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Puede que te estén haciendo «Summer shading» sin darte cuenta

El verano es la estación de tener aventuras románticas inesperadas o de dejar todo en pausa, hasta el regreso después de las vacaciones, si habías empezado a verte con alguien.

Y hay ocasiones en las que estas situaciones son las dos caras de la misma moneda, lo que se conoce como summer shading.

Chico teléfono móvil

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El summer shading vendría a ser un tipo de ghosting más específico de esta época del año, porque comparte la falta de responsabilidad hacia la otra persona así como dejar de estar disponible para hablar o verse hasta el fin de las vacaciones.

Aunque una buena manera de resumirlo sería que es poner los matches potenciales en espera durante los meses de verano.

Un comportamiento que viene a ser lo contrario de lo que pasa en Navidad, cuando la gente quiere quedarse en casa con pareja aprovechando la temporada de edredón y manta.

Puedes identificar el summer shading cuando una de las dos personas se empieza a distanciar.

De repente tiene compromisos, eventos, viajes y todo tipo de planes típicos de la agenda vacacional a los que no puede faltar, porque ya ha prometido asistir.

Resulta una forma sutil de dejar en buenos términos a la otra persona en el banquillo sin terminar de esclarecer la situación.

El motivo, claro, es la probabilidad de conocer a otras personas y que surjan posibles amores de verano durante esos meses, pudiendo hacer lo que da la gana sin ningún tipo de remordimiento al respecto.

Además, al empatizar con el lío que supone organizar los viajes, maletas etc, la víctima del summer shading tiende a no pedir explicaciones para no agobiar todavía más.

De ahí que se justifique y normalice que haya menos comunicación (“es que no llevo el móvil a la playa”), si cancela un plan (“me caigo de sueño por el jet lag, lo dejamos para otra?”) y que haya más distancia física y emocional.

Estando sin la motivación inicial de haberos conocido y estar viéndoos con frecuencia, ¿cómo sacar la conversación del “qué somos”?

Pero, por otro lado, para compensar la desaparición, de una forma o de otra te ha hecho entender que cuando pasen estos meses, volveréis a veros y hablar como antes.

No es que no quiera, es que ahora no puede.

¿Qué puedo hacer si lo estoy viviendo?

Así como hay quien puede sentir agobio por no querer esperar, también habrá a quien le dé más igual y aproveche los meses de verano para lo mismo: disfrutar.

Lo importante es valorar si estáis en la misma página. ¿El verano es carta blanca? Genial.

¿Sientes que el summer shading te está haciendo daño? Quizás hay que terminar.

En la conversación no pueden faltar las expectativas que tenéis: qué os encaja ahora mismo y qué no.

Y si la otra persona no quiere mayor compromiso en este momento, lo cual está en todo su derecho, al menos que seas consciente y puedas tomar la decisión de si esperas a la vuelta del verano o no.

Pero no que pases unos meses de agonía preguntándote qué has hecho mal o por qué han cambiado las cosas, cuando lo que ha pasado es que te han dejado en pausa con la excusa de las vacaciones de verano.

Mara Mariño

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Por qué te enganchas tanto a quien pasa de ti (según la psicología)

Que levante la mano quien nunca ha estado detrás de una persona que parecía dar señales intermitentes.

Hoy le interesas, mañana te ignora por WhatsApp, pasado vuelve a la carga, al día siguiente hace como si no existieras y, de repente, te propone quedar y veros.

chico móvil

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Estas idas y venidas son lo que se podría considerar por los expertos en psicología un refuerzo intermitente.

Aunque en el mundo de las citas le hemos puesto un sinfín de nombres en inglés porque siempre queda más guay (o eso pensamos).

Es lo que explica los fenómenos de benching (estar en el banquillo), breadscrumbing (dar pequeñas muestras de afecto o atención que, a modo de miguitas de pan, animan a ‘seguir sus pasos’) y, por supuesto, el famoso ghosting.

