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Exígete menos en la cama para disfrutar(lo) más

Ya vale de tanto agobio. Vale de pensar que siempre tiene que apetecerte, que tienes que estar de humor.

Vale de exigirte que siempre tengas una erección infinita, la vagina siempre humedecida, los pezones en punta, la libido por las nubes, las ganas disparadas

PEXELS

No siempre va a ser así y no estar en tu momento más sexual, no significa que no puedas disfrutar lo demás.

Así que en vez de que te estreses porque ese día el orgasmo parece no llegar nunca, intenta olvidarte, perderlo de vista.

Se nos pide -o más bien exige- que perfeccionemos todo lo que esté en nuestra mano.

El trabajo, las relaciones de amistad, no olvidarte de ningún cumpleaños, ser la mejor pareja, hija y hermana, sacar tres veces al perro a la calle, tener lo bastante regadas tus plantas.

El nivel de demanda no debería afectar al terreno íntimo, no deberíamos plantearlo como otro campo más en el que lograr los objetivos.

Que si se consiguen, bienvenidos sean.

Pero tampoco hay ningún problema en que, por casualidad o no ser el día o cualquier otra razón que igual ni te viene a la cabeza, no seas capaz de dar el 100% de ti.

El sexo es mucho más que ver a la otra persona como un desafío, un puesto de feria: «Consigue que se corra en dos minutos y te llevas premio».

No funciona así.

El sexo es relajación, escape, pausa, conexión, comunicación, acuerdo y punto de encuentro.

Y si nos quedamos solo con su lado placentero, restándole la importancia a todo lo demás, seguiremos pensando que qué mal no haber logrado llegar y que la experiencia no ha merecido la pena.

Duquesa Doslabios.
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Vamos a normalizar que los hombres giman durante el sexo

Miércoles 5 de enero. 10 de la mañana. Pongo una película porno conectando los cascos al ordenador para inspirarme.

(Cada una empieza el día como quiere)

Una pareja está teniendo sexo en el sofá al estilo perrito. Ella gime a tal volumen que me asusto de que alguien de mi familia haya podido oír el sonido.

PEXELS

Me quito un auricular y compruebo que todo sigue en orden.

Cuando devuelvo la vista a la pantalla han cambiado de postura. Pero hay algo que sigue igual.

Ella continúa expresando el placer a voces mientras él solo suelta algún que otro resoplido. Nada más.

La escena es habitual -la de ellos callados mientras practican sexo- y es algo que se ha repetido durante años en mi vida sexual.

Raras han sido las veces que me he encontrado con alguien capaz de soltarse y gemir.

Cuando papá porno enseña que soltar esos sonidos agudos y con deje casi lastimero es algo femenino, ¿qué hombre se atrevería a replicarlos?

Sorprendentemente, estamos rodeadas de gemidos masculinos en nuestro día a día.

Son los que suelta Nadal cuando juega al tenis, dándole un raquetazo a la pelota con todas sus fuerzas.

Son también los que oyes a los musculosos del gimnasio cuando cogen las mancuernas y hacen press de pecho.

A más peso, más esfuerzo y más alto es el quejido. En ese contexto liberar el sonido no les avergüenza.

Está bien visto gemir si es para probar que estás llevando al límite tu cuerpo, con una demostración de fuerza digna de competición de culturismo.

Pero no para estimular o gozar más con tu pareja. Según la ciencia, ese grito irrefrenable facilita la ventilación pulmonar lo que ayuda a la relajación.

También la comunicación no verbal durante el sexo significa disfrutar más del momento y por tanto, una mayor satisfacción íntima.

Así que dejar salir los gemidos tienen tantísimas ventajas, que es demasiado bueno como para no hacerlo.

Te puede interesar leer: Placer para él: cómo encontrar su Punto P, la zona erógena masculina escondida

Como una guía sonora, a nosotras nos sirven de indicativo. Sabemos que él lo está disfrutando y eso nos motiva a seguir adelante.

A chupar más hondo, morder más fuerte, lamer más seguido o movernos más rápido.

Como buenas voyeurs, nos gusta verle rendido a lo que está sintiendo. Y no hay nada como el chute de autoestima por ese placer que entregamos -y a la vez nos pertenece por generarlo-.

Que nos pone cachondas, vamos.

Duquesa Doslabios.
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Por qué sacarle partido a tu juguete sexual más básico: la almohada

Vengo a hablarte de un juguete sexual que tienes en casa pero que no sabías que estaba ahí.

