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¿Cómo sé si tengo un problema sexual?

Quienes vivimos a toda prisa con la rutina pisándonos los talones, nos plantamos en la Semana Santa con un objetivo claro: calidad en pareja.

Calidad en pareja es esa escapada que reservaste hace meses, pero también quedarte en tu ciudad tachando de la lista de pendientes el restaurante al que tanto queríais ir y, por supuesto, aprovechar que el tiempo no corre para dedicárselo al placer.

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PEXELS

Sin embargo hay quienes pueden descubrir en estos días que algo es distinto. Bien porque no ‘reacciona’ como se esperaría o porque esas ganas -que en teoría deberían aparecer-, brillan por su ausencia.

Pueden ser los nervios, el cansancio, una noche de mal sueño, una nueva medicación o, quizás, algo más, pero ¿cómo saberlo?

Cuando estudiaba el máster de Terapia de Pareja y Sexología Clínica me sorprendía leer en los apuntes que se consideraba una disfunción todo aquello que no desencadenara una respuesta de placer en cuanto al coito se refiere.

Pero también eran disfunciones la incapacidad de mantener una erección a la hora de practicar la penetración o incluso llegar al orgasmo antes de que tu pareja lo hiciera.

Todo giraba en torno al coito y así fue que le pregunté a mi tutora si, como sexólogas, no estábamos demasiado centradas en la idea de que la penetración es la práctica por excelencia.

Coincidió conmigo y añadió que nuestra responsabilidad era precisamente educar en que hay un abanico de prácticas ideales para disfrutar más allá de meterla.

Claro que eso complicaba un poco más mi duda, entonces ¿cómo identificar un problema sexual?

Los ‘síntomas’ de que algo pasa

Si por algo se caracteriza una disfunción es por el malestar repetido durante un periodo de tiempo largo, hasta el punto de que afecta a tu vida íntima en general.

No es algo puntual, sino que sucede en todas las ocasiones (o casi todas) sin que tú lo desees ni lo busques.

Esto puede ir desde la dificultad a la hora de mantener excitación sexual, a la ausencia de libido, sí, pero también a la pérdida de erecciones.

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También sentir dolor durante las relaciones, la dificultad para alcanzar el orgasmo, la eyaculación precoz o retardada, e incluso la incomodidad, la vergüenza, la ansiedad o el estrés relativos a la actividad sexual entran en esta categoría.

Si tras un periodo de unos cuantos meses ves que cualquiera de ellos se sigue repitiendo, es el momento de entender que no está funcionando con normalidad y que hay que buscar ayuda experta.

De cualquier forma, una manera de salir de dudas es pedir un chequeo médico para que te confirmen que no es relativo a un malfuncionamiento físico.

Una vez queda superado este paso, si todo parece en orden, es muy probable que el origen del problema sea psicológico para lo que la terapia sexológica es la solución perfecta.

Por último recordarte que, ignorar o minimizar las disfunciones sexuales, puede ser peor por el impacto no ya solo en tu vida íntima, sino en tu propio bienestar emocional.

Mara Mariño

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‘A mi novio no se le levanta’

Confieso, veo La isla de las tentaciones y disfruto del intercambio de gestos como miradas cómplices o poner los ojos en blanco, con mi madre cuando vemos las ocurrencias de los concursantes.

Ayer nuestras reacciones volvieron a coincidir en cuanto Marieta, una de las participantes, alegó que su novio no iba a caer en la tentación, o al menos no iba a tener relaciones sexuales, porque «no se le levanta».

¿Estamos ante el comentario más desafortunado de la edición? A mí sí me lo parece.

Marieta isla tentaciones

@islatentaciones

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Porque esa afirmación esconde una visión de la sexualidad coja y nociva al mismo tiempo.

Coja porque es simplificar una persona a su pene (y por extensión, al funcionamiento de este) y nociva porque reduce la vida sexual, que es un conjunto de prácticas íntimas, a una sola: la penetración.

Dan igual las circunstancias, hablar de la vida íntima compartida siempre es delicado, pero hacerlo de una disfunción, del tipo que sea, en una plataforma con un alcance como es la televisión, está peor.

Pero el «A mi novio no se le levanta», es casi una institución. Una frase que, nos guste reconocerlo o no, muchas hemos empleado entre amigas, con sorpresa, preocupación o sorna según el contexto.

