Estás cordialmente invitado a mi orgía emocional

Tengo una idea, hagamos un trío esta noche: tú, yo y la cama. Porque sí, porque me apetece, porque quiero compartirte un poco y terminar con la habitación llena de rastros, prueba de un crimen pasional en el que lo único que nos cargamos fueron las ganas de dormir (o las de despertarnos).

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Será testigo la manta, que podría ser llamada a declarar mostrando las arrugas incriminatorias a lo largo y ancho de las sábanas. Mi piel, en cambio, guardaría silencio en el estrado, cómplice de tu modus operandi fácilmente adivinable siguiendo las marcas de los besos húmedos bien repartidos. No eres de dejar vacíos.

Los sutiles van por el cuello y los otros se pierden con lengua de por medio allí donde tú ya sabes. El sitio que yo quiero saber que sabes y que sepas que bien sabe para ambos aunque solo uno lo saboree.

Quiero que hagamos un trío, uno de esos que puede convertirse en cuarteto en cualquier momento cuando el suelo (¡ay, el suelo! Ese que siempre tiene ganas de participar) nos termine llamando. Y que al final, me dejes entre la espada y el parqué, sin más elección que una erección, sin escapatoria.

Porque por mucho que la adrenalina del ‘Pilla pilla’ era que te persiguieran, no había nada más intenso que sentir que te habían pillado, que es justo como me siento contigo, total y completamente pillada. La diferencia que tengo con el juego es que cuando era pequeña tenía que correr para que no me pillaran y contigo es más probable que me corra después de que me hayas pillado el punto.

Vamos a hacer un trío que termine con el espejo, ese voyerista que no se cansa de asistir como espectador a nuestras fiestas de piel y endorfina y que alguna vez, de pasada, le he pillado devolviéndome la mirada.

Si siendo dos con él hacemos tres, vamos a seguir haciéndolo hasta que nos dupliquemos en su superficie y lleguemos al cuatro, o al cuarto orgasmo, lo que venga antes. Hasta que vea doble y sienta que mi reflejo, por mucho que parezca disfrutar de ti, tenga envidia de lo que estoy viviendo a este lado del cristal, porque solo una de las dos tiene las tres dimensiones de ti.

Y al final, después de tantos participantes, me daré cuenta de que no me importa cuántos invitados improvisados se unan a lo largo porque pase lo que pase siempre me voy contigo, y es eso precisamente lo que cuenta, que dentro y fuera me voy contigo.

Duquesa Doslabios.

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