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¿Estás micro-engañando a tu pareja?

Antes que nada: ¿micro-engañar? ¿Pero eso existe? Yo también pensaba que lo de engañar era o blanco o negro, o lo haces o no. No que existía un nivel de engaño tan pequeño que se conocía como ‘micro-engaño’.

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El micro-engaño es tan relativo que comprende todo aquello que para algunos puede ser considerado infidelidad mientras que para otros no.

El hecho de dar «me gusta» a alguien en una fotografía, poner un comentario en una red social o compartir chistes privados son, para ciertas parejas, digno de considerar como una falta de concentración en la relación.

Pero, teniendo en cuenta que el mundo virtual es el nuevo espacio de las relaciones sociales, ¿es cualquier interacción con una persona del género contrario (o del mismo si hablamos de alguien homosexual) una traición?

Yo creo que todo reside en el propósito que se tenga con esa persona. Amigos virtuales no tienen por qué ser un problema siempre que ambos tengan claro la relación de amistad. Para mí, si no hay una intención escondida tras los intercambios, no hay engaño.

Otro caso muy diferente es el de quienes cambian sus horarios para coincidir con dicho tercer elemento o ponen un pseudónimo para poder seguir comunicándose a espaldas de su pareja, ya que eso sí que se podría considerar que se está centrando en tener una conexión más cercana y recíproca con alguien fuera de la relación.

Si leer un comentario de nuestra pareja en una cuenta o si le felicita a su ex pareja el cumpleaños ya hace que salten todas nuestras alarmas, (además de que todos habríamos micro-engañado miles de veces) lo que debemos hacer es una introspección de si realmente tenemos confianza en nuestro compañero (algo que, como todos sabemos, es la base de cualquier relación).

A lo largo de nuestra vida, si estamos en una relación, seguiremos conociendo gente, alguna interesante, otra nada, alguna atractiva, otra no… Pero será en ese momento en el que debemos confiar en que la relación es lo bastante fuerte como para no querer perder a la persona que tenemos al lado por mucho que aparezcan otros elementos por el camino.

Duquesa Doslabios.

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Este verano… ¿sé infiel y no mires con quién?

Querid@s,

Las vacaciones de verano son una época propicia para cometer infidelidades. Sé infiel y no mires con quién, pensarán los más adúlteros. No sólo porque la temperatura del termómetro alcanza sus máximas cotas en estos meses y vemos más pieles al desnudo, sino porque el cambio del domicilio habitual, la transformación radical de las costumbres y el ambiente relajado de las vacaciones incitan a cometer esos deslices que durante el resto del año o no surgen o se reprimen. Vamos, que estamos más predispuestos a tener una aventura, según datos rescatados de una encuesta realizada por la web de contactos extra matrimoniales Victoria Millán.

La encuesta realizada a 4.200 usuarios del portal de citas online indica que el 72% de los infieles ha estado esperando la llegada del verano como agua de mayo para tener una aventura. Además, el 29% de las mujeres y 36% de los hombres están molestos con la pareja y por ende más predispuestos a ser infieles debido a la falta de sexo con su pareja estable. La falta de comunicación, las obligaciones del día a día y las continuas desilusiones también ostentan su parcela culposa en la tarta de la infidelidad.

Tampoco nos olvidemos que durante el año las parejas pasan más tiempo en el trabajo que viviendo juntos. Y de pronto, llegan las vacaciones que los llevan a convivir las 24 horas. En el caso de las pareja que no se llevan demasiado bien, la incapacidad de adaptarse a esta nueva intimidad, no siempre gustosa, suele desembocar en que los infieles se desfoguen fuera del del matrimonio y vivan una aventura alevosa.

Infiel

El motivo principal de ser infiel para la mayoría de los hombres sondeados es la insatisfacción sexual. Le sigue el sentimiento de asfixia provocado por la presión de sus parejas (23,40%). En el caso de ellas, las peleas las conducen a ser infieles (19,30%). Además y para mi sorpresa (no sé vosotros), el 54% de las mujeres que tienen una doble vida, preferirían pasar más tiempo con su amante que con su pareja.

¿Y vosotros qué?

El final del verano lo tenemos a la vuelta de la esquina, así que si sois de los infieles, espabilad.

A follar a follar que el mundo se va a acabar.

La falta de sexo, principal motivo para ser infiel

Follar poco, mal o nada. Ese es el factor fundamental que empuja a hombres y mujeres casados o emparejados a buscar un amante. Al menos eso es lo que se desprende de un estudio realizado por una de esas webs de contactos para poner los cuernos, Ashley Madison, entre sus 24 millones de usuarios.

