Archivo de octubre, 2021

Por qué sacarle partido a tu juguete sexual más básico: la almohada

Vengo a hablarte de un juguete sexual que tienes en casa pero que no sabías que estaba ahí.

O más bien que no sabías que le podías sacar partido más allá de dormir. Sí, te hablo de la almohada.

LELO

Con el boom de los juguetes sexuales, es normal que nos encante curiosear por las tiendas eróticas a ver qué nueva adquisición añadimos al carrito.

Pero que no se te olvide que, en tu propia casa, tienes una colección muy interesante.

Y aunque ya hablé de lo que podíamos usar para experimentar en la cama, sin tener que correr al sex shop del barrio, se me olvidó mencionar la almohada.

Colocada en según qué sitios y dependiendo de qué posiciones, podemos mejorar (y mucho) el sexo.

¿No me crees? Prueba a ponerla debajo de tu cadera en el misionero o apoya la tripa encima de ella cuando estés boca abajo.

Lo que consigue es subir unos centímetros la pelvis. Con esa nuevo ángulo, la penetración es muchísimo más profunda, lo que lleva a sensaciones muy intensas.

Y ahora vamos a alguna de las dudas más frecuentes que nos pueden surgir a la hora de ejecutar la idea.

¿Vale cualquier tipo de almohada o cojín? En principio sí, intenta evitar aquellas más planas -no notarás mucha diferencia si la altura es casi la misma-.

También puedes probar a experimentar con los respaldos del sofá si los puedes quitar.

Piensa que cada cojín de tu casa te dará, por su tamaño y relleno, una experiencia diferente.

Encontrarás aquellos que van perfectos para el misionero (como la almohada de dormir) y otros más rígidos con los que incluso el sexo oral resulta más cómodo para quien lo recibe y para el cuello de quien lo pone en práctica.

Sobre si hay que lavarla después, bastará conque metas la funda en la lavadora.

Pero es importante que mantengas una higiene básica como con el resto de tus juguetes.

Si por lo que sea se mancha de algo en pleno momento de pasión, no te olvides que estás a tiempo de recuperarla con estos trucos y no tener que cambiar todo el juego de sábanas.

Duquesa Doslabios.

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¿Es un amante tóxico? Estas señales deberían hacerte saltar la alarma

No falla, en el momento en el que te dice que si de verdad vas a ponerte esa blusa transparente o si vas a salir con tus amigas cuando a le apetece estar conmigo, te lo hueles.

Es lo ‘bueno’ de que se hable tanto de los comportamientos tóxicos, que eres capaz de identificarlos al vuelo y poner tierra de por medio entre esa persona y tú.

SAVAGEXFENTY

¡Si tan solo hubiera unas señales tan claras para dar con los amantes tóxicos!

Vengo a decirte que sí, que las hay. Y que es el momento de que las conozcas para que no se te escapen la próxima vez:

  1. «¿Condón? Es que me aprieta. Yo estoy muy sano, ¿no te fías de mí?», la excusa más clásica para hacerlo a pelo es también la que más nos tiene que chocar. La protección no es algo negociable ni una cuestión de confianza, es algo que se debe respetar y poner en práctica en cualquier intercambio sexual. Quien rehuse ponerse un preservativo no solo demuestra que es bastante kamikaze con las ets, sino que la coletilla añadida de su salud es una coacción sutil para que te sientas mal. La mejor postura que podéis poner en práctica es él saliendo por la puerta.
  2. Se corre y se da media vuelta, no baja al pilón, no parece tener interés en saber dónde está tu clítoris… Las personas egoístas del placer no van a ninguna parte (al menos contigo). El sexo debe ser algo recíproco donde los participantes estén igual de comprometidos en hacer que todo el mundo disfrute -y no solo perseguir el placer personal-. Es un trabajo en equipo, así que para dar con elementos solitarios, mejor quédate como estás y que continúe tu relación con el succionador de clítoris.
  3. ¿Innovar en la cama? ¿Eso qué es? «Si ya estamos bien así, no necesitamos más cosas». Cuando el mayor miedo de la otra persona es el de probar algo nuevo, estás viviendo el spoiler de lo que va a ser vuestra vida íntima: una monotonía constante. Los juguetes, las prácticas distintas de las habituales o las fantasías hacen que el sexo pase a convertirse en un mundo a descubrir. Asegúrate de dar con quien quiera recorrerlo contigo, es demasiado interesante como para quedarse siempre en el misionero.
  4. Los límites están para respetarlos. Si quieres que pare, tiene que parar. Si no quieres tener sexo, no tienes que hacerlo. Si no te apetece probar el anal, es tu decisión personal. Así que aléjate -y rápido- de quien no acepte tus decisiones. Tendrás que agudizar el sexto sentido para captar las sutiles manipulaciones, que pueden ir desde la lástima al reproche pasando por el recordatorio de que eso con tu ex sí que lo hacías y que no quiere ser menos. Si sientes que te hacen presión de cualquier tipo, haz sonar la alarma y escapa.
  5. Insultos y vejaciones. Hay una diferencia entre soltar alguna expresión malsonante en pleno momento de pasión o hablar ‘guarro’ y dejar a la otra persona a la altura del betún. Y esto no significa que no te pueda llamar «perra» si es algo que te encanta y te pone a cien. La diferencia es que ahí tiene tu consentimiento. Si siempre se refiere a ti con calificativos peyorativos o te trata con desprecio, no es una persona con la que quieras compartir más saliva (ni otros fluidos).