En un mundo en el que solo cuenta como primera vez si se introduce un pene en una vagina, para ellos no mantener una erección se trata de la peor pesadilla y, si se filtra el suceso, la mayor humillación.

También porque una gran mayoría registra como educación sexual la pornografía, donde solo aparecen secuencias eternas de coitos ininterrumpidos en una secuencia de posturas, solo comparable una clase de yoga.

Aunque ser hombre no es tenerla dura como la piedra durante horas y empotrar por cada centímetro cuadrado de superficie, en este mito se sostiene la frase de Marieta.

Y, aunque no podemos cambiarla, tenemos la capacidad de reflexionar sobre cómo este tipo de confesiones públicas, aunque llenan la hoguera de entretenimiento, también son una bomba si nos las diseccionamos.

Pueden contribuir a perpetuar estigmas y presiones asociadas al rendimiento sexual, lo que impacta en la salud mental y emocional de quienes están viendo el programa. En otras palabras, esto le puede estar pasando factura a tu crush.

En muchos casos, los problemas de erección se deben a agobios, tensión, ansiedad… Así que si una persona los experimenta o ha experimentado, y se entera de que su pareja o en un reality televisivo se ha dicho eso, solo va a aumentarle la inseguridad de que su pene le va a ‘fallar’ (lo que seguramente acabe sucediendo).

La batalla contra el coitocentrismo

Como decía al principio, la preocupación porque se levante o no, es también prueba de que nuestra vida íntima se construye como coitocentrista y es el coito la ‘unidad de medida’ de la satisfacción sexual.

Pero como bien sabemos las que tenemos un succionador de clítoris en casa, la penetración no es el ombligo del mundo (sexual).

Por lo pronto, hay que partir de que cada persona tiene sus preferencias y habrá a quién le guste un polvo bajo las estrellas o un cunnilingus en un tractor -por hacerle un guiño a Sergio-.

Y también cada encuentro es una experiencia nueva que tiene valor en sí misma por el momento que se comparte, y no por el ‘rendimiento’.

Así que a modo resumen, a diferencia de lo que pueda parecer en el reality show, que una pareja sea buena en la cama no va de erecciones: va de química, interés en tus gustos, complicidad, seguridad, caricias, masajes, juegos…

Y, personalmente hablando, de que te ofrezca un poco de postre al terminar.

Mara Mariño

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De adicto al porno a ‘coach’ sexual que ayuda a los hombres, la historia de Gonzalo

A lo mejor no te conozco, pero hay una cosa segura que sé sobre ti: has visto porno. Y puede que tú no me conozcas, pero hay una cosa segura que sabes sobre mí: yo también.

Es difícil no dar, en algún momento de tu vida, con la industria de la pornografía. Ya sea por amigos, curiosidad o porque te la encuentras de forma casual como publicidad, darás con ella.

O ella contigo, más bien.

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El porno viene siendo la forma más fácil de darte un rato placentero contigo. Pulsas play y miras. El único esfuerzo que pones de tu parte es mover la mano.

El vídeo te lo da todo hecho: una mujer escultural, un punto de vista de las escenas que te hacen sentir como si tú mismo estuvieras teniendo sexo con ella y una dinámica tan excitante que consigue hacer que te corras en pocos minutos.

Visto así, ¿cuál es el problema?

Gonzalo Salinas, el autor del libro Venciendo la Adicción al Porno: 7 Pasos para tener una vida Sexual Sana (que por cierto tenéis en Amazon por si os pica la curiosidad), sabe que lo que hay detrás del cine porno no es tan bonito ni tan inocente como parece.

Como exadicto a consumir este tipo de películas, el escritor me comenta que, lo que resulta más sorprendente, es la falta de aceptación de que existe un problema.

En la actualidad, Gonzalo trabaja como coach sexual trabajando con hombres que, como él, han tenido esta relación de enganche a la pornografía impidiéndoles disfrutar de una vida sexual placentera en pareja.

«Es frecuente escuchar a muchos hombres decir ‘Yo consumo de vez en cuando pero no soy adicto’, pero cuando invitas a dichos hombres a intentar dejar el porno, allí se dan cuenta que les es casi imposible», afirma.

«Esta adicción comienza como un divertimento, pero poco a poco va afectando el sistema de recompensa cerebral (que regula la dopamina, la hormona de la recompensa y de la motivación), y cada vez el cerebro va a pedir más y más. El porno hace que la persona genere una adicción química a la dopamina«.

