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¿Quieres una segunda cita? Estos son los factores que debes cuidar (y no son ni el sitio ni tu ropa)

Quienes hemos usado aplicaciones para conocer gente, sabemos que el momento de la primera cita es crucial.

Según lo que pase en ese rato, tomaremos la decisión, más o menos consciente, de si volver a quedar o no dedicar más tiempo a explorar ese vínculo.

cita romántica

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Por eso es normal que, cuando el momento se aproxima, las preguntas como qué hacer, a dónde ir o incluso qué ropa escoger, monopolicen gran parte de nuestros pensamientos.

Quieres que el encuentro sea lo más perfecto posible dentro de que hay muchos factores que escapan de tu control (y justo ese día puede parecer que nada va a salir bien).

Y es que por mucho que nos esforcemos en cuidar los detalles que rodean esa desvirtualización, no es a lo que deberíamos prestar atención.

Logan Ury, que es directora de Ciencia de las Relaciones en Hinge, conoce cuáles son esas casillas a tachar que conducen a una segunda cita.

Al seguir el recorrido de los usuarios en sus encuentros, según su experiencia, «hay tres aspectos clave que pueden conducir a una primera cita estupenda y ayudar a las personas a conseguir una segunda: la vulnerabilidad emocional, la risa y la escucha».

Por eso la experta recomienda que esa primera toma de contacto no se use para proyectar una imagen inmaculada, sino todo lo contrario.

«La gente suele pensar que presentar una versión perfecta de sí misma es la clave para conseguir una segunda cita. Pero es nuestra autenticidad y nuestros defectos los que nos hacen más atractivos», afirma.

Una investigación de Hinge en el Reino Unido reveló que más de la mitad (66%) de los usuarios confirmaron que es más probable que tengan una segunda cita con alguien que muestra vulnerabilidad emocional en la primera cita.

Pero, ¿qué es mostrarse vulnerable? Logan lo resume en sincerarse en cuatro áreas: «tus valores, sentimientos, esperanzas en la relación y miedos».

Nada de jugar la carta del misterio o de frenarse por si la otra persona considera que estamos subiendo el nivel de intensidad. A la hora de conectar, eso no funciona.

Los beneficios de hacer reír y saber escuchar

Pero sí funciona el sentido del humor. La experta de Hinge destaca los beneficios de la risa como otra de las claves que garantizan que puedan darse más encuentros en el futuro.

«No solo reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés, permitiéndonos relajarnos, sino que también crea un golpe de dopamina, activando los centros de placer de nuestro cerebro», explica.

«Es genial para una primera cita: más unión, menos estrés y más posibilidades de una segunda cita».

¿Significa eso que quienes se dediquen a la comedia van a tener más facilidad a la hora de tener pareja? No necesariamente, ya que hay un tercer aspecto que, por muy amplio que sea el repertorio de chistes, es imprescindible: la escucha.

«Hablar menos y escuchar más» es, según la experta de Hinge, el consejo para una buena conversación en la primera cita.

«Practica la escucha activa estando presente y siendo curioso con tu cita», aconseja. «Mantén el contacto visual, elimina las distracciones retirando el teléfono de la mesa y utiliza un lenguaje corporal positivo, como asentir y sonreír».

Pero, ¿qué sucede si aún con todo, después de haber sido vulnerables, haber hecho reír y haber escuchado, no tenemos claro que haya habido química?

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«Siempre recomiendo a la gente que ignore ‘la chispa’ (o la falta de ella). No es un indicador fiable de conexión o compatibilidad y, a menudo, la atracción crece con el tiempo», afirma Logan.

«Demasiados rechazamos a la gente después de la primera cita porque olvidamos que lleva tiempo abrirse. Es muy posible que te estés perdiendo a muchas grandes parejas por decir ‘no’ a la segunda cita».

Mara Mariño

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¿Es buena idea volver a quedar con alguien que no sé si me gusta?

Las ocasiones en las que alguien me ha gustado desde el primer momento no han sido la norma, mas bien la excepción.

Según voy conociendo a la persona, es cuando voy notando que mi interés aumenta, en caso de que me guste lo que voy encontrando, o, por el contrario, disminuye hasta desaparecer.

Pero creo que la mayoría hemos pasado por ese momento de duda, cuando no se sabe muy bien qué hacer.

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Ya que en mi experiencia personal solo es con el tiempo con lo que me aclaro respecto a alguien, vengo a romper una lanza en favor de volver a quedar.

Sí, incluso si no te gusta lo suficiente como para tener muchas ganas de repetir, pero tampoco ha pasado nada que te haga pensar que mejor no volver a quedar.

Como digo, soy partidaria de pasar más tiempo en compañía, porque si todavía no has encontrado el ‘ick, para mí sigue habiendo potencial.

El ick, que en castellano se traduciría como puaj, serían esas cosas -negativas ante tus ojos- que hacen que de repente cambia tu percepción (como el hecho de que vote a cierto partido político o que no trate bien a las personas que le rodean).

Solo repitiendo podrás averiguar si ha podido ser tan solo una mala cita por las circunstancias o si la otra persona simplemente tenía un mal día.

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Quizá no tienes muy claro si seguir quedando o no, pero que los valores coincidan es un buen indicativo: hijos, compromiso, planes de futuro…

Cuando esas cosas, que suelen ser motivos de incompatibilidad lo bastante grandes como para ponerle fin a una relación, están alineadas hay muchas probabilidades de que la relación funcione.