O más bien que no sabías que le podías sacar partido más allá de dormir. Sí, te hablo de la almohada.

LELO

Con el boom de los juguetes sexuales, es normal que nos encante curiosear por las tiendas eróticas a ver qué nueva adquisición añadimos al carrito.

Pero que no se te olvide que, en tu propia casa, tienes una colección muy interesante.

Y aunque ya hablé de lo que podíamos usar para experimentar en la cama, sin tener que correr al sex shop del barrio, se me olvidó mencionar la almohada.

Colocada en según qué sitios y dependiendo de qué posiciones, podemos mejorar (y mucho) el sexo.

¿No me crees? Prueba a ponerla debajo de tu cadera en el misionero o apoya la tripa encima de ella cuando estés boca abajo.

Lo que consigue es subir unos centímetros la pelvis. Con esa nuevo ángulo, la penetración es muchísimo más profunda, lo que lleva a sensaciones muy intensas.

Y ahora vamos a alguna de las dudas más frecuentes que nos pueden surgir a la hora de ejecutar la idea.

¿Vale cualquier tipo de almohada o cojín? En principio sí, intenta evitar aquellas más planas -no notarás mucha diferencia si la altura es casi la misma-.

También puedes probar a experimentar con los respaldos del sofá si los puedes quitar.

Piensa que cada cojín de tu casa te dará, por su tamaño y relleno, una experiencia diferente.

Encontrarás aquellos que van perfectos para el misionero (como la almohada de dormir) y otros más rígidos con los que incluso el sexo oral resulta más cómodo para quien lo recibe y para el cuello de quien lo pone en práctica.

Sobre si hay que lavarla después, bastará conque metas la funda en la lavadora.

Pero es importante que mantengas una higiene básica como con el resto de tus juguetes.

Si por lo que sea se mancha de algo en pleno momento de pasión, no te olvides que estás a tiempo de recuperarla con estos trucos y no tener que cambiar todo el juego de sábanas.

Duquesa Doslabios.

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¿Es un amante tóxico? Estas señales deberían hacerte saltar la alarma

No falla, en el momento en el que te dice que si de verdad vas a ponerte esa blusa transparente o si vas a salir con tus amigas cuando a le apetece estar conmigo, te lo hueles.

Es lo ‘bueno’ de que se hable tanto de los comportamientos tóxicos, que eres capaz de identificarlos al vuelo y poner tierra de por medio entre esa persona y tú.

SAVAGEXFENTY

¡Si tan solo hubiera unas señales tan claras para dar con los amantes tóxicos!

Vengo a decirte que sí, que las hay. Y que es el momento de que las conozcas para que no se te escapen la próxima vez:

  1. «¿Condón? Es que me aprieta. Yo estoy muy sano, ¿no te fías de mí?», la excusa más clásica para hacerlo a pelo es también la que más nos tiene que chocar. La protección no es algo negociable ni una cuestión de confianza, es algo que se debe respetar y poner en práctica en cualquier intercambio sexual. Quien rehuse ponerse un preservativo no solo demuestra que es bastante kamikaze con las ets, sino que la coletilla añadida de su salud es una coacción sutil para que te sientas mal. La mejor postura que podéis poner en práctica es él saliendo por la puerta.
  2. Se corre y se da media vuelta, no baja al pilón, no parece tener interés en saber dónde está tu clítoris… Las personas egoístas del placer no van a ninguna parte (al menos contigo). El sexo debe ser algo recíproco donde los participantes estén igual de comprometidos en hacer que todo el mundo disfrute -y no solo perseguir el placer personal-. Es un trabajo en equipo, así que para dar con elementos solitarios, mejor quédate como estás y que continúe tu relación con el succionador de clítoris.
  3. ¿Innovar en la cama? ¿Eso qué es? «Si ya estamos bien así, no necesitamos más cosas». Cuando el mayor miedo de la otra persona es el de probar algo nuevo, estás viviendo el spoiler de lo que va a ser vuestra vida íntima: una monotonía constante. Los juguetes, las prácticas distintas de las habituales o las fantasías hacen que el sexo pase a convertirse en un mundo a descubrir. Asegúrate de dar con quien quiera recorrerlo contigo, es demasiado interesante como para quedarse siempre en el misionero.
  4. Los límites están para respetarlos. Si quieres que pare, tiene que parar. Si no quieres tener sexo, no tienes que hacerlo. Si no te apetece probar el anal, es tu decisión personal. Así que aléjate -y rápido- de quien no acepte tus decisiones. Tendrás que agudizar el sexto sentido para captar las sutiles manipulaciones, que pueden ir desde la lástima al reproche pasando por el recordatorio de que eso con tu ex sí que lo hacías y que no quiere ser menos. Si sientes que te hacen presión de cualquier tipo, haz sonar la alarma y escapa.
  5. Insultos y vejaciones. Hay una diferencia entre soltar alguna expresión malsonante en pleno momento de pasión o hablar ‘guarro’ y dejar a la otra persona a la altura del betún. Y esto no significa que no te pueda llamar «perra» si es algo que te encanta y te pone a cien. La diferencia es que ahí tiene tu consentimiento. Si siempre se refiere a ti con calificativos peyorativos o te trata con desprecio, no es una persona con la que quieras compartir más saliva (ni otros fluidos).