El informe, llamado ‘The Global Sex Survey’, revela que el 37,2% de las mujeres y el 55% de los hombres entrevistados se decidieron a ser infieles por la falta de sexo con sus parejas. «La falta de sexo es un indicador y factor clave que conduce a los hombres y mujeres de todo el mundo a tener relaciones extramatrimoniales», afirma al respecto Noel Biderman, fundador y CEO de AshleyMadison.com. «Aunque otras cosas como la frecuencia con que ven pornografía o si usan o no juguetes sexuales pueden ser signos reveladores, la mayor amenaza a la monogamia en el mundo sigue siendo una vida sexual poco saludable, ya sea por relaciones poco frecuentes o inexistentes en un matrimonio», sentencia.

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Yo no comparto sus afirmaciones respecto a la pornografía y los juguetes eróticos, pero en lo de la falta de sexo, creo que razón no le falta. Si cierro los ojos unos minutos y me pongo a pensar en todas las historias de cuernos que ha habido a mi alrededor, desde amigos íntimos y familiares a simples conocidos o compañeros de edificio, un sexo rácano, miserable o ausente está detrás de la mayoría de ellas. El porqué se llega a esa situación es otro debate (da para escribir un tratado), como también lo es si, llegados a ese punto, no sería mejor abordar el tema para intentar cambiarlo, cortar por lo sano, etc. No es tan sencillo, en cualquier caso, y ya hablaremos de ello en otro post.

En cuanto a otro tipo de motivaciones para lanzarse al adulterio, el 21% de los entrevistados señalaron el deseo de probar cosas nuevas en el terreno sexual, mientras que el 12% habló del “morbo de tener una aventura”. Hay quien dice que tener un amante es beneficioso para la relación, que la relanza, etc. Así lo han afirmado el 77% de las mujeres que han participado en el estudio, frente al 66% de los hombres. «Pon un par de cuernos a tu depresión», decía Sabina.

¿Y qué hay de los remordimientos y el sentimiento de culpa? Pues no mucho, la verdad, aunque según dicho informe son ellos quienes más lo sienten: el 19,4% contra sólo el 7% de las mujeres.»El sentimiento de culpa no les afecta porque entienden que la infidelidad es una decisión personal de una experiencia privada y, por errónea que pueda ser, justifican sus acciones diciendo que son fieles a su sentir, a su derecho de experimentar y sin necesidad de afectar a sus propias parejas», cuenta Francisco Goic, director regional de Ashley Madison.

Pues eso. Dime cuánto follas…

Entre dos mujeres

Todo empezó por un pastel de chocolate blanco. Se lo había dado a probar una compañera del trabajo y le pareció delicioso, así que al día siguiente aprovechó un descanso para bajar a comprarse uno. Era la nueva especialidad de una de esas franquicias que venden todo tipo de cafés y que estaba (sigue estando) al lado de la oficina. Aquella fue la primera vez de muchas y, antes de tres semanas, ya bajaba todos los días.

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Los compañeros empezaron a hacerle coñas con el dichoso pastelito, hasta que uno descubrió que la mitad de las veces ni siquiera se lo comía. No le hizo falta preguntar mucho para dar con la respuesta al misterio. Digamos, más bien, que se dio de bruces con ella una mañana que salía del metro y lo vio a través del escaparate. Entonces lo supo. Era preciosa y joven, bastante más que él. Estaba allí, sonriéndole coqueta detrás de un mostrador, radiante a pesar del ridículo uniforme.

“Me temo que te has metido en un lío”, le dijo cuando ya estaban los dos arriba, sentados el uno frente al otro. Se lo soltó a modo de gracieta, pero no se hacía una idea de hasta qué punto tenía razón. Hasta entonces siempre había sido un tipo normal, aparentemente enamorado de su mujer y de sus dos hijos pequeños y responsable en el trabajo, sin estridencias. Por eso, cuando su comportamiento empezó a ser errático, a muchos les resultó especialmente chocante. Comenzó a ausentarse de la oficina sin avisar, y cada vez por periodos más largos. Descuidó sus tareas, volvió a fumar después de cinco años y perdió más de 10 kilos. Muchos creyeron que estaba gravemente enfermo.

Y de alguna forma, lo estaba. Estaba enfermo de un amor que lo consumía por dentro porque no podía vivirlo plenamente sin destrozar su familia, aquello que más le importaba. “Es como si tuviera que decidir entre cortarme un brazo o una pierna”, dijo una vez, antes de que explotara todo. Y no, según él, no era solo por los niños, amaba a su mujer. O al menos eso decía. “¿Por qué es tan difícil de creer que las quiera a las dos? Si no fuera así todo sería mucho más fácil”, se lamentaba.

La penúltima vez que lo vi acababa de hacer el intento. Había optado por amputarse la pierna, sin desinfectante ni anestesia. Pero como muchos amputados, no dejaba de sentir el miembro fantasma. Poco después todo explotó.