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¿Qué le falta al masturbador masculino?

Desde que los Reyes Magos le trajeron a mi novio un masturbador masculino, llevaba tiempo queriendo probarlo en pareja.

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Este tipo de juguetes -los que, hasta hace nada, se conocían por ser ‘vaginas en lata’- han ido evolucionando. Su diseño está mucho más cuidado y el interior se ha perfeccionado.

Ya no es tan importante que se asemeje a una vulva, muchas marcas de juguetes sexuales se han centrado en que el diseño sea funcional.

Es el caso del artículo que tenía por casa. Un juguete que, si no sabes lo que es, podría pasar por un bote de champú o un altavoz.

Entre que este fin de semana me encontraba muy acatarrada, y que estaba pasando unos dolores bastante fuertes de menstruación, casi parecía el día perfecto para probarlo.

Tenía las hormonas por las nubes de ver a mi pareja por casa sin camiseta, las ganas no faltaban. Así que el momento no podía ser más ideal.

Lo bueno de este tipo de productos es que son bastante sencillos, incluso para cuando quieres usarlos en pareja. Abrir meter y menear.

Además, venía con lubricante dentro, un punto a favor, ya que consigue que el movimiento sea mucho más fluido.

Aunque cualquier hombre lo puede usar solo, yo prefería que fuera algo que probáramos juntos, para que añadiera algo distinto a nuestra rutina sexual.

La textura del interior del juguete y sus medidas recordaban bastante a una vagina real, algo que también pude comprobar de primera mano metiendo el dedo.

No solo imita a la perfección la sensación de estrechamiento que tanto les gusta a ellos, sino que era muy fácil de usar con una o con dos manos.

El único problema que me señaló mi pareja fue la falta de estimulación visual. Esto es algo bastante comprensible, ya os he hablado en otras ocasiones que los hombres suelen ser más visuales que nosotras.

De la misma manera que consigue llegar al orgasmo mediante imágenes reales, cuando tenemos sexo, o de aquellas eróticas sacadas de… bueno, os podéis imaginar, la pega que le ponía al sistema era aquella.

Lo bueno es que la solución es tan fácil como acompañar el movimiento de un striptease o bien de que se use como complemento de una película subida de tono.

O eso, o empezar a usar la imaginación. La biblioteca de imágenes eróticas más completa que tenemos está en el cerebro.

Duquesa Doslabios.

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Los juguetes sexuales para hombres de los que deberíamos hablar tanto como del Satisfyer

A estas alturas de 2019 raro es dar con alguien que no conozca el famoso Satisfyer o el, malamente llamado, ‘succionador de clítoris‘.

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Parece que el placer femenino ha sido el tema del año. No solo para las empresas que crean productos sexuales sino también a pie de calle.

Sin embargo, el boum de los juguetes femeninos ha sido seguido muy de cerca por los pasos de aquellos destinados a los hombres.

De hecho, que uno de los más vendidos sea el masturbador de Tenga dice bastante de la importancia que tienen el resto de prácticas más allá de la penetración.

No solo el clásico huevo, el masturbador con forma de tubo o el Vacuum cup, que crea efecto de succión, hace que experimenten sensaciones totalmente diferentes.

Las películas dicen que uno de los mejores regalos para Navidad son los anillos (de pedida, entiendo), pero la industria del sexo ofrece una alternativa mucho más entretenida.

Ya sea vibratorio o de silicona -esos que consiguen mantener la erección y que debéis usar siguiendo estas indicaciones-, prometen dar mucho más placer en la cama que cualquier joya de diamantes.

Y para aquellos con ganas de experimentar, el estimulador prostático es la puerta que separa el placer normalizado a un mundo nuevo.

Duquesa Doslabios.

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El huevo masturbador, ¿un juguete que merece la pena?

A lo largo de mi camino por la senda de los juguetes masturbadores masculinos, los huevos de látex fueron una parada breve.

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Aunque pude probarlos con una expareja, quise darles una segunda oportunidad dentro de mi etapa como bloguera de sexo para comprobar si, por aquel entonces la inexperiencia había jugado en mi contra o si realmente son una buena inversión.

Suave, blando, con un interior lleno de relieves para hacer más placentera la experiencia… El juguete era tal y cómo lo recordaba.

Incluye una muestra de lubricante para que su uso sea más agradable, algo imprescindible a la hora de usarlo.

Si bien hay que cogerle el truco a la técnica, que viene a equivaler a masturbar como de costumbre, el reto supone que el huevo no se desplace ya que la punta puede tender a desplazarse hacia los laterales del movimiento.

Como es un juguete que va suelto y abierto, la cantidad de aire que se cuela dentro sumada a la fricción da lugar a un concierto de pedorretas que convierten el huevo en un elemento poco recomendable para quienes necesiten la máxima discreción.

Supuestamente, este tipo de productos son para un único uso, y aunque su precio es bastante asequible (entre 6 y 10 euros), yo no soy de usar y tirar, por lo que procuro volver a aprovecharlos.

Sí que es cierto que puede que por ciertas partes el huevo se haya cedido, pero con una buena limpieza (agua y un limpiador específico, ya que es de látex) por lo menos otro uso se puede sacar.

Y si el número de razones para usarlo como para optar por otro juguete se encuentran más o menos igualadas, es para mí, fundamental, las opiniones que recibí al respecto por parte de mis acompañantes.

En resumen, aunque no es la panacea de la cama, es una pequeña inversión que podemos llevar al dormitorio si queremos cambiar y no sabemos por dónde empezar.

Duquesa Doslabios.

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