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Hacerlo por detrás: cómo puedes mejorar los preliminares

¿Sabes qué pasa? Que por mucho que el sexo es algo que no nacemos sabiendo, no dedicamos casi tiempo a aprender cómo hacerlo.

Y el anal es un ejemplo perfecto. Según Esperanza Gil (que además de sexóloga y divulgadora en su Instagram @sexperanza, dio un taller sobre sexo anal buenísimo) «el sexo anal debería ser el postre, dejarlo para el final cuando hay mucha excitación».

pareja sexo anal

PEXELS

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Fue ella también quien nos dio una serie de ideas sobre cómo evitar que lo sigamos haciendo a lo loco, con un «aquí te pillo, aquí te mato» sin que la zona esté preparada o a nivel deseo estemos en el punto de realmente quererlo.

Uno de los primeros conceptos que nos explica es el de la recarga erótica, dejar a la otra persona con ganas de más, lo que podemos hacer acariciando la zona -hasta el punto de que quieran que avancemos- y parar con perspectiva de retomarlo en un futuro y que lo esperen con deseo.

Conectar con la zona y erotizarla es algo que tenemos pendiente, ya que cuando hablamos del ano, siempre está relacionado con una práctica sexual en compañía en vez de empezar a descubrirlo por nuestra cuenta.

Duchas o masajes ayudan a relajarnos, pero también a conectar, por lo que aumentan la excitación.

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Divertirse es jugar y para el sexo anal, los glúteos son la mejor vía de entrada -literalmente-. Se pueden acariciar, apretar, estirar… Todo estímulo exterior también tiene su terminación nerviosa en el ano.

Después de una buena base de estímulos externos, es el momento de entrar.

Para ello, empezar por meter la punta del dedo y, progresivamente, más. También apostar por juguetes de vibración continua, que son relajantes y ayudan a que el esfínter no se contraiga.

De cara a complementos, la sexóloga recomendaba también que, de apostar por lubricantes con efecto (siempre de base acuosa), mejor los que dan sensación de calor, ya que es vasodilatador y favorece la penetración.

Eso sí, al terminar nada de subirse la ropa interior corriendo. Es momento de hacer un chequeo de si hay sangre -en cuyo caso, tienes este artículo– y hacer una buena limpieza externa con agua y jabón.

Mara Mariño

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La tensión sexual está infravalorada (pero ‘Bridgerton’ lo soluciona)

Ha pasado más de un mes desde que me terminé Bridgerton. De esa fantasía en colores pastel, inglés pomposo y tensión sexual constante.

Porque sí, la serie ha dejado muchas críticas a su paso (la mía incluida), pero hay algo que ha hecho estupendamente. No hay casi sexo, pero se siente el deseo todo el tiempo.

Y la prueba es que, una de las cosas que más se han comentado eran los momentos en los que las miradas de los protagonistas se congelaban, era la respiración.

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Ay… La respiración. Conforme la tensión entre ambos aumentaba, aquello parecía casi una sinfonía de jadeos.

Lo mejor es que a distancia, sin tocarse y aún con toda la ropa puesta, eran capaces de transmitir esas ganas de arrancársela.

Las escenas de sexo han sido contadas -no sé por qué hablo en plural si solo ha habido una-, pero durante toda la serie se ha mantenido el suspense por la atracción entre ellos.

Y puede que en las lujosas fiestas o los vestidos no me sienta identificada. Pero sí en lo que es que tu mano se tropiece con la suya echando una partida al billar.

En una mirada que va de punta a punta del salón cuando estás de fiesta en una casa y lleva un mensaje implícito. «Te lo haría aquí mismo».

Porque esa respiración, nos ha pillado en algún momento. Quizás después de un morreo con lengua, al estilo quinceañero, que te siguen encantando cuando tienes el doble de edad.

Justo en el momento en el que reparas que estás en medio de un parque lleno de gente o un concierto y no puedes desatar los impulsos que aprietan la cremallera del pantalón.

Ahí la respiración es tan pesada como en la serie. Tu cuerpo ya está hiperventilando tras la señal sináptica de que, vas a recibir más sangre, para lo que viene a continuación.