«Escucha a tu corazón», decía Abuela Sauce en Pocahontas, pero yo te propongo que escuches su sentido del humor cuando os veáis.

Si la tónica son las risas, porque estar en su compañía es muy divertido, es otra buena señal.

Que en un primer momento se instaure un clima de amistad, no es una red flag: significa que has dado con una persona con la que te resulta fácil hablar y sientes que puedes ser tú.

Una buena ocasión de preguntarse si podrías tener algo más con esta persona. A veces haces clic y es cuando de repente empezáis a tener química.

Porque la atracción no es solo algo que llega como un relámpago (esta idea que siempre nos vendieron las películas). Puede ser un proceso de construcción lento que va apareciendo con el tiempo.

Dándole margen a las cosas, podrás responder de manera más clara a la pregunta de si te gusta o no y ya tendrás una serie de motivos y sentimientos certeros.

Pero que no quede en «No lo sé, porque no volvimos a vernos».

Mara Mariño

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El factor que garantiza que vaya a haber segunda cita es…

Recuerdo una vez que quedé a tomar algo con un chico, era increíblemente gracioso.

Sus ocurrencias conseguían conectar con mi glándula de la risa (si es que algo así existe) y además era mono.

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Pero no había manera de que yo metiera baza en la conversación, por mucho que sobre el papel pudiera ver compatibilidad, en persona aquello se me estaba escapando.

Ahí me pregunté que era lo que realmente valoraba en una cita, porque pensaba que sentido del humor era lo más importante, pero no.

Lo que yo quería no era solo un humorista en mi vida, sino un match dialéctico, alguien con quien poder enfrascarme en una conversación y poder tenerlas una y otra vez a lo largo de mi vida, pero buscar mi hueco en el monólogo se me antojaba tedioso.

Quizás si fuera menos parlanchina, habría funcionado a las mil maravillas.

Pero empecé a darle importancia al don de la conversación.

Porque despierta para echar un polvo a las 3 de la mañana te tiene cualquiera, pero despierta a las 3 de la mañana sin querer colgar el teléfono, casi nadie.

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Además, ahora puedo decirle esto a mis amigas con pruebas que lo avalan, gracias al estudio que publicó Hinge, la aplicación de citas, en 2023.

Salió como resultado que lo que diferenciaba una cita de una gran cita era precisamente la conversación.

El 88% de los participantes eligieron «buena conversación» como la mayor green flag a la hora de pensar en la cita, por delante de si hay química, si se ofreció a pagar la cuenta o de si han echado el polvo de sus vidas.

Y, dentro del diálogo, especialmente aquel que tratara sobre intenciones, ya que el 75% respondieron que estaban buscando un compañero o compañera de vida y no algo esporádico.

Porque nos puede encantar echarnos unas risas con alguien, pero si no somos capaces de ponernos en serio unos segundos -sobre lo que queremos en ese momento de nuestra vida-, es imposible que haya segunda cita.

La conexión se hace con el lenguaje porque es el que nos permite darle forma a nuestros pensamientos y ver si son compatibles y, si es como mi caso, mejor quedar como colegas y seguir buscando.

Mara Mariño

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La segunda cita es más importante que la primera (aunque no te lo creas)

Las primeras veces suelen dejar bastante que desear. Y aquí hablo desde la experiencia absoluta. Con más razón todavía si me preguntas por las primeras citas.

Expectativas por las nubes, nervios desatados, un retraso por parte de la otra persona que hace que tengas que esperar 45 minutos en la calle, conversaciones infinitas sobre el gimnasio, un plato que sale mal (con trocitos de cristales, historia real), una despedida un poco fría…

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Que sea la que más a menudo vamos a recordar -porque marca el comienzo si la historia va más allá- es la excusa perfecta para que exista demasiada presión a su alrededor. 

Discutía con un amigo la teoría de que la primera cita debería ser siempre algo casual. Una postura inversa a mi pasión por diseñar encuentros dignos de película hollywoodiense.

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En su opinión, era mejor una toma de contacto informal dejando para la siguiente ocasión un plan más especial.

Pero, ¿qué pasa cuando no las tienes todas contigo? ¿Es buena idea volver a quedar si te sientes a medio camino entre que no sabes si hay chispa o no quieres volver a ver a la otra persona?

Pues sí, porque entre una cita menos y una cita más, tampoco hay tanto gasto de energía ni de tiempo. Pero sobre todo porque hay poco que perder y mucho que ganar.

Hay tantas razones por las que la primera vez que te ves con alguien puede salir mal…

Desde que se estaba atravesando un mal día hasta que ganaron la partida el estrés o la ansiedad por la presión que rodea un primer encuentro.

Esa segunda cita es sinónimo de seguridad, la confirmación de que hay algo de interés por la otra parte, lo que se traduce en acudir con más confianza.

También es la mejor ocasión para repasar qué podría haber ido mejor y ponerlo en práctica. ¿Monopolizaste la conversación? ¿Te quedaste con ganas de preguntarle por sus anteriores parejas? Es el momento de rectificar y poder profundizar.

Y si sigo sin convencerte porque lo que te ronda por la cabeza es que segundas partes nunca fueron buenas, te recuerdo que El Imperio contraataca, Las dos torres o El caballero oscuro son la prueba de que a veces (solo a veces) hay excepciones a la regla.

Duquesa Doslabios.

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