Duquesa Doslabios.

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Dispara el placer en la cama: qué cosas decir al oído si te falta imaginación

Que me encante escribir es algo que se refleja también en mi vida íntima.

Por mensaje, correo electrónico o incluso carta puedo explayarme y contar la historia erótica que haga falta.

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La cosa cambia cuando tengo que trasladar la experiencia al directo. Cuando es el momento de que me acerque al oído y estimule a la otra persona susurrándole palabras.

Y es que de siempre, el hablar en la cama más allá de «¿podemos cambiar de posición?» o «cuidado, que así me duele», me ha sobrado.

Así que como soy consciente de la importancia que tiene saber defenderse también en ese ámbito ya sea por dar con alguien a quien le encante o por el hecho de cambiar las cosas un poco, vamos a aprender cómo salir del paso.

Ah, ¿pero hay vida más allá del «sí, sigue»? fue lo primero que me planteé.

Gracias a la escuela del porno, sabemos que no hay palabras más efectivas.

Por eso, aunque no sea nuestra mayor fuente de estimulación, lo primero es admitir que podemos conseguir muy buenos resultados si hablamos ‘guarro’.

Lo segundo, perfeccionarlo.

Así que voy a darte un ratito para que reflexiones sobre ello y nos vamos al paso número dos.

Para principiantes en materia, relatar las sensaciones del momento puede ser un buen punto de partida: desde las sensaciones físicas, lo mucho que te está excitando o incluso describir cómo lo está haciendo la otra persona.

El siguiente nivel puede ser el de narrarle una fantasía que tengáis pendiente por realizar o algún tipo de experiencia que sepas que le puede provocar.

Puede ser esa sesión de BDSM para la que todavía no habéis encontrado tiempo, entrar en detalles de cómo echaríais ese polvo en la azotea del edificio o hacerle saber que la última vez que te masturbaste, fue pensando en su cara (y contarlo con pelos y señales).

Como las fantasías son algo libre, soy también una gran partidaria de hacer partícipes a terceras personas en estas historias suspiradas entre sudor y piel.

Para quienes no se planteen abrir la relación es un añadido más con el que fantasear. La historia de cómo hacer un trío inventado, participar en una orgía o acudir a un local de intercambio de parejas también subirán la temperatura.

Ahora solo falta que lo pongas en práctica.

Duquesa Doslabios.

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¿Afecta al deseo sexual? ¿Qué hacer si se rompe? Resolvemos las dudas más frecuentes del anillo anticonceptivo

Ya sea por su facilidad a la hora de encontrarlo o por lo sencillo que resulta seguir el tratamiento, es la píldora el método anticonceptivo hormonal por excelencia entre las mujeres.

Pero no es el único. Para aquellas más olvidadizas o que, simplemente, prefieren no empezar con medicación, existe como alternativa el anillo.

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Y es que según la Dra. Ana Gaitero, Ginecóloga especialista en Medicina Reproductiva del Hospital Vithas Madrid Aravaca, es un método que funciona exactamente igual.

