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¿Existe la ninfomanía? Una sexóloga desmonta los estereotipos más extendidos

«Ninfómana» es un término que me ha acompañado desde que empecé a escribir este espacio. Una palabra que se escurría en los comentarios, respuestas en Twitter (o como se llame), mensajes privados…

Y todas ellas tenían lo mismo en común: quien me lo llamaba no tenía ni idea de mi vida íntima. Sin embargo el apelativo, en su opinión, era correcto.

¿Quién podría escribir de sexo sin ser adicta a él?

mujer sujetador cama

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«Ninfómana» no es un piropo, no se usa a modo de halago ni como cumplido. «Ninfómana» es un arma arrojadiza que, entre líneas, deja caer que eso de que seas mujer y vivas una sexualidad a tu gusto y elección, es cuestionable.

Sobre el término he hablado largo y tendido con Lucía Jiménez, que es sexóloga y colaboradora de Diversual, y sabe lo mucho que nos queda por deconstruir más que a las ninfómanas, a quienes lo usan como agravio.

«La ninfomanía no existe como categoría diagnóstica», comienza explicándome. «No es más que la herencia cultural de un término que acuñó en el 1886 un psiquiatra alemán llamado Richard Von Krafft-Ebing en su obra Psychopathia Sexualis».

«En este libro describió la libido sexual como la fuerza del deseo, que en exceso podía denominarse ninfomanía (para ellas) y satiriasis (para ellos)».

Aunque lo curioso, como la misma sexóloga se pregunta es por qué sobrevive el adjetivo «ninfómana» mientras que casi ninguna persona sería capaz de reconocer o utilizar el término «sátiro».

Como en el caso de aquellos que me han colocado la etiqueta, «ninfómana» no se usa para hablar de la sexualidad: «Es una palabra empleada para ejercer violencia de género utilizando como pretexto la sexualidad, pues discrimina por género y sexo. Ninfómana no es la persona con adicción al sexo, ninfómana es una mujer».

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Algo que, coincido con Lucía, no hace más que acrecentar el estigma sobre la sexualidad femenina contribuyendo a una doble moral donde el placer parece solo reservado a un 50% de la población.

«Por un lado, se sigue creyendo que la mujer cis tiene menor deseo sexual que el hombre cis, pero cuando esta lo tiene, lo expresa y lo vive, se convierte en ninfómana. ¿Entonces, cómo me tengo que sentir? Poco deseo es malo porque no satisface a terceros, mucho deseo es peligroso porque desafía», resume la experta.

«Por supuesto que hay personas que viven su deseo de maneras que pueden ser perjudiciales para sí mismas, y que piden ayuda para aprender a gestionarlo. Pero, qué instrumento de control tan potente para inhibir la sexualidad, es educar a la mujer en el miedo a un deseo sexual incontrolable que pueda arruinar su vida y sus proyectos», reflexiona.

Entre el deseo sexual hipoactivo y la hipersexualidad

En términos profesionales, a la hora de hablar del deseo sexual «lo que existe es un deseo sexual hipoactivo (bajo) o
una hipersexualidad», explica la sexóloga.

Normal es un concepto muy relativo, ya que «estadísticamente, la normalidad habla de cómo se distribuyen las conductas en la población, es decir, es lo que más se repite. Eso no quiere decir que sea lo correcto, ni lo mejor. Es una descripción de las tendencias».

Aunque, como Lucía comenta, «cuando alguien pregunta si, en este caso, su deseo sexual es ‘normal’, probablemente quiere saber si su deseo sexual ‘está bien’, si hay algo de malo en sentir menos que no sé quién, o más que no sé cuántas».

Así que en vez de preguntarnos eso, la experta recomienda plantearnos otro tipo de cuestiones, como si la frecuencia sexual genera malestar persistente, si interfiere con el desarrollo de la vida, si empeora las relaciones personales, etc.

Una vez comprendida la relación que mantenemos con el deseo sexual, también toca desmontar algunas falsas creencias como que frecuencia es igual a adicción (cuando es algo que varía según la percepción de cada persona).

«Cuántas relaciones se tienen no es un buen indicador. Adicción son otros procesos, como la compulsión, mediante los que se produce un deterioro de la persona y de su vida», explica la colaboradora de Diversual.