Solo que, al estar en un sitio público, toca controlarte. Respirar hondo y esperar.

La serie consigue lo mismo. Nos lleva tan al límite, que cuando por fin Anthony y Kate se acuestan (que por cierto, bien que el sexo oral sea la estrella de la escena), hemos tenido tanta tensión sexual no resuelta que apenas le damos importancia a ese momento.

Todo lo que ha habido antes entre ellos, el morbo de saber que controlan unas ganas irrefrenables, hace que recuerde que el sexo es genial, pero la anticipación, es mejor.

Construir el deseo puede empezar por un mensaje en Instagram, una conversación de WhatsApp. Y luego continúa con una conversación infinita con una cerveza, y otra. Pides una ración de bravas y pinchas la que tiene más salsa.

Se te resbala por el labio, la retiras. Le miras a los ojos y la conversación se entrelaza porque te das cuenta que su opinión te fascina. Y es como si los cerebros se besaran.

Porque al final, es el mayor órgano sexual del cuerpo y no hay nada como excitarlo con estos preliminares, cargados de excitación, que se pueden hacer a plena luz del día.

Mara Mariño

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A ti, que alguna vez te has preguntado si te aburre el sexo

Si estás aquí es porque te ha pasado lo mismo que a mí. Te has preguntado si el sexo empezaba a aburrirte. No sé tú, pero en mi caso ha sido algo que me he planteado en diferentes fases de mi vida. Tanto estando sola como en pareja.

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No es que no me guste sentir placer (¿hay alguien ahí fuera que no lo disfrute?) pero el hecho de pensar en quitarme tan solo una prenda de ropa, apagar la tele, empezar con los preliminares y terminar después haciéndolo en la cama o en el baño, se me antojaba una tarea que me daba pereza.

Ahí me cagué, lo admito. ¿Y si ya no me gustaba el sexo? ¿Qué iba a ser de mi vida desde ese momento? ¿Sería la rara de mis amigas que no cuenta anécdotas de cama?

Pero curiosamente, masturbarme no me daba pereza, ya que era algo que hacía cuándo, cómo y dónde fuera a mi manera.

Tuvo que venir una psicóloga para explicarme lo que me estaba pasando. No me daba pereza la sexualidad en sí. Mi deseo sexual estaba intacto (que se lo digan a mis bragas cuando le veía sin camiseta andando en calzoncillos con todo medio fuera).

Lo que me daba pereza, lo que puede que a ti te dé pereza, era la construcción del sexo. La dinámica social que dicta que hay que desnudarse, tener una serie de juegos previos como calentamiento y, finalmente, una penetración que lleve al orgasmo.

Es que era normal que me aburriera. Pero al mismo tiempo, ¿cómo iba tan siquiera a plantearme que pudiera ser diferente? En otras palabras, que hubiera vida (y sexo) más allá de la penetración.

En un mundo dominado, hasta ahora, por el placer masculino, meterla parece ser el fin de todo encuentro sexual. Y es precisamente por ese motivo por el que puede parecernos monótono.

Sin embargo, tal y como me contó la sexóloga (tenéis una frase suya aquí abajo), el mundo sexual no gira solo alrededor del pene ni de que él se corra.

La realidad es que la idea del sexo está mal construida. No es la rutina aprendida, es todo un mundo en el que los llamados preliminares son el plato principal, en el que a lo mejor apetecen solo caricias, dar placer con la boca o un poco de frote.

Así que en vez de repetir una y otra vez lo que crees que tiene que ser el sexo, ¿por qué no pruebas a hacer el que te apetezca en cada momento?

Duquesa Doslabios.

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¿Lo más importante es la penetración? Según un estudio, los preliminares no están de acuerdo

En la cama cometo varios errores, de eso estoy segura. Pero uno de los que más he tardado en darme cuenta ha sido del error de los preliminares.

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No porque se me resista la técnica, sino porque, hasta hace relativamente poco, formaba parte de ese grupo que consideraba que no eran más que una práctica de segunda categoría.

Una manera de preparar el terreno de juego, y nada más lejos. Mi experiencia sexual me ha ido poniendo en mi sitio, y si algo he sacado en claro es que era precisamente en ese momento, cuando mis posibilidades de tener un orgasmo se multiplicaban.