Entonces, ¿cuáles son sus diferencias? Si no sabes por cuál de los dos decantarte todavía, la entrevista a la experta te interesa.

Si resulta molesto a la hora de tener relaciones sexuales, ¿se puede sacar durante unos minutos y luego volver a colocarlo?
Se puede sacar, pero no es recomendable porque aumenta la posibilidad de olvidos y fallos, y lo mejor es que la liberación hormonal sea sin interrupciones.

¿Cuáles son algunos de los efectos adversos que tiene este método anticonceptivo?
Los mismos que los de la píldora: disminución de la libido, retención de líquidos, aumento de peso de 1 o 2 kg, sensibilidad mamaria, cefaleas, sequedad vaginal… Pero estos efectos no ocurren siempre y son poco frecuentes (menos del 1 % de las mujeres que los toman).

Al no proteger contra enfermedades de transmisión sexual, ¿es necesario combinarlo con preservativos?
Sin ninguna duda. El único método que protege de las enfermedades de transmisión sexual es el preservativo.

Si se rompe, ¿se puede seguir utilizando?
Si se rompe, lo retiras y pones uno nuevo los días que falten hasta terminar el ciclo.

¿Cómo afecta al ciclo menstrual? ¿Y a la libido?
El ciclo menstrual espontáneo de la mujer se interrumpe y, como la dosis de hormonas administradas por vía vaginal es muy baja, en ocasiones puede notarse disminución de la libido.

¿Por qué la mayoría de métodos anticonceptivos hormonales se desarrollan para que los consuman las mujeres?
Habría que consultar a la industria farmacéutica, pues las líneas de investigación desde la década de los 60 hasta ahora se han enfocado en la mujer. Es un medicamento tan eficaz y utilizado por más de 200 millones de mujeres en el mundo que no se ha invertido en estudiar métodos hormonales de anticoncepción masculina.

Duquesa Doslabios.

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Mi aventura con la candidiasis o por qué parece que la salud sexual femenina no importa a nadie

Había algo que, hasta este año, nunca me había sucedido. Sí, en el titular me he marcado el spoiler: una candidiasis.

La candidiasis es como el novio tóxico. Ves que todas tus amigas lo pasan pero crees que te vas a librar y no tiene por qué tocarte.

Hasta que te llega el momento (del tóxico y del hongo).

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Ahí iba yo, con mis picores en la entrepierna asustada de que aquello fuera algo mucho peor y preparándome mentalmente para que la doctora me dijera que eso del sexo ya se me había acabado.

Cuando lo primero que me preguntó era si había estado tomando antibiótico con clavulánico, se me cayó un mito. El de los medicamentos, por supuesto.

Por primera vez entendí a mi amiga, la que intentaba evitar a toda costa estos medicamentos para preservar su flora vaginal.

Y mira que la solución aparentemente era sencilla. «Tienes que meterte esta pastilla hasta el fondo y durante tres días ponerte crema», me dijo la doctora.

«¿Qué pasa con el sexo?», le pregunté.

Aunque me aseguró que era difícil que alguien con pene pudiera contagiarse, ya que es algo que produce el propio cuerpo femenino, si me recomendó darme un tiempo de descanso.

Por lo visto, con el tratamiento, las paredes de la vagina pueden volverse más sensibles y que aquello se sienta como cuando intentas tragar algo teniendo la garganta que rasca.

Lo que no me esperaba era que el tratamiento era, de antiguo, vintage.

Como antiguo trabajador de un laboratorio farmacéutico, mi padre me confirmó que lo que me habían recetado era de los años 90. Lo que explica por qué resultaba tan incómodo.

Una vez más comprobé que el bienestar femenino o lo que implique solucionar los problemas de las mujeres está en un segundo plano.

Para empezar en el prospecto no había ningún dibujo explicativo, tuvo que venir mi compañera de piso a hacerme un croquis de cómo tenía que colocar en una especie de palo kilométrico el comprimido.

Pero además, sabia ella, me aconsejó ponerme un salvaslip porque al día siguiente iba a tener la fiesta del flujo de color y textura extraña entre las piernas y las sábanas.

Claro que nada de esto sale en el panfleto kilométrico. Y nadie se ha parado a pensar que igual hay otra forma de que recuperemos la salud de la vagina sin pasar tanta molestia.