Duquesa Doslabios.

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Dispara el placer en la cama: qué cosas decir al oído si te falta imaginación

Que me encante escribir es algo que se refleja también en mi vida íntima.

Por mensaje, correo electrónico o incluso carta puedo explayarme y contar la historia erótica que haga falta.

SAVAGEXFENTY

La cosa cambia cuando tengo que trasladar la experiencia al directo. Cuando es el momento de que me acerque al oído y estimule a la otra persona susurrándole palabras.

Y es que de siempre, el hablar en la cama más allá de «¿podemos cambiar de posición?» o «cuidado, que así me duele», me ha sobrado.

Así que como soy consciente de la importancia que tiene saber defenderse también en ese ámbito ya sea por dar con alguien a quien le encante o por el hecho de cambiar las cosas un poco, vamos a aprender cómo salir del paso.

Ah, ¿pero hay vida más allá del «sí, sigue»? fue lo primero que me planteé.

Gracias a la escuela del porno, sabemos que no hay palabras más efectivas.

Por eso, aunque no sea nuestra mayor fuente de estimulación, lo primero es admitir que podemos conseguir muy buenos resultados si hablamos ‘guarro’.

Lo segundo, perfeccionarlo.

Así que voy a darte un ratito para que reflexiones sobre ello y nos vamos al paso número dos.

Para principiantes en materia, relatar las sensaciones del momento puede ser un buen punto de partida: desde las sensaciones físicas, lo mucho que te está excitando o incluso describir cómo lo está haciendo la otra persona.

El siguiente nivel puede ser el de narrarle una fantasía que tengáis pendiente por realizar o algún tipo de experiencia que sepas que le puede provocar.

Puede ser esa sesión de BDSM para la que todavía no habéis encontrado tiempo, entrar en detalles de cómo echaríais ese polvo en la azotea del edificio o hacerle saber que la última vez que te masturbaste, fue pensando en su cara (y contarlo con pelos y señales).

Como las fantasías son algo libre, soy también una gran partidaria de hacer partícipes a terceras personas en estas historias suspiradas entre sudor y piel.

Para quienes no se planteen abrir la relación es un añadido más con el que fantasear. La historia de cómo hacer un trío inventado, participar en una orgía o acudir a un local de intercambio de parejas también subirán la temperatura.

Ahora solo falta que lo pongas en práctica.

Duquesa Doslabios.

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‘Cualquier juguete sexual se puede usar entre dos’

Si en pareja nos gusta compartir un buen desayuno, una escapada el fin de semana o esa cita en el cine para ver la película que teníamos tantas ganas de si estreno, ¿por qué no compartir un juguete sexual?

Eso es lo que defiende Sara Martínez, experta en comunicación en EroticFeel, cuando se trata de usar los juguetes en pareja.

LELO

Y es que como ella afirma, es algo que mejora la relación por varias razones.

«Hay tantos mitos alrededor del sexo que es difícil desmontarlos todos de un plumazo, pero podríamos empezar por desterrar dos ideas, la primera es que hay prácticas para realizar a solas y otras para hacer en pareja, la segunda es que los juguetes sexuales son para masturbarse en solitario. Parece que a falta de un coito bien está un vibrador y no es así», declara la experta.