Aunque también el mito de que una persona es adicta al sexo porque le encanta el sexo: «Puede utilizar mucho la relación sexual, pero también puede no disfrutarla en absoluto, ya que se ha convertido en un acto de consumo y de alivio de una ansiedad persistente».

«Puede estar todo el día pensando en ello, y que le resulte completamente incapacitante», resume Lucía.

¿Qué hacemos con «ninfómana»?

A día de hoy, internet ofrece un crisol de resultados cuando introduces el término. «Todavía hay blogs y webs de profesionales de salud mental que emplean este término para referirse a la hipersexualidad», dice Lucía.

«Si tienes la mala suerte de ser diagnosticada como tal, se te atribuirán toda una serie de características que muy probablemente no te corresponden».

Y es que como la sexóloga explica, «ser ninfómana, socialmente, te convierte en una mujer impredecible, manipuladora, peligrosa, seductora, que hará lo que sea para tener relaciones».

«A ver si va a resultar que la ninfómana es la que vive su sexualidad de una manera que no le va bien al hombre. La ninfómana es un arquetipo cultural que despoja al hombre de todo control y raciocinio, ‘obligándole a follar'», afirma.

Así que la manera de darle una vuelta de tuerca es, como la experta sostiene, recordar que «la ninfómana a la que se señala no es más que la mujer cis que desafía el statu quo, amenazando a otras mujeres cis porque les subraya lo que ellas no se permiten y retando al hombre cis porque se iguala a ellos en su vivencia sexual».

Mara Mariño

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En verano aumenta el deseo sexual, ¿mito o realidad?

Que el sexo va por épocas es algo que noto especialmente en invierno, cuando las temperaturas hacen que me dé frío tan solo la idea de quitarme un calcetín (y ya ni hablamos del resto de prendas).

Pero lejos de los meses más fríos del año, el verano tiene la fama contraria, la de ser la estación del año dorada para la vida sexual.

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Es algo que se podría achacar perfectamente a la subida en el termómetro, que hace que surjan más planes al aire libre, lo que se traduce en que seamos más sociales y nuevas personas despierten el deseo.

También está el crucial papel de las vacaciones: momento del año en el que la rutina no está marcando cada hora del día y permite improvisar un polvo en cualquier momento (¿mi favorito? El de postsiesta).

No me puedo olvidar del romanticismo de irte de festival y encontrarte con una mirada entre el gentío, cuando suena C. Tangana, el de coincidir todo el rato con esa persona en el bar del hotel o volver a tu pueblo a reencontrarte con tu crush de la infancia.

Sea como fuere, en verano es cuando, por fin, podemos desprendernos del estrés por la carga laboral, uno de los mayores terroristas de la libido.

Con todas estas razones, nadie pondría en duda que durante la etapa de desconectar se vea tan beneficiada nuestra vida íntima.

Pero estos no son los únicos factores, parece que además del factor social, hay una explicación biológica que también le daría la razón a esta teoría de que el verano es la época sexual del año.

Libido y vitamina D

Que Sonia y Selena cantaran la estrofa «cuando llega el calor los chicos se enamoran» podría haber sido inspirado por el efecto de la vitamina D en el cuerpo.

Esta vitamina, que la producimos cuando la piel se expone a la luz solar, está muy relacionada con la sexualidad según los estudios de la Universidad Médica de Graz, en Austria.

Los resultados de sus análisis les hicieron sostener que, en el caso de los hombres, esta vitamina ayuda a generar más nivel de testosterona y aumenta calidad y movilidad de los espermatozoides.

Que igual contado así no sientes que sea especialmente relevante, pero piensa que es la responsable de provocar y mantener las erecciones.

¿A que ahora te apetece tomar más el sol?

Por otro lado, en el caso de las mujeres, unos bajos niveles de vitamina D son los que se relacionan con bajo deseo sexual, poca excitación, escasa lubricación, dificultades a la hora de alcanzar el orgasmo y, en definitiva, baja satisfacción sexual.

Así que no solo el verano es la ocasión de reactivarse sexualmente, sino de aprovechar que los encuentros íntimos son, desde el punto de vista del placer, de tan buena calidad.

Mara Mariño

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Formas de dar el primer paso cuando tienes ganas de…

Cuando quiero tener sexo no me escondo.

Soy obvia hasta el punto de que mi ‘ritual’ muchas veces es preguntar si quieres follar.

¿Para qué perder el tiempo?