El rey de los desplantes consiste en que la otra persona desaparece de tu vida de un día para otro, sin dar ninguna explicación, y después vuelve como si nada.

En definitiva, son todos los comportamientos que reproduce alguien que no se va del todo, pero tampoco se quiere quedar a intentar tener algo más.

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Y, aunque nos cueste admitirlo -porque cada vez tenemos más herramientas para afrontar estas situaciones-, tendemos a engancharnos a quien nos trata así.

No es que seamos masoquistas cuando a la quinta vez que nos hacen lo mismo, sigamos ahí, a la espera de una sexta.

Es que biológicamente esa intermitencia nos genera adicción.

Todo viene al experimento que hizo Skinner (el psicólogo, no el director de los Simpson) con unas ratas.

Estas tenían que pulsar una palanca y, en ocasiones recibían comida y en otras no, pero era de manera aleatoria.

Así que los roedores se veían pegados a la palanca pulsándolo una y otra vez a ver si había suerte, por lo que el nuevo elemento condicionó su comportamiento.

¿Te suena familiar?

La golosina, en nuestro caso, sería que te va a prestar atención, dar conversación, dedicarte un rato para quedar…

Por eso, en cuanto el trato cambia y entramos en una fase más fría o distante por su parte, quedamos a la espera y estamos con una predisposición positiva si vuelve a tratarnos de esa forma, sin perder la esperanza.

Siempre confiando en que, en alguna de las ocasiones que respondemos su historia y nos quedamos en ‘Visto’, contestará. Porque hemos aprendido que ya ha sucedido en el pasado, solo que no sabemos cuándo.

La promesa de que ya hemos tenido ese interés en algún momento -y puede volver cuando menos lo esperemos- es el mejor incentivo.

Pero, a diferencia de las ratas, tenemos algo que nos distingue.

Los pobres animalitos de Skinner estaban en una jaula. Destinados a participar cada día en sus experimentos psicológicos.

Su única opción era la de pulsar la palanca bajo la atenta mirada del experto, sin ninguna otra alternativa que la de esperar su premio.

Tú no.

Lo que te mereces es una persona que se quede porque se quiere quedar, que te muestre un interés constante, que te respete, que valide tus emociones, que te dé estabilidad mental, cariño constante y no ande descolocándote con idas y venidas.

Tienes la libertad de, ahora que te sabes la teoría y puedes identificar cuando te están haciendo caso a momentos, decidir que te vas, que ‘sales’ del experimento y te quedas donde (o con quien) el buen trato no cambie a la velocidad de un parpadeo.

Puede que hayas caído en el ‘condicionamiento’ de tu crush, pero ponerle fin es tu elección.

Mara Mariño

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‘El problema del ghosting es que no sabemos el porqué y gastamos nuestra energía buscándolo’

Todas, absolutamente todas, tenemos una amiga coach sin saberlo. Esa persona que siempre te da los mejores consejos y comparte un punto de vista que parece digno de charla de Ted Talk.

Y aunque no le quito importancia a tu bestie, hay ocasiones en las que te va a venir mejor una opinión profesional como la de Vanesa Rizo, que es Coaching Emocional (puedes contactar con ella en Merakiva.es).

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Algunas de las consultas más frecuentes que atiende esta experta sobre sus clientes tratan sobre la dificultad a la hora de comprometerse o encontrar el amor, las altas expectativas en la pareja… ¿Te suenan?

Los conflictos amorosos en general son la especialidad de Vanesa, que recuerda que el coaching nos ayuda a conseguir nuestra mejor versión.

«Cuando nos queremos, damos lo mejor que tenemos. Somos capaces de mejorar cualquier relación y más en el ámbito sentimental, que es donde más trabas y bloqueos solemos tener», afirma la experta.

Pero, ¿cuál es el trabajo de una coaching emocional? El objetivo es el de «sanar heridas emocionales pasadas, nuestra niña interior, trabajar el perdón, desarrollar la inteligencia emocional para poder enfrentarnos a  situaciones complicadas…».