Me toca entonar el mea culpa, pero al mismo tiempo señalar que, cómo no iba a tener esa idea del sexo, y, sobre todo, esa manía de considerarlos parte del calentamiento, si nadie me había enseñado lo contrario.

En las series o películas con escenas subidas de tono, lo realmente importante y urgente era la penetración. Todo lo demás o salía en una menor medida o ni hacía acto de presencia.

Lo que construye, poco a poco, la presión social de que, pase lo que pase, hagas lo que hagas, si no entra, no cuenta.

No fui solo yo quien hizo este descubrimiento, era algo que entre amigas no era un secreto, ya sabíamos cuál era nuestra parte favorita.

Ni somos rara avis ni somos las únicas.

Un último estudio al respecto, realizado este año por Bijoux Indiscrets, tienda erótica, ha averiguado que somos un 66,8% los que preferimos la masturbación o el sexo oral, frente al 6,59% que prefiere la penetración.

El 26,54% restante elige los besos y las caricias.

¿La conclusión que podemos sacar entonces de esa idea de los preliminares? Pues como afirma Elsa Viegas cofundadora de la marca encargada del estudio: «Excluye la sexualidad de muchas personas. Tanto hombres como mujeres consideran que estas prácticas están llenas de placer y por lo tanto forman parte del sexo».

Al darles ese nombre, ya estamos condicionando que se tratan de un paso anterior a lo realmente importante, cuando la realidad es que son igual de válidas y de protagonistas.

Es una tara social que nos toca asumir como parte de la falocracia, mediante la cual el hombre es más importante en todos los ámbitos, lo que se traduce en el sexo a que todo gira alrededor de la penetración.

El estudio no hace más que probar que es un pensamiento que ha quedado antiguado. Llega el momento de desaprenderlo y aprender a tener sexo de nuevo.

Un cambio que tiene que empezar por nuestra manera de pensar para que se vea después en el comportamiento en la cama.

Duquesa Doslabios.

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Masturbación y sexo oral, de preliminares a plato principal

Una felación, el cunnilingus, los juegos de manos que van desde el glande del pene hasta el clítoris… Actividades muy placenteras que, hasta hace poco, quedaban relegadas a un segundo plano. A la introducción a la verdadera acción: el coito.

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Y es que la sociedad, de manera sutil, nos enseña a través de las canciones, las películas, los libros, y, por supuesto, el porno, que es el coito el fin último de todo, la meta del placer.

Pero, ¿qué es lo que conseguimos considerando esas prácticas un juego previo, el calentamiento? Para empezar, no se les da la importancia suficiente.

Son prácticas de segunda categoría, paradas momentáneas, pero no el destino final. Lo que esto consigue en muchas ocasiones es que no alcancen el estatus de experiencia per se.

Algo que se puede traducir en que no les dedicamos ni el suficiente tiempo ni la bastante atención. Sin embargo, y recordando que la gran mayoría de las mujeres somos clitorianas (si no sabes de lo que hablo, lee esto), estas son las únicas maneras que tenemos de llegar al orgasmo.

Convertirlo en un paso, hace que, hablando mal y pronto, nos quedemos a dos velas.

No se queda solo ahí el drama de considerarlos partes del juego previo. Hay un problema aún más serio detrás.

Y es que solo consideramos acto sexual cuando hay penetración, lo que se conoce como sexo falocentrista. En este intercambio, lo que da por válida una relación, o más que por válida, por completa, es pasar por el coito, restándole peso a todo lo demás.

Lógicamente es un pensamiento muy machista (poner el pene por delante siempre lo es) y reduce exponencialmente el disfrute de la población a los privilegiados cuya tarea es la de meter y sacar, ya que es el placer de ese roce el que se busca como fin último.

El sexo va mucho más allá de la penetración y cada acto, cada momento, cada cosa que hagamos, deberíamos tomárnosla como el evento principal, como el objetivo, solo así conseguiremos gozar de una sexualidad variada y que satisfaga a todo el mundo, es decir, más igualitaria.

Duquesa Doslabios.