¿Cuál es el primer síntoma que debería alertarnos?
La perdida de la voluntad ante el porno y, como factores secundarios, todos los síntomas negativos en lo, físico, lo psicológico y lo emocional. Ocurre de manera tan lenta que, cuando el hombre se da cuenta, ya lleva 10 o 15 años consumiendo porno, los cableados cerebrales sinápticos son bastante sólidos y sanar cuesta mucho mas.

¿Cómo afecta en la pareja consumir porno?
La dopamina es un neurotransmisor que participa en los procesos sexuales humanos, especialmente en la estimulación sexual. Cuando la adiccion al porno atrofia el sistema de recompensa cerebral atrofia muchos procesos en donde la dopamina esta implicada, como por ejemplo la erección o el limite corporal del placer que determina el tiempo de eyaculación. Si en la pareja el hombre no puede tener o sostener una erección, o presenta un cuadro de eyaculación precoz, le va a afectar su vida sexual.

Por otro lado, la adicción al porno genera consecuencias como imposibilidad de conectar emocionalmente con la pareja, ansiedad crónica, cuadros depresivos, distorsión de la imagen masculina y femenina en el sexo, falsas expectativas sexuales, entre muchas otras cosas.

El que tiene sexo como lo ve en el porno, termina por convertirse en el peor amante del mundo

¿Cuándo se dio cuenta del problema?
Desarrolle un síntoma que ya esta tipificado en la literatura científica que se llama Porn Induced Erectile Dysfunction (PIED por sus siglas en ingles), es decir disfunción eréctil causada por el porno. Era capaz de tener una erección viendo porno, pero no con una mujer de carne y hueso. Fue una experiencia devastadora. Para sanar tuve que trabajar durante más de dos meses con una maestra de Tantra que me hacia Lingam Massage, apelando a mi neuroplasticidad cerebral, y volver a despertar la sensibilidad en mi pene. Recuperé mi erección después de noventa y tres días de trabajo arduo.

¿Cómo tratarlo?
Existen varios pasos para salir de esta adicción y diferentes metodologías. Pero lo más importante es tener una estrategia donde contemples varios factores: reconocer que hay un problema y comprometerse a solucionarlo, transformar el medio ambiente, transformar el cuerpo con actividades que muevan la energía, implementar un proceso de creación consciente, redirigir la energía sexual, tener un protocolo para evitar la recaída, tener una comunidad de soporte, atender las necesidades emocionales profundas y aprender a vivir la vida intencionalmente.

¿Cuál es el apoyo que puede prestar la pareja en esta situación?
Sacar el tema suele ser difícil. Cuando la mujer les dice que no les gusta que consuman porno (he visto muchos de estos casos), los hombres llegan hasta a molestarse con su pareja aduciendo que «es normal», «que todo el mundo lo hace», sin conocer las verdaderas consecuencias del consumo de porno. Además, es tema del porno esta socialmente tan cubierto de vergüenza y de culpa que muy rara vez se habla del tema y cuando se habla suele ser cuando la adicción esta avanzada. Cuando alguien está pasando por una adicción al porno, el apoyo de su pareja es fundamental y de hecho acelera el proceso de recuperación.

¿Qué hace del porno algo tan adictivo?
La adicción bioquímica a la dopamina. El hombre adicto ha creado una nueva forma de masturbarse viendo porno: abre 10 pantallas al mismo tiempo, busca sus actrices y categorías favoritas, avanza las escena hasta la parte más hardcore y crea una secuencia en donde el ‘crear el ambiente buscando la escena perfecta’, es tan importante como masturbarse con el porno. Cada actriz nueva teniendo sexo es un nuevo rush de dopamina y el hombre queda en estado de euforia por largos períodos de tiempo. Además, suelen estirar el tiempo sin eyacular (edging) para alcanzar a ver todas sus escenas. De nuevo, hay muchísimo otros factores que juegan un papel aquí.