Es más, ella misma se aplica las lecciones para su propia vida amorosa: «Intento aplicarme todos los consejos y lo consigo en la mayoría de las ocasiones. Suelo trabajar mucho la empatía con la otra persona, de ese modo todo funciona mucho mejor».  

¿Podrías darnos un consejo básico de coaching para nosotras mismas?
¡Querernos mucho! Me especialicé en Autoestima porque después de mucho estudiar y ver casos diferentes, entendí que la base es quererse  y valorarse. Así que como tip básico os diría que, desde hoy, empecéis a tener en cuenta vuestros valores a la hora de actuar, vuestras necesidades, vuestras emociones y sobre todo, que os conozcáis, aceptéis y cuidéis mucho. 

Los problemas a la hora de comprometerse, la dificultad de encontrar el amor,  nuestras altas expectativas en una pareja… ¿cómo abordar estas situaciones desde  el coaching?
El coaching enfocado al amor, desde las emociones, te enseña a valorarte tú y a empatizar con los demás, a entender que la vida no deja de ser buena si no se está en pareja, que no pasa nada si vives soltera, que las expectativas son ilusiones que nos creamos que solo nos limitan y hacen daño. Para cambiar estos patrones y creencias, en mi caso trabajo con ejercicios de PNL (programación neurolingüistica) y desde el trabajo cognitivo conductual.

En el taller ‘Sanando el Amor’, me centro en un intensivo de todos estos patrones, para dar un cambio a esas mentalidades autodestructivas, y este es el taller más potente y el que más interés despierta, puesto que como te digo, el amor es la “herida” de la gran mayoría. 

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¿Qué consejos le das a tus clientes para superar una experiencia negativa -como una ruptura o el ghosting– desde el coaching?
¡El ghosting es todo un mundo! Si lo analizas, las personas necesitamos un porqué de todo. Y el problema de algunas rupturas, y sobre todo del ghosting, es que no sabemos el porqué. Surge de repente, sin explicación alguna, lo que hace que toda nuestra energía la gastemos buscando ese motivo que nadie nos dio para que todo terminara. Para afrontar este tipo de situaciones, concentramos la energía en el «¿para qué?», en lugar de en el «¿por qué?», de este modo, sacamos respuesta del presente y el futuro inmediato, y dejamos de perder tiempo y energía en el pasado. 

¿Qué malos hábitos personales podemos cambiar para que mejores nuestras  relaciones de pareja?
El primer hábito que debemos cambiar es dejar nuestra vida en el momento que comenzamos una relación. Cuando conocemos a alguien e iniciamos una relación, centramos la mayoría de nuestra energía e invertimos la mayoría de nuestro tiempo en ella, olvidándonos del resto de nuestra vida, de nuestros hobbies, necesidades, vida social, etc. El primer hábito a cambiar es este, seguir siendo TÚ, fiel a ti y a tus valores, haciendo lo que te gusta y motiva, y compartiendo todo esto con la persona que has elegido tener a tu  lado. Desde ahí, podemos vivir en paz y no en dependencia, como viven la mayoría de las parejas. 

¿Cuál es el motivo o la razón por la que te contactan la mayoría de tus clientas  buscando un servicio de ‘coaching del corazón’?
La mayoría, como te decía anteriormente, suelen contactar conmigo por problemas sentimentales. Yo lo dividiría en tres sectores.  

En el primero se encontrarían las personas que suelen tener problemas para encontrar  pareja puesto que se centran únicamente en esto, y ya sabes, lo que se busca con  ansiedad, nunca llega. Se olvidan de ellas para buscar la felicidad fuera y esto nunca sale  bien, lo que crea frustración, que en muchos casos deriva en ansiedad y falta de  autoestima, creyéndose culpables o no válidas al no encontrar esa pareja. 

Y la otra parte, son personas que han tenido experiencias negativas en el amor: infidelidades, malos tratos, etc, y ya viven desde esa desconfianza y patrones tóxicos el resto de sus relaciones, sin permitirse disfrutar, sentir o dejarse llevar. 

