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Tinder Australia incluye anuncios sobre consentimiento (y España debería tomar nota)

Cuando te descargas Tinder y seleccionas qué preferencia tienes, la aplicación procede a enseñarte un sinfín de perfiles para que empieces con el mítico swipe left o swipe right. Menos si estás en Australia.

Una iniciativa del CRCC (Centro de Crisis por Violación de Canberra) ha conseguido que, entre match y match, aparezcan anuncios sobre el consentimiento.

campaña publicitaria consentimiento Tinder Australia

TINDER AUSTRALIA

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Desde que dio comienzo la campaña, a los australianos les aparecen frases como «¿Sabes cuál es mi palabra de seguridad? ‘No’ es la única palabra que deberías necesitar», «Si el sí no se comunica verbal o físicamente, es un NO» o «Si cada acto sexual tiene mutuo consentimiento, es un SÍ».

El objetivo además de resolver las dudas que aún puedan existir sobre el consentimiento es, por supuesto, el de cambiar las actitudes de los usuarios que usan la app.

Además, al animar a hacer comprobaciones durante el encuentro, para asegurarse de que se está a gusto con lo que está sucediendo, se promueve la idea de que el consentimiento es una conversación constante.

Algo que es una de las asignaturas pendientes, porque además de los famosos contratos que algunos popularizaron en redes creyendo que serían la ‘solución’ -antes que ir cerciorándose del bienestar de su acompañante-, ha habido intentos de webs o aplicaciones que ofrecen la opción de ponerlo por escrito.

El consentimiento algo que se puede revocar, lo que aparece reflejado en el cambio de la Ley de Enmienda de Delitos de 2022 que cambió el principio de presunción del consentimiento.

Es decir, que además de que debe haber una conversación continua y mutua entre los participantes, la ley también establece que las personas tienen derecho a elegir no participar en actividades sexuales

En España, si vamos al artículo 178, la teoría también la tenemos  al día: «Solo se entenderá que hay consentimiento cuando se haya manifestado libremente mediante actos que, en atención a las circunstancias del caso, expresen de manera clara la voluntad de la persona».

Porque, por desgracia, muchas de las interacciones de citas de hoy en día comienzan en línea, no son consensuadas y por tanto inseguras.

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A nivel nacional, tenemos datos que prueban esto, este año gracias al informe ‘Apps sin violencia’ de la Federación de Mujeres Jóvenes.

Basado en casi mil encuestas, los resultados revelaron que el 22% de las mujeres que tuvieron una cita a través de una aplicación sufrieron una violación.

Por otro lado, según el mismo informe, se calculó que el 57,9% de las entrevistadas se han sentido presionadas para tener sexo con los hombres con los que quedaron.

consentimiento campaña Tinder Australia

TINDER AUSTRALIA

Aunque todavía es pronto para saber cómo ha funcionado en Australia esta medida, sí podemos sacar en claro que son recursos que superan a Tinder España (y otras aplicaciones de conocer gente).

En la aplicación de nuestro país solo aparece la definición de consentimiento en la guía de términos y condiciones, algo que acompañan de una lista de recomendaciones.

Pero si con el «Curso intensivo» de consentimiento, que es como lo llaman, ha habido un 20% de violaciones, igual es que no es suficiente.

Soy consciente de que las aplicaciones para ligar no tienen la culpa de lo que la gente haga después de hacer match. Idealmente, una educación en el respeto del consentimiento, recibida desde la infancia, sería clave.

Pero mientras no suceda, mientras sigamos luchando por conseguir que se respete un «no» o se pare inmediatamente ante una falta de entusiasmo, la opción de Australia se presenta como un refuerzo de cara a recordar de qué manera deberían ser los encuentros.

Así podrá evitarse que se sigan perpetuando agresiones sexuales con violencia o sin esta, pero sin ser deseadas.

Mara Mariño

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Así es la coerción, la sutil forma de presionarte para tener sexo que debes identificar

¿Sabes esas noches en las que estás viendo una serie antes de ir a dormir, entre la modorra y la pantalla? En una de esas ocasiones mi ex me preguntó si se la podía chupar.

Había tenido un día muy duro, según él, y aquello le haría sentir mejor.

pareja cama enfadada

PEXELS

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En aquel momento no tenía el conocimiento como para ponerle nombre a lo que estaba pasando. Solo sabía que quería seguir viendo la tele y no me apetecía hacer nada con él.

Cuando comuniqué cómo me sentía, su reacción fue la de aumentar la presión, que cómo podía ser tan egoísta, que no me costaba nada, que iba a ser un rato de nada…

Terminé accediendo para que no siguiera haciéndome sentir mal y porque no entendía que mi falta de ganas era un motivo lo bastante válido como para vencer todos sus argumentos.

Pero tardé muchos años en ponerle nombre a aquella práctica sexual que consentí, sin desear: coerción.

«Coerción» es un concepto que puede verse confundido con el consentimiento, porque una de las partes cambia de idea y termina accediendo, lo que no significa que esa decisión se haya tomado de manera libre.

Sin embargo, si no quieres mantener una experiencia íntima del tipo que sea y lo haces finalmente por motivos ajenos, no estás consintiendo voluntariamente, sino que es fruto de factores externos.