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Pero claro, que mi libido esté ‘estirando’ en ese momento para la que se viene, no significa que la otra persona esté en el mismo punto.

Decir «¿follamos?» no siempre funciona como un interruptor que automáticamente cambia el humor y despierta el deseo a la persona que tengo delante.

Así que para esos casos, es hora de que abra mi repertorio de maniobras que dejan entrever que quiero tener sexo pero sin resultar tan directa -y quizás fría-.

Todo encuentro sexual empieza antes de tocarnos, por eso insinuarse es también un arte.

El de dejar salir tu calentón y a la vez transmitírselo a la otra persona para llevártela al huerto, a la cama, a la encimera, al suelo o a la terraza, a la vista de todo el vecindario.

Así que, como el arte, puede ser romántico, sutil, inocente o de alto impacto.

Puedes empezar por, si vais a quedar, mandar mensajes a lo largo del día que vayan subiendo la temperatura. Decir lo que le espera, en qué fantaseas mientras mandas ese mail o qué tiene que hacer al llegar es una manera buenísima de ir generando expectación.

En vivo y en directo puedes optar por expresiones sugerentes. El contacto visual acompañado de morderse el labio o acariciar partes de su cuerpo, como los brazos o la pierna, dejan claro las intenciones sin resultar chocantes.

Decir que le deseas puede ser otra forma de abrir la puerta. Además, puedes comentarlo en un momento inesperado, cuando está terminando de fregar los platos o en medio del capítulo de la serie. Para quienes tienen deseo reactivo, sentir que otra persona les tiene ganas, es el mejor detonador.

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Saliendo de las sutilezas y entrando en la parte que me gusta a mí, la de ir a saco, tienes la opción de que te encuentre sin ropa. El juego de las miguitas de pan con prendas es un aliciente estupendo. Aunque también que te pongas por encima una bata o kimono y debajo no lleves nada. Hay gente elegante que le gusta acompañar ese momento de frases interesantes del tipo «¿Te atreves a descubrir qué hay aquí debajo?». Yo soy más de «Si hoy no es Navidad ni tu cumpleaños, ¿por qué te han traído estas peras de regalos?» Y bamba, tiras la prenda al suelo. Humor y sexo son mis dos cosas favoritas.

Si te sientes con la autoestima por las nubes y sabes que la visión de tu cuerpo es un estimulante instantáneo, puedes ponerte algo sexy y pasearte cerca de la otra persona como si nada. O, aprovechando el subidón de confianza, marcarte una aparición más teatral para impresionarle.

Y, para terminar, la propuesta más evidente (que además no suele fallar) es la de ir a por su entrepierna. Primero tocando de manera suave, como si fuera un roce casual, y luego aumentando la intensidad.

La conclusión, después de todas estas opciones, es que tires por lo que más te apetezca y sientas en ese momento. Algo que te parezca sexy pero siempre respetando sus límites.

Si ni con esto te queda muy claro por donde tirar, otra alternativa es imitar lo que hace la otra persona, porque sabes que es su forma de transmitir su deseo y es una indirecta que va a pillar al momento.

Mara Mariño

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¿Los afrodisíacos funcionan? Mi experiencia después de probarlos

Voy a empezar confesando que soy un poco incrédula cuando se trata de sustancias que te hacen despertar mágicamente el apetito sexual, lo que en teoría consiguen los afrodisíacos.

Tomar ostras, u otros alimentos que dicen que ayudan, no me ha terminado de afectar lo suficiente como para darlos por buenos (y eso que hay incluso un menú realfooding que mejora el sexo).

Mi concepto de alimento que sube la temperatura -y de verdad me produce deseo sexual- es que me diga que, si quiero, me prepara unas croquetas para que tenga en el congelador cuando me apetezcan.

pareja cama deseo sexual

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La cosa es que no le veía mucho sentido a usar un producto específico para eso.

O sea, creo que mi deseo sexual es bastante común: a veces menos, a veces más, si veo Outlander por las nubes, si tengo mucho lío en el trabajo lo pienso menos… Lo normal.

Pero como la curiosidad es la que mata al gato (o en este caso a la gata, que soy de Madrid como los churros de San Ginés), pensé «Bueno, ¿y por qué no?»

Mi lado más racional me decía que igual esto era un poco el timo de la estampita y lo que funcionaba era el efecto placebo.

Pero justamente por no tener una libido baja sentía que no tenía ningún tipo de expectativa -ni me llevaría decepción- con el funcionamiento del afrodisíaco.