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Meterse objetos por los orificios del cuerpo: más que un placer, un riesgo

Cuando nuestra madre nos recomienda hacer solo experimentos con gaseosa (feliz día a las que me leéis, por cierto), lo dice por un buen motivo. Por mucho que se hable de probar cosas nuevas en el campo sexual, y aunque la imaginación sea el límite, no tiene por qué resultar beneficioso para la salud.

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Hace unos meses os hablaba de los juguetes que tenemos por casa e incluía en la lista frutas, peines y hasta cucharas. Una serie de instrumentos para conocer nuevas sensaciones siempre y cuando fueran utilizados de manera superficial.

Sin embargo, hay quienes ven en los objetos cotidianos algo tan apropiado como cualquier dildo para añadir a su rutina sexual y, de paso, aderezarla. Dejadme deciros que por las urgencias de hospital La Paz pasan muchas de esas personas, (con bombillas atascadas en el culo, de hecho).

Que la forma pueda resultar atractiva o produzca curiosidad no significa que podamos coger cualquier cosa y empezar a meterla aleatoriamente. Además de la cuestión de la seguridad, hay ciertos objetos que pueden resultar difíciles de sacar, está la higiene.

Nada, repito, nada, ha llegado directamente de fábrica limpio, desinfectado y listo para ser usado. Y menos si es con ese propósito (y aquí incluyo también chupetear los bolígrafos, algo que ha dejado más de una infección en la boca a mis compañeros de clase durante la secundaria).

El polvo en suspensión que se va posando en casa, la cantidad de lugares que ha visitado previamente el objeto o el uso que se le ha podido dar acumulando gérmenes, deberían ser algunos motivos como para echarnos para atrás.

Un alimento, rotulador o cuello de botella no son comparables a un juguete sexual, un producto que realmente está diseñado para introducir sin ningún peligro (siempre y cuando se haga con delicadeza).

Para empezar, los objetos que contengan líquidos como botes de perfumes o desodorantes, pueden estallar en cualquier momento y se corre el riesgo de que, encima, se rompa dentro produciendo cortes.

Sin olvidar tampoco, como os he mencionado anteriormente, la exposición a los gérmenes, aquellos cuyo interior sea hueco pueden provocar el vacío (y no os recomiendo tener que sacar un botellín de cerveza que succione el interior de vuestra vagina).

Respecto a los alimentos sucede exactamente lo mismo. Las frutas y verduras que puedan parecer apropiadas por el aspecto cilíndrico (zanahorias, pepinos, calabacines, plátanos…) no solo tienen bacterias sino que, recordemos, vienen con pesticidas. Al usarlas pueden quedar restos dentro, lo que provoca, una vez más, infección por bacterias.

Lo mismo pasa con los mangos de instrumentos cotidianos como el cepillo de dientes, destornilladores, bates de béisbol o el palo de una escoba. Son objetos también cubiertos de gérmenes por su uso y, aquellos de madera, incluso pueden llegar a astillarse.

Además, de un tiempo a esta parte se ha llegado incluso a convertir en una (peligrosa) moda lo de introducirse yogur o ajos por la vagina, algo que, según los bulos que circulan por la red, cura las infecciones. Una idea que es realmente lesiva y se puede cargar tu flora vaginal de un plumazo. Por lo que antes de probar ideas que parezcan de bombero o sacadas de Google, pregunta a los expertos.

Y si lo que quieres es pasar un buen rato, asegúrate de que no te llevas la salud por el camino, que, por muy bien que laves todo, estos son los riesgos a los que te expones.

Duquesa Doslabios.

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Cómo enloquecer a su amante sin usar las manos

Querid@s,

Si siente que su vida sexual está pasando por un bache, que líbido y lujuria están alicaídos, le desafío a que la reactive y se encomiende a los siguientes pasatiempos eróticos la mar de entretenidos. Tiene usted luz verde para servirse de todas las partes de su cuerpo serrano; lengua, labios, cabello, pecho, vientre, brazos, piernas y pies. Todo está al servicio del placer, todo menos las manos. De rienda suelta a toda la imaginación de la que sea capaz. Sólo existe una regla, no la olvide.