Entre ellos está la insistencia (a la que quieres poner fin), la culpabilidad que crece dentro de ti por no cumplir la expectativa de pareja que se espera, el miedo a la reacción que pueda tener tu negativa, las amenazas, persuasiones, incomodidad…

La coerción puede llegar en cualquier momento de tu vida, bien por parte de esa persona que estás empezando a conocer -y con la que todo parece ir de maravilla-, hasta tu pareja, con la que llevas varios años de relación.

Al principio puede tomar muchas formas: «No seas monja, todo el mundo ha tenido sexo a tu edad», «Llevamos viéndonos unos meses, ¿cuándo va a ser el momento?», «Solo es sexo, le das demasiada importancia», «No debes de ser tan buena en la cama, igual por eso estás soltera»…

¿Cómo se ve la coerción en pareja?

Aunque, por experiencia personal, es dentro de una relación estable cuando más sucede la coerción.

Y uno de los motivos sería que todavía hay personas que forman este tipo de vínculos con la equivocada idea de que estar en una pareja significa tener una barra libre de sexo.

Quizás es más difícil de identificar porque cuesta pensar que nuestro novio o novia está mirando únicamente por sus deseos (y no le importan los nuestros).

También porque puede disfrazarse de varias maneras, como ‘transacción’: «Recojo la ropa del tendedero, pero luego un poco de sexo» o «¿Seguro que no te apetece si te doy un masaje?».

Es también coerción hacer hincapié en los tiempos cuando estás en un momento en el que no te apetece, por la razón que sea: «¿Crees que esta noche te vas a sentir con ganas?», «No puedo esperar a que se te pase esta etapa tan rara», «Llevamos mucho sin tener sexo, me cuesta cuando pasa tanto tiempo»…

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O como chantaje emocional: «Las parejas tienen sexo, si no vamos a hacerlo deberíamos terminar», «Lo necesito ahora», «Si no tienes ganas conmigo debe ser porque me estás engañando y estás poniéndome los cuernos con otros»

Y, por supuesto, otro factor coercitivo es apelar a la culpabilidad de estar en deuda con la otra persona: «¿Cómo que no quieres? Es San Valentín», «No creo que me quieras tanto como dices» o «Tienes suerte de que siga contigo, podría estar buscando sexo fuera de la relación».

A modo de friendly reminder, quiero repetir que tenemos el derecho de decidir cuándo nos apetece tener sexo y un «no» debería ser siempre respetado, venga en la manera que venga, ya sea expresado alto y claro o en forma de lenguaje corporal.

Se puede cambiar de idea y que el deseo se reactive, claro, la diferencia es que la decisión parte de ti, mientras que todas las estrategias que busquen convertir nuestra falta de ganas en un «sí» son coerción.

Que no se nos olvide que el sexo no es algo que se hace, es algo que se comparte.

Mara Mariño

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Los hombres se sienten capaces de aterrizar un avión, pero no de entender el consentimiento

Ayer una amiga me habló de esa tendencia en TikTok que consistía en preguntarle a tu pareja si, en una situación de emergencia en pleno vuelo comercial, se vería capaz de aterrizar el avión.

La gracia es que todos los interpelados de la red social afirmaban rotundamente que sí, que lo harían. Dispuesta a ponerlo en práctica, solté la pregunta al llegar a casa esa noche.

Mi pareja no titubeó, él también se imaginaba aterrizando un avión de una pieza.

piloto de avión

PEXELS

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Por un lado, su respuesta no me sorprende. Llevan desde pequeños viendo películas de acción donde el héroe debe tomar los mandos y llevar la nave a tierra sana y salva (y siempre lo consigue).

Quizás si hubiéramos sido nosotras las que en vez de fijarnos en princesas Disney hubiéramos admirado a Tom Cruise, tampoco titubearíamos al responder que podemos lograr eso y más.

Según mi novio, el hecho de que lleven jugando a videojuegos de naves también les hace sentir cierta seguridad a la hora de contestar de manera positiva a la tendencia viral.

Choca esa seguridad, teniendo en cuenta que las consolas no convalidan cuando se trata de prácticas de conducción, pero aún más cuando averiguo gracias a Google que la carrera de piloto dura entre 5 o 6 años.

Lo impactante es el consenso universal masculino de confiar en sus habilidades para pilotar.

No voy a hacer el chiste -ya convertido en cliché-, de que sabrían aterrizar un avión, pero no encontrar el clítoris porque a estas alturas de la película, ya hemos pasado ese nivel (y gracias al Satisfyer ya no hay dudas de dónde está).

Pero sí quiero reflexionar sobre la diferencia de capacidades ligadas a la masculinidad. Contrasta la ficticia gran habilidad aeronáutica respecto a la falta de competencias de comprensión.

Me refiero a conocer la voluntad de otra persona cuando se trata de acceder de manera deseosa y consentida a la intimidad.

Según los resultados del informe de FAD Juventud de mayo, el consentimiento solo se ve como ‘vía de escape’ de un posible proceso judicial.