Y por último, el otro tercio, son personas que viven sus relaciones desde la dependencia, la obsesión, las inseguridades y la posesión, por lo tanto, están inmersas en relaciones tóxicas y dolorosas de las cuales no saben como salir o no saben como hacer para cambiar.

Puedes contactar con Vanesa Rizo a través de su Instagram (@vanesa_merakiva) o en su página web (merakiva.es).

Mara Mariño

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Tú vales todo (aunque haya quien no lo sepa ver)

Hoy te escribo a ti. Directamente a ti, quién seas, en dónde estés.

Te escribo porque hay algo que debes leer en la pantalla para que cale el mensaje en tu cabeza.

Lo vales todo.

UNSPLASH

Y aunque necesitas recordártelo a diario, quiero que sea tu pensamiento de hoy.

Hoy, que quizás vas a trompicones con un corazón dolorido y las ilusiones hechas añicos.

«Ahí estás otra vez, si es que pareces tonta», parece gritarte el cerebro.

«Mira que te dije que esto podía pasar si dejabas a ese descerebrado de corazón al mando, que terminarían por hacerte daño».

Porque llega una altura de la vida, en la que la opresión en el pecho con forma de persona es ya un mal conocido.

Han sido pocas las veces este año que no la has sentido.

Así que aquí estás de nuevo, rota y entera al mismo tiempo.

Con el camino por delante, listo para recorrerlo en solitario tras tomar la más difícil de las decisiones.

Ponerte a ti por delante.

Algo que haces como mecanismo de autodefensa, pero también como reivindicación de tu persona.

Porque tú eres la primera que debe cuidarse y salir de algo que hace daño.

Pero también porque sabes lo que vales.

Y si digo que lo vales todo es porque contigo todo es precisamente lo que van a tener.

Todo, con sus cuatro letras, sus dos sílabas y esas oes tan abiertas como la que lleva amor (y dolor, irónicamente). No sabes darte a medias.

En concordancia de fase, te juraste hacerte responsable de lo que te implicara y no quedarte con menos, no ir donde no se te busca, no seguir a quien no quiere compañía.

Tus necesidades afectivas básicas siempre superarán a cualquier persona emocionalmente inaccesible.

Porque es el momento de dejar ir a quien no tiene problema en que te vayas.

Porque hay quien no está listo para tu amor (ni para ningún otro).

Porque tú no estás para perder el tiempo.

Porque no crees en las señales confusas.

Porque puede que seas la persona apropiada para alguien, pero no es esa.

Pero sobre todo porque debes tratarte como alguien que te quiere de verdad.

Mereces todo. Mereces ir sin frenos, sin marchas puestas, pisando el acelerador, disfrutando cada momento y siendo quien eres.

Dejando que las cosas sucedan de manera espontánea, natural, riéndote a carcajadas sin el miedo de si el chiste será malinterpretado, escribiendo un mensaje romántico de 500 palabras si te pones, muriéndote de ganas de ver a la otra persona que tampoco puede esperar a comerte.

Alguien que vuele contigo a la velocidad de la luz.

Alimentando a besos, soñando con los ojos abiertos con que eso va a ser algo más que otra historia que contar a las amigas cuando llegue al final.

Y si no puede ser así, que no sea. Porque no sabes (ni quieres) hacerlo de otra manera.

Duquesa Doslabios.

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Supera el ‘ghosting’ de tu romance veraniego con estos dos consejos

Pues sí, a mí también me han hecho ghosting.

Es más, no solo me lo han hecho sino que vino acompañado de gaslighting cuando le saqué el tema y me lo negó una y otra vez.

Cuando luego siguió sin tener ningún tipo de interés en verme ya fue más evidente que, a diferencia de lo que decía él, no era percepción mía.

UNSPLASH

Con la vuelta a la rutina por el fin de las vacaciones, los ghosters tienen la excusa perfecta para camuflar su bomba de humo.

Ahora tenemos mucho lío en nuestras vidas con el retorno. Que Dios nos pille confesados.