Entreténgase pues con estas infalibles armas de seducción y conviértase en un@ auténtic@ expert@ del sexo sin manos. Empecemos pues, poquito a poco, pasito a pasito.

Lama su cuello: Recréese en su cuello y béselo, béselo mucho. Para estas deliciosas caricias, complemente la acción con roces de su nariz.

Escuche al oído: Diviértase con el lóbulo de su oreja, sírvase de la lengua para humedecer y calentar esta zona altamente erógena. Lama el borde y luego sumérjase hasta el interior, y finalice regalándole una mordidita de su boquita.

A chupar  muslo: Ábrase camino por el muslo interno con dulces ósculos y tiernos lamidos. Si tiene usted pechamen, apoye su pechos sobre la zona a excitar y dedíquese al movimiento sexy.

Una cubana: Utilice los antebrazos para unir sus pechos y generar más presión. Balancéese al ritmo de la masturbación, rematando la faena con alguna lamida que otra y un poquito de sexo oral. No demasiado, que todavía no hemos terminado.

Culito: Cuando pille usted a su amante medio desprevenido y entregadísimo a la causa, péguele un exquisito mordisqueo en las nalgas y acarícielo con dedicación y esmero sirviéndose de toda su anatomía. Salvo las manos, recuérdelo.

Sexo: Y para finalizar esta sesión de prolegómenos de lo más intensos, diríjase con premeditación y alevosía al sexo de su pareja. Si él es hombre, conduzca el pie hasta el pene y manténgalo entre el dedo gordo y el siguiente. Ahora mastúrbelo y ande con cuidado, tenga en cuenta que la sensibilidad del pie no es la misma que la de la mano. Si ella es mujer, mastúrbela igualmente. No con los pies (o sí), pero si sorprendiéndola con alguno de sus juguetes sexuales que esta vez será usted quien controle.

Que follen mucho y mejor.

Los mejores preliminares para volver loco a su hombre en la cama

¡Querid@s!

Allá por el mes de mayo comentamos los mejores preliminares sexuales para volver loca a una mujer. Ahora le toca el turno a esos prolegómenos que a ellos les pone como locos, y no estoy hablando de llevarse a su madre a vivir a casa o ponerse a cocinar como una descosida en medio de la noche. No se emocionen, la que propongo no pretende ser una guía infalible de remedios milagrosos. A cada uno le va lo suyo, y eso mismo que a un hombre le pone verraco a otro puede no hacerle ni pueñetera gracia. En esta humilde empresa solo trataré de aportar unos cuantos truquitos de andar por casa para encender a su hombre, y de paso, a la leona que habita en su interior.

Permítanme que insista. No hay soluciones mágicas ni antídotos universales, salvo que usted sea una hembra de armas tomar y una egoísta a la que le gusta gozar en la cama. Sin prejuicios, sin complejos, sin pudor, como esa mujer por la que a la de ya yo me cambiaba de acera.

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Milo Manara

Cariñitos para ellos

Eso de que los hombres son más simples que el mecanismo de un bolígrafo (especialmente en el terreno sexual) no lo veo claro del todo. Desde luego son menos complejos que nosotras, gracias a Dios. Pero eso no quiere decir que a todos les apasione llegar y meterla sin más dilación. A los caballeros también les agrada recibir cariñitos, que les colmen de besos, sentirse deseados, que les chupen el lóbulo, los dedos de la manos (algunos incluso de los pies), incluso las pelotas. No hagan ascos al arte de mamar, todo es cogerle el tranquillo. Ellos no son sólo una máquina hecha para penetrar, también tienen su corazoncito, y además de un pene hermoso y lustroso (unos más que otros), habitan un cuerpo en el que, si investiga usted con paciencia, descubrirá unas cuantas zonas erógenas. Y los mejores preliminares para volverle loco…

1. Póngale pasión. Un buen chorro de pasión es lo que hay que echarle al sexo, y a la vida también. Añadir este ingrediente a cualquiera que sea su receta sexual sí es infalible. Pasión, leñe, pasión. En todo lo que haga en este mundanal paseo que es la vida. Si le besa, si le abraza, si se enreda en él, si se lo come entero, o pone toda la leña en el asador o dedíquese a otra cosa.

Por si les apetece verla entera.