En ningún caso como una forma de mantener relaciones sexuales sanas. No nos olvidemos de quienes siguen pensando que hay que llevar un contrato encima que se debe firmar previo polvo.

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No extraña que haya quienes se identifiquen como esos sujetos activos que lo mismo pilotan una aeronave, que inician una aproximación sexual: hablando, ligando y viéndonos a nosotras como el avión que solo está ahí para ser seducida y, a posteriori pilotada.

Llama la atención que la complejidad de la maniobra aeronáutica debería parecer mucho mayor y complicada que la de leer a tu acompañante. Y sin embargo, es de esto último de lo que se sienten incapaces.

Con una educación detrás mucho menor que para llevar naves que surcan el cielo, entender de manera activa si se quiere tener sexo va más allá de los claros «sí» o «no» y no, no es tan complicado.

¿Cómo creerse capaz de leer una máquina que tiene más de 350 perillas, interruptores y controles y no de saber interpretar la comunicación verbal que habla por sí sola?

Hablo de cuando hay rigidez, una falta de entusiasmo o participación, esa expresión de desconexión con la mirada perdida, la incomodidad o nerviosismo, el silencio tenso, la evitación del contacto visual…

No necesitamos que aterricen aviones, la competencia nos importa, el verdadero desafío de los hombres, es que sepan si deseamos ese encuentro.

Que además van a tener muchas más ocasiones de ponerlo en práctica que de manejar un avión con sus propias manos.

Mara Mariño

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La ocurrencia de los abogados de Dani Alves que ‘demostraría’ el consentimiento es ridícula

Cada caso relativo a un abuso sexual es una caja de sorpresas. Nunca sabes qué argucia va a sacar la defensa del acusado para eximirle de su responsabilidad como agresor.

Como por ejemplo la de 1999, año en el que el Tribunal Supremo italiano dictaminó que una violación donde la víctima llevaba vaqueros, no se podía considerar violación por lo difícil que resulta quitar esa prenda.

mujer bragas

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Pero no tenemos que remontarnos tanto en el tiempo.

Ahora mismo, en pleno 2023, el caso de Dani Alves ha tomado un nuevo giro.

Su equipo de abogados se agarra a que, viendo las pruebas médicas (o más bien la ausencia de lesiones en la vagina de la víctima), habría habido flujo vaginal.

Según ellos, la señal de que hubo una excitación que invalidaría que se tratara de una violación.

Un razonamiento tan surrealista que he querido poner antes el de los pantalones vaqueros para ilustrar el problema que veo entre ambos procesos judiciales: nunca es el violador, siempre son las víctimas.

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Pero, ¿cómo puede ser que lleguemos al punto de mirar con lupa -casi literalmente-, unos genitales y lanzar hipótesis al tuntún antes que creer un testimonio de una agresión sexual?

Sobre todo cuando, por muy expertos que sean en materia de abogacía tienen entre cero y ningún conocimiento de fisiología del aparato reproductor femenino.

Como el bioquímico Pere Estupinyà explicaba en su libro, S=EX2: La Ciencia del Sexo: «Los genitales pueden reaccionar a estímulos que la mente no interpreta ni experimenta como excitantes y no ser conscientes de ello».

Es decir, que un roce, un beso o un acercamiento –incluso forzados-, tienen la posibilidad de generar una respuesta física que no tiene por qué corresponder con un deseo ni un consentimiento.

 

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De hecho, más allá de cómo nuestro cuerpo contesta, si nos ponemos a analizar el ‘comportamiento’ del flujo vaginal, que haya más o menos (o ninguno) es algo que también va variando.

Hay momentos del mes que, en función de la fase del ciclo menstrual y su correspondiente respuesta hormonal, la vagina puede ser un secarral o estar lubricada hasta el punto de que traspase las bragas.

Y es otra respuesta fisiológica incontrolable que nada tiene que ver con la excitación (o falta de esta).

La conclusión que saco de esta maniobra de los defensores del futbolista, es que parece que la lista de requisitos para no ser violada continua creciendo.

No te maquilles, no te pongas esa falda corta, no lleves tacones, no coquetees, no bebas, no vayas sola, no salgas de noche, y, desde hoy, no lubriques, que como tengas la mala suerte de que ese día te pase algo, va a tirar por tierra tu denuncia de que no fue consensuado el asunto.

Todo para obviar que el verdadero problema no somos las víctimas, cómo vestimos o por dónde vamos. El único factor del que depende una violación es un violador.

Si algo manifiesta la excusa de los vaqueros o la del flujo vaginal es que en 24 años habrán cambiado muchas cosas, pero la Justicia sigue siendo la misma: patriarcal.

Mara Mariño

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Cómo hablar de sexo con los hijos: así debería ser ‘la conversación’ según una sexóloga

En la educación sexual que recibí en casa por parte de mi madre, la palabra «consentimiento» no estaba en la conversación.

Pero tampoco hizo falta, porque se me grabó que, como ella decía, cada vez que tuviera sexo debía ser con quien yo quisiera y deseara.

padre hijo educación sexual

PEXELS

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De esa manera tan sencilla aprendí no solo que tenía libertad absoluta, sino que tenía que quererlo.