Porque me parece surrealista que llevemos 30 años metiéndonos una pastilla que se deshace en el chichi y que te lo deja como si te hubieras restregado contra el cajón de arena de los gatos.

Me encantaría que se replantearan este concepto porque al final no estoy hablando de un trastorno super desconocido que además no afecta casi a la gente.

Según el estudio de Elsevier el 75% de las mujeres padecemos la candidiasis en algún momento de nuestra vida (y somos la mitad de la población), así que sí, es como para darle una vuelta de tuerca a la cura.

Personalmente, que en 30 años no se haya dado con un sistema más cómodo y moderno me parece tan anticuado como que en las farmacias sigan recortando con un cúter el código de barras y pegándolo con un celo.

Duquesa Doslabios.

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Cómo practicar el ‘breezing’ si te cuesta dejar que las relaciones fluyan

En pareja me agobio por cada tontería que no me extraña que yo misma sea mi mayor enemiga.

«¿Estaremos yendo muy rápido? ¿Va esto demasiado despacio? ¿Tendríamos que habernos dicho ya que nos queremos?»

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Por supuesto es mi culpa.

Una lista de historias de amor fallidas y las lecciones de amor que he aprendido a lo largo de mi vida -sacadas de series, libros y películas-, me convierten en una bomba de relojería emocional andante.

Conmigo (aparentemente) todo va bien. Hasta que llega uno de esos pensamientos intrusivos y se me activa el cronómetro del fin de la relación.

Una cuenta atrás en la que voy ahogándome en mis propias preocupaciones hasta que explotan y se convierten en un problema que no existía.

Por eso, este año, me propuse hacerlo todo diferente.

Me propuse romper con la clase de chicos en los que solía fijarme y darme la oportunidad de conocer personas distintas.

Me propuse olvidarme de todos los aprendizajes de revista Bravo y centrarme en lo importante.

En esas estoy, en entender que una pareja no es lo que he visto en las películas.

En meterme en la cabeza que él no tiene que tener un gran gesto romántico cada vez que cometa una cagada.

Que es mejor sentarse a hablar y disculparse desde el corazón.

Eso también ha significado cambiar mi relación con el WhatsApp, dejar de fingir que estaba ocupada sin tiempo de contestar un mensaje.

Hablar en condiciones no es solo tener la iniciativa y decirle si le apetece quedar (lo que según las comedias románticas de los 90, está prohibido).

Es también conocerme, saber cuáles son mis necesidades y expresarlas, teniendo la responsabilidad afectiva de escuchar a la otra persona y ponerme en su lugar.

Pero, sobre todo, vivir el momento presente alejada de las fantasías de si habrá altar, cuatro hijos, un perro y paseos por el parque los domingos con los suegros.

Porque no sé lo que va a pasar mañana no tiene sentido que me agobie por lo que vendrá (o no). Lo mismo mirando hacia atrás.

Mi compromiso es también no dejarme llevar por lo que pudo haber pasado antes, que cada persona -y relación- es una historia nueva jamás contada.

Y aunque ahora, por lo visto, esto recibe el nombre de breezing, de ser una misma y limitarse a disfrutar, es lo que de siempre habíamos conocido como dejar que las cosas fluyan.

De forma natural, sana, sin forzar nada.

Duquesa Doslabios.

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‘Cualquier juguete sexual se puede usar entre dos’

Si en pareja nos gusta compartir un buen desayuno, una escapada el fin de semana o esa cita en el cine para ver la película que teníamos tantas ganas de si estreno, ¿por qué no compartir un juguete sexual?

Eso es lo que defiende Sara Martínez, experta en comunicación en EroticFeel, cuando se trata de usar los juguetes en pareja.

LELO

Y es que como ella afirma, es algo que mejora la relación por varias razones.

«Hay tantos mitos alrededor del sexo que es difícil desmontarlos todos de un plumazo, pero podríamos empezar por desterrar dos ideas, la primera es que hay prácticas para realizar a solas y otras para hacer en pareja, la segunda es que los juguetes sexuales son para masturbarse en solitario. Parece que a falta de un coito bien está un vibrador y no es así», declara la experta.