En sus propias palabras: «Los juguetes eróticos no son un sustituto de nada, son una herramienta para darnos placer, pero también para conocer nuestro cuerpo, qué nos gusta y cómo nos gusta, ¿por qué no querrías compartir eso con tu pareja? Igual que compartes un plato delicioso, una botella de vino o un viaje. Los juguetes incrementan la complicidad en la pareja, la comunicación, la diversión, y son una manera fantástica de salir de la rutina y probar cosas nuevas».

No podemos obviar la importancia que tienen a la hora de ponerle fin a la brecha orgásmica, consiguiendo que esa distancia en el dormitorio se acorte.

«Nadie es responsable del placer de otro, hay que empezar por conocer nuestro cuerpo, qué tenemos y dónde está todo (puede sonar a bromar pero de verdad que demasiada gente no lo tiene claro). Cada mujer (y cada hombre) tiene que descubrir qué le gusta y cómo le gusta y para eso los juguetes sexuales son fantásticos», afirma Sara Martínez.

«Si con un succionador de clítoris llegas al orgasmo en minutos y durante el coito no sueles conseguirlo, ¿por qué deberías seguir como hasta ahora y reservar tus orgasmos para tus ratos a solas? ¿Por qué no combinar distintas estimulaciones, utilizar los juguetes en pareja y daros placer mutuamente?», opina la experta.

A la hora de escoger el más apropiado, las posibilidades son casi infinitas. Y es que, como ella misma afirma, «cualquier juguete sexual se puede usar entre dos. Es cierto que hay algunos modelos específicamente diseñados para utilizar durante el coito, pero no hay por qué limitarse solo a esos».

«Una bala vibradora, por ejemplo, es perfecta para los preliminares, para excitar los puntos erógenos femeninos y masculinos en cualquier tipo de relación. Pero también son fantásticos los vibradores de varita, los anillos vibradores o los huevos masturbadores, se trata de probar, de convertir el encuentro en un juego que no tenga siempre las mismas reglas», declara.

Aunque si tenemos que quedarnos con un tipo de juguete como unisex, ese sería sin duda cualquiera dedicado al sexo anal.

«Lo mejor del ano es que no tiene género, todos tenemos uno y, además, repleto de terminaciones nerviosas que provocan un inmenso placer cuando se estimulan correctamente. Los juguetes anales son una de las mejores opciones para jugar en pareja, solo hay que elegir el que más se adapte a lo que buscáis y a vuestro nivel de experiencia», secunda la experta.

Bolas tailandesas, un plug anal de silicona… «Combinar la estimulación anal con la genital y extraer las bolas tailandesas del ano justo antes de alcanzar el clímax intensifica muchísimo el orgasmo», afirma Sara Martínez.

Eso sí, la higiene -siempre fundamental- es imprescindible si compartimos lo que hay en el cajón junto a la cama.

«Mantener los juguetes correctamente higienizados es clave para evitar infecciones y alargar su vida útil, si los vamos a compartir hay que extremar la limpieza. Lavarlos siempre con agua tibia y jabón neutro o con un desinfectante específico para juguetes sexuales antes y después de cada uso y guardarlos en una bolsita o neceser por separado, es decir, no guardes diferentes juguetes en la misma bolsa», explica la experta.

«Además, jamás debemos utilizar el mismo juguete en la zona anal y en la genital sin lavarlo antes adecuadamente porque las bacterias podrían pasar fácilmente de un sitio a otro. Por último, hay que tener en cuenta que los juguetes compartidos también pueden ser foco de contagio de enfermedades de transmisión sexual«.

Para quienes estén buscando ideas de qué nuevo elemento incorporar a la cama, la experta también deja una lista de sugerencias.

“Nuestros juguetes para parejas más vendidos son el Satisfyer Double Joy, un diseño con forma de U que estimula al mismo tiempo el clítoris, el punto G y el pene, los tres modelos de Satisfyer Endless, y el LELO Tiani 3 (más sofisticado y con control remoto)”, dice Sara Martínez.

Duquesa Doslabios.

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Amiga, por estas razones deberías pasarte al porno ético

Hace unos días vi, por primera vez en mi vida, porno ético. Y no se parecía en nada al que había visto hasta ese momento.

ERIKA LUST FILMS

Sí, me refiero a esos vídeos que circulan por internet de «La suegra enseñándome a follar», «Compartiendo mi novia caliente» o «Adolescente tetona se folla a sus compañeros».