No me canso de repetir que no deberíamos hacer ghosting, que la responsabilidad emocional es algo que deberíamos trabajar más.

Pero como sigue sucediendo, podemos aprender a gestionarlo.

Para ello, los expertos de TherapyChat, plataforma líder en psicología online, dan dos consejos buenísimos para pasar página de tu crush desaparecido.

«Asumir que puede aparecer ansiedad, tristeza o rabia, y conectar con las emociones«, afirman. Aunque una de las cosas más difíciles de ser rechazada de esta manera es «no tener una explicación sobre lo ocurrido hace que nuestra mente empiece a elaborar hipótesis».

Como ellos mismos recomiendan lo más recomendable es «asumir la situación aceptando las emociones con las que nos iremos encontrando», en otras palabras, sentir el dolor y la decepción.

Pero siempre entendiendo «que tiene que ver más con la otra persona que contigo».

El segundo consejo de TherapyChat es entender que «el duelo forma parte de las rupturas, independientemente de su duración o contexto», lo que se traduce en que, por mucho que no lo merezcamos, vamos a pasarlo un poquito mal.

«En este caso, aunque la relación haya sido corta, la intensidad de los amores de verano hace que este tipo de rupturas puedan llegar a ser muy dolorosas«, dicen los expertos.

Entender que no tenemos la culpa de la situación ni tampoco «el control sobre cómo actúan los demás», nos ayudará a salir del trago.

Aunque llamar a tu mejor amiga y poner verde a tu ghoster mientras solucionáis el mundo también hace mucho.

Duquesa Doslabios.

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Antes de hacerle ‘ghosting’ a tu amor de verano, lee esto

Puede haber sido patinando por la Barceloneta, en una terracita de Jávea o incluso la última cita Tinder con la que diste una vuelta por el Museo del Prado (que además de la dosis de arte, siempre se agradece el aire acondicionado).

Este verano ha dejado historias de amor tan variadas como nuestros destinos vacacionales.

Y, a menos de dos semanas de ponerle el punto final a estos romances, tengo una petición que hacerte.

Pase lo que pase, no hagas ghosting.

UNSPLASH

Puede que fuera el calor, el romanticismo de las noches de verano con la nueva canción de Aitana de fondo, que necesitabas compensar el efecto de 2020 en tu vida sentimental o que, simplemente, no te planteas una relación a distancia.

Da igual. Tus razones tendrás, ahí no me meto ni nadie tiene por qué opinar.

Pero recurrir al ghosting, esa fácil puerta de salida sin mirar atrás, es egoísta y la prueba de que todavía te queda mucho por madurar.

María Mavji, sexóloga y directora de operaciones en TherapyChat, la plataforma líder en psicología online, afirma que hacer esta práctica «es un gran indicador de la falta de responsabilidad afectiva de la persona».

Pero, ¿implica ser responsables afectivamente ir con un paquete de pañuelos y un trozo de tarta de chocolate en el momento de decirle a la otra persona que se ha acabado para que le sea más llevadero el trago?

Aunque está en tus manos cómo lo gestiones, el primer paso es tan sencillo como entender que «la responsabilidad afectiva es tener en cuenta que todo acto tiene sus consecuencias», dice la sexóloga.

Unas consecuencias que deberíamos poder afrontar porque somos conscientes de que lo que decimos, nuestra decisión, afecta también a los sentimientos de alguien más.

«El daño psicológico que puede causar a la otra persona es algo serio; cualquier tipo de rechazo activa en nosotros circuitos del dolor y hay que saber cómo gestionar la situación y la ruptura», afirma María Mavji.

Actuar con transparencia y decir las cosas de manera sincera es el punto de partida.

Hacer uso de la empatía y estar ahí cuando la otra persona reciba la noticia para poder ayudarla en el proceso (ya sea dar un abrazo, escuchar o -que también puede pasar- enjugar sus lágrimas) sería la forma de acompañar y hacerla sentir que nos preocupamos por sus sentimientos.