En sus propias palabras: «Los juguetes eróticos no son un sustituto de nada, son una herramienta para darnos placer, pero también para conocer nuestro cuerpo, qué nos gusta y cómo nos gusta, ¿por qué no querrías compartir eso con tu pareja? Igual que compartes un plato delicioso, una botella de vino o un viaje. Los juguetes incrementan la complicidad en la pareja, la comunicación, la diversión, y son una manera fantástica de salir de la rutina y probar cosas nuevas».

No podemos obviar la importancia que tienen a la hora de ponerle fin a la brecha orgásmica, consiguiendo que esa distancia en el dormitorio se acorte.

«Nadie es responsable del placer de otro, hay que empezar por conocer nuestro cuerpo, qué tenemos y dónde está todo (puede sonar a bromar pero de verdad que demasiada gente no lo tiene claro). Cada mujer (y cada hombre) tiene que descubrir qué le gusta y cómo le gusta y para eso los juguetes sexuales son fantásticos», afirma Sara Martínez.

«Si con un succionador de clítoris llegas al orgasmo en minutos y durante el coito no sueles conseguirlo, ¿por qué deberías seguir como hasta ahora y reservar tus orgasmos para tus ratos a solas? ¿Por qué no combinar distintas estimulaciones, utilizar los juguetes en pareja y daros placer mutuamente?», opina la experta.

A la hora de escoger el más apropiado, las posibilidades son casi infinitas. Y es que, como ella misma afirma, «cualquier juguete sexual se puede usar entre dos. Es cierto que hay algunos modelos específicamente diseñados para utilizar durante el coito, pero no hay por qué limitarse solo a esos».

«Una bala vibradora, por ejemplo, es perfecta para los preliminares, para excitar los puntos erógenos femeninos y masculinos en cualquier tipo de relación. Pero también son fantásticos los vibradores de varita, los anillos vibradores o los huevos masturbadores, se trata de probar, de convertir el encuentro en un juego que no tenga siempre las mismas reglas», declara.

Aunque si tenemos que quedarnos con un tipo de juguete como unisex, ese sería sin duda cualquiera dedicado al sexo anal.

«Lo mejor del ano es que no tiene género, todos tenemos uno y, además, repleto de terminaciones nerviosas que provocan un inmenso placer cuando se estimulan correctamente. Los juguetes anales son una de las mejores opciones para jugar en pareja, solo hay que elegir el que más se adapte a lo que buscáis y a vuestro nivel de experiencia», secunda la experta.

Bolas tailandesas, un plug anal de silicona… «Combinar la estimulación anal con la genital y extraer las bolas tailandesas del ano justo antes de alcanzar el clímax intensifica muchísimo el orgasmo», afirma Sara Martínez.

Eso sí, la higiene -siempre fundamental- es imprescindible si compartimos lo que hay en el cajón junto a la cama.

«Mantener los juguetes correctamente higienizados es clave para evitar infecciones y alargar su vida útil, si los vamos a compartir hay que extremar la limpieza. Lavarlos siempre con agua tibia y jabón neutro o con un desinfectante específico para juguetes sexuales antes y después de cada uso y guardarlos en una bolsita o neceser por separado, es decir, no guardes diferentes juguetes en la misma bolsa», explica la experta.

«Además, jamás debemos utilizar el mismo juguete en la zona anal y en la genital sin lavarlo antes adecuadamente porque las bacterias podrían pasar fácilmente de un sitio a otro. Por último, hay que tener en cuenta que los juguetes compartidos también pueden ser foco de contagio de enfermedades de transmisión sexual«.

Para quienes estén buscando ideas de qué nuevo elemento incorporar a la cama, la experta también deja una lista de sugerencias.

“Nuestros juguetes para parejas más vendidos son el Satisfyer Double Joy, un diseño con forma de U que estimula al mismo tiempo el clítoris, el punto G y el pene, los tres modelos de Satisfyer Endless, y el LELO Tiani 3 (más sofisticado y con control remoto)”, dice Sara Martínez.

Duquesa Doslabios.

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Amiga, por estas razones deberías pasarte al porno ético

Hace unos días vi, por primera vez en mi vida, porno ético. Y no se parecía en nada al que había visto hasta ese momento.

ERIKA LUST FILMS

Sí, me refiero a esos vídeos que circulan por internet de «La suegra enseñándome a follar», «Compartiendo mi novia caliente» o «Adolescente tetona se folla a sus compañeros».