Las historias del porno ético, un mundo aparte, bien podrían parecer de verdad, esas en las que una pareja empieza a darse un baño y termina practicando sexo oral.

Y si hay un nombre que se relacione con este género es el de Erika Lust.

La directora, que crea un porno completamente disruptivo en Erika Lust Films, ha conseguido crecer ampliando su equipo gracias a una clave fundamental.

Para nosotras es más fácil sentirnos identificadas con esas tramas antes que con las del porno más mainstream.

Estéticamente, también le da varias vueltas. Tiene un cuidado detrás, una dirección de arte…

Y no solo una visión creativa estudiada, las condiciones de quienes trabajan detrás son dignas, de ahí que sea un producto de pago para que su consumo resulte sostenible.

Se paga a los intérpretes, al equipo, se buscan localizaciones a la altura de la historia… Cada detalle está tan cuidado que es fácil entender lo que las propias productoras afirman sobre sus obras.

«Hacemos cine con escenas eróticas», afirmaba Jahel Guerra, Senior Producer y Talent Manager de Erika Lust Films hace unos días en Barcelona.

Marina Rull, otra de las productoras que acudió al evento en Casa Bonay, explicaba también por qué su pornografía es tan necesaria: “Lo que lo hace ético es la igualdad y el buen gusto que le ponemos a esa película. Queremos impulsar algo más igualitario”.

Y es que salirse de las etiquetas que sexualizan a las personas -o directamente darle espacio a quienes no se ven representados-, así como impulsar sus carreras, es otra de sus características: crear un producto inclusivo.

¿Su principal objetivo? El que consiguieron cuando, tras ver la película, solo pudiera pensar en meterme en una ducha con mi pareja a que me enjabonara el pelo y terminara el baño con un buen cunnilingus.

Que todo el mundo se vea reflejado en la ficción.

«Queremos hacer cine erótico que le guste a la gente», algo que, bajo su punto de vista, pasa por sacar menos genitales -aunque también tienen su parte de protagonismo- y más el disfrute de los performers, explicaba Marina Rull sobre Else Cinema, la versión más naíf de Erika Lust Films.

Y aunque el porno mainstream sigue siendo el todopoderoso de la industria, está en nuestras manos salir de ahí y buscar más calidad.

Lo que equivaldría a dejar de comer comida basura y pagarnos una buena cena en ese restaurante al que siempre hemos querido ir.

Porque este cambio, pedir calidad, no solo consigue que promovamos una visión más variada y tengan también su voz mujeres en un sector pensado por y para hombres.

Implica plantarle cara directamente al porno mainstream saliendo de ese erotismo que poco o nada se parece a nuestra sexualidad -pero que construye desde nuestros primeros años de vida-.

Y esto no ya solo nos beneficia como consumidoras, sino también como mujeres en general en la sociedad.

Porque se proyecta una imagen de que somos iguales en la cama, de que podemos ser tratadas con respeto y disfrutar de ello. Y eso construiría una idea de la sexualidad donde dejamos de estar cosificadas y humilladas.

Duquesa Doslabios.

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Puedes mejorar como amante si empiezas por el sentido del oído

Vengo a llevarle la contraria a esa idea que, con curioso éxito, se coló en la cabeza de la mayoría. Incluso antes de que tan siquiera empezáramos a tener sexo.

«Lo que necesitas para disfrutar es un buen pene».

UNSPLASH

Con semejante concepto, ¿cómo no iban a sentirse inseguros nuestros compañeros de clase viendo que el relleno de su calzoncillo poco o nada se parecía a las películas porno?

Y también ¿cómo íbamos a entender nosotras que, para pasarlo bien, centímetros más o de menos, eran igual de innecesarios?

No había forma de saberlo.

Es el tiempo y la experiencia en terreno de sábanas -o sofás, suelo, ducha o parte de atrás del coche- los dos factores que me hicieron llegar a las auténticas características del buen amante.

En El libro de Buen Amor, Juan Ruiz, arcipreste de Hita, diferencia claramente el profano -relacionado con la carne- del verdadero -el divino-.

Si existiera El Libro de Buen Amante, podríamos hacer lo mismo.

Hemos aprendido un erotismo que se basa en tamaños descomunales de miembros, un rendimiento eterno, orgasmos infinitos, felaciones que terminan en arcada y puntos finales con eyaculaciones por todas las partes del cuerpo.

El verdadero (y la verdadera) amante no se distingue por estas habilidades de vídeo de internet para hacerse una paja.