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¿Se puede consumir de manera ‘sana’?
El cerebro por su maleabilidad responde a cualquier programación que tú le hagas. Si quieres programar tu cerebro a estimularte con el porno, entonces consume porno. Pero si quieres programar tu cerebro a tener prácticas sanas en el sexo, entonces implementa esas prácticas en tu vida sexual. El porno está constantemente llevando tu conciencia fuera de tu cuerpo y hacia el pasado. No es posible experimentar placer sexual fuera de tu estado total de presencia, aquí y ahora. Y además, desde la dimensión espiritual, tu atención consciente perpetúa la industria del porno. Aquello a lo que le damos atención crece, es una transferencia de fuerza vital creadora.

¿Qué le dirías a una persona que está empezando a ver porno?
Que aprenda cuáles son las consecuencias del consumo. Esto no es una recriminación moral. Respeto la soberanía de cada individuo para que haga lo que le de la gana con su energía sexual, siempre y cuando respete al otro. Sin embargo, el que comienza a consumir porno, no sabe dónde le puede llevar, ya que es una practica altamente adictiva. Y, por supuesto, le recomendaría que utilice esa energía en mejorar su vida sexual: el sexo te da la posibilidad de entrar a un espacio elevado de amor y disfrute, en donde los amantes entrenados, presentes y conscientes de su práctica, pueden desvanecer momentáneamente su identidad individual, fundiéndose en una sola conciencia, disfrutando del éxtasis total. El porno representa un secuestro a esa hermosa posibilidad.

Para despedir la entrevista, Gonzalo me recuerda que, cuando ves porno, solo buscas una cosa: masturbarte. Cuando ves porno, la industria que está detrás busca hacer dinero.

«Saben todos los problemas que causa pero lo que mueve al mercado es el dinero. Ellos saben que siempre vendrá una ‘nueva starlet‘ que cumpla 18 años y que todas son piezas reemplazables en la industria», dice el escritor y coach.

Mara Mariño.

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Tu gatillazo se apellida ‘porno’

Creo que todos, en algún momento de nuestra vida, nos hemos topado con el porno. La curiosidad, algo norma, a edades tempranas es muy fuerte y termina con esas búsquedas a escondidas desde el móvil o el ordenador que vienen seguidas, en el caso de los más prudentes, de otras investigaciones a golpe de buscador sobre cómo hacer desaparecer el indiscreto historial.

LELO

El porno nos convierte en espectadores activos o pasivos por mucho que, acompañando la visualización, llevemos a cabo alguna acción. Un espectador pasivo es, a mi parecer, quien recibe el contenido dándolo por válido y veraz, utilizándolo como fuente de estímulo tal y cómo lo ve.

Por otro lado, el espectador activo tiene una actitud más crítica ante la pornografía. También puede disfrutar del contenido, pero los vídeos, los comportamientos que aparecen en ellos, hacen que se cuestione la realidad de lo que está viendo entendiendo que es una ficción con la que no tiene por qué estar de acuerdo. Son personas más juiciosas que limitan el porno a momentos concretos o a búsqueda de ideas para aderezar la vida sexual.

Un espectador activo tiene el poder sobre la pornografía, mientras que el pasivo terminará consiguiendo, como desarrollaré más adelante, que el porno tome las riendas de su vida (sexual).

Convertir las películas de contenido sexual explícito en una fuente de satisfacción constante pasa una factura muy alta al cuerpo, y tiene nombre y apellidos: disfunción eréctil.

Pero bueno, disfunción eréctil ha existido siempre, me diréis. No es una novedad que haya descubierto yo de repente. Lo que no ha existido siempre, y esta es la novedad, es en hombres jóvenes sanos entre 18 y 30 años.

El cambio de clientela lo han notado, con sorpresa, las clínicas especializadas en tratar la salud sexual masculina, que han visto como su parroquia de hombres de cierta edad aquejados del problema se veían sustituidos por chicos.

Sin enfermedades, sin problemas de salud, sin nada que aparentemente pudiera justificar el trastorno sexual, los expertos tuvieron que analizar qué diferenciaba la sexualidad de esa generación con las anteriores. ¿Adivináis que diferencia encontraron? Correcto, un móvil conectado a internet 24 horas con acceso al porno.

La pornografía existía ya, sí, pero tenías que pasar por el proceso de hacerte con un DNI de alguien mayor de edad, ir al videoblub de tu zona y dar con la película a tiempo de que ni el dueño de Blockbuster ni tus padres te pillaran el VHS en el reproductor.

