¿Es un amante tóxico? Estas señales deberían hacerte saltar la alarma

No falla, en el momento en el que te dice que si de verdad vas a ponerte esa blusa transparente o si vas a salir con tus amigas cuando a le apetece estar conmigo, te lo hueles.

Es lo ‘bueno’ de que se hable tanto de los comportamientos tóxicos, que eres capaz de identificarlos al vuelo y poner tierra de por medio entre esa persona y tú.

SAVAGEXFENTY

¡Si tan solo hubiera unas señales tan claras para dar con los amantes tóxicos!

Vengo a decirte que sí, que las hay. Y que es el momento de que las conozcas para que no se te escapen la próxima vez:

  1. «¿Condón? Es que me aprieta. Yo estoy muy sano, ¿no te fías de mí?», la excusa más clásica para hacerlo a pelo es también la que más nos tiene que chocar. La protección no es algo negociable ni una cuestión de confianza, es algo que se debe respetar y poner en práctica en cualquier intercambio sexual. Quien rehuse ponerse un preservativo no solo demuestra que es bastante kamikaze con las ets, sino que la coletilla añadida de su salud es una coacción sutil para que te sientas mal. La mejor postura que podéis poner en práctica es él saliendo por la puerta.
  2. Se corre y se da media vuelta, no baja al pilón, no parece tener interés en saber dónde está tu clítoris… Las personas egoístas del placer no van a ninguna parte (al menos contigo). El sexo debe ser algo recíproco donde los participantes estén igual de comprometidos en hacer que todo el mundo disfrute -y no solo perseguir el placer personal-. Es un trabajo en equipo, así que para dar con elementos solitarios, mejor quédate como estás y que continúe tu relación con el succionador de clítoris.
  3. ¿Innovar en la cama? ¿Eso qué es? «Si ya estamos bien así, no necesitamos más cosas». Cuando el mayor miedo de la otra persona es el de probar algo nuevo, estás viviendo el spoiler de lo que va a ser vuestra vida íntima: una monotonía constante. Los juguetes, las prácticas distintas de las habituales o las fantasías hacen que el sexo pase a convertirse en un mundo a descubrir. Asegúrate de dar con quien quiera recorrerlo contigo, es demasiado interesante como para quedarse siempre en el misionero.
  4. Los límites están para respetarlos. Si quieres que pare, tiene que parar. Si no quieres tener sexo, no tienes que hacerlo. Si no te apetece probar el anal, es tu decisión personal. Así que aléjate -y rápido- de quien no acepte tus decisiones. Tendrás que agudizar el sexto sentido para captar las sutiles manipulaciones, que pueden ir desde la lástima al reproche pasando por el recordatorio de que eso con tu ex sí que lo hacías y que no quiere ser menos. Si sientes que te hacen presión de cualquier tipo, haz sonar la alarma y escapa.
  5. Insultos y vejaciones. Hay una diferencia entre soltar alguna expresión malsonante en pleno momento de pasión o hablar ‘guarro’ y dejar a la otra persona a la altura del betún. Y esto no significa que no te pueda llamar «perra» si es algo que te encanta y te pone a cien. La diferencia es que ahí tiene tu consentimiento. Si siempre se refiere a ti con calificativos peyorativos o te trata con desprecio, no es una persona con la que quieras compartir más saliva (ni otros fluidos).

Duquesa Doslabios.

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