En el mercado hay un montón de ellos, pero yo tenía claro que iba a experimentar lo justo.

El que escogí era bastante natural, de hecho, aparte de agua, lo que tenía era extracto de damiana y L-arginina.

Por lo que me informé, estos dos ingredientes son conocidos por mejorar la satisfacción sexual y aumentan el aporte de sangre a los tejidos genitales (entre muchos otros beneficios que me interesaban menos para esto).

Yo lo que quería era testearlos entre las sábanas.

El efecto no es instantáneo, no es como tomarte un café, que a los 10 minutos ya estás como una moto.

Y tampoco te convierte en una fiera en la cama ni vas a tener encuentros que podrás considerar epifanías sexuales.

La constancia es la clave, fue mi primer descubrimiento. Después de tomar la dosis durante unos días, estaba más ‘despierta’.

En mi caso, fue algo que ayudó a reactivarme. Era como que en más situaciones o momentos me entraban ganas de tener sexo.

Luego también es verdad que, cuanto más sexo tienes, más sexo te apetece, por lo que va genial para hacernos reconectar en pareja si llevamos una temporada con los deseos descoordinados.

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La conclusión es que como experimento está bien, aunque creo que no se debe usar como apaño si hay problemas más graves detrás (que quizás necesitan otras soluciones o ayuda profesional).

Para un momento puntual, a modo de empujoncito, cumple su función.

Es más, que lo usara en una etapa normal de mi vida, hizo que reflexionara de que es también normal que a veces no nos apetezca.

Saber cómo lidiar con esa frustración o falta de libido de nuestra pareja, sin que suponga un mundo para la relación, es también un aprendizaje.

Pero que vaya, que introducirlo como impulso de vez en cuando, también está genial. Y si lo que funcionó fue el efecto placebo, ¿por qué no aprovecharlo si nos lleva a querer entrechocarnos la piel más a menudo?

Mara Mariño

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Exígete menos en la cama para disfrutar(lo) más

Ya vale de tanto agobio. Vale de pensar que siempre tiene que apetecerte, que tienes que estar de humor.

Vale de exigirte que siempre tengas una erección infinita, la vagina siempre humedecida, los pezones en punta, la libido por las nubes, las ganas disparadas

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No siempre va a ser así y no estar en tu momento más sexual, no significa que no puedas disfrutar lo demás.

Así que en vez de que te estreses porque ese día el orgasmo parece no llegar nunca, intenta olvidarte, perderlo de vista.

Se nos pide -o más bien exige- que perfeccionemos todo lo que esté en nuestra mano.

El trabajo, las relaciones de amistad, no olvidarte de ningún cumpleaños, ser la mejor pareja, hija y hermana, sacar tres veces al perro a la calle, tener lo bastante regadas tus plantas.

El nivel de demanda no debería afectar al terreno íntimo, no deberíamos plantearlo como otro campo más en el que lograr los objetivos.

Que si se consiguen, bienvenidos sean.

Pero tampoco hay ningún problema en que, por casualidad o no ser el día o cualquier otra razón que igual ni te viene a la cabeza, no seas capaz de dar el 100% de ti.

El sexo es mucho más que ver a la otra persona como un desafío, un puesto de feria: «Consigue que se corra en dos minutos y te llevas premio».

No funciona así.

El sexo es relajación, escape, pausa, conexión, comunicación, acuerdo y punto de encuentro.

Y si nos quedamos solo con su lado placentero, restándole la importancia a todo lo demás, seguiremos pensando que qué mal no haber logrado llegar y que la experiencia no ha merecido la pena.

Duquesa Doslabios.
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Desire Cruise, el crucero que va mas allá del deseo

Querid@s,

Si este verano os apetece iros de crucero, ¿qué os parecería hacerlo a bordo de un barco en el que realizar vuestras fantasías y disfrutar de un ambiente exclusivo para parejas, lleno de respeto, intimidad y placer sin límites… donde la ropa es opcional? Os estoy hablando de Desire Cruise, el crucero que va más allá del deseo.