Y aunque el sistema de mi madre no tiene por qué ser el que te convenza, Rosa Navarro, psicóloga y sexóloga que colabora con Diversual.com da algunos consejos a la hora de abordar el tema en casa con los más pequeños.

¿Cómo acompañar a un hijo/a si no quiere tener relaciones sexuales, pero su pareja sí?
Para empezar, deberíamos dejarle claro que mantener relaciones sexuales no es lo mismo que tener penetración y que las experiencias sexuales pueden incluir o no coito. En el caso de que detectemos que nuestro hijo o hija se encuentra en una situación en la que su pareja desea tener relaciones sexuales y él o ella no, hay que generar un espacio de escucha. No quitarle importancia a la situación y tampoco limitarnos a frases hechas. No es aconsejable optar por un enfoque en el que pongamos el foco en criminalizar a su pareja, ya que podemos generar lo contrario a lo que estamos buscando.

Podemos hacer algunas preguntas, pero dejando que se exprese y que explique lo que realmente le apetece o lo que quiere hacer. Hay que escuchar con calma, intentando animarle a contar cómo se siente, reforzando de forma positiva el hecho de que esté confiando en nosotros. Para esto podemos usar pequeños mensajes y frases intercalándolos en la conversación: “Gracias por compartir esto conmigo”, “Entiendo lo que me cuentas y valoro mucho que nos lo estés contando”. Pero, sobre todo, recordarle que haga lo que haga, siempre va a poder acudir a nosotros para resolver dudas o simplemente hablar.

¿Cómo podemos explicarle la importancia de que quiera ese encuentro?
Hemos de hablar sobre deseo y consentimiento. También ver cuáles son sus expectativas acerca de lo que se espera de una relación de pareja, dejándole claro que tener una relación sexual es algo opcional, y que no debe convertirse en una obligación. Si hemos hecho un trabajo previo en cuanto a educación sexual en casa, ya tendremos una base sobre la importancia de los límites y del respeto de las decisiones dentro de una relación. Hay que recordarle sus derechos y que sepa que puede decidir con quién y cómo estar tanto en el plano sentimental como sexual. Y que decidir no tener relaciones sexuales y decir a una pareja lo que se quiere de forma asertiva no significa que no se quiera a esa pareja.

También podemos darle ejemplos de formas de gestionar momentos en los que no se cumpla lo pactado o en los que no se sienta cómodo con la situación. Explicarle que la comunicación y, ante todo, la comunicación asertiva es la mejor vía para conseguir relaciones afectivo-sexuales plenas y satisfactorias. Y como a hacer se aprende practicando y también observando a los demás; incluso podemos aventurarnos a hacer un pequeño role playing en el que pueda practicar o ver como nosotros mismos rechazamos propuestas con las que no nos sentimos cómodos.

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¿Cómo sé si está preparado para tener relaciones sexuales? ¿Puedo ayudarle de alguna manera?
Si está o no preparado para las primeras relaciones sexuales es algo que debe averiguar él mismo. Está claro que vamos a intentar protegerlo al máximo y evitarles cualquier mal trago o daño. Y para esto, nuestra mayor herramienta es la educación y que aprenda a tomar decisiones de forma responsable y con la mejor y mayor información.

Si creemos que se está adelantando y que no está preparado está en nuestra mano hacerle reflexionar sobre lo que implican las relaciones sexuales, lo que le hace sentir ese momento y sus expectativas. Atender también a sus necesidades de información y aunque no estemos de acuerdo, acompañarle proporcionándole acceso a métodos de protección. Existen muchísimos recursos a los que podemos redirigirlos, y algo muy efectivo es acercarnos a ellos a través de su mismo lenguaje: usando cuentas de
Instagram, podcasts, series conocidas e incluso TikTok. Hay muchas plataformas que se dedican a mostrar otras realidades sexuales de diversidad sexual, incluso existen marcas como Diversual que cuenta con una Academia Erótica con gran variedad de información sexual.

¿Cómo influye en la sexualidad la presión de grupo?
En la adolescencia, la presión de grupo puede influir de forma que se sientan obligados a realizar conductas sexuales para las que no se pueden sentir preparados o con las que no se sienten cómodos. La seguridad de muchos adolescentes se basa en la aceptación de su círculo de iguales. La opinión y lo que digan de ellos les suele afectar mucho y puede forzarles a tener comportamientos con la única intención de reafirmarse ante los demás. Esas ganas de ser aceptados por el grupo pueden propiciar que los adolescentes reproduzcan modelos sexuales inadecuados.

¿Cómo hablarlo con tu hijo/a?
De forma natural, haciéndole ver que es normal que sienta esa necesidad de parecerse a sus amigos. Pero también recordándole la importancia de ser sincero o sincera con lo que siente y de cuidarse a uno mismo y de desear y consentir de verdad lo que se hace, sea en el plano sexual o en cualquier otro. De nuevo, es fundamental validar sus emociones y acompañarle sin reproches, pero sí reforzando aquellas habilidades sociales que le sirvan para empoderarse. Como es complicado que nos vea a nosotros como referentes, podemos darle buenos ejemplos de jóvenes más cercanos a su edad que le hagan cuestionar las situaciones a las que va a enfrentarse.