Las veces que me he encontrado con personas de estas características, tenían en común un increíblemente desinteresado sentido del placer, de dar por el gusto de ver a la otra persona disfrutar.

Son también quienes hacían del momento un marco físico y temporal en el que me sentía segura.

Donde un «para» iba a traducirse de forma inmediata en una pausa y un «más fuerte» en una consecuencia igual de instantánea.

Porque para ser buenos amantes, el sentido que más debemos tener desarrollado es el oído, para escuchar. Escuchar qué quiere, qué le gusta, hasta dónde y hasta cuándo.

Escuchar también si eso sí o si es un «no». Y hacer del oído un sentido de la interpretación con el que guiarnos sobre el cuerpo ajeno, como si de un mapa se tratase.

Un jadeo, el aumento de respiración o un gemido gutural harán las veces de señal de tráfico, marcando el camino a seguir en esa dirección.

La ausencia de ellos, puede dar pie a experimentar de manera creativa. Pero también es la ocasión perfecta para -oído listo- preguntar «¿cómo te gusta más?».

Y, al rato, tras haber desatado la euforia y aprovechando el descanso, poder volver a desgranar lo sucedido. Siempre con el objetivo de mejorar en la próxima.

Es también de buen amante que lo mismo se preocupe de que en casa haya lubricante -nunca se sabe si habrá flujo suficiente por el día del mes- como de pasar el papel higiénico para limpiarse y no ir goteando por casa.

Así que bien podría decir que es quien te escucha y te da, no tanto lo que deseas, sino lo que necesitas en cada momento.

Duquesa Doslabios.

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Placer para él: cómo encontrar su Punto P, la zona erógena masculina escondida

Mi despertar sexual tuvo dos momentos. El primero cuando descubrí que tenía algo entre las piernas que servía mucho más que para hacer pis.

El segundo cuando aprendí a utilizar mi propio clítoris.

En el caso de los hombres, es algo parecido. Hablar de las pajas desde pequeños es algo casi tan normal como comentar de qué tocaba el bocata ese día.

Pero no es hasta que se da con el punto P que se descubre un nuevo mundo de sensaciones.

CALVIN KLEIN

El punto P es como ir a tu supermercado del barrio, es fácil de encontrar si sabes a dónde hay que ir.

Pero si no es tu caso, deja que te acompañe en este camino de descubrimiento.

Para no ponerme intensa con la biología, basta con saber que ese lugar se encuentra en la próstata, justo debajo de la vejiga.

Y si la presionas, además de ganas de hacer pis, produce un placer estelar.

Un desencadenante de miradas perdidas, boca entreabierta y respiración jadeante.

Puedes llegar por dos vías. La primera que te aconsejo es la superficial, a modo de aproximación y preparando el terreno.

Vete al punto final de los testículos. Allí verás que, hasta llegar al ano, encuentras una zona virgen (virgen por decir algo, suele estar con bastante pelo) que puedes acariciar con los dedos o recorrer con los labios.

Masajea suavemente e intercala haciendo más fuerza aprovechándote de la versatilidad de la lengua.

¿Lo tienes? Segundo paso: intenta tener un lubricante a mano -puede apañarte la saliva, pero se seca antes-, e introduce un dedo por el ano.

No necesitas ni llegar a lo más profundo de su ser ni meter los 5 dedos, un pie o el cuello de una botella.

Ve con uno y, en cuanto esté introducido, presiona hacia arriba. Como si quisieras tocarle el ombligo desde dentro.

Ese bulto que notas (lo encuentras muy a mano, está a 5 cms de distancia de la entrada) es la próstata.

Ahora te toca a ti escucharle, analizar sus movimientos y descubrir qué le produce más gusto.

Si ir con suavidad, recorrerlo por encima o presionar con algo más de fuerza.

Como última recomendación, no te olvides de su pene. Puedes masajearlo al mismo tiempo de arriba a abajo o dedicarle atención con la boca mientras te encargas de meter el dedo.

Si de primeras te parece más complicado que aprender a conducir, por la cantidad de cosas que tienes que tener en cuenta, sugiérele que se toque mientras tú te dedicas a la espeleología.

Una vez te veas con mayor seguridad prueba a ejercer el multitasking y darle a todo. Eso sí, siempre con las uñas cortas y las manos limpias.

Duquesa Doslabios.

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