Las historias del porno ético, un mundo aparte, bien podrían parecer de verdad, esas en las que una pareja empieza a darse un baño y termina practicando sexo oral.

Y si hay un nombre que se relacione con este género es el de Erika Lust.

La directora, que crea un porno completamente disruptivo en Erika Lust Films, ha conseguido crecer ampliando su equipo gracias a una clave fundamental.

Para nosotras es más fácil sentirnos identificadas con esas tramas antes que con las del porno más mainstream.

Estéticamente, también le da varias vueltas. Tiene un cuidado detrás, una dirección de arte…

Y no solo una visión creativa estudiada, las condiciones de quienes trabajan detrás son dignas, de ahí que sea un producto de pago para que su consumo resulte sostenible.

Se paga a los intérpretes, al equipo, se buscan localizaciones a la altura de la historia… Cada detalle está tan cuidado que es fácil entender lo que las propias productoras afirman sobre sus obras.

«Hacemos cine con escenas eróticas», afirmaba Jahel Guerra, Senior Producer y Talent Manager de Erika Lust Films hace unos días en Barcelona.

Marina Rull, otra de las productoras que acudió al evento en Casa Bonay, explicaba también por qué su pornografía es tan necesaria: “Lo que lo hace ético es la igualdad y el buen gusto que le ponemos a esa película. Queremos impulsar algo más igualitario”.

Y es que salirse de las etiquetas que sexualizan a las personas -o directamente darle espacio a quienes no se ven representados-, así como impulsar sus carreras, es otra de sus características: crear un producto inclusivo.

¿Su principal objetivo? El que consiguieron cuando, tras ver la película, solo pudiera pensar en meterme en una ducha con mi pareja a que me enjabonara el pelo y terminara el baño con un buen cunnilingus.

Que todo el mundo se vea reflejado en la ficción.

«Queremos hacer cine erótico que le guste a la gente», algo que, bajo su punto de vista, pasa por sacar menos genitales -aunque también tienen su parte de protagonismo- y más el disfrute de los performers, explicaba Marina Rull sobre Else Cinema, la versión más naíf de Erika Lust Films.

Y aunque el porno mainstream sigue siendo el todopoderoso de la industria, está en nuestras manos salir de ahí y buscar más calidad.

Lo que equivaldría a dejar de comer comida basura y pagarnos una buena cena en ese restaurante al que siempre hemos querido ir.

Porque este cambio, pedir calidad, no solo consigue que promovamos una visión más variada y tengan también su voz mujeres en un sector pensado por y para hombres.

Implica plantarle cara directamente al porno mainstream saliendo de ese erotismo que poco o nada se parece a nuestra sexualidad -pero que construye desde nuestros primeros años de vida-.

Y esto no ya solo nos beneficia como consumidoras, sino también como mujeres en general en la sociedad.

Porque se proyecta una imagen de que somos iguales en la cama, de que podemos ser tratadas con respeto y disfrutar de ello. Y eso construiría una idea de la sexualidad donde dejamos de estar cosificadas y humilladas.

Duquesa Doslabios.

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Asfixiar en la cama, ¿se puede hacer de forma segura?

[Procedo a hablar de una práctica que, mal ejecutada, puede llevar a la muerte. Si no tienes experiencia, es mejor que no la lleves a cabo]

El cuello parece diseñado para jugar con la boca, recorriéndolo en busca del lugar más apropiado para plantar una hilera de besos.

Pero también para marcarlo con los dientes, flojos o suaves, que se aferran a los músculos consiguiendo la reacción inmediata de erizar el resto de la piel.

Recorrerlo con los dedos, acariciarlo e incluso agarrarlo son otras opciones para disfrutarlo.

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Para esas ocasiones en las que se agradece un estímulo extra, no puede faltar presionarlo. Pero, ¿es lo mismo que la asfixia erótica?

En lo que consiste esto último es en, conscientemente, disminuir o cortar el flujo de oxígeno durante diferentes momentos de la relación sexual como parte del juego.

Privar al cerebro de oxígeno es una práctica sexual que, al formar parte del BDSM, está relacionada con juegos de sumisión y dominación.