Ocho días de ensueño a bordo del Amazon Quest, una colosal embarcación de 180 metros de eslora y 25 metros de manga. El Mediterráneo y el Adriático serán los mares por los que surcará el erótico Desire Cruise con escalas en Italia, Croacia y Eslovenia. El buque elevará anclas el 26 de septiembre en el puerto de Barcelona y atracará en Roma el 3 de octubre de 2017. Este atípico crucero está diseñado especialmente para swingers y parejas de mente abierta que quieren llevar su sexualidad a un nivel superior. Si no os va el rollo liberal sexual, para muchos libertinaje y marranadas, mejor no vayáis. Invertid vuesto dinero en unas vacaciones a vuestro gusto y no ocupéis a desgana una de las 700 plazas para disfrutar de esta salvaje experiencia marinera.

El Amazon Quest está equipado con restaurantes, bares, casinos, sex shops, diferentes salones eróticos y zonas 100% nudistas. Por si fuera poco los pasajeros podrán darse un chapuzón y refrescarse después de entrar en calor en piscinas donde el bañador y los bikinis serán opcionales. Toda una experiencia donde no faltarán las propuestas picantes, sensuales e indecentes.

Rodrigo de la Peña, El CEO de Original Group explicó que se trata de una aventura única que dejará huella en sus pasajeros. “Estamos encantados de llevar al mar nuestros más de 30 años de experiencia en la creación de atmósferas sensuales para adultos. No tenemos ninguna duda de que el crucero cambiará la vida de quienes lo prueben”.

Pero no todo valdrá en este viaje, los golfos siempre tienen sus principios. Entre las normas de obligado cumplimiento la compañía insiste en que:

  • Queda terminantemente prohibido que la tripulación mantenga relación con los pasajeros.
  • Tanto en las zonas públicas como en los restaurantes habrá que ir tapados.
  • No se permitirá grabar vídeos o tomar fotografías, la privacidad de los pasajeros es primordial.
  • Y por último, pero no por ellos menos importante, ante una propuesta sexual un NO es un NO. No insistir, no ser pesados, no es no. Espero haberlo dejado claro, porque hay mucho listillo por ahí que sigue creyendo que cuando se dice no en realidad se está queriendo decir que .
Así luce el interior cubierta del crucero Desire

Cubierta del Desire Cruise

Falta poco menos de tres meses para que el buque más lujurioso del planeta zarpe rumbo a fantasías desconocidas. Los billetes siguen a la venta en la web de la compañía Original Cruises, promotora mexicana responsable del evento. Los pasajes a este crucero de ensueño no están al alcance de cualquier bolsillo y aunque se me antoja que la experiencia no tiene precio, mejor id preparando la cartera. La habitación más humilde y barata os saldrá por unos 2.700 euros, euro arriba euro abajo.

Mantener a flote la libido bien vale la  inversión. !Bienvenidos a bordo!

Y a follar a follar que el mundo se va a acabar.

Durante el embarazo mastúrbese

Queridas,

¿Quién dice que maternidad y masturbación son incompatibles? Pues se equivocan.

La oxitocina, que procede del griego «nacimiento rápido» – se libera durante la excitación sexual y el orgasmo, pero también durante el nacimiento. De tal modo que las hormonas generadas al dar a luz y aquellas que se desatan locamente al mantener relaciones sexuales son del mismo padre y de la misma madre. Por ello no debemos echarnos las manos a la cabeza si durante la recta final de la preñez  una mujer encinta se dedica a masturbarse ella solita. Salvo que el diámetro de la barriga no complique demasiado hasta el simple hecho de introducirse el dedo en la vagina o el omnipresente y ciertamente obsesivo miedo a lastimar al bebé.

Las que no hayan sido mamás nunca no lo saben, pero a muchas mujeres embarazadas les pica el coño más que a las que no nos han hecho un bombo. No sé qué tiene el embarazo que las vuelve locas y la almeja late cual mandíbula batiente. Es así, lo que ocurre es que no todas lo admitirán. No todas reconocerán que su furor uterino está que trina.

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¿Pero por qué? El argumento capital es que durante la gestación del bebé que, en breve vendrá a sumarse a la población que habita la faz de este mundo que todavía no sé si vale la pena vivir en él o no, la zona pélvica recibe más circulación sanguínea que nunca. Este es el quid de la cuestión y la razón por lo que la vagina y toda la parafernalia genital adjunta es más sensiblera al sexo. Incluso los orgasmos son mucho mejores que los del resto de las mujeres que no llevamos ninguna semillita en nuestro interior.

