Menos sexo en la pantalla y más amistad: los gustos de la Generación Z en series y películas

Una de las cosas que más me sorprendió (y celebré) de Vaiana fue que la princesa de Motu Nui no tenía una sola historia romántica en su trama.

Han pasado siete años desde su estreno y, los niños que disfrutaron de la película de Disney, son ahora adolescentes.

Un grupo generacional que, según una investigación reciente ya no están tan interesados en ver interacciones relativas al sexo en series o películas como podríamos estarlo millennials.

chicas adolescentes

PEXELS

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¿Casualidad? No lo creo.

Especialmente nosotras, que vivimos una infancia cargada de romances -que si La Bella y la bestia, que si Mario y la princesa Peach, que si Harry Potter y Ginny Weasley-. Esto hizo que llegáramos a la adolescencia sedientas.

Sedientas de las comedias románticas y de tramas ardientes, con escenas de sexo en un taxi como fue aquel magreo de Chuck Bass Y Blair Waldorf en Gossip Girl.

Para muchas fue, no ya la confirmación del despertar sexual, eso había llegado tiempo antes, sino uno de los momentos cumbre del imaginario erótico que creamos con ayuda de la pantalla.

Claro que queríamos saber qué pasaba después del «felices para siempre» que habíamos visto de pequeñas.

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Sin embargo, el giro de guión de una infancia cuyas historias no se han centrado en esa idea tan dañina y abstracta como es el amor verdadero, es ahora el carril por el que transcurre la ficción que desean los adolescentes de la Generación Z.

Y es que según el estudio de la Universidad de California, los más jóvenes tienen poco o nulo interés en ver sexo y/o romances, algo que brillaba en nuestra época y parecía de obligado cumplimiento.

Su preferencia es la de argumentos ricos en amistades y relaciones platónicas, incluso prefiriendo personajes asexuales por delante de los románticos empedernidos o los conquistadores con manual de juego al estilo Barney Stinson.

A quien esto pueda parecerle preocupante, tranquilidad: no es que el amor esté en peligro de extinción, es que hemos abusado de él demasiado.

Nos hemos encasillado tanto en materia de ficción hasta el punto de que siempre era la historia de chico y chica que se enamoran con final feliz.

Esto va a significar, que a diferencia de muchas de nosotras, que crecimos acunadas por estereotipos de color de rosa y campanas de boda, tendrán aspiraciones a crear vínculos significativos más allá de las relaciones de pareja.

Que aprenderán a cuidar sus amistades (como nosotras no conseguimos, porque lo importante era conquistarle a él, no hacer una amiga) y a darle prioridad a otros aspectos de su vida que excedan el plano meramente sentimental.

El amor, si tiene que llegar, llegará, pero no se verá con este velo idealizado de que va a cambiarnos la vida porque los mitos románticos, con un poco de suerte, ya serán cosa del pasado.

Mara Mariño

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