Lo que implica es poner al cuerpo en una situación extrema que se convierte en placentera en el momento que el oxígeno vuelve a llegar con normalidad, la liberación de dopamina y serotonina son las que hacen que se alcance un estado de euforia.

Como todas las experiencias dentro del BDSM necesita consentimiento, pero esta más en concreto, una formación más allá de ponerse a apretar el cuello.

Y es que la presión regular sobre la garganta puede llegar a dañarla. El cuello, la laringe o incluso la tráquea pueden verse afectados.

Llevándolo al extremo, que la persona pierda el conocimiento por la falta de oxígeno puede terminar en un infarto, ictus o la muerte.

Aunque no es muy frecuente, sí que debemos ser conscientes de las consecuencias que pueden acarrear realizar un estrangulamiento sin conocimiento.

Una opción para hacerlo sin llegar a poner en peligro la salud de la otra persona, es limitarse a sostener el cuello con una mano y presionar los laterales.

Hay que evitar al máximo la zona de delante que es la que puede verse más afectada.

Y siempre es mejor aplicar menos presión, aunque sea un estrangulamiento más suave, que mucha y de golpe.

Es quien hace fuerza quien debe prestar atención a la otra persona y captar rápido que, cualquier gesto o indicativo, significan parar de forma inmediata.

Por esa razón, es mejor no usar juguetes como collares o cuerdas en esta práctica. Lo bueno de la mano es que se quita con mayor velocidad.

Duquesa Doslabios.

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El amor es como dice Tokio de ‘La Casa de Papel’ (y no como en una película de Disney)

Único, para siempre y capaz de cambiarlo todo. Es lo que aprendí del amor verdadero, ese que llegaría a mi vida de repente y la revolucionaría.

Me lo habían prometido La Bella y la Bestia, La Bella Durmiente, Aladdín y hasta La Sirenita.

@lacasadepapel

Aquellas conexiones eternas que se creaban a través de una mirada era todo a lo que aspiraba. Pero no lo que iba a venir.

Viví varias historias pequeñas, muy intensas. Y una grande, la que más, la que apuntaba maneras de convertirse en la eterna.

La de años juntos y seguir enamorados incluso con la tapa del váter sin bajar o las discusiones más tontas.

Esa que le ves roncando con la baba colgando de la boca y te sigue pareciendo la persona más maravillosa.

De girar la vista un día cualquiera y que te haga ilusión pensar que tendrás la ocasión de hacerte viejita a su lado.

Cuando se acabó, busqué refugio en las comedias románticas, en Ed Sheeran, en más romanticismo si cabía. Y la conclusión a la que llegaban era la misma.

No, no era amor. Al menos no del bueno, no del verdadero.

Pero que acabara no significaba para mí que lo que había sentido en aquel momento resultara menos sincero.

De hecho, llegó una nueva persona, un libro lleno de páginas en blanco para escribir capítulos de cero.

Otra vez las mariposas conquistaron mi estómago al tiempo que empezaba a colgarme de sonrisas con hoyuelos y miradas del color del mar.

Aunque no pensaba que fuera una sustitución ni la confirmación de que -esta vez sí- estaba ante el amor del bueno.

Todas aquellas veces que alguien me había desbocado el corazón hasta el punto de emocionarme la idea de un futuro juntos, me parecían igual de válidas.

Fue en La Casa de Papel que encontré la explicación que mi cabeza (pero más mi corazón necesitaba).

[Cuidado, un spoiler se avecina.]

Tokio, rendida de cansancio y a punto de ser acribillada a balazos, mira a un atormentado Río y le dice, feliz, que su nueva vida comienza ese día.

Fue como si los guionistas hubieran dado con el interruptor de la luz que tenía mis pensamientos a oscuras.

No se trataba de elegir cuál es el amor auténtico a base de invalidar los anteriores y quedarnos solo con el último de ellos.

Se trata de empezar a vivir, cada historia, como si se estrenara el amor por vez primera. Porque, en verdad, ¿no es así cómo lo hacemos?

Contamos de nuevo el primer beso, la primera vez que nos fundimos en piel, carne y jadeos, la primera vez que vuelve a salir de nuestros labios un «te quiero».

Comenzamos una nueva vida que no entra en conflicto con las anteriores, porque, como Tokio sabe, sentimos que vivimos tantas veces como nos enamoramos de alguien.

Duquesa Doslabios.

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