2. ¡Comunicación! La comunicación lo es todo. Además de estimularle los cinco sentidos, dele un poco al sexy talking. Unos susurros al odio, una voz sugerente pidiendo guerra o declarando amor. Y si todo esto viene acompañado de un mordisco con premeditación, lujuria y alevosía en el lóbulo, mejor que mejor. Alguien sugirió que “la mejor forma de llegar a los ovarios es por la trompa de Eustaquio”. Quizás a las pelotas también. Hable con él, a veces susurrando, a veces directa, a veces ruda, a veces cariñosa, a veces tímida, a veces osada, a veces provocando, a veces riendo, a veces gimiendo. Les gusta que con una voz sexy le diga lo que quiere hacerle «aquí y ahora» y lo que quiere usted que él le haga. Esas cosas que le gustan, pero le da vergüenza reconocer.

3. Risas, sonrisas, páselo teta piruleta: A ver no es que follar tenga que ser una desternillante comedia, pero el sexo siempre es mejor si es divertido. Condimente la sesión con hilaridad y no tema mearse de la risa. Sin pasarse,  no es cuestión de que el polvo se convierta en una carcajada constante o pensará que está usted loca de atar. Que no le quepa la menor duda de que si él ve que es usted una disfrutona, una atrevida de la vida, se volverá crazy. No se engañe, un hombre al que le importa un bledo hacerla disfrutar apenas merece el título de hombre. O no le importa usted un miserable pepino.

4. ¡Sorpresa! Está claro que a cada uno nos va una cosa, pero a todos nos gusta que nos sorprendan. ¿O no? Improvise algo picante, un baile, una sesión de BDSM, en el que él sea su Marqués de Sade y usted acabe con los cachetes ensangrentados y maniatada a la pata de la cama.

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Opciones menos sangrientas son vestirse con un conjuntito mono, llévese el consolador a la cama o invita a una tercera persona a a fiesta, a ver cómo se queda. A algunos hombres les agrada que les metan el dedo por el culo, así sin previo aviso. No sé, pruebe, aunque para estos menesteres de penetración anal, quizás sea mejor para todos preguntar antes de meter el dedo en la llaga. Algo menos delicado es que le haga usted al afortunado una sesión en la que combine el contorsionismo y el funambulismo, a ver lo que sale. Lo más seguro de todo, dentro de la actividades con facto sorpresa, es que se ponga usted mirando pa Cuenca, que él ya sabrá qué hacer con usted. Seguro que se lleva una alegría.

5. Siguiente nivel: Si quieres hacer rugir a su tigre, no le va a bastar con follar en la manida posturita del misionero y hacerle una mamadita monda y lironda. Le toca demostrar que además de abrirse de piernas, está usted también dispuesta a abrir su concupiscente mente. Abrace con entusiasmo las nuevas experiencias, demuestre que usted no le tiene miedo a nada. Demuéstrele que es usted una valiente, una chica todo terreno, una mujer de armas tomar.  ¿Quién dijo miedo? Usted no querida, porque usted sabe lo que es buena, sabe a lo que ha venido y usted se ríe en la cara del peligro. Estás preparada para pasar al siguiente nivel. La cuestión es si él realmente lo está.

6. Que viva la hembra que lleva dentro. Todo lo que les he contado está muy bien (o no, para gustos los colores), pero sobre todo saque a la hembra que lleva dentro. ¿Cómo? No se ralle, no se vuelva loca pensando en el pacer del otro y céntrese en usted. Responsabilícense de su placer, no del ajeno. No se trata de que se la traiga al pairo el gozo del otro, pero que cada uno que se centre en su sexualidad, y Dios en la de todos. Tendrá un efecto perturbador, se lo aseguro.

7. Y para terminar, fólleselo. No estoy diciendo que sea él quien la folle, sino que sea usted la que se lo folle a él. Literalmente.

Que follen mucho y mejor.

Los mejores preliminares sexuales para volver loca a una mujer

Querid@s,

Hoy me dirijo exclusivamente a los varones. A nuestros, novios, amantes y consortes. Préstenme atención caballeros, porque antes de meterla en caliente, hay que precalentar el horno y encender la chispa. Como canta The Boss, you can’t start a fire without a spark (algo así como sin chispa no hay fuego).