A esta gozosa situación fisiológica, hay que añadir el no poco molesto panorama de que la barriga va adquiriendo, semana a semana, unas dimensiones cada vez más voluminosas. Con ello, solo pronunciar la palabra sexo seguida de con penetración, se convierte en un acto poco apetecible, una prueba de malabarismo en toda regla, hasta una proeza logística que ríanse de las pirámides de Egipto.

Además ese pensamiento que se les antoja tanto a papá como a mamá cuando se van a poner con el tema, y a uno de los dos le entra el apuro y agobiado espeta como medio echando la bronca A ver si al final le vamos a hacer daño al chiquito. Padres de nuestros tiempos, mamas primerizas, lo de que el bebé pueda salir dañado de un pollazo es un falso mito, como que el semen engorda, que con un beso puede usted quedarse embarazada, o que usted no puede bañarse en los dias de regla o… ¿se morirá?

Entre una cosa y la otra, las madres andan con las hormonas revolucionadísimas y más salidas que el capullo de un preso, por lo que no dudan en entregarse al maravilloso entretenimiento de la autosatisfacción sexual metiéndose el dedo como si no hubiera un mañana. Cuentan los expertos que durante el segundo trimestre de embarazo la frecuencia masturbatoria es cuatro veces mayor de lo habitual, y en el último trimestre llega a multiplicarse por un escandaloso nueve, el numero de las canciones de esta pelicula impagable.

Para aquell@s que sean más partidarios del sexo oral, este también aporta los mismos provechos dilatadores para la vagina.

Y lo mejor de todo es que tanto una práctica como la otra son sanísimas para el cuerpo. Primero porque permite que la madre de la criatura continúe con su vida sexual habitual, aunque no haya pene de por medio. Además relaja la excitación sexual sobrevenida por su estado fisiológico. Para más INRI, los sexólogos parecen estar de acuerdo en que la masturbación manual dilata considerablemente la vagina, beneficio que sin duda vendrá de perlas a la parturienta en el momento de la verdad.

*Algunas han confesado meterse varios (dedos), que hay que ir haciendo espacio.    

Que follen mucho y mejor.

Anorexia sexual, un mal en aumento

depresión

(GTRES)

La primera vez que oí el término tal cual fue hace pocos meses, en una serie de televisión llamada Ray Donovan. Uno de los hermanos del protagonista se definía a sí mismo como anoréxico sexual a consecuencia de un grave trauma de la infancia. En seguida me llamó la atención. Lo primero que uno suele pensar al oírlo es que se trata de lo contrario a un adicto al sexo, pero no es exactamente así. No se trata de seres asexuados, ni tampoco de un problema de baja libido o deseo sexual inhibido. No, no es un trastorno relacionado con la falta de ganas, sino algo mucho más profundo.

Al igual que el anoréxico tradicional deja de ingerir alimentos y huye de la comida como de la peste, el sexual empieza a rechazar todo lo relacionado con el sexo hasta convertirlo en una obsesión que domina su vida por completo. En ambos casos se trata de un mecanismo mental autodestructivo de lo más preocupante, y suelen tener orígenes comunes: sentimiento de soledad, excesivo nivel de exigencia, percepción distorsionada del propio cuerpo, inseguridad, autodesprecio, complejo de inferioridad…  En ocasiones tras el problema se oculta un caso de abuso sexual en la infancia.

En definitiva, hablamos de conflictos emocionales no resueltos que hacen que el acto sexual en sí mismo y cualquier acto de intimidad que pudiera desembocar en él generen tales niveles de miedo y ansiedad que todo lo relacionado con ello es percibido como nocivo e indeseable. Rechazándolo, se sienten protegidos frente a lo que patológicamente sienten como una amenaza; cualquier forma de sexualidad o de conexión mental con otra persona les hace sentirse expuestos y vulnerables, y se muestran absolutamente incapaces de afrontar el reto de iniciar una relación. Tienen pánico al rechazo y hacen suya la máxima de “si no siento, no sufro”.

No siempre resultan fácil de identificar. Al contrario, suelen disfrazar los síntomas con todo tipo de excusas y estrategias, al igual que los anoréxicos nerviosos simulan que mastican y esconden la comida, y pese a su aislamiento y la superficialidad de sus relaciones sociales en muchas ocasiones logran pasar desapercibidos. A veces, incluso, se cuela en las relaciones de larga duración, ya sea por una depresión profunda, por una grave crisis vital, etc.

