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Dispara el placer en la cama: qué cosas decir al oído si te falta imaginación

Que me encante escribir es algo que se refleja también en mi vida íntima.

Por mensaje, correo electrónico o incluso carta puedo explayarme y contar la historia erótica que haga falta.

SAVAGEXFENTY

La cosa cambia cuando tengo que trasladar la experiencia al directo. Cuando es el momento de que me acerque al oído y estimule a la otra persona susurrándole palabras.

Y es que de siempre, el hablar en la cama más allá de «¿podemos cambiar de posición?» o «cuidado, que así me duele», me ha sobrado.

Así que como soy consciente de la importancia que tiene saber defenderse también en ese ámbito ya sea por dar con alguien a quien le encante o por el hecho de cambiar las cosas un poco, vamos a aprender cómo salir del paso.

Ah, ¿pero hay vida más allá del «sí, sigue»? fue lo primero que me planteé.

Gracias a la escuela del porno, sabemos que no hay palabras más efectivas.

Por eso, aunque no sea nuestra mayor fuente de estimulación, lo primero es admitir que podemos conseguir muy buenos resultados si hablamos ‘guarro’.

Lo segundo, perfeccionarlo.

Así que voy a darte un ratito para que reflexiones sobre ello y nos vamos al paso número dos.

Para principiantes en materia, relatar las sensaciones del momento puede ser un buen punto de partida: desde las sensaciones físicas, lo mucho que te está excitando o incluso describir cómo lo está haciendo la otra persona.

El siguiente nivel puede ser el de narrarle una fantasía que tengáis pendiente por realizar o algún tipo de experiencia que sepas que le puede provocar.

Puede ser esa sesión de BDSM para la que todavía no habéis encontrado tiempo, entrar en detalles de cómo echaríais ese polvo en la azotea del edificio o hacerle saber que la última vez que te masturbaste, fue pensando en su cara (y contarlo con pelos y señales).

Como las fantasías son algo libre, soy también una gran partidaria de hacer partícipes a terceras personas en estas historias suspiradas entre sudor y piel.

Para quienes no se planteen abrir la relación es un añadido más con el que fantasear. La historia de cómo hacer un trío inventado, participar en una orgía o acudir a un local de intercambio de parejas también subirán la temperatura.

Ahora solo falta que lo pongas en práctica.

Duquesa Doslabios.

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¿Por qué nunca deberíamos fingir un orgasmo?

No deberíamos mentir. Así, en general. Quitando las mentiras piadosas, me encantaría que viviéramos en un mundo en el que todos fuéramos sinceros y nos dijéramos la verdad (qué ingenua, ¿no?).

Sería tan fácil como «Mira no, no me apetece quedar», «No quiero seguir conociéndote», «No me gustas», «Ya no te quiero» o «Por mucho que sigamos, no voy a correrme».

UNSPLASH

Todavía nos cuesta parar de tener sexo si no llegamos al clímax, al orgasmo, ese punto final con solo de percusión y un fuego artificial.

Preferimos hacer cambios sin fin y buscar otras formas de seguir incluso poniendo en práctica posturas que podrían ganarse un hueco en cualquier rutina de acróbata. «Sube la pierna, baja un poco el culo, vamos al suelo, contra la pared, ¿y el chorro de la ducha?».

Todo con tal de evitar parar y decir que no tenemos el día, que no nos encontramos bien, que hace demasiado calor, que el cansancio se empieza a acusar o que igual ya está bien después de dos horas sin parar.

Es una de las razones por las que hay quienes optan por hacer que están teniendo un orgasmo espectacular. «Sí cariño, ya me he corrido, podemos pasar a otra cosa».

Sucede lo mismo con los orgasmos que se fingen para complacer a la otra persona, que no sienta que no ha estado a la altura o que no nos ha hecho disfrutar. Que, ante todo, su ego no sufra.

Especialmente cuando son esos casos de quienes preguntan cada poco tiempo si nos está gustando o si se ha empleado a fondo en una ejecución de sexo oral.

Pero ni con esas fingir el orgasmo debería ser una opción que contempláramos. Deberíamos normalizar que lo hemos pasado bien o que no nos apetece continuar sin que resulte raro ni con la sensación de que ha sido una experiencia incompleta, con ese fleco suelto.

Incluso es preferible coger y decir «Me gusta cómo me estás comiendo pero no tengo la cabeza aquí» que seguir dándole bola a algo que no termina de pasar si no queremos continuar.

Es darle la vuelta al sexo, quitando de la ecuación (o simplemente otorgándole menor peso al orgasmo) y dándole el protagonismo a la afinidad, ese feeling, la química sexual y el placer en general.

Disfrutar del camino en compañía no debería ser una carrera a contrarreloj a ver cuánto se tarda en llegar a la línea de meta. Es un trayecto en el que hay experiencias tan intensas que bien pueden equipararse a un orgasmo.

En definitiva, disfrutando de cada bocado, beso, cachete o caricia y dándole el mismo peso que a cualquier otro momento. Porque igual es que lo tiene (y solo nos queda aprender a disfrutarlo como tal).

Duquesa Doslabios.

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A ti, que alguna vez te has preguntado si te aburre el sexo

Si estás aquí es porque te ha pasado lo mismo que a mí. Te has preguntado si el sexo empezaba a aburrirte. No sé tú, pero en mi caso ha sido algo que me he planteado en diferentes fases de mi vida. Tanto estando sola como en pareja.

GTRES

No es que no me guste sentir placer (¿hay alguien ahí fuera que no lo disfrute?) pero el hecho de pensar en quitarme tan solo una prenda de ropa, apagar la tele, empezar con los preliminares y terminar después haciéndolo en la cama o en el baño, se me antojaba una tarea que me daba pereza.

Ahí me cagué, lo admito. ¿Y si ya no me gustaba el sexo? ¿Qué iba a ser de mi vida desde ese momento? ¿Sería la rara de mis amigas que no cuenta anécdotas de cama?

Pero curiosamente, masturbarme no me daba pereza, ya que era algo que hacía cuándo, cómo y dónde fuera a mi manera.

Tuvo que venir una psicóloga para explicarme lo que me estaba pasando. No me daba pereza la sexualidad en sí. Mi deseo sexual estaba intacto (que se lo digan a mis bragas cuando le veía sin camiseta andando en calzoncillos con todo medio fuera).

Lo que me daba pereza, lo que puede que a ti te dé pereza, era la construcción del sexo. La dinámica social que dicta que hay que desnudarse, tener una serie de juegos previos como calentamiento y, finalmente, una penetración que lleve al orgasmo.

Es que era normal que me aburriera. Pero al mismo tiempo, ¿cómo iba tan siquiera a plantearme que pudiera ser diferente? En otras palabras, que hubiera vida (y sexo) más allá de la penetración.

En un mundo dominado, hasta ahora, por el placer masculino, meterla parece ser el fin de todo encuentro sexual. Y es precisamente por ese motivo por el que puede parecernos monótono.

Sin embargo, tal y como me contó la sexóloga (tenéis una frase suya aquí abajo), el mundo sexual no gira solo alrededor del pene ni de que él se corra.

La realidad es que la idea del sexo está mal construida. No es la rutina aprendida, es todo un mundo en el que los llamados preliminares son el plato principal, en el que a lo mejor apetecen solo caricias, dar placer con la boca o un poco de frote.

Así que en vez de repetir una y otra vez lo que crees que tiene que ser el sexo, ¿por qué no pruebas a hacer el que te apetezca en cada momento?

Duquesa Doslabios.

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‘Aunque está muy bien el aquí te pillo aquí te mato, no creemos que el sexo merezca ser devaluado’

Consumimos, más que de forma acelerada, casi compulsiva. El catálogo de Netflix, la comida a domicilio, ropa que añadimos al cesto con el acompañamiento de estresantes cuentas hacia atrás para que no pierda validez el código de descuento…

Y es algo que, siendo ya parte de nuestra rutina, incluimos también en la intimidad. Contra ese polvo rápido y mal echado -para ponernos a hacer otras cosas-, o ese beso a medias, para no perder de vista ni un detalle de las historias de Instagram, está el slow sex.

CALVIN KLEIN

Es un estilo de vida sexual que no consiste únicamente en tener sexo más despacio. Pero, en vez de ser yo quien os lo cuente, ha sido Elsa Viegas, cofundadora de Bijoux Indiscrets, quien me ha convencido para hacer autocrítica sobre la calidad de mis intercambios.

No solo me explica lo necesario que es disfrutar de una vida sexual sin prisas, sino de centrarla también (y darle importancia por igual) a cada uno de los momentos, alejándonos del mito de que solo la penetración cuenta como sexo.

¿En qué consiste la filosofía slow sex?
Básicamente trata de poner en el presente el placer y el deseo sin ir a buscar directamente el orgasmo. Disfrutar con cada práctica, sin presiones. Trata de ponerle voz a cada práctica mientras las sitúa a todas al mismo nivel, sin prejuicios y sin prisas. Por eso hemos lanzado una colección con el nombre de esta filosofía, diseñada para algo tan serio como disfrutar.

¿Por qué ha surgido ahora?
Por varios motivos. Primero porque aunque pensemos que está muy bien el sexo de ‘aquí te pillo, aquí te mato’, express, sin ataduras, no creemos que el sexo merezca ser devaluado. Se puede tener muy buen sexo con alguien que no conoces si ambos (o ambas) escucháis vuestros verdaderos deseos. Segundo porque queremos aportar un granito de arena a la eliminación de prejuicios y clichés. ¡La penetración no lo es todo!

¿Por qué vuelve a tener importancia vivir un sexo con todos los sentidos y sin prisa?
Creo que el sexo es un lugar donde refugiarse a solas o en compañía de quien decidas, un oasis a donde huir y disfrutar. Algo muy opuesto al estrés diario, al ritmo frenético de estos tiempos. La gente se está empezando a dar cuenta lo valioso que es estar presente y dedicarle tiempo de calidad a las cosas en las que aún puedes decidir a qué ritmo consumirlas.

¿Diría que es algo que va a mejorar nuestra vida íntima?
Sin duda. Slow Sex te obliga de un modo muy tentador a cuestionar todo lo que sabes sobre el sexo. Por ejemplo, tenemos un roll-on frío para pezones que te invita a pensar «¿qué hago con esto?». Bueno, si no sabes qué hacer con unos pezones, tal vez debas redescubrir el sexo. Cuestionarse es bueno, es desarmarse para volver a montarse, pero esta vez como a ti te gusta.

¿Qué diferencias existen entre nuestras experiencias sexuales convencionales y aquellas que nos tomamos de manera slow?
Que buscamos desesperadamente el orgasmo. Y sí, el orgasmo está bien, es intenso, pero dura poco. ¿Qué hacemos con los minutos previos al orgasmo? Disfrutarlos, sin duda. Lo máximo posible. Tratar el sexo de manera slow no implica necesariamente ser más tiernos en la cama, implica dedicarle tiempo al placer en todas sus formas. Es no tener tapujos para decir qué te gusta, cuánto quieres de eso o de lo otro.

¿Cuál sería el decálogo de este tipo de sexo?
Consensúa, dedica, siente, experimenta, fluye, cuida, desea, sé consciente, derriba tabúes y disfruta.

¿Hay algún reflejo de esta filosofía en las tiendas eróticas?
Creo que todos los juguetes, o al menos los que he tenido el placer de ver y probar, se enfocan en dar placer instantáneo pasando de 0 a 100 y llamando al orgasmo constantemente. Dildos, dildos vibradores con conejito, punto G, geles orgásmicos. Si no se alcanza la meta es porque no se quiere o, te lo dicen de manera indirecta, te pasa algo. Pretendemos revolucionar y cambiar el mensaje, para que se empiece a decir: Con esto vas a disfrutar a tu manera. Y conseguirlo; realmente conseguir que quien esté interesado en un producto erótico disfrute como quiera.

¿Qué productos nos ayudan a introducirnos en el slow sex?
Finger Play sería otro de los favoritos. ¡Hay que tocarse más! O el Skin and Hair Shimmer Dry Oil, que desgenitaliza por completo el sexo, hidrata y deja una estela brillante en tu cuerpo. Un must si quieres empezar a cuidarte y empoderarte en el sexo.

¿A qué generación diría que le va a costar más practicarlo?
A los baby boomers y a los X. De los millennials en adelante el discurso en los medios ha cambiado, por no hablar de internet, que ha abierto miras y ha derribado muros que se pensaban infranqueables. Pero aún existe el pensamiento, sobre todo en estas dos generaciones pasadas, del pecado, del sexo por concebir, de la culpa, del sacrificio… Es muy difícil cambiar ese pensamiento religioso y de tabú con una filosofía o un producto erótico.

¿De qué manera podemos introducir el slow sex? ¿Como experiencia puntual o volviéndolo nuestro estilo de vida sexual?
Primero desde una decisión propia. Tomar consciencia de nuestros deseos y de nuestro placer se puede lograr desde la experimentación: tocarse como si fuese la primera vez, visualizar nuestras fantasías, revisar por qué nos gusta lo que nos gusta o si existe alguna práctica que realicemos por cumplir o por vergüenza a decir que no. Después de tenerlo definido lo comunicaremos con nuestra pareja (o pareja puntual), consensuando o directamente aplicando lo que queremos en nuestras relaciones. Si se puede volver un estilo de vida, o no, solo puede determinarlo la persona interesada en disfrutar decidiendo cómo quiere hacerlo.

Duquesa Doslabios.

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