¿Cuál es el papel como padres respecto a la primera vez de un hijo/a?
Lo principal es no mirar a otro lado. Aunque nos cueste un poco, hemos de asumir que nuestros hijos e hijas son personas que en algún momento van a iniciarse sexualmente y van a practicar sexo con otras personas. Nuestro papel pasa por influir de forma positiva sobre su educación sexual y para ello hay que hablar con ellos de todos los temas, dejando de lado nuestra vergüenza. Dar ejemplo es también parte de educar en sexualidad, y si perciben que evitamos tener conversaciones con ellos sobre temas de sexualidad que les preocupan, al final estamos alimentando la idea de que la sexualidad es algo que debe mantenerse en secreto o por la que hay que sentir culpa o miedo. A veces, presuponemos lo que nuestros hijos e hijas tienen ‘x’ información y no sabemos realmente qué necesidades reales en cuanto a educación tienen. Preguntar sobre qué saben sobre un tema concreto nos puede ayudar a saber de qué punto partir.

Más allá de métodos anticonceptivos, hemos de tratar temas como la autoestima, la importancia de las caricias y besos, el respeto, el consentimiento y las relaciones sanas. Toda esta información, siempre ajustada a su edad y a su nivel de comprensión.

Mara Mariño

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Sobre la ‘app’ de consentimiento sexual y sus lagunas

Hace unos días leía la noticia de un despacho de abogados que había puesto en marcha una aplicación donde se pudiera dejar constancia legal del consentimiento de una relación sexual.

Vamos, quienes vieron que podían ‘mejorar’ la idea de aquellos chavales que empezaron con la idea del contrato en la discoteca.

Algo que debió de parecerles perfecto para todos esos hombres que preguntan en redes sociales -sí, sorprendentemente no hay mujeres- que ay que ver esto del consentimiento y que solo se va a poder tener sexo en presencia de un abogado.

firmar consentimiento

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Hay varias cosas que me vienen a la cabeza después de enterarme un poco de cómo funciona la app (que solo requiere los documentos de identidad de los participantes por ambas caras y una firma que después se manda tanto al despacho como a los implicados vía mail).

Pero la primera y más importante es que el consentimiento no es algo estático porque las personas podemos cambiar de idea sobre algo.

Es como si yo firmo que voy a hacer puenting. En ese momento estoy convencida, llevo meses dándole vueltas a la idea y me apetece mucho.

Cuando llega el momento, veo la altura del puente, me ponen las cosas encima y el salto se vuelve más real, me empiezan a entrar las dudas.

¿Realmente quiero hacer puenting? Ya no me está apeteciendo.

Es muy alto, no me siento a gusto y de la altura, me está dando vértigo. Cuando estoy asomada y lista, confirmo que no, no quiero hacerlo.

Estaba decidida pero en el momento, justo antes de tirarme, me he dado cuenta de que no me llama igual. He cambiado de parecer.

Si en ese momento alguien me empujara, podría causarme un trauma o una lesión. Lo mismo sucede con el sexo.

Firmar un documento, registrarse en una app o decir «Sí» alto y claro, en un momento puntual, no es una barra libre a todo lo que pueda pasar a partir de ahí.

El consentimiento cambia por mil razones: podemos sentirnos a disgusto, pensar distinto, preferir otro momento, otro ritmo…

La aplicación contempla que esto pueda suceder y manda un link al correo electrónico para revocar la acción, donde hay que pinchar para que conste la hora.

Pero, ¿quién echa un polvo con el móvil en la mano? Por lo pronto podemos cambiar de idea y que esté sin batería, que la otra persona acabe de cometer una agresión -como quitarse el preservativo- y estemos en una situación de exposición o que, aun teniéndolo en la mano y notificando la revocación, simplemente no pare.

En cuanto a la opción de notificar la revocación después, si ya tenemos el estigma de que denunciamos violaciones falsamente, según muchos, «porque no las hemos disfrutado» o «no han sido como esperábamos», ¿en qué cambia hacerlo a través de una app?

¿Va a ser diferente? ¿Se va a creer en ese caso nuestra palabra o los abogados van a estimar que teníamos que haberlo hecho antes o que no es válido porque estamos «insatisfechas sexualmente»? ¿

Cómo vamos a poner eso en manos de alguien que no estaba participando? ¿Va a ser diferente y nos van a creer solo con nuestra palabra o tendremos que grabar un vídeo donde decimos «No» para que se adjunte con la revocación?

Es ridículo.

Además, en España casi el 60% de los abogados son hombres, permitidme que dude de que no vayan a ponerse del lado del agresor -como pasa casi siempre que se divide la opinión pública y los hombres empatizan más con los agresores que con las víctimas mujeres-.

Otra cosa que no contempla la aplicación es que, cuando ponemos el foco en el consentimiento, nos olvidamos del aspecto más básico de una relación sexual: el deseo.

El sexo es un acto de placer que tiene que ser buscado por ambas partes. Y puedes haber consentido, ¿pero lo deseabas realmente?

¿Por qué no se le da importancia a que las dos personas tengan ganas de hacerlo?