En cualquier caso, se trata de un trastorno que puede ser tratado y corregido con ayuda profesional. Es un proceso largo y complejo, pero no imposible. Prueba de ello es que cada vez es más frecuente en las consultas de psicólogos y psiquiatras.

PD: Aquellos a los que interese el tema recomiendo el libro Anorexia sexual: cómo vencer el odio a la propia sexualidad, de Patrick Carnes.

Ninfómanas que hicieron historia

Mesalina, Cleopatra, Paulina Bonaparte, Catalina II de Rusia, Mata-Hari, Isadora Duncan… La historia está llena de mujeres de vidas apasionantes que siempre serán recordadas, entre otras muchas cosas, por la voracidad de su apetito sexual, en muchos casos considerado insaciable. A muchas se las ha tildado de ninfómanas, una hermosa palabra utilizada para referirse, en el caso de las mujeres, a la actividad sexual excesiva. El término proviene de la antigua Grecia y hace referencia a las célebres ninfas, divinidades mitológicas que personifican la reproducción y fecundidad de la naturaleza. Su vida gira alrededor de las pasiones y los sentimientos y tienen una belleza proverbial. En recuerdo de ellas se empezó a utilizar el nombre, que viene del griego ‘nymphê’ (jovencita) y ‘manía’ (obsesión).

En el caso de los hombres el trastorno era llamado satiriasis y a quien lo padecía se le denominaba sátiro. Ambos conceptos han sido sustituidos hoy en día por el de hipersexualidad o adicción al sexo. Pero, ¿Eran estas mujeres realmente merecedoras de tal nombre? Actualmente la hipersexualidad se contempla como una patología con raíces biológicas y psíquicas, y solo se considera como tal cuando se convierte en una conducta incontrolable que causa problemas en la vida cotidiana. De hecho, lo que realmente se tiene en cuenta a la hora de diagnosticarla no es tanto el número de relaciones sino cómo se viven estas: suelen ser destructivas, provocan sentimiento de culpa, disminuyen la autoestima y suponen disociar el componente emocional del sexual.

Partiendo de esta base, ¿puede considerarse ninfómanas a estas mujeres, o están simplemente pagando el precio de haber vivido libremente en la época equivocada? Os resumo a continuación un breve relato de las hazañas de tres de estas féminas, a las que he querido destacar por encima del resto:

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WIKIPEDIA

-Mesalina: Está considerada, probablemente, la ninfómana más famosa de la historia. Fue la tercera esposa del emperador Claudio y protagonizó, allá por el 40 después de Cristo, la anécdota más escandalosa de la época. Su lujuria era legendaria, al igual que su belleza y sus continuas infidelidades. En un alarde de lascivia, lanzó un desafío a las prostitutas de Roma. El reto consistía en quién podía acostarse con más hombres en una noche. Las meretrices romanas aceptaron y enviaron a Escila, la prostituta más famosa de la ciudad, que pudo con 25. Mesalina llegó a los 200. “Tiene las entrañas de acero”, dijo su rival cuando se retiraba.

Catalina II de Rusia

WIKIPEDIA

-Catalina II de Rusia: Fue emperatriz de Rusia durante 34 años, desde 1762 hasta su muerte, en 1796.  Mujer de una personalidad tan compleja como arrolladora, fue y es conocida con el sobrenombre de Catalina la Grande. Culta y curiosa, formada en la Europa de la Ilustración y la Enciclopedia, sentó las bases de la grandeza rusa del siglo XIX al tiempo que daba rienda suelta a sus pasiones y a una muy activa vida sexual. Entre amante y amante modernizó el imperio ruso, aumentó su territorio y multiplicó su poder y prestigio. Una muestra de su elevada libido es la llamada “habitación erótica”, una estancia repleta de objetos sexuales que la zarina mandó construir y que fue descubierta en la Segunda Guerra Mundial por un grupo de soldados. Falos de madera de distintas formas y tamaños adornaban el lugar, cuyo mobiliario estaba constituido por un gran número de sillas, escritorios y pantallas con escenas pornográficas.