Si no me equivoco, ustedes los hombres están diseñados para fecundarnos a la mayor brevedad posible, pero a nosotras nos va más eso de vísteme despacio que tengo prisa. Hay que joderse. De nuevo no nos aclaramos ni para follar. En las cuestiones amatorias, no siempre todo va a ser llegar y besar el santo, porque los benditos preliminares importan. Y mucho. Me temo que hay que prestarle más atención de la que estiman oportuna a los prolegómenos sexuales, que en ocasiones, nos encienden más que la penetración. Sobre todo si nos encontramos ante un micro pene. Y no se me ofendan, es sólo un pequeño guiño.

Nadie debería posicionar los preludios del sexo a la cola en los rankings de las experiencias sexuales, pues no en vano, durante los mismos se desarrolla la excitación de la pareja y la lubricación de los genitales de ambos.

¿Que cuánto tienen que durar?  No hay normas ni prisas querid@s, salvo que sólo tengan tiempo para uno rapidito y fuera. Los preliminares pueden perdurar lo que dura un parpadeo o hasta varias horas antes de pasar a la fornicación pura y dura. Tampoco se duerman en los laureles, que el polvo es para hoy. Los profesionales de Durex dicen en su célebre Informe Durex que para que todos queden satisfechos y nadie se queje, el asunto preliminar debe durar más de 21 minutos.

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No es preciso que se haga todo de golpe, ni en el mismo polvo, como pollos sin cabeza, como quien sigue la lista de la compra por el supermercado. Se trata de ir innovando, probando cada día una cosa y comparando los resultados. Aprender qué teclas y cómo tocarlas para afinarnos como a una guitarra. De lo que se trata durante los preliminares es de calentar motores, de ir subiendo la temperatura para que cuando llegue el momento del folleteo puro y duro, todo esté a punto de caramelo.

Ahora sí, vayamos al grano. Sus variedades son infinitas, desde la más leve invitación a través de la palabra, pasando por miradas lascivas o maniobras descaradas que invitan a la lascivia, incluyendo tocamientos sin querer. O roces absolutamente premeditados.

Comenzamos..

1. Atrezo: Una estancia decorada con esmero, unas sábanas limpias y que el ambiente no huela a tigre siempre harán del acto sexual una experiencia más placentera. Eviten dejar la ropa tirada por el suelo, es altamente desaconsejable. Es posible que si una mujer observa toda esta juerga de ropa sucia, ustedes no la vuelvan a ver. Nada de polvo, el único polvo que debe haber es el que están a punto de echar. No se olviden de poner su playlist particular, esa que tienen bautizada como Música para follar. Solo les digo que intenten evitar los temas manidos, sean un poquito originales. Aunque algunos nunca fallan.

2. Vayan limpios y aseados, por favor. Nos gusta que huelan bien, a pan recién hecho, a canela o simplemente a hombre. Personalmente me conformo con que no huela a tigre o lleve una sugerente colonia. ¿Entendido tigre? Nada de fragancias pachuli o le pondrán de patitas en la calle.

3. Desnúdenla. Desnudar al otro, en este caso a la otra, es un arte. A veces rápido y con fuerza desmedida, otras despacito y con buena letra. Vayan deshaciéndose de cada capa y observen como su cuerpo se estremece. Obsérvenlo como si fuera una obra de arte y háganselo saber.

4. Sean ese hombre que susurra guarradas al oído. Díganle cositas lindas y románticas o frases más caviladas, sexys y húmedas. Los angloparlantes lo llaman sexy talking. En algún momento, en algún lugar, alguien sugirió que “la mejor forma de llegar a los ovarios es por la trompa de Eustaquio”.

5. Bésenla. De todas las maneras posibles, en todos los rincones que encuentre en su cuerpo. En la cara, en la boca, en el cuello, en las manos, en los pies, en las orejas. Con o sin lengua. No se olviden de los pechos, nos encanta que nos coman las tetas. Es un hecho. Y el culo. Y el sexo. Con cariño, con deseo y con mucha pasión. Cómansela a besos. O a  mordiscos.