Así que más que preparar estrategias para poder follar de cualquier forma, con la conciencia tranquila, igual habría que centrar los esfuerzos en trabajar la educación sexual.

Y en enseñar que la voluntad tiene que venir acompañada de las ganas. Porque pensar en el consentimiento como único factor a la hora de tener sexo, hace que lo veamos como algo que se debe permitir, cuando el sexo es algo que se debe desear.

Mara Mariño

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Muñecas sexuales y violencia hacia las mujeres: una oscura relación

Fue en el pasado Salón Erótico de Barcelona que vi, por primera vez, una muñeca sexual.

Además me acuerdo que una amiga sexóloga me invitó a meter un dedo por el orificio que imitaba la vagina para comprobar cómo se parecía a la realidad.

Y sí, mucho.

muñeca sexual

ROSEMARY DOLL

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La muñeca parecía mirar al infinito mientras descubríamos que hasta su piel tenía esa textura aterciopelada, tan similar a la nuestra.

Sabía que era un juguete sexual, pero es que parecía muy humana.

Ya no era como esos modelos que salieron cuando empezó el furor por las muñecas sexuales, que parecían flotadores de color rosa con la cara pintada por un niño de Art Attack.

Aquello era como estar en el principio de lo que podría convertirse en Blade Runner, una sociedad formada por humanos y replicantes.

Y, por supuesto, algo me rechinaba.

Siendo tan parecidas, lo único que podría faltar en apariencia, para sustituir a una mujer real, era el calor corporal y la respiración.

Dos características que muchas empresas, especializadas en muñecas, también permiten añadir a sus diseños.

En tanta similitud veo el problema. Porque al emular seres humanos casi a la perfección, tiendo a pensar que más de uno podría confundirse tratando a las muñecas como mujeres… Y a las mujeres como muñecas.

Y un último estudio realizado por The Journal of Sex Research, que se centró en analizar los comportamientos de hombres heterosexuales que poseen muñecas sexuales, acaba de confirmar mis sospechas.

Se dividió la muestra en dos grupos, los que trataban a la muñeca como su pareja y aquellos que la utilizaban como cualquier otro artículo íntimo.

Fueron los que se sentían en una relación con la sex doll quienes, en la siguiente fase del estudio, mostraban actitudes violentas hacia las mujeres reales.

Tendían a cosificarlas y mostrar comportamientos más hostiles hacia ellas, fijándose solo en el aspecto físico de estas -sin prestarle atención a la forma de ser, conversación, etc- y considerando que las mujeres reales solo buscan aprovecharse de los hombres y hacerles daño.

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Del grupo que pensaba de esta manera, gran parte estaba formado por hombres divorciados o solteros.

A diferencia de las mujeres humanas, consideraban a su muñeca la pareja perfecta y sentían que tenían un vínculo emocional con ella.

En cambio, los participantes del otro grupo, solo veían la sex doll como podían ver un masturbador. No se habían involucrado con ella de manera sentimental.

Los resultados de sus pruebas tampoco mostraban que les afectara a la hora de relacionarse con mujeres, solo eran un juguete sexual más.

Así que mi conclusión es que lo que realmente habría que cuidar es qué se hace con ellas. Una muñeca puede cumplir una fantasía de la misma manera que otros productos ayudan a explorar la sexualidad.

Pero no se pueden seguir adquiriendo como quien compra una mujer ‘a medida’. Sobre todo porque muchos de los que tienen estas muñecas en casa afirman que son «mejores que las mujeres de verdad».

Cuando lo que las convierte en ‘mejores’ es que no hablan, no se mueven ni tienen voluntad -por lo que no se oponen a los deseos de su propietario-, realmente se está comprando que pueden hacer con ellas lo que quieran sin ninguna consecuencia.

Es decir, se fomenta esta idea de que el sexo es un bien más que se puede adquirir en el mercado.

Por el camino quedan olvidadas la intimidad y la empatía, dos cosas que se construyen interaccionando entre las dos partes.

Así como el consentimiento, que es algo que sí es imprescindible para tener sexo con una mujer real.

Mara Mariño

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Aprender a ligar (bien) cuando sales de fiesta: la campaña de esta sexóloga en Bilbao

¿Cuántas veces has salido de fiesta y han dado por hecho que, por ser amable, estabas insinuándote?

¿Y cuántas veces has tenido que decir que no estabas interesada en tener nada con una persona y no ha dejado de insistir hasta que has sacado la baza de que tienes pareja?

¿Por qué solo te dejan tranquila si saben que ‘perteneces’ a otro?

Punto Morea Bilbao

EL BLOG DE LILIH BLUE

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Nuestras nociones de flirteo no son precisamente las mejores. Pero, ¿y si eso pudiera cambiar? ¿Y si pudiéramos salir de fiesta y ligar bien?

Esa era el objetivo que Melanie Quintana, la sexóloga que se encuentra detrás de la plataforma de educación sexual Somos Peculiares, se propuso.

En su primer año como directora ejecutiva del Punto Morea (Punto Morado) en Bilbao, no solo sacó adelante el proyecto para que la Aste Nagusia 2022 (la Semana Grande) contara con un espacio seguro, sino que fue más allá uniéndolo a la divulgación de educación sexual.