MATA-HARI

WIKIPEDIA

-Mata-Hari: Es, sin duda, uno de los personajes femeninos más apasionantes del siglo XX. Margaretha Geertruida Zelle se casó muy joven con un capitán y posterior comandante a quien destinaron a la isla de Java. Allí aprendió las exóticas danzas que más tarde, cuando su matrimonio hizo aguas, hicieron de ella una famosa bailarina autobautizada como Mata-Hari, que significa «El Ojo del Alba”. Su fama creció tan rápidamente como su obsesión por los militares y altos cargos políticos, que desfilaron por su cama formando una lista casi interminable. Oficiales, cónsules, jefes de policía, espías… El destino quiso que el estallido de la Primera Guerra Mundial la pillase actuando en Berlín. Su fascinación por los uniformes pronto la condujo a una espiral de amantes de ambos bandos que acabó por convertirla en una espía arriesgada. Reclutada primero para sacar información a los militares franceses, y convertida en agente doble doble después, sus líos de alcoba hicieron que terminase arrestada el 13 de febrero de 1917.»Amo a los militares. Los he amado siempre y prefiero ser la amante de un oficial pobre que de un banquero rico», declaró durante el proceso que la condenó a muerte. Se defendió con el argumento de que se acostaba con ellos por placer, no para sacarles información, y muchos historiadores consideran que fue casi lo único cierto que dijo en su vida. Un pelotón de fusilamiento acabó con ella el 15 de octubre de 1917. Vestida y maquillada como para una gran ceremonia, no permitió que le taparan los ojos. Nadie reclamó su cadáver.

Asexuales: ¿Es posible vivir sin sexo?

El sexo mueve el mundo, dicen. Y es cierto. Pero, por difícil que resulte de creer, hay gente a la que se la suda. No es que tengan nada en contra, no, es simplemente que no les aporta nada, no lo necesitan ni lo buscan y, por tanto, no lo practican. Sencillamente no sienten ninguna atracción sexual por nadie, eso es todo. La asexualidad no es muy común y es ahora cuando está empezando a ser objeto de estudio, por lo que no es posible hablar de cifras con exactitud. Para hacernos una idea, no obstante, los estudios de Anthony Bogaert, profesor de Ciencias de la Salud Comunitaria y Psicología en la Universidad de Brock, estiman que en Canadá, una país con 35 millones de habitantes, el 1% de la población es asexual.

Asexuales

GTRES

Hay diferencias entre la gente que se define como asexual, aunque la mayoría se refiere principalmente a la ausencia de deseo o atracción romántica. Algunos solo experimentan una de las dos, otros las dos y otros ninguna. Incluso hay una terminología específica para distinguirlos. Los asexuales arrománticos se denominan squish, en inglés. Tienden a conformarse con tener amigos muy cercanos con los que comparten una gran conexión emocional, pero con quienes no desean establecer una relación formal y tampoco tienen problemas con que estos tengan relaciones con otras personas. Simplemente quieran formar parte de su vida y pasar tiempo con ellos.

A los otros, los que sí experimentan atracción romántica pese a no sentir deseo sexual, se les llama crush. Pueden enamorarse perfectamente de alguien y querrían tener una relación , solo que prefieren excluir la actividad sexual. El problema es que, a menos que se emparejen con otro asexual, esto les coloca en una situación muy difícil. Porque ellos son capaces de tolerar practicar sexo con su pareja, pero esta antes o después acabará psicológicamente afectada al ver que es incapaz de resultarle sexualmente atractiva a su compañero/a. ¿Os imagináis lo que tiene que ser vivir con alguien así? No sé, igual hay gente que acaba por aceptarlo y se adapta, pero yo creo que antes o después un desequilibrio así entre dos personas acaba pasando factura. Como en aquella comedia romántica que protagonizaban Barbra Streisand y Jeff Bridges, El amor tiene dos caras, creo que se llamaba.

Conozco un matrimonio de ese tipo, aunque no siempre lo fueron. Supongo que los años y el desgaste acabaron por convertirlos en lo que hoy son: compañeros de vida y de casa, una suerte de primos hermanos que comen juntos y comparten gastos y familia. Catorce años hace que no se acuestan, incluso duermen en habitaciones separadas. Pero no se llevan mal, ni discuten, y juran que se aprecian y que no han sido nunca infieles.

¿Y de los otros? Juraría que sí, que a alguno conozco, pero no puedo asegurarlo. Nunca he hablado del tema con ellos, aunque jamás los he visto no ya con algún ligue o pareja, sino siquiera inmutarse o mostrar el más mínimo interés por nadie, del sexo que fuera, sexual o románticamente hablando. “Hay gente pa tó”, que diría mi madre.