzado muchísimo, por supuesto que sí, pero la LGTBIfobia sigue estando en nuestro entorno y, en los últimos años, está legitimada por discursos de odio. Habiendo asumido esto, tenemos que pillarnos en esos pensamientos que nos surgen, en aquellas frases que decimos o, incluso, en lo que sentimos ante personas del colectivo. Estar atentos a ello, nos va a permitir adquirir conciencia e ir cambiando poco a poco nuestra forma de pensar, de expresarnos y también lo que sentimos. Todo ello, desde la humildad, la curiosidad, el interés en aprender y el máximo respeto a otras realidades, con indiferencia de que las entendamos o no.

Casos como el de Pablo Alborán hablando sobre su orientación sexual, ¿son todavía necesarios?
Por supuesto que son necesarios. La encuesta de LELO revela que 38% de las personas LGTBI+ en España todavía no ha hablado de su orientación a familiares o amigos por miedo al rechazo o a lo que puedan pensar, así que este tipo de ejemplos pueden inspirar a mucha gente. Mientras haya una sola persona que sea discriminada, que se sienta inferior o que sufra simplemente por su orientación sexual o su identidad de género, seguirá siendo necesario que haya referentes visibles, tanto famosos como anónimos. Mostrarnos tal y como somos, sin tapujos y sin eufemismos, marca la diferencia para aquellos que siguen dentro del armario o que están descubriéndose, como es el caso de niños, niñas y adolescentes.

¿Te imaginas lo que puede suponer que Pablo Alborán salga del armario para un adolescente de, por ejemplo, un entorno rural, que está en el armario y que siente que va a ser rechazado toda su vida por lo que es? De pronto, ve que un hombre de éxito y que ha alcanzado sus metas profesionales da este paso y recibe aceptación y cariño. Se puede convertir para él en todo un ejemplo a seguir, en un símbolo de esperanza.

¿Llegaremos algún día a ese punto en el que no exista como tal ‘salir del armario’ porque no ya no damos por hecho que lo convencional es la cisheterosexualidad?
Ojalá que sí. Ese sería el estado ideal, que no existiese la presunción de cisheterosexualidad. Pero para eso aún falta mucha educación y mucha apertura de mente. De todo ello se habla en el vídeo en el que he tenido el placer de participar y que ha lanzado LELO para conmemorar los 15 años del matrimonio igualitario en España (sobre estas líneas). Al final, hoy en día, y por muy tolerantes que seamos, se tiende a dar por hecho que un niño tendrá novia y una niña, novio, y así se les hace saber con diferentes comentarios al respecto que, aunque no son malintencionados, están marcando lo que «debería ser». Lo mismo ocurre con la identidad de género, que se sigue asociando por completo a los genitales.

¿En qué medida afecta vivir en una sociedad que discrimina por la orientación sexual? ¿Qué problemas puede generar? 
Afecta muchísimo y en diferentes áreas de la persona. Sufrir LGTBIfobia deja secuelas como, por ejemplo, baja autoestima, ansiedad, deformación en la forma de pensar, vulnerabilidad a las drogas o LGTBIfobia interiorizada, entre muchas otras. En definitiva, secuelas que pueden afectar en gran medida al día a día de cualquier persona y a situaciones tan cotidianas como mantener una relación de pareja satisfactoria, gestionar momentos de estrés laboral o afrontar cualquier proyecto con seguridad. Es como llevar una carga adicional que hace que todo cueste más trabajo.

¿Cómo podemos aportar nuestro granito de arena? ¿Por dónde empezar?
¿Qué se puede hacer? Pues, primero, las personas LGTBI+ que lo necesiten deberían acudir a un profesional que les pueda ayudar a afrontar y superar todas estas secuelas, todo ello sin dar un paso atrás ante la LGTBIfobia. Es decir, mostrándose visibles y plantando cara a todo ese odio. En cuanto a las personas cishetero, es esencial que se conviertan en aliadas de la causa, ya no solo aceptando y fomentando la diversidad, sino también haciendo frente a la LGTBIfobia. Conseguir una sociedad libre de odio y discriminación por sexo, orientación sexual, identidad de género, raza, edad, físico, etc., es beneficioso para todos.

Las agresiones homófobas son la parte más conocida del problema, pero ¿cuáles son los microhomofobismos más típicos?
De acuerdo con los datos del estudio de LELO, dos de cada diez españoles han sido testigos de alguna agresión homófoba a lo largo de su vida. Pero también hay microhomofobismos, que pueden ser más difíciles de detectar. A raíz de la salida del armario de Pablo Alborán hemos sido testigos de algunos de ellos, tanto en redes sociales, como en medios de comunicación. Expresiones como «¡qué pena, con lo guapo que es!», «¡qué lástima, si era el yerno ideal!» o «¡menudo desperdicio!» están a la orden del día. Que alguien sea gay no es motivo de pena, ni de lástima. Tampoco deja de ser guapo ni el yerno ideal (si no, que le pregunten a mi madre) y, ni muchísimo menos, se convierte en un desperdicio. A menudo tenemos expresiones tan interiorizadas que no nos damos cuenta del significado real de las palabras. Atención a la palabra «desperdicio». Que alguien sea gay es un desperdicio. Es decir, algo que ya no tiene valor, que se tira a la basura, restos de algo que ya no sirve, que se ha echado a perder. Debemos ser cuidadosos con las palabras que usamos, aunque a priori la intención no sea la de hacer daño.

Duquesa Doslabios.

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