No solo damos una explicación que, puede gustar más o menos, pero es comprensible y lógica, sino que no desaparecemos de golpe por respeto a sus emociones.

En definitiva, la forma de «cerrar de manera saludable este tipo de relaciones» que la experta aprobaría.

Duquesa Doslabios.

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Te va a hacer ‘ghosting’ y no lo digo yo, lo dicen estas señales

Uno de mis puntos débiles cuando conozco a alguien nuevo es la ilusión. Entre con poco y casi nada me emociono.

Si a eso le sumo que no sigo los códigos no escritos de esperar no sé cuántos días a mandarle un mensaje o que enseguida quiero volver a quedar, soy carne de cañón de ghosting.

SPRINGFIELD MAN & WOMAN

Y como algún que otro desplante me he comido últimamente, he llegado a preguntarme si es posible adelantarse a ese «leído» que más que como una palabra, se debería leer como un punto final.

¿Prestando la suficiente atención podemos identificar esos síntomas previos a la desaparición definitiva de la otra persona?

Aunque siendo un tema tan escurridizo es difícil estar completamente segura de que vas a quedarte hablando sola, he empezado a pillar algunos comportamientos.

Al principio parecía todo fluido, había interés, una química digna de estudiar en cualquier laboratorio… De repente empieza a contestar con menos frecuencia.

Y no es que le hayas escrito a mediodía y no haya podido coger el móvil hasta después de comer, hablo de varias horas y de tomar por costumbre ese patrón comunicativo en el que a las 5 de la tarde está respondiendo tu «Buenos días».

Como las conversaciones no son fluidas, empieza a ser evidente que hay más interés de un lado que de otro y es habitual que, en muchos casos, los diálogos terminen en un «visto» o en un «me gusta» si se ha empezado a hablar por una historia de Instagram.

Y por mucho que te ha repetido que no tiene tiempo para contestar o incluso le has oído quejarse de lo poco que le gusta estar con el móvil, le ves constantemente en línea (¿stalker quién?).

En su lista de repasar las historias de los amigos, cotillear a su ex o actualizar la cuenta de memes que tanta gracia le hace, responderte está en los últimos puestos.

Es también bastante significativo cuando el Sr. Ocupado (o la Sra. Ocupada, que el ghosting no tiene género) aparece después de días sin dar señales de vida al reclamo de un vídeo en el que apareces en el gimnasio haciendo sentadillas.

Culos y abdominales tienen más probabilidad de recibir una respuesta que cualquiera de tus intentos de conversación.

Quizás en algún momento dudes de todo esto porque, no solo ha vuelto a escribirte, sino que viene con un plan que te apetece un montón bajo el brazo.

Esta tarde te llama y te cuenta, o mejor, directamente quedáis la próxima semana y os ponéis al día. Pero como vuestro futuro no existe, vas a volver a quedarte esperando esa llamada o esa cena que nunca llega.

Y es que bien que se cuida de usar términos ambiguos cuando habla de vosotros, para que quede claro que no sois nada, que todo está en el aire, pero que no cierres la puerta, porque igual cuando le pique la entrepierna, tienes suerte y despeja la agenda.

He podido comprobar que por mucho que todo esto se esté cociendo de una forma descarada, nunca va a hablar del elefante en la habitación (el fantasma, en este caso) aunque le sacas el tema.

Todo va bien, no ha cambiado nada, eres tú quien se está montando la película de que no tiene el mismo interés.

Pero si te fías de tu instinto, llegarás a la misma conclusión que yo: ese comportamiento ni es normal ni está bien. O al menos para ti.

Antes de despedirme, quiero dejar un recordatorio que ojalá te grabes a fuego cuando empieces a verle las orejas al ghostingesa persona no quiere una conexión real.

Su vaga forma de comportarse es algo de lo que puedes aprender -porque cuesta muy poco hablar claramente por mucho que esté normalizado el silencio- y alejarte antes de que te haga daño.

Duquesa Doslabios.