Una serie de barreras que, ‘gracias’ a la tecnología ya no tenemos. ¿El resultado? Barra libre de porno sin ningún tipo de control en el teléfono. Y además un porno más persuasivo que nunca que consigue provocar la mayor estimulación sexual gracias a las tomas, conceptos, reparto y medios para rodar las películas.

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Y a mayor estimulación, mayor dependencia, una dependencia que se traduce en adicción ya que el abuso del porno, como cualquier droga, provoca cambios en el cerebro alterando la dopamina. Algo que explican en Boston Medical Group: «se crea una mayor resistencia a la misma y se pierden muchos receptores en las células nerviosas. Al igual que la dependencia de las drogas, el cuerpo y el cerebro necesitan una mayor dosis de porno para poder sentir lo mismo que la primera vez».

Traducción: llegas a un punto en el que nada te excita. Tu deseo sexual normal de chico de 21 años está acostumbrado a un nivel tan alto de estimulación que, las relaciones de pareja clásicas se vuelven aburridas afectando a las relaciones íntimas. Un fenómeno que en la clínica bautizan como «desensibilización». «Hay una desconexión cerebro-genital y aparecen los problemas de erección», declaran.

Llegados a este punto, el tratamiento es la única solución, una solución que, para más inri, le cuesta más a los jóvenes que pueden tardar hasta tres años en recuperarse. Pero, no desesperéis, adictos al porno, hay luz al final del túnel.

«Los pacientes que dejan la pornografía entran en una etapa conocida como planicie, con una pérdida de la líbido, indiferencia sexual, pérdida de erecciones nocturnas e incluso depresión», dicen desde Boston Medical Group». «Es en ese momento donde hay que tener más precauciones, porque para combatirlo, los hombres pueden volver a recaer en ver nuevamente porno, activándose de nuevo la dependencia», declaran.

No obstante, y como alumna fiel de la escuela de «mejor prevenir que curar», la respuesta la tienes unos párrafos más arriba. Con el porno las tres «P»: precaución con su consumo, nunca dejar que llegue a convertirse en la única fuente de estimulación; pensamiento crítico comprendiendo que lo que estamos viendo es una ficción y en ningún caso la vida real; y poder que debemos ejercer sobre ella y no ella sobre nosotros alterando nuestro cerebro y afectando a la vida sexual.

Duquesa Doslabios.

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Candados para penes, nuevos modelos para juegos eróticos

No, no es broma. Es el producto estrella de la empresa CB-X: un candado para penes. Tal cual. La primera aplicación de la que hablan sus creadores es para prevenir infidelidades, en plan cinturón de castidad del siglo XXI, aunque sinceramente creo que lo dicen de coña. Cuando describen sus otros usos, en cambio, ya vas entendiendo mejor de qué va el rollo.

Se trata de una especie de funda de plástico resistente e hipoalergénica, con diferentes tamaños y acabados. En la parte más cercana a la base del miembro tiene un dispositivo para colocar el candado, de manera que solo podrá ser retirado por la persona que posea la llave. Y ahí es, según dicen, donde reside la gracia.

candado pene

Cb-x.com

“Lo están comprando hombre y mujeres por igual”, afirma la empresa, que divide en dos grandes grupos a sus compradores. Por un lado, fetichistas; por otro, parejas que quieren explorar su sexualidad y disfrutan practicando juegos sexuales. En este caso, se trataría del juego de la llamada “castidad forzada”.

Es decir, el responsable de las llaves tiene el poder, un control absoluto sobre el placer del usuario del candado, que tendrá a su vez que complacer a su “carcelero” para poder recibir la satisfacción que ansía. Algo en plan sufre mamón, devuélveme mi orgasmo. Aseguran, además, que también lo están empezando a usar sexólogos en terapias de pareja y en tratamientos personales de disfunción eréctil.

Pues nada oye, los más aventureros ya tenéis una idea más para regalar en estas entrañables fiestas. Yo, por mi parte, pecaré de tradicional. No es que quiera joderles el negocio, pero la verdad, gastarte 110 euros (sí, eso cuesta) en un trozo de plástico para que el muchacho en cuestión no pueda empalmarse a gusto y que pase las de Caín para orinar, pues no me pone mucho, la verdad. Eso o que me imagino a cualquier hombre desnudo con el cacharro metido en una funda de acabado madera o camuflaje al más puro estilo terminator y lo que me da son ganas de salir corriendo.

En fin.