6. Tóquenla y magreenla. Metan mano allá donde puedan. Deténganse en cada recoveco. Manoseen, palpen, acaricien. Recuerden que las tetas no son bolas anti estrés, son tetas. Trátenlas como se merecen, tóquenlas como lo que son. Hablaremos de este tema en el futuro. Y a nosotras, acaríciennos como si fuéramos una mariposa, como si fuera la última vez que fueran a tocar chicha.

7. Si son de los que les gusta el sabor del lado salvaje de la vida, y del sexo, recuerden que siempre hay tiempo para los juegos de roles. Si hay confianza, se atreven y los dos están predispuestos, pueden jugar a los médicos. O jugar a una de profesores y alumnos. Si les pone el rollo galáctico, ella puede ser la princesa Leia y usted Han Solo. O al revés.

8. Accesorios calentorros: No a todo el mundo le van estas historias, pero si no le hacen ascos a los juguetes sexuales, pueden hacerse con geles, plumas, esencias, ungüentos comestibles y aceites destinados a nuestras vergüenzas que nos ponen on fire. También dildos y vibradores (también les hablaré de los mejores en el futuro). A estas alturas de la faena, a la chica se le debe de estar haciendo el chichi Pepsi cola.

Si esto se le queda corto, definitivamente lo suyo son las tendencias hardcore. Desde que apareció Grey, ya nada volverá a ser como antes. Véndenle los ojos, métanle una bola china en la boca, átenla con unas esposas (mejor de cuero, las tipo carcelarias pueden fracturarle la muñeca), y denle unos azotes. El mundo hardcore no tiene límites.

9. Ahora es el momento de comérsela entera. Pongan toda la carne en el asador y no se dejen nada en el plato. Que es de mala medicación. Devórenla, porque hoy es noche de sexo. Y demuéstrenle que nadie la va a tocar como ustedes. Ha llegado la hora de la verdad, el de todo para adentro. Por fin les toca el turno a su herramienta particular. Aquí querid@s, ya les dejo solo ante el peligro. Esta es su batalla y confío en que sabrán librarla de manera infalible, como un gran follador. Recuerden que las azotainas, los tirones de pelo, la intensidad de las embestidas y las introducciones del pene por orificios alternos al habitual dependen del gusto de la consumidora. Escúchenla, obsérvenla, entiéndanla. Y cumpla sus fantasías, a ver si es verdad.

A por ella y denle caña machotes. Y usted señora, suéltese la melena y sea esa que en la calle es una dama y en la cama, una puta.

Que follen mucho y mejor.

El sexo oral, ¿primera víctima de la rutina?

Dicen que la rutina es la principal y más temible amenaza que se cierne sobre el sexo en pareja. Ya sabéis, el cansancio, las jornadas laborales interminables, las obligaciones, los hijos (para aquellos que los tienen), la convivencia… Todo es un suma y sigue y son muchos los que sucumben y acaban en aquello del “sábado sabadete…”

GTRES

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Algunos más que otros, todo sea dicho. Pero, si hay algo en lo que ha coincidido toda la gente con la que he hablado de este asunto es que, hagan el amor más o menos, el sexo oral es la primera víctima de la vorágine cotidiana. No es que haya hecho una encuesta a miles de personas, ni mucho menos, pero de verdad que ha habido unanimidad casi absoluta en todos aquellos que llevan más de dos años con sus parejas.

¿Pereza? ¿Acomodo? ¿Falta de voluntad? ¿De ganas? “Es por la falta de tiempo, le dedicamos menos a los preliminares y vamos directamente al grano”, me dice alguien. “Uf, me resulta muy cansado”, me dice otra persona. Cierto es que, al menos entre mis consultados, son ellas las que más claudican, mientras que ellos admiten haberse “resignado”. Puede que no sea representativo de la realidad, no lo sé, pero es lo que me he encontrado.

Y sabiendo esto, me viene a la cabeza aquello que hablamos de que en el sexo, como en muchas otras cosas en la vida, cuanto más se practica, más se quiere. Así que si uno detecta que la monotonía se ha instalado entre sus sábanas, que piense si hay una forma mejor de romper la rutina del misionero.