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Forzar la atención, uno de los mayores errores que cometemos al conocer a alguien

Por mucho que pueda parecernos atractiva una persona, la química nunca está garantizada. No, ni siquiera aunque veamos que, sobre el papel, nos resulta perfecta.

Tiene todo lo que buscamos, desde un amor reverencial por las tablas de quesos a pasión por los perros. Se ha visto todas las películas de Star Wars y su resumen de Spotify del año parece un clon del nuestro.

PULL&BEAR

Sin embargo, la cosa no llega a cuajar. Y es cuando, en muchos casos y sin darnos cuenta, terminamos forzando que, algo que no fluye de manera natural, suceda.

Cuando hay una conexión, es como si el universo hiciera ‘clic’. Como si de repente las pilas de la conversación, las ganas de conocer más, de quedar constantemente, se hubieran cargado al máximo hasta el punto de que se convierten en inagotables.

Cuando eso no pasa, podemos llegar a agobiarnos. La tentación de ‘abrirle los ojos’ a la otra persona de nuestra altísima compatibilidad, es demasiado grande.

Pero claro, ¿cómo vamos a dejar que se nos escape? O, más bien -y aquí nos pierde la autoestima-, ¿que nos escapemos de su radar?

En ese punto, podemos cruzar la fina línea entre dejar que las cosas surjan y presionar. Forzar una conversación sin fuelle a base de infinitos «¿Qué tal la mañana (o la tarde o la noche)?».

Reconducir el diálogo a los temas que, previamente estudiados en el proceso de investigación del feed de su cuenta personal, sabemos que pueden hacer que la otra persona muerda el anzuelo y nos siga la corriente.

De la misma manera, una exagerada interacción en sus redes sociales (no tienes que reaccionar a todas sus historias, incluso a aquella en la que aparecen sus apuntes apilados) o estar lanzando indirectas en tu propio perfil con canciones o frases hechas -una serie de estrategias para llamar la atención-, tampoco funcionan si no hay interés por el otro lado.

Y entonces llega la contrapartida, las señales que nos negamos a ver de que estamos estirando demasiado el chicle.

Contestaciones a base de monosílabos o de manera vaga que terminan convirtiéndose en ‘Visto’ y los dos tics azules son otras banderas rojas. Si no paramos, la conversación se acaba transformando en un monólogo cada vez más incómodo.

Una serie de acciones que nos van llevando a la antesala del ghosting.

La conclusión es que, por mucha pena que nos dé que quien nos gusta no sea capaz de experimentar la misma sensación que podemos tener de que aquello funcionaría, es mejor no aferrarse demasiado a nuestra idea y soltar.

Entender que no es ahí, no obsesionarnos y seguir adelante. La persona apropiada no necesitará que tengamos que ponernos una y otra vez delante de sus narices.

Duquesa Doslabios.

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¿Estás conociendo a alguien, pero nunca quedáis? Puede que tengas una relación de Schrödinger

¿Sabes cuando empiezas a tontear de una manera más evidente con alguien, que hasta da la sensación de que se ha convertido en algo más en el momento en el que lo hacéis casi a diario, y lo de veros parece solo cuestión de tiempo?

Si te resulta familiar, es lo que una amiga muy sabia bautizó como Romance de Schrödinger. Se trata de una historia de amor que está pasando y, a la vez, no ha llegado a suceder.

BERSHKA

Pero, ¿por qué no llega a pasar? Hasta ahora, las excusas previas a la era coronavirus, eran siempre las mismas: mucho lío en el trabajo, compromisos familiares, un viaje con los amigos…

Una ristra de deberes ineludibles que postergaban hasta el infinito la quedada. Lo que no significaba que la relación virtual se congelase, todo lo contrario.

Curiosamente, las conversaciones, las indirectas, esas reacciones con el emoticono de fuego a cualquier historia, no llegaban a decaer en ningún momento.

Casi podría esperarse que, con el nuevo estado de alarma, sería el fin de las evasivas por aquello de que la vida social ha disminuido.

Pero lo cierto es que ha dado pie a una nueva justificación para aplazar, una vez más, el encuentro, el «cuando pase todo esto».

«A ver si cuando pase todo esto nos tomamos algo», «En cuanto esto pase, quedamos», «Cuando la cosa esté más tranquila tenemos que vernos»

Y, un vez más, el romance -como el famoso gato de la paradoja- está vivo y muerto al mismo tiempo.

Aplicado a la situación sentimental, se podría decir que solo existe en un plano virtual (e imaginario), el mismo en el que las quedadas, las citas románticas, o incluso las conversaciones subidas de tono (¿cómo es posible que ya se hable de sexo cuando ni siquiera os habéis visto en persona?) dan alas a la relación de Schödinger.

Esta clase de conexiones tienen, casi siempre, dos finales muy claros. El primero es el único desenlace positivo: que la relación de Schrödinger dure un corto periodo de tiempo terminando en la cita cara a cara -y ya siga el curso natural de pasar a mayores o descubrir que sois incompatibles-.

El segundo final es más doloroso, ya que implica ponerle fin a las conversaciones y, por tanto, a esa relación que parecía avanzar en un nivel que solo uno de los dos parecía ver.

Con mucha suerte, puede que recibas alguna explicación, pero la mayor parte de las veces, el ghosting suele ser el punto final.

Toparse con una barrera infranqueable de silencio con el acompañamiento de todas las dudas del mundo sobre qué habrás hecho mal para que dejéis de hablar.

Y lo peor, el dolor de que para ti es como si hubiera terminado algo cuando en realidad no había una relación al uso.

Sí, los meses que vienen van a ser complicados. Y descubrir a tiempo la delgada línea que divide conocer a alguien y caer en la relación de Schrödinger será más difícil que nunca.

Duquesa Doslabios.

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¿Pensabas que no había nada peor que el ‘ghosting’? Te presento el ‘caspering’

¿Hay alguien que, a estas alturas, no conozca el término ghosting? Si no te resulta familiar, lo identificarás sin problema (porque o bien lo has hecho o te ha tocado vivirlo). Ghosting es cuando la persona que te gusta desaparece de repente, como un fantasma.

Y lo peor es que lo hace sin ninguna razón aparente (o al menos que tú sepas) y sin darte ningún tipo de explicación.

BERSHKA FACEBOOK

Si ya de por sí que se vayan de golpe de tu vida, así de un día para otro, es bastante chocante, tenemos una nueva etiqueta para seguir explicando malos comportamientos a la hora de ligar: el caspering.

Una ‘tendencia’ que vendría a ser la versión amigable del ghosting, ya que recibe su nombre por Casper, el más adorable de sus compañeros fantasmas.

Claro que eso no quita que siga siendo un hábito negativo.

A diferencia de desaparecer de pronto, el caspering es más sutil, más ‘amable’. Puedes identificarlo porque la persona que te lo está haciendo nunca llega a desaparecer del todo y siempre tiene una buena excusa por la que no habéis podido veros.

Ahí es cuando apelan a tu sentido de la empatía. ¿Cómo no vas a comprender que estaba con mucho lío por el trabajo, la familia, la situación de la cuarentena…? Pero te convence de que quedaréis, claro que sí. ¿Que cuándo? No se sabe, pero pronto, eso seguro.

Pero no, ese día nunca llega. Y cuando vuelvas a intentar retomar el contacto, la lista de excusas será otra igual de comprensible.

Una vida muy ajetreada, una racha muy ocupada, y vuelta a empezar con la táctica y el «Nos tomamos algo pronto».

Así que ahí estás tú, en esa espiral de ganas y desilusión constante de la que no llegas a salir porque no recibes lo que tiene en su cabeza la otra persona, un claro y contundente «No me gustas».

Esto es lo que hace que sea duro por doble partida para quien padece el caspering, porque se siguen alentando las ilusiones para no dar el «no» definitivo, pero tampoco se tiene intención real de que eso pase a mayores.

Duquesa Doslabios.

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