«Siempre ha habido carpas que han promovido las relaciones libres, la prevención de ITS, el VIH, pero nunca ha habido educación sexual en el Punto Morea. Sí divulgación o campañas relacionadas con el feminismo, pero nunca educación sexual como tal», dice la sexóloga.

Su stand, un mix de colores que arrasa en Instagram estos días por ser uno de los rincones más fotografiados de las jaias, no es solo un punto de encuentro para mujeres de todas las edades, que se acercan por curiosidad algunas y con un firme convencimiento otras.

«Esperad, que vengo con mi nieta», dice una señora hablando con una de las técnicas en igualdad del Punto Morea.

Otra le cuenta a su hija, mientras le colocan una de las pulseras que se han diseñado para la campaña (que lleva escrito ‘Solo sí es sí’), que nadie debe tocarla sin su consentimiento.

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Además es un lugar de bienvenida para que, como la propia Melanie nos cuenta, se acerquen otras asociaciones feministas para fomentar la sororidad con cualquier colaboración.

Pero, ¿cómo consigue un puesto en unas fiestas populares ayudarnos a ligar mejor?

Además de los talleres de educación sexual que se están impartiendo en los diferentes barrios de Bilbao, acompañando la acción, el puesto es en sí mismo una declaración de intenciones.

«De primero de flirteo, toma nota: Sí es un deseo. No es un límite», dice una de las paredes donde más se fotografían las asistentes a las fiestas.

«Debe haber un Punto Morado porque siempre pasan cosas», dice la sexóloga. «Intentamos prevenirlas, pero no podemos pretender que desaparezca la violencia si no hay educación de base».

Por eso su stand, en pleno corazón de las fiestas bilbaínas, resulta tan impactante: «Las campañas del ‘no es no’ se quedan escasas y se basan en la negativa. No queda trasfondo de cómo aprender a relacionarnos mejor».

«Respeto, ligoteo sano, consentimiento, límites y deseos» son el foco de los mensajes, desde la educación sexual, que aparecen tanto en el punto (en euskera y traducido al inglés y castellano) como en las pulseras que reparten.

Son otros de ellos el «Mi no tiene suficiente fuerza, no necesito añadir que tengo pareja», «Los límites que pongo son para respetarme, no para ofenderte» y «Sin responsabilidad afectiva no juego».

«La propuesta fue llegar a la raíz del problema. Necesitamos educación en cómo nos relacionamos. De nada vale decirnos así no puedes relacionarte. Hay qué enseñar cómo podemos hacerlo bien y bonito», afirma la experta.

¿Alguno de los tips para ligar de fiesta -o en cualquier lado- que dan en el stand?

«Cómo nos podemos decir que sí a algo mediante la comunicación asertiva, conquistarnos de forma sana respetando lo que los demás desean, cómo podemos hacer para gestionar un rechazo, porque no somos una croqueta, a todo el mundo no le podemos gustar. Y a todo el mundo no le puede gustar nuestra forma de interactuar o ligar con ellos».

«También el poder decirle a alguien ‘Me encantas’ incluso sin hacer alusión al físico. Tocar el pelo y otros códigos. Ni todo es blanco ni negro, es en los grises donde podemos jugar».

Y es que hay algo que, a la orilla de la ría de Bilbao, la sexóloga nos recuerda: «Se pueden tener gestos de cariño y de ternura sin que sean soeces, estamos buscando conquistar, no follar».

Mara Mariño

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Tranquilo amigo, no tienes que llevar un contrato encima por la ley del ‘Solo sí es sí’

Ya había hombres que se llevaban las manos a la cabeza, preocupados de si tenían que tener sexo ante notario.

Pero ahora, la Ley de Garantía de Libertad Sexual (conocida como la ley del ‘Solo sí es sí’), les ha dejado aún más consternados.

Lo que empezó con una broma en redes de que deben empezar a llevar encima un contrato cuando salen de noche, es algo que ha llegado a viralizarse en redes sociales por parte de un grupo de chavales, que los esgrimían en la discoteca.

hombre preocupado

PEXELS

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Y en ese sentido, nosotras lo tenemos más ‘fácil’. Estamos acostumbradas a llevar de todo en el bolso para que nos dé menos miedo volver a casa solas.

El manojo de llaves que nos creemos que funciona a modo de puño americano, un calzado de repuesto para quitarnos los tacones por si tenemos que correr en algún momento, un spray de colonia o desodorante (porque el de pimienta no es legal)…

Pero claro, ellos no cuentan con la ayuda del bolso, así que, ¿dónde van a llevar las copias del contrato de consentimiento? ¿En el bolsillo y arriesgarse a que se arrugue?

Ironías aparte, si esto es algo que te preocupaba -y ya estabas mirando qué pantalón tenía los bolsillos más grandes para ir con los folios y el boli- tengo buenas noticias para ti: puedes dejarlo todo en casa, no te hace falta.

Es más, voy a explicarte de manera muy sencilla en qué consiste esta nueva ley y por qué no debería de preocuparte nada.

Se le da importancia al «Sí» porque son muy frecuentes los casos en los que la voluntad de la víctima se encuentra alterada.

Es el caso de si se encuentra bajo los efectos del alcohol, drogas o sustancias mediante las cuales siente que no puede decir que no, como es el caso de los pinchazos (de los que os hablé hace unos días).

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Y si se ha considerado que el consentimiento mediante el «sí» es importante, es para evitar que los «es que ella no dijo nada en ningún» o «se quedó callada, ¿cómo iba a saber que no quería?» no sirvan como excusa.

Esto lleva a que muchos hombres (y mujeres también, especialmente las madres de varones) piensen que su libertad se encuentra dependiendo de que una mujer cualquiera vaya a una comisaría e interponga una denuncia que bien puede ser falsa.

En este sentido, pueden respirar con tranquilidad. No se está persiguiendo a los hombres ni nos están dando el poder de que podamos castigar arbitrariamente a quien nos dé la gana.

 

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La presunción de inocencia sigue ahí porque el Tribunal Constitucional ya dijo que las leyes de violencia de género no son contrarias a la Constitución Española.

Esto significa que, solo con la denuncia de una mujer, nadie va a acabar en la cárcel, ya que es la Ley de Enjuiciamiento Criminal la que lleva las detenciones.

Para que sepas un poco cómo va esta ley, funciona de la misma manera que los casos de hurto, robo o estafa. Es decir, la palabra del denunciante es la que tendrá peso para el juez, pero a partir de ahí se debe investigar si es verdadera o no.

Así que no tienes que preocuparte, es la propia Justicia Española la que te protegerá tras la investigación (si eres inocente, claro).

Esta nueva ley también castiga con pena de cárcel la difusión de fotos y vídeos, que es algo de lo que, hasta ahora, salían indemnes quienes lo utilizaban a modo de venganza o castigo.

Pero también resulta tan sencillo como no enviar nada íntimo, que haya llegado de otra persona, si eres el destinatario.

Como conclusión final, y para calmar esos ánimos, al igual que no llevas un contrato encima cada vez que entras a una tienda, para que el dependiente confirme que no te has llevado nada y no eres culpable de robo, no debes preocuparte porque una mujer firme si no tienes intención de violarla.

Así de sencillo.

Mara Mariño

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Si es tu pareja, ¿necesita tu consentimiento?

Te planteo una pregunta: el que era mi novio de aquel momento, estaba tumbado en la cama. Yo me encontraba recostada a su lado.

Estábamos viendo la reposición de una famosa serie de televisión cuando me dijo que si se la podía chupar.

Una pareja sentada en la cama consentimiento

PEXELS

En aquel momento, con toda la pereza del mundo de estar en la postura perfecta sin ganas de nada que no fuera seguir tumbada, le dije que no me apetecía.

Se incorporó y empezó a decirme que cómo podía ser tan egoísta. Que si me lo pedía era porque lo «necesitaba», porque «estaba pasando un mal momento», porque aquello le haría «pensar en otra cosa».

Si como pareja suya, no era capaz de ver todo eso, si no lo hacía por «el amor que sentía», es que no era «una buena novia».

Bajé la cabeza y se la chupé.

Y ahora la pregunta: ¿consentí a tener sexo?

Accedí, sí, pero de manera coaccionada, sin ninguna gana de hacerlo.

Solo por la presión de su discurso y por haber pulsado una tecla que siempre funcionaba conmigo, la de la culpabilidad de querer ser la mejor pareja.

Accedí y ahora me arrepiento. Porque así no debería ser poner en práctica algo placentero, con un chantaje emocional, haciendo a la otra (o al otro) sentir mal.

Accedí, pero mi consentimiento interno -que no el que puse en práctica- no estaba de acuerdo con mis acciones.

En aquel momento tenía que haber visto que, una persona que recurre a la manipulación para conseguir algo (lo que sea), no era buena para mí.

Pero llegamos a una pareja todavía con muchas cosas que desaprender. La primera es que estar con alguien nos abre la puerta a una barra libre de sexo. Cuando y donde quieras puedes pasar por la estación de sus piernas a recargar o descargar, lo que prefieras.

Y nosotras todavía arrastramos la culpabilidad de que, si nuestra pareja no está satisfecha, puede irse a otro lugar -que es otra persona- a conseguir eso que no podemos darle.

Lo que deberíamos tener claro, en su lugar, es que si esa es la razón por la que alguien se va de nuestra vida, no es la persona que queremos a nuestro lado. Mejor solas que forzadas a follar.

Estar en pareja implica que haya sexo siempre y cuando las dos personas quieran tenerlo por voluntad propia. Si uno de los miembros no está de acuerdo por lo que sea (dolor, sueño, cansancio o que no le apetece y punto), debe ser respetado.

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Que haya sexo en pareja no implica tampoco acceder a cualquier tipo de sexo. No todas las prácticas se pueden realizar sin tener antes una conversación primero asegurándonos de que no cruzan los límites de nadie.

Así que quédate con esto: si ignora tus negativas, si te coacciona, si te manipula, si se enfada si no lo haces, si te amenaza, si te resignas, no estás teniendo sexo con tu pareja. Te está violando tu pareja.

Mara Mariño

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