‘El fin de la virginidad es seguir reproduciendo la subordinación de las mujeres’

Que «la categoría ‘virgen’ está bien para el aceite, no para las personas» es el mensaje que la socióloga Miriam Jiménez Lastra querría que perdurara de su libro, La virginidad no existe ¿o sí? (Ediciones en el mar, 2024).

Sin embargo, aunque gracias a la educación que podamos tener en la actualidad, seamos más conscientes que nunca de hasta qué punto la virginidad ha sido un invento cultural, su ensayo es más necesario que nunca.

Miriam Jiménez Lastra

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Cuando iba al colegio cada relación que tuviéramos las chicas con nuestro cuerpo era de ser unas ‘guarras’: hacerte dedos era de ‘guarras’, llevar unas bragas de cualquier color que no fuera blanco o negro era de ‘guarras’, que se transparentara el sujetador era de ‘guarras’, besarte con varios chicos era de ‘guarras’…

Ya ni hablamos de si se extendía el rumor de que habías tenido sexo.

Aunque era la primera penetración la que se llevaba la palma, esa especie de frontera entre mantener la virginidad y perderla.

Y que, una vez superada, nos dejaba a la mayoría de nosotras con la sensación de engaño por partida doble: ni había sido tan placentero ni nos parecía lo bastante trascendental como para que se le atribuyera tanta importancia.

Pese a ello, muchas habíamos esperado religiosamente (de manera literal, porque el mío era un colegio de monjas) a marcar todos los tics de la lista: que estuviéramos en una relación con nuestro novio, que hubiéramos esperado un tiempo y, sobre todo, que estuviéramos enamoradas de él.

Así que es imposible que esa espera autoimpuesta ante mi efervescencia hormonal, no se vea reflejada en una de las frases de la autora sobre la virginidad: «Es un concepto patriarcal que ha supuesto no solo limitación, sino sufrimiento para muchas mujeres que han visto constreñida su sexualidad».

Sí, nos pensábamos libres de elegir cómo, cuándo y con quién disfrutar, pero era realmente una elección que hizo la sociedad por nosotras y que nos atraviesa a todas.

«Su principal papel es poder construir todo un sistema moral y de valores para que las mujeres puedan interiorizar un control sexual que no aceptarían si no fuera por comprar un marco o un relato moral que las incentiva o castiga socialmente, de esta manera hace que la sociedad, esté de acuerdo o no con el relato, tengan que adaptarse a esas normas», explica Miriam.

La virginidad hoy en día

Han pasado (muchos) años desde aquel momento de mi vida, y cualquiera podría pensar que, como decía al principio, gracias a la educación sexual a la que podemos acceder desde cualquier teléfono móvil, las cosas serían diferentes.

Sin embargo, el canon que la socióloga rastrea en su libro ha llegado hasta nuestros tiempos, como además comparte con algunas de las voces contemporáneas que hablan de su relación y experiencia con la virginidad.

«Aunque a día de hoy no sirve para el fin en el que surgió en su momento (no hago spoilers, solo diré que nace dentro del el matrimonio, la familia y la monogamia), su único fin es seguir reproduciendo la subordinación de las mujeres a través del ámbito más privado e intimo, como lo es el sexo», explica.

Es más, en sus palabras: «Es uno de los constructos sociales patriarcales que mejor perduran en nuestra sociedad».

«Perder la virginidad sigue siendo un evento personal y social en la vida de las personas. El término sigue caracterizándonos y determinándonos en base a estructuras de desigualdad de género», afirma Miriam.

«Algunas personas, como por ejemplo aquellas que pertenecen al colectivo LGBT+ han podido resignificar el concepto de virginidad adaptándolo a su realidad, pero no ha desaparecido. Como siempre, el patriarcado se transforma, pero no desaparece».

De esto nos venimos dando cuenta desde hace unos pocos años, cuando en las redes sociales más usadas por las personas de entre 18 y 24 años se viralizan día a día los vídeos con mensajes dirigidos a otros hombres alertándoles de la supuesta promiscuidad de las mujeres y afirmando que vivir su sexualidad les resta valor.

Un valor que ellos no ven peligrar cuando se trata de su vida íntima, pese a que se comporten de la misma manera, dicho sea de paso. El doble rasero es evidente.

Este discurso machista «nos afecta a través de la culpa, de un sentimiento de suciedad, unido a una dualidad virgen/puta que nos divide como si las mujeres no fuésemos diversas, como si pudiéramos estar encerradas en dos categorías que nos limitan tanto», declara Miriam.

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Por eso su libro no solo es un repaso necesario del término, al que ya toca dejar atrás junto a tantos otros patrones que se han quedado obsoletos.

También un recordatorio de que, ante esa transformación que sucede a la vista de todo el mundo -para seguir mandando sobre el 50% de la población-, solo podemos combatirla con información.

«Debemos cuestionarnos todo aquello que nos parece obvio y natural y que no debemos olvidar, que incluso lo más personal, lo más íntimo está completamente influenciado por nuestra cultura y la sociedad en la que vivimos».

Y, como ella misma finaliza, «el patriarcado ha atravesado sus vivencias hasta lo más profundo, por ello, no puedo quedarme callada y animo a que nadie se quede callado ante cada desigualdad o discriminación que observe».

Su libro, La virginidad no existe ¿o sí? está a la venta en librerías, aunque también puedes seguirla en sus redes sociales para acudir a alguna de sus presentaciones.

2 comentarios · Escribe aquí tu comentario

  1. Dice ser Y por fiesta matanza de animales

    El fanatismo sobre la ciencia. La Ley del bestia sobre la condescendencia, la Naturaleza y la empatía. El abuso sobre la igualdad, la vergüenza , el tabú, el miedo sobre la libertad racional y la verdad emocional y física humanas.
    LA superstición sobre la ciencia. Imaginemos el mundo de donde venimos. Lo que es difícil de entender es que, llamándonos racionales, libres y evolucionamos, sigamos dando cancha a estos prejuicios y abusos contra la naturaleza sexual humana.

    06 mayo 2024 | 11:31

  2. El artículo de Mara Mariño es un soplo de aire fresco y una lectura obligada. Me encanta cómo Miriam Jiménez Lastra desmonta con tanta claridad y valentía el concepto de virginidad y cómo este ha sido utilizado para controlar y subordinar a las mujeres a lo largo de la historia. Es fascinante y un poco triste ver cómo algo tan personal como la sexualidad puede estar tan influenciado por las normas sociales y culturales.

    07 mayo 